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El Día de la Ira


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Mackenzie Malfoy

Grimmauld Place Nº12

 

 

 

Mackenzie enarcó una ceja sorprendida al ver que Ellie tenía todo el aspecto de sentirse como un pez fuera del agua. A pesar de su aparente timidez, Mackenzie no creía que en realidad lo fuera. No con sus más cercanos, al menos. Ni tampoco cuando había que tomar decisiones. Se levantó de la improvisada camilla en la que todavía se encontraba y sintió que sus fuerzas flaqueaban de nuevo al ponerse de pie. Miró a Sagitas, pensando que le vendría de maravilla otra de sus imposiciones de manos, pero al mismo tiempo, temiendo que ésta se hubiera dado cuenta de que todavía no estaba del todo curada. No estaban los tiempos como para mostrarse débil, con todo lo que Elvis y Sagitas le acaban de contar y, más aún, con todo lo que ella misma había vivido en sus propias carnes.

 

—Hola Ellie —saludó. —El pegaso era mío y la reunión... bueno ésta sería, en todo caso, la no-reunión. Pero no estaría mal que el Líder o alguna de sus Lugartenientes convocara una reunión decente, porque aquí estábamos cuatro y el de la guitarra. El cuarto anda ocupado, aunque dijo que volvería en seguida. Y el de la guitarra.... —Mackenzie pensó en el Padre Andrew y el espejo comunicador, que había tenido tan trágico final— ... afortunadamente el de la guitarra se fue con la música a otra parte.

 

Había mucho que contar, pero no podía andarse por las ramas. Tendría que resumir lo importante, al menos en aquel momento. Era plenamente consciente de sus escasas fuerzas y temía que si seguía mucho más tiempo haciéndose la completamente respuesta, acabaría desfallecida en el suelo de la cocina. Hizo como que iba a tomar una de las tazas de café sobre la mesa, pero vertió con disimulo en ella uno de los brebajes que se habían quedado olvidados por ahí. ¿Qué era? ¿Poción reabastecedora de sangre o de lágrimas del fénix? Debía de ser la primera, porque sabía a rayos.

 

—Intentaré resumirte la información que tenemos —intentó ordenar las ideas en su mente, aunque no era fácil. —El Inquisidor llevó hace unos días a miles de bebés a un hospital de Polonia en donde me ha tenido secuestrada más de dos meses. Hospital Hindenburg, se llama y Elvis, que fue quien me rescató, ha podido examinar el lugar y tiene más información. Creemos que esos niños puedan ser los niños que robaron hace poco de los hospitales mágicos que atacó el Inquisidor. —Ese era el primer punto y, probablemente, el más urgente. —El Inquisidor tiene a magos bajo su control, mediante un juramento inquebrantable que consigue que firmen mediante torturas y control mental. Los llama Redentis y son leales a él hasta la muerte. —Aquel era el segundo punto. Ahora venía el tercero, que era el más vago de todos. —Mientras estuve capturada, escuché ciertos planes del Inquisidor para trasplantar un gen de magos a muggles, intentaba crear magos a los que pudiera someter por completo como si fueran muñecos. No obstante, esta parte es muy confusa para mi, puede que no entendiera bien o que haya más detrás de esos experimentos. —En realidad, Mackenzie entendía muy poco de los retazos de planes que había logrado escuchar o leer en las mentes cuando todavía tenía fuerzas para usar legilimancia. Lo del gen parecía una teoría conspirativa, de esas que siempre son falsas, pero aún así prefirió decir lo que había escuchado. —La Confederación Internacional de Magos no es segura. Sabemos que una alta funcionaria de la Confederación es una de las Redentis del Inquisidor. Lo que nos lleva al siguiente punto.

 

Mackenzie hizo una pausa y bebió un trago de la taza de café que en realidad contenía poción reabastecedora de sangre. Disimuló el gesto de asco con una sonrisa política, de esas que eran capaces de despertar confianza en los demás, y continuó hablando, no sin antes observar al ecléctico y escaso grupo allí reunido.

