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Aventura Mortífaga I -- Los Iluminados


Crazy Malfoy
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Segunda Fase

 

Os he leído a todos con mucho interés, algunos habéis avanzado en la historia pero otros estáis todavía atascados en el inicio. Me gustaría animaros a que avancéis porque la construcción de esta aventura depende de los participantes, y no tanto del máster. Yo os daré unas pautas, estableciendo los villanos, los objetivos, los aliados... Pero aquí el principal motor es vuestra creatividad rellenando ese marco de contenido. Antes de explicar el giro en el argumento, voy a daros también algunos consejos:

 

- Usad los poderes de los clanes, veo que muchos usan la magia de los libros o la mortífaga, y eso está perfecto pero sería ideal combinarla con magia de los clanes para que tenga coherencia el aprendizaje de vuestro personaje de los conocimientos del clan.

 

- Supongo que se da por entendido, pero los conocimientos se aprenden en orden. Esto quiere decir que aquellos en el primer nivel de conocimientos, estáis aprendiendo necesariamente el primer conocimiento de la lista de vuestro clan, los cuales serían:

 

- Poder de la Sangre (Nosferatu)

- Cambiaformas (Walpurgis)

- Señór de las Almas (Caronte)

 

Os he leído a varios usar poderes de conocimientos posteriores, pero eso no es posible y esas partes de vuestro rol deben ser omitidas ya que, al intentar realizar este tipo de magia, vuestro personaje no podría conseguirlo.

 

- Además, os pido leer atentamente la descripción del conocimiento que estáis estudiando. Por ejemplo, uno de los participantes usa la forma tenebrosa para crear un animal, se trata de un conocimiento de segundo rango (y está cursando el primero), pero además ese conocimiento solo puede crear objetos de oscuridad y no criaturas. Es importante que prestéis atención a como funcionan los poderes, porque si los usáis incorrectamente demasiado a menudo podría ser una causa de suspenso.

 

- Si tenéis cualquier tipo de duda, dejadla en el tópico de consultas y hacedme una mención, me pasaré a responder lo antes que pueda.

 

- Por lo demás, os felicito por la forma en que habéis incluido a los líderes del clan en vuestra historia, incluso a través de flashbacks con vuestros personajes. Me ha parecido un recurso muy bueno y creo que el objetivo mismo del rol es mezclar los clanes en la historia personal de vuestro pj.

 

 

Trama:

 

Habéis logrado localizar algunos miembros de los iluminados y obtener cierta información de ellos, con muchas dificultades ya que se trata de fanáticos y pertenecen a una organización tan paranoica que incluso sus miembros desconocen la mayor parte de lo que en ella sucede.

 

De estos retales de información habéis descubierto que la organización es jerarquizada, y que al parecer a los lugartenientes del Santo se les conoce como "Apóstoles", y no sólo son magos de gran poder sino que son los únicos que realmente han visto nunca al Santo en persona, el resto de la organización solo lo conoce de oídas.

 

Al parecer, de alguna forma, el Santo ha descubierto la forma de otorgarle poderes de los clanes mortífagos a sus seguidores. Por el momento estos poderes son muy limitados y escasos, siendo partes de algún conocimiento, pero el acceso a esta magia parece darles poder de mando sobre los iluminados comunes.

 

Alguno también ha descubierto que el grupo al que nos enfrentamos tiene cierta relación con empleados ministeriales, quizás infiltrados, y que éstos colaboran con ella usando recursos del propio ministerio. Eso explica la escaramuza con los aurores.

 

Habéis descubierto que la organización está preparando alguna especie de golpe o ataque, quizás incluso orquestado por uno de los Apóstoles. Sucederá en un lugar del que nunca habíais oído hablar, conocido como "Área 9", que es un centro secreto de investigación del Departamento de Misterios, cuya existencia es tan oculta que incluso la mayoría de miembros del propio departamento desconocen su existencia. No se sabe qué es lo que hace allí el departamento ni tampoco qué buscan allí los iluminados, solo que se encuentra en las tierras altas escocesas.

 

Por lo tanto se termina la fase de grupos y podéis reuniros todos en el mismo lugar, aunque no es necesario que roléeis juntos en él ya que se trata de un lugar grande que permite también grupos separados. Eso lo dejo en vuestras manos.

 

Si queréis terminar vuestra trama de la primera fase está perfecto, siempre que sea coherente con estas directrices.

 

¡Os sigo leyendo chicos!

Sapere Aude - Mansión Malfoy - Sic Parvis Magna

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Una de las zapatillas se le resbaló del pie mientras estaba suspendida en el aire gracias a las gigantescas manos fantasmales, vio cómo Aaron se había liberado de la prisión de ese hechizo de manera rápida y sencilla. Pensó en hacer lo mismo, pero quería ver quién estaba detrás de esa est****a broma. Esperó. Esperó otro poco más. Nada pasó. Entonces pensó en un Salvaguarda Mágica que le hizo caer sobre la zapatilla que había perdido, se puso de pie y tomó el calzado con una mano.

 

Está bien. ―dijo al cabo― Puedes hablar. ―hizo un movimiento con los dedos, no era ritual ni nada parecido, mas bien se trataba de un gesto que le restaba importancia al hecho de concederle permiso a Aaron para decir algo, fingía bastante bien no estar disfrutando el momento.

 

Contempló las Necrohands, intentando hacer una conexión con ellas muy en vano. Se trataba de un hechizo, tenían magia propia y difícilmente podría ella controlarlas a menos que pudiese controlar a su creador. Así que continuó el camino, con Aaron detrás, hasta un conjunto de callejones de los cuales, estaba segura, había salido esas manos. ¿Cuál era el ideal? No sabía. Podría haber salido de cualquiera, incluso podría tratarse de los mismos fanáticos que habían ido a buscar. Se agarró la cara con ambas manos, olvidándose de la zapatilla, hasta que escuchó voces cerca.

 

¿Oyes lo mismo que yo? ―preguntó a Aaron― Hoy te quedas sin hij... ―se detuvo, se suponía que el que estaba con ella no era Aaron.― Hoy... el padre de mis hijos.... se quedará sin hijos... Así mejor. ―se giró para mirar al Black un segundo y luego continuó hasta adentrarse por la callejuela que los conduciría a donde se encontraban reunidos sus vástagos. El único que faltaba, del trío, era Matthew, sólo podía adivinar que era porque no le gustaba mucho ese tipo de "aventuras". ¿Fanáticos?¿El Santo?. ¡Bah!.

