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Enterrando a nuestros muertos - Fase 2:


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(Fase 1: http://www.harrylatino.org/topic/113800-enterrando-a-nuestros-muertos/ )

 

Con el Libro de los Nombres olvidados, a salvo; los frasquitos con las memorias de los muertos, escondidos y la certeza de que nuestero trabajo era correcto y necesario, las sacerdositas de la Potter Black habíamos iniciado una guerra secreta contra el silencio de nuestro gobierno actual ante las muertes y desapariciones de muggles y magos tras el Levantamiento del Secreto de la Magia. Para nosotras, era una muestra de indiferencia e incluso de desprecio ante las víctimas caídas por un capricho de Aaron Black Lestrange. Como había dicho Sagitas, un tribunal internacional, fuera mágico o muggle, le obligaría a pagar por lo sucedido.

 

Aunque para ello, necesitábamos apoyo, dar el paso y denunciarle. Teníamos pruebas pero... ¿Serían suficientes? Además, ahora tampoco era un buen momento para declarar en voz alta que éramos magos, con la persecución que la misma ONU ejercía sobre nuestra comunidad. Nos habían obligado a permanecer en la clandestinidad, así que, de momento, no era muy viable actuar ahora. Lo mejor era seguir recolectando pruebas para cuadno llegara el momento de revelarlas.

 

Pero Matt también estaba acertado. "El Miedo era para los cobardes" y el miedo era lo que impedía que muchos afectados no se atrevieran a levantar la voz. Algunos preferían esconderse, otros preferían apoyar a la figura del Ministro y crear más muertes y ataques entre las comunidades. Y todos temíamos en cierta manera a aquel Inquisidor que parecía ser aún peor que el peor de nuestros dirigentes.

 

- Entonces... ¿Nos llevamos a los niños y empezamos la fase 2, la difusión de nuestros esfuerzos y la petición de ayuda para buscar más testimonios?

 

Esa era una gran pregunta, salir de la tranquilidad y la protección de la mansión y buscar más allá... Todo un reto.

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Volver al trabajo nunca era ni gratificante ni algo que uno esperara con demasiadas ansias, quizá por eso Maida apenas y se había dignado a aparecer una semana después de llegada a Inglaterra. Ni Aaron le exigía la vuelta ni los encargados de personal del Ministerio, y siendo el ministro su primo, por nepotismo o lo que fuere, se sabía aún en el cargo de asistente con él. Pero la ruma de documentos pendientes eran interminable, tendría que contratar ella misma un par de asistentes que clasificaran la documentación por nivel de importancia. A su derecha, en un cajón sellado no sólo con magia sencilla sino que con maldiciones además, tenía documentación e informes más especializados y que mandaba a traer con funcionarios de su más profunda confianza.

 

— Señorita, necesitaría su firma en estos comunicados que saldrán a la prensa en los siguientes días —interrumpió una bruja con aspecto aún más tímido que el de la Yaxley, ni siquiera era capaz de mirarla a los ojos.

 

¿La razón? Insospechada, Maida era una bruja que hasta podía pasar por toda dulzura, su tono de voz siempre era suave y trataba en la medida de lo posible, ser educada en demasía con todos los que la rodeaban, al punto de hacerse casi invisible e inaudible para no estorbar. Quizá era eso justamente, quizá el permanecer tanto tiempo como la sombra de su primo la hacían parecer más inalcanzable de lo que era, por la razón que fuese, la bruja de ojos azules sonrió al sentir el nerviosismo de su subordinada y firmó los papeles con rapidez luego de darles una ojeada, cuando los tacones de la señorita dejaron de oírse en el pasillo, abrió el cajón de comunicados especiales y botó un par que no consiguieron su atención.

 

— ¿Movimiento nocturno en los cementerios? ¿Cómo es que algo así podría ser de importancia?