 

—Si un alto funcionario de la Confederación es un agente del Inquisidor, ¿cuántos más agentes puede tener ese monstruo infiltrados en cualquier institución mágica o muggle? Si empezamos a contar aquellos de los que nos podemos fiar en estos días, ¿cuántos sumamos? Si no podemos confiar en el gobierno mágico, porque las ideas de ese Ministro que tenemos nos han conducido a esta situación, ni podemos confiar en que la comunidad internacional tenga capacidad para solucionar las cosas, si los agentes del inquisidor están infiltrados en ella, ni tampoco podemos fiarnos de un gobierno muggle que ha declarado la prohibición de la magia y nos persigue, ni de nuestros conocidos porque pueden ser mortífagos o agentes del inquisidor, si no podemos fiarnos de casi nadie, entonces, ¿quién nos queda? ¿Nuestra familia y amigos más íntimos? Lo cierto es, que si lo pensáis bien, no podemos confiar en nadie, ni siquiera en los más cercanos.

 

Y, sin embargo, cuando uno no puede confiar en nadie es justo el momento en que debe tomar la decisión de confiar. Porque vivir con desconfianza hace inviable cualquier tipo de sociedad. Sería difícil, no obstante, que la mayoría entendiera el concepto.

 

—No podemos confiar en nadie y, sin embargo, más que nunca deberíamos actuar unidos por una estrategia común. No es fácil resistirse a las torturas del Inquisidor —se encogió al recordar su terrible experiencia— pero hay formas de protección cuando se actúa en grupo, incluso podemos crear objetos de especial protección. —Pensó en un tatuaje que había visto una vez a un mago japonés. No es que fuera la panacea universal, pero le daba resistencia contra manipulaciones mentales. Jamás nadie le habría obligado a realizar un Juramente Inquebrantable contra su voluntad. —Sea como sea, aunque creo que sería conveniente una reunión de todos los miembros del bando para conocer la postura de la Orden del Fénix y sus dirigentes respecto a este conflicto y organizar una lucha organizada contra todo este caos que se ha desatado, lo cierto es que deberíamos rescatar a esos bebés, como mínimo. Me propongo hacerlo y creo que no estoy sola, pero aún así somos pocos. Necesitamos refuerzos.

 

Había hablado más de lo que sus fuerzas podían aguantar. Se agarró disimuladamente a la mesa, tratando de mantenerse en pie.

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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Plaza londinesa

cerca de Grimmauld Place.

 

Me golpeé la frente con la mano. ¡Otro problema! Había escuchado algo antes de retirarme de la cocina del Grimmauld Place, pero no había estado tan seguro hasta ése momento. No solo había problemas con nuestro ministro de magia. Sino que ahora Dick Grayson se autoproclamaba ministro muggle. Ni lo conocía pero sabía que no saldría nada bueno de allí. Muchos menos siendo que los magos y brujas eramos perseguidos por muggles.

 

Es justamente lo que va a ocurrir, Shelle. Aunque creo que en éste momento, hay otras llamas que están a punto de explotar —le dije mirando al suelo. Luego al cielo. Otra vez al suelo.

 

Pensaba. Pensaba. Y pensaba.

 

¿Alguna vez iba a achicarse la lista de problemas? Shelle y Eduard exclamaban ciertas cosas que no pasaba por alto.

 

Estoy de acuerdo contigo, Eduard. Y contigo, Shelle. No podemos ir solos. Verán… —aquí venía lo complicado. Estaba confiando lo más que podía en ellos dos. Y tenía que contarles todo sin contarles sobre el bando. Sería mucho mas fácil arrastrarlos al cuartel e ir en grupo, pero aquello podía hasta meterme en apuros con los de mi propio bando. Casi se me había soltado el secreto que revelaba al cuartel de la Orden del Fénix pero no podía. No.

 

Tenía que alterar un poco las cosas. Y pensando a futuro, porque no sabía a ciencia cierta lo que íbamos a hacer.

 

Estoy con un grupo de gente organizándonos. No puedo llevarlos, realmente. Pero si me gustaría que directamente nos encontremos en Polonia. Allí es donde están los bebés, estoy cien por ciento seguro. Sé que suena a delirios pero tienen que confiar en mi —me mordí el labio inferior mirando primero a la muchacha y luego al mago. Allí mismo, tras la idea de Eduard Smith, rebusqué en los bolsillos de mi túnicas unos galleones. Claramente que le había lanzado algunos encantamientos.

 

Están encantadas. No solo le servirá de traslador, sino que les avisará cuando llegue para encontrarnos. ¿Si? Los llevará a un sitio en Polonia, el Hospital Hindenburg. Aparecerán a unos 200 metros —extendí mi mano y había media docena de galleones. Esperé a que agarraran los suyos. Y unos más— Si tienen más personas que pueden llevar, seria genial ¿Si? Yo debo regresar donde estaba. ¿Nos vemos en una hora ahí?

