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Aventura Mortífaga I -- Los Iluminados


Crazy Malfoy
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-Me encanta esa sonrisa oculta, Ragnarok- susurré en el oído de mi prometido, mientras deslizaba una mano para tomar la suya, entrelazando los dedos. El anillo de compromiso se movió en mi dedo corazón, girándose y dejando la piedra preciosa de lado.

 

Nos habían convocado para comenzar nuevos estudios, posibles fuentes de poderes ocultos que habíamos intentado captar durante muchos años y que, por fin, se habían abierto a nosotros. Éramos numerosos mortífagos los interesados en seguir a alguno de los tres clanes, versados en artes antiguas y siniestras que sólo eran mitos en algunos viejos pergaminos. ¿Cuánto nos había costado llegar a conseguir que esos tres maestros se presentaran ante nosotros para permitirnos aprender? Ni siquiera quería saber qué oscuros tratos había hecho Anne con ellos para permitírnoslo, pero estaba agradecida de que, por fin, el viejo Lasombra me hubiera dejado ser parte de su culto. Sólo él y yo sabíamos cuántos años lo había perseguido para que me dejara entrar en su impenetrable biblioteca plagada de manuscritos indescriptibles.

 

La visión del hombre arrodillado, sanguinolento, frente a nosotros, no me resultó para nada satisfactoria como esperaba, pero al menos estábamos un poco más cerca de conocer un trozo de aquello que nos deparaba. La aparición del hombre con el laúd ocasionó que, como acto reflejo, llevara una mano a mi barriga ya plana, donde antes se había encontrado mi pequeña Kore. Dejarla para ir en aquellas misiones peligrosas me partía el corazón y estaba segura de que ocasionaba lo mismo en Hades, pero él nunca dejaría que eso se trasluciera.

 

-Yo iré al Valle de Godric- elevé mi voz un poco para que todos me escucharan.

 

Cuando el hombre con el laúd había desaparecido misteriosamente y dejado detrás de sí tan sólo su cigarro y unas escuetas pistas, los presentes habían comenzado a debatir qué era lo que debíamos hacer a continuación. Zoella se inclinaba a ir a Tinworth y Anthony la siguió, pero aún quedaban dos locaciones más que investigar e ir todos a una era tonto e inútil. Sí, era cierto que El Jorobado nos había llamado "carne de cañón", pero eso no me asustaba. Tenía experiencia combatiendo y huyendo. Lo que más me interesaba en aquel momento era encontrar a los "iluminados" y su "Santo", el que estaba detrás de aquello. Parecía que no era suficiente con un loco como El Inquisidor, sino que además ahora teníamos que enfrentar a otra secta de locos... que nos conocían.

 

-Organizaré un grupo de búsqueda en el Valle. ¿Quiénes irán al Callejón?- inquirí, mirando de soslayo a Hades. Sabía que él quería acompañarme, pero me preguntaba si mantenernos juntos en aquellas circunstancias no ocasionarían una fallo en nuestra percepción del entorno. Estaríamos más concentrados en protegernos que en recabar información y era posible que nos perdiéramos grandes pistas. Aún así, si él deseaba ir conmigo, yo no iba a impedírselo.

 

@@Hades Ragnarok @@Arya Macnair @@Zoella Triviani @ @@Anthony Ryvak Dracony @@Lucrezia Di Medici

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En ese momento era una sombra, una malévola versión de mi misma. Oía lo que debía oír y más también. El vapor que despedían algunas barcazas a orillas del puerto me ponían la piel de gallina, tenía el corazón latiendo desbocado dentro del pecho, aquello hacía que le faltase un poco la respiración y debido a la humedad constante del valle, hacía demasiado frío. Fruncí el ceño —se me helarán los pulmones— pensé a continuación, frotaba mis manos con ahínco desde el arribo no había despegado la vista de Lucan. Sabía que cuando volteaba hacia los aprendices algunas de sus rígidas miradas iban dirigidas a mi persona.

