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El Día de la Ira


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Rumbos desconocidos

El Lobo


-No han funcionado mis poderes de vínculo.- menciona algo molesto. –Ustedes vayan donde el Inquisidor.


-Señor.- Musita uno de esos guardias de alto nivel.


-¡Avada Kedavra!- Grito el egipcio y asesino a ese hombre. – No tengo tiempo para estos inútiles. – Camino y fijo mirada al horizonte.


-Los inferis mantendrán ocupados los británicos.- Pensó un poco. –Quizás esto haga ganar un poco de tiempo a ese hombre.- pensó en voz alta. –Sin embargo, debo continuar con lo planeado.


En ello crea un portal a las calles de Daigon y Ottery. –Esto será suficiente. – Clavo la mirada a los hombres. –les sugiero no estar cerca, cuando les de su orden.- Y noto a los cadáveres. –Las Artes Oscuras combinada con la Nigromancia me permitió crearles, pero no controlarles. – Estos se encontraban en ataúdes. –Resguarden la fortaleza, sus enemigos pronto llegaran.- Los magos se marcharon.


-Espero que esto entretenga a los asquerosos británicos.- Soltó una carcajada. –A ver cómo se comportan mis creaciones.


Y con un movimiento de varita abre cada ataúd, de los cuales emergen cientos y cientos de cadáveres sin voluntad.


-Creo que exagerado, incluso esos inútiles rondaran por este poblado. – Arquea una ceja. –supongo que devoran al poblado muggle cercano. – y luego de ello, se envuelve una haz oscuro y se desaparece.



**************

Tiempo más tarde

***************


GUARDA GOLF HOTEL, CRANS-MONTANA,

SUIZA (FUERA DE LAS HABITACIONES DE LA MINISTRA)


-Solo a ellos se le ocurre andar por estos rumbos.- Menciona al aparecer y dos guardias de sus escolta egipcio se encontraba con este.


-Señor, su vestimenta.- comenta el egipcio que estaba a su lado.


-Tienes razón. – Y con un sutil movimiento de varita cambia su atuendo, ahora era todo un dignatario. –supongo que debo buscar aliados. – Clavo la mirada al hotel. –Vamos, no podemos dejar que continúen sin nosotros.




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*Sonido de intercomunicadores muggles*

"¿Lo han encontrado?"
"Negativo. Seguimos buscando, Señor."


Silencio.
Silencio.

"Le mando una dotación de100 efectivos para que busquen. Donde sean".

"Revisen Londres, casa por casa, hasta encontrarlo".

"Sí, Señor."
"Encuéntrenlo, es una ORDEN"
"¡Sí, Señor!"


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Babila volvió a tironear de aquella semilla gigante hasta que consiguió quitárselo al Demiguise. Después volvió la cabeza hacia Sagitas. Ella estaba tumbada en el suelo, sobre un montón de heno seco, escondida entre las patas de la acromántula. Alariaga, el nombre de la criatura, parecía atender perfectamente a la humana y se mantenía tumbada, sin moverse, haciendo de vez en cuando un ligero clickeo de vez en cuando para alejar a los que se acercaban a la jaula a mirar, avisándoles que estaba protegiéndola. La Araña Gigante se estaba comportando con un cierto instinto maternal hacia la dueña del Circo, a quien le debía la vida y la de sus miles de huevos.

 

Babila abrió la semilla con sus manazas y mordisqueó el interior con avidez.

 

-- ¿Usté quié un poquito, Señà Sagita? É komo una golosina de güena.

 

La bruja no se movió, encogida y protegida en la masa de patas negras con púas. Con los ojos cerrados, no dio sensación de escucharle. Si no fuera por los gemidos ahogados que se escapaban de vez en cuando de sus labios y por el levantamiento leve del pecho, hasta parecería dormida. O muerta. Así se sentía, en realidad.

 

-- Vamo, mujé, ke noés pá tanto. LLo le puedo enseñá a sé sigilosa i casá en la sabana. I a asé muxas pósimas con la cola de la lagartija o con la pús d'un gusarajo.

 

Babila no consiguió tampoco ninguna respuesta a tan maravillosa sugerencia y el negrito no lo entendía. En su poblado, muchos desearían conocer la mitad de su sabiduría en tema de pociones improvisadas. Acabó de comer la semilla y ante la ignorancia total de su persona por la mujer pelivioleta, salió con cuidado de la jaula abierta. La acromántula chasqueó levemente los aguijones de su boca y volvió a tumbar la cabeza, volviendo a su misión de resguardar a la mujer del mundo exterior.

 

Babila cavilaba y es algo que no le gusta. Al Secretario de Accidentosos le gustaba que otros pensaran y él actuar con libertad. Así que tomó la única decisión que creyó lógica: mandar una lechuza al amo Matt. Era el Director de Accidentes, el matriarco de la Potter Black y el hijo de la Señà Sagita.

 

"Señó Mát: su madre sencuentra entre las pata de lacromántula y no la suerta. ¿Kásemo? ¿La dejamo pá ke se la koma o estiro della pá soltarla?

