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· Quimera Lab · (MM B: 114262)


Frankie Triviani
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Cruzando en la esquina que da entrada al callejón Horizont, se encuentra oculta una peculiar puerta de madera de Álamo temblón, envejecida y algo gastada. Enmarcada en una pared de ladrillos de una amplia gama de grises. Lograbas ver en la zona superior de la puerta una imagen de hierro, donde se encuentra la quimera que da nombre al laboratorio.

La puerta es abierta únicamente al realizar tres toques, en forma de triangulo y al sentido de las agujas del reloj. Permite la entrada a una inmensa sala, con un fuerte olor aséptico, parecido al de los hospitales muggle. Los inmuebles todos blancos, decoraban la estancia de paredes gris francés, una recepción negra con un acrílico blanco del logo en frente, daba a una duende el espacio de secretaria mágica, remitía las llamadas a la oficina y contestaba correos y demás en la moderna computadora dispuesta para ella.

Muebles de espera pegados a la pared junto a una pequeña estantería de revistas y una mesa de café daban las veces de sala de espera. A su costado, una mesa mantenía botellas de agua apilados junto a una maquina de café instantáneo, a su costado una maquina expendedora con hechizo autorellenable que contenía desde golosinas y bebidas muggles hasta productos de Honeydukes.

Del lado izquierdo de la recepción, una puerta negra ocultaba la oficina principal del lugar, oficina que la propietaria administrativa usaba para llevar a cabo el papeleo de sus negocios legales e ilícitos. Oficina donde a su vez se reunía con los clientes que acudían de forma inocente al laboratorio.

El amplio pasillo a la derecha de la recepción llevaba a cinco puertas.

La primera puesta a la izquierda cerrada bajo un fuerte hechizo protector, defensora de los miles de documentos confidenciales que las propietarias guardaban secretamente, y ocultaban el papeleo de miles de experimentos que realizaban a plantas, criaturas mágicas, animales e incluso muggles que secuestraban.

La segunda puerta, también a la izquierda daba apertura a una sencilla sala de análisis donde realizaban las investigaciones relacionadas a la genética mágica y procedimientos sencillos de estudio sanguíneo. Diferentes maquinas de grandes tecnologías y de ultima generación daban los estudios más especializados y costosos del país.

La tercera puerta, siendo la primera del lado derecho daba las veces de salón de conferencia y reuniones, donde las propietarias se reunían con todo el personal e incluso con sus mejores clientes, una amplia mesa con cómodas sillas abarcaba el centro del lugar, al fondo una televisión plasma mostraba el logo del laboratorio, un minibar a la izquierda con una amplia linea de licores, y a su lado contrario un cumulo de diferentes sustancias ilícitas otorgaba tentación a los visitantes de la habitación.

La cuarta puerta, a un lado del salón de conferencia da entrada a un banco privado de sangre. Las propietarias reciben donantes constantes, e incluso extraen la sangre de los cadáveres de sus sujetos de prueba, justo antes de que la sangre pase a ser obsoleta. Las brujas dicen que la sangre es donada a quien lo necesite, cuando la realidad es que son dueñas de una amplia red de trafico de sangre, desde las más conocidas por la gente hasta las más extrañas jamás vistas.

Y la ultima puerta, al fondo en medio de todas, era una puerta que se abría con facilidad pero daba la bienvenida a una sala de reconocimiento, las tecnologías más avanzadas pedían a quien cruzara por ella un reconocimiento que empezaba por la lectura del iris, pasaba a una muestra de saliva, seguía con un estudio de las estructuras anatómicas y finalmente terminaba con un reconocimiento del ADN oculto en los vellos de las pestañas (puesto que la Triviani mayor era calva).

Solo dos personas tenían total acceso a esta área, Zoella Triviani, Frankie Triviani junto un acompañante que entre con ellas al lugar luego de dejar una muestra de sangre extraída por un piquete en el dedo indice de la mano derecha.

