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Prueba de Metamorfomagia


Amara Majlis
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Tres días le había dado Amara a Emily para poder pensar, practicar e imbuirse del conocimiento necesario para llevar a cabo la prueba. También, esperaba la Arcana, fuera un momento de reflexión para la bruja, para poder decidir si aquel camino que iba a emprender era el que en realidad estaba decidida a elegir para el resto de su vida. Quizá los magos y brujas novatos que entrenaba creyeran que ella era sólo un poco estricta y recelosa de su habilidad, pero no era así del todo. Amara amaba enseñar, sobre todo cuando la otra parte correspondía la enseñanza dada con genuino interés.

 

Mahoutokoro tenía su propio nicho de poder donde llevar a cabo las pruebas de habilidad, pero a la Arcana le gustaba mucho el sitio anterior ubicado en una zona de magia primigenia. Aunque habían abandonado la Universidad en Inglaterra hacía meses, Amara aún escogía aquella ubicación como su lugar de meditación, de paseo, de desahogo. Le encantaba pasear por el laberinto, inactivo cuando no se estaba realizando una prueba. O bañarse en las aguas del lago negro ubicado alrededor de la isla. Era simplemente un paraje hermoso que, al ser tomado por la naturaleza, sólo había sido enriquecido con mayor belleza de la que se podía expresar en palabras. Y justamente allí había citado a Emily.

 

-Bienvenida- la saludó cuando la vio llegar, nada más despuntar el alba.

 

Se encontraban paradas a orillas del lago, justo del otro lado de la isla, y una balsa esperaba para ser montada por la bruja junto a ella. Era la única forma de cruzar el lago, ya que los portales, las apariciones o los método convencionales de transporte -escoba u otro vehículo- no funcionaban en aquel espacio. Las aguas del lago, con sus aguas oscuras como brea, estaban tranquilas.

 

-Te he citado en este lugar y no en Mahoutokoro porque creo que este espacio aún posee magia muy poderosa que debemos aprovechar- antes de que se extinga, fue lo que no dijo. Porque tarde o temprano, la magia de la isla se iba a volver parte de la tierra e iba a dejar de habitar allí, para desplazarse a otros lados, como solía suceder con las fuentes de magia que se iban agotando o apagando-. Creo que ya tienes una idea sobre cómo se desarrollan las pruebas de habilidad, pero me tomaré la libertad de explicártelo de todos modos- cruzó sus manos delante de su pecho y miró más allá, hacia la Gran Pirámide que se alzaba tras un bosque susurrante.

 

-Lo primero que harás será navegar las aguas de este lago para poder llegar a la otra orilla. Pero no te lo tomes a la ligera, la niebla que habita el lago es un poco... impredecible y gusta de jugar con las personas se adentran en ella- comentó, con voz lúgubre. En efecto, cuando Emily comenzara su travesía en bote, una densa niebla caería sobre ella y la envolvería, trayéndole alucinaciones sobre cosas que hubieran pasado, que pasarían o que no eran para nada reales. La bruja iba a tener que discernir qué cosas eran de cuáles no, para, de ese modo, acabar con la niebla y llegar sana y salva a la otra orilla-. Cuando termines de cruzar, te daré indicaciones para cruzar el laberinto- y con un movimiento, Amara ya no estaba allí.

 

-Te estaré vigilando- susurró el viento, mientras Emily ahora se enfrentaba a la primera parte de su prueba.

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-Arcana

 

El saludo de Emily se acompaña de un ligero asentimiento de su cabeza. Luego, solo escucha las indicaciones sintiendo un aire de familiaridad en la primera parte de la prueba. Amara tiene razón, en alguna ocasión ya estuvo allí como parte de su camino para aprender a dominar la legilimancia, pero las circunstancias habían sido distintas, por lo que considera esa como una experiencia totalmente diferente… y distante.

 

Al recordar aquel momento, casi siente como si le hubiera pasado a alguien más, como si viera pequeños fragmentos a través de un pensadero que le pertenece a otra persona. No está segura el por qué, pero está consciente que no es la misma joven que había aparecido en su primera prueba casi sin preparación por el poco tiempo que le había dado la arcana Rosalía entonces.

