$$ Comercio de Muggles $$

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Mmm como empezar la carta, o sea mucho habia pasado y la verdad es que algo tendria que escribirle a mi esponsor pues habia fallado miserablemente en la contencion de mis vicios. Mire de nuevo la hoja en blanco y respire profundo. Seria ideal escribirle o mejor presentarme para hacerme cargo de mis instintos basicos desbocados. Es que como controlarlos si todo el mundo estaba patas arriba, con tanto estres habia que desahogarse de alguna forma. Me acomode y comence a tamborilear mis dedos al juntar mis manos por as palmas.

 

-¨Mi muy estimada y deseada -no esto ultimo no- acudo a ti por la premura para charlar e internarme...he tenido una recaida. Sinseramente..Sean¨

 

Mire la nota y me parecio acertada. Sonrei satisfecho. Me levante y justo abria la puerta para bajar al salon para enviarla cuando una nota me picoteo en la frente.

 

-Y esto que es??? -dije algo sorprendido- es raro, no muchos saben que ya llegue.

 

Sin mas abri la nota...y lei el contenido. -S.S??? lo conozco de algun lado.??- Tal vez algun seudonimo que aun no me habia aprendido. Si debia ser eso. Me encogi de hombros.

 

Estimado S.S (ni idea de quin eres):

 

No...no estoy implicado, la trata de personas, magicas o no..no es lo mio. Pero sin dudas es un negocio muy lucrativo. Mas detalles en persona.

 

YO.

 

Si....asi estaba bien.

 

@@Xell Vladimir Potter Black

[Anthony R. Dracony M.]

Apareció en lo alto de la cornisa de aquella edificación, la punta de la capa tomo para echarla sobre su espalda cruzando el pecho al tiempo que se agachaba mirando aquella escena...

 

Era una callejuela oscura, una tenue luz de la punta de algunas varitas medio dejaban ver a unos cinco magos, tres usaban el lumus, sus labios encurvados en una sonrisa tosca, trataban de no hacer mucho ruiedo, los otros dos magos, empujaban a cuatro muggles que lucían bastante magullados, estaban atados de sus muñecas con los brazos a la espalda, también unas gruesas sogas los ataban del torso y era como si fuesen una fila humana... parecían las "presas" de aquellos portadores de magia. Muchos se estaban enlistando en aquellas caserías... era una nueva actividad, cazaban a los muggles y luego los vendían, siempre había gente "trastornada" para comprarlos, venderlos o cazarlos... el mundo estaba loco..... pero no tanto como él...

 

Uno de los muggles, el más maltrecho, cayo pesadamente de rodillas y luego se desplomo completamente al suelo jalando a los otros junto con él, era el momento adecuado... saco su varita y con gran gusto pronunció:

 

-- Vara de cristal- Sectusempra!!-- Con su gran puntería logro que aquel rayo equipado, se transformara en efecto y hiciera corte a los muggles, la sangre emano de sus heridas, volvió a lanzar de nuevo el ataque, deseaba que aquellos muggles murieran...después desapareció a donde se regodeará de su ataque...

[Romalo_LPZ]

Había escuchado el rumor que un negocio legal de comercio de muggles estaba abierto por los muelles, y me pareció una excelente oportunidad para poder obtener mas información para mi próximo libro, que disidí titular:"Pensamientos Muggle modernos sobre la Magia".

 

Así que busque al Chuck (elfo domestico) mas viejo de la mansión Triviani y me aventure hacia los muelles para poder canjear el viejo Elfo por un ser no mágico que me actualizara de la situación ahora que el estatuto del secreto había sido levantado. Aparecí justo en el marco de de la entrada del negocio donde se miraba un fructífero comercio.

 

Frente a esta entrada estaba la mujer que sabia era mi madre ocupada en su propia mente intentando tomar una decisión, pero no tenia nada que hablar con ella entonces decidí simplemente ignorarla y entrar. Dentro el escenario era algo oscuro, pero que mas esperaba de un negocio como este, >>que cada Muggle viniera adornada como árbol de navidad, no lo creo<< avance tratando de no llamar la atención, por lo que no encendí ninguna luz.

