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Maestrías con Escobas - Meteorología


Niko Uzumaki
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- Asegura que mis alumnos no lleguen tarde por favor - Brent se había encargado de informarle a los estudiantes que tendrían que encontrarse con el patriarca de la Tonks en Roma a las 12:00 pm. Sí, Niko amaba la hora del almuerzo y qué mejor manera de iniciar una clase que comiendo pasta en Italia. Solo lo podría arruinar la presencia de alguno de los miembros de la familia Medici pero estaba seguro que no aparecerían.

 

Esta vez no estaba en dicho país como Canciller. Le habían asignado ser nuevamente el profesor de la clase de Maestría con Escobas pero esta vez tendría que enseñar Meteorología y no Primeros Auxilios. Sin duda un conocimiento que lo llenaba de muchos recuerdos porque lo había aprendido del antiguo patriarca de la Tonks. Tenía pensando ejecutar un viaje por el mundo para que su alumna pudiera aprender a dominar el vuelo en escoba, mientras podían experimentar diferentes climas y aprender de Meteorología con el Triviani.

 

- Bienvenidos a la clase - Los dos magos llegaron al restaurante en el que se encontraba muy cerca de Piazza Navona en donde empezaría su clase - Tendremos una gran aventura en esta clase, solo les quiero decir que no tenemos 80 días para completarla - Su referencia al libro muggle era evidente y tenía claro que ambos magos la entenderían. Había revisado su historial académico previo y había comprobado que fueran conocedores de los estudios muggles.

 

- Matthew quiero que me hables un poco sobre el clima de Roma - Deseaba conocer un poco sobre sus capacidades para describir el clima. Antes de aprender a manipularlo y a usar magia debía poder comprender sus bases y ser capaz de describirlas - Accio escobas - Las 3 escobas que usarían en el viaje llegaron hasta ellos tres mientras el Triviani hablaba sobre el clima de la capital italiana.

 

- Señorita, puede decirme a dónde quisiera ir? - Era un viaje sin itinerario definido, solo podría garantizarles volver a Londres antes de finalizar el día y esperaba que fuera después de haberle dado una vuelta a todo el mundo. Siempre contaban con la maravilla de la magia y los giratiempos para poder regresar un par de horas y tal vez hacer un poco de trampa para ganar tiempo - ¡Y con el cambio horario también! - Se lo recordó su mente.

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Castillo Triviani.

Matthew había estado esperando con ansias la carta de Castelobruxo donde le notificaban que su clase de Meteorología había iniciado, pero esta vez se habían tardado un poco más, haciéndolo pensar que de nuevo se vería obligado a cambiarse de conocimiento, afortunadamente no fue así. A decir verdad, Meteorología siempre le pareció interesante, mas que todo porque había escuchado que podría manipular el tiempo y desde entonces era lo que más ansiaba hacer, pero aparte de eso, estaba seguro de que debían haber mas cosas y eso era lo que le interesaba conocer.

Bufó.

Habia aparecido Brent. Ya lo conocía, y era por de publico conocimiento que el gitano odiaba aquellas criaturas despreciables, pero él, era diferente. Habia demostrado lealtad con su amo, en el corto tiempo que habían compartido. Le dio las indicaciones de donde debía presentarse, ya había estado en aquel lugar anteriormente con su madre, conocía los lugares más recónditos de todo Italia.

¿Alguien necesita un encargo? viajaré a Roma. gritó desde la cocina, mientras terminaba su café.

Materializo a Frida -su varita- en su mano izquierda y creo un Haz de la Noche; en forma de espiral, elevado a unos cinco centímetros del suelo que giraba en una sola dirección. Le dio un ultimo sorbo a su taza de café, tomo la chaqueta de cuero y lo atravesó.

Roma - Italia.

Tratándose de una clase de Meteorología, Matthew no entendía por qué debían encontrarse en la otro país, sin embargo no dijo nada al respecto y se dedicó a seguir las instrucciones mientras subían las escaleras hasta llegar al restaurante; allí se encontraron a Niko, su profesor, y a los que sería su compañera, Feyre. Con una sonrisa educada los saludó a todos y se sorprendió mucho de ver a Niko allí, pues no sabía que estaba de vuelta.

