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○ Herbología y Astronomía ○


Cissy Macnair
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Marcus Argéadas

 

 

-Pensé que iba a dar Leyes Mágicas- miré el pergamino donde se encontraban los nombres de los alumnos que me habían asignado y luego lo doblé en dos, antes de meterlo en el bolsillo interno del impoluto saco de corte italiano.

 

La secretaria me miraba por encima de sus anteojos cuadrados de carey, con ambas manos cruzadas sobre el escritorio, sin aparente importancia sobre nada de lo que le estaba diciendo. Seguramente, como yo, algunos otros profesores habían tenido aquella pega sobre las clases en Castelobruxo y le habían ido con el mismo planteo. Quizá era por eso que los ojos azabache de la morena no se habían inmutado ante mi "consulta".

 

-Estamos algo escasos de personal, señor... Argéadas- miró sus notas para corroborar mi apellido, enarcando una sensual ceja del mismo color de sus ojos-. Curioso apellido- musitó, más para sí misma que para la conversación que intentaba mantener conmigo... O que yo intentaba mantener con ella-. Ya sabe... Por los conflictos bélicos- balanceo una mano delante de ella.

 

Ah, los conflictos bélicos. Me pase una mano por la barbilla lampiña y luego sonreí, mostrando mis perfectos dientes blancos y le dediqué una mirada de comprensión.

 

-Bueno, Herbología y Astronomía serán- concluí.

 

***

 

Tenía amplios estudios en varias áreas de la magia, aunque no me había instruido formalmente en ninguna escuela reconocida. Mis buenos años los había pasado luchando por causas de otras personas, la mayoría cuestiones políticas o económicas, donde simplemente había hecho lo que mejor se me daba: comandar y matar. Pero cuando me había cansado de los conflictos, la política, la puja de poder y los tiranos que sólo se sentaban en sus tronos esperando que les llevara las cabezas de sus enemigos, me había dedicado a estudiar. Había absorbido todo el conocimiento que pudiera e incluso más. Y cuando creía que ya no podía aprender nada nuevo, las eras pasaban y la mente humana continuaba contribuyendo con nuevas ideas... sobre todo formas de matar.

 

Me recliné sobre un árbol, apoyando la espalda sobre la corteza humedecida por el rocío de la noche. Me había quitado el saco para mejorar mis movimientos, lo que dejaba al descubierto la camisa de seda de color bermellón que se ajustaba a cada parte de mi cuerpo. Torneado, por supuesto, por años de ejercicio y entrenamiento militar, pero conservados eternamente luego de abrazo inmortal del vampirismo. Mi cabello hasta los hombros, aunque lo cortara volvía a crecer y ya me había acostumbrado a tenerlo así, desde el momento en que había pisado la adolescencia. Un vestigio, regalo quizá, de mi vida en Grecia, de mis raíces.

 

Miré al cielo estrellado. Las nubes se habían disipado lo suficiente para dejar ver la luna, que se asomaba perezosa entre las ramas de los árboles del Bosque Prohibido. Había elegido aquella locación por poseer un espíritu sobrenatural, más allá de la magia conocida. Era como si, de alguna forma, aquel lugar estuviera imbuido por toda la magia que había sobre la Tierra. Y como el Bosque Prohibido, había otros muchos lugares en el mundo de forma similar. Pero allí, el camino me era conocido. También las plantas. Y había diseñado una esfera encantada, un domo protegido por hechizos para mantener a los animales alejados, que nos permitiría trabajar durante la noche tanto en las plantas que crecían sólo en aquel ambiente en particular, como en las constelaciones que se alzaban firmes y brillantes en el cielo. El domo también poseía un hechizo de aumento, que hacía que no fuera necesario poseer telescopios u otros elementos de Astronomía, aunque sí los había llevado en el bolsillo de moke del saco.

 

Las lechuzas habían sido entregadas temprano y el mensaje era simple:

 

Bosque Prohibido de Hogwarts. 22:00 hs. No faltar.