 

Alce la vista para encontrar en medio del salón al presentador que ofertaba cada Muggle, entre la audiencia encontré una cara muy conocida, nada mas y nada menos que el de mi abuela. -Hola Nanna!- le dije dando una enorme sonrisa, esperando que no note que le robe un elfo de su casa.

 

Entre las filas de los muggles que entraban todos ellos encadenados, vi un ejemplar perfecto para mi investigación, un joven de cabellos castaños que no parecía preocupado por la situación. Pero de la nada este calló y empezó a desangrar en el suelo. por lo que me vi obligado a seguir buscando mas adelante en la fila de muggles.

 

- Nonna me prestas para llevarme uno!- le grite a mi abuela @@Zoella Triviani al encontrar otro no mago perfecto para mi investigación un poco mas viejo y seguro lleno de historias.

 

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@@Lady Luxure Grindelwald@

[Malum Luxure]

Aun me debatía si entrar en aquel local, estaba segura que mi madre y mi hermana tendrían algo bastante turbio entre manos, claro con una fachada legal como siempre ya que es la mejor manera de actuar, tenia serias intenciones de sumarme ala negocio si me dejaban claro, tendría que tantear el terreno eso era seguro.

 

-Bue...- Estaba por entrar cuando un joven paso por mi lado, le mire rápidamente y pude reconocer a mi hijo.

 

Me debía una charla seria con él, quizá este no era el momento pero le extendería una invitación en la manera de lo posible para que también pueda conocer a sus hermanos, las casas, el negocio y desde ya se incorporara a la vida de la familia Luxure por que parecía muy integrado a la Triviani, también me debía una explicación mi madre pero eso también tendría su tiempo y lugar.

 

-Madre?...Frankie?.- Llame imitando al niño.

 

Mis ojos miraban todo con suma atención, los detalles eran precisamente lo importante a decir verdad. me interesaba mucho eso de jugar con químicos y obtener resultados extraños.

 

-Tú y yo nos debemos una conversación.- Le dije al joven lobo cuando me posicione cerca suyo, mis ojos estudiaron a Roma como siempre buscando el parecido pero a simple vista no había nada...una vez mas el detalle hacia notar que había algo mio ahí.

 

Esperamos simplemente en ese lugar hasta que la niña se presentara o incluso la calva...seguro estarían ocupadas.

 

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@Romalo_LPZ @Zoella Triviani @Frankie Triviani

[Zoella Triviani]

No pasó mucho tiempo luego de que Zoella junto a Frankie llegaran al laboratorio. La calva había decidido dejar a los muggles en mano de su hija mientras ella regresaba al muelle, quizás, consiguiendo algún otro par de muggles de los que hacerse como esclavos en el C.R.A.A. puesto que sus hermanos habían empezado a cumplir otras labores, y los tres habían dejado de lado un poco sus negocios.

 

Se traslado nuevamente al muelle, con su túnica volando con cada paso que daba. Observó a lo lejos a su hija adentrarse a un local y casi a los minutos a su nieto ¿Que tenían ese par ahora? Sabía que a más de uno, su poco tacto para soltar aquello dejó perplejo a más de uno. Más cuando ni pudo lograr criar a sus hijos, aunque realmente su nieto no lo crió al 100% ella, quien siempre cumplió con los deseos del menor, incluso aquellas ganas que tenía por recorrer el mundo.

 

Aceleró sus pasos y se adentro al local. Una subasta se llevaba a cabo y por lo visto la Luxure se había acercado a hablar con su hijo. Se mantuvo callada, distante. Escondida entre la multitud, esperando que no la vieran, al menos, por ahora.