Realizado el proceso de reconocimiento se abre una compuerta que da al descenso de unas escaleras que lleva a un amplio laboratorio mágico de investigación y modificación genética, donde se pueden observar un grupo de mesas de investigación, ahí se encuentra el espacio dedicado a la investigación biológica de plantas junto a respiradores con enredaderas que otorgan el aire a todos los pisos subterraneos, una pequeña compuerta da apertura justo a donde ponen a prueba las plantas y un largo pasillo que lleva a un ascensor, donde se ocultan diferentes pisos.

En el segundo piso subterráneo, guardan en habitaciones aseguradas con la tecnología carcelaria más avanzada la gran cantidad de experimentos, realizados por la Especialista de Investigación en Hematología y Genética Mágica Frankie Triviani. Al final de las habitaciones, una amplia cantidad de bóvedas especiales, donde las brujas encierran a los experimentos más peligrosos y altamente delicados.

En el tercer piso subterráneo, una plataforma donde se llevan a cabo las operaciones genéticas más importantes de toda la investigación y experimentación de Quimera Lab. Inteligencia artificial suspendida desde el techo que controla en todo momento lo que los científicos bajo un maleficio controlador le ordenan desde la habitación de control, cumplen las ordenes de Frances Triviani, investigadora en jefe. Trabajadores muggles colaboran a la inteligencia artificial, cumpliendo con el trabajo del cual les ha sido obligados a cumplir. Por un pasillo a la derecha, una gran habitación mantiene en almacenes con químicos especiales, a los cuerpos de los experimentos en proceso

Cuarto piso subterráneo, aloja la división de investigación genética en biología marina, un espacio con estanques especializados para el almacenamiento de criaturas creadas y robadas por el laboratorio.

Quinto y ultimo piso subterráneo, guarda diferentes tipos de laboratorios pequeños, donde ejecutan los experimentos más locos y descabellados jamás pensados, modificaciones genéticas y mezclas entre los ADN de todo lo que a Frankie Triviani se le puda ocurrir.

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Afiliados:

  • Se aceptan voluntarios para los experimentos realizados clandestinamente en el laboratorio.
  • Todo perteneciente a la familia Triviani obtendrá 100 G por cada rol realizado (Deberá tener un mínimo de 10 roles mensuales).

Criaturas:

Objetos:

Elfos:

Link al topic de registro.

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La calva movía con gran destreza la pluma por sobre los pergaminos que tenía esparcidos por el escritorio. Eran altas horas de la madrugada, y el laboratorio se encontraba cerrado. La mujer sabía que su hija aún se encontraba en los pisos subterráneos, la rubia parecía una niña jugando con su regalo de navidad. Recientemente habían inaugurado el local, y los pisos subterráneos estaban repletos de muggles esclavos, que dormían en el misma construcción, en el segundo piso del lugar.

 

Triviani firmó el ultimo pergamino y dejó todo organizado en diferentes carpetas. Caminó a la habitación donde aguardaban los documentos y luego de pronunciar en su mente las palabras que la abría, archivó los papeles en su lugar correspondiente. Observó el reloj de su muñeca, marcaba las 12:49. "Frankie seguro tendrá hambre" pensó, cerrando la puerta para dirigirse al banco de sangre, donde tomó en una bandeja, un par de bolsas junto a dos vasos.

 

Sus pasos calmados se movieron por el pulcro suelo hasta la puerta de entrada al laboratorio secreto, donde cruzó y dejó la bandeja en la mesa del costado. Una voz robotica se escuchó dándole la bienvenida, mientras comenzaba con el protocolo de acceso. Un brazo se acercó a su ojo, donde una luz se movió sobre el ojo derecho de la calva, haciendo una lectura de su iris. A su vez, una pequeña pinza arrancó una pestaña del otro ojo de la ojigris, introduciéndole en un analizador de ADN rápido. La superficie donde estaba parada comenzó a girar, mientras las paredes a su alrededor remitían el reconocimiento anatómico, percibiendo las estructuras internas de la bruja con diferentes maquinas de Rayos X y Resonancias Magnéticas.

 

- Bienvenida Zoella Triviani - pronunció la voz, aperturando una cámara a su izquierda, que la conduciría al ascensor. Tomó la bandeja y bajó hasta el primer piso, donde se encontraba el otro ascensor que comunicaba los diferentes niveles del lugar. La bruja había preguntado a la inteligencia artificial que controlaba parte de la edificación, y le había sido informado del paradero de la ojiazul. Le ordenó llevara el ascensor al ultimo piso y paciente esperó.