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@@June Miller

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Editado por Niko Uzumaki

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Alessandra miró fijamente a Sócrates que volaba sobre la mansión Delacour, después de su huida de la clase de Astronomía había tenido que volver a inscribirse para hacerla con su hermana, June, con quien compartía el sentimiento de camaradería cuando se acordaban la una a la otra, una sonrisa apareció en sus labios al pensar en aquella bruja con quien siempre discutía quién era la mayor de ambas.

 

El aleteo de una lechuza captó la atención de la Delacour que levantó la cabeza debajo de un árbol alrededor de la mansión, para ver incluso como aquella ave trataba de escapar a la vista de Sócrates, suspiro recordando que Kamra odiaba que lo sacara a "pasear" pero no se había esperado que una lechuza fuera a su encuentro. Alessandra estiró la mano para que la parda ave se sentara en su mano donde dejó caer un sobre con el sello de la escuela Castelobruxo.

 

-No te emociones mucho, pronto debes irte- le recordó a su dragón que gruño en respuesta.

 

Le fastidiaba un poco que los profesores solo fueran de muy pocas palabras en sus notas pero ya hace tiempo había dejado la enseñanza así que le quedaba callarse todo aquello, observó la nota en sus manos unos segundos hasta que decidió disfrutar su poco tiempo sola con Sócrates, el aleteo del dragón hizo que se durmiera unas pocas horas para cuando se despertó ya era de noche y corrió a cambiarse de ropa.

 

Astronomía, aquella materia no debía ser muy movida ya que estudiar el cielo no era su gran afición aunque admitía que le llamaba la atención por lo poco que había visto con anterioridad, colocandose unos jeans negros, una camisa azul oscuro, un saco negro y su varita desapareció rumbo a su clase.

 

Sus pies al tocar en suelo se tropezaron con unas raíces que no distinguió porque se dobló por la mitad para colocar su rostro detrás de un árbol de tronco grueso y expulsar su cena, debía hacer con urgencia el libro de druida porque aquella forma le hacía mal al bebe y volar, bueno no era aficionada a ello aunque el padre de la criatura si lo fuera. Se pasó una de sus manos por sus cabellos rubios que estaban desordenados para juntarlos a todos en una cola de caballo alta.

 

-Buenas noches profesor...Alessandra Delacour, encantada- saludo y se presentó con un asentimiento de cabeza mientras recorría a su alrededor buscando a la culpable de su hermana.

 

Era culpa de ella que estuviera nuevamente cursando aquella materia, a lo lejos vio una figura acercarseles lo cual hizo que se relajara ya que al menos era la segunda vez que le tocaba con personas que eran su familia.

 

-Te tardaste- la acuso -¿que te detuvo?- le preguntó con los ojos en blanco observando cada movimiento de la bruja.

 

 

 

@@June Miller

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Nunca había sido demasiado fan de las plantas ni de la naturaleza, en general, pues su espíritu cosmopolita lo había llevado a desenvolverse en grandes ciudades, todo lo contrario al ámbito rupestre y sus características. Pero sabía que era necesario alcanzar la maestría en la rama de herbología si no quería vivir por siempre atado a gastarse los galeones en ingredientes para sus pociones. No es que se considerara un experto pocionista -bueno, un poco sí, después de todo se dedicaba a vender Elixirs- pero sí que podía presumir de haber trabajado ejerciendo incluso en misiones bastante complejas dentro del Departamento. Y es que, la famosa creencia popular de que en dicho departamento ocurren cosas de lo más extrañas no difiere de la verdadera realidad, todos traficaban objetos por debajo de los demás.