Enarco una ceja, al escuchar la incógnita. ¿Un trago primero?

Roma tiene un clima mediterráneo, suave, típico de la costa Italiana... Tiene épocas cálidas y otras más calurosas.

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Aparecerme no era una opción viable dado mi estado y la última aparición que había hecho me había dejado a punto de quedarme en cama por unos cuantos días. Usar un traslador no me motivaba en lo más mínimo. Pero ya había conseguido el permiso para trasladarme fuera de las fronteras de Inglaterra y no quería perderme la clase. ¿Cuánto tiempo llevaba sin subirme a una escoba? Quizá desde que había cursado en la Academia, hacía diez años atrás. Quizá más tiempo, no lo sabía. Antes había sabido mantenerme sobre ésta y, aunque no era de mis transportes preferidos, sí era útil.

 

-Fulgura Nox- era la tercera vez que había tenido que hacer el hechizo del portal para transportarme todo el camino hacia Roma.

 

¡Roma! ¿Por qué Roma? ¿Por qué no podíamos quedarnos en el húmedo y gris Londres? Sí, la capital italiana tenía su encanto, pero los turistas eran todo una molestia. Eso, sin contar que con la caída del Estatuto estaba lleno de magos hippies que iban haciendo trucos con sus varitas. Italia no estaba a favor de la caída, eso se había declarado en Inglaterra gracias a Aaron y sus decisiones disonantes, pero eso no le había impedido a algunos grupos desobedecer a las leyes del país que habitaban... o por el que estaban de paso. Incluso, si uno miraba bien de cerca, podía ver a los contrabandistas de objetos mágicos y pociones, ocultos entre los muggles curiosos.

 

-Curiosa locación, señor Canciller- fue mi saludo al acercarme a Niko Uzumaki-. Dos veces en dos meses... Algo debo haber hecho bien si me obsequia su bella presencia- bromee y luego saludé a Matthew con un asentimiento casual de mi cabeza. Nos veíamos todo el tiempo en la oficina del Concilio como para dedicarle un saludo formal y él era una persona de pocas palabras, así que respetaría esa distancia y no lo incomodaría mientras estudiaba. Tomé una de las escobas que Niko nos había conseguido, ni tan buena ni tan costosa como la colección que poseía Castalia, pero ciertamente nos transportarían. Me subí y di una patada para elevarme. Una oleada fría me recorrió-. Encantamiento desilusionador- asentí mirando a quien sería mi profesor-. ¿Cómo están las cosas por Italia, Canciller? Con todo este tema de la caída del Estatuto y nuestra tan preciada e inagotable guerra- pregunté-. Ehm, oh... ¿Vamos hacia Francia?- alcé una ceja mientras dejé caer la otra.

 

La vuelta al mundo, había dicho. ¿De verdad daríamos la vuelta al mundo? Me tambalee un poco sobre el asiento incómodo de la escoba. Manejar con una barriga de seis meses no estaba en mis planes, pero no quería dejar de tomar la clase y aprender un poco más. Tampoco quería parir en el aire y antes de tiempo, así que me tomaría el viaje con calma... Si es que el clima nos lo permitía. Yo no sabía nada de clima, quizá esa fuera mi siguiente asignatura a aprender, pero estaría atenta mientras tanto a lo que Niko y Matthew hablaban.

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- ¿Guerra? - Se negaba a hablar de este tipo de temas con personas que no fueran del gobierno inglés, aunque esa era su forma de decir que en realidad solo con el ministro lo hablaba. Así que evitó la pregunta mientras pensaba en la respuesta que Matthew le había dado. Una respuesta un poco concreta y que le faltaba un poco de profundización. Sin embargo, estaba seguro que en la siguiente ciudad lo haría mejor o al menos le tocaría hacerlo mejor.

 

- ¿Francia? No, hemos dicho vuelta al mundo así que no podemos empezar con uno tan cerca - Si querían poder terminar la vuelta deberían ser ambiciosos y de paso necesitaba que su alumna aprendiera a dominar la escoba - Ups olvidé decirte algo. En el camino habrá algunos obstáculos (aros, criaturas que atacan) que solo tu tendrás que lidiar con ellas - Era lo que le tocaba a los alumnos que querían aprender a dominar el arte de volar en escoba.