 

Ante sus ojos era débil, la más débil de la manada, aquella que dejan atrás para que muera de hambre porque les hace perder el tiempo. Y no porque fuese mujer o estuviera extremadamente embarazada, sino porque había sido capaz de ver muy dentro de mi y comprender que todo aquello que servía como arma de doble filo era a lo que más me aferraba. La familia, los amigos, la sangre capaz de traicionar, los fantasmas del pasado.

 

Una parte de mi no podía soltar el recuerdo de Aziid, su presencia en mi inconsciente era una herida abierta a cuenta gotas. Años atrás fui capaz de encadenar ciertos recuerdos y aunque éstos no se paseaban por mi cabeza a sus anchas, seguían matándome silenciosamente. Incluso la ausencia de Oniria y los gemelos, en cuanto y en tanto no dejara correr agua bajo ese puente, no podría avanzar ni permitir que otras nuevas aventuras me acompañasen.

 

"Levántate y demuéstrame que estoy equivocado, solo te daré una oportunidad"

 

Eran las palabras duras que Lawless me dedicó, el viento las arremolinaba en mis oídos, intentaba callarlas encogiéndome en el tapado oscuro que traía puesto pero aun así se volvían susurros finos como agujas. Alcé la mirada un segundo por sobre los tejados, allí donde la neblina y el humo se volvían una capa anterior al cielo y me perdí una eternidad hasta que alguien tomó mi mano y jaló de ella. Me sentí un globo entre las pegajosas y tibias manos de un bebé. Sybilla me observaba de soslayo, con el ceño algo fruncido y la nariz arrugada, típico gesto Macnair, su brazo derecho haciendo una contorsión algo extraña buscando llamar mi atención al frente.

 

Algo sucedía.

 

Noté la tensión en mi vientre, el pequeño al que aun no bautizábamos se removió inquieto mientras los tres líderes de clan se arremolinaron alrededor del prisionero. En ese entonces había estado unas filas atrás pues la tortura para mi personalmente siempre fue irrelevante e innecesaria. Luego se quedó completamente inmóvil, tanto que me asustó. Sabía de mujeres que habían perdido a sus bebés por un susto muy fuerte pero no que fuese el nonato quien se asustaba.

 

—¿Quién es ese?— Le susurré a mi tía, tenía el mentón pegado en su hombro y por la circunferencia de mi vientre la topé hasta hacerla tropezar, por lo que me tuve que disculpar. Ámbar había nacido prematura, jamás llegué a tener tamaño abdomen, parecía un globo terráqueo y cuando la sensibilidad me aquejaba hasta las lágrimas Howard se partía de risa.

 

Al vuelo atrapé algunas frases y palabras sueltas que me ayudaron a comprender que aquel sujeto era una especie de "Rumpelstiltskin" adicto a la nicotina y que al parecer no pedía nada a cambio por la valiosa información que acababa de soltar.

 

—No confío en él

 

Agregué, pero tan bajo que quizás ni Cissy me oyó. Tenía los dientes apretados. Más no hizo falta que alzara la voz y me mostrara en disconformidad con la naturalidad que todos adoptaron ante el pergamino entregado por el jorobado trovador, pues éste desapareció en un santiamén. Al parecer nos enfrentábamos a una especie de secta con propiedades mágicas y la absurda idea de que proteger a los muggles era lo esencial. Bufé un poco, el vapor brotó de mis labios como humo de las chimeneas contiguas, se notaba mi descontento pero a nadie le importó, rápidamente todos querían correr tras un punto geográfico conocido o desconocido para dar con los seguidores de "El Santo" y ser bien vistos por el trío.

 

Apreté la mano de la morena antes de abandonar mi puesto a su lado y dirigirme por el flanco izquierdo de Alpha.

 

—Yo podría tratar de descubrir quién era ese sujeto, quizás el pergamino que nos dejó esté impregnado de su esencia y pueda decirme dónde encontrarlo. No confío en una valiosa información proveniente de un total desconocido.

 

Aunque todos podían escucharme solo me estaba dirigiendo a Lucan. Esperaba que Zoella estuviera de acuerdo conmigo y me prestara el pergamino, o la colilla de cigarro también servía. Caminé hasta donde el jorobado estuvo, pisé la braza aun ardiendo y me la guardé en el bolsillo del saco. Al voltearme Demian veía a Anthony, éste a los líderes, Zoella al prisionero y Hades a Cissy ¿Pero a quién veía ésta? por supuesto, a la única persona que entendería su retorcida mente.

