Libro de los Ancestros

[Gahíji]

Me molestaba haber perdido mi tiempo. Confié en los anteriores aprendices. Decepción plena. Al menos descansare. Nkuku preparo una buena comida para mantener las fuerzas a mí más de 190 años. Era de madrugada y el fiel sirviente dormía. ¿Por qué estaba despierto con el laúd entre mis manos?. Había recibido una nota por parte de la dirección de la Academia. Un nuevo alumno llegaría para molestarme. Una aprendiz mucho tiempo después.

 

La fuerza vinculada al árbol de fuego, donde suelo sentarme permitía que nada perturbara mi paz. La noche estrellada según el firmamento daría en poco tiempo paso a la luz del sol. Observar a su vez las llamas de la fogata y poder leerlas como si viera el futuro otro pasatiempo era. Pertenecía al fuego, era de fuego. Una mezcla entre animal y fuego. Por ello, mi madre me llevo hasta mi maestro después de haber afrontado las pruebas iníciales donde muchos habían fallado. Una vez que el duro entrenamiento y mi maestro me otorgaron los conocimientos necesarios no tenía nada que perder. ¿Sabían acaso los aprendices y los que me fastidiaban que no se debía nunca molestar a alguien que no tenía nada que perder?

 

Comencé a tocar una melodía egipcia muy antigua. Recité las plegarias necearías a mis dioses. Si pedían un sacrificio les entregaría a los aprendices que estaba esperando.

 

-la yujad shay' yumkinuk alqiam bih litaghyir ma hadath , walakun yumkinuk alqiam bialkathir litaghyir ma hu qadim. –recitar era fácil- alhayat fursat , aistaghlaha. alhayat jamilatan , maejab biha. alhayat hulm tuhaququha. alhayat tahada , wajihuha. alhayat luebat , aleabiha. –esperaba que el aprendiz valiera la pena.

 

 

@@Emmet Haughton Gaunt

Editado 1 de Mayo del 2020 por Niko Uzumaki

[Emmet Haughton Gaunt]

El árbol de fuego.

 

Ardía en medio de aquella plaza ubicada en el desierto. El vampiro lo recordaba porque ya había estado allí, dando todas las pruebas de cada uno de los libros de hechizo que había cursado.

 

Hoy tocaba empezar un nuevo camino. Hacía poco había adquirido el Libro de los Ancestros y, unos días atrás, envió la solicitud de inscripción a Uagadou. Obtuvo la respuesta en forma positiva y ahora se encontraba listo para poder comenzar a recorrer el camino que le deparaba el nuevo libro.

 

Si había algo que le ponía nervioso, eran los Uzzas. Nunca se sabía con que te ibas a encontrar hasta que no enfrentabas al maestro y dabas las primeras palabras. Ya tenía algo de experiencia con los anteriores pero algo le decía que esta vez no habría excepción. Es más, por dentro estaba casi seguro de que sería un tipo muy poderoso y que poco le importaban sus pupilos. No tenía nada que perder con intentarlo; debía hacer valar los veinticinco mil galeones gastados en la compra del libro y los objetos que traía con éste.

 

Se había colocado ropa cómoda. Una remera blanca de algodón, unos pantalones negros cortos y sus zapatillas con medias que - a simple vista - no se notaban. La primavera ya había empezado pero el calor del desierto nunca aflojaba y siempre era sofocante, más para un vampiro.

 

Caminando, con algunos pequeños tropiezos en el camino, esquivando escorpiones, serpientes y arañas que se ocultaban bajo la arena esperando a su víctima, Emmet encontró el lugar. No sólo eso, sino que una leve melodía llegaba a sus oídos proveniente del lugar en donde ardía el árbol de fuego. No podía divisar a algún cuerpo allí pero estaba noventa por ciento seguro, que de ahí se originaba esa canción.

 

El idioma o dialecto le parecía familiar pero no estaba seguro. Quizás egipcio, arameo ... pero, de cualquier forma, no entendía lo que quería decir.

 

Se acercó con cautela, cada vez un poco más, logrando escuchar la recitación. Al calor del desierto se le sumaba el calor que despedía aquella ... ¿estructura?. Ahora si podía ver a un hombre de espaldas. No podía identificarlo pero, si estaba tan cerca del árbol debía de ser un Uzza.

 

- Disculpe ... guerrero.

 

Sinceramente, el vampiro, no sabía como llamarlo.

 

- Estoy buscando al Uzza que enseña los saberes ocultos del Libro de los Ancestros. ¿Sabe quién es?