 

- Nuestro siguiente destino son las Pirámides de Egipto. Te esperamos allá - Niko y Matthew tenían una escoba para volar pero llegarían más rápido dado que no tendrían que lidiar con los obstáculos y un poco de trampa por parte del Tonks. Abrió un portal entre su ubicación y la de las pirámides que solo él y Matthew podrían cruzar. Su alumna tendría que llegar hasta allá volando y esperaba lo hiciera muy rápido si deseaba aprobar.

 

- Matthew, en la siguiente ciudad deseo que empieces a concentrar tu poder mágico en el manejo del clima - Estarían en un desierto y el Tonks esperaba que fuera capaz de generar un tornado de arena capaz de espantar a todo el mundo y uno que no pudiera predecir ninguno de los artefactos muggles. Era una tarea muy complicada para un alumno que recién estaba aprendiendo sobre meteorología pero nunca se había caracterizado por ser un profesor de poner tareas fáciles de realizar.

 

- Para ello te recomiendo pensar en qué necesitas para que se realice uno - Su tarea anterior le había permitido comprender las bases y aprender a describirlas. ¿Cuál era la utilidad de eso? Para aprender a manejar el clima y ser capaz de controlarlo a su gusto tenía que tener claro lo que necesitaba y las condiciones meteorológicas necesarias para que cada uno de los fenómenos climáticos sucediera. Sabía que empezar con los climas más cálidos le ayudaría porque siempre sería más complicado controlar la lluvia o la nieve y tal vez serían las últimas que aprendería a manejar en dicha clase.

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Responder una pregunta con otra pregunta era una forma clara de evitar un tema que, para darle crédito al Canciller, era complicada de responder. Yo misma había evitado formularla demasiado, pero no había podido resistirme al ver quién era mi profesor asignado. Más aún, desde la propuesta que me había hecho Aaron en la Botica -y que aún no había aceptado- me encontraba mucho más interesada en temas políticos que de costumbre.

 

Sonreí y no presioné para que respondiera, sobre todo porque tenía que prestar atención a sus indicaciones para poder continuar con mi aprendizaje de Maestría con Escobas. Otra cuestión era, además, que Niko no era muy dado a conversaciones largas y, para mi peor de males, Matthew tampoco. No sabía si agradecerles el silencio o detestarlo.

 

-Francia también forma parte del mundo- bufé por lo bajo, mientras ajustaba mi escoba.

 

Muy a pesar de mis pobres capacidades sobre una escoba, sí tenía una buena orientación y, además, un excelente entrenamiento, sobre todo en supervivencia. Había crecido en la Grecia Antigua durante un período de duras guerras, sobrevivido a un padrastro y un marido crueles y, luego, había tenido que entrenar cuerpo y mente como vampiro. Podía ser que no supiera muy bien cómo volar en escoba o que mis sentidos ya no fueran tan finos, pero al menos contaba con una brújula que extraje de mi bolsillo de moke.

 

<<Que los dioses me amparen si alguna vez pierdo esta chaqueta>> pensé.

 

Era una capa chaqueta moderna que había comprado hacía al menos ocho años en un Mercado organizado por los negocios del Callejón Diagon. Era azul oscuro, casi negra y por fuera parecía una capa corta, mientras que se ajustaba al cuerpo y abrigaba con su doble frizza, ideal para climas austeros. Y, por si eso no fuera poco, la habían confeccionado con un bolsillo con piel de moke, lo que me daba espacio suficiente para guardar algunos cuantos objetos valiosos que solía llevar conmigo: amuletos, algún libro, mis omniculares. Sí, tenía una gran variedad de cosas útiles allí. Además, una cartera sobre la escoba hubiera sido totalmente incómoda.

 

Escuché lo que tenía que decir Niko sobre mi prueba de vuelo e hice una mueca de disgusto con la boca. ¿No podía ser algo que no pusiera mi vida en constante peligro? Por supuesto que no. ¿Qué sería de la vida sin un poco de sazón? Esperaba que Hades no se enterara de esto... nunca.