 

Amara había sido más considerada. En el primer día, Emily se había encerrado en la oficina del simposio y buscado todos los libros asociados con metamorfomagia, pero al ver la inutilidad de aquello, simplemente decidió imponerse pequeños retos durante los siguientes dos días. Aun así, nunca iba a sentirse totalmente preparada. Allí, a orillas del lago, siente nuevamente la presión de no ser capaz de pasar la prueba.

 

Cuando las palabras «te estaré vigilando» son lo último que escucha de Amara, lo toma como el momento para empezar. Inspira profundamente y de repente nota que Matthew no ha llegado. Niega con la cabeza, pues no debe pensar en ello; después de todo, es un camino que debe recorrer sola. Mira su ropa y se quita la capa de viaje y la deja en un montoncito formado por pergaminos y otras cosas innecesarias que llevaba consigo, guardándola en su monedero de piel de moke.

 

No saca su varita mágica, pero sí cruza por su cabeza que podría aumentar su velocidad fácilmente con la ayuda de su aprendizaje como miembro de la Orden Oscura ¿sería eso considerado trampa? ¿o sería, más bien, considerado como utilizar sus habilidades a su favor? Mientras lo piensa, sus pies se mueven hacia la barca y se da cuenta que realmente no tiene la fuerza suficiente, entonces utiliza el control de su energía interna y empieza a remar. No lleva más de un par de minutos alejada de la orilla cuando la niebla invade la estancia.

 

Al inicio cree que nada ha cambiado, pero nota que todo a su alrededor es solo agua. No ve la orilla, no ve su destino, es como si el lago se hubiera extendido ¿acaso ha estado dando vueltas en círculos? ¿está perdiendo el valioso tiempo que tiene para llegar? Para su marcha y empieza a buscar a su alrededor. Al mirar fuera de la barca nota que el lago no la refleja a ella, sino a alguien totalmente diferente.

 

Y no es solo un reflejo, son varios que forman una hilera, como si quisiera que siguiera el camino que los rostros desconocidos marcan. ¿Estaba alucinando? Altamente probable. Su subconsciente le estaba diciendo que debía transformarse, avanzar, volver a transformarse y volver a avanzar. Quizás la situación era producto de todo el estudio previo que había hecho, quizás porque inconscientemente quería demostrar que sí podía dominar la metamorfomagia.

 

Entonces se enfoca en imitar el primer rostro: redondeado, cabello rubio cenizo largo y lacio, nariz respingada, ojos de un color azul muy parecido a la tonalidad del cielo que la cubre aunque no pueda verlo. Normalmente, no prestaría tanta atención a los detalles, pero se esfuerza al máximo por hacer aparecer hasta el lunar que se refleja justo en la mejilla derecha. Una vez que su aspecto es exacto y se asoma nuevamente a la orilla, el bote avanza solo, hasta una “siguiente estación”.

 

La mecánica es igual, ve un rostro y modifica el propio, siendo el encontrar el tono de piel exacto el mayor problema que encuentra. Realmente no sabe cuánto tiempo ha estado así, no sabe si hay alguna consecuencia por la contante presión impuesta por su mente. Aun así, no se detiene hasta que finalmente llega a la orilla.

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El trabajo en el lago fue arduo y un poco agotador, pero Amara se quedó mirando cada transformación que Emily perpretaba, todas echas con esmero y cuidado pero cada vez más rápido, como si su magia se estuviera asentando de una vez para darle a ella la capacidad de mejorar su técnica. La Arcana se sintió complacida, sobre todo porque había visto a otros estudiantes quedarse perdidos en medio del lago, navegando durante horas sin poder tocar la orilla hasta que habían podido entender de qué iba la primera parte de la prueba. Pero eso no ha ocurrido con Emily, que pareció estar preparada desde el comienzo para lo que fuera que aquello le iba a traer.


-Has comenzado bien- el susurró pareció provenir de la derecha de Karkarov, pero en realidad Amara se encontraba parada en la cima de las escaleras de la Pirámide, observando "más allá" de su vista. Era sabido que todos los Arcanos poseían todas las habilidades, aunque se especializaban en una. Todos poseían el poder y el don de extender su presencia por el campo de entrenamiento, como a veces llamaban a la prueba de habilidad, aquella isla misteriosa que poseía un poder envolvente y atrayente-. El laberinto es tu siguiente obstáculo y te encontrarás con algunas criaturas peligrosas a las que deberás vencer con tu varita y tu astucia. También hay algunas plantas no tan amigables, escondidas entre los setos, que no quieren que pases por allí- comenzó a explicar-. Puedes usar todos tus conocimientos en duelos, libros, habilidades y lo que sea que tengas al alcance, para sortearlos. Pero recuerda que hay otras cosas habitando el laberinto,más oscuras... y siniestras-.