Eso había llevado a Matthew a hacerse en más de una ocasión la siguiente pregunta: ¿Por qué la dirección de Castelobruxo permitía acudir a los alumnos a lugares potencialmente peligrosos? Creó un Haz de la Noche y apareció donde Feyre le había indicado, uno de sus lugares favoritos... El Bosque Prohibido. Apenas había traspasado el espiral, sus botas tocaron el suelo humedecido, los arboles como si se encontrase dentro de un desierto vivo, el vaho que desprendía el lugar le daba un aspecto tenebroso y inhabitable. Pocas eran las veces en que alguien lograba dejarlo sin palabras. Y esa, sin duda, era una de ellas. Siguió el andar de un Thestral mientras se retiraba con una expresión que, ni queriendo, podría haber disimulado. Regreso la mirada al frente, a la fea criatura que le había alejado y luego clavo las pupilas en el domo extraño que había sido puesto ahí.

¿Sera ahí dentro? susurro.

 

Toc, toc... —pronunció mientras percutía la superficie de la lona con sus nudillos.
No hubo respuesta. Volvió a tocar y se dio cuenta de que la puerta estaba entreabierta. La empujo para entrar. Las mesas estaban despejadas a excepción de una, en la que se encontraba un cubo de color verde. Giró la cabeza para ver si había alguien más, y ahí estaban dos mujeres al final de la carpa. Su colega del Concilio, y alguien más, a quien desconocía. Se acerco al recipiente verde para examinarlo más de cerca. En cuanto apoyo la mano sobre el mismo, un torbellino de algún liquido se genero dentro de él, lo cual hizo que el gitano diera dos pasos hacia atrás.
Hola. carraspeo.
Su tono de voz, la rudeza de un acento que hasta el momento había pasado inadvertido, la rigidez de su postura elegante... El elitismo de los magos de sangre pura acababa de aflorar como curiosidad. Triviani no era una persona de muchas palabras, preferia no intercambiar demasiadas con gente desconocida, Feyre lo sabría, por lo que no tuvo necesidad de presentarse ante ella, se conocían. Por la otra, observo su antebrazo con disimulo, y noto la primera sección de su marca. ¿Compañera del bando? jamás la había visto, por lo que ella aun no tenia el placer de conocerlo.

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Marcus Argéadas

 

 

Una mujer rubia apareció dentro del domo. ¿Me había olvidado de colocar defensas anti-aparición? Parecía que sí, pero no me molesté en decirlo en voz alta. ¿Quién irrumpiría en una clase de la Academia, para empezar? Y, para continuar, ¿quién querría aparecerse justo dentro del maldito Bosque Prohibido? No, había que estar loco o ser un completo imb.écil para decidir hacerlo. Y entonces, ¿en cuál de esas dos categorías entraba yo? Sonreí a las caderas anchas y la figura de reloj de arena de la bruja frente a mi y no pude evitar que mis ojos celestes hielo brillaran con picardía. Pero un vistazo a la mujer bastó para saber que estaba esperando un hijo... Y no tenía interés en ser padre de una "bendición".

 

-Buenas noches, señorita Delcaour. El gusto es todo mío- saludé con un ronroneo en la profunda voz, cada palabra siendo totalmente cierta-. ¿Usted será alumna de Astronomía?- consulté. Apenas había dado un vistazo al papel que la secretaria me había dado, así que aunque recordaba vagamente los nombres y apellidos, de ningún modo había asimilado qué materia tomaría cada alumno.

 

Pero antes de escuchar la respuesta de los labios de la bruja, un hombre se apersonó dentro del domo.

 

-Triviani, asumo- fue el saludo escueto ante su pobre "hola"-. Profesor Argéadas, señor Triviani- extendí una nudosa mano hacia el mago, sin que se me escapara detalle de él.