 

Asentí a los dos hombres cuando Niko conjuró el Fulgura Nox y desaparecieron por el bendito portal, dejándome por delante la tarea de ir volando y cruzar el Mediterráneo.

 

Nápoles estaba cerca de Roma, así que me dirigí hacia allí primero. Mi idea era cruzar Pompeya y apreciar la belleza de aquella vieja tierra, antes de cruzar lo que quedaba de Italia rumbo a la isla de Malta. Sería una maravilla ver el Parque Arqueológico, donde habían encontrado los cuerpos momificados por acción de las cenizas del volcán del Monte Vesubio, así estuviera lleno de turistas curiosos con sus cámaras de fotos. ¿Por qué nunca había ido de vacaciones allí? Italia era lindo, pero no uno de mis lugares favoritos en el mundo.

 

Me encontraba sobrevolando el Monte Vesubio cuando escuché un feroz rugido. Allí también había turistas, más de los que me hubiera imaginado para un paraje tan aislado y, la mayoría se movían a pie. El pequeño colectivo que los llevaba hasta allí -uno por compañía turística- los dejaba bastante lejos del cráter y la caminata hasta la parte "interesante" tendría al menos unos veinte o venticinco minutos. Pero ninguno escuchó el rugido o vio las enormes alas oscuras que en aquel momento batían el aire alrededor.

 

-Ay, car.ajo- las palabras brotaron solas y antes de lo que había pensado, ya estaba sacando la varita-. ¿Para qué? Esas cosas resisten hechizos potentes- ni siquiera sabía a quién le hablaba, porque allí arriba yo estaba sola y con un hechizo desilusionador. ¿Pero qué estaba haciendo un dragón sobrevolando una zona turística plagada de muggles?

 

Ni siquiera lo pensé demasiado. Tenía que alejarlo de allí a como diera lugar, o los que estaban contentos sacando fotos y haciendo poses estú.pidas en el maldito cráter iban a terminar igual que los de Pompeya, pero sin volcán.

 

-Relashio- una tanda de chispas rojas saltaron de mi varita directo por encima de mi cabeza-. ¡Ven aquí, bestia tonta!- grité por encima del rugido del aire y el pitido de mis oídos.

 

El dragón me vio, era lo único lo suficientemente grande y apetitoso que tenía cerca. Y a medida que se iba acercando, noté que no era un dragón adulto, sino una cría de Ironbelly Ucraniano. ¡Una cría! Esa cosa era enorme, pero no era un adulto.

 

-Relashio- repetí.

 

Surtió efecto y el dragón comenzó a volar hacia mí, demasiado rápido y me alcanzó antes de que pudiera hacer lo que había planeado. Sus alas enviaron una ráfaga de viento que me hicieron tambalear en la escoba y tuve que apretar los muslos con firmeza para evitar caer, mientras me sostenía con una mano y enviaba otra tanda de chispas con la otra. El dragón giró, agitando las alas de forma feroz mientras medía su distancia hacia su bocado de mediodía. ¡No iba a morir comida por una cría de dragón!

 

-Ven chiquito- susurré.

 

Me sostuve en el aire con firmeza, mientras movía mi varita. Detrás de mí apareció un portal que daban directo a un paraje donde no había personas -al menos que yo supiera-. Mientras actuaba de carnada, enviando más chispas al aire, me quedé todo lo quieta que pude. El dragón se acercaba más y más y más... Y entonces, ¡zas! Lo esquivé de último momento con un movimiento brusco que me hizo deslizarme hacia un lado de la escoba, pero la bestia cruzó el portal, que se cerró detrás de él y tuve suficiente tiempo para volver a acomodarme encima de la incómoda escoba, acariciando levemente mi barriga. El corazón saltaba dentro de mi pecho y podía sentir los latidos en las manos y el cuello.

 

Pero estaba ilesa.

 

Sobrevolé el Templo de Apolo, lleno de gente en shorts y anteojos de sol. Luego, unos pocos kilómetros más allá, el parque se encontraba rebosante de energía turística. Miré la hora.

 

-Ahm... Sigamos- dije en un susurro, quitando las gotas de transpiración que habían aparecido en mi frente.

 

Era posible que el viento en lo alto fuera frío y fuerte, pero el dragón me había hecho sudar.