 

Estaba por tirar el tercer pergamino cuando decidió volverlo a leer, con más cautela, no vaya a ser que ocultara algún mensaje en clave que estuviera pasando por alto. Las notas anteriores hablaban de murmullos en las calles acerca del pésimo control que había tenido el Ministro en las revueltas luego del Levantamiento del Secreto, pero eso le parecía supremamente ordinario, Aaron jamás se iba a detener si las muertes no eran de alguno de sus hijos e incluso en semejante situación, la bruja permanecía dudosa. Entonces fue cuando su cerebro cantó el Eureka.

 

Me va a tocar barrer su cuarto, ¿verdad? —bufó cansada dándose cuenta de lo que estaba pasando por alto.

 

Las revueltas traian consigo sangre y en muchos de los casos, muertes. Cuerpos sin vida que no habían logrado la mínima disculpa por parte del Ministro de Magia, ¿qué pasó con la sana y vieja costumbre de desaparecer a las personas? Los cuerpos eran evidencia y en el caso del lado mágico del mundo, hasta prueba podían llegar a ser, lo que menos quería Maida era ver al siberiano esposado por sus locuras o impulsos de megalómano.

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Después de haberse alejado de la mansión familiar por el mismo miedo que ella misma había sentido ante el descubrimiento de lo que había ocurrido en su propia casa se había ido a quedar en otra de las casas familiares

 

Últimamente habían tomado la decisión de estar pasandose de casa en casa para estar a salvo pero de todas maneras sabía que no podía estar demasiado alejada de los Potter Black

 

Ella tenía muy poca experiencia con aquellos eventos así que había regresado a la mansión de quienes sentía tenían un mejor control de sus poderes que ella misma

 

-Hola? Harpo estás aquí?... sabes si las chicas están aquí? porque siento que necesito hacer algo y empiezo a sentirme muy desesperada y asustada de no saber lo que está pasando

Decía la bruja rubia intentando encontrar al elfo porque estaba algo temerosa de acercarse a los dueños de la mansión porque no quería entrometerse y que la vieran como una molestia

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Llegó a donde esperaba que estuviera su familia, ya que la última vez había estado tratando de encontrarle un significado a los misterios que estaban alrededor pero se había encimismado demasiado y al final del día, ya no había sabido si alguien en la familia tenía una respuesta a lo que estaba ocurriendo

 

Así que después de un tiempo regresó nuevamente hacia donde residían aquellas dos mujeres que tenían poderes espirituales

 

Sonrió

 

Era tan extraño pensar que un ser oscuro como ella tuviera esa familiaridad con Sagitas y Xell que a veces creía que tenía que volver a revisar sus papeles; sin embargo estaba orgullosa y le gustaba alardear de ello, por lo mismo de que las adoraba y siempre levantaba la cabeza en alto tan solo por que las amaba a ambas

 

Aunque se había sorprendido al descubrir la puerta de enfrente abierta por lo que ingresó corriendo con los ojos muy abiertos y sacó la varita, alarmada

 

-Sagitas? -llamó esperando que su hermana le respondiese y aquello no se tratase de una invasión y que hubiera llegado demasiado tarde; todavía recordaba la última vez que había tenido un viaje en el tiempo por accidente para encontrar una pesadilla terrible que aún le perturbaba en las noches

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El mundo entero había convulsionado en los últimos meses, sin embargo, ¿Por qué Maida continuaba tan impasible como siempre? ¿Es qué se había escondido debajo de una roca? Mejor aún, haciendo uso de una parte de su esencia que usualmente negaba, se había ido a los confines de lo humano y desaparecido en algo que podía llamarse como un limbo. Nada le importaba más que Aaron o Mathew, podía pasar tanto como muggle o como bruja y el mundo entero podía seguirse cayendo a sus pies, si ellos estaban a salvo, ella no movería un dedo. Pero tanto alboroto no podía pasar desapercibido y las consecuencias pondrían en riesgo a sus queridos familiares, eso, la hizo volver. Las guerras mágicas podían haber terminado, pero bien sabía por la historia muggle, que el resentimiento alemán no paró hasta desatar la segunda guerra mundial y seguramente el resentimiento de los humanos inferiores, muggles, sería mayor. El Ministro estaba justo en el centro de la diana.

