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Enemigos de ayer y hoy


Juliens
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El pasado siempre importa.

No se pueden olvidar las cosas que hiciste en el pasado, o nunca aprenderás de ello.

Desde la restauración de las Aguas de la Vida, los miembros de la Orden del Fénix se han enfrentado a diversas situaciones en las que han tenido la oportunidad de demostrar el dominio de las diferentes ramas mágicas. Mientras a más retos se enfrentan y más obstáculos superan, perfeccionan el manejo de sus recuperados poderes y ahondan más en éstos. Simultáneamente, más miembros de la organización clandestina se adentran en los clanes. Así, poco a poco, el nivel mágico en éstos aumenta... y, sin quererlo, ganan notoriedad.

Durante una jornada de entrenamiento, en la que los oscuros, paladines y sacerdotes están en las bases de sus clanes, cosas extrañas comienzan a suceder.

PRIMERA FASE

 

TEMPLO PALADÍN

 

La Plaga


Una legión de no-muertos invade el Templo Paladín, buscando la forma de penetrar en su interior. La Plaga está conformada por inferis equipados con armaduras mágicas (hechizadas con magia negra, para volverlos inmunes al fuego) y espadas malditas.

ISLA AVALON

 

El Carmesí


Una presencia maligna marchita y corrompe la vida de la Isla Avalon. Los animales y criaturas mágicas que habitan en la isla se vuelven hostiles contra los sacerdotes, mientras que las plantas y árboles comienzan a morir. El Carmesí se extiende con el paso de los minutos, desde el exterior de la isla hacia el interior.

LA FORTALEZA ERRANTE

 

Posesión


Una entidad desconocida y violenta acorrala a los oscuros en el subsuelo de la Fortaleza Errante, donde hay un gran almacén de objetos tenebrosos recolectado por el clan con el pasar de los años. Esta entidad atormenta y ataca a los oscuros con sus propias reliquias.

◉ ◉ ◉

En esta misión, los clanes estarán en sus respectivas bases (ya exploradas en la misión Las Aguas de la Vida) y se enfrentarán a tres oleadas de enemigos/obstáculos, que deberán superar haciendo uso de sus conocimientos, con especial énfasis del curso que están aprendiendo actualmente. Cada fase tendrá una duración aproximada de diez días y durante el transcurso del mes se liberarán las siguientes etapas de la misión para cada clan. De modo que el desarrollo de la misión dependerá principalmente de los participantes.

Recuerden que el objetivo principal del rol es desarrollar el conocimiento que están cursando, mientras se superan los desafíos propuestos. Y recuerden también que tienen acceso a los poderes rolisticos del conocimiento en curso.

Participantes de la misión


PALADINES

Magia sagrada

Hobbamock Graves

Mackenzie Malfoy

SACERDOTES

Sanación y purificación

Xell Vladimir Potter Black

Scavenger Wheaterwax

Sherlyn Stark

Conexión espiritual

Ela Karoline

Lillian Potter Evans

Lunatica Lupin Evil Black

Conexión natural

Sagitas Potter Blue

OSCUROS

Control de energía interna

Jank Dayne

Melrose Moody

Control de energía psíquica

Darla Potter Black

Emily Karkarov

Goderic Slithering

Conocimiento de las sombras

Ellie Moody

Roxanne W.

+Ver más sobre el funcionamiento de las Misiones de Clanes

+Ver más sobre los Clanes de la Orden del Fénix

Editado por Ellie Moody

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Como todos los días la vampiresa se preparaba para seguir su entrenamiento en el clan de Avalon, sus ojos azules claros miraban todo el extenso y basto follaje verde que se extendía frente ella, preguntándose si estaría capacitada para llevar a cabo aquello que alguna vez había querido aprender más del bando y de su clan, Avalon era lo que más quería en el mundo y estaba feliz de poder lograrlo con parte de su familia, así que se encaminaba con varita mágica en mano, esperando poder aprender mucho más de lo que ya sabía y prometiendo nunca rendirse sin importar las trabas que se encuentre en el camino.