 

Cerró sus ojos, mientras escuchaba los diferentes ruidos que a diario sonaban en el lugar, las criaturas clamaban por su libertad y el par de mujeres esperaba la llegada de la venta de ellos. Las luces blancas titilaron, la energía a esa hora comenzaba a tener ciertas fallas en todo laboratorio. El aura lóbrega que cubría el lugar no ayudaba al aspecto que a veces tenían los laboratorios. Pensó en como a veces ante la soledad del pequeños laboratorio improvisado del C.R.A.A. se sentía aterrada, cosa que solía suceder en ciertas partes de Quimera Lab.

 

Un p*** anunció la llegada al quinto piso, sus tacones resonaron por el desierto pasillo. Por su parte llegó a donde su hija estaba. Asomó su cabeza por la ventanilla de cristal y al tocar el botón a su izquierda, la escotilla de metal se corrió a un lado - Te traje algo de sangre, llevas desde temprano aquí metida - habló, acercándose a la mesa donde un cuaderno escondía anotaciones que la Triviani menor realizaba, junto al microscopio donde ella observaba.

 

Tomo dos bolsas de sangre y las vertió en los vasos. Para luego dejar uno a un costado de la bruja. Tomó asiento en una de las sillas del lugar y en silencio bebió del liquido escarlata.

 

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Oficina de Casos Criticos del C.R.A.A.

Un Día Antes.



-Si su hermano estuviera aun por aquí, ya se sabría algo. Lo hubieran visto, habría un rastro que seguir... -La voz del hombre que hablaba era profunda. Con la dosis justa de palabras en la oración que siempre dejaban a las personas queriendo mas -Pero lamento decirle que no lo hay -Termino.


-Tal vez ya sea hora de cambiar tus servicios por alguien que si sepa rastrear personas -Medito el vampiro en voz alta. La amenaza era latente - ¿No lo crees?


-Al menos si tengo información de la niña, señor -Retrucó el hombre con una leve sonrisa. Acostumbrado a trabajar en peligro.


-Dime -Pidió cordialmente Jeremy levantándose de la silla para caminar libremente por la oficina del CRAA.


-Abrió un laboratorio respaldada por Ghetava, señor. Funciona en Diagon y los rumores sobre cosas peligrosas que salen de allí no dejan de crecer.


-¿Cuando?


-Hace poco abrió sus puertas al publico, señor, pero hay quienes dicen que venían trabajando desde hace mucho tiempo a puertas cerradas en otra instalación secreta. Impactante para alguien expulsado de un país....



Quimera Lab.

Al Día Siguiente.



Jeremy se presento en el Callejon Horizont. Nunca le había realmente interesado ese apartado de locales que cruzaba el Diagon. Le parecia que era un lugar discreto donde las tiendas solían vender pequeños objetos para las personas de clase media y sin ninguna particularidad que lo hiciera resaltar. No dudaba que ideal para guardar secretos o... un mega laboratorio. Miró con vehemencia la quimera de la puerta, que daba nombre al propio lugar y que significaba tantas cosas.


Golpeó con mas fuerza de la necesaria la varita en los tres puntos que simbolizaban un triangulo, tal como le había dicho su espía, e ingreso segundos después al lugar sin esperar mucho de aquella visita. Mas que satisfacer su enojo. Porque si. Estaba furioso. Una vez dentro, lo que vio lo dejo sorprendido. Parecía una clínica muggle muy moderna. Habia gente esperando en la recepción para ser atendidos y parecían alegres. Pero Jeremy ignoro las sonrisas y las miradas curiosas que se voltearon a verlo. Fue al mostrado donde había una duende atareada entre llamados y anotaciones en una computadora.


-Disculpe que la moleste -Interrumpió el vampiro - Soy Jeremy Triviani. ¿Puede avisarle a Frankie o Zoella que estoy aqui? -Pidió con suma cordialidad.


-Enseguida... -Respondió la duende siguiendo con sus cosas y tal vez, si Jeremy tenia suerte, avisando de su presencia.