 

En ese momento, en el que terminó de decir las palabras. La canción de interrumpió. Emmet sabía que acababa de pertubar a su propio maestro.

[Gahíji]

Concentración. Paz. Todo aquello interrumpido. Sentir el cambio del ambiente una vez que lego el aprendiz fue normalmente fácil. Mantuve los dedos sobre el laúd mientras finalizaba la melodía. Una canción antigua, venida de tiempos donde muchos no tenían memoria. Al escucharlo hablar supe que mi tiempo de descanso había finalizado. Una lástima. Prefería estar allí que en otro lugar, sin embargo, el compromiso era algo que tomé mucho tiempo atrás.

 

Al dejar el laúd a un lado, recostado al árbol de fuego sabio que la clase empezaba. Al voltear, la mirada fue directamente hasta Emmet para estudiarlo. Sin decir nada lo mire de arriba hacia abajo. ¿Sería capaz aquel aprendiz de hacer algo útil y vincularse con el libro? O ¿sería igual que mis anteriores aprendices y me hará perder el tiempo?.

 

-Soy a quien buscas –con tono serio respondí- Me llaman Gahíji, para tu suerte o desgracia seré tu instructor, espero no me hagas perder el tiempo.

 

Ya respondida la pregunta y dando la advertencia quedaba iniciar el viaje. El haz de la noche daría paso al nuevo terreno. ¿Soportaría aquel alumno lo que vendría a continuación?.

 

~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~ 0 ~

 

El portal hizo que ambos apareciéramos en el desierto de Omán. La madrugada estaba por ceder el paso al sol. Un tenue lucero en el cielo sin nubes alumbraba el desierto. Mientras, en el horizonte los colores comenzaban a dibujar el alba.

 

-No quiero sorpresas, deberías comprobar que no hay peligro –estudie a Emmet esperando que hiciera algo o pasara alguna cosa por su mente.

 

A raíz de aquello lo esencial fue retirarme unos pasos y caminar un poco en busca de donde resguardar nuestros cuerpos en caso de la tormenta de arena que se avecinaba y de cualquier enemigo que deseara sorprendernos-.

 

-Si abriste el libro, sabrás que hacer, una vez que lo hayas hecho sígueme, pero no te quedes mucho tiempo, nos dirigiremos hacia aquel punto –señale con 2 dedos. En muchas culturas señalar con uno solo era signo de irrespeto.

 

Deje solo a Emmet, allí, entre las páginas del tomo había algo que le ayudaría en caso de que una vez que llegáramos a nuestro destino podríamos saber si alguien o algo nos seguía.

[Emmet Haughton Gaunt]

El sol del desierto comenzaba a pegar mucho más fuerte. Intentó ver hacia el cielo pero sus ojos se vieron cegados por los fuertes rayos de Febo.

 

Volvió su mirada, algo apagada, hacia su maestro. Le había hecho un pedido acerca de corroborar que no habían peligros hacia donde se iban a dirigir. Miró hacia el punto donde Gahiji indicó mientras sacaba su libro del bolso. Se tomó unos minutos para repasar los poderes que contenía.

 

- Anillo de Presencia ...

 

Dijo en voz alta.

 

Aquél objeto le permitía comprobar que es lo que pasaba en otra locación o lugar. Concordaba justo con lo que le estaba pidiendo el Uzza.

 

Emmet tomó el anillo y se lo colocó en la palma de su mano. Un pequeño cosquilleo se adueño de una parte de su piel y luego una especia de líquido comenzó a acumularse en el huequito de la sortija. Con su otra mano sacó un pedacito de papel y lo embebió en aquella esencia. Invocó a Nix, su varita, y hechizó a la pequeña nota para que saliera volando hacia el lugar indicado por su maestro.

 

A medida que el papel se acercaba al lugar, Emmet, podía seguir el recorrido mediante la sortija que aún tenía en la palma de su mano.

 

Una estructura de ladrillo de arena comenzaba a revelarse. Parecían las ruinas de alguna antigua construcción. ¿Una fortaleza en medio del desierto?

 

- Guerrero, acabo de ver con el Anillo de Presencia. Me muestra unas ruinas de lo que parece haber sido una fortaleza o algún tipo de construcción pero no he notado peligro alguno ... a menos que esté oculto.

 

Le dijo el vampiro mientras seguía mirando aquél paraje.

[Gahíji]

Un joven inteligente y con algo de cerebro. Las esperanzas no estaban completamente perdidas. ¿Qué hará ahora para destrozar la poca confianza que se ha ganado?