 

De repente y como si se tratará de un sueño, pude sentir como una presencia maligna se extendía por todo el lugar, ¿qué ocurría? ¿por qué? quise gritar pidiendo ayuda pero solo pude sacar mi varita mágica y ver como frente a mí, las ardillas, los caballos, los perros y hasta algunas águilas y pájaros se volvían corriendo a atacarnos ¿qué sucedía?, no tuve que girarme para ver marchitarse a las plantas, flores y arboles, grandes robles se partían a la mitad como si un rayo las hubiera alcanzado, solo que no había lluvia ni rayo por doquier, lo único que pude hacer fue esperar a que más de mis compañeros llegarán, sabía que teníamos que ser más y que vendrían de un momento a otro a socorrerme, solo esperaba que eso no fuera demasiado tarde.

 

- ¿Tienen alguna idea de que pasa? sigo pensando que es una presencia maligna, un algo que se esta apoderando de todo lo que conocemos y queremos, además de que nos atacan así que debemos actuar rápido, ¿qué podemos hacer? no quiero lastimar a nadie, pero necesito más ayuda, porque mis ideas se están agotando - Dije indecisa de que hacer a continuación, porque de verdad que nunca había visto a tantos animales volverse en contra nuestro -

Me apresuré a atar mejor mi cabellera pelirroja en mi prendedor del fénix dorado, me hice un rodete rápido para que no me estorbara la visión, necesitaba ver que haría a continuación y como solía hacer siempre esperé que a alguien se le ocurriera algo, porque yo podría salir y defender, pero no quería defender sola así que esperaba que más de mis familiares me siguieran en esta empresa, para que nada malo sucediera en mi amado Avalon, sentí un escalofrió dándome cuenta que teníamos que actuar pronto para impedir que todo cuanto conocíamos desapareciera, suspire pensando que nunca tendríamos un día tranquilo y eso era algo que agradecía por demás, adoraba ir a la acción y vivir diferentes situaciones y eso era lo que siempre obtenía cuando estaba en mi amada Orden del Fénix.

 

 

Siempre había sido de las que sale a defender todo y no se queda quieta, por eso estaba así con la varita mágica en la mano, sintiendo que algo más iba a pasar pronto, ese algo maligno se extendía por todos los lugares que conocía y adoraba, los animales se volvían contra las personas que más las habíamos cuidado desde que se formo Avalon, sentía que debía hacer algo pero no sabía el que así que esperaba que alguien se le ocurriera algo, para así poder defender a capa y espada a todas las criaturas, arboles y cascadas que allí había y recé una plegaría a la diosa porque la ayuda llegué pronto y estuviera en camino.

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Sobre su vestido se formaban leves pliegues y ésto capturaba su atención de manera torpe. Sin embargo, lo consideraba algo hipnotizarte y a la vez desesperante, ésto último porque que aún tenía pendiente algunas de sus actividades que formaban su rutina. Sacudió cabeza para concentrarse en lo que debía hacer, pero en su cabeza surgían preguntas acerca del clima en las próximas horas o si la vestimenta que llevaba era la adecuada.


Sin embargo, considerando que los días primaverales comenzaban a hacerse presente y el ambiente de la Isla Avalón era tal como la recordaba, maravilloso y cálido, suponía que estaría bien. Observó el reloj de agujas que llevaba en su muñeca izquierda para verificar si aún le quedaba tiempo para visitar el jardín, pero no. Al parecer disponía de menos tiempo del que imaginaba.


Revisó por décima vez la mochila con sus pertenencias y, siguiendo su propio método, contabilizó que no le faltara nada. Lo esencial sería llevar agua para mantenerse hidratada y , de esa manera, evitar la falta de concentración. Se tomó unos minutos para saludar a sus mascotas y explicarles que no demoraría en regresar. Incluso, ella misma trataba de creerse esto último. Tenía la sensación de que la prueba tendría una duración inesperada pero, eran sólo eso, su intuición.


— No tardaré —expresó la bruja, enfatizando esas últimas palabras para que las criaturas no se desanimaran.


Dejó su varita en un lugar donde se le hiciera más fácil encontrarla en caso de que surgiera una situación inesperada, como un ataque sorpresa. Suponía que era una de las cosas que había aprendido durante esos últimos años como miembro de la Orden del Fénix. Estableció un sistema de defensa que según creía podía llegar a ser efectivo; sin embargo, no había tenido la experiencia suficiente para determinarlo.


* * *


Al llegar a la Isla Avalón tuvo que frotar sus ojos antes de reaccionar. Lo que veía no se parecía nada a lo que recordaba. Al menos en esa zona de la isla, las hojas de los árboles comenzaban a teñirse de tonalidades oscuras; de manera que comenzó a cuestionarse si éstas estaban marchitándose. Esto último no coincidía con la época del año, se suponía que debería ser lo contrario. Ese instante fue cuando se dio cuenta que ya se encontraba dentro de la prueba.