BABILA, Major-omo de la mansión"

 

Después, ya más tranquilo, se fue a buscar más semillas de esas gordotas que le daban a los animales. ¡Qué desperdicio, con lo buenas que estaban!

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Calles del callejón Diagon


Los inferis llegaban por medio de portales creados por un mago tenebroso, ante su llegada no se hizo esperar el grito de unos niños que les vieron. Scamander, el director de la sede de la Radio en Gran Bretaña, se alza en combate contra esos cadáveres.


-Esto debe hacer una broma.- menciona el director. –¿Dónde están los aurores o Inquisidores?- Se pregunta y lanza algunos hechizos.


-¡Auxilio!- Grita una bruja. –mis hijos están rodeados por esa plaga.- El mago observa y sus habilidades eran pocas para hacerle frente. –Busquen a @@Sagitas Potter Blue Potte Blue , según escuche ella es una reconocida mujer de extraordinarias habilidades, creo que se encuentran en uno de sus locales. – piensa un poco. –sería difícil adivinar cuál es, pero es posible que ande en el circo.- Hace pause. -Yo intentare atrasarlos, e intentar ayudarles.


**********

Tiempo más tarde

*********


Circ de los Joglars


-¿Dónde está Sagitas?- Ingresa un bruja de cabellera dorada y atrás de ella algunos cadáveres, esa infestación comenzaba a ser una invasión. –Los cadáveres ya vienen.- la mujer se cae y es atacada por esas criaturas creadas por las artes oscuras.


---


Calles de Ottery


La magia del mago oscuro también creo portales que dieron paso a invadir todo los lugares donde rondaba la comunidad mágica, es posible que esto signifique un ataque al poder de @ . Por otro lado, apenas si los integrantes de la Orden del Fénix salvaron con éxito a los infantes ¿Acaso las calles sería un poco más seguro? ¿El Hogar de los Gryffindor sería el mejor lugar?


-¿Qué es eso?- menciona una niña con un osito, al momento que se encontraba jugando con sus amigos, ella era una mestiza de cabellera dorada y ondulada. –eso parece ser…- apunta con su mano. –un zombie.- sus amigos se ríen y las criaturas van en contra de ellos. –No es un zombie.- menciona el chico de cabello negro. –esos seres son inferís, mi padre es auror y me hablo de ellos, vamos de inmediato.- y salen corriendo, la niña deja caer el osito y gritan rumbo a sus casas.

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Padre Andrew

Sant Bartholomew en Cloth Fair Square


El Padre Andrew estaba tan sorprendido por aquel párroco falso colado en la iglesia que no supo que decir cuando la feligresa nueva se puso a chillar. Levantó las dos manos e hizo movimientos con ellas para pedirle que bajara la voz, mientras miraba alrededor. Algunas miradas se dirigían hacia ellos de forma recriminatoria.


- Por favor, señorita, no grite. Si quiere, le confieso yo para que... Si lo necesita... - Entonces cayó en la cuenta que le había llamado por su nombre y le pedía explicaciones. - ¿Le conoce?


Su cabeza se llenó de protocolos aprendidos para repeler a locos que se metían en iglesias. No sabía decidir si llamar a la policía o hablar con él hasta que reconociera su error, con la futura promesa de no volver a hacerlo.


- La Iglesia es un lugar de culto y todos tienen derecho a entrar, señorita. Incluso los... - Contempló de nuevo a aquel cura falso y tardó un segundo en encontrar la palabra justa - extravagantes.


Fue la palabra exacta pues aquel hombre pronunció las más raras y extrañas que había oído, y eso que él había escuchado confesiones muy extrañas dentro de ese confesionario.


- Sí, soy el Padre Andrews. ¿Cómo pudo sentir curiosidad sobre como era eso de confesarse? Normalmente, eso implica confesarse, sentarse fuera. No sentarse dentro y ser el que escucha. Eso no se hace, jovencito.


¿Era irrelevante el hecho que ambos parecían tener la misma edad?


- ¿Usted lleva bragas? ¿Es tal vez un... transvestido? Le prometo que no le juzgo, la naturaleza humana es muy amplia y todos tenemos derecho a vivirla como lo sentimos. Pero... Entrar en un confesionario...


El párroco estaba confundido. Era más que notorio que aquel grupo de feligreses desconocidos no pertenecían al barrio. ¿Por qué se habían citado allá precisamente aquel día?


- ¿Oiga, cómo sabe mi nombre?


Esperaba la respuesta cuando más gente entró en la iglesia. El Padre Andrews se envaró un poco al reconocer a soldados. Dio un par de pasos hacia ellos y se apoyó en uno de los bancos.


- Señores, este es un lugar religioso, no pueden entrar con armas aquí.


Por supuesto, no le hicieron caso, miraban hacia los lados, como si buscaran algo. Uno de ellos, con muchas rallas en la hombrera, se acercó a ellos con una tablet en la mano.


- No molestaremos mucho, Padre. Estamos buscando a unos fugitivos. ¿Ha notado algo raro por aquí en el día de hoy?