 

Una hora y media más tarde, de dar dos saltos en portales para sortear la inmensidad del Mediterráneo, por fin llegué a Egipto. Tenía las manos entumecidas, los ojos llorosos y las piernas acalambradas. Pero no dejé que nada de eso se notara mientras ubicaba a Niko y Matthew.

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Guerra... Aquellas palabras dieron vuelta por su mente, Matthew vigilaba de cerca a todos aquellos magos y brujas que podrían ser un potencial peligro para la integridad del Ministro y todos sus cercanos. Dudaba que en aquel momento tuviera que preocuparse por ello, solo ha de haber sido un comentario por la ciudad donde se encontraban. Le traía muchos recuerdos, tanto que inhalo profundamente y el olor a tierra húmeda lo relajo.

 

Parecía no muy contento con su respuesta, el gitano debía dejar de ser tan tácito en la situación y expresar un poco más con sus palabras, una tarea difícil, pero no imposible. El Canciller le había colocado varias pruebas con obstáculos a su compañera, aquella escoba parecía estar encantada para que la bruja no pudiera dominarle con facilidad, tuvo una leve intención de ayudarla con algo de trampa, pero en aquella situación con los ojos de Niko puestos en él, seria imposible, mordió su labio inferior y solo siguió sus instrucciones. Pirámides de Egipto... Nunca había estado allá, ¿o si? no lo recordaba, por lo que imaginaba que el clima fuera extremadamente seco, algo que no disfrutaba para nada, los climas calurosos.

 

Se dirigieron en la escoba hacia el lugar, pasando por un portal cambiando de continente.

 

Ahora le había pedido que concentrara toda su energía y generara un cambio en el clima, recordaba haber leído unos cuantos libros de Meteorología de su tío Ishaya, en la biblioteca que intentaron mantener oculta durante muchos años. Matthew había sido capaz de crear peores cosas que una tormenta de arena, o un tornado. Pero eran cosas totalmente diferentes, nunca había jugado con un cambio físico de un lugar tan inmenso.

 

Difícil seria poder crear una lluvia dentro de éste desierto. replico al Tonks.

 

Era verdad, con un clima tan árido, a lo mucho podría crear un espejismo sobre una gran fosa, donde dirigir a todos los muggles. Eso si seria del todo entretenido, pero verlos volar dentro de una revoltosa nube de polvo, aún más. Materializo a Frida en su mano izquierda y apunto hacia una de las dunas de arena que se ubicaban a unos diez metros aproximadamente de donde estaban ellos, aún mantenidos en el aire por la escoba, el gitano respiro profundo y conjuro un Ventus agitando su varita generando un pequeño remolino en la punta de su varita; para que la duna comenzara a desmoronarse, generando una especie de vórtice de arena fina desde el suelo y así, crecer hasta ser un remolino de un tamaño significativo que espantaría a todos los muggles de la zona.

 

¿Como puedo controlar su dirección? preguntó, le preocupaba que Feyre apareciera en la escoba y aquel remolino la arrojara lejos. No tenia intenciones de dañar a una persona con la que disfrutaba trabajar en sus tiempos libres.

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- De eso se trata la meteorología - Su estudiante no parecía muy interesado y estaba lejos de impresionarlo. Era obvio que para lograr dominar el conocimiento tenía que hacer cosas que parecen difíciles. El Tonks lo tenía claro y no necesitaba que se lo informaran, en realidad esperaba ver un poco de esfuerzo de su parte. Su remolino se empezó a formar pero no era lo suficientemente grande así que aún tendrían mucho trabajo por realizar junto con un cambio de actitud.

 

- Debes visualizarlo en tu mente. Imagina el tornado dentro de tu mente e imagina que lo puedes mover dentro de ella - Era un conocimiento muy complicado y que no solo consistía en invocar su poder mágico, también era necesario el poder de la mente para hacer movimientos o aumentar el tamaño. Tendrían que seguir practicando pero era hora de cambiar de sitio y continuar con la aventura y el proceso de conocer más sobre los diferentes climas.