Porque mientras Emily se adentrara en él, se daría cuenta de que aunque era la mañana, había zonas donde parecía haberse hecho de noche o donde las cosas no tenían sentido. Quizá la ley de gravedad no aplicara, quizá se encontrara con fantasmas de sí misma o de su pasado. La visión era diferente para todos, porque lo que hacía el laberinto además de atacar con su arsenal de plantas y criaturas, era mostrarle al incauto sus peores temores y contra ellos hacerlos combatir. Amara a veces creía que la gente salía un poco más loca, más asustada o más trastornada de ese laberinto, sin contar realmente de aquellos que se perdían dentro del portal.. algunos pocos a los que no podía salvar de la perdición.


-Como te dije antes, te estaré vigilando por si necesitas ayuda- la voz de la Arcana se extinguió como un susurro, rosando el oído derecho de Emily, para que luego se instaurara un silencio sobrenatural.


Al traspasar la entrada del laberinto, que a veces se dividía en dos o tres si había varios aprendices a la vez haciendo la prueba, se cerrarían los setos detrás de ella y la única forma de salir sería seguir adelante... o rendirse. Pero Amara estaba segura de que Emily no tomaría la segunda opción. La veía bien preparada.

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Cuando escucha la voz de Amara a su derecha, se sobresalta. Casi olvida que la Arcana está viendo sus movimientos y eso la hace más consciente de lo que hace, porque sabe que su margen de error es cada vez menor. Así es como la arcana le avisa de su segunda prueba: el laberinto. Las cosas nunca iban bien en un laberinto y Emily lo sabía bien. Aun así, se siente más confiada al saber que puede utilizar el conjunto de conocimientos que había aprendido a dominar hasta entonces y que si algo iba mal, podrían ayudarla.

 

Pero esa no es la idea, se dijo a sí misma. Se tomó unos minutos para recobrar el aliento mientras bajaba del bote. Siente la presión en los brazos y un leve cosquilleo en el rostro, no acostumbrado a cambiar tanto tan rápido. No tiene tiempo para pensar en aquello, solo puede avanzar. Al dar su primer paso dentro del laberinto las plantas le cierran la entrada y hace que tome su varita mágica automáticamente en su mano derecha. Debe pensar bien en su estrategia para no dar vueltas en círculos, por lo que empieza a dejar rastros por donde va caminando.

 

Camina derecho hasta donde puede y luego debe elegir. A la derecha, el camino parece tener menos interrupciones, por lo que gira hacia allá. Error. Si hubiera girado a la izquierda se hubiera enfrentado con cientos de criaturas venenosas y aquello hubiera sido tedioso, y a la vez, mucho más “fácil” para Emily, al menos como primer reto. En cambio, tenía que enfrentarse al lazo del diablo.

 

No ha caminado tantos metros cuando una neblina cae sobre el laberinto oscureciendo todo a su alrededor. Su primera reacción es detenerse y escuchar algún indicio que le indicara qué era lo que sucedía. Error otra vez. Sin darse cuenta la enredadera ya la tenía de los tobillos, presionándola hacia el seto que forma la pared del laberinto. No había nada más en el mundo mágico o muggle que Emily odiara más, siendo claustrofóbica.

 

Sí, les enseñaban sobre aquella planta en sus primeros años en Hogwarts, aunque la herbología nunca fue su fuerte. Cada vez que la enfrentaba creía que iba a morir. ¿Qué forma más lamentable podría haber? ¿Qué imagen atroz iba a dejar a sus sobrinos? ¿Tal vez Amara podría decir a sus familiares que falló la prueba enfrentando a un nundú y no a una simple planta?