 

-¿No ves obstáculos?, ¿Algo nos espera? –los ojos se posaron por un segundo en su persona parea luego mirar el lugar al que nos dirigíamos- tanta paz no es buena, o al menos aquí.

 

Recorrer el desierto era demasiado fácil. El calor. La luz. El clima árido. Todo llenaba de vida cada célula. Esperaba que el aprendiz aguantara aquello. Una lástima seria si tuviera que revivirlo. ¿Qué decía?, lo dejaría allí y que los animales se dieran un festín. No importaba nada lo que sucediera con él. Fracasar no era una opción.

 

-¿Duda con respecto al libro? –pregunta clara con respuesta simple… “Si o No”, de ser afirmativo tendría que responder la duda, era sencillo. De ser negativa la respuesta, disfrutaría poniéndolo a prueba. Nkuku no estaba allí para salvarlo.

 

Inmensas sombras de animales carroñeros sobre el cielo girando presagiaban que esperaban alimentarse de algo. Prestarle atención a ls sombras no era menester. Adelante los verdaderos retos esperaban. La edificación cada vez mas cerca. El calor cada vez peor y el sol en su cenit.

[Emmet Haughton Gaunt]

El peso del calor se comenzaba a sentir luego de unos veinte minutos que ya llevaba ahí. En su piel blanca, se comenzaron a formar perfectas gotas de sudor que brotaban de cada una de sus células con el objetivo de poder refrescar el cuerpo ante tanto calor repentino.

 

Se secó la frente con su mano desocupada y seguía observando el anillo mientras caminaba detrás de su educador.

 

El guerrero parecía inmutable ante la situación que les presentaba el desierto. Vaya a saber uno cuanto tiempo había pasado metido en éstos como para acostumbrarse a no sentir nada.

 

Por un momento dejó de mirar lo que pasaba en la palma de su mano y prestó atención a la pregunta que le hacía Gahíji. Intentando repasar en su cabeza las notas rápidas acerca de los poderes y hechizos que le presentaba el libro, no recordaba haber anotado duda alguna en los márgenes del mismo. Sí se le presentaba alguna discondancia con la vara de cristal pero no con el uso de la misma. Quizás era buen momento para preguntar y aprovechar:

 

- No tengo dudas respecto al uso de cada uno de los poderes que el libro presenta, pero tengo curiosidad acerca de la Vara de Cristal.

 

Hizo una pausa y soltó una bocanada de aire para volver a tomar otra y llenar sus pulmones de aire "fresco".

 

- ¿A qué se debe la forma y color que toma? Según leí es única en cada mago por lo tanto irrepetible, pero, ¿qué es lo que le da esa forma y color?

 

Preguntó.

 

En el cielo se podía ver una bandada de aves carroñeras que proyectaban la sombra encima de la caminata lenta de ambos hombres. Emmet miró hacia adelante y comprobó que quedaban algunos pasos más para poder llegar.

[Gahíji]

La edificación esperaba. Ya habíamos llegado. Adentro el aprendiz se enfrentaría a sus propias pesadillas. Eso, si lograba sobrevivir. Detuve mis pasos. Con la mano levantada detuve al estudiante en cuestión. Espere su duda. Una simple y sencilla. Forzarlo un poco divertido seria. Al voltearme estudié sus ojos. Adentrarme en su alma era necesario.

 

-La vara de cristal es una huella digital mágica, puede parecerse a cualquiera que haya visto, pero jamás será igual, todo depende del mago y del poder oculto que posee –guarde silencio- es como si te preguntaras si una cebra es un caballo blanco con rayas negras o un caballo negro con rayas blancas, pueden existir gemelos idénticos pero estos jamás tendrán su huella digital de la misma forma, siempre hay diferencia, así es la vara de cristal, tu poder, tus sentimientos, todo lo que eres es lo que creara tu vara de cristal y la hace única en su estilo

 

El sol llego a su cenit, a lo mas alto y pronto seria el final de la clase, justo en el crepúsculo Emmet entrara a su prueba final. ¿Será digno de vincularse? La varita apareció en la mano para apuntar al pecho dl aprendiz, si no tenía dudas probaría si era tan diestro como se suponía. Me aleje lo suficiente.

 

-Tu misión será sencilla, ¿no hay dudas?, entonces defiéndete como puedas –estaba listo para atacar- quiero ver tu vara de cristal, deseo entender que tan poderoso puedes ser, si es que en verdad mereces estar vinculado al libro, úsala como puedas o creas conveniente, además, defiéndete invocando el Kansho.

