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Sunshine Valley


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Contrario a la creencia de Nash, los agentes que lo detuvieron sí contactaron a Eobard. El Black Lestrange, quien seguía teniendo residencia en Inglaterra, interrumpió sus aburridas actividades para ver de qué se trataba. Así, apareció en el pueblito de Sunshine Valley apenas unas horas después de recibir el aviso.

Mientras subía por la escalinata, esperaba que el atuendo de padre de familia de anuncio publicitario fuera lo suficientemente convincente para mezclarse entre los locales.

-Ah, ¡Nash Wells! -exclamó dando una palmada de triunfo. Apenas entró, lo divisó a él y otro individuo sentados en una zona acordonada, como si estuvieran detenidos-. No hay recintos antiguos aquí, es raro verte en un tranquilo complejo habitacional. ¿Quién es tu amigo?

Obviamente conocía a Nick, uno de los mejores investigadores en Boston. Si él estaba ahí, entonces algo gordo pasaba ahí. Gestionó su liberación con el agente que los retenía, argumentando que, como muchos otros, sólo eran personas curiosas de saber lo que ocurría en el pueblo. Cuando fueron liberados y finalmente abandonaron el recinto, Eobard se dirigió al par.

-Me debes una, no soy tu tarjeta de acceso total. Y espero que esto valga la pena, así que, venga, me cuentan de camino al sitio del desastre.

Antes de partir, Nash envió un memorándum a Claire, la joven que había visto a los dementores y se encontraba dando su declaración, por si quería acompañarlos. Regresaron a la misma avenida en la que habían sido detenidos, sólo que en esta ocasión, sí que se colaron a la casa en ruinas que Nash y Valentine encontraron en primer lugar.

-¿Por qué tengo el presentimiento de que se reunieron a cenar y la mitad murió de forma horrorosa? -inquirió Black Lestrange, tirando ligeramente del cuello de la camisa. El calor, derivado del uso del chaleco verde, comenzaba a abrumarlo.

Había oficiales que prevenían el paso a civiles, se las arreglaron para colarse sin tanto jaleo. Y cobrando uno que otro favor. La puerta, como en cualquier otro caso, salida de los goznes, los obligó a sacar sus varitas. Las ventanas que alcanzaban a divisarse, tampoco invitaban mucho a entrar, pues estaban quebradas, como si hubiesen lanzado a alguien al exterior.

Se adentraron a la zona cero sin más. Lo que fuera que le hubiese hecho a la familia, quizá seguía por ahí. El incidente no era tan pintoresco como el acontecido con la familia Carson en Honolulu, pero ofrecía panoramas similares.

Definitivamente no encontrarían dementores ahí; ocho ojos les observaron desde el techo a su llegada, ocultos entre la penumbra de la casa, como un depredador acechando a su cena. La verdadera pregunta no era cuántas había, sino, ¿quién había metido acromántulas de contrabando a tan pacífico pueblo?
Editado por Eobard Thawne
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  • 3 semanas más tarde...

Shelle Ridcklaud de la Hoya Gryffindor

 

La marqué un par de veces más y nada. Mi vieja amiga que había ayudado a escapar de las asquerosas garras de su esposo en Ribe, no respondía después de aquellos disparatados mensajes sobre dementores en el pequeño pueblo donde había planeado residir y reiniciar su vida junto al pequeño Tom.

 

Me recosté en el respaldo de mi sillón giratorio y perdí la mirada en la blancura del techo al tiempo que analizaba la situación. Llevaba demasiado tiempo encerrada en aquella oficina, recibiendo informes, haciendo editoriales y aprobando reportes, tapas, diseños, y noticias que los diferentes equipos de trabajo presentaban constantemente en temas relacionados a política, principalmente, economía, sociedad, deporte y cultura. Sin embargo hacía tiempo que no realizaba trabajo de campo y un par de días en las soleadas calles de Kauai con la excusa de una simple nota de dementores, bastaría para relajarme de tanto estrés y encierro de oficina.