 

—Iré contigo.

 

Sentencié, pero no la estaba mirando, sino más bien a Ragnarok. Él podría estar seguro de que la cuidaría si él prefería ir a un sitio más peligroso que El Valle de Godric, pero también era bienvenido a acompañarnos pues dos mujeres y un bebé parecía más el título de una película que un verdadero momento de espionaje. El bebé pateó, ese pequeño renacuajo adoraba tener a Sybilla cerca, que descarado ser. Saqué mi varita sin mas preámbulo, apunté a la nada, allí donde la oscuridad se espesaba a falta de una luna y conjuré un Fulgura Nox que nos trasladaría puesto que en mi estado no podía emplear la desaparición o los trasladores.

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-Supongo... - Observe a los presentes. - que iré al Callejón, igual no podemos descuidar ningún sitio. - En ello crea el egipcio un portal, pero antes de marcharse, espero a ver si los maestros de las artes o clanes daban alguna información. Aunque, era posible que se marchará sólo, igual era casi un lobo solitario en relación al trabajo en grupo, sin embargo, no se opondrá si alguien le acompaña, igual todo sea para optener lo que se estaba buscando, lo cual era incierto, ya que no estaba del todo seguro que era o si era alguien.

 

En consecuencia clavo mirada a la maestra del puerto, ella podía comprender sus pensamientos, alma y todo lo que ella quisiera, ante esa presencia era un libro abierto y si de cierta forma era su guía en ese arte debería confiar y más porque procedía en cierta medida de Egipto.

 

El Fulgura Nox del tempestad se encontraba cercano al mismo, en sus bordes se observan algunas serpientes espectrales, entre las cuales se encontraba Sía, a quien el mago poco comprendía, ya que no dominaba a la perfección el lenguaje de la misma, pero era posible que algunos siseos le era fácil comprender, pero no estaba del todo seguro, en caso de ser posible, quizás al final de la aventura pudiera usar a su fiel aliada para buscar información. Además, deseaba intentar controlar como títeres a los demas, pero no estaba seguro de lograrlo, ya que era un arte de avanzada.

 

"El alma es el precio a pagar, pero ¿acaso mi alma puede ser suficiente pago para todo ese poder?" fueron las palabras que rondaba en la mente del Luxure y observó atento a lo que ocurría, era momento de ver cómo de forma voluntaria se creaban los grupos, a no ser que los líderes tenga otros planes.

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La cautivadora noche envolvía sus cuerpos, todos habían estado inmóviles mientras los tres maestres estaban interrogando aquel tipo calvo de apariencia repugnante. Kraven debajo de su mascara negra mortifaga sonreía deseando que le dieran la orden alguno de los maestres, una palabra de ellos hacia su persona y con un simple movimiento de su varita sacaría la información de aquel escuálido ser anciano. Pero tan repentino todo cambio, una figura apareció ante el circulo que rodeaba a los maestres.

 

Debajo de su mascara ya obsoleta, una ceja de sorpresa y preocupación ligera rondo por el rostro del Von Alexandros. ¿Como era posible que se aparecia asi como así aquel ser de postura jorobada? ¿Tan descuidados eran en vigilar la zona mientras interrogaban al anciano? Pero los maestres tomaron aquella interrupción de manera contreta como ayuda.

 

Hablaban y preguntaban recibiendo información que valia mas que el oro. Sus compañero observaban con cautela mientras aquel ser les entregaba un pergamino con la ubicación de aquel grupo llamado "los Iluminados" . Donde podrian obtener información del paradero de un ser líder de este grupo llamado "El santo". Habia estado tranquilo mientras el aire movía ligeramente su capa negra. Tan repentino como la aparición de aquel ser jorobado, la tensión en el ambiente cambio, aquel circulo de magos tenebrosos fueron llamados aprendices carne de cañón. No era insulto pero si sentía Kraven cierto tono de degradación de aquellos mortifagos.