 

@@Lady Luxure Grindelwald @@Romalo_LPZ

Off: Perdón la doble mención xD

Editado 23 de Junio del 2020 por Zoella Triviani

[Malum Luxure]

Mire un momento la nada...cual era mi intención al estar ahí verdaderamente, necesitaba yo muggles para algún propósito en concreto?. quizá para jugar con ellos de una forma retorcida como ya mayoría de los magos que se encontraban ahí, todos solían tener sonrisas falsas cargadas de oscuras intenciones que no dirían en voz alta.

 

-Necesitaría hablar con tu abuela.- Le dije en tono serio a mi hijo Roma. -Igual no te vas a escapar de una buena charla conmigo.- Le comente con una sonrisa tranquilizadora.

 

Quería el consejo de la calva sobre si era buena idea adquirir una nueva "mascota" en este lugar...no era muy seguro que mostrara mi faceta traficante tan a la vista...seguir siendo efectiva por lo bajo era la forma de ganar dinero, yo sabia de ello por los años de experiencia adquiridos con el tiempo.

 

-Madre....donde te has metido...no podrás huir de mi siempre. -Susurre por lo bajo.

 

Me estaba debatiendo si entrar dentro de las profundidades de quimera lab o volver a la subasta...podría preguntarle a Roma si quería venir conmigo y adquirir algo para el niño, seria mi primer regalo técnicamente para él luego de darle la vida.

 

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@Romalo_LPZ @Zoella Triviani

[Sagitas E. Potter Blue]

Mansión Potter Black:

 

Dormía. Hacía tiempo que no dormía varias horas seguidas así que, para una vez que había conseguido dormir, que una elfina me despertara provocó mi mal humor.

 

La culpa era mía, por supuesto. Mientras Harpo estaba desaparecido, había prohibido expresamente que nadie abriera la puerta de la mansión y ahora que había regresado, mientras descansaba y se recuperaba, se me había olvidado levantar el veto. Así, en aquellas altas horas de la madrugada, la elfina entró a mi cuarto a despertarme porque alguien preguntaba por mí en la entrada.

 

Maldije en voz alta. Lo sé, no es digno de mí, pero lo hice. Sólo quería estar unas horas más en la cama, un par de horas más sólo. Encima, por la ventana entraba el fresco de la noche, a pesar de estar en el mes de julio, en verano. ¡Maldito clima inglés! Además, no era lo único que entraba: los gritos masculinos de alguien gritando mi nombre y el de Xell se habían patentes aún desde la distancia. Alguien estaba en la verja, llamándonos.

 

-- ¡Voy! -- Fue lo único que dije pero con la mala leche de mi tono fue suficiente conocer mi humor así que la elfina desapareció.

 

Me puse una bata encima, larga, de las que se arrastran por el suelo. No la iba a manchar puesto que usé mi potestad como matriarca para aparecerme en el linde de los terrenos de la mansión con la calle de Ottery. Sí, había un hombre. ¿De qué me sonaba? Iba de negro, demasiado de negro para mi gusto, en la oscuridad de la noche, cubriéndose la cabeza con un sombrerito del mismo color.

 

-- Voy armada. ¿Qué escándalo es éste?

 

En la oscuridad, moví mi mano con un leve Lumus para que se viera mi varita y, a la vez, reconocer al visitante. La luz arrancó un destello blanco que hasta era doloroso, el salvacuellos que llevaba el hombre. Enarqué una ceja al reconocerle.

 

-- ¿Padre Andrew? ¿Qué está haciendo en Ottery? ¡Por los Dioses, entre, no se quede ahí fuera, que es peligroso!