 

Antes de que ninguno pudiese reaccionar a su presencia, lanzó la zapatilla que llevaba en la mano y pegó a Jeremy en la cabeza. A Zoella no le hizo nada, aunque tenía ganas de picarle las costillas con la varita.

 

Acabamos de llegar. ―anunció, sin prestar atención a las posibles quejas de su hijo, le dedicó una mirada fugaz a Anne y otra a Anthony― Y, de no ser por unas Necro podríamos haber llegado hasta una pista. ―mintió, en realidad, aún no tenían nada.

 

@ @@Zoella Triviani @ @@anne Gaunt M @@Anthony Ryvak Dracony

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Ryvak no pensó en que varios magos y brujas se reunieran precisamente en el mismo sitio, pero se contuvo de cuestionar, no era él quien para indagar sus motivos, los fantasmas que él había invocado están montando guardia a prudente distancia de los ahí presentes, al pertenecer al mismo grupo, los fantasmas les protegerían de igual forma que a él mismo, por lo que no se preocupo, ni siquiera cuando varios sectusempras hicieron caer a un par de Uzzas fantasmas... pero aquel ataque fue útil para determinar el lugar donde se ubicaron los agresores y ahí marcho el mago seguido de dos fantasmas colocados a cada lado del Ryvak, otros fantasmas se encargaban de ser la defensa de los compañeros de Ryvak, sea cual fuese su acción.

 

La vivienda de donde salieron aquellos rayos, tenía el ventanal abierto, un movimiento de su varita que movió con tal fuerza como si se tratará de un látigo, abrió de un fuerte golpe las puertas del recinto, en el interior ya no se encontraba nadie, salvo un muggle sobre el pentagrama en blanco pintado sobre el suelo, el muggle tenía los ojos desorbitados y señas de que le arrancaron el corazón, a un lado sobre una mesa con velas blancas y joyas, semeja un altar en el que la imagen de una deidad estaba expuesta como cuando se lleva a cabo un ritual, al verlo Ryvak bufo despectivamente--¡ Fánaticos religiosos, puaff!

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Valle de Godric

 

Me dirigí directamente a la iglesia. Era probable que ninguno de mis compañeros viese lo que yo, frente a mis narices se dibujaba una especie de estela color beige, era el aroma de una persona que no hacía demasiado tiempo se escabulló en dicha dirección. No creía que fuese buena idea correr tras la primer pista que surgía ante mi, como servida en bandeja de plata, por lo que tras un segundo me volteé sobre mi pequeño hombro peludo y miré a Sybilla, ésta se encontraba espalda contra espalda de Hades. De haber podido rodar los ojos, asqueada, lo haría, pero al final venció mi rasgo más característico, el de meterme en problemas. Y me di a la carrera

 

En una escala del 1 al 10 qué posibilidades tengo de que hoy haya misa, pensé rascando la puerta delantera.

 

Resultaba cómico como mi suave voz humana retumbaba en aquella cabeza animal, una cualidad que no conseguía gustarme del todo pero que se sentía por demás natural. Nadie acudió a mi lastimero gemido así que bordeé un poco la zona, había algunas rejas del lado izquierdo, las mismas discurrían colina arriba protegiendo el desolado cementerio. Del lado derecho había otra puerta, un anexo al edificio en miras de caerse cualquiera de aquellos días. La casa parroquial, sospeché, y para mi fortuna tenía una diminuta entrada para gatos. Ningún sádico podría vivir allí, aunque la mayoría de los villanos en las películas poseían gatos.

 

Sabía que Macnair estaría repasando todos nuestros ancestros hasta llegar a mi mientras repasaba mis movimientos por el rabillo del ojo. De haber podido sonreír lo haría, de hecho podía hacerlo, pero se veía tan espantoso que un Chacal expresara tal espasmo muscular que lo evitaba. Metí la cabeza por la portezuela del gato e hice varios intentos hasta poder pasar, cosa que me dejó exhausta. Dentro todo era oscuridad y el aroma a humedad era incluso más pronunciado que afuera, allí todo parecía detenido en el tiempo y guardado en el rincón más recóndito del closet, olvidado.

 

Guiada por mi instinto canino di con un pasillo que llevaba a la zona alta de la iglesia. Para fortuna aquella madrugada ningún feligrés consideró tener la consciencia lo suficientemente sucia como para correr a confesarse. La calma reinaba, el frío resultaba insoportable aun con una gruesa capa de grasa y doble pelaje. Bajé las escaleras de dos en dos sintiendo como las patas se me entumecían, aunque solo hubiesen pasado unos pocos minutos estaba sobre exigiendo mi cuerpo en vísperas del parto. El interior era pequeño, al suelo le faltaban algunas moquetas pero en sí resultaba acogedor, hogareño y a la vez, sombrío.

 

Varios escalones más abajo llegué a la zona de largas banquetas de madera gastada, allí donde la misma persona se sentaba largas horas para rezar comenzaba a perderse el color. La primera fila a la derecha. Más con ascendencia, unos escalones permitían que el antiguo órgano se mantuviera altivo, a la vista de cualquiera, con largos tubos hacia el cielo de donde antaño brotaron las más lúgubres melodías, tanto para bodas como para funerales, quizás más lo segundo.

 

Comencé a jadear.

 

Mis verdes orbes se perdieron por un momento en el dolor ajeno. Observé a aquel hombre en la cruz, mirando con pena a la nada, sin culpar a otros, sin más que tristeza en sus ojos, completamente solo entre dos inmensos ventanales de colores por los que no entraba ni una sola luz. Según tenía entendido por algunos estudios Muggles aquel sujeto era venerado por la mayoría, un Dios, un Santo ¿Sería aquel "El Santo" que buscábamos? O dicho personaje se creería tan divino como el que ahora veía; simplemente la figura me hipnotizó.

 

―No eres la primera persona que se sorprende al verle.

 

La voz me tomó tan por sorpresa que casi vomito el corazón. Me giré frenética, tenía las orejas tensas al igual que los demás músculos del cuerpo, atenta al recién llegado ¿O es que siempre estuvo allí, viéndome? no comprendía como por un segundo mis sentidos se apagaron. Gruñí, pero el gruñido resonó extraño dentro de la casa de culto, la animagia me estaba cansando.

 

―Mi nombre es Ottis, soy el Padre Ottis. Es un placer conocerle...― Dejó espacios para que le respondiera ¿pero cómo lo sabía? tendría que ser mago o estar loco de remate para hablar con un animal.