 

Los demás comenzaron hablar sientiendo el castaño que no tenían aun autorización de los tres maestres. Se hicieron presentaciones de alguno de ellos y rápidamente se hicieron planes para ir a los tres lugares designados por el pergamino. Los que parecian mas ansiosos eran Antony, Demian, Hades, Arya, Cissy y Zoella. Todos mortifagos reconocidos por el Von Alexandros, pero que jamás habían trabajado juntos.

 

-Chis...- Dio Kraven un chasquido de sus labios en tono de molestia y hartazgo. Dio un par de pasos hacia los maestres para estar cerca de ellos y de inmediato inclino una rodilla ligeramente con una reverencia.

 

--Encontraré algún miembro de esos iluminados y les traeré información del paradero de nuestro nuevo enemigo, deseo su permiso y aprobacion-- Termino Kraven aquellas palabras alzando la mirada y el cuerpo ante los maestres.

 

 

--Veo que tienes agallas muchacho, mas para hablarnos de aquella manera -- Decía aquel hombre musculoso, el maestre llamado Lucan. --Tienes un discípulo interesante Cassian, muy bien entonces vayan...-- termino Lucan con una sonrisa de sorpresa, como midiendo al mortifago frente a sus ojos. Cassian tambien lo miraba y le dio un movimiento de aceptacion sin decir mas. Kraven ante la aceptación de los maestres dio una nueva ligera reverencia y se volvió a los demas, que seguían hablando entre ellos, alcanzando a escuchar las palabras de Demian sobre dirigirse al callejón Knockturn. Se acercó a sus compañeros que aunque no prestarán atención a su presencia.

 

 

-- Yo tambien iré al callejón Knockturn, si haremos algo hay que hacerlo rapido, no podemos confiar en aquel tipo jorobado...-- Dijo Kraven moviéndose rápidamente --Andando Carnes de cañones-- Dijo Kraven con una sonrisa debajo de su mascara en dirección a Demian.

Editado por Kraven Von Alexandros

 

 

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Al parecer el corsario tendría un compañero dentro el callejón, sin embargo, quizás era muy premura para ir, pero tampoco se podía quedar atrás o dejar estar en contacto con los otros, por ello comenzaba a usar sus nuevos saberes, en ese sentido comienza a centrar su conocimiento en el Señor de las alamas y comienza a pagar el precio por acceder al mismo, lo cual para un demonio era alto de segundo plano.

 

-Antes de irnos...

 

Clava la mirada en los presentes, y sus orbes se vuelven negros como la noche con un leve resplandor grisaseo, algo que indicaba que andaba usando algo único de su clan. Y en ello penetro a gran escala las almas de todos los presentes, creando un lapso con las mismas o como era conocido con su maestre Vínculo con las almas . Algunas podía manipular como títere y otras a penas lograr una comunicación.

 

Este asaltó psíquico le permitiría comunicarse con ellos de una forma telepática, este se preguntó si de una forma inversa o solo en un sentido, pero era alto que luego averiguara con el paso del tiempo y sin emitir palabra probó su poder.

 

-Es momento de estar en contacto y creo que así los iluminados no sabrán nuestros planes, espero que un navegante pueda ir a cada sitio, eso sería de utilidad para darnos reportes de la situación.- En ello solo se comunico con @@Kraven Von Alexandros - vale, vamos, he creado un portal que nos llevará a un local abandonado, así nadie sospechar a de nosotros, y no levantaremos sospecha por si algún auror anda rondando. - y así el egipcio tomó rumbo al portal que creo, pero aguardo para que su colega pasara primero, no vaya a ser que esté se cierre si pasa primero.

Editado por Demian Luxure

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El Ryvak se emocionaba ante la oportunidad de conocer un nuevo lugar que no ha visitado, no había escuchado hablar de el antes, pero no le preocupa, rebusca en su bolsillo interno de su capa oscura un colgante especial, uno que le obsequio su amiga Darla, dueña de la librería que Anthony ha visitado mucho en el pasado. Como no lo encuentra tan rápido como quiere, usa el hechizo Accio para que vuele hasta su mano.