 

- Bienvenida - Su alumna había sobrevivido al dragón que le había dejado en el camino. Abrió un nuevo portal para que todos pudieran cruzarlo. Su próximo destino sería Mahoutokoro en donde tendrían tareas diferentes cada uno de los alumnos de nuevo. Era una de las escuelas Mágicas y se encontraba ubicada en Japón en donde amaba estar y sabía que no tendría que preocuparse por sus labores como canciller en dicho lugar. Estaba alejándose del escenario de guerra en Europa.

 

- Me han informado que el buscador de uno de los equipos que está practicando ha fallado - No era una tarea fácil. Dicha escuela era reconocida por su excelente nivel en Quidditch y por su gran dominio del vuelo en la escoba. Su alumna solo podría presentarse de nuevo ante él si lograba atrapar la Snitch dorada. Sin embargo, había omitido decirle que el buscador del equipo contrario era el de la selección de Japón.

 

- Nosotros iremos al punto más lejano de la escuela cerca al mar en donde de nuevo tendrás que invocar algo - Estaba vez deseaba que creara un tifón el cual tendría que desplazar hacia el interior del océano sin causar ningún daño en las islas adyacentes. Por supuesto también tendría que evitar que impactara en alguno de los edificios de la escuela mágica o tendría problemas con él y con todos los arcanos que trabajan en dicha escuela.

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Por el aspecto que presentaba Matthew, parecía que él también había estado trabajando duro para adquirir su conocimiento. ¡Y yo que había querido poder ver la tarea que le daban! Pero eso no había sido posible, ya que me había retrasado bastante con el dragón. El saludo de Niko sólo me indicó que en realidad me esperaba de regreso y no que el bicho me comiera, así que a pesar de estar sudando mares y visiblemente cansada, asentí ante sus palabras y también a mi compañero de clase.

 

El Canciller abrió otro portal con su varita, parecía que tanto Matt como yo estábamos listos para seguir aprendiendo. Esta vez, las montañas del otro lado del óvalo mágico me eran conocidas, ya que había pasado los últimos tres meses viajando desde Mahoutokoro a Castelobruxo y, luego, de vuelta a Londres para trabajar y estudiar. No era de extrañar que en casa las cosas estuvieran algo tensas con Hades, sobre todo porque siempre me encontraba ocupada. El mago lo entendía, desde luego, pero no le agradaba que me exigiera tanto. Al final del día, cuando llegaba y me recostaba en el sofá de la mansión Ragnaventus y él se ponía a darme un masaje en los pies o a untar crema en la barriga de embarazada, yo simplemente me quedaba dormida. Nos veíamos poco y eso podía llegar a desgastarnos, pero él también que esas corridas terminarían cuando Kore naciera.

 

Crucé el portal casi sin prestar atención a lo que Niko decía. Mis ojos estaban en las montañas cubiertas por la incesante niebla que producían las nubes bajas. Siempre el clima era húmedo pero no parecía notarse en las inmediaciones del colegio, protegido con excelente hechizos meteorológicos. Era obvio por qué Niko había elegido aquella locación para Matthew, pero no entendía qué tenía que ver yo allí hasta que dijo Quidditch. Había jugado aquel deporte al menos una docena de veces en mi vida y era buena cazadora, pero nunca había intentado jugar en la posición de buscadora.

 

-Esto terminará mal- le advertí a Niko, mientras bajaba de mi escoba para recorrer a pie el camino hacia la cancha.

 

Mahoutokoro no era tan distinto en ese sentido de Hogwarts. Había un enorme campo de Quidditch rodeado por altas gradas, con los colores de la escuela en todas partes. Los jugadores ya estaban allí, con sus ropas y parecían que me estaban esperando. Algunos esbozaron una sonrisa cálida de bienvenida pero otros simplemente escondieron una sonrisa burlona. ¡Oh sí! ¡Seguro que me iba de maravillas!

 

-Bienvenida- saludó una estudiante de unos quince años, con un considerable acento al hablar el inglés.

 

-Muchas gracias- incliné la cabeza de forma respetuosa, como había aprendido a hacer en mis incontables viajes diplomáticos a Japón y luego me dispuse a ocupar uno de los trajes del equipo, que tenían listo para mí.

 

Algunos miraron mi barriga, quizá preguntándose qué tan rápida sería con ella cuando tuviera que volar peligrosamente entre los postes y los otros jugadores para intentar tomar la Snitch.