 

Con lentitud mi cuerpo fue ganando centímetros, perdiendo pelo y salvajismo. Resignada acepté la postura de una mujer prácticamente desnuda, pero el hombre frente a mi no se inmutó, ni por cómo estaba ni por quién era, sino que simplemente se quitó un fino manto gris de lanilla que protegía sus hombros del frío y me lo tendió.

 

―Gracias― Correspondí cubriéndome como podía pues mi abultado vientre no me lo permitía ―Lamento irrumpir a éstas horas de la madrugada padre, verá, he viajado mucho y estoy algo agotada. Creí que podría encontrar un sitio para descansar aquí y retomar mi camino hacia el alba pero solo su Iglesia estaba abierta.

 

Mentí.

 

―El Valle de Godric no es conocido como un sitio turístico jovencita― Me contestó, algo en la forma que adoptó su nariz me indicó que sabía le estaba mintiendo. ―Pero venga, pase, estaba preparando un poco de té antes de comenzar mi comunión. Seguramente tenga algo de ropa en la caridad que nadie extrañará, qué clase de cristiano sería si dejo a una mujer embarazada pasando frío en medio de la noche.

 

Sonreí, a medias, como un reflejo me giré hacia la gigantesca puerta de madera que seguía cerrada. Tanto Hades como Cissy deberían estar acudiendo a cuidar mis espaldas pero aun no llegaban ¿Estarían en problemas? o se habrían topado con el mismo dilema que yo, la diminuta portezuela de gato. Dudaba que un mago y una bruja de su porte pudiesen atravesar dicho espacio, sobre todo porque la especialidad de los Macnair era hacer volar las cosas por los aires, no predicar la paciencia.

 

―Entonces...― hablé siguiendo al padre por una puerta que estaba cerca del órgano ―¿Nadie suele visitar el Valle, ningún forastero o muggle perdido, siempre está así de tranquilo y... callado?

 

El Padre Ottis encendió las luces con un interruptor de pared y escenificó para mi una descuidada cocina, aunque bastante limpia. Allí faltaban piezas por doquier, incluso a la tetera le faltaba el asa por donde se le agarraba. El agua no estaba en el fuego pero en ese momento no lo consideré motivo de alarma ¿Quién tomaba té frío? me cuestioné mientras clavaba mis ojos en las manos del hombre, trataba de adivinar su edad ¿50 tal vez? podría ser, a juzgar por las manchas que tenía en la piel y las arrugas, pero se le veía fuerte y entero. Dejó dos tazas de porcelana sobre una mesa con mantel amarillo y puso la tetera en el fuego. Una de las tazas estaba rota por el borde.

 

―Es muy poco común, joven, que alguien se sienta atraído por éste lugar. Hay quienes consideran que está maldito o que es demasiado deprimente para criar a sus hijos aquí.

 

No los juzgo, me dije para mis adentros y asentí.

 

―Y luego están las personas como yo, las pocas que quedan, capaces de ver la magia en el Valle de Godric sin temor alguno, de adoptarla como parte del día a día. Espéreme aquí, le traeré algo para ponerse

 

Quería creer que lo que estaba diciéndome era que quienes vivieron y murieron allí sin ser magos o brujas, en su mayoría, sabía acerca de quiénes predominaban el lugar sin problema alguno. Hasta los momentos Ottis me significaba un muggle inofensivo, aunque ya pasaran cuatro minutos desde que me dejó sola en la cocina. Sobre una de las paredes enmohecidas había un reloj, pero al igual que todo lo demás llevaba posiblemente años sin funcionar.

 

Tomé asiento, el agua ya hervía para cuando el cura regresó con unas sandalias de tela y un camisón blanco. Me entregó todo haciendo ademán de que podía conservar el chal de lanilla y quitando el agua del fuego, dándome la espalda cuando decidí cambiarme sin más allí, después de todo ya me había visto desnuda instantes atrás.

 

―Creo que sería una enorme atracción si me quedase, considerando que hace mucho no ven a otras personas merodeando por aquí. Hay tantas cosas nuevas más allá del Valle

 

Dije arrebujándome en aquel atuendo espantoso. Podría haber sacado mi varita para transformarlo en mi ropa anterior pero no quería poner incómodo a mi interlocutor.

 

―Oh sí, seguramente. Aunque mi sobrino es quien trae las noticias de fuera, supimos del nuevo Ministro de Magia hace poco cuando regresó de su viaje de negocios en Bulgaria

 

¡Bingo!

 

Acepté su taza de té, aunque no olía muy bien y posiblemente algo vislumbró en mi facción, el rostro completo se me iluminó cuando habló de su sobrino, como si mi cerebro atase uno a uno los cabos hasta la palabra "Bulgaria". Ese era el momento en que aquel par debía aparecer pero yo seguía ahí sola, tomando té con un cura algo extraño.

 

―¿Hacia dónde se dirigía?― Quiso saber, pero me tomó por sorpresa, las mentiras fácil llegan y fácil se olvidan.

 

―¿Disculpe, qué?― bebí un sorbo de té, estaba amargo.

 

―Me dijo que se perdió llegando aquí ¿Hacia dónde se dirigía? no hay muchos lugares cerca del Valle que yo recuerde, debió recorrer kilómetros desolados hasta poder llegar

 

―Oh, sí. Mi viaje― Golpeé suavemente mi frente en señal de que era olvidadiza. ―Pues decidí viajar por el mundo, ehm, sin rumbo fijo. Ya sabe, hacia donde mis pies dicten

 

Reí nerviosa. Estaba claro que nadie en mi estado decidiría "viajar hacia donde sus pies le dicten" menos con lo hinchados que yo tenía los pies. Pero por alguna tonta razón fue lo único que se me ocurrió y me odiaba por ello.

 

―Ya veo, bueno, si desea pasar la noche aquí hay una habitación libre en el campanario.

 

Se puso de pie, yo asentí. Noté que no había tocado su infusión y que ésta estaba casi fría ya. Me puse en pie y lo seguí, tampoco había bebido de mi té más que un sorbo, no sabía por qué, no justificaba mis actos ahí dentro, era como si alguien tirada de los hilos imaginarios que ataban mis manos y pies. Y así lo seguí, por varios pasillos y escaleras hasta llegar al campanario, el Padre Ottis abrió la puerta que permanecía con llaven, me cedió el paso y como si me conociera de toda la vida me dio las buenas noches marchándose.

 

¿Será que nadie desconfía de las embarazadas? porque podemos ser muy malas cuando queremos ¿verdad? toqué mi vientre, el pequeño bodoque se removió respondiéndome y volví a reír nerviosa, si Aidan se enteraba de ésto me mataría creo que eso era lo que más me asustaba.