 

Tenía diez centímetros menos de estatura que yo, pero eso no le quitaba porte y mucho menos elegancia. Un cuerpo esculpido quizá por el deporte, quizá por... Olfatee el aire. ¡Ah...! Licántropo. Esos seres estaban confeccionados por músculo, uno sobre otro, como si fueran un delicioso plato de hotcakes calientes. Uno podía obviar el olor a perro mojado lo suficiente para apreciar que la contextura física del noventa por ciento de los licántropos era bastante similar, con sus brazos y piernas fuertes, su olfato más delicado de lo normal... aquellos brutales caninos, peligrosos tanto en forma humana como en la de lobo. Pero lo que sobresalía por encima de toda aquella estructura divina, eran los tatuajes que parecían cubrir por completo al mago.

 

Mis ojos celestes brillaron, pero no con picardía, sino con cierto... deseo. Y un pensamiento bailó en mi mente, que dirigí directo a la mente de Triviani.

 

<<Delicioso>>.

 

Me pasé la lengua por los labios y miré el reloj en mi muñeca. Aún faltaba una alumna, pero eso no me impedía comenzar con la clase.

 

-Señorita Delacour. Tengo entendido que es la segunda vez que cursará esta materia. ¿Motivo?- no estaba siendo impertinente con mi pregunta, sino inquisitivo. Quería saber qué temas tocar con ella y cuáles obviar, para no recaer en la redundancia y aburrirla. Aunque, a decir verdad, si la clase le parecía aburrida bien podía irse... Yo no estaba allí para divertirlos, sino para enseñarles.

 

-Señor Triviani, tengo entendido que usted tomará Herbología- caminé hasta el centro del domo, donde una pequeña huerta armada hacía poco -por la tierra removida- poseía varios tipos de plantas diferentes. Dejé mi saco sobre el pasto, de forma despreocupada y señalé las plantas-. ¿Puedes decirme cuáles son estos cuatro tipos de plantas mágicas? Y sus propiedades, desde luego. No se preocupe, no le tomaré examen- sonreí, mostrando los pulcros dientes blancos, afilados. Un arma mortal escondida tras una sonrisa casual.

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Alessandra se ruborizó al darse cuenta que su hermana no era sino otra persona a la que le había hablado, desvió la mirada de forma muy brusca solo para hacerse la desentendida ante la confusión de todo el asunto, para su sorpresa y confusión parecía que su profesor estaba tratando de coquetear con ella. Ante el cambio hormonal que sufria decidió ignorar aquello, realmente quería aprobar la materia porque deseaba ir de apoco en su regreso a los estudios ya que esperaba anotarse a otro con Astronomía aprobada.

 

Antes de poder hablar la figura de otra persona llamó la atención de ambos pero Alessandra pensó que era su hermana al fina pero resultó ser un varón, al parecer le tocaba estar rodeada de varones aquel dia pero no le molestaba al contrario por la forma en que llamó la atención del profesor estaba segura que sería ignorada toda la noche solo para que ellos dos seguramente se fueran a enrollar en dios sabe qué lugar, porque en el bosque prohibido, dos hombres cachondos y de noche, a quien se le ocurrió armar así la clase con esos alumnos sin duda no se lo había esperado.

 

Alessandra se llevó una mano a la boca para tapar su carcajada, la expresión de quien sería su profesor al recién llegado le causaba gracia, <<malditas hormonas del embarazo>> pensó con fastidio, sería sin lugar a duda una laaaarga noche.

 

-Si profesor, seré su alumna en Astronomía- le avisó buscando de reojo a June. ¿Dónde se habrá metido? pensó con desconcierto siendo ella la creadora de aquella idea -bueno...es que una hermana se anotó en la materia y quería que la cursaramos juntas- le explico incómoda y avergonzada de que su excusa fuera tan penosa.

 

-Pero no logre avanzar porque cuando estaba por ver las estrellas, me fui- no quería que pensara que había estudiado algo y que le diera algo difícil solo por ser la segunda vez que cursara sino que deseaba ver en verdad las estrellas.