El Padre Andrew observó la imagen grabada que les mostraban. Aunque algo borrosa, un imagen de una mujer de pelo violeta junto a una chiquita rubia, un hombre de piel oscura y bastante grande. De espalda, aunque reconocible, estaba el hombre que ahora se refugiaba en el confesionario. El Párroco le sonrió a aquel Soldado.


- Pues no he visto nada anormal. Esas personas que muestra no son feligreses míos, disculpe...


Avanzó un paso más, disimulando con la acción que se ponía delante del confesionando y tapando con su cuerpo al del tal Sean.


- Pero si me dejan una tarjeta, puedo avisarles si los viera en algún lugar.

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Miró de nuevo a los Redentis tirados en el suelo y solo le causaron repugnancia, no culpa, no nada. La Granger era diferente, se estaba convirtiendo en algo diferente y lo sabía. Mientras más se adentraba en sus conocimientos sobre la oscuridad, más oscuridad se metía en ella, se estaba convirtiendo en una asesina y no sentía remordimientos por ello. Camino a un lado de Elvis y su corpus para encontrarse con Mackenzie y Joan.

 

- también podemos usar el Ottery Fitness, ya le avise a Elizabeth que había la posibilidad de que llegaran refugiados, y tiene el gimnasio protegido, ademas tenemos mucho espacio - dijo mientras pensaba en una forma de sacar a los bebes

 

- Escuchen, si podemos abrir un portal lo suficientemente grande bajo las cunas y hacer que las cunas aterricen despacio sobre los lugares seguros, podemos movilizar a la mayoría de los niños. Aquella idea había sido realmente de la Wallace, recordaba haber hablado con ella antes de irse a Grimmauld y ella le había dicho, que si abrian un portal ella, junto a los elfos del local, podían hacer que todos aterrizaran en lugar de caer de golpe.

 

- Fulgura nox - dijo sin esperar a que los demas le dieran el si, abrio un portal bajo un grupo de niños no tan pequeños, cuyo destino era su local, y rapidamente aquellos que quedaron justo arriba de su portal desaparecieron. La bruja calculaba que habian sido unos 20 cuneros los que habia lanzado al vacio. En cuestión de segundo un patronus de un gato aparecío con un mensaje

 

- niños asegurados, en espera de mas refugiados - dijo el pequeño gato antes de desaparecer

 

- Esa es Elizabeth, la estrategia funciona - dijo la rubia mientras levantaba la varita para continuar, esperaba que esta vez con mas ayuda.

 

 

off: digo, ya que todos abusan, yo tambien xDDD

 

@ @Mackenzie Malfoy @Lunatica Lupin Evil Black @Demian Luxure

 

 

 

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Junio de 2020

​En algún punto de Nueva York, Estados Unidos

Los ojos de la Black Lestrange le transmitieron todo lo que él necesitaba saber: aquella no era una visita programada. Pasó quizá una fracción de segundo hasta que la puerta fue expulsada del marco al que había estado previamente unido. Nathan analizó la situación rápidamente: habían entrado por la puerta, lo cual significaba que o bien eran muggles o que eran magos que habían sido incapaces de burlar el sistema de seguridad de Mia. Eran cinco contra ellos dos, y por lo que el Weasley vía llevaban armas que mantenían en alto, apuntadas hacia ellos. Ante el tumulto y la sorpresa, ambos se habían ensimismado contra la ventana, de manera que no tenían escapatoria alguna.

 

- Mia Black Lestrange, se te acusa de ser una bruja y una traficante de obras de arte… - dijo uno de ellos, y el Weasley arqueó una ceja. Nathan escuchó la respuesta de su amiga, y acto seguido se sobresaltó cuando uno de ellos accionó su arma y fraccionó la madera del escritorio que estaba cerca de ellos.

 

- ¿Quienes son ustedes? Tenemos derecho a que se identifiquen. - soltó el Weasley, tratando de ganar tiempo mientras formulaba un plan para que ambos se saliesen de esa situación. Su varita descansaba en el bolsillo de sus pantalones cortos, más estaba seguro que al más mínimo de los movimientos, sería atacado.

 

- Somos oficiales de la policía federal, tenemos orden internacional de captura para Mía Black Lestrange y para usted, señor Weasley.

 

¿Qué? ¿Orden internacional?

 

- ¿Bajo que cargos, se puede saber? - soltó, perdiendo la calma.

 

- Se le acusa de ser un mago y de conspirar contra la seguridad de la comunidad británica.

 

Todo cuadró en un segundo, y se sintió un idi*** por no darse cuenta antes. El asesor del ministro, la reunión fallida con Aaron, la orden de viajar a Nueva York a reunirse con las autoridades del FMI pero con las manos vacías: todo había sido un entramado con el objetivo de atraparlo. Y él, quien debería haber sido más astuto, había caído justo en la trampa. Sin embargo, no podía terminar de entender la situación: ¿qué ganaría el Ministro de Magia con capturarlo a él? ¿acaso se trataba de algo motivado por su pertenencia a la Orden del Fénix? No. Eso no podía ser. No estaba del todo seguro de dónde yacían las lealtades de la Black Lestrange, pero sabía que no era miembro de la Orden.