 

Realmente estaba perdiendo la paciencia. No por los dos presentes, sino porque realmente teníamos poco tiempo. Una vez que Shelle y Eduard Smith tomaron las monedas, les dirigí una reverencia a modo de agradecimiento y me giré tan rápido, que aproveché aquel movimiento para desaparecerme. Los segundos pasaban.

 

Tenía una hora. Una hora para juntar la mayor cantidad de miembros de la Orden del Fénix, recopilar información, armar un plan y salir rumbo a Polonia.

 

Me apareci justo en el primer escalon que llevaba a la entrada del número 12 de Grimmauld Place. Respiré hondo. Ninguno de los que había estado podía saber que iba allí. Y los encantamientos protectores me ayudaban a pasar desapercibido. Subí los escalones de a dos en dos, atravesé la puerta de entrada y corrí por aquel largo pasillo, para ésta vez encontrarme con una nueva persona dentro de la cocina.

 

Que bueno verte aquí, Elli —le dije con un poco de aire faltante. Asentí con la cabeza mientras me agarraba a un lado de la herida (oculta por la ropa) y me colocaba cerca de Sagitas y Mackenzie—. Disculpen la demora. Acabo de quedar con un agente del MACUSA y una periodista de encontrarnos en el Hospital Hindenburg en una hora. ¿Ustedes?

 

Aquella pregunta era simple y concisa. No podía perder mucho tiempo esperando a personas o a crear muchos planes. Teníamos varitas, el sitio al que ir y un objetivo: rescatar a aquellos bebés. ¿Qué más necesitábamos? Les preguntaba especialmente porque podían venir o quedarse allí para hablar.

 

@@Ellie Moody @ @ @@Mackenzie Malfoy

Editado por Elvis F. Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Eduard Smith

Polonia

Café - Librería



********

Recuerdo

*********


-Gryffindor. – Clavo la mirada. –al parecer deberé buscar aliados para esta misión, quizás algunos de mis compañeros del MACUSA u otro Ministerio de Magia y Hechicería de algún otro país.- En ello evocaba su mente las palabras de ese hombre. –pero llegare a un locación cercana, porque es más seguro de esa forma. – baja la mirada. –espero que conozca el local, es un viejo establecimiento famoso por ofrecer artes escénicas, inclusive son interactivas, creo recordar que es “La Tetera de Potter Blue”. – En ello observa a las otras personas, primero nota a la Gryffindor.


-En verdad es un placer, pero supongo que limitara la información al publicar, ya que no deseamos alertar a nuestros enemigos.” Y luego a la Granger. –En verdad un placer.” Y acto seguido se marcha a Estados Unidos por medio de un trasladador que guardaba en su bolsillo para emergencias.


*****************

Fin del recuerdo

******************


-Una taza de café claro.- le pide a la camarera y esta se le queda mirando, por su atuendo poco común, ella pensaba que era un extranjero y más por su asentó. –y un trozo de pastel de chocolate con coco.


Luego de un tiempo ingresa al local un francés, este era conocido por ser un informante o doble agente, en verdad era difícil atinar a quien le era leal, pero era conocido por que si le ofrecían la suma correcta, era capaz de obtener cualquier información.

-Adelante, puedes tomar asiento.


Y ese mago se sienta, cruzando las piernas y colocando un sobre en la mesa.


-¿Acaso esta todo lo que solicite?- Indago y el mago se marcha con una sonrisa en el rostro, al momento de abrirlo, nota unas fotografías de su amigo Darius o Demian con varios magos de dudosa reputación, de igual forma en lo que parecía ser un laboratorio clínico en Dinamarca. Aunque, por seguridad desapareció aquella información y se preguntaba en que pasos andaba el egipcio.


-Disculpe.- menciono la camarera. –aquí le traigo el café.- Y el americano lo tomo, disponiendo a comer y beber, para aguardar a sus nuevos aliados ¿acaso debería confiar en ellos? Sin embargo, invito unas horas antes de la reunión con el Gryffindor a su hija, a no ser que ella fuera parte de esa organización y lo curioso fue que este no comentara ¿Cuál era?