 

***

 

Diez minutos más tarde ya me encontraba en los cielos, aguzando la vista entre la neblina que parecía haberse retirado tras las gradas, como si estuviera controlado por un domo mágico invisible. Me había dado la mano con la buscadora del equipo contrario y aunque su rostro me resultaba vagamente familiar, no tenía idea de quién se trataba. El resto de los chicos, algunos mayores y otros de catorce o quince, parecían totalmente felices con la presencia de aquella jugadora. Como si fuera alguna especie de... estrella...

 

-¿Viste qué bella es Noriko?- preguntó una bateadora de mi equipo, acercándose en el cielo-. Atrapó la Snitch en la semifinal del Mundial del 2018 y por ella pasamos a la final, venciendo a Bulgaria... Esa vez sí que pudimos ganarles- dijo con entusiasmo-. Ahora su hermana menor ocupa su lugar... Sakura Sato- finalizó y luego se alejó, volando con gracia y batiendo el bate.

 

-¿Noriko Sato?- me puse pálida.

 

¡Esa era la buscadora del equipo nacional de Japón! ¡Me iba a aplastar como una mosca!

 

Mis pies temblaron un poco, pero ajusté mis piernas alrededor de la escoba y recé a todos los dioses conocidos porque no me cayera y aquello terminase en tragedia.

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Enarco la ceja y solamente lo sentencio con la mirada.

 

Estiró las manos cuando las palabras del Tonks se tornaron confusas. Todo lo que él le había pedido lo logro exitosamente, quizás no era lo suficientemente bueno como para que le gustara, tampoco buscaba impresionarlo, claramente era lo que menos necesitaba de su parte, era consiente de que la Meteorología necesitaba ademas de su poder mágico una gran concentración, lo cual intentaba tener y hacer lo que le estaba pidiendo. Claro, necesitaba un poco de ayuda de su varita para poder hacerlo, ya que el gitano no había nacido con una habilidad para controlar el clima sin ella.

 

Feyre había llegado de su largo viaje, parecía estar un poco cansada por el vuelo y vaya saber que cosas tuvo que haber cruzado en su camino para llegar hasta donde se encontraban ambos magos. Parecía ser que el destino de los tres cambiaría nuevamente, pero ahora viajarían todos juntos a través del portal que Niko había creado.

 

Habían viajado hacia donde vivían los Arcanos, aquel lugar que había visitado una vez.

 

Tonks le indico que debían ir más alejados de la escuela, cerca de un mar o algo similar, donde debería desempeñar una tarea nueva. ¿Ahora debía crear un tifón? no entendía como lograría eso, si jamás había manipulado el clima de tal forma; quizás solamente jugar con la forma de las nubes desde el techo del castillo, pero nunca algo a gran escala. Lo miró esperando que el profesor pudiera darle algún tipo de ayuda, consigna o incluso algún movimiento de su varita para poder realizar dicha tarea... ¿Como realizo un tifón en medio del océano? inquirió curioso, realmente eso le gustaba. Pero complicadamente, no sabia como hacerlo, ya que Tonks no se lo había enseñado, ni explicado en pocas palabras, por lo que intentó lo que pudo.

 

Lo de no destruir las islas que estaban ahí le resulto desalentador, ya que el caos era algo que había heredado de su madre.

 

Matthew sabia que los fenómenos aquellos eran creados por temperaturas de baja presión de climas tropicales. A diferencia de donde estaban, dudaba mucho que aquello pudiera formarse, más bien, podría ser un huracán o algo de similar densidad. Actualmente el clima estaba un poco húmedo y caluroso, por lo que las condiciones eran aptas para que el Triviani pudiera desarrollar con éxito la tarea, quizás no a la primera, pero lo intentaría.

Con su varita en la mano izquierda la levanto apuntando hacia las pocas nubes que habían sobre aquel mar calmo, cerro los ojos y se concentro en poder moverlas, apenas había logrado que una de las dos nubes se desarmara, formando una neblina. Abrió los ojos y suspiró, como si estuviera exhausto. Tenia ganas de ejercer el poder que tenia con ella y hacerlo más fácil, pero no sabia ningún conjuro para el clima.