 

Planifiqué mi agenda y me retiré inmediatamente de allí.

 

 

Sunshine Valley, Kauai

 

 

Claire me mandó un mensaje más, un encuentro con personas que parecían estar llevando una investigación por su cuenta ¿Investigadores privados, miembros secretos de MACUSA o simplemente aficionados?

 

Cualquiera de las tres opciones era válida si podían proporcionarme la noticia en primera persona. Acudí a la dirección que me había mandado la danesa y me encontré con un episodio de película, con policías controlando a la multitud con el anuncio de que “la situación estaba controlada”, una casa completamente desvirtuada ¿Qué había pasado en ese sitio? Aproveché que un grupo de personas se había puesto demasiado densa a unos metros de la entrada captando la atención de los policías que estaban controlando la zona del centro y lateral izquierdo de la entrada de la casa, aproveché que los del lateral derecho discutían con unos reporteros locales e ingresé a toda velocidad a través de una puerta sin goznes.

 

Me sumergí aún más en el interior de la casa, persiguiendo el desastre de la misma que iba incrementando hasta que me encontré con unos hombres que, supuse, eran los que Claire había mencionado ya que no parecían policías, pero algo más los acompañaba, una acromántula nos observaba desde el interior de uno de los cuartos, con su imponente presencia y su peligroso tamaño de al menos 4 metros. Saqué al instante mi varita. Lo que parecía ser un simple reportaje sobre supuestos dementores en Kauai, podría terminar como un trabajo para la Orden de Fénix, organización a la que pertenecía desde hacía no mucho tiempo.

-Siento que nos conozcamos en esta situación- dije a los señores -Pero Claire me llamó para que de una mano en el asunto, aunque no mencionó nada sobre ocho patas.

 

@@Eobard Thawne

Editado por Shelle Dumbledore B.L

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  • 3 semanas más tarde...

Ministerio de Magia. Londres

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El papel de pergamino cayó tan de golpe sobre su escritorio que la Snape lo observó por algunos momentos como si aquella cosa le estuviere soltando alguna clase de improperio que le hiz entornar los ojos; unos momentos después, alzaba la mirada con fastidio y flojera, observando a uno de aquellos ayudantes nuevos que ahora se sumaban a la plantilla desde que todo en el Ministerio se volviese un caos de locura

Protegiendo a su familia y a su recién nacida hija, el director del Departamento de Accidentes se había esfumado con el aire y la pelirroja, en desesperación por mantener aquel sitio moviéndose de forma correcta, trataba de llevar los papeles de trabajo que le correspondían al Director tan al día como se podían

Que Matt no pudiese decir que ella no le ayudaba con los pendientes!!

Y sin embargo, aquello que estaba escrito en ese pequeño pergamino, que había tomado de mala gana para leerlo como una nota escrita rápidamente y enviada a modo de aviso discreto (o al menos lo intentaba), le hizo fruncir la nariz

-Qué te parece que somos, el Departamento de Criaturas?... además, es territorio americano, no es nada donde yo tenga injerencia -bufó de muy mal humor pero su ayudante negó con la cabeza -ahora qué?... qué debo de entender por ese movimiento que haces, cuándo decidí que quería cambiar de trabajo?... soy de Magia Indebida en Londres.... no en el estado conquistado-a-la-fuerza de Hawaii...

-Quieren que le des un vistazo como quiera -respondió el ayuda con un tono bajo, tratando de no hacer enfadar todavía más a la Snape que ya se veía de bastante mal humor -solo quieren estar seguros allá arriba que no es nada que vaya a comprometer a alguno de los Departamentos en este lio...

La bruja se talló los párpados... en nombre del Señor Tenebroso, quién podría siquiera pensar que algo ocurrido tan lejos y fuera de sus fronteras, los iba a comprometer a ellos??

Aunque a esas alturas, ya nada le sorprendía...

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  • 2 semanas más tarde...