 

El colgante es de plata con una burbuja de cristal en el centro, extrae su varita y con cuidado hace un pase mágico sutil...solo así requiere para obtener del interior, un atlas, ya que el colgante es un transportador de libros que Darla y su pareja le obsequiaron, dentro lleva varios libros que el Dracony valora y el Atlas es en este momento muy útil.

 

El mago lo consulta, mientras Zoella espera que los Maestres digan algo más sobre lo que el pergamino dice entre línea quizás... o en alguna forma mágica que resguarda información.

 

Ryvak encuentra Tinworth... es un municipio costero, como también @@Zoella Triviani menciono su interés por ir a Tiworth, el mago se aproxima a la bruja de bellos ojos que miran con frialdad, como también es lugarteniente del Bando, a Ryvak se le hace normal dejar que ella elija el modo de partir hacia ese destino y dice con respeto:

 

-- Hemos elegido el mismo sitio, supongo que podemos ser equipo ¿está de acuerdo?

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El aprendiz de la maestra del puerto no podía mantener suficiente tiempo el control de su poder del clan, por ello sus orbes dejaron de brillar, pero al menos logró crear un vínculo con cada uno de los presentes, inclusive con los maestros. Esto le pudiera servir útil para cada aventura, sin embargo, se encontraba agotado y su portal se comenzaba a debilitar, a tal punto, que comenzó a sudar sangre y se arrodilló.

 

"Al parecer aún no puedo dominar ese saber, sabía que la maestra no aprobaría mi osadía, aunque era tiempos desesperado y era necesario tomar medidas desesperadas."

 

Y sin ser consciente sus orbes regresaron a la normalidad, en ese instante, comenzaba a recuperar fuerzas y su atuendo comenzó a cambiar, el traje blanco ahora era parecido al de su líder de clan, pero con algunas diferencias, este era azul con borde blanco, consistía de un traje de un corsario o navegante de los mares, su daga de los Uzza se encontraba en un cinturón de cuero blanco con una marca del escudo de armas de su familia Licaón, este cambiaba y sus botas eran negras. Este cambio, no fue producto a la Voluntad del mismo, quizás usar el poder del clan, provocó el mismo, pero era algo que esté debería averiguar, sin contar, que su cabellera era ahora corta.

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Del vampiro emanaba aquella aura oscura que se mezclaba con el ambiente, Tras la máscara blanca con dibujos negros el cainita estudiaba la situación. En su mente el hijo e la noche recorría cada una de aquellas posibilidades y lugares. Se movió lentamente sólo para colocarse mucho más cerca de la Macnair. Claro estaba, más cerca y terminarían en algún callejón oscuro de aquel lugar satisfaciendo sus oscuros instintos. Tras la mascara había reído ante el comentario de la chica.

 

La Macnair escogió uno de aquellos lugares mucho antes que él. Todos los sitios se le antojaban mucho y a la vez nada. Cada uno, le atraía en forma diferente, aunque claro estaba, no sabía si debía esperar a que su maestre le dijera a donde debía ir o debía ir a algún otro lugar. Era obvio que para aprender aquellas artes, tener los conocimientos y habilidades necesarias debía seguir los pasos de quien había estado vinculada a el

 

Sin embargo, al escuchar a donde se iba a dirigir la Macnair su instinto le insto a seguirla, y cuando la otra Macnair dijo que iba a acompañarla confirmo que definitivamente no iba a perder de vista a la ex vampiresa. No confiaba para nada en Arya, más aun, sabiendo todo lo que había sucedido en el pasado cuando la otra Macnair era la causante de la muerte de su prometida y futura esposa.

 

-Yo iré al valle de Godric –dijo el cainita seguro de lo que iba a hacer- en cualquier caso, si debo trasladarme a alguno e los otros sitios puedo usar un haz de la noche para llegar –dijo el Ragnarok.