 

Levanto nuevamente su varita y cerro los ojos, respiró profundo y en su mente visualizo las nubes juntándose para generar un espiral en el cielo. Pudo sentir como los arboles de su alrededor se agitaban un poco y solo se concentro esperando que la magia fluyera.

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La buscadora del equipo nacional de Japón era una luz sobre aquella escoba. Su destreza sólo podía compararse con la de otros profesionales y claramente yo no era una de ellos. Aún así, todo el equipo era amable conmigo, vitoreándome cuando me lanzaba tras Sato. Yo no podía ver la Snitch pero ella sí, o eso creía, y por eso la seguía de cerca todo lo que me era posible. Ella parecía disfrutar eso, sin presionarme como lo haría en un partido oficial. Era como si simplemente estuviera jugando, jugando de verdad y no compitiendo por ganar ese partido.

 

-¡Lo haces bien!- me gritó sobre el rugido del viento, ajustando sus googles con una mano mientras con la otra dirigía la punta de la escoba y trazaba una amplia curva a mi alrededor, luego de que yo me detuviera en medio de una caída, a pocos metros del suelo, justo en medio del campo de Quidditch-. Debes apretar menos las rodillas alrededor de la escoba, te lastimarás. En cambio, ajusta los pies en los pedales y trábalos para no deslizarte hacia adelante- me indicó, deteniéndose entonces a mi lado para mostrarme con su propio cuerpo cómo lo hacía.

 

-¡Gracias!- respondí, imitándola, moviendo mis rodillas para que estuvieran menos juntas y trabando los pies en los pedales traseros de la escoba, cerca de la cola. Me di cuenta de forma inmediata que aquello era más cómodo para volar y parecía mucho menos propensa a resbalarme hacia adelante que antes. Quizá con ese dragón sólo había tenido suerte-. ¿Qué haces en Mahoutokoro?- pregunté, esperando no parecer irreverente.

 

La bruja, que seguramente tenía unos veintitantos años, sonrió con amplitud y señaló el campo de juego y a los chicos sobre nosotras, que volaban marcándose, quitándose la quaffle, bateando bludgers e intentando derribar a sus compañeros.

 

-Siempre buscamos nuevos talentos en la liga nacional- respondió-. La mayor parte de los jugadores escolares de Quidditch, si son lo suficientemente buenos, tienen su posibilidad de probarse dentro de la liga antes de ir a la Universidad. Eso les da más posibilidades de trabajo. Una buena recomendación y consigues mejores empleos- se encogió de hombros mientras lo decía-. Cuando estás en la escuela, el Quidditch es un juego. Cuando pasas a la liga, es un deporte pago- agregó-. Los chicos se sienten más confiados si un pro les da algunas lecciones al mes- finalizó, sonriendo.

 

¿Así que eso hacía la liga también? ¿Entrenar alumnos para ser deportistas profesionales? Eso era maravilloso y no había oído que se hiciera en otra escuela mágica. Se notaba de lejos que los japoneses se tomaban en serio el progreso individual y en equipo. Ella seguramente era una de las tantas orientadoras que los chicos recibían en la escuela y ahora me gustaría saber qué otros trabajos irrumpían ocasionalmente allí para atraer posibles profesionales. Pero la charla no pudo seguir, porque un destello a mi izquierda me hizo inclinarme con velocidad, a la ves que Noriko hacía lo mismo. Las dos habíamos visto la Snitch casi al mismo tiempo.

 

****

 

La batalla fue dura, sobre todo porque Noriko tenía movimientos que yo no, pero eso no me impidió adelantarla un par de veces en mi carrera hacia la bola dorada que volaba con frenesí. Finalmente, no supe si fue porque ella me dejó hacerlo o porque realmente le gané en velocidad, pero logré atrapar la Snitch sin caer de mi escoba y mi equipo ganó 150 a 130, tan sólo unos veinte minutos después de comenzar.

 

****

 

Reboté con alegría en mis talones mientras iba hacia donde estaban Matthew y Niko, aún con la snitch en mi mano. Los chicos me habían dejado conservarla como trofeo y ahora la soltaba para dejarla volar junto a mí.

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