Siguió avanzando tratando de no mirar hacía su alrededor. Ver el comportamiento inusual de las plantas le había desanimado un poco, y suponía que le provocaría una sensación aún más intensa ver a los animales también de esa manera. Sólo esperaba no encontrar a ninguno enfermo o sin vida porque no podría seguir en ese lugar.


A pocos metros de ella pudo distinguir a su compañera, Luna, así que no dudó en acercarse a ella.


— ¿Luna? —preguntó aún tomando distancia, por precaución y por miedo de que no fuera ella— ¿No sientes que algo extraño sucede?

 

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En el día a día, entrar y salir de Avalon se había convertido tan usual que ni pensaba en ello. Daba un paso en la Potter Black y el siguiente ya pisaba la arena blanca de la isla. Era tal la conexión que había conseguido con ella que cualquier medida de protección de Avalon podía superarlo sólo con mi deseo de entrar. Bueno, que tampoco es que yo burlara ninguna defensa sino que ella me reconocía como merecedora de traspasarlos, algo que sólo los sacerdotes podíamos hacer. Todos, desde los novicios hasta los de más alto rango, éramos los únicos que podíamos entrar en ella.

 

O eso es lo que siempre había supuesto.

 

Hasta hoy.

 

Mis pasos no se depositaron en el lugar de siempre. No encontré un guardián vigilante en cuya vigilancia confiábamos, no encontré la barquita de la playa ni la barrera de hojarasca tras las blancas arenas. En lugar de eso..., el mar.

 

Tragué agua salada por la sorpresa. Me hundí en las aguas que rodeaban nuestra isla y perdí, en algún momento, el libro de magia avanzada que traía para consultar algo en el Templo de la Diosa. Me hundí y me hubiera ahogado si mi instinto no me hubiera protegido. Como animaga, me convertí en mi animal y salí a la superficie a respirar oxígeno. Después, oteé en círculos para entender lo sucedido. Lo que veía no era halagüeño aunque he de confesar que pensé que era producto de la visión limitada de mi animal, pues es bastante miope. Sin embargo, a medida que me acercaba, no mejoraba y cuando besé la arena, empujada por las olas, y ya volví a ser yo, empeoró muchísimo la vista.

 

No había verde, no había vida, no había esencia. Parecía otoño y no la primavera que debía de estar desarrollándose en todo su esplendor. Me sacudí el agua del pelo violeta y conseguí recuperar mi ropa mojada, me sequé los pies y avancé, sin entender qué había pasado. ¿Por qué Avalon se veía así?

 

No tardé en encontrar a algunas compañeras de clan. También encontré animales que vivían en paz y armonía en la isla, en una actitud nada pacífica. Saqué la varita pera ir aplicándome vapor y secar mis ropajes (aún no me creía que tuviera que usarla en Avalon, aquel lugar era apacible) y me acerqué a ellas.

 

-- ¡Luna! Sherlyn... ¿Qué está sucediendo en Avalon?

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Una gota de sangre se desliza lentamente sobre su mejilla. El pequeño tajo comienza a cerrar rápidamente gracias al amuleto de curación que lleva. Ajusta su respiración. Enfoca su mirada en su contrincante quien espera paciente a realizar su siguiente movimiento, al fin y al cabo era solo entrenamiento, podían darse un momento para descansar y recuperarse. Su sien palpita a un ritmo que le resulta difícil de disminuir. Inspira profundo.

Esquiva. La hoja oscura corta el aire, en la misma posición donde se encontraba su cuello segundos atrás. Se lanza hacia adelante propulsandose sobre su pie dominante. Lanza un golpe con su puño derecho directo a la zona del hígado. Sus nudillos sienten un ardor satisfactorio que representan haber dado en el blanco. Nuevamente esquiva. Rota su tronco para evitar el contraataque con el codo de su oponente. Ambos dan cerca de dos zancadas hacia atrás.

La sonrisa que aflora en su rostro, se ve reflejada en la de su contrincante. La situación le parecía algo extraña al principio pero después de unos días de constante rutina, ya se había acostumbrado a atacar su propia imagen, aunque quienes vieran aquella situación sin duda se extrañarían al ver a Goderic luchando contra otro Goderic. No se trataba ni de un metamorfomago ni tampoco de una poción multijugos. Era una simple rutina de ejercicio y práctica que se había autoimpuesto el mago.