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Valle de Godric

 

 

De un momento a otro, Arya había desaparecido en una cerrada oscuridad, dejándonos a Hades y a mí solos en medio de la calle.

 

-La voy a matar- gruñí, mientras me volteaba para intentar seguir por dónde se había ido, pero sin poder encontrar su rastro. Si me transformaba en hurón quizá podría seguir su olor... Y si usaba la Legilimancia, si no estaba muy lejos, podría escuchar sus pensamientos, ver lo que ella veía-. Te juro que si la matan, la revivo y dejo que la mates de nuevo- le espeté a Hades, mientras pensaba qué hacer. La daga de sombras en mi mano se había desvanecido por mi escaso control sobre ese poder del clan y suspiré frustrada... Cassian me había advertido de no intentar utilizar poderes más avanzados. Aunque más que una advertencia habían sido una sarta de gritos e injurias por intentar apuñalarlo con un zarcillo.

 

-Conociéndola, diría que se metió en la iglesia- con un movimiento de mi barbilla le indiqué a Hades el lugar, a nuestra izquierda, que se encontraba tan callado como el resto del valle. Pero aquel sería el primer lugar en el que yo buscaría, así que sospechaba que si mi sobrina era inteligente, iría por aquel camino también.

 

Para nuestra desgracia, las puertas del frente estaban selladas. Tiré de ellas un par de veces con frustración y luego levanté la varita con intención de lanzarles un hechizos, probablemente algo amable como un Alohomora para empezar... y un Bombarda si no cedían. Pero ni siquiera pude comenzar a articular palabra cuando sentí movimientos a mis espaldas. De soslayo noté que Hades ya se había girado hacia el origen del sonido, así que seguí su mirada hasta toparme con tres sujetos envueltos en túnicas y cuyas capuchas tapaban parte de sus rostros.

 

-Hey... Hola- levanté la mano derecha, mientras escondía la izquierda con Shember en mi espalda, por si eran muggles-. Hola... amigos... Estamos....

 

-¿Qué es lo que quieren?- preguntó el del medio, que era un poco más bajo que los otros dos y más rechoncho.

 

Cerré la boca de repente.

 

-Ehm... Estábamos de paseo y hace frío, pensábamos pasar un rato sentados en el calor de la iglesia...- mi voz sonó insegura y pareció que el tipo se daba cuenta, porque sonrió. Sí, pude verlo sonreír bajo las sombras y eso me asustó un poco.

 

Los tres hicieron aparecer varitas de entre sus mangas largas de los abrigos y supe que habría una batalla.

 

-Sectuse...

 

-AHHHHHHH- con un grito de guerra me lancé sobre el hombre del medio, a quien tenía a un escaso metro de distancia-. Sangre corrupta- no era una hechizo en sí, sino más bien una especie de invocación personal para activar el poder -uno de los dos- que sabía hacer lo suficientemente bien.

 

Sentí la magia abrasándome por dentro, tomando posesión de cada pequeña gota de sangre que tenía en el cuerpo y convirtiéndola en algo corrosivo para el resto de las personas. Tal como Cassian mismo me había enseñado, utilicé la magia para "abrir" mi piel, haciendo que el líquido comenzara a secretar por mis poros. Era algo asqueroso de ver, como si una baba verdosa saliera de mis manos y rostro, convirtiéndome en un monstruo resbaladizo. Mis manos, que las había apuntado al rostro del sujeto al que estaba atacando, se aferraron a su piel y sentí el olor a quemado apenas hicieron contacto.

 

-AHHHHH SUÉLTAME- gritó, enfurecido y loco de dolor, mientras intentaba empujarme lejos o tirarme algún hechizo.

 

Los otros dos se habían quedado estupefactos con mi ataque, sin reaccionar. ¡Bien! Eso le daría tiempo a Hades de abatirlos.

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-Puras promesas Macnair –le susurre- siempre me emocionas y después terminas defendiendo a tu sobrina adorada –dije aquellas palabras de manera seria y quizás con un poco de ponzoña ya que Cissy sabía que Arya no me caía del todo bien.

 

Seguí a Cissy sin bajar la guardia. Había demasiada paz. No me gustaba aquello, parecía que algo se estuviera cosiendo o más bien, que al atmosfera mágica y ancestral del lugar estuviera jugando con nosotros. Por mi mente paso la palabra “el ojo de la tormenta”, una que había utilizado y visto con mis propios ojos muchas veces. Observe a Cissy sacar la varita dispuesta a destrozar toda la verja de ser necesario para buscar a la otra Macnair cuando un sonido llamó mi atención. Al voltearme logre ver 3 figuras que se acercaban. Podía sentir sus almas, no eran amigas.

 

**********************

 

Flashback.

 

-Me estas decepcionando Ragnarok –escucho la voz de Asra mientras el hijo de la noche yacía de rodillas frente a ella- o te esfuerzas mas o te aseguro que jugare con tu alma hasta hacerla una piltrafa, la enviare al lugar más oscuro y profundo y pasaran eones antes de que pueda reconstruirse –dijo la mujer de manera amenazadora con una sonrisa- vamos, una vez más –ordeno.

 

El hijo de la noche se levanto y observó a aquel muggle que habían capturado. Podía sentir los ojos azules de la Boswell clavados en él mientras el vampiro vinculaba su alma con la del aquel hombre. El se esforzaba por aprender a ser el señor de las almas, aquel primer conocimiento que debía dominar antes de pasar al siguiente. Hacer un horrocrux había sido fácil, destruirlo, no tanto. ¿Por qué lo había hecho si perdería aquel pedazo de su alma?, para entender el dolor, para entender el poder. Asra lo vigilaba de cerca, ella estaba leyendo el alma del Ragnarok.

 

Poco a poco, tras mucho esfuerzo comenzó a dominar el asalto psíquico y convertirse en un titiritero. Asra, le había dado la información importante y lo había guiado pacientemente, sin dejar de amenazarlo un par de veces hasta que el vampiro entendió como iba todo.

 

Fin del Flashback.

 

**********************

 

Aunque el hijo de la noche lo hubiera querido sabía que no podía evitar el enfrentamiento, más aun, aunque lo hubiera deseado sabía que no podía detener a la Macnair una vez que perdiera el control. Dibujó una mueca divertida mientras en sus orbes oscuros como el abismo aparecía una chispa brillante de intensa maldad. Escucho a Cissy, pero conocía ya lo suficiente el alma s de los 3 hombres como para saber que aquello era inevitable. Cuando el que aprecia el jefe de ellos, el que se encontraba en medio hizo el primer movimiento el vampiro reacciono.