-Gracias -Agregó antes de ir a sentarse en uno de los cómodos sillones de la sala de estar. De reojo pudo ver las revistas del corazón con sus tapas escandalosas. Su padre estaba en varias de ella con su rostro sonriente en primera plana. Después de todos los problemas que había causado, eso era lo de menos. Tomó una para ojearla y leer que era lo que decían la prensa amarilla.




Editado por Jeranne Triviani

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Había perdido toda noción del tiempo. Solo sabía que era tarde, y hacía rato que los empleados se habían esfumado dejándome completamente sola en el laboratorio; también tenía conocimiento de que Zoella seguía en su oficina, pues no había pasado día desde la apertura que no se anunciara conmigo al llegar y al salir. Daba la impresión de que no desaprovechaba ninguna oportunidad de hablar conmigo.
No me era molesto, pero era una sensación extraña. La Triviani se entrometía solo lo suficiente y notaba que se esforzaba por darme espacio, lo cual agradecía demasiado. El día inaugural habíamos pasado casi toda la tarde juntas mientras me mostraba las instalaciones que, por mucho, superaron todas mis expectativas, pero después de ello mi atención solo lo dedicaba al trabajo y solo la veía cuando ella me buscaba.
Justamente estaba analizando un nuevo cultivo de células, mientras hacía algunas anotaciones interesantes cuando escuché su entrada en el quinto piso, donde yo me encontraba. Por cortesía, bajé el volumen del reproductor de música que tenía encendido para acompañarme, y que en aquél momento dispersaba por mi entorno las notas de una canción de rock suave; supuse que mi madre bajaba para despedirse, pero abrí los ojos con sorpresa cuando noté lo que traía en las manos.
—No tenías por qué molestarte —interpuse, pero no había sido consiente de lo seca que tenía la garganta hasta ese momento. Me empiné el vaso y me terminé la sangre de un hito, sintiendo cada gota revitalizar mi cuerpo. Podría ser extraño, dado que trabajaba todo el día con muestras de sangre, pero no estaba bien beberme todo el material de trabajo; el secreto estaba en contener la respiración cuando comenzaba a volverse insoportable. —Gracias, al parecer lo necesitaba.
Ella bebía la sangre de su vaso de forma lenta y delicada, como queriendo alargar el tiempo.
—¿Como fue? —inquirí tras un instante, sin poder contener la curiosidad. Me acerqué al microscopio y miré a través del ocular para analizar una nueva muestra que puse en la platina —¿cómo fue que te convertiste?.
Aguardé, sin dejar de trabajar, a que ella me contara la forma en que había dejado de ser humana. Cuando. Dónde. Quién. Ni siquiera sabía cual era su edad exacta, y pensé que escuchar su historia sería una excelente forma de llenar el silencio entre ambas. Y en cuanto terminara formularía una pregunta más para evitar que volcara la conversación hacia mí, cosa que de verdad me incomodaba.
Sin saber cuanto tiempo había pasado, la voz de la secretaria a través de la bocina llenó el piso anunciando la llegada de Jeremy al laboratorio. No me sorprendía en absoluto, pues ya había contemplado que no tardaría en hacernos una visita; no obstante, habría preferido que tardara más. Dirigí una mirada significativa a Zoella bastante clara con la que silenciosamente le decía "venga, atiéndelo tú".

 

 

 

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La bruja solo asintió a las palabras de su hija, y con calma decidió beber de su vaso, dándole un poco de compañía a la solitaria sala. La mujer solo hablaba lo necesario con Frankie, sabía que no debía de entrometerse más de lo debido o podría costarle la cercanía que hasta ahora la menor le había otorgado. Recordó los días anteriores, mientras en silencio bebió de su vaso, con parsimonia, extendiendo su presencia en el lugar antes de irse.