-De todas maneras deberíamos de ir

La hermosa bruja cuyos cabellos rubios como el sol bañado en oro caían en cascada por detrás de su espalda todavía dándole una apariencia infantil se había acercado desde donde se encontraba su propia oficina dentro del mismo piso de accidentes donde muchos años atrás la vida fuera parte del día a día de todos ellos, ahora dándole un otorgamiento de mirada severa a su hermana mayor y de preocupación también ya que aunque también era consciente como todos los demás de que muchos de los movimientos y de las personas que realizaban actividades en todo el edificio se habían estado retirando con el peligro de que les vieran en el exterior ella todavía sentía los llamados a la responsabilidad cívica de cumplir con su deber de forma cabal y de una manera u otra.

-Recuerdo que una vez hubo problemas con hombres lobos y a Heliké le dijeron que tenía que encargarse y ante la ausencia de nuestros compañeros creo que es nuestra obligación y nuestro deber el encargarnos de que el departamento siga funcionando y siga tomando parte de todo lo que signifique brindarle una seguridad absoluta al mundo mágico.


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  • 1 mes más tarde...

Matt Ironwood.

 

 

El alcalde Levaugnex los aguarda tras su escritorio con una cara de que demostraba infinito cansancio aún así sonrió al verlos ingresar y se incorporó como un resorte de su asiento para acercarse a estrecharles la mano. La sala se encontraba exquisitamente ambientada hasta el último detalle en los años cincuenta como el resto de todo el pueblo, hasta el elegante traje que llevaba el alcalde era de época.

 

-Encantado en recibirlos nuevamente agentes Ironwood y Bay – los recibió Levaugnex con su fuerte acento sureño que revelaba que no era de las islas. -¿Señorita Honeybee que hace aquí? – preguntó extrañado el hombre mientras saludaba también a la mujer.

 

-La señorita Honeybee fue atacada por dementores ayer en la noche – se apresuró a responder Matt mientras observaba a la bruja y dejó que la mujer contara el suceso.

 

-¿Dementores en Sunshine Valley? Pero eso es imposible – farfulló el hombre visiblemente cansado, se llevó los dedos a la frente exteriorizando ese sentimiento y sacudió la cabeza –No sé que está sucediendo en el pueblo, tenemos la noticia de que han vandalizado una casa deshabitada en “New France Street”, la policía y mi esposa ya se encuentran en el lugar… el asunto de Chase y ahora dementores – el alcalde se alejó y silenció el tocador de discos que emitía una suave melodía de jazz.

 

-Señor Levaugnex necesitó enviarle una nota a la Oficina del FBI en Honolulu para que se comuniquen con San Francisco y averigüen si han tenido problemas con los dementores que guardan Alcatraz, es la cárcel más cercana que los utiliza – Alan pidió.

 

-Claro, claro, tenemos unas lechuzas para mensajes, hablen con la recepcionista y ella les preverá de pergamino y tinta – respondió el hombre de Baton Rouge aun con la mirada clavada en la ventana que daba el jardín del exterior.

 

Matt podía sentir el pesar de aquellas noticias en el alcalde y podía entenderlo, Sunshine Valley era un sueño hecho realidad para él y su esposa y ahora parecía estar minado de problemas.

 

-Señor Alcalde cuenta con nosotros para lo que necesite, es nuestro deber velar por la seguridad y el orden en todo el estado – el Ironwood se adelantó con firmeza.

 

-Gracias, hay que llegar al fondo de todo este asunto, Sunshine Valley debe ser un ejemplo para el mundo de buena fe y cooperación entre el mundo mágico y el mundo no mágico – el hombre se giró hacia ellos – Los habitantes de Sunshine Valley no deben tener miedo en recorrer sus calles, llegaron escapando de la locura del mundo en búsqueda de un lugar que les brindara paz y la oportunidad de prosperar y eso les daré –

 

-La celebración de la Noche Azul será en tres días, nada tiene que salir mal, quiere que mi pueblo disfrute en paz y con seguridad, resolveremos esto – finalizó con seguridad el hombre y por unos segundos pareció recuperar todo la energía que hasta el momento no había mostrado.

 

 

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