Prueba de Legilimancia #13

[Rory Despard]

Bel Evans Ollivander

Los efectos del antídoto brindado por Rosália fueron casi inmediatos, de manera que al traspasar el portal sentía como si todo aquel incidente con la adelfa no hubiese sucedido. Del otro lado del portal, la oscuridad de un estrecho callejón era rota por los faroles de luz mortecina que no hacían más que acentuar el carácter fantasmal del espacio, silencioso y solitario.

Al llegar a la esquina y doblar la calle fue que reconocí recién donde es que me encontraba. Estaba cerca del Detective Consultor Mágico, negocio que por años había mantenido junto a Garry Ollivander, mi ex marido y todavía una persona cercana a mí. Tragué saliva, fingiendo una determinación que estaba lejos de sentir, hasta que me detuve en el pórtico antes de ingresar, con una leve intuición de lo que podía significar que ese lugar, entre tantos otros, se hubiese materializado.

Ante la prueba del portal, mi mente era un libro abierto en la página más importante, y recreaba lo que en el fondo identificaba como un espacio seguro, un espacio que había en cierto sentido configurado lo que era ahora. Una vez dentro, ascendiendo por las escaleras empinadas y estrechas, contuve el aire mientras empujaba la puerta de la estancia, y me dejé llevar por el aroma a ajenjo y abedul. Una mucho más joven yo, con unos anteojos alfa que tapaban la mitad de su cara, escribía animadamente en una libreta los resultados del experimento que acababa de realizar.

― ¿Encontraste respuesta a lo que estabas buscando?― interpelé acercándome con cuidado mientras ella, sorprendida por la pregunta se quitaba los anteojos y se limpiaba con el dorso de la mano el sudor de la frente ― ¿o el por qué lo estabas buscando?

Ella rió, con una simplicidad que me hizo pensar en cuándo había podido sonreír con esa misma simpleza. En alguna parte de mi interior, intentaba no perder la concentración en aquello que necesitaba que era desentrañar que información se ocultaba tras toda esa construcción mental en la que me encontraba envuelta. Pero el distractor era poderoso, en la medida que me permitía observarme desde fuera, y empezar a comparar lo que había sido y lo que era.

El Detective consultor había cambiado sucesivamente su significado, de espacio laboral, a uno de refugio e incluso de escape. Pero ese cambio no se había operado solamente por causa de mis acciones sino también por cómo el intercambio con otros, desde clientes hasta el mismo Garry, había incidido también para que fuesen cambiando las dinámicas, los sentidos. En algún momento, el asunto me había colapsado tanto que había llegado a ser vil, egoísta y ruin, todos elementos que no me hacían sentir nada bien conmigo misma, pero que en mi tiempo de exilio había abrazado y perdonado.

La legilimancia podía y en gran medida era utilizada para manipular, y podía también perder al legeremante si se usaba de forma poco diestra, dejándose llevar por sentimientos y emociones incontroladas. Pero entonces, mientras contemplaba como mi yo joven se preparaba una taza de té, y acercaba la poltrona a la chimenea para sentarse, y atisbaba antes a la ventana porque sabía que Garry vendría pronto, entendí que la clave estaba en observar con paciencia y no forzar o desesperarse por encontrar un orden a lo que se veía. Que extraer información o ver en la mente de alguien más requería paciencia para aceptar que muchas cosas no encontrarían una explicación inmediata, y que quizá solo visitas sucesivas o el propio contacto con esa persona podrían complementar a lo visto.

Por eso era tan importante el ejercicio del pensadero, acercándonos con eso a una de las múltiples formas en que la labor de un legeremante se complementaba. En principio, podía parecer que verme haciendo pociones, tomando café y sentada en el consultorio no eran más que un resumen de actividades de mi pasado, pero solo una meditación paciente del asunto y la reflexión que hacía ahora de ello, eran las que hacían que la luz del entendimiento asomara para dar un significado más profundo: No era mi pasado, no era algo anclado, sino que era una representación de mi ser inmutable.

Una sonrisa de mi otro yo confirmó mis ideas, y me hizo sonreírle también. Todo el escenario empezó a erosionarse entonces, y en su lugar, volví a verme sola con la piedra del anillo de Rosália brillando en medio de una densa neblina blanca, como una prueba de la vinculación conseguida. Lejos de dramatismos innecesarios, esta vez estaba llevándome conmigo la experiencia valiosa de haber conseguido un aprendizaje sobre la base de los valores más humildes como podían ser la reflexión, la empatía y la paciencia.

[Melrose Moody]

Mel asiente antes de tomar el anillo que la arcana le ofrece. Es ligero y casi traslúcido. Se la pasa mirándolo casi todo el tiempo en que se encuentran en la sala por lo que, cuando Rosália indica que es hora de ingresar, ella alza la cabeza y le sorprende ver el portal ya abierto para ellas. Quizá es por eso que ni siquiera intercambia palabras con Bel. Sabe que el portal es capaz de recrear muchas cosas una vez dentro pero la información de la arcana la sorprende de todos modos, cómo puede variar, ser más agresivo o más sutil o utilizar herramientas de diversa índole en tiempo y espacio, para hacer que quieran echarse para atrás.

 

La bruja vuelve a asentir y se coloca el anillo en el dedo índice de la mano derecha. Ambos dedos anulares están ya ocupados, por lo que no son una opción. Al ingresar, parpadea un solo instante y eso es más que suficiente para que todo empiece a recrearse alrededor. Le recuerda un poco a su prueba de oclumancia porque vuelve a encontrarse en una reunión pero el parecido termina allí: no podría ser una reunión más diferente. Parece ser mucho más formal, en una mansión con enormes lámparas de cristal y puertas francesas que se encuentran abiertas hacia un jardín frondoso y aromático. Fuera se distinguen piletas y luces que cuelgan como adornos maduros de los arbustos recortados con precisión clínica.