 

- Entréguense ahora, y saldrán beneficiados. - dijo uno de ellos, mientras los cinco se acercaban al unísono con las armas en alto, acorralándolos.

 

A la cuenta de tres, te tiras detrás del sillón, ¿vale? >> le dijo el Weasley a su amiga, mirándola a los ojos, haciendo uso de la legilimancia. Uno... dos... ¡tres! >> Nathan y Mía habían estado separados por apenas unos metros, más en medio de los dos había un gran sillón forrado terciopelo. A la cuenta de tres, Nathan se aventó contra el suelo de manera que el sillón lo protegiese mientras que extraía su varita del bolsillo. Bastó un sencillo encantamiento no verbal y un movimiento e su varita para que el sillón se transformase en una pared de acero, que no permitiría el paso de las balas.

 

Sonrió, al ver que la bruja estaba junto a él en el suelo. Pasara lo que pasara, ya era tarde: con ese encantamiento habían confirmado las sospechas de que ambos dos eran magos, más si sus presunciones eran ciertas: sus acompañantes ya lo sabían.

 

- ¿No nos rendiremos sin luchar, cierto? - soltó el Weasley - ¿Hay algo de esta oficina que quieras llevarte contigo? Puedo cubrirte mientras tanto.

 

El Weasley se paró en el marco de la pared de acero. El ruido de las armas que accionaban sin cesar era ensordecedor, más la adrenalina que recorría sus venas en aquel momento era combustible suficiente para seguir adelante.

 

- ¡Incárcerus! - soltó, y acto seguido uno de los oficiales quedó amordazado en el suelo víctima de tres cuerdas gruesas que aprisionaban sus brazos contra su pecho y enfundaban sus piernas entre sí. - ¡Desmaius! - soltó a continuación, logrando atardecer a otro de los oficiales, que cayó al suelo inconsciente.

 

Observó, en ese momento, como al menos una docena más de oficiales marchaban dentro de la habitación.

 

- Tengo una idea... pero es un tanto arriesgada: ¿confías en mí? - le dijo el Weasley a la Black Lestrange, y sin esperar respuesta, alzó su varita en dirección al vidrio del ventanal que tenían delante: - ¡Diffindo! - el vidrio se quebró en mil pedazos, y ahora nada separaba a ambos magos del vacío mismo que se precipitaba hacia el suelo de Nueva York.

 

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Hospital Hindenburg

 

Miré a mi prima Zahil mientras terminaba de completar la idea que de alguna manera habíamos improvisado allí. En realidad habíamos improvisado casi todo, porque de primer momento habíamos sido un grupo y ahora éramos otro. Y el plan había cambiado alrededor de 5 o 6 meses en su transcurso. Para cuando retomé mis pensamientos ante aquella habitación, ya Zahil había evacuado a unos cuantos bebés.

 

¡El aviso de Xell!

 

Tenía que de alguna manera adelantar más cosas qué hacer. La lista era interminable y si ella estaba en problemas y si ella podía ser una varita más a nuestra disposición, entonces haría lo que estaba pensando. Moví mi varita y apareció aquella misma moneda, las cuales les había dado también a Shelle y a Eduard.

 

• H·O·S·P·I·T·A·L • H·I·N·D·E·N·B·U·R·G •

La moneda de oro llevaba aquellas palabras escritas alrededor de su borde. La hice desaparecer para que Xell pudiera aparecer en ése mismo punto en el que estábamos por medio del traslador. Si ella nos ayudaba a sacar a los bebés rápidamente, podríamos ir en camino por Sagitas. Al parecer el Grimmauld Placer no era el lugar seguro que creíamos, al menos en su exterior.

 

Esperé que la moneda llegara a las manos de mi prima Vladimir Potter Black

 

— Fulgura Nox

 

La delgada línea cortó el aire en dos en medio de aquella sala. Por unos segundos ignoré al personal de salud que aún se encontraba tirado en el suelo. ¿Estaría muertos? De reojo pude ver a mi hipogrifo guardián a la espera de cualquiera que no fuéramos nosotros. ¿Y la sombra? El portal despidió de golpe una corriente de aire y se extendió como dos metros de ancho, decorado alrededor de una estela de humo rojizo. No tenía mucho tiempo.

 

Espero que esto funcione. ¡Locomotor cuna! ¡Locomotor cuna! ¡Locomotor cuna! —movía mi varita una, dos, tres veces. En realidad ya había pasado las veinte cuando pude notar que las cunas salían flotando hacia el interior del portal como si se trataran de un fantasma, deslizándose hacia un lugar seguro. Otras veintena de cunas las impulsaba con Proyección Mágica, era mucho más rápido y eficaz: tocaba el borde de la cuna, apenas le daba un empujoncito y éstas iban directamente hacia el portal, como si fueran atraídas por un imán.

 

Todas las cunas aparecerían en el interior de la Gryffindor. Agradecía a todos los dioses que Rhaenya, Tanis y Tethys estuvieran al dia y esperando realizar a aquello. Ellos sabrían qué hacer con las cunas, y el cuidado de los bebés. Hasta que llegáramos nosotros. De hecho, estaba seguro que ellos solamente sabrían donde estaban.