--


@ , @ y @

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Se sobresalto cuando Elvis apareció justo frente a ella con varita en mano. Levanto ambas manos para luego sonreirle también cuando este se dio cuenta quien era. No había querido entrometerse en la conversación así que por eso había permanecido escondida cuidandolos, podria decirse.

 

- ​las paredes tienen oídos y ojos, solo me aseguraba que ninguno se abriera para espiar, primo. - Le dijo mientras caminaba a su lado para reunirse con los otros magos que hablaban con el - que bueno verte de nuevo Shelle, mucho gusto señor Smith.

 

No interactuo demasiado con los presentes, prefirió escuchar que tenían planeado y así poder ayudar en lo que se pudiera. Finalmente el acuerdo había sido reunirse en una hora cerca del hospital donde su primo había visto a los bebes que el Inquisidor había secuestrado. Cuando su primo desaparecio ella hizo lo mismo y entro tras el a Grimmauld Place.

 

Al parecer se había convocado a una reunión de la cual no tenia conocimiento. Jalo una silla y tomo una taza la cual se lleno de inmediato de café. Lo tomo con calma mientras Elvis les avisaba sobre la reunión en Polonia. No sabia quien de los demás se uniría pero ella seguro que si.

 

- ya sabes que puedes contar conmigo, primo - dijo sacando su varita - tengo muchas ganas de romper la prohibición de usar a esta preciosura

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Estaba a contrarreloj, con un manojo de problemas y escasas soluciones... Dick, padre ¿Dónde estabas? Regresé a la mansión Radicklaud y busqué a su elfo personal.

-Necesito que localices a Dick Grayson- le dije -Tiene que ser ya, y quiero que le hagas llegar una nota.

Saqué de mi bolsillo un anotador y me apresuré a escribir:

 

Dick:

Necesito que nos ayudes a encontrar a los niños desaparecidos, se ha divulgado tu posición en el ministerio, esta guerra necesita tu varita. Estaremos en una hora en el hospital Hindenburg, Polonia, junto con un grupo que nos apoyará en esta misión. Tu hija, Shelle.

 

Le entregué la nota al elfo y este desapareció enseguida. Rápidamente escribí otra nota y la hice desaparecer con un chasqueo de dedos.

 

Ulrik:

Sé que estas palabras te caerán como un balde de agua fría, pero puede que el gobierno te busque en cualquier momento, necesito que tomes la caja de lápices que hay en la biblioteca de mi oficina y te transportes directamente aquí, hay hechizos de protección en la casa que evitarán que te encuentren, Ulrik si puedes toma una poción multijugos, conviértete en quien sea pero por favor, estoy dando un paso al costado a la organización Gladio y me tienen amenazada, temo por ti.

 

Continué pensando en quienes más llamar y supuse que @Eobard Thawne podría ayudar, no lo conocía en persona pero mis reportajes me habían dado el conocimiento de que era colaborador en MACUSA y que se encontraba por la zona.

 

Eobard:

Siento si esto es un acto desesperado de ayuda, mi nombre es Shelle y soy directora del diario Magisk Politike de Dinamarca, actualmente estoy reclutando ayuda para rescatar a los bebés secuestrados que al parecer se encuentran en Polonia, en el hospital Hindenburg, nos veremos allí en una hora si estás de acuerdo en ayudar a la causa y rescatar a esos niños.

Attentamente, Shelle Ridcklaud de la Hoya Gryffindor.

 

Hice desaparecer la nota y salí al jardín con el traslador a Polonia.

 

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Muchos de mis proyectos se habian ido a bolina, incluso estos ultimos meses pues habia estado tratando de salvar un poco de la insfraestructura de mi negocio. Principalmente porque estaban basado, en gran parte, en usar de forma solapada instalaciones y vehiculos que ellos usaban. Por lo que mi enojo fue palpable con Aaron cuando me vi rodeado de algunos colegas de negocios muggles que de pronto habian decidido que yo no era confiable. Minutos despues se hizo evidente el dicho de ¨el tiempo te da la razon¨, pues aunque herido ya comenzaba a dejar una estela funesta de antiguos colegas. Eso no seria bueno para mi curriculum.

 

A ese ritmo logre salvar lo primordial. Por suerte el asunto de los turcos y chinos termino bastante bien, con mimadre a salvo y nuevo socios de negocios (venga tenia hermano adoptivo). Un danes muerto, aunque fuera importante no era la gran cosa en medio de todo este caos desatado...y claro tuve que dejar evidencia de que habia fallecido por causas no magicas....naturales mas bien. Por otro lado de del libro de Thot, quedo tambien en pausa. Nada que nada mas entras al Louvre con Zoella y que las medidas de seguridad se incrementaran por todo esto a los que ingleses, italianos y rumanos nos habian llevado.