 

Ambas brujas poco habían cruzado palabras desde la inauguración, más que para anunciar cualquier imprevisto, o solo para saludarse durante las llegadas o salidas. Aunque Zoella respetaba la distancia con la rubia, hoy quería compartir un rato antes de irse, al menos en silencio. Recordó su reunión con Thomas y se preguntó si la ojiazul ya lo sabía, recientemente el mago había ido a visitarla y sospechaba que la razón era para hacer anuncio del conocimiento de sus padres. Sus ojos fueron a la nada misma, mientras a sus oídos llegaba la melodía rockera que se reproducia en el ambiente.

 

Había pasado un largo rato cuando la suave voz de Frankie llamó la atención de Ghetava, quien alejó el vaso de sus labios y giró el rostro a su hija. Frunció el ceño un poco, recordando cómo había descubierto su raza, durante los largos 89 años quiso saber el origen de ella, siendo totalmente diferente al de su madre, quien presuntamente era un demonio. Con su dedo, acarició suavemente la orilla del vaso de vidrio produciendo una suave melodía apenas percibida por el oído.

 

- Así nací, supongo que mi padre era un vampiro cuando embarazó a Candela. Soy mitad vampiro, mitad humano por lo que sé. Realmente no he buscando información alguna del origen de toda esta mezcla, pero sé que La Zingara es una demonio, por otro lado, de Ernesto mi padre, no se mucho, para no decir que no se nada - expresó, suavizando su expresión y observando su reloj de muñeca.

 

- Por 60 años he intentado buscar información alguna del origen de mis genes, pero recientemente apenas me he enterado de quien ha sido mi otro progenitor, a parte de Candela - agregó sin más, terminando de beber lo que en su vaso quedaba. La voz de la duende que mantenían como secretaria se hizo presente, anunciando la llegada del rubio hermano de ella.

 

Sabía que el mago acudiría al lugar durante los primeros días de apertura, para nada extraña era la presencia de él, más sabiendo que el mago mantenía un espía supervisando cada acción de sus hijos.

 

Zoella se levantó de la silla. Tiró todo en un tacho de basura y dejó los vasos sobre el carrito donde todo sería llevado a limpieza por los esclavos del lugar. Se acercó a Frances y tras una ultima mirada suspiró, a veces no sabía cómo accionar con la vampira, y con el reciente convivir estaba aprendiendo de ello - Anda a tomarte un descanso, llevas horas aquí - agregó, para alejarse rumbo a la sala de espera del laboratorio.

 

****

Los pasos de la Triviani llegaron por el pasillo a un costado del escritorio de la entrada, observó al rubio ojear las diferentes revistas del lugar y una suave sonrisa apareció en su rostro. La debilidad por el mago siempre estaría ahí, aunque ella se negara. Decidió ocultar el cosquilleo que aún provocaba en su estómago bajo, y resonó los tacones por el níveo suelo, llamando la atención de todos en el lugar. Sus largas piernas estaban cubiertas por un pantalón de tubo negro, junto a una blusa de vuelos en todo el pecho de color blanco.

 

Su calva, relucía bajo la luz artificial, y su rostro, inexpresivo, observaba las iris oceánicas del Magizoólogo - Jeremy ¿Me buscabas? Vamos a la oficina - indicó, como si de un cliente se tratara, manteniendo la suavidad en su tono de voz, avisó a la duende de que nadie la molestara y llevó sus pasos frente al escritorio, hasta llegar a la puerta negra, donde su oficina se ocultaba del ojo ùblico. Dejó al vampiro entrar de primero, antes de ella cruzar y ponerle el seguro a la puerta.

 

- ¿Qué haces aquí? - preguntó, con algo de rudeza, caminando hasta la silla del escritorio, donde se sentó para recostarse y subir los tobillos al escritorio. Llevó su lunar mirada al Triviani, y esperó en silencio a su respuesta.

 

 

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Para Jeremy que estaba concentrado en la lectura de la revista, dejo de ser interesante cuando leyó impresionado que Aaron usaba en su "cama de seis metros" sabanas de piel de Muggle, que se bañaba en sangre de niños inocentes pero sangre sucias y que sus dotes sexuales eran todo una leyenda entre las brujas. ¿Como era posible que fuera legal publicar aquellas babosadas? Con fastidio lanzo la revista al lugar de donde la había sacado. Definitivamente el mundo estaba en su peor etapa.