 

La Macnair se adelanto. El cainita no se quedo atrás. La ex vampiresa ataco con aquel poder se su clan. El hijo de la noche la miro de reojo fugazmente sorprendido tras aquella especie de transformación viscosa de Cissy. Sin embargo, no había tiempo de quedarse mirándola, cuando aquellos 2 hombres levantaron la varita el Ragnarok ya había actuado. Se concentro como le había dicho la Boswell y en un segundo se había vinculado con las otras 2 almas que allí estaban gracias al asalto psíquico. A uno le causo extremo dolor, como si fuera un crucio lo que estuviera utilizando, al otro le hizo sentir pánico, un miedo tan inhumano que quedo paralizado.

 

-Un, dos, tres, pollito ingles, sin mover la mano ni los pies –canturreo su mantra de muerte, su réquiem de exterminación, sin embargo no los mató, al menos no aun, necesitaba información, y ellos se la darían.- Muy linda, pero supongo que no puedo besarte en este momento o terminaría peor que ese –dijo señalando al que había sido el jefe de los 3 atacantes mientras el continuaba manipulando el alma de los otros 2- tu sobrina supongo que pdora esperar un poco mas.

 

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Valle de Godric

 

El tipo no dejaba de gritar y, por un momento, temía que la gente comenzara a salir de sus casas, al menos los que no habían abandonado el Valle. Pero nadie acudió, más allá de la voz atormentada del tipo que se estaba quemando bajo mi ataque de baba corrosiva, el silencio era sepulcral, como si incluso los animales hubieran abandonado aquel lugar por temor. ¿A nosotros? No podía ser... quizá a ellos.

 

-Ja-ja- dije en tono de burla amarga a Hades, por encima de los gritos del sujeto. Si Arya hubiera estado allí, cerca, hubiera podido oírlo y habría acudido, así que mi instinto me dijo que algo andaba mal. Para mi poca fortuna, al amuleto de peligro sólo brillaba por los atacantes -ahora abatidos- delante de nosotros y no con el brillo usual de algún familiar-. Ay, ya, cállate- me quejé y saqué una pequeña daga que llevaba atada a mi muslo, oculta. Con ella me corté la palma de la mano y luego la incrusté en un hombro del aullante hombre. Por supuesto, éste volvió a soltar un alarido ante el nuevo ataque, pero mi sangre -la Sangre de Caín- comenzó a hacer efecto y a curarlo.

 

Se había llevado las manos al rostro con intención de detener el desprendimiento de su propia piel putrefacta, que había dejado el músculo a la vista, así que tenía sus manos carcomidas por la ponzoña de mi magia corrupta, pero poco a poco todo él comenzó a regenerarse y sus gritos se detuvieron, siendo ahora sollozos de desesperación. Su varita había caído a un lado, en el piso, donde él también había caído de rodillas. Podía sentir... podía sentirlo. Cassian me había hablado de aquella conexión, que ahora era un endeble hilo pero que podía mejorar con práctica.

 

-Habla- le ordené el tipo.

 

Hades tenía a los otros dos controlados con Merlín fuera a saber qué poder.

 

-Habla o mi esposo hará hablar a tus amigos y de formas mucho peores- no sonreí. Siempre sonreía cuando lanzaba una amenaza, pero en aquel momento me encontraba exhausta por el poder que había usado y asustada por no saber qué había sido de Arya. Tenía que recordarme que yo era una bruja de poderes oscuros, poderosa, que podía con eso y que aferrarme a lazos sentimentales probablemente no era bueno en aquel momento. Otra parte de mí pensó en el hijo de Aidan que estaba aún por nacer y que la estú.pida de mi sobrina había puesto en peligro.

 

La sangre corrosiva se había vuelto a meter por mis poros, pero aún permanecía un brillo verdoso en mí, como una lámina pestilente que podía expulsar en un chorro de necesitarlo. El hombre recordaba la sensación de ácido quemándole, algo que ahora se notaba incluso en mi ropa, que no había tenido el recaudo de proteger con algún hechizo de impermeabilidad antes de atacar. Había zonas donde el ácido de mi sangre había creado agujeros grotescos, húmedos, dejando sedosa piel expuesta.

 

El hombre tragó saliva.

 

-No sé de qué hablas- su voz temblaba.

 

Enarqué una ceja.

 

-Yo creo que sí, "iluminado"- me mofé de su apodo. Su semblante cambió-. Oh... ya veo... quizá quieres un poco más de... esto- estiré una mano hacia su rostro, de donde la baba verdosa comenzó a supurar.

 

El hombre se retiró hacia atrás y cayó sentado sobre el pedregal de la entrada de la iglesia, visiblemente asustado.

 

Tragó saliva.

 

-¿Quién es El Santo?- pregunté con voz autoritaria.

 

-No.. no lo sé...- negó, su cabeza moviéndose a uno y otro lado-. No sé quién es... no lo sabemos- excusó a sus acompañantes-. No se nos tiene permitido saber- sollozó.

 

Moví el pie derecho de forma nerviosa sobre el suelo y suspiré.

 

-¿Qué...

 

-Los allegados... los lugartenientes de El Santo... nosotros recibimos órdenes de ellos... Se hacen llamar "Los Apóstoles"- me interrumpió, como si de repente hubiera recordado aquel dato-. Ellos... Ellos tienen poderes... Como los tuyos... y- señaló con la barbilla hacia Hades-... los de él.

 

Sorpresa cruzó mi mirada pero no me atreví a quitarle la vista al susodicho. ¿Tenían conocimientos de nuestros poderes? Eso no era bueno... No... Era un desastre. ¿Acaso había Mortífagos entre los iluminados? ¿Traidores a la Marca Tenebrosa?

 

-Continúa...- gruñí.

 

El tipo tragó saliva con dificultad.

 

-Hay... un lugar... El "área 9"- negó con la cabeza, como si aquella información le costara decirla.. como si hubiera sido compelido a guardar el secreto. Dentro de mí, mi mente comenzó a trabajar a toda prisa y envié una onda de pensamiento para apretar la mente del mago iluminado. La onda chocó de inmediato contra una pared... Una pared que ni siquiera parecía haber sido puesta allí por él-. Área 9...- repitió, como si le costara articular-. Habrá un ataque... El área nueve... pertenece... al Depart... Depar.... - parecía que el tipo se ahogaba con las palabras.

 

Me arrodillé frente a él de inmediato cuando se llevó las manos a la garganta. Durante la Segunda Guerra Mundial había visto a agentes consumir pastillas de cianuro para quitarse la vida cuando eran atrapados y la visión me pareció tan similar que mi primer instinto fue intentar abrir su boca para ver si de allí comenzaba a salir espuma. Pero no era así. El hombre genuinamente parecía estar ahogándose con sus palabras.