 

Respire profundo mientras echaba a un lado un recorte de periodico. Si uno va a entrar en una refriega mejor estar informado a detalle. Gracias a Merlin Sagitas cumplio ese papel, claro me daba la impresion de que ocultaba mas. Me recline sobre el sillon y mire al techo del despacho de la Mansion, donde estaria?

 

-mmm que hastio....necesito salia a buscar bragas o me volvere loco- dije a un elfo domestico mientras me acercaba un poco de limonada- se sabe algo de tu ama?

 

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Editado por Sean -Ojo Loco- Linmer

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Dorset


La guerra. La guerra no cambia nunca.

¿Le pasó por la mente que, algún día, muggles y magos se enfrentarían sin tregua? Sí. ¿Estaba preparado? Desde luego que no. La escaramuza en Hogwarts, donde a la fecha impartía clases, dejó en claro que el mundo que conocía, había cesado de existir.

Apenas logró sacar a un par de alumnos de cuarto, antes de que una explosión en uno de los pasillos del quinto piso, lo propulsará hacia el olvido. No recordó mucho de lo que siguió, sólo que despertó en la habitación médica de la mansión Wells, a las afueras de Dorset. Nash lo había sacado de la batalla, permitiéndole curar sus heridas en su hogar, mientras él se marchaba a Norteamérica.

Debimos irnos a Aruba en cuanto pudimos, ¿no crees, Horace? se dirigió al elfo que le hacía compañía mientras se maravillaba con la vista de Costa Jurásica desde el ventanal. Al menos ahí, el clima no es tan impredecible.

La criatura se mostró triste con la situación actual, aunque le alegraba que su amo se mantuviera a raya. Al menos, hasta que llegó aquella nota, como un avión de papel que los nomaj solían lanzarse los unos a los otros. Tomó el papel con la diestra, mientras se colocaba las gafas para leer la misiva dirigida a él.

Pedían su ayuda, y aún más, era una especie de misión de rescate. Encontraba gracioso que lo consideraran como recluta potencial, dado que públicamente se sabía que una papa tenía más iniciativa. Con todo, se echó el disfraz cambiante encima y, sujetando la varita de nogal negro, conjuró el Fulgura Nox para acortar distancias.

Hospital Hindenburg, Polonia ~ Una hora después


Como en casi todos los hospitales que ocultaban algo a simple vista, tenía un pequeño parque, en el que el Black Lestrange decidió aguardar al grupo de rescate. El Hospital, parecía casi como cualquier otra edificación dedicada a la preservación de la vida. Y aún así, existía algo en su estructura, que le ponía los nervios de punta al castaño.

Ah, señorita Gryffindor, un gusto conocerla al fin. Dejaré las preguntas sobre cómo conoce mis hallazgos para más tarde. sonrió de lado, saludando a Shelle en cuanto se hizo presente en la zona. No soy bueno con los pequeños, pero tengo una habilidad decente para infiltrarme, así que, aquí estoy. ¿Cuál es el plan?

 

Debido a su conocimiento con los idiomas, aunque él hablara en el habitual inglés norteamericano, si el resto era extranjero, podría comprender lo que decía, en sus propios lenguajes, debido a un hechizo que se había aplicado a sí mismo, desde aquella clase en la Universidad.

 

Vino a su memoria aquella ocasión que, en su tiempo como mortífago, tuvo que hacerse cargo, junto con Juliette, de los hijos de la entonces Líder de la Orden del Fénix. Estaba más que claro que los infantes eran su punto débil. El disfraz cambiante adoptó la forma de un uniforme de la milicia muggle del lugar, por si se encontraban con dificultades. Y seguramente, así sería. Confiaba en que su metamorfomagia le sería de utilidad al grupo.

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Sus pasos eran dados con fuerza, le molestaba que su amigo no hiciera oídos a sus advertencias; era peligroso laborar en el Hospital, ¡cualquier hospital mágico! pero ahí se encontraba el pelinegro, ataviado con su bata y el gafete de sanador... apenas el mes pasado lo había adquirido ese conocimiento que lo ayudo ha accender de aprendiz a sanador... ahora Asrael era parte del equipo médico, a gran orgullo suyo, como le explicó al peliverde.