El olor de la calva fue lo primero que sintió antes de escuchar el sonido que hacían sus tacos al golpear el suelo. Paseo su mirada desde abajo hasta arriba con lentitud. Lo suficiente para que ella se acercara al mismo momento que llegaba a mirar sus ojos grises. Su expresión era de inocencia, pero dentro suyo sentía un hervidero de sentimientos pasados. Sonrió mientras se ponía de pie para recibir a la bruja, que hizo una pregunta y no se detuvo a escuchar la respuesta. Mas, la siguió hasta llegar a un lugar mas intimo...su oficina. Cuando escucho el clic del cerrojo, se dio vuelta a mirarla mientras ella lo esquivaba e iba a sentarse detrás de su escritorio. Como si aquello fuera alguna barrera que pudiera protegerla.


-Este negocio no esta informado en la lista de los que tenemos en la familia -Replicó, aunque no era la verdad que eso fuera lo que realmente quería - Debes saber que como Patriarca, debo tener las cuentas en orden y tu negocio esta desviando galeones que nos competen a todos. Es un grave error, Ghetava, y tú mas que nadie lo sabes -Agregó corriendo la silla y sentándose frente a ella. Si el escritorio era un muro, funcionaria para ambos lados.


-¿Porque Frankie no esta aquí dando la cara? -Preguntó de mal talante - Ya es hora que ocupe su lugar como hija de dos lugartenientes de la Marca Tenebrosa y nieta del mejor Ministro de la Magia en la actualidad -Fulmino con los ojos a la usurpadora - ¿No crees que ya es momento? Llámala.




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  • 5 semanas más tarde...

La Triviani mantenía un rostro de total fastidio cuando el comenzó a hablar, reviró sus ojos y decidió que no podía dejar que el mago le hablara en ese tono. Ya no era la inocente y enamorada muchacha que cuando el ojiazul deseaba podía manipular a su antojo. Pasó una mano por su calva y se rió con ironía. Juntó ambas manos sobre su abdomen y llevó la vista al archivador donde guardaba un par de papeles.

 

Se mantuvo en silencio, bajo la atenta mirada de Jeremy que la observaba con ojos chispeantes. Bajó los pies del escritorio, y con suavidad abrió la tercera gaveta del archivador, inclinándose para buscar entre los papeles, dándole a propósito la espalda al Mago Oscuro. Extrajo una carpeta que dejó sobre su escritorio y se sentó, sin mirar siquiera al hombre frente a ella.

 

- Desde cuando te interesa lo que hago con mis negocios - interrogó con suavidad, recordando como de la noche a la mañana el mago se había alejado de ella estrepitosamente y tomaba motes despectivos para dirigirse a su persona - Desde cuando siquiera te interesa cualquier cosa que haga. Que según tú soy una "usurpadora" y no quieres relacionarte conmigo - estiró su mano, tomando el bolígrafo que descansaba a su costado, para firmar la impresión que se escondía dentro de la carpeta, impresión que no permitía estuviera ante los ojos de Jeremy.

 

- ¿Aceptaste la idea de que tenemos hijos? Vaya, eso si no me lo esperaba. Thomas está ansioso por conocerte, él no es como Frankie, tiene un corazón noble. Creo que sacó pocos rasgos tuyos, por suerte - comentó, ignorando totalmente el hecho de que debía contestar algo con precisión.

 

Cerró la carpeta y alzó la mirada, observando con sus inexpresivos ojos al Lugarteniente - Los únicos negocios que debo informar a los Triviani son aquellos que lleven su apellido. Abrí este con el de mi padre, por tanto las ganancias de aquí no deberán desviar ninguna clase de vacuna a los Triviani, hermano. Y por si te queda alguna duda, Frankie no tiene firma dentro de ella. Su falta de licencia no le da la autoridad de abrir un laboratorio. Pero estoy trabajando para que el día de mi verdadera muerte esto pase a ser únicamente de ella - finalizó, poniéndose de pie y llevando nuevamente los papeles al archivador.