 

Está divagando. No sabe si es por la niebla o si es por el miedo, que parece provocar que su mente no conecte con la solución fácil y obvia de invocar luz. Un simple lumos y saldría de esa situación lamentable. O usar la salvaguarda mágica y atravesar todo como si de un fantasma se tratara. ¡Diffindo!, dice, pero el rayo no corta donde debería, pues su brazo está también aprisionado por la enredadera, impidiéndole apuntar con precisión.

 

La presión en su mano es tan fuerte que puede sentir como sus dedos dejan ir su varita mágica. También puede sentir su respiración cortándose y casi olvida donde se encuentra. Casi, porque algo desde muy profundo de su ser le hace recordar que está allí para vincularse con la metamorfomagia, que se encuentra en una prueba y que no se puede dejar estrangular. Piensa que si fuera más delgada y pequeña podría liberar sus tobillos y escabullirse con mayor facilidad, agarrar la varita e invocar su patronus…

 

¡ESO ES!, exclama haciendo que su voz resuene como un eco. Entonces se aventura por la solución más complicada. Transforma la totalidad de su cuerpo en uno mucho más pequeño, con la contextura más delgada que puede, deshaciéndose de la presión y pudiendo liberar sus brazos. Se agacha como puede antes que la planta pueda envolverla y encuentra su varita. ¡Lumos!, exclama, haciendo que la punta de su varita brille y la planta retroceda solo un poco, suficiente para dejarla arrastrarse hasta el otro lado.

 

¡Expecto Patronum!

 

Al inicio solo son hilos de luz que no forman nada, producto del miedo que le impide que pueda hacer el patronus corpóreo, no obstante, es suficiente para hacer que el lazo de diablo retroceda aun más. Es suficiente para dejarla escapar. Corre por unos metros, la niebla se disipa,así como la sensación de ser estrangulada. Los latidos de su corazón vuelven a ser normales y su mente vuelve a tener la claridad usual.

 

Seguir avanzando luego de eso no es tan complicado para la bruja. La atacan criaturas de diferentes tamaños pero se salva haciendo que desaparezcan con el obsistens. Cuando cree que el camino que está recorriendo es el correcto, la figura de un hombre frente a ella hace que detenga sus pasos. Se trataba de Pávlov, quien le había cedido su lugar en el Simposio de Ladrones, con quien había vivido una temporada en Rusia antes de su muerte. Su aspecto era tal y como lo recordaba, así como su voz.

 

Puedes quedarte aquí, dijo él.

 

Esto es un laberinto, respondió Emily como si ese fuera el único motivo lógico para negarse.

 

¿Lo es?¿Estás segura?

 

Entonces el escenario a su alrededor cambia y la lleva a un lugar familiar, donde vivió un par de años. Era cómodo, cálido, sin guerras de por medio. El lugar ideal. No obstante, el tiempo había hecho que Emily sane el dolor dejado por la ausencia de Pavlov y ya solo lo recordaba con cariño.

 

Estoy segura.

 

Como si esas palabras fueran suficientes para liberarla de la ilusión, el mismo laberinto le muestra la salida. Ya solo tiene que esperar a Amara.

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La Arcana vio a Emily salir del laberinto un poco desorientada pero en una pieza y luego enfocar la vista en ella, buscando guía nuevamente. Amara la invitó con una mano a acercarse hasta la entrada de la Gran Pirámide, subiendo unos escalones hechos de piedra y entrando en el primer corredor.


-Me complace que hayas salido del laberinto. He visto tu desempeño- y no se había perdido detalle de él durante todo el transcurso-. Creo que has sido una de las estudiantes mejor adiestradas... sin malinterpretar el sentido de la palabra- aclaró, mientras giraba por un corredor oscuro débilmente iluminado por unas piedras incrustadas en las paredes, que parecían proyectar la luz que venía desde fuera como si fueran espejos dispuestos de forma específica-. Así que creo que te irá bien en la prueba final.


Entraron en la sala circular donde se encontraban los portales de las habilidades y Amara se detuvo sólo al llegar al centro, parada sobre la estrella de siete puntas. Allí, dejó que la sala girara hasta que la puerta de su habilidad se detuvo frente a las dos, revelando entonces los rebordes y una luminiscencia blanca que salía por ellos. La magia había sido activada.