Suficiente por hoy.— susurra luego de unos minutos.

Reprime el fuerte deseo de sentarse en el suelo y descansar un poco. Sin embargo, sabía que no era adecuado detener una actividad física de golpe por lo que se puso a trotar unos minutos. Su mente se encontraba agotada. Un entrenamiento duro pero útil, en donde utilizaba su propia sombra para realizar una especie de sparring. Necesitaba mejorar sus habilidades de combate no mágico, además de utilizar varios poderes oscuros al mismo tiempo que realiza otras actividades. Su mente y cuerpo se tensaban al límite con aquel entrenamiento espartano.

Cuando su ritmo cardiaco disminuye, se sienta bajo un árbol y bebe agua de una cantimplora. Observa cómo el frío de la madrugada va desapareciendo poco a poco gracias a un nuevo amanecer. Se tumba en el suelo, sabe que dentro de unas pocas horas habrá un entrenamiento con los oscuros y debe descansar para recuperar sus energías físicas y mentales. Saca una barra de chocolate que come antes de cerrar los ojos para dormir.

Siente las presencias de sus compañeros que se acercan a su posición fuera de la fortaleza errante. Sabe que llegó la hora acordada para el entrenamiento por lo que se levanta sacudiendo un poco la suciedad en sus ropas.

¿Qué haremos hoy? ¿qué les parece...— su mente divaga en ideas de entrenamientos atractivas para los nuevos interesados en el poder oscuro.— ... estudiar o tratar de destruir algún objeto tenebroso que guardamos en el subsuelo?

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—Hace mucho tiempo que no voy allá abajo —responde Madeleine con un susurro ronco.

El frío de la madrugada le enrojece la nariz y las mejillas, realzando el contraste de las cicatrices blanquecinas que adornan su rostro. A pesar de estar enfundada en un sobretodo negro, se estremece ligeramente con la brisa de Alaska. Detesta sentirse vulnerable ante el frío y el hielo, cuando en algún momento llegó a dominar aquel elemento con tanta presteza que llegó a pensar que podía tratarse de un talento natural. Pero éso fue antes. Ahora... «Ahora, debo esforzarme», se dice a sí misma. Reprime una sonrisa, dándose cuenta de lo frívolo de su deseo. Ella no es una persona sedienta de poder, que quiere aumentar sus poderes mágicos sólo porque sí. La magia de la Orden del Fénix es una herramienta confiada a sus miembros para usarla en la Buena Batalla. Ella es una aprendiz disciplinada cuando debe y quiere serlo; ha pasado los últimos días estudiando los libros de ocultismo y demonología, de la biblioteca de la Fortaleza Errante. Pero no se trata sólo de eso. Lo que debe pensar es ¿cómo usaré la Magia de la Oscuridad para proteger a quiénes quiero?

 

Siente curiosidad por las motivaciones de sus compañeros, pero sabe muy bien que aquel no es problema suyo. Si bien los oscuros trabajan muy bien en equipo, como una máquina casi perfectamente engranada, no son amigos. Es cierto que con el pasar del tiempo ha establecido relaciones de camarería con miembros de la Orden Oscura, pero dentro de la Fortaleza es como si un velo oscuro los separara los unos de los otros emocionalmente. No pueden permitir ninguna distracción, menos en la naturaleza de las misiones que le son asignadas a los oscuros o los problemas en los que terminan involucrados. Siente curiosidad, además, por la sugerencia de Slithering. Intenta recordar en qué misiones de la Orden Oscura estuvo él involucrado, pero sus recuerdos son confusos y están entremezclados.

 

Aún así, ante la mención del almacén, una imagen clara acude a su mente. Dumbledore, en el trance del poder Berzerker. También piensa en Arya, revelando su lado más oscuro. ¿Llegaron a deshacerse del maldito espejo, que causó aquel desastre...? Entonces, una sonrisa amarga cruza su rostro. Lo más probable es que no. No hay ninguna utilidad en destruir aquellos objetos, por más malditos que estén. Así es como piensan ellos... como piensa ella.