 

Guardó lo que en sus manos escondía y sonrió con sarcasmo, recordando lo ultimo dicho por el Black - ​¿Frankie debe dar la cara a quien? Ya está bastante mayorcita como para tener a su padre oliendole las faldas. Su lugar está donde ella quiera ocuparlo, que tu y yo seamos lugartenientes y que su abuelo sea el ministro no quiere decir nada. Si solo viniste a buscarme pelea, te agradecería que te fueras por las buenas, o si prefieres que llame a seguridad avisame y te escoltarán hasta la salida - espetó con enojo en su mirada, manteniéndose parada entre el escritorio y el archivador.

 

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  • 2 meses más tarde...

Alessandra necesitaba que la revisaran con urgencia, sus gemelos estaban muy inquietos desde aquel dia en la mansión del Von Alexandros, al haber roto aquella bola de cristal, que resultó ser un horrocrux, en su mano donde se había dañado con la daga su sangre había hecho contacto con aquel líquido oscuro que emanaba del objeto. Sus venas parecían arder en ciertos momentos de la noche cuando estaba sola y no entendía porque hasta que no vio su ojo izquierdo completamente negro y algo que le hablaba en su cabeza.

 

-No puede ser- se decía por décima vez a negarse a aceptar que alguna parte de aquella bruja Alexia estuviera contacto con ella.

 

Su vientre cuando eso pasaba parecía un globo a punto de estallar y estaba cansada, llevaba días sin dormir presentando unas largas ojeras y desde que se enteró que Zoella trabajaba en un laboratorio con los genes mágicos le había dado muchas vueltas al asunto hasta que se dispuso a ir sola a verla no quería preocupar a Kamra y menos al castaño, ya se lo imaginaba histérico y a ella torturandolo por molestarla.

 

Con su capa negra de viaje salió de la mansión Delacour a través de un portal hasta estar frente al Quimera Lab, no tenía tiempo de admirar su fachada, estaba nerviosa y con hambre, quería sentarse un momento y comer el chocolate que cargaba, veía la quimera del laboratorio pero se concentró en la puerta donde realizó tres toques, en forma de triángulo y al sentido de las agujas del reloj para que fuera abierta y dejarle ingresar al recinto.

 

La sala y el olor le hizo recordar a San Mungo, sonrió con nostalgia a su trabajo, aunque podía ir a que su padrino la revisara era mejor que no lo hiciera, vaya a saber que locura pasaba en el proceso antes de que la pudiera revisar y Zoella al menos era directa y menos sentimental, pensó. Se acercó a la recepción donde había una elfina escribiendo algo en una computadora muggle y arrugó el ceño ya que ella conocía muy poco de la tecnología muggles salvo la ropa que era lo que más le gustaba.

 

-Busco a Zoella Triviani- sentenció sin más mirando a la elfina con el rostro severo esperando que se apresurara en busca de la calva.

 

 

 

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- Ya la llamo - contestó la elfina con cortesía, la criatura parecía un mago experto en aquello. Tomó el teléfono y marcó una extensión hasta la oficina de la mujer. El teléfono sonó un par de veces antes de que la llamada se cayera. Marcó otra extensión, hasta las oficinas subterráneas e interrogó - ¿La ama se encuentra por ahí? - interrogó, para recibir la respuesta de su paradero. Tocó otra nueva extensión, y pronunció - Ama Zoella, una mujer rubia y embarazada la busca... Parece urgente. La dejaré esperando en los sofás - pronunció para colgar.

 

- Ya viene, esperela sentada en el sofá. ¿Quiere agua o algo? - ofreció con amabilidad, mostrando una sonrisa de dientes torcidos y faltantes.

 

 

ZOELLA TRIVIANI.

Triviani paseaba frente al nuevo experimento, una mezcla entre muggle y criatura, parecido entre basilisco y humano. Le recordaba al monstruo griego, ese llamado "Dracaenae", pero para su mala fortuna este experimento no había salido como lo esperado. El cuerpo sin vida descansaba sobre la mesa de la morgue del lugar. Los científicos estudiaban nuevas formas de transformar y unir los genes de dichas criaturas. Para obtener el final deseado, la Triviani pretendía vender aquello a cualquiera dispuesto a pagar su alto precio.