-Antes de que atravieses la puerta, tengo que entregarte esto- la Arcana hizo aparecer el anillo de la habilidad en la palma de su mano y se lo extendió a Emily-. Sólo posee la magia suficiente para que yo pueda saber si estás bien o mal, si necesitas mi ayuda o si puedes con la prueba sin mi guía. Lo importante de este anillo es que, si logras terminar la prueba, te vinculará con la habilidad y conmigo- Amara mostró su propio anillo a su pupila-. Como ya debes saber, no puedo atravesar el portal contigo y no sé qué es lo que enfrentarás allí dentro, pero sí puedo decirte que estaré contigo cada instante y puedes acudir a mí por consejo o ayuda pero, que de hacerlo, perderás la posibilidad de seguir adelante con tu prueba- concluyó la bruja.

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Cuando abre los ojos, el mismo techo con goteras la recibe. No recuerda cuanto tiempo lleva allí, tampoco recuerda que unos minutos antes había estado con Amara Majilis en la pirámide, y mucho menos sabe que en ese momento se está llevando a cabo su prueba de vinculación con la metamorfomagia. En su mente, lleva tiempo manejando la habilidad y se encuentra en una misión del Simposio de Ladrones, por lo que no le parece extraño tener el anillo de la habilidad, aunque en ese momento no reconoce que se trata del de aprendiz.

 

—Rápido que hoy tenemos otra entrega. ¡Rápido!

 

No es la primera vez que escucha esa frase desde que tiene el aspecto de Phineas, un hombre de su misma estatura pero con un tono de piel más bronceado, rostro cuadrado, ojos negros y cabello rizado del mismo color. Le dicen el cocinero porque eso es precisamente. Se encuentra en un pequeño establecimiento con un laboratorio de sustancias ilícitas. Ha sido la única forma de poder infiltrarse con la gente importante y recoger toda la información que pudiera.

 

La recompensa si llevaba los nombres de los involucrados era bastante buena y Emily necesitaba el dinero, ya fuera en denominación muggle o mágica. También le gustaba la idea de hacer que la organización se extinguiera por completo y poder hacerle un bien a la sociedad. Últimamente había escogido misiones de ese tipo, que le permitieran ayudar a alguien más que su bolsillo.

 

Por eso, cada semana se había encargado de secuestrar a alguno de los implicados en esa organización ilegal, los dejaba inconscientes, los transportaba con ayuda del fulgura nox y los dejaba con algún otro miembro del simposio. Aunque no era tan fácil como sonaba. Implicaba que Emily fuera muy discreta con la magia que utilizaba y que pudiera imitar detalle a detalle el aspecto de sus “compañeros” en ese lugar.

 

El primer mes tomó el aspecto de un simple conductor, regordete, alto, de rostro circular y bonachón, aun le quedaba a Emily la duda de si sabía qué era lo que transportaba o no, pero su culpabilidad ya no estaba en sus manos. De esa forma estudió las rutas más comunes y pudo provocar una “emboscada” con los ladrones. Era como si ellos pudieran interceptar cualquier tipo de comunicación normal, pero los espejos comunicadores no eran fáciles de reconocer, ni siquiera entre los magos.

 

Luego de eso pudo reemplazar a uno de los guardias del laboratorio. Los insultos que recibió a diario mientras tenía su aspecto aun le molestaban. Muchas veces ni siquiera era su culpa -o del verdadero “Willy”- sino que dentro del laboratorio siempre pasaba algo que ponía a todos de mal humor. Alguna vez recibió algún golpe que debió aguantarse. No le hubiera costado nada utilizar sus poderes de oscura y matarlos, o al menos asustarlos, pero debía aguantar toda esa situación.

 

El tiempo seguía pasando y las energías de Emily se agotaban al mismo ritmo. Cada noche, sin embargo, tenía un poco de espacio para ser ella. Se recuerda que su mayor temor con la metamorfomagia era olvidar su propio aspecto y que se acostumbrara a ser alguien más, lo que desencadenaría en que perdiera su identidad.

 

—Si, ya voy. Preparen todo, debo buscar algunas cosas.