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Matthew se mantuvo en silencio escuchando a la mujer desconocida, y después observando a su profesor con cierta curiosidad, llevando su mano derecha sobre su barbilla en completo mutismo, hasta que esbozó una sonrisa al escuchar hablar sobre las plantas. Triviani tenia muy pocas bases en la materia, ya que nunca había tenido el interés suficiente en ellas, poco era lo que conocía sobre ellas, lo mayor fue por su trabajo en los tiempos libres dentro del Magic Mall como vendedor. Anduvo un poco más por el frondoso bosque en el que se encontraban, cerca de ellos observo un lugar donde podría sentarse, últimamente las rocas le parecían muy atractivas para él, para descansar.

Extendió su mano y saludo con desconfianza a quien se había presentado como Argéadas, y pronuncio su apellido. Solamente movió su cabeza para confirmar quien era, sus presentaciones siempre eran demasiado breves, era una persona más de acción que de palabras.

Lo siguió hasta adentrarse al domo, mientras le hacia unas preguntas. ¿Un invernadero subterráneo? pregunto en su mente, esperando que no tuviera la capacidad de leer su mente. Sonrió complacido, lo primero que pudo observar fueron cuatro plantas totalmente diferentes las cuales conocía, afortunadamente. Actualmente esas plantas habían llegado a los muelles en una embarcación clandestina.

Si, en esta ocasión tomare la clase de Herbología. respondió Esa es un Lazo del Diablo señalo la del medio A decir verdad, no tengo idea sobre cuales pueden ser sus propiedades, solo se que esa planta es capaz de matar a un ser vivo. añadió como curiosidad.

Luparia, Snargaluff dijo mientras observaba como palpitaba. Y ésa ultima no la conozco. devolvió su mirada negra hacia él y se distrajo por su peculiar sonrisa.

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Marcus Argéadas

 

 

Noté la mirada dubitativa de Delacour, pero vez de intimidarla con una de mis despampanantes sonrisas traviesas, decidí guardar compostura mientras explicaba sus motivos. En sí, no había dicho nada sobre lo que había aprendido o no en su clase con mi hermana, lo que me dejaba mucho terreno que abarcar, así que me incliné por empezar por lo más básico.

 

-Asumo que la hermana de la que habla es June- comenté, habiendo recordado brevemente el nombre corto de mi otra alumna, la que aún no se había presentado a la clase-. Bueno, espero que June al menos llegue antes de que la clase acabe. Pero como eso no lo sabemos, me temo que tendremos que empezar- fruncí los labios un instante y, luego, saqué mi varita de fresno. Con ella apunté hacia la parte más alta del domo, que poseía un aumento considerable que hacía ver las copas de los árboles demasiado cerca, casi ahogándonos. Allí se aclaró un poco la vista del cielo, como si el domo se hubiera hecho más delgado-. Me imagino que está familiarizada con los mapas celestes y los telescopios...-mi voz había bajado hasta casi convertirse en un murmullo.

 

Me alejé un poco de Alessandra para acercarme hacia Matthew, a quien había dejado observando las plantas en el pequeño macetero que se encontraba en medio del domo, cerca de donde estaba la alumna de Astronomía y de donde pensaba montar el telescopio para ella.

 

-Dame un momento- le pedí a Matthew y, luego, moví la varita para hacer aparecer un telescopio frente a Alessandra. El mismo se encontraba en la Torre de Astronomía en Hogwarts al momento de ser invocado, al igual que la mesita alta y cuadrada que invoqué a continuación, donde la alumna Delacour iba a poder colocar su mapa celeste.

 

El espacio bajo el domo no dejaba de ser de verde pasto del Bosque, así como algunas piedras y troncos. Había delimitado la zona del macetero y un jardín armado para aquella ocasión, lo que hacía parecer que estábamos dentro de un invernadero, sólo que el domo no era tangible, sino que era una masa de energía que nos protegía del resto de las criaturas que merodeaban por allí. El hecho de que fuera algo traslúcido era para que la luna pudiera iluminar bien las plantas que estábamos estudiando, además de servir para que Alessandra observara las estrellas en un medio contenido y seguro.