[Xell Vladimir Potter Black]

Padre Andrew

En el exterior de la Mansión Potter Black

 

 

La carta que había recibido le había dejado en un estado de shock. Aquel hombre era un creyente extraño, que se había unido a la parroquia por su mujer, una creyente muy ferviente que había arrastrado a su marido a la iglesia. No era extraño verles cogidos de la mano en los oficios, él mirándola a ella con veneración. Era una pareja muy agradable y asidua a la Iglesia de Sant Bartholomew hasta que ella falleció, unos años antes. Después dejó de verle allá aunque sí por el barrio, que el hombre recorría ahora en solitario. Fue ahí cuando aprendió a conocerle mejor, fuera del ámbito religioso; fue cuando descubrió que era un Mago. El hombre de la cara llena de hoyuelos se lo confesó un día que iba algo ebrio.

 

La amistad que cultivaron fue la que llevó al Padre Andrew a comentarle los rumores que él había recibido en el confesionario: miembros de la congregación anglicana le comentaron que había muggles que desaparecían y eran vendidos como esclavos, algo que a él le parecía ignominioso. Ahora, tras haber recibido la carta hacía tres días, emborronada de sangre, sin encontrar al mago, se temía lo peor.

 

No podía denunciarlo a la Policía londinense pues tampoco sabría qué decirles, excepto que era un hombre huraño que ya no era un feligrés, que le echaba en falta y que... ¿le informaba de tráficos de esclavos con... no mágicos?

 

No sabía a quién recurrir, si al menos estuviera aquella linda jovencita o al falso cura que se había disfrazado de párroco... Decidió que era mejor ir a denunciarlo aunque tuviera que disfrazar un poco la verdad. Se puso la sotana fuerte para soportar el fresco de la calle y el sombrero negro.

 

Fue pensar en eso cuando el espejo que había dejado en la sacristía, se puso a brillar. El Padre Andrew se acercó a él, con precaución, aunque maravillado de la magia que sabían hacer aquellos magos. También había algo de envidia; tendría que confesarse por ello. Lo tomó con fuerza, esperando ver a alguna de las mujeres que ya había visto en algún momento a través de él.

 

No fue eso lo que ocurrió. Todo lo contrario, el espejo brilló con fuerza en un tono azul y él sintió ganas de vomitar. En realidad lo hizo en cuanto apareció en una acera, en el cajete de un árbol. Cuando se encontró mejor, notó que estaba al aire libre, frente a unas verjas. En el buzón, sólo un nombre: Mansión Potter Black. Entonces, lo entendió todo. Aquel espejo que le había regalado la jovencita sacerdotisa era algo más que un comunicador, le había dicho que si la necesitaba, el espejo le ayudaría. Y lo había hecho. Empezó a golpear las rejas y a llamar a un timbre:

 

- ¡Señorita Xell! ¡Señorita Sagitas! ¡Señorita...! - No recordaba el nombre de la otra mujer con la que también había hablado por el espejo, así que siguió repitiendo el nombre de Xell y de Sagitas hasta la saciedad, hasta que una mujer en bata se acercó a recibirle con una varita en la mano. El Padre Andrew sonrió puesto que la reconoció enseguida por aquel pelo violeta. - Le creo cuando dice que va armada con ese palo, señorita Sagitas. Uno de mis feligreses ha sido secuestrado por uno de ustedes y quisiera encontrarlo.

 

Fue lo único que pudo decir pues la mujer le ordenó que pasara. El Padre Andrew dudó un momentito y después avanzó sus pies al interior de aquel territorio mágico que le era desconocido. El párroco era muy valiente.

[Sagitas E. Potter Blue]

Mansión Potter Black:

 

¡Pobre hombre! No se merecía que casi lo arrastrara por el largo camino de acceso a la mansión tironeando de él por un brazo. A tiempo, había recordado que era un muggle y que tal vez no aguantara bien si lo hacia aparecer en la Sala de la Chimenea, que era donde me apetecía estar ahora mismo, al calentito de un fuego recién encendido. Aunque estábamos en julio, las noches eran frías en Ottery.