 

Anthony temía por Asrael, no podía evitarlo, pensaba que sus amigos están en un verdadero peligro, pero ya no le escuchan cuando les aconseja que se marchen a otro país... Anthony suspira, no quiere tener que estar preocupado por ellos pero lo está. Asrael lo llama al hospital, le dice a medias tintas que hay algo que se está planeando y que requieren "colaboradores", no menciono nada más, sin saber que esperarse, el Ryvak acude para enterarse de que se trata.

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Grimmauld Place Nº 12

 

Cuanto eres una buena hechicera, y no quiero de dármelas de eso, hueles la magia que sale de la varita, ese olor especial, entre picante y acariciador, que eriza el vello de los brazos. Mackenzie Malfoy era la causante de aquella sensación al extender la mano y mover una varita ante mis narices. En realidad, no supe que había sido ella hasta que Xell se comportó como una niña a la que han robado su juguete preferido y se cruzó de brazos, sin querer ayudar en la cocina. El olor era intenso aunque se debilitaba y sólo la Ex.Viceministra había movido una varita cuando yo había roto el espejo de mi sobrina.

 

No hice caso al gesto desesperado de Mackenzie ante la petición de ayuda a limpiar la cocina. Su elfo (ay, kk, me acordaba de mi Harpo y me volvía el furor, la rabia, las ganas de matar a Aaron por habérmelo quitado) había aparecido y estaba ayudando y yo, que soy algo rara, le daba un culetazo para que me dejara limpiar los vasos en el fregadero cada vez que se acercaba e intentaba lavar él. Al final, con una sonrisa en la boca, le dejé que fregara el estropicio que yo había hecho porque una cosa es que me guste sentir el agua sobre las manos y ver como crece el jabón sobre la superficie de cristal y otra muy distinta que quede todo limpio y recogido.

 

Cuando la cocina quedó arreglado, se hizo el silencio. No es que no me guste, que conste. Amo el silencio porque es algo que me encanta romper con mi verborrea pero, a veces, es un silencio incómodo. Xell, de brazos cruzados, enfurruñada por su espejo, esperaba sentada a que alguien llegara; Mackenzie también esperaba algo, tras la marcha de su elfo con todo limpio. Y yo... Decidí que un café estaría bien después de haberme tomado un trago de una poción desconocida que me había dado sed.

 

Me interrumpió la entrada de Ellie Moody, una conocida compañera, justo cuando empezaba a buscar el azúcar. Yo necesitaba más que aquellos terroncillos que el elfo de Mackenzie había puesto sobre la mesa.

 

-- ¿Hiya? -- torcí la cabeza en un ángulo demasiado abrupto para lo que podía soportar mi nuca, pues le estaba dando la espalda en ese momento, así que me giré, intentando averiguar el significado de aquel vocablo. Como Mackenzie empezó a hablar, lo interpreté como mi usado "hey", con un significado similar. Encontré un azucarero bien grande y lo tomé. Me acerqué a la mesa y me serví medio vaso de azúcar, al que después le puse el humeante café, escuchando aquel diálogo entre ellas y sintiendo, de vez en cuando, pequeños soplidos que provenían de la nariz enfadada de Xell. -- ¿Qué guitarra? -- pregunté, dándome cuenta que la interrumpía. Enarqué la ceja al comprobar que mi maletín seguía a la vista, todo viejo y andrajoso, y que Mack también lo había visto. Torcí el ceño; no pensaba cambiarlo, había sido un regalo de mi prima Eledhwen cuando estudié Primeros Auxilios y llevaba muchos años conmigo.

 

No invité a nadie a café, allá todos podrían servirse, si querían, a su gusto. La explicación de Mackenzie, no por sabida de antes, me horrorizó por igual aunque la sintiera por segunda vez y estas cosas es mejor llevarlas en silencio. Todo el tema de la confianza en alguien me hizo recordar que yo siempre confiaría en mi núcleo familiar porque sé que nunca me defraudarían, aunque eso del Rendentis... ¿Podrían ellos superarlo?

 

Levanté la mano como en la escuela.

 

-- ¡Pregunta! ¿Se puede recuperar un Redentis o ha de morir sí o sí si no puede cumplir lo que le mande su dueño? Bueno, el Inquisidor. Me pregunto si es posible recuperar a Mathilda, así podría darle un par de tortas por mentirnos. Aunque, como dices, los bebés, lo primero.