 

-¡¿Qué departamento!?- grité, mientras lo sacudía. Sus ojos comenzaban a desenfocarse.

 

Sabía que hablaba del Ministerio de Magia.

 

Presioné mi mente contra al de él, golpeando aquella pared que parecía haber sido construída con diamante y comencé a agrietarla. El mago cerró los ojos mientras hacía sonidos grotezcos. ¡No! ¡No! ¡No podía morirse! ¡Necesitaba esa información!

 

-Dep... ta... Mis...- no podía hablar, le era imposible. Así que gesticuló.

 

Mis-te-rios.

 

Y murió.

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Valle de Godric


La ventana del campanario no tenía protección. La brisa fría se colaba por ella sin vergüenza alguna haciendo que me estremeciera. Allí arriba ni siquiera el chal de lanilla podía protegerme pero aún así me hundí más en él. Pequeño Howard parecía haberse dormido o sentirse presionado por las energías del lugar, así solía decirle de cariño pero era algo secreto entre él y yo, ni siquiera en mi primer embarazo me mostré dulce y risueña como todos esperan que una madre se comporte, además, Aidan y yo aún no nos habíamos decantado por un nombre.


Una pequeña vela a medias iluminaba el cuarto, o lo que de suponía en algún momento fue una despensa. En las paredes había marcado de estantes que ya no estaban, como fantasmas. El plato que mantenía en pie dicha vela poseía una fina capa de polvo ¿Cómo era posible? El aire puro hacía circular mis ideas ahora y por fin empezaba a sentirme en peligro. En un rincón, más cerca de la puerta por donde entré había un camastro, las sábanas y mantas estaban limpias, algo que chocaba con la situación que le circundaba.


―¿Ciss?


Lo pensé o lo dije, no tenía idea. La morena tenía una perfecta sincronía con mi mente pero allí dentro, hasta aquí arriba parecía haber algo que nos bloqueaba esa señal. Fui directo al picaporte, era lo más lógico pues comencé a sentirme mareada. Traté y traté pero la maldita puerta no se abría, aquel personaje misterioso nos había enviado a una posible trampa. Mi mente se disparó, dejé de pensar en mi y en el bebé, dejé de pensar en mis compañeros allá afuera, solo pude pensar en ella, mi pequeño y frágil ruiseñor.


Miré mi muñeca, allí pendía una fina cadena con un diminuto dije, posiblemente Zoella no lo sabía pero su cadena de aniversario, la que le había regalado algunos años atrás, se complementaba con esa pulsera.


El Padre Ottis me había encerrado, no tenía motivos para hacerlo o al menos yo no sé los había dado pero aún así lo hizo. Tal vez él no era quien decía ser o aparentaba. Quizás planeaba confundirme con el cuento de su sobrino ¡Quizás no existía ningún sobrino! La cabeza me dolía de solo pensar lo tonta que fui, me ardía la sangre, me temblaban los huesos. Un fuerte pitido me dejó completamente sorda y tambaleante. Oí la voz de Lucan tan nítida que por un segundo creí que estaba ahí conmigo.


"Déjalo salir" me gritó. Pero yo no podía y se lo repetía una y otra vez de rodillas, casi llorando. Era débil, lo primero que le enseñé fue mi debilidad.


Golpeé el suelo con las manos, lo arañé con mis garras, sí con mis garras, las uñas me habían crecido unos seis o siete centímetros.


"No seas tan sentimental" me reprochó una segunda voz, tenía tanto tiempo sin oírle que me resultó ajena al principio. Pero cómo podría olvidar a mi estimado padre, siempre tan cariñoso y empático con sus hijas. Pik me miraba con desgana sentado en aquel camastro desvencijado, cerca de Lucan que seguía esperando algo de mi, una respuesta, una acción.


―No es sentimentalismo


Le dije, aunque con cierta dificultad pues mi rostro estaba algo deforme, una elegante animalización. Mientras mi alma se vinculaba con lo animal espiritual.


―Es instinto.


Me incorporé de un salto. En la zona baja de mi espalda comenzaba a entretejerse una fina capa de pelo que le daba paso a una pomposa cola de lobo albino. Mis ojos verdes brillaban como los de cualquier animal salvaje. De entre mi rojizo cabello largo sobresalían dos puntiagudas orejas y con ellas todos mis sentidos se agudizaban.


Las figuras de los dos hombres se esfumaron como neblina a media tarde. Podía oír a las ratas corretear por los entretejados, la respiración agitada de un grupo de personas fuera. Sospechaba que eran Cissy y Hades. El cuerpo había dejado de dolerme pero lo que elevó mi éxtasis fue oír los latidos del corazón de Deimos tan fuertes y claros, como si gobernaran mi cabeza. Toqué mi pecho, ya sabía que cuando Aidan quisiera ahorcarme le diría que por fin sabía cómo llamar a nuestro hijo; quién diría que no tenía idea lo que se gestaba en mi vientre.


Volví a observar todo a mi alrededor con un poco más de calma. Las paredes también parecían nuevas aunque el empapelado se notaba era antiguo, de haber tenido los mismos años que la iglesia o el camastro alguna esquina debería estar desprendida ya, el papel solía formar globos de aire con la humedad y comenzar a caerse poco a poco, éste no era el caso. Rápidamente coloqué ambas palmas buscando una puerta secreta o pasadizo, pero nada de eso se presentó ante mi. Frustrada rasgué una pared, dejé marcas en el concreto, no podía creer la fuerza con la que contaba ahora, debería aprender a medirla.


Un gruñido gutural escapó de mi garganta pero se perdió en la nada cuando descubrí lo que había debajo del empapelado, obviamente puesto a propósito. Rasgué más y más papel hasta que un mapa hecho con carbónico se formó ante mis narices. Había unas cuantas zonas marcadas pero una en particular llamó mi atención, estaba remarcada con varios círculos uno encima del otro. Sabía del sitio de manera geográfica pero no los motivos del énfasis. Oí pasos dirigiéndose al campanario, alguien subía las escaleras, a juzgar por el compás, Ottis venía por mi.


¿Por dónde saldría? Ya no podía confiar en que el cura era cura y ya. Además, intentar dominar mi forma animal por primera vez comenzaba a exhaustarme. No debí acudir a la misión como estaba pero el deber era mucho más fuerte que yo. Anclé la mirada en el alféizar.


―No, Arya. No hagas eso― me dije.