 

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-¿Pretendes seguir la pista del sujeto raro ese?- pregunté a Arya, cuando se ofreció a intentar averiguar algo sobre el sujeto que nos había dado aquellos datos. La vi guardarse la colilla de cigarro en un bolsillo y eso hizo que mi vista se dirigiera instintivamente al vientre de la pelirroja. Ese niño que estaba creciendo allí de mi sobrina era toda una curiosidad para mí, sobre todo porque era la segunda vez en la historia que el padre era el mismo vampiro, mi propia progenie. Quizá había algo más que mágico en nuestra sangre. Algo más que sólo brujas y magos con apellido conocido.

 

Hades intervino, entonces, mirándome a mí y luego clavando sus ojos oscuros en Arya. La forma en la que la miró hizo que pusiera los ojos en blanco y le diera un codazo que nadie más vio. ¿Todavía se empeñaba en creer que Arya iba a lastimarme? Era una pelota con peluca, no podía levantarse de la cama sin que Aidan la sostuviera por la espalda. Era más probable que rodara durante todo el trayecto a que caminase, pero mejor que no lo supiera de mis labios o terminaría lanzándome maldiciones antes de que pudiéramos saber algo sobre los iluminados.

 

-Bien, vamos los tres- asentí, mientras hacía un movimiento con la varita frente a mi rostro para colocar la máscara plateada con dibujos calados en negro-. Fulgura Nox- el portal se materializó frente a nosotros tres como una puerta ovalada cuyos bordes difuminados y borrosos giraban y despedían chispazos que no lastimaban. Del otro lado, a pesar del clima cálido de la temporada, el Valle de Godric permanecía húmedo y en penumbras, probablemente intentando dar un perfil bajo para mantenerse fuera del radar de los ataques. Era sabido que aquel lugar estaba habitado tanto por muggles como por magos que vivían camuflados. ¿Sería peligroso para los de nuestra clase que alguien supiera? ¿Acaso el Valle se había vuelto otra zona de cacería como tantos otros lugares que alguna vez habían sido seguros para familias de magos y brujas?

 

Fui la primera en atravesar el lugar y, de inmediato, coloqué un velo desilusionador sobre nosotros para evitar miradas indiscretas. Me giré sobre mi hombro para comprobar que el portal estuviera cerrado y, al instante, comencé un escaneo sobre el terreno. Las ventanas de las casas se encontraban cerradas a pesar de la humedad y el calor intenso. Había aún algunas luces encendidas, pero era realmente pocas y me pregunté, siguiendo la vista hacia la iglesia del otro lado de la calle, si acaso la gente se habría marchado a otro lugar.

 

-Bueno... ¿por dónde empezamos?- coloqué las manos sobre mis caderas y solté aire intenso por la nariz que se hizo vaho contra la máscara-. Hay demasiada humedad... ¿por qué las ventanas están todas cerradas?- bajé mi voz un poco. Incluso hablar alto podría atraer atención innecesaria.

 

@@Hades Ragnarok @@Arya Macnair

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Valle de Godric


La aparición fue tan limpia como la sutura de un cirujano. Metí un pie por el tajo atemporal y tras parpadear ya pisaba un suelo completamente distinto al de la Fortaleza Oscura. El clima del valle, por el contrario, era casi idéntico al primero, húmedo, frío, gris. De pronto me sentí sumida en una profunda tristeza y aún no cruzabamos el arco principal. Miré a Cissy, al final su prometido decidió acompañarnos, no debía ser una genio para comprender que no se fiaba de mi, cómico porque allí lo único asesino de mi persona era el dolor de ciático que me aquejaba desde la mañana y por el que portaba una cara de perro constante.


—A lo que vinimos, tortolos. Cuánto antes nos vayas mejor, éste sitio me deprime


Hades no me conocía, evidentemente, ni en lo más mínimo, más Sybilla entendería que la empatía que solía tener con las personas también de traducía a los espacios y objetos, era una especie de hiper sensibilidad a las emociones ajenas, don que se intensificó tras el embarazo. Y el Valle de Godric era un núcleo de sentimientos fuertes.