 

—En el subsuelo de la Fortaleza, hay una especie de bodega, donde guardamos souvenirs de las misiones —le explica Madeleine a Kaori, aunque lo dice en un tono suficientemente alto para que todos la escuchen. Sabe que entre los presentes, hay magos novatos pero indudablemente atraídos por la Magia de la Oscuridad—. Creo que allá podemos encontrar algo que nos ayuda a preparar los rituales que queremos practicar —actualmente, las dos brujas están estudiando demonología y ocultismo, para obtener todos los Conocimientos de las Sombras. Madeleine por su parte ha sido capaz de invocar pequeñas criaturas amorfas y visualizar brevemente almas en pena, pero hay mucho más y ella lo sabe.

 

Por lo menos para ella, está decidido.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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El venado muere en sus brazos. La flecha que le ha arrebatado su vida atravesó la carne hasta el hueso, pero la anestesia con la que Jank impregnó la punta días atrás logra concederle paz durante sus últimos alientos. Chasquea los dedos para que el arco se oculte tras unos matorrales cubiertos de nieve y se echa a la criatura inerte a los hombros. La práctica le resulta natural, sencilla, incluso catártica. Para él, cazar es un pasaje directo a su Noruega, su primer hogar, a sus montañas adornadas por enormes mantos blancos, al frío inclemente que traen las tormentas ventiladas y a las criaturas ávidas por hallar refugio. De alguna u otra forma, Jank siempre se encargaba de ayudarlas a encontrarlo.

 

Desciende de manera cautelosa; detesta usar magia para detener una caída. Su padre nunca se cansaba de recalcar la importancia de cazar sin magia. Cambiaba las razones cada vez que se le preguntaba. Un día se debía a una cuestión de moral, pues los animales no albergaban magia y no podían defenderse. Esa lógica le sigue pareciendo absurda, pero en aquel entonces ni se le ocurría debatirle. Otras razones, ciertamente más convincentes, se ligaban más a la independencia de la magia que debía alimentarse, pues los magos no son solo recipientes de poderes. También se le viene a la mente una ocasión en la que les dijo que la carne matada por un hechizo sabía amargad en el paladar. La sola idea lo hace sonreír.

 

En la marcha para depositar en las cocinas al venado sangrante y congelado, se topa con sus compañeros en la zona de entrenamiento, que queda de camino. Nunca sabe cuándo hay gente o no allí. Está tan acostumbrado a oír ruidos, alaridos y susurros durante las noches y entre los pasillos oscuros que suele sorprenderse cuando se encuentra con personas de verdad. Arroja la carga al suelo para poder oírlos, ya que las tapas inmóviles cubren sus orejas. Se sacude las manos que tiene repletas de sangre y agua helada. El olor no es nada agradable, pero no se molesta en ocultarlo tampoco; a fin de cuentas, pronto será la cena de todos.

 

La propuesta es interesante.

 

— Pocas veces he bajado. La última vez que estuve allí, el fuego se apagaba cada vez que lo encendías en una antorcha — se rasca la barbilla, provocando que varios pedacitos de nieve se desprendan de su barba y caigan al suelo. Empieza a despertarse en él genuina curiosidad —. ¿Creen que haya un horrocrux? Nunca he visto uno en persona. Aunque primero debo llevar a este amigo a la cocina.

Editado por Jank Dayne

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Después de lo sucedido hacía unos días, me sentía feliz volviendo a casa. Avalon era un hogar para mí, ahora que habíamos devuelvo la reliquia de la Espada Excalibur al interior del templo. Había sido una misión maravillosa, con un final feliz, en la que la espada había descansado por fin en el altar dentro del templo. Echaba de menos a mis compañeros de clan que conseguimos tal hazaña, la tía Sagitas, el primo Dick y, por supuesto, a la chica Ela, familiar de la tía Cye, a quien también la consideraba familia ahora que todos éramos sacerdotes y sacerdotisas.

 

Supongo que fue la añoranza lo que me hizo caminar de nuevo hacia la isla. Aquella sensación de bienestar que sentía cada vez que pisaba sus terrenos era una excelente excusa para volver allá. No me esperaba, sin embargo, que al llegar al bosque que rodeaba la zona interior de la isla sufriera un ataque inesperado de las mariposas.

 

Sí, mariposas. Aquellos lepidópteros eran bellos ejemplares coloridos que solía contemplar en mis visitas. En pocos lugares podía sentarme en el césped y contemplar el vuelo de aquella elegantes mariposas sobre los cultivos de flores silvestres. Era un paro obligado para mí cada vez que entraba en la isla de Avalon. Esta ves, sin embargo, fue una situación totalmente dantesca.