 

Además, el caminar me daba tiempo a pensar sobre varias cosas que me bombardeaban la cabeza. Una era cómo narices nos había encontrado. ¿Es qué había una guía de casas mágicas a la que tenían acceso los muggles? La otra era la del secuestro de uno de sus seguidores religiosos por un mago. Me pregunté para qué harían eso y en mi cabeza ingenua sólo cabía una venganza y poco más. Pero lo que más me preocupara es que aquel párroco pensara que yo, que nosotras, le podíamos ayudar en eso. Que hubiera salvado la vida de mi hijo Ithilion no le daba derecho a irrumpir en mi casa de madrugada a pedir ayuda a gritos. ¿Y si los vecinos, muy lejanos, era cierto, de la mansión se enteraban que un muggle era amigo nuestro? Tal como estaba la situación geopolítica internacional, ahora mismo ya no se podía afirma qué ni quién podía ser amigo.

 

A la entrada de la mansión, ante la puerta de roble, dudé en si dejarlo entrar. Creo que las armaduras entendieron mi duda porque se pusieron todas en posición de ataque, preparadas para sacarlo de allá si tomaba esa decisión.

 

Por cierto, es sacerdote...

 

A partir de ese pensamiento, mi lucidez y frialdad de pensamiento desapareció para pensar en temas de sacerdocio y de una charla larga de comparaciones en la que se me caía la baba sólo de imaginarla. Posé la mano en la puerta, ésta se abrió y las armaduras volvieron a su posición de firmes.

 

-- Pase, Padre Andrew, ésta es su casa. -- Esperaba que supiera que sólo era cordialidad social, no se lo tomara literalmente. -- Vayamos a la Sala de la Chimenea y allá estaremos más a gusto. Si me permite, iré delante para indicarle el lugar.

 

Soy amable y cortés, así que le dejé que se fuera deteniendo en las cosas más normales para mí y que para él seguro que eras maravillas. A estos muggles le sorprende cualquier cosa mínima de magia que para nosotros son cotidianas. Tardamos un poco por eso en llegar a la comodidad de los sillones, en los que le ofrecí asiento.

 

-- Si me permite, tendría que cambiarme por algo más cómodo. Vuelvo enseg... -- Fruncí el morro levemente. Si con algún muggle no tenía que disimular era precisamente con este párroco, que se encontraba dentro de una mansión mágica. -- Deme un segundo.

 

Moví la varita por encima y cambié mi aspecto desaseado con la bata de la cama y las pantunflas y aparecí con un jersecito de lana gris perla de cuello alto y unos tejanos cómodos, además de mis preciadas bambas violetas de cordones amarillos. Me senté frente a él y crucé las piernas. ¿Sería una postura correcta delante de un cura?

 

-- Bueno, ¿cómo narices nos ha encontrado? ¡Ay, perdón, no quería ser descortés! ¿Quiere tomar algo de beber?

[Matt Blackner]

Mansion Potter Black

 

Aparecí en la entrada, jadeando. Iba completamente vestido de negro, empapado a causa de la lluvia que caía en las afueras de Londres. El mundo se había convertido en una jungla, pero al menos sabía moverme por ella.

 

Caminé despacio, respirando hondo para recuperar el ritmo, mientras me quitaba la camiseta mojada y la presionaba contra mi cara para cortar la hemorragia. Esos estú.pidos contrabandistas pensaban que iban a espantarme...estaba mal, pero tenía que reconocer que había echado de menos las cacerías, los rastreos, y las peleas.

 

- Mamá, recuerdas aquella pista de... - comencé con tono alegre.

 

Pero me frené en seco al darme cuenta de que ella no estaba sola. La espalda de aquel desconocido, todo vestido de negro, me hizo ponerme alerta y apuntarle con la varita directamente a la cabeza.

- Quién es? Como has entrado en la Potter Black? . pregunté, caminando despacio hasta el hombre, sin bajar la varita. Todavía recordaba la puerta de la mansión destrozada, y conocía la historia de como el pobre Harpo había sido secuestrado.

 

- Estás bien? - pregunté, mirando un momento a Sagitas.