 

Me volví hacia Matthew.

 

-Muy bien con el Lazo del Diablo. ¿Qué propiedades tienen la Luparia y el Snargaluff? Oh, y esa de ahí, es acónito- señalé la planta en tonos púrpuras y azulados que era muy parecida a la luparia, excepto por su color-. ¿Podría decirme la diferencia entre el Acónito y la Luparia?- era una pregunta de Hogwarts, una que se hacía en Pociones y Herbología principalmente, pero que era muy útil para la vida en general, sobre todo porque el acónito era extremadamente tóxico y tenía ciertos usos que la luparia no.

 

Me giré hacia Alessandra.

 

-Señorita Delacour. Ajuste el telescopio hacia el Noroeste 30°. Estamos en el Hemisferio Norte... ¿puede decirme cuáles son las constelaciones más brillantes de esta época del año?- pregunté.

Editado por Feyre Rhiannon Macnair

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Habitación June 17:00 hrs

 

June estaba acostaba sobre su cama, cansada y pensativa, tenía muchas cosas en mente y realmente se sentía un poco exhausta, mirando el techo, totalmente desconectada de lo que le rodeaba empezó a quedarse dormida, siendo interrumpida por el sonido de un aleteo, miró rápidamente hacía la única ventana que tenía y vió una lechuza, a regañadientes abrió la ventana para recibir la carta y casi automáticamente se le vino a la mente la escuela Castelobruxo, ¡Mis clases! Exclamó casi como en queja, acto seguido abrió la carta para leer el contenido, uno simple, compacto. "Bosque Prohibido, 22:00 hr No faltar", soltó una risa. Este tipo me cae bien, pensó y se recostó nuevamente para sumergirse en lo suyo, convencida de que tenía tiempo de sobra.

 

Habitación June 22:25 hrs

 

La pelirroja se despierta de un sueño profundo, somnolienta se lleva las manos a la cara y se estira perezosamente, segundos después recordó aquella carta que le llegó y automáticamente revisó el reloj que traía en la muñeca izquierda, al ver la hora el corazón se le aceleró ¡Míerda! exclamó por todo lo alto, se puso de pie de un brinco y empezó a buscar algún atuendo mientras daba zancadas por todo su cuarto, cogió unos jean de mezclilla, un polo blanco pegado que le lucía muy bien, unos botines negros y una chaqueta negra en juego. Mi hermana me matar iba pensando mientras salía casi que corriendo, hasta que se le ocurrió que podría aparecerse y así lo hizo.

 

Bosque prohibido 22:35 hrs

 

En cuanto sus pies tocaron el suelo, lo primero que hizo es recorrer el lugar con la vista, buscaba desesperadamente a su hermana, mientras se inventaba una y mil excusas por su tardanza, en la habitación habían tres personas, reconoció a Alessandra por lo que avanzó a zancadas hacia ella.

 

¡Hermanita! dijo tan entusiasmada y lo suficientemente bajo, como para que no la oyeran. Siento la demora, la verdad es que me he quedado dormida, si, sí, venga fue culpa mía ¿Discúlpame si? se le adelantó a decir, mientras le daba un beso en la frente como signo de disculpas.

 

Se reincorpora y dirigiéndose al profesor se presenta. Buenas noches profesor, June Miller, siento la tardanza... tuve algunos contratiempos dijo presentándose, mientras sentía cómo le quemaban las mejillas de pura vergüenza.

 

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Alessandra miró a su compañero de clases, herbología, aun recordaba aquella clase, como habían tenido que crear sol con magia y después identificar las plantas, le había gustado la clase y al parecer su compañero parecía conocer lo que le estaban enseñando. Su profesor captó su atención cuando mencionó a su hermana, su ojo derecho comenzó a temblar al recordar a Miller, estaba segura que cuando la viera la mataba.