Una sonrisa macabra iluminó mi bestial rostro. Antes de siquiera poder pensarlo o de que el cura hiciera explotar la puerta del campanario, ya había tomado la decisión y me lanzaba desde una altura pronunciada considerando que las garras serían lo suficientemente resistentes como para aferrarme a la torre. El primer metro caí sin rumbo, luego pude deslizarme con soltura pero tan solo unos centímetros hasta notar que me precipitada hacia el vacío.


―Aresto Momentum


Musité sacando mi varita con torpeza pues mis manos se habían soltado de la piedra.

No la necesitaba pero así me sentía más segura. El hechizo aminoraría el impacto por lo que debía asegurarme de mantenerme de espaldas. Tanto Ragnarok como Macnair pudieron verme caer desde tan alto. La varita llegó primero perdiéndose entre los arbustos secos que rodeaban la iglesia y la secundé produciendo un gemido seco al impactar, por unos cuantos centímetros no fui brocheta de bruja en las rejas.


Perdí el aire y la concentración debido al impacto. Mis orbes esmeralda notaron cuando el padre Ottis se asomó por la ventana desde donde me lancé y corría en dirección contraria para cerciorarse de que estuviera muerta, había descubierto demasiado. Me puse de costado y arrastrándome busque a Ómra entre las hojas, Cissy me llamó, sentía el nerviosismo en su voz, gritó mi nombre con cierta histeria. A tientas logré pararme, irónicamente tenía solo un raspón en la rodilla izquierda y un corte en la frente, producto de la caída tal vez, pero estaba entera.


―¡Debemos irnos!


Exclamé pero no parecían oírme a la distancia que estábamos. Noté la sorpresa en sus rostros al ver cómo recuperaba al cien mi fisonomía humana.


―Cissy, tenemos que irnos, nos descubrieron― miré a los tres tipos golpeados, con terror en los ojos, acababa de decir una tonta obviedad. ―No sé por qué ni cómo, pero es Escocia.


Tosí.


―El siguiente ataque será en Escocia, si nos vamos ahora quizás lleguemos a tiempo.


Por la expresión de mi tía sabía de qué estaba hablando aunque yo no ¿Qué había exactamente allí? Agarré su muñeca con violencia, estaba cansada, nada de lo que hiciera serviría, debería ser ella la que nos sacase del Valle de Godric.


"Si los demás llegan a la misma conclusión, si resuelven la misma pista que nosotros podrían ponerse en peligro" pensé, no podría soportar que algo le sucediera a Zoella.

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Tinworth

Aaron Augustine Black Yaxley



>>¡¡Por Merlín Candela, cuál es la idea de dejarme mudo por ponerte algo de ropa muggle. Ni que...

-... te hubiese dejado desnuda!! ...- se oyó de mi voz alterada en cuánto pude volver a articular las palabras. Me quedé un par de segundos en silencio, con la boca entre abierta y un tonto titubeo en off.

La bruja se había llevado las manos hasta el rostro, sin saber si era por lo que había oído de mí o por un cotilleo que comenzaba a ser más audible. Quizás fuese porque la madre es madre y jamás se equivocan sobre sus hijos, porque lo que es yo, jamás me hubiese dado cuenta si era o no, alguno de mi descendencia; de todos modos me sentí aliviado de que haya pasado en banda el comentario, así que le seguí hasta ver a Jeranne y Zoe, junto con Anne y un mago de mechas verdes que se me hacía algo conocido.

-¿Ustedes han hallado algo en particular?- pregunté en cuanto la gitana terminaba su comentario, deteniendo la mirada con genuino énfasis en mi hijo- nosotros teníamos a uno del cuello, listo para generar el primer horro...-comencé a decir con ligereza, haciendo gestos de sostener a alguien en el aire, hasta que miré a la Zíngara- ¿no?, entonces no. Era broma, no tenemos nada aún...- concluí llevando ambas manos a los bolsillos al mismo tiempo que me encogía de hombros- sin embargo, hay que sincerar que éste pueblo está algo callado, ¿no creen?...

Fue entonces cuando el chico de mechas verdes pareció salir algo alterado, por lo que le seguimos o al menos yo lo hice- caminando claro estaba- hasta que dimos con una vieja cabaña con ventanales rotos; parecía reciente. Dentro había una especie de altar rústico, con velones casi enteros (cuestión por la que había deducido lo actual de la situación) y un tipo tendido en el suelo del comedor, con los ojos blancos y el pecho abierto.

>>¡Fanáticos religiosos, puaff!<<

Oí mientras recorría la pequeña estancia. Cuestión que hubiese elogiado de inmediato si no hubiese sido por media cabeza que se asomaba desde fuera, por la ventana al fondo de un pasillo. Desenvainando mi varita lancé un par de hechizos en su dirección mientras veía como echaba a correr... no fue difícil orquestar en mi mente un punto lejano para desaparecer y reaparecer frente a él, sin saber si alguno de los presentes se había percatado de lo que yo había visto.

El tipo no paró por ningún segundo, tacleandome de lleno para caer sobre mí y rascar la tierra con sus manos para intentar un escape inmediato.

-Maldi...-¡maldición!...concentré en mi mente mientras veía como se tropezaba con una verja al intentar saltarla mientras me ponía de pié rápidamente para echar a correr en su búsqueda-...¡detente!...- vociferé mientras sacaba el frasquito de semillas de hielo una vez que me acercaba al desconocido. Lo vertí aún corriendo para formar un sendero de hielo que en definitiva nos desestabilizaría a ambos, agitando mi varita en el desliz para alcanzar su cuello con un látigo mágico que sujeté con fuerza.

-GRRRahhhgsuelgggtame ... ggg...(tose por las asfixia mientras intenta zafarse con ambas manos).

Acercándome con la varita aferrada, lo atraje hasta mí como quién sujeta fuertemente las riendas de su caballo y le patee con fuerza el abdomen, intentando no perder el equilibrio.

-¡Dónde está el Santo!...-le grité, sin importar que alguien cercano me escuchase. El tipo rió entre medio de su dolor, por lo que dí más tensión a la cuerda- ¡no tengo problemas en matarte! ¿que no lo entiendes?... ¡quién es el Santo!...-entonces el hombre volvió a reír; su cara era la de un tipo joven pero con rasgos de adicción a quizás qué cosas; le dí un poco más de tensión y su rostro tomó algo de temor al sentir como la cuerda se incrustaba en al primera capa de su piel. Podía ver sus ojos de asombro o más bien presión- no me dejas excusa...