 

Se encontraba cruzada de brazos, escuchando las actualizaciones que le daban los hombres a su alrededor - ​¿Y donde esta mi hija? Preguntenle a ella, apruebo todo pero ella dará el último visto bueno antes de proceder - finalizó para escuchar la voz de la elfina de la recepción, quien la buscaba.

 

Triviani se despidió y salió rumbo al ascensor. La única mujer que conocía rubia y embarazada era Alessandra Delacour, y la urgencia de aquello le preocupaba ¿Había pasado algo con Dennis? Aceleró el paso por el amplio pasillo, sus tacones resonaban en el suelo de metal mientras acercaba sus pasos acelerados al ascensor. Presiono repetidamente el botón para llamar el ascensor. La peluca cubría su calva, cayendo en cascada por su espalda y rozando sus glúteos. Su cuerpo cubierto por un vestido negro entallado cubría su nívea piel, con mangas a tres cuartos de sus brazos y con un escote en V que culmina unos pocos centímetros abajo del valle de sus senos. La tela bajaba por sus curvas y llegaba a sus caderas, descendiendo hasta sus rodillas, donde una abertura en V invertida se observaba en la parte trasera de sus piernas.

 

El ascensor llegó, abriendo las puertas. Los tacones negros de aguja que cubrían sus pasos entraron en el frío aparato mecánico que ascendió al ella presionar el ultimo piso. Mordió su labios rojos, nerviosa por la incertidumbre de qué sucedía. Sus ojos grises miraban con cierto desespero el número de los pisos. Cuarto piso... Tercer piso... Segundo piso... El sonido de su tacón siendo movido con cierta ansiedad en el suelo era todo lo que sonaba entre las cuatro paredes.

 

Primer piso, las compuertas se abrieron y Triviani aceleró el paso nuevamente. Algunos hombres la llamaron y mientras ella caminaba los atendía - Lleven todo lo que deba firmar a mi oficina. Ahora no puedo seguir atendiendolos - cortó las conversaciones y peticiones de sus empleados en lo que llegaba a la puerta de las escaleras.

 

Se quitó los tacones y los sostuvo en manos, con trotes y de dos en dos llegó a la puerta de salida. Respiró profundo en lo que se colocaba sus tacones y alisó sus ropas. Arregló su cabello y abrió la puerta, salió con pasos lentos y una expresión calmada, ocultado todo el nerviosismo y ansiedad que su cuerpo sentía, preocupada por la urgencia de la presencia de la Rambaldi.

 

- Alessandra - habló con calma, tomando la mano de la nigromante para ayudarla a levantarse del solitario sofá - ¿Que sucedió? ¿Dennis está bien? ¿Los bebés lo están? - preguntó de forma atropellada, observando las orbes azules de la mujer.

 

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Danny tenía problemas financieros. Era extraño que alguien que viene de familias con alto poder adquisitivo estuviese sufriendo por algo así, pero el chico había decidido no disponer de la fortuna de sus familias sin antes intentar hacer algo por él mismo para ganar unos pocos galeones. Las pociones y artefactos mágicos no eran baratos y no era posible sacarlos con pagos a plazos como sucedía en el mundo no mágico, aquí era pagar de contado o de lo contrario olvidarse del objeto.

 

¿Un laboratorio?

 

Se pregunta al ver el anuncio del edificio al que el chico entra con sus papeles en mano. Llevaba, obviamente, su solicitud de empleo y un pequeño currículum que describía la experiencia que había adquirido al trabajar en otros lugares, incluso el de locutor de radio que tenía aún en la estación de su tío Demian. Aunque quizá no tenía nada que ver el ramo, Danny deseaba comprobar con eso que era un chico responsable y de confianza si le daban la oportunidad.

 

Hola... buen día...

 

Comienza saludando nervioso, muy atento a su alrededor ya que al ser sordo, podría alguien estarle hablando sin que él se diera cuenta. La única forma en la que el muchacho podía entender era al leerle los labios a la gente y un poco de lenguaje de señas que él sabía que no todos dominaban. Y espera ahí, aguardando la llegada de algún elfo o alguien en recepción y es ahí cuando se da cuenta de que había otra persona en las instalaciones. La mira con curiosidad.

 

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