 

Mel sostiene una copa de champagne al igual que muchos invitados. Un muchacho bien parecido, de ojos enormes, es el protagonista de la pieza, tocando con un entusiasmo contagioso, que hace que Mel piense en fondos de tonos rosas y blancos, burbujas y cosas saltarinas y agradables. La hilera de músicos en la parte posterior del entarimado no se queda atrás. Es un gran despliegue del concierto para oboe de Mozart. Mientras lo observa, se da cuenta de que las personas reunidas alrededor de él lucen extasiadas: no es casual. Al mirar con más detenimiento, nota también que todos en esa reunión están extasiados, tal vez encantados sea la palabra más específica. Sabe que su cabeza está haciendo alguna clase de símil pero no puede entender cuál, así que sale al exterior a tomar un poco de aire.

 

Fuera, la atmósfera también es calma y agradable. Hay una fuente que es similar a una pequeña piscina, rectangular, con fondo de piedra, donde el agua luce como si fuese de un tono cristalino, rozando el celeste. El aroma es demasiado agradable y Mel siente como si no tuviera ganas de abandonarlo jamás. Es solo que se da cuenta de que no es la primera vez que percibe un olor similar, se parece...

 

... al olor de los árboles frutales que se encontraban en tierra, antes de alcanzar el laberinto.

 

Cuando reacciona del todo, entiende que esa es su visión del mundo. No importa cuan cruel o despótico se haya mostrado éste en su vida o cuán corriente y simple pueda llegar a sentirse frente a otros individuos, no puede dejar de admirar la belleza que existe a su alrededor: individuos hermosos, música hipnotizante, trajes deslumbrantes, comida sabrosa, olores incomparables, luces, colores, personas, sonrisas cálidas. Más allá de las puertas del mundo, un hermoso jardín, exótico y brillante, miles y miles de cosas por descubrir; cosas que quizá otras personas antes que ella vieran ya pero lo que importa es que ella tiene la oportunidad de conocerlas. No solo eso, si no que todo es parte de un mismo prisma: explorar en sus mentes llega así de natural cuando se da cuenta de que todo eso se encuentra conectado. Todos son seres vivos en el torrente interminable del mundo y así mismo, cada mente tiene el mismo mecanismo. Entonces, no se trata de buscar recuerdos, o memorias, o información. La verdad no es igual para nadie, por lo que tiene que ir en busca de la raíz misma de las cosas, no del fruto. Su vida, puede resumirse en trozos incontables de información, uno tras otro, hechos que se traducen a la superficie con un filtro de bondad y maldad.

 

Si quiere saber, tiene que ir más allá.

 

Los hechos se quedan grabados en la retina al ser percibidos. Sus ojos, ven lo hermoso, ven lo bello pero si bien todos allí se encuentran extasiados, porque es la representación que ella misma está produciendo, los ojos ven otras cosas, las mentes fijan su atención en distintos puntos; en resumen, cada cual es distinto pero cada percepción tiene su raíz en el mismo punto, por lo que una vez encontrado, es posible canalizarlo y obtenerlo. Sin embargo, no olvida las advertencias ¿cuánto puedes obtener de esa forma antes de que tu propia verdad desvirtúe la del otro? ¿Cuánta invasión, cuánta interferencia en el flujo de información puede soportar una mente? Sin duda hay unas más fuertes que otras pero todas sucumben en algún momento final.

 

Sí, eso es lo que ella debe evitar a toda costa.

 

Un poco de información de aquí y otro poco de allá. Nadie parece realmente perturbado, si bien distraído por un momento. Es todo lo que necesita, mientras sigue admirando el espacio y recolectando las piezas de su pequeño rompecabezas. Una vez las ha obtenido todas y está segura de que está en lo correcto, se dirige directo hacia la que sabe que es la salida. Abre las puertas, que llenan su rostro de luz y el anillo en su mano deja de ser traslúcido, para convertirse en algo más...

 

Eso que ella estuvo buscando, quizá.

[Rosália Pereira]

Pereira observó cómo sus alumnas tomaron los anillos y la siguieron al portal, sin mucho preámbulo cada una cruzó a su tiempo mientras la arcana se mantenía intranquila, nerviosa. En contadas ocasiones se sentía así, pero esta era sin duda alguna la prueba donde más temía por sus alumnas, aún cuando demostrara no sentir sentimiento por sus alumnos. La empatía que había logrado sentir por este par de brujas era diferente.

 

Ambas cruzaron el inicio del final, donde el portal trajo a colisión lo que su mente sentía, cómo percibían las cosas, cada una a su modo. Mordió su pulgar suavemente, mientras se paseó lentamente por el interior de la pirámide. Estaba preparada para regresarlas en cualquier momento, aún cuando esperaba que aquello no sucediera, su dedo se mantenía sobre el anillo para presionarlo y traer, a quien lo necesitara, fuera. Calmarla de ser necesario e incentivar a volver para tomar a la prueba.

 

Más eso no sucedió, el anillo ardió fuertemente cuando ambas se vincularon, a la par. Bel fue la primera en salir, con una sonrisa en su rostro. Rosália solo pudo asentir y pronunciar suavemente unas palabras de felicitación para invocar un Haz de la noche para llevarla al frente del invernadero. A los cortos segundos Moody salió de la prueba con pasos lentos, el rostro comprensivo. El anillo se encontraba vinculado a ella, y la forma que había tomado era una prueba de ello.

 

Realizó el mismo proceso que con Evans, y finalmente regresó al invernadero. Tenía dos nuevas homólogas.