 

Llegué con la confianza de encontrar aquella belleza de la naturaleza y, sin embargo, me encontré una plaga de mariposas furiosas que me rodearon y golpearon con sus alas. Al principio, pensé que era sólo un acercamiento por mi olor o por algún motivo desconocido. Sin embargo, cuando me di cuenta de que era un ataque, intenté alejarme corriendo, siendo perseguida durante mucho rato hasta que lancé varios Aguamentis en su dirección.

 

Corrí y corrí, asustada por la reacción de aquellas ya no tan bonitas mariposas y sintiéndome observada por muchos ojos a mi alrededor. Era como si hubiera seres vivos al acecho. Sin embargo, no me di cuenta del ajado aspecto de las plantas hasta que paré cerca de varias sacerdotisas del clan que estaban reunidas en un claro, entre ellas, la tía Sagitas.

 

- ¡Socorro! ¡Las mariposas se han vuelto locas! ¡¡Me han atacado!!

 

Casi me tiré en brazos de mi tia, buscando sus explicaciones, aunque frené a tiempo y sólo quedé pegada a ella.

 

- ¡Hola, Lunática y Sherlyn! ¿Sabéis qué sucede? No es normal, son animales deliciosos, ¿por qué han intentado perseguirme? ¿Y las flores? ¿Por qué están marchitas?

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Supo que algo andaba mal el instante en que posó la vista sobre la isla. Aunque podía aparecerse directamente en ella, siempre había preferido acercarse a Avalon en un bote, repitiendo el primer viaje que había tomado hacia la isla hace ya un par de años. En vez del verde que caracterizaba sus costas y los cantos de los pájaros que llenaban su aire, fue recibida por hojas caídas y troncos en el piso, completamente secos; ni un solo canto se escuchaba en toda la isla.

 

Apresurándose a desembarcar, Scavenger caminó al tronco seco más cercano a ella y extendió la mano sobre él. Cerró los ojos por unos segundos, intentando sentir algo. Era una de sus actividades favoritas en la isla -y también lejos de ella, aunque no era tan común que fuese por toda Inglaterra intentado comunicarse con los árboles. Por la naturaleza mágica de Avalon no era de extrañarse que los árboles mismos derrocharan magia, vida, y el poder detectar la conexión de todo lo que los rodeaba con la madre naturaleza era una de las primeras cosas que aprendían cuando emprendían su camino hacia la Diosa. Resignada, después de unos momentos, separó la mano del tronco; muerto, completamente. No había un solo ápice de vida en la vegetación de la costa.

 

Peleando contra el escozor en sus ojos causado por las lágrimas, se obligó a sí misma a adentrarse en Avalon. Tenía que llegar hasta al centro de la isla, hasta la pirámide que guardaba la vida misma, para protegerla. Sostenía la varita firmemente con su mano derecha a cada paso que daba, aunque no había señales de pájaros cerca de ella, sí podía escuchar hojas siendo aplastadas a su alrededor. Si algo había sido capaz de causar tanto daño a los árboles y plantas, no quería imaginarse lo que le podía haber hecho a los animales que habitaban la isla de manera natural.

 

Obtuvo su respuesta un par de minutos después, cuando encontró una pantera encima de un tronco seco. Era un animal joven, y Scavenger no pudo contener su alegría al descubrir a una criatura viva aparte de ella, en medio de tanta maleza y muerte. Toda emoción desapareció de su cuerpo cuando la criatura fijó la vista en ella, pues su mirada estaba cubierta de rojo, como si en vez de ojos tuviese sólo sangre.

 

Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la pantera se lanzara contra ella, con sus garras extendidas como si quisiera destrozarla, como si ella fuese una presa más en la cadena alimenticia de la isla. Apuntando con la varita al tronco de buen tamaño más cercano a sí misma, invocó a un tigre adulto para defenderla. No tenía intenciones de dañar a la pantera, sólo de distraerla lo suficiente para que un desmaius pudiese encargarse del asunto. Corrompidos o no los animales aún eran habitantes de Avalon y tenían tanto derecho como ella a existir en la isla.

 

Una vez sorteado el asunto con el animal salvaje, siguió su camino hacia el centro de la isla, y para su sorpresa, no tardó mucho en toparse con otras sacerdotisas un poco más adentro.