 

¿Qué es eso? —le pregunté a Zahil, intentando escuchar nuevamente el rugido. Aunque la rubia estaba totalmente concentrada en su trabajo, aproveché a dar algunas zancadas para llegar al umbral de la puerta donde mi hipogrifo se encontraba erguido, con sus ojos clavados al final del pasillo. Me asomé y pude corroborar que no había nada. Pero se había alterado el aire de alguna manera—. Entra, vamos.

 

Cerré aquellas puertas de doble hoja y las sellé mágicamente con un Fermaportus. Mackenzie y Joan habían quedado en el interior. Mi animal nos protegería y esperaba que Xell apareciera allí mismo.

 

Me volví directamente para invocar otro portal y seguir sacando a los bebés de allí.

 

 

@@Mackenzie Malfoy @ @ @ @@Xell Vladimir Potter Black

Editado por Elvis F. Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Sean con el padre Andrews y Alessandra

 

extrañaba hacer roles en dos tiempos

 

Sin duda hoy era mi dia de suerte. Resolver dos asuntos en el escaso intervalo de tiempo de menos de dos horas era todo un desafia que habia terminado o parecia hacerlo de forma afortunada. Claro, ademas de esto, ahora tenia informacion sensible de Alessandra y un negocio extra entre manos con Zoella. Nada, que hoy estaba pletorico. Asi que no dude en disfrutar los comentarios del padre tratando de calmar a Alessandra, lo de extravagante me asentaba a la perfeccion, casi le hago pulgares arriba para despues interrumpirlos.

 

-Esto, padre, nada de trasvestido...pervertido seria la palabra adecuada. Ya sabe...colecciono bragas femeninas como hobbie. -Claro verlo con rostro perturbado me hizo aclarar un punto- pero todo con un consentimiento expreso..que conste.

 

Aclarado este punto solo le reafirme que habia entrado al confesionario para vivir la experiencia y evitar el aburrimiento. Que tenia una congregacion muy interesante. Despues me pregunto por algo que a lo mejor no podiua responder con total franquesa aunque confiara en la discresion de Alessandra mi querida y estimada hija adoptiva.

 

-Como lo conozco???, digamos que tenemos conocidos comunes que me enviaron para charlar con usted. -bien creo que eso habia quedado bien. No habia nada sospechoso o informativo en todo esa oracion.

 

Pero no demoro mucho en que el ambiente se espesara. Rapidamente pude sentir el sonido de las botas militares al acercarse por lo que mi rostro mudo de su confianza habitual a la de un tilin sorprendido. Por lo que le hice seña al padre de silencio y regrese al confesionario despues de agarrar a Alessandra de la mano cubriendonos con el manto de la discresion de esa comunion religiosa.

 

-Alessandra despues discutimos...pero ahora estate atenta...que estamos en peligro -sin mas saque la varita teniendola preparada.

 

Por suerte para nosotros y tambien para los muggles el p[adre movio bien sus fichas. Claro yo oi la conversacion y teniendo en cuenta los eventos recientes con Sagitas me daba el palpito que esos figitivos eramos nosotros. Bueno Alessandra no, pero mejor no tentar la suerte. Perenela me crucificaba si algo le pasaba bajo mi guarda. Solo era un asunto de esperar y claro fingir. Por lo pronto movi la varita sobre mi rostro quedando mi pelo castaño en un rubio intenso y mi nariz recta en una mas chata de lo habitual. Quedaba feo..pues si, pero si aparecia en esa foto era la mejor solucion.

 

-Bien....finjamos que seguimos con la confesion por si las moscas.- le susurre a Alessandra.

 

@@Xell Vladimir Potter Black@

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Hospital Hindenburg

Ciertamente, el intercambio con aquel hombre desconocido fue, cuando menos, sumamente extraño. Durante unos momentos las cosas parecen calmarse, pero Joan sabe que no pueden confiarse y percibe que sus compañeros comparten la misma certeza. Aquella es una misión que no permite ni el más mínimo respiro, la más mínima sensación de confianza; aquella es una misión donde deben imaginar que están en el peor escenario posible. ¿Cuál sería ese, ahora? Que hayan enemigos dirigiéndose hasta aquel escondite, que estén buscando recuperar a los bebés y eliminarlos a ellos por entrometerse en los planes de los grandes.

 

—Moody está preparando los Lugares Seguros para recibir a los bebés —responde a la interrogante de Mackenzie, recordando la breve plática que tuvo con ella antes de dirigirse al Hospital y también el patronus que recibió de ella. La bruja le aseguró que, cuando estuvieran listos para llevarse a los bebés, ella por su parte estaría lista para recibirlos con cunas, cuidadores, pañales, alimentos y las cosas que los infantes puedan necesitar, incluso durante el breve tiempo que le tome a la Orden del Fénix rastear a las familias de los bebés. No duda que Eileen ha estado cumpliendo con su palabra mientras ellos han estado en la misión, pues comprende que aunque a veces hay que improvisar, otras veces es necesario tener un plan. Especialmente cuando hay vidas inocentes en juego.