-ghhhahggg ¡NO! ggg ¡NO!...- gritó desesperado, a lo que aflojé un tanto la presión del látigo- él me matará, me matará si te lo digo...

-La verdad no creo que tengas mucha opción. Te mataré si no lo haces...- aseveré con la intención de tensar nuevamente la cuerda mágica.

-¡El apóstol, el apóstol!...él es el único que conoce al Santo en persona.

-¿Quién mi.er.da es el apóstol?...- cuestioné sin oírle- ¡dame un mal.dito nombre!

-Deberías...de...deberías inda...indagar entre tus...inqui..inquisidores...

-¿Mis hombres?...- tensé nuevamente el látigo mágico. Oía que alguien se acercaba; quizás Candela o con quienes nos habíamos reunido- ¿qué tienen que ver? ¡son fieles al ministerio!...

El tipo soltó una risa quejosa y de sorna.

-Área nueve...-dijo. Pero mi temperamento era tan frágil que en vez de darle soltura al látigo mágico, lo tensé con tanta determinación que terminé decapitando al chico.

Sentí un ardor distinto al tatuaje de la marca, sosteniendo la mirada en el antebrazo contrario para ver como se dibujaba una especie de cicatriz con forma de un bote a vela. ¿Sería el momento?...

-Contigo haré mi primer horrocrux...-le dije al inerte cuerpo del tipo. Una nebulosa color lila se desprendió de su cuerpo y un dolor intenso se apoderó de mi pecho.

Llevando la mano a mi pectoral, posando una rodilla en el suelo y sintiendo cierta falta de aire, otra nebulosa color gris que salía de mi cuerpo, se mezcló con la lila del muchacho y se absorbió en las gafas que llevaba puestas: ¿sería aquél el primer horrocrux de mi vida?... alcé la mirada para ver quién sabría de ésto. Después de todo, tenía que conocer a los testigos de tal acto.

Sin darme cuenta, un pequeño mechón de mi cabello, que se extendía desde el remolino en la nuca hasta la cola del cuello, tornó en un color blanco. Sí, era el primer horrocrux.

@Aaron Black Lestrange @@Zoella Triviani @ @@anne Gaunt M @@Anthony Ryvak Dracony

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La sonrisa malévola del vampiro se mantuvo en su nívea faz disfrutando de aquello. Se sentía libre, tal como lo había sido alguna vez, sin embargo, aun le faltaba aquella emoción de saber que estaba pisando la delgada línea entre la vida y la muerte que el proporcionaba su eterna enemiga y némesis Leafa, a la cual, a la final había terminado matando en un duelo sin precedentes que nadie había visto.

 

Observaba cada uno de los movimientos de su prometida, le gustaba aquella parte oscura de la Macnair, era raro verla en acción, cada uno hacia las cosas por separado, mas bien, desde que estaban juntos habían sido pocas las veces en que ambos habían demostrado para el otro el poder que ostentaban, claro estaba, el vampiro no había visto aquella nueva faceta de la Macnair y él tampoco era que había demostrado los secretos de Caronte a nadie. Dibujo una mueca tras verla hacerse aquella herida en la mano. Pudo sentir el olor de la sangre de la ojos verdes llamándole.

 

-Entre tu sangre, y tu cuerpo Macnair, me van a terminar de volver loco y harán que pierda la concentración –dijo en tono divertido torturando un poco más a aquellos hombres- como sigas así, voy a llevarte a la iglesia y nos casaremos ahora mismo y luego para nuestra noche de bodas iremos a la tumba de los Potter –dijo de manera pervertida a la ex vampiresa.

 

Un segundo después volvió a ponerse serio al ver lo que esta hacia. Observo en los ojos de aquel hombre el terror y el dolor que esta le estaba causando. Guardo silencio y escucho aquel interrogatorio. No hacía falta que el utilizara alguno de sus poderes, ya con lo que hacia Cissy era suficiente, él simplemente se limito a ser un mero observador sde aquella obra macabra de teatro.

 

Dibujando una mueca divertida escucho aquella palabrea. “esposo”. ¿La Macnair lo había llamado así?, quizás había escuchado mal entre los gritos de aquellos hombres, pero le había parecido leerle los labios y escuchar cuando dijo la palabra esposo.

 

-<<Obvio que escuchaste bien Ragnarok, te llamo esposo>> -se dijo así mismo riñéndose.

 

De haber podido la hubiera tomado allí, la hubiera hecho suya y hubieran buscado un hermanito o hermanita para Kore, sin embargo, por el momento tenían algo más serio e importante que hacer, luego, se podrían divertir. Sin embargo, suponía que si tocaba a la Macnair en aquel momento terminaría quemado.

 

Así como había empezado aquel interrogatorio observo como termino. Aunque hubiera querido detener aquella muerte era en vano. No tardo un segundo en entender lo que este les había revelado. Al igual como su “jefe” los otros 2 hombres murieron de la misma forma sin que el Ragnarok pudiera evitarlo o más bien, había hecho que todo terminara más rápido para ellos, los había controlado lo suficiente como para que sufrieran el mismo destino que el hombre bajito.

 

-Esto no me gusta nada Macnair –dijo en un susurro- yo trabajo allí, en el departamento de misterios y jamás había escuchado de esa zona –le dijo a la ex vampiresa- esto es mucho ams grande y peligroso de lo que sospechamos, mas si la insinuación de ese es cierta, si hay mortifagos que nos están traicionando –la observo a los mojos- nadie conoce los secretos de los clanes mas que nosotros mismos.

 

El vampiro ayudo a la Macnair a levantarse.

 

-ya no podemos hacer nada, lo mejor, aunque no quiera es ir a buscar a tu sobrina y largarnos de aquí, pueden haber mucho más de ellos cerca –le dijo el cainita a la Macnair.

 

El golpe sordo a los lejos hizo que el hijo de la noche volviera a ponerse en guardia. Unos segundos después observo de quién se trataba y rápidamente poso sus orbes oscuros en el campanario y en algo que desaparecía misteriosamente en las alturas. Ayudo a la Macnair mientras la chica venia a su encuentro de forma extraña y desencajada. Algo había pasado. Se notaba en su voz. ¿Qué había descubierto?, la premura de sus palabras y sus movimientos hacía notar que no era absolutamente nada bueno. Cuando entendió aquello, que los habían descubierto y que los 3 estaban en peligro el cainita se preparo. Busco en su mente todo lo que pudiera necesitar para proteger a la Macnair, aun si eso significaba que por una vez también debía proteger a Arya. Cosa que no le agradaba en lo mas mínimo, pero siempre había una primera vez.

 

@ @@Arya Macnair

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