 

Incluso su voz es muy distinta, la magia ayudando a que sonara más gruesa de lo habitual, más parecida a la del verdadero Phineas. Le había tomado mucho tiempo poder suplantar su identidad. Primero porque siempre había alguien resguardándolo ya que lo protegían por ser el mejor cocinero, uno de los pocos que aguantaban la presión de generar una gran producción en poco tiempo. Y también porque el hombre pasa su tiempo libre encerrado, quizás disfrutando de los pocos momentos de privacidad que un lugar como ese -lleno de desconfianzas- podía darle.

 

Cuando tomó la forma de Willy, el guardia, vio su oportunidad, pues ofrecerse para suplir el turno de alguien más para proteger al cocinero no sería extraño, ni sospechoso. Lo que sí fue sospechoso es que nadie volvió a encontrar a Willy, pues desapareció de la noche a la mañana, sin dejar rastro. Y bueno, Emily no siempre hacía un trabajo perfecto.

 

Ese era un día importante. El apuro de los demás se daba porque habían llegado las materias primas suficientes para obtener una buena ganancia con ese lote. Emily había podido fingir durante un tiempo, pero ahora… Ahora ya era momento de acabar la misión.

 

Antes de salir, saca un pequeño espejo circular disfrazado como un reloj, nada que llame la atención. Los ojos que le devuelven la mirada no son los de Phineas, sino los suyos, los reales, los marrones que estaba acostumbrada a ver normalmente en los reflejos. El color rojizo de su cabello, la forma de su rostro e incluso el grosor de sus labios. La expresión del rostro en el espejo es distinta a la de preocupación que tiene ahora, es más acorde con la personalidad de Emily.

 

Guarda el espejo y se dirige al laboratorio, donde pide que lo dejen «solo para concentrarse» entiende que no es algo que pida normalmente, porque los demás lo miran extrañado, pero acceden. Cuando salen comienza la última parte de su misión: el laboratorio era el lugar más seguro, y por lo tanto, el que contenía los folios con fotografías, nombres, rutas y demás información valiosa. Se mueve rápido, con la ayuda del control de energía interna.

 

Aunque no lo supiera, la prueba de Emily consistía en superar su mayor temor sobre la habilidad. Desde pequeña la bruja había mostrado los signos claros de ser una metamorfomaga, pero nunca iba más allá, por miedo de perderse. Sin embargo, en esos años (aunque la prueba, en realidad, no había durado más de una hora) había logrado superarlo, creando un recuerdo inalterable de sí misma. No importara qué sucediera o cuantas veces usara la metamorfomagia, podía estar segura que mantenía su verdadera esencia y que podía volver a ser ella cuando lo deseara.

 

Abre un portal y lo cruza, esperando llegar a la sede de los ladrones. Pero en realidad, si la arcana cree que ha cumplido con la prueba, debería aparecer a su lado.

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Amara vio entrar a Emily dentro del portal y luego sintió el cambio en la bruja, la forma en la que era olvidada la "misión" y su mente era transportada a la realidad que la situación implantaba. Eran pocos los estudiantes a los que el portal les hacía aquello, transportarlos de lleno y hacerlos olvidar de que aquello era una prueba pero, a opinión de la Arcana, era la mejor forma de aprender que podía existir.


La bruja se quedó de pie en el centro de la Gran Pirámide, girando su anillo de habilidad en el dedo a medida que observaba los acontecimientos que envolvían a Emily. Al principio se había sentido contrariada por su tipo de trabajo, no porque juzgara si ella era una "ladrona" o no, sino porque siempre se preocupaba de que sus enseñanzas fueran utilizadas para cosas negativas. Para su sorpresa, las misiones que llevaba a cabo Karkarov eran, hasta ese momento, para ayudar a mejorar un poco la sociedad. Amara se sintió aliviada, en parte, por ser testigo de aquello.


-Lo estás haciendo bien- susurró para sí misma, ya que no quería distraer a su alumna.


El tiempo en la Pirámide pasaba lento. Dentro del portal, era algo distinto. Aunque para Emily podía resultar que habían pasado años, en realidad eran sólo minutos. Era totalmente asombroso cómo funcionaba la magia de aquel lugar.


Finalmente, la bruja abandonó el portal y se encontró con Majlis en el centro de la sala circular.


-Estás lista- afirmó la Arcana, antes de que el anillo de habilidad de Karkarov brillase para dar concluída la prueba y otorgarle pleno derecho sobre la Metamorfomagia a la chica.

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