 

Sin embargo, la plática se interrumpe cuando Mackenzie pronuncia un conjuro, sin Joan entender por qué. Una fina niebla las recubre, protegiéndolas de un peligro desconocido; entonces, el gesto de la bruja le dice que debe prepararse. Empuña con firmeza la varita, pero lo que irrumpe en el escondite son los compañeros de la Orden del Fénix que estaban afuera, luchando contra los redentis. Aquello no le da buena espina. Y, como si no fuera suficiente con ello, un patronus llega con un siniestro mensaje.

 

Joan se pregunta por qué les preocupa que un lugar llamado "Grimmault Place" no sea seguro, si aquel lugar no está relacionado con la Orden del Fénix. Aunque, bueno, ¿quizás escuchó mal por el acento extranjero de la persona que envía el mensaje? De cualquier forma, aunque se haya referido al auténtico Grimmauld Place, el lugar está protegido por el encantamiento fidelio y es inaccesible para cualquiera que no tenga el secreto. Se supone que el Líder y los Lugartenientes de la Orden del Fénix son los guardianes del secreto, los únicos que lo pueden revelar y duda que los aliados del Inquisidor hayan podido superar aquella defensa primordial. Pero si aún así no les convence la idea, se supone que hay más lugares seguros por toda Inglaterra.

 

—La Orden del Fénix posee más lugares seguros, deberíamos usarlos —aporta Joan, quien no está familiarizada con las casas de las familias de la comunidad inglesa o sus negocios—. Son miles de bebés, así que vamos a tener que usar varias casas de seguridad —añade, todavía impactada por la cantidad de infantes tomados por el Inquisidor.

 

No sabe si fue oída o no, pues prontamente los portales comienzan a abrirse y las cunas comienzan a desaparecer a través de ellos. La verdad es que le preocupa la seguridad de los infantes durante el traslado, especialmente al ver las cunas caer sobre los portales, pero decide confiar en los miembros de la Orden y también en que, donde sea que terminen, estén seguros y bien cuidados hasta que vuelvan a reunirse con su familia. Además, al ver la inmensa cantidad de infantes que deben movilizar, decide ponerse manos a la obra. Sólo dos personas no podrían llevarse a tantos bebés, especialmente con la amenaza que se cierne sobre ellos.

 

Fulgura nox —susurra, dibujando una línea recta en el aire. Poco a poco, un portal comienza a abrirse hasta alcanzar un tamaño de dos metros de altura y dos de anchura. Al otro lado, los aliados de la Orden del Fénix verían La Madriguera y serían llevados allí. Joan reconoce la sala y observa que está atestada de cunas, magos, brujas y elfos domésticos. Por fortuna, entre ellos está Ellie.

 

—Que nadie cruce, sólo tomen a los bebés del portal —declara ella— ¡Rápido!

 

—¿Quiénes...?

 

—Conseguí bastante ayuda. Pero ahora no es el momento de explicarlo.

 

Con su varita mágica, Joan hace que las cunas cercanas a ellas se muevan hasta el portal, donde los elfos y los "niñeros" de la Orden del Fénix las hacen atravesar el portal o simplemente toman a los bebés en sus brazos. Joan advierte que más allá de su portal, hay más portales donde los niños son enviados, presumiblemente a los otros lugares seguros para no amontonarlos en La Madriguera. A medida que todos hacen desaparecer a los bebés a sus diferentes destinos —y hogares temporales—, los llantos comienzan a cesar y el lugar luce mucho menos sobrepoblado. No está segura de cuánto tiempo les demorará, pero Joan sabe que están jugando con su suerte. Sin embargo, no pueden detenerse. No hasta que hayan hecho todo lo que puede hacerse.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Laura

Departamento de Seguridad Mágica

 

―Ésto debe ser una broma.

 

Mi voz resonó por los pasillos desolados. Dejé caer el cuerpo del hombre inconsciente, o que yo creía lo estaba, al suelo. Éste se quejó, era evidente que las heridas no estaban del todos sanas y para colmo se topaba con una bestia que le trataba con poca delicadeza. Jamás creí que el ataque había sido tan devastador, el Ministerio íntegro ardía y parecía que en cuestión de segundos se vendría abajo. Por doquier había cuerpos de funcionarios desconocidos, de los propios soldados aéreos como el que ahora se removía lentamente a un lado de mi pie. La postal era demasiado para procesar de una sola vez por lo que mi primer reflejo fue patear al sujeto, así era yo.

 

Él volvió a quejarse y me miró soltando improperios bajo la mordaza. Me hundí entre los hombros, es que la habían cag.ado terriblemente ¿Cómo se les ocurría tamaña sacudida a la comunidad mágica? Me dejé caer en el sitio, crucé mis piernas y le quité la venda de la cabeza al piloto muggle, debía rebuscar entre los cientos de frascos y ungüentos que tenía en el maletín para dar con calmantes mágicos y vendaje limpio o las heridas podrían infectarse. "Tengo sed" farfulló, le entendí aunque mordía tela, por lo que no tuve más remedio que detenerme y abrir una botella de agua mineral.