 

-Inpedimenta –viajo rápidamente el rayo hasta el pecho del aprendiz. Lo había invocado por el simple hecho de divertirme. Lanzar a matar era mejor, pero por esta vez le haría caso a Knunu quien estaba metido en mi mente. Odiaba ser blando con los aprendices. La paz que ejercía en mi era insoportable pero necesaria.

[Emmet Haughton Gaunt]

Las ruinas proyectaban bastante sombra que cubría los cuerpos de ambos hombres. Parecía haber sido una especie de fortaleza ya que el vampiro notaba algunos vestigios de rastros bélicos impresos en las paredes. Seguramente, muchos guerreros habían perecido en sus espacios defendiendo vaya a saber que.

 

Se detuvo cuando el guerrero le indicó. Sabía lo que pasaría ahora porque ya lo había vivido en estudios anteriores.

 

Era momento de poner a prueba los poderes que le otorgaría el libro de los ancestros. No sabía ni el uno por ciento del poder que escondía pero tenía que arriesgarse a contestar el ataque del guerrero y poder contra-atacar y estar a la altura del mismo desafío.

 

Tomó la distacia correspondiente, como cualquier duelo, pero el rayo ya venía hacia su cuerpo. Tenía que reaccionar rápido para evitar perecer en el primer ataque.

 

-- Kansho --

 

Pensó.

 

No había tiempo para leer el libro. Recordó aquel no verbal que el libro permitía e intentó juntar toda la concentración que podía para que el hechizo surtiera efecto.

 

Cuando sus ojos se concentraron en lo que estaba pasando, vio aquella daga materializarse en su diestra y sabía que había llegado el momento para poder utilizarla.

 

El rayo seguía viajando hacia el vampiro, pero ahora contaba con una defensa. Cuando el hechizo hubo llegado al vampiro, fue absorvido por completo por la daga y, a los segundos, salió despedido hacia el guerrero como si Emmet lo hubiese lanzado devuelta.

 

Tenía tiempo para algo de concentración porque sabía que ese hechizo era complejo y muy complicado ya que implicaba tener un nivel mágico alto para tener éxito en la invocación. Sintió la misma sensación que cuando estaba aprendiendo con los otros libros. La magia corría dentro de él y podía sentirlo. Era como una sensación cálida que deseaba salir con toda su fuerza. Quizás era momento de probar.

 

- Vara de Cristal -

 

Esbozó a continuación, ahora si sacando las palabras de su boca.

 

La varita mágica de Emmet, Nix, cambió de forma completamente. Era una vara de cristal de color violeta con forma de un báculo alargado y, en cada uno de los extremos, terminaba con dos alas de cristal.

 

Era el hechizo en su máxima expresión. Sentía aquel poder conferido por el libro, pero ahora solo le quedaba ponerlo a prueba delante de su maestro.

[Gahíji]

Espere. Vi lo que deseaba ver. Estudie al aprendiz mientras devolvía el rayo a mi persona. Un salvaguarda mágica fue necesario. Volverme intangible, eso era sencillo. El rayo atravesó mi envejecido cuerpo golpeando la piedra tras de mí. Volverme tangible un segundo después mientras Emmet invocaba su vara de cristal fue lo siguiente. No ataco. Simplemente se quedo allí emocionado o en Shock al ver su vara. Mal presagio para él. Deseaba ver si podía utilizar su poder. Un fallo que perjudicara mi veredicto.

 

Un último movimiento que no previó el aprendiz de aquel libro utilizaría ahora. El joven que deseaba vincularse al libro pudo hacer utilizado el ataque en cualquier momento, pero jamás lo hizo. Otro punto en contra. Un segundo. Dos segundos. Un rápido movimiento de mi parte. La arena mágica del desierto había sido soplada y Emmet ahora estaba ciego.

 

Todo resultaría sencillo. El aprendiz no estuvo pendiente de las dos gotas de aceite en la cuchara. Por las malas había aprendido que no podía bajar la guardia en su clase. No era misericordioso. Era justo. Ahora Emmet lo sabía. Atacarlo en aquella posición y su reacción podría definir el curso de todo su esfuerzo. ¿Merecía una segunda oportunidad?. Estaba cansado de las segundas oportunidades a los estudiantes que no sabían aprovecharlas.

 

¿Confiar en el debería?.... Nkuku volvía a meterse en mi mente.

 

Conjure el fulgura nox que nos llevaría a la siguiente prueba. Cruce. No espere al aprendiz. Era grande, podía hacer aquello solo. ¿A cruzar y afrontar lo desconocido se atrevería?.