 

Eso último lo dije con cierta furia en la voz. Con un pequeño gruñido de rabia naciendo en la garganta, lo acallé al contemplar un leve titubeo en Mackenzie. Sentí un poco de pena por su situación. Varias voces indicaron que entraban más miembros, algo que nos vendría muy bien si seguíamos los planes que ella iba indicando.

 

-- ¿Macusa? ¿Periodista...? -- la pregunta muda hacia Elvis era cómo y qué iba a ayudar ellos en nuestra misión pero estaba segura que él nos informaría pronto, si era necesario que supiéramos de sus andanzas. -- Hem... Mackenzie, siéntate, por favor, que... Que me entra vértigo de mirar para arriba, ya sabes, dolor de nuca.

 

Si ella quería hacerse la valiente delante del resto de los presentes, no sería yo quien le llevaría la contraria.

 

 

 

 

En la Potter Black: @@Sean -Ojo Loco- Linmer

 

Babila se extrañó al sentir hablar al amito Sean dentro de la mansión. No le había visto llegar, algo que no estaba bien en los tiempos que corrían. El negrito se acercó al muchacho y le dio una palmada en la espalda (que con lo grande que la tiene, la mano, por poco tira a Sean al suelo):

 

-- Ola, lla'stá ablando solo, komo l'amita Sell? Pá ké quié usté braga? Llo kreo que le enquearía mejó un carsonsillo pero allá su gustos, Seor Sean.

 

El Negrito terminó de poner una bandeja en la mesa en la que apenas quedó entera ninguna taza, ante la impasibilidad de Babila, quien pasó un dedo por el líquido negruzco que se esparcía por la bandeja y lo chupó.

 

-- Er café está caliente, pó si kiere un poko. L'ama Sagita nostá. Sá ído. Cada día sale a buscá informasión sobre tó lo que pasa pó la siudá. Kreo quéstá buscando ar elfo. No sé poqué, Jarpo era un elfo desleguado conmigo así que lo ayan secuestrao no mimporta, aunque a ella sí. ¿Ká sío de su vía, seor Sean? ¿Aún sigue vivo?

Editado por Sagitas Potter Blue

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Mansion Ojo Loco, con Babila.

 

El elfo no se molesto en responderme pues se veia receloso con mi presencia. La verdad me sorprendio el reconocer que no hubiese sido Harpo el que me hubiese serivido. Era de los pocos con los que tenia una relacion neutral en la casa. Relaciones que casi siempre iban a los extremos o me odiaban y me querian...sin medias tientas. Me encogi de hombros solo para tomar la limonada y beber un sorbo. Y hubiese agregado que esta estaba deliciosa cuando un manotazo que casi me saca de la silla hizo que bastante de su contenido se perdiera. Me gire de forma incociente y entre el oirlo y verlo la expresion de mi rostro paso de ira a alegria.

 

-Babila...amigo...como esta todo??? -y sin mas me acerque y le di un fuerte abrazo con palmaditas en la espalda, obviandoi completamente su sugerencia de los calzones....para nada, sin bragas no hay paraiso- Hacia tiempo que no te veia, espero que con todos estos acontecimientos todo este bien. Y tu hija..esta bien....bella y sexy como siempre?

 

Si, habia que ser adecuado y preguntar siempre por la familia en estos tiempos tan problematicos. Sin mas se paso a una invitacion de cafe a la que accedi mientras escuchaba sis palabras. Habia cosas interesantes en sus palabras, y lo mejor es que era ciertas pues sabia que para Sagitas Babila era un incondicional. Primero, o Sagitas tenia buenas fuentes informativas o estaba metida en algun ajo. Por lo que habia leido no todo era de fuentes Profeticas. Y segundo....Harpo secuestrado???. Eso si debia tenerle los pelos de punta a la suegri. Si alguien sabia mucho era ese elfo...no solo de ella...sino tambien de todos en la casa. Mmm que hacer???

 

-Este....grandulon -me detuve un momento para formular bien la pregunta mientras bebia un sorbo de cafe- tu no tendras por casualidad o conoceras de algun medio para comunicarme con la jefa pelivioleta???. Ya tengos las pompis planas de tanto estar sentado y sin dudas puedo ser de ayuda...de hecho podemos ser de ayuda. Te animas...equipo Babi-Sean???

 

@@Sagitas Potter Blue

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