 

―Tu no eres como ellos― Me dijo, tras beber un largo sorbo y pedirme que le echara otro poco en la cabeza. Estaba haciendo calor

 

―Y tú eres igualito a los demás, pero yo no me ando con obviedades cariño. Ahora quiero que debo curarte éstas heridas, pero volveré a colocarte la mordaza porque tu voz me irrita ¿vale?

 

―Cuando me encontraron atrapado en la avioneta me sacaron a la fuerza, me golpearon, amenazaron con matarme apuntando hacia mi con esos absurdos palos suyos. Pero tú, tú llegaste de la nada y curaste mis heridas, me has traído hasta aquí sin el más mínimo rasguño ¿Quién eres?

 

Rodé los ojos, en verdad era un sujeto fastidioso pero tenía razón en algo, yo no era una bruja. Posiblemente de haber confesado que mi estadía en el mundo terrenal era una especie de alquiler lo habría dejado pasmado. Hacía años desde que Arya decidió que revivirme sería una buena forma de redención, pero se había topado con la persona que menos intenciones tenía de vivir en aquella habitación destruida. Mi esposo ya no existía y mi hijo mucho menos ¿qué razones tenía, qué me motivaba a seguir?

 

―¿Te duele si toco aquí?

 

Evadí la pregunta, el brazo comenzaba a ponersele morado, tenía que llevarle rápidamente a una enfermería o podría perder la extremidad más sabía que no podía pisar San Mungo pues Hades lo asesinaría, y tampoco podía llevarlo a una clínica Muggle o la que correría un posible peligro sería yo. Él asintió mientras me veía fijamente cambiar el cabestrillo y las gasas empapadas en sangre. Todo fue a parar a un montón de escombros a pocos metros de donde estábamos sentados. Sabía que estaba esperando una respuesta pero no se la daría, no a él y mucho menos ahora.

 

"Cómo se lo diré a su familia" Pensó el piloto, pude inmiscuirme en su mente y aquello me petrificó.

 

¿De quién estaría hablando y por qué sentiría aquel pesar tan grande? ¿Habría dejado a alguien atrás? Volví a meter la mano dentro del maletín médico y mis ojos oscuros ensombrecieron el semblante del hombre, de un momento a otro pareció ver un fantasma, estaba asustado, lo sentía en los huesos.

 

―Descuida, es para el dolor.

 

Antes de que pudiera objetar, retorcerse en las amarras o gritar como un desquiciado la aguja penetró su muslo derecho y en cuestión de segundos estaba dormido. Nadie podía resistirse al Valium, mucho menos si había sido mágicamente modificado para que las dosis no fueran letales pero sí altas, muy altas. Lo arrastré hasta una oficina conocida y me lamenté al encontrar a su dueño sin vida, desplomado sobre papeleo que jamás sería llenado en su totalidad. Dejé al piloto un momento para dar con el pensadero, detrás de un librero, y por primera vez desde que me marché de Hogwarts saqué a la luz un diminuto frasco que Ámbar me entregó escondido, aquella niña era un peligro, al igual que su madre, nadie debería quitarle la vista de encima siquiera por un milisegundo.

 

Destapé el frasco y vertí el contenido cristalino y brillante dentro del pensadero. Tuve que sumergir la cabeza sin sentirme mojada para ver con mis propios ojos lo mismo que en otro sitio le estaba siendo relatado a Sebastian Crowld. Polonia, américa, diferencia horaria, acento nórdico ¿Islandia,Noruega tal vez? resultaba preocupante saber que perdíamos el apoyo de la zona Nórdica, o que mejor dicho por allá es que se encontraba una posible base de El Inquisidor.

 

Saqué la cabeza de golpe, el pensadero se retrajo. Mi compañero seguía desmayado.

 

Torpemente empecé a abrir cajones y lanzar cosas por doquier, buscaba algo específico que allí no encontraría, estaba algo desesperada por regresar sobre mis pasos. Entonces recordé que Arya jamás me dejaría sola en una situación así, desprovista de todo tipo de herramientas mágicas que yo no podría invocar por mis propios medios. Tomé de los pies al piloto y encontré por fin un pequeño traslador, en forma de tenaza, dentro de una bolsita de terciopelo verde, detestaba la sensación, pero cuando antes estuviera con aquel desconocido arqueomago, más rápido ataríamos cabos sueltos.

 

Pero no encontró nada.

Al regresar Hogwarts estaba completamente vacío, frío y desolado.

Varios curiosos personajes corrían de aquí para allá, más no había rastros de Sebastian.

Laura miró una vez más al pesado cargamento que le había tocado cuidar, suspiró

y se marchó en busca de los Macnair, quizás ellos sabrían qué hacer con la información.

@@Mackenzie Malfoy (me interesa ésta parte de tu rol, quiero seguir incluida en él así que trataré de unificar a mis personajes y solo dejar a Arya)

 

Hospital Ambulante atacado.