 

Argéadas había sacado su varita para manipular aquel domo donde estaban, sus ojos azules miraban todo maravillada a medida que se aclaraba el cielo y las estrellas brillaban únicas cada una en su punto.

 

-Un poco- admitió pero era tan terca que los usaría igual aunque se terminará perdiendo, siempre habia sido asi y duda cambiar alguna vez.

 

La Delacour dejó que su profesor se alejara de ella cuando le hizo aparecer un telescopio, una mesita donde trabajar y varias cosas mas, se acerco para admirar y estirar el mapa sobre la mesa, se moría por poner su ojo en el mirador y buscar, aunque le llevaría tiempo pero había tenido la oportunidad antes y su tía Hayame parecía saber tanto.

 

Suspiro.

 

La voz de su profesor la hizo sobresaltar cuando le dio su primera tarea, así que inmediato dejó todo para acercarse al telescopio pero en ese momento se le ocurrió hacer acto de presencia a su hermana, entre cerró los ojos cuando la llamo "hermanita" y cuando le dijo que se había quedado dormida le dio un golpe en la cabeza, no había podido evitarlo, solo ella podía dormirse cuando debía ir a clases.

 

-Estaba que te tiraba de las orejas si te veía- le dijo en un susurro para que su profesor no, notara que su hermana había aparecido unos minutos después de que la mencionan.

 

Rodó los ojos cuando sintió su beso en la frente pero sonrió cuando se alejó para presentarse Marcus, mientras que esperaba que su profesor le asignara algo a June, Alessandra se puso a investigar lo que el profesor le había dicho, el cielo estaba maravillosos pero busco el noroeste y ajusto el telescopio a 30 grados como se lo había dicho el profesor, reviso su mapa celeste para calcular que estrellas serian las que estaban brillando en ese momento.

 

-Profesor se refiere al triángulo del verano?- le preguntó consultando su mapa y telescopio - Altair, Deneb y Vega que se conectan con las constelaciones Aquila, Cygnus y Lyra-

 

 

 

 

 

@@June Miller

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Observo de reojo a quienes estaban ahí, parecía ser que la mirada del profesor y su peculiar sonrisa los ponía un tanto incomodo, soltó una risa entre dientes por la situación, era divertido como una simple apariencia podía generar todo tipo de emociones en un humano. Matthew terminaba de revisar las plantas luego de haberle dicho los nombres de cada una, con duda, realmente no sabia si se llamaban así, solo recordaba los garabatos dibujados por Ishaya... Su garganta se cerro por un momento, recordando la angustia que aquel nombre le proporcionaba, cerro los ojos y respiró para continuar con la clase.

 

Si respondió ante su petición.

 

Miró su alrededor y se preguntaba que clase de encantamientos poseía aquel domo invisible, para repeler a los que se paseaban por ahí husmeando, y las criaturas que podrían entrometerse a un invernadero en el medio del bosque. Giro su cabeza hacia el profesor, y lo miró mientras repetía sus primeras palabras y preguntaba sobre las propiedades de dos nombradas.

 

¿Acónito? preguntó y se alejo dos pasos hacia atrás.

 

Aquella hoja toxica se utilizaba para la fabricación de pociones que podrían atentar contra la vida de su especie. Era reacio a ese tipo de plantas, y preferia quemarlas de tener una oportunidad. ¿Puedo llevármela al finalizar la clase? realmente no quiero que caiga en manos equivocadas. apunto su dedo hacia ella, y esperaba una respuesta positiva por su parte, si no, de igual manera se la llevaría.

 

Una es una planta carnívora y la otra se utiliza para la creación de pociones. respondió con un tono gélido mientras acariciaba la primera Snargaluff.

 

Luparia y Acónito, ¿una crea la poción matalobos y otra la de ojos abiertos? no estaba seguro, no recordaba aquello y no tenia recuerdo de haber cursado Pociones alguna vez.

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