A lo lejos, lo primero que ví fue una especie de obelisco, que a medida mis pies hinchados me permitieron adentrarme en el mítico pueblo natal del fundador Gryffindor se transformó en la estatua de dos amorosos padres abrazando a su pequeño hijo. Se me retorció el estómago, debo ser sincera, giré la vista obviando esa parte de la historia que como madre me afectaba el buen juicio, aunque la morena bien sabía que mi lealtad nunca había estado en el señor tenebroso, sino más bien en los ideales Grindelwalistas. Gellert Grindelwald fue antecesor a Lord Voldemort, y si bien transitaban la misma senda uno poseía sólidos fundamentos y no solo temor y muerte entre sus manos.


Arrebujé mi abultado vientre dentro del abrigado saco largo como si eso protegiera a mi hijo de la maldad que el mundo amasijaba desde hacía años.


Más allá de la estatua no había demasiado, lo que todos conocían mejor dicho, por la misma historia. Casitas altas y bajas, marrones y negras, con tejados de todas las formas, una pegada junto a la otra sin desperdiciar un centímetro de espacio. Si el camino se seguía recto encontraríamos el cementerio, según podía ver, al menos conservaba una buena visión y las lápidas con diferentes formas se alzaban en la colina. Había una oficina de correo con las ventanas tapiadas de manera cruzada pero la puerta te invitaba a entrar, cosa que llamó bastante mi atención.


Éramos tres los que escudriñamos el paisaje en busca de pistas cuando las campanas de la única iglesia en pie comenzó a sonar. Del susto casi se me sale el corazón, o mejor dicho, casi doy a luz allí mismo. Cissy me miró, por supuesto, se volteó con tanta violencia clavando sus esmeraldas en el niño que me dolió. Toqué la zona en dónde sus ojos anclaron, todo estaba bien, o eso susurré, lo cierto era que por poco me infarto.


—Con un demonio, desgraciada campana. Est.upido pueblo silencioso, quién mete éstas locas ideas en mi cabeza ¡Agh!


Las campanas volvieron a sonar. A juzgar por la posición de la luna,tras las densas nubes, serían las cuatro o cinco de la madrugada, el sol aún no saldría por lo que la única luz que nos acompañaba era la de tres faroles estratégicamente colocados en las calles. Por la neblina, la iluminación parecía solidificarse, creía que si intentaba tocarla, podría.


De pronto, mi oído se aguzó. En la muñeca derecha llevaba un precioso brazalete con pequeños dijes de distintos motivos, éste emitió una leve vibración que me hizo cosquillear el brazo. Alerta contra enemigos, pensé.


—¡Cissy, seis en punto!


La voz que brotó de mis labios fue suave pero firme, debía de escucharme tanto ella como su prometido, pero nadie más. Por el rabillo del ojo fui capaz de ver como alguien se asomaba tras unas cortinas y luego desaparecía cerrando las pestañas desvencijadas de la ventana. Nos estaban espiando, alguien sabía que estábamos allí ¿Eso sería bueno o malo?


Cómo sabíamos que no debía ni podía, adopté mi forma animaga con cierta dificultad. Siendo médico sabía perfectamente que aquello era riesgoso, más para mí que para el bebé, pues estaba forzando la magia que había dentro de mi por dos. Eran dos latidos, dos ritmos sanguíneos, dos seres diferentes. Muchos sabían que casi llegando al término de un embarazo no se debía emplear la animagia.


El chacal aulló a la noche cerrada.


Troté hasta pegarme a la pierna de la mujer, marqué mi olor en ella, algo que no podía evitar cuando me convertía para determinar qué era de mi propiedad y qué no, aunque se suponía que mi espíritu era salvaje, y adelanté el paso rumbo a la iglesia. Agudizado mi olfato, la memoria de la colilla de cigarro en el bolsillo del saco que Sybilla tuvo que recoger del suelo pedregoso, apuntó a dicho lugar, el que casi me deja sorda con esa bendita campana.


La historia decía que el Valle de Godric era un recatado pueblo donde los magos y brujas vivían mezclados con muggles para protegerse. Conocía que la mayoría de sus habitantes habían muerto ya, en circunstancias terribles y sangrientas, pero estaba segura de que algunos pocos aún residían en el fantasmagórico lugar.


> pensé. Lucan no me permitiría el ingreso al clan si no le demostraba mi valía.

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