 

—¿Sagitas? — preguntó. Esperaba encontrar a alguien más en el centro de la isla, y la visión de más personas ahí le dio esperanza. —Hola. Luna, gusto en verte también. No conozco a las demás, pero me da gusto verlas. Mi nombre es Scavenger.

 

>>No sé que está pasando, pero sea lo que sea se está expandiendo por toda la isla. Matando tanta naturaleza como pueda, y volviendo a los animales en contra nuestra, al parecer. Una pantera me ha atacado en mi camino hacia acá. — Explicó a todas las presentes. —Tenemos que detenerlo, ¿pero cómo?

 

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~Hace varios días

Está tumbado en el suelo, el dolor es insoportable.

 

Junto a él están tres personas. Connor y Ben están sentados en la cama porque, aunque sufren junto a Hobb, saben que no pueden hacer nada. Benjamin respira conteniendo una lágrima mientras Connor le seca una que se le escapó. Llevan semanas viendo como día con día la salud del mago se deteriora. Llevan semanas viendo como necesitaba esa poción con mayor frecuencia. En ese momento, están en un punto en que necesita beberla religiosamente cada dos horas para evitar el dolor y cada tres para no morir.

 

La otra persona es Kaori (la líder del Simposio de Ladrones) y una excelente curandera. En cuanto la bruja dejar caer varias gotas de poción en su boca, el dolor desaparece en poco tiempo. Está cubierto de un sudor frío a causa del dolor. Observa a Conn y a Ben, ver sus rostros de sufrimiento le causan más dolor que el veneno. Cuando ve así a sus chicos es cuando piensa en rendirse y dejar de causarles ese dolor.

 

—Te tengo malas noticias Graves. Y sabes cuales son. Es algo que te he dicho muchas veces y dejaré de decírtelo si no me haces caso. No hay una cura, es imposible crear una poción permanente. El veneno se hace resistente conforme pasan los días. Hemos cambiado la receta tantas veces que he perdido la cuenta. Si no haces algo vas a morir de una forma tan dolorosa que no se lo desearía ni a mi peor enemigo —dice ya bastante molesta.

 

Kaori lleva sugiriendo eso desde hace un tiempo. Sin embargo Hobb siempre escuchó duda en sus palabras. Hay algo distinto ahora. La bruja no tiene ahora ni un ápice de dudas: no hay una cura, no hay una solución. Agradece que no diga delante de sus chicos que la única solución es la amputación.

 

—Sigue buscando, no puedo permitirme morir

 

La bruja no contesta nada, sacude la cabeza y desaparece.

 

 

~Actualidad

Está cansado, lleva varios días visitando el templo para forjar unas puntas de flecha y no obtiene los resultados que él quiere. La daga que oculta en su tobillo fue mucho más sencilla de fabricar, el acero sagrado aceptó con mucho más facilidad aquella forma. Lo hizo como si llevase años esperando ser una daga, como si la voluntad de los dioses le mandaran a tomar aquel filo mortal. Las puntas de flecha, sin embargo, están siendo un poco complicadas. Pero Hobb está progresando. El primer día ni siquiera pudo forjarlas. A día de hoy, logra crear puntas de flecha aunque no son regulares y se desvían al lanzarse. Falta más práctica.

 

También tiene otro proyecto en el que ha trabajado mucho tiempo. Es una arma y al mismo tiempo no lo es. No está completa, Hobb sigue buscando en los libros de los Paladines los hechizos correctos para poder terminarla. Seguramente, luego de la sesión de entrenamiento del día, se pondrá a trabajar nuevamente en esos hechizos. Espera que Vera llegue pronto para poder practicar en una pelea de verdad.

 

Aunque se ha dedica a trabajar desde mucho antes del amanecer, siento algo extraño en todo el templo. En los patios que se extiende por kilómetros hay un olor extraño en el aire: parece óxido. No le presta importancia aunque debería. Se limita a continuar trabajando. En ese momento está con el torso descubierto. En el pecho se ve una cicatriz que va de lado a lado. En el brazo izquierdo hay una cicatriz aún peor y es una herida que no ha terminado de cerrar pese a estar ahí por varios meses. No la tiene cubierta pues hacerlo aumenta el dolor.

 

Escucha algo extraño.

 

—¿Vera?

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