 

Iban a encontrarme, mi resistencia mágica para poder sostener aquel encantamiento desilusionador se agotaba. Los soldados habían pasado a mi lado unas cuatro veces como si se tratase de sabuesos, sentía que podían olerme pero la visión les fallaba. Si estaban lo suficientemente entrenados como me sospechaba esperarían hasta que el hechizo finiquitase y me capturarían, en el mejor de los casos me fusilarían, pero quizás no contase con esa suerte, mi fortuna podría ser peor.

 

De pronto alguien puso una mano sobre mi boca y otra sobre mi vientre. Estaba cien por ciento segura de que aun nadie podía verme y sin embargo me habían descubierto. No grité, aquella no fue mi primera reacción sino removerme violentamente para tratar de alcanzar mi varita, la misma que con esa enorme mano sobre mi abultado abdomen habían apresado.

 

―Tshh

 

Fue todo lo que oí, un segundo después Marcus se tiraba sobre mi con la delicadeza de una flor, intentando no herirme o generar demasiada presión sobre mi cuerpo pues amén de ser una mujer deportiva estaba embarazada y él era un hombre inmenso. Verlo tan cerca de mi permitió que por primera vez apreciara su rostro, el color de sus ojos, era Sybilla pero con rasgos hoscos y masculinos, por algo eran gemelos o algo así. Pero no fue eso lo que me retrajo en mi mente mientras los soldados pateaban cuerpos muertos a cada lado de nosotros, varios pasaron junto al vampiro ―que se notaba estaba algo magullado y sucio por la contienda― y lo empujaban como un caído más.

 

Verlo tan cerca de mi, pecho con pecho, oyendo su respiración armonizándose con la mía me hizo pensar en Allen ¡Y y no quería pensar en él, diablos que no quería! más por algo habrían sido buenos amigos, o éste primero su comandante, quizás muchos ademanes y expresiones el exorcista las había aprendido de él, no podía estar segura pero me sentía incómoda.

 

―Puedo con ellos, solo, cúbreme― Le susurré, pero su mirada acusadora, igual a Cissy, dejó en claro que no me creía.

 

―¿Cuánto tiempo llevas aquí usando tu magia para esconderte? Estás embarazada Macnair, casi por explotar diría yo ¿Será que lo único que heredaste de mi hermana es la necedad?

 

Un soldado se detuvo cerca de sus botas, mordí mis labios y cerré los ojos con fuerza, tratando de ser natural pero con mucho más miedo que encabezando cualquier asalto, y eso que cuando Ámbar aun estaba dentro mío había acudido a un sin fin de batallas. Pero aquello era diferente, la saña de aquellos sujetos con magos y brujas era de temer. Lo oía reír, murmurar con algún que otro compañero y emprender camino para reunirse con el pelotón, al parecer se marcharían de allí con algunos prisioneros, dejando unos pocos soldados para controlar la zona por si alguien más aparecía, rezagados, les llamaban.

 

Exhalé, victoriosa, si me relajaba demasiado podría orinarme encima. Para desgracia mía cometí un error, creer que lo peor había pasado. Un último soldado, al que ninguno de los dos le dio importancia, cerraba el cordón con un largo y filoso palo "rematando" a los enfermeros, pacientes y protectores, fallecidos. Abrí los ojos de golpe cuando sentí el impacto, el filo metálico rosó mi clavícula derecha pero nada que pudiese matarme, era médico, estaba consciente. En cambio Marcus, clavé la mirada en él, casi ni se movió cuando lo atacaron, no emitió un solo sonido con tal de protegerme.

 

Veinte segundos más tarde estábamos completamente solos. Entré en pánico, lo arrojé a un lado y me tiré sobre él tapando la herida con ambas manos, él reía cínicamente como lo hizo Cissy aquella tarde lluviosa en la playa. Me mordí el labio, parecía que las vísceras se me saldrían por la boca en forma de lava, de bilis.

 

―Estoy bien

 

Me dijo, pero yo sospechaba que no, era un vampiro pero la herida no cerraba tan rápido como yo lo había visto antes.

 

―No, no lo estás, y Cissy me matará si te pasa algo así que no te atrevas a morirte ¿Me escuchaste? con un demonio, qué diablos hacías aquí

 

Me dolía el hombro de hacer fuerza. También estaba sangrando

 

―Lo mismo puedo preguntar yo ¿Qué hacías aquí? la mayoría sabíamos que éste hospital al igual que otros eran blancos fáciles ¿Realmente eres tan tonta como Sybis dice?

 

Estuve a punto de abofetearlo pero tenía razón, ella pensaba eso de mi.

 

―Vine a buscarla.

 

Alcé la voz, podía darme el lujo, me dolía la herida y los soldados estaban lejos.

 

―No iba a dejarla sola, no de nuevo...

 

Oímos pasos y los dos cesamos la discusión, volteamos a mis espaldas, estábamos agachados así que no podrían vernos pero sí nosotros llegar, entre tanto polvo se avecinaban sombras, varias sombras.

 

@ @@Hades Ragnarok

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