 

Un chiquito reventando colacuernos explosivos es menos problemático —murmuró mientras ordenaba una seguidilla de pergaminos en su escritorio y los guardaba con cuidado en un bolso de cuero—, Anthuanet, Antonia ... ¿Cómo te llamas? Como sea, necesitaré un mapa actualizado de todos los lugares mágicos que han sido develados, y si, aunque esté dañado, incluye a Hogwarts. Y no lo quiero sólo del Reino Unido, sino de toda Europa.

 

Había que cercar posibilidades, eso de rebuscar dónde han esqueletos no era mucho de su gusto, pero se sabía a la perfección que la mayoría de maleficios y contramaleficios usaban cosas de los muertos. Además, ¿cuántos brujos estaban capacitados para tal menester? ¿Había un registro de lo que enseñaban los Arcanos y a quiénes les brindaban su soporte? Sería importante ver quién poseía los conocimientos de Oclumancia, Videncia y Nigromancia, tanto revolver entre las lápidas no iba a traer consigo nada bueno. Y un mensaje, si, tenían que acelerar eso de la Conferencia de Paz lo antes posible, el Mundial no era gran cosa cuando tenías cientos de familias incompletas.

 

¿Qué pasó con los magos tiernos que sacaban conejos de los sombreros?

 

Pobre de ti que no contestes el mensaje, siberiano —masculló mientras desaparecía un pergamino corto dirigido a su primo: "En casa, a lavar los trapos sucios o dejaré que te castiguen por desordenado".

 

Detestaba comportarse como la hermana mayor o incluso peor, la madre del Black, sin embargo, si tenía que atarlo en los calabozos del castillo Black, lo haría, con o sin su consentimiento. Pronto, Maida Yaxley también desaparecía, dejando abandonada una vez más, la oficina en el Ministerio dónde una confundida Antonia intentaba ubicar el norte de Inglaterra.

 

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Dentro de la casa de la familia la bruja esperaba todavía ver a Harpo pero este parecía que estaba seguramente atendiendo a la verdadera familia en alguna parte de la mansión

Y bueno es que ella solo había estado a punto de ser parte de la familia pero al final ya no habían tenido ningun compromiso ni nada al respecto así que suponía que por eso no contaba

Pero de todas maneras siempre la habían hecho sentir bienvenida como parte de los miembros y por eso se le había ocurrido llamar al elfo a ver si podía ayudarla de alguna manera

Pero en lugar de eso se había sentido de repente como si la hubieran estado persiguiendo así que emitió un pequeño grito de espanto y alzó ambas manos porque sentía como si de un momento a otro fueran a arrojarle un hechizo

-Pero por Merlín, Hayame, ten la amabilidad de no asustar de esta manera a las personas! te has puesto a pensar en lo que pasaría si por accidente me arrojas un hechizo que me haga daño?

Le reclamó de repente la rubia al ver la melena roja que se aparecía de repente en aquel pasillo con la varita como si estuviera a punto de atacarla solo por que sí

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La situación en la que se encontraba la Comunidad mágica era precaria, por un lado el ministro de magia demente, ese Aaron Black Lestrange, luego el inquisidor, la ONU y todos los que perseguían a los magos y brujas en todo el mundo, por desgracia había sido el ministro británico el desencadenante de la casería actual. Así que incluso entre los suyos no eran bien vistos los ingleses.

 

Había ido a una de esas galería de arte muggle sofisticada y elitista en el centro de Londres, había llegado sin problemas y se había colado de igual forma gracias a la magia, pero mientras examinaba una de las esculturas, un hombre se le acercó, llevaba una copa con un líquido incoloro burbujeante en una mano y en la otra un frasco de cristal lleno de píldoras, le sonrió con amabilidad y en perfecto inglés le preguntó si ya las había probado, también dejó saber que todos los presentes habían sido sometidos al mismo procedimiento garantizando así que sólo hubiera gente normal.

 

--¿Normal?-- preguntó como tonta, pero pronto, como si un balde de agua fría le cayera encima entendió que los anormales a los que se refería eran ellos, los mágicos, y también que las píldoras en el frasco eran las inventadas en su contra, a la vez un susurro sobre su hombro le decía “corre, no la tomes” volteo y solo pudo percibir un aura en trance, un muerto por decirlo de otra forma. Ela sintió que estaba clavada al piso y el hombre ante su mutismo, se limitó a sacar la píldora y ponerla en la palma de la mano enguantada de la Lockhart.

 

--Soy alérgica al alcohol, ¿podría conseguirme un poco de agua? por favor-- sugirió con la única excusa que pasó por su mente, el hombre la miró a los ojos y Ela, sabiéndose bonita, abanico las largas pestañas luego de sonreír cándidamente, cuando el muggle asintió y fue por el petitorio de la bruja, ella corrió hacia la puerta más cercana, no era la de la salida pero de allí apretó el paso hasta encontrarse en un cubículo del baño para damas, temblaba y sin cerrar la puerta con pasador desapareció.

 

Lo primero que había pensado era en Ottery, pero no en el castillo Lockhart donde estaba sola hacía meses, pensó en sus hermanas de sacerdocio, la familia heredada que Cye le dejo y a la que nunca había visitado en su residencia.

 

Allá en el camino de entrada a la propiedad, se debatía entre irse o seguir y decido lo segundo a toda prisa al darse cuenta de que aferraba en una de las manos la píldora, corrió el último tramo hasta llegar a la puerta que raramente estaba de par en par, su corazón dio un vuelco y luego otro, temiendo lo peor pero rezando porque fuera algún despiste de los elfos.

 

--¡Hola! Que alguien me esconda, seguro vendrán por mi-- gritó, pensando que aquel muggle seguramente daría la alarma, o que por su temor y prisa la hubieran visto desaparecer, alguien diferente al muerto que le había susurrando que escapará.

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En la Potter Black, maquinando...

 

Permanecí un rato en silencio, mirando a mi hijo @@Matt Blackner, sin saber qué decir. No es que no lo tuviera claro. Todo lo contrario. Iba a ir hasta el final y aquel hombre, aquel Aaron "cotilla-roba-elfos" Yaxley (o Black Lestrange) se las iba a ver conmigo. Iba a saber qué era meterse con la payasa del pueblo. Aún así, era una decisión difícil... Y los niños corrían peligro. Aquel hombre ya me había demostrado qué era capaz de hacer. Pero es que llevarlos a aquella cabaña oculta que sólo Matt conocía, junto a su amigo elfo Elrow (o algo parecido, siempre se me olvidaban los nombres extranjeros) se me había difícil. La seguridad ante todo, pero...

 

-- Sí, hay que empezar la segunda fase, sin dudarlo... -- contesté a Xell, por fin. Tragué saliva, aquella fase era peligrosa, aunque no la más peligrosa aún, pero sí esperaba problemas en cuanto sacáramos a la luz que teníamos pruebas sobre las muertes que se habían producido (ojo, y que se seguían produciendo) en el pueblo.

 

Volví a ponerme tensa cuando sentí la voz de Lisssette preguntanto por Harpo. Por supuesto, la novia de mi hermana era bienvenida, sólo que tal vez no sabía lo sucedido con Harpo y me preguntaba qué sentiría cuando supiera lo que le había pasado.

 

-- ¡¡Lissette, ven, estamos aquí! Harpo está descansando... No puede recibirte. Está... enfe... -- No. No le iba a mentir. -- Reponiéndose de un ataque que ha sufrido.

 

Apreté los labios con fuerza hasta casi hacerme daño. Este era uno de los motivos por los que Aaron iba a sufrir. Yo me encargaría de eso. Pero no podía alentarle antes de tiempo, ni a su equipo de seguidores, a su equipo colaborador en el Ministerio, de familia que le apoyaba...

 

Pero yo también tenía la mía, como mi hermana Hayame, quien la oía llamarme con voz algo... ¿Asustada?

 

-- ¿Hayame? ¿Qué pasa? -- Me levanté para ir a buscarla cuando la encontré, junto a la puerta abierta y con la varita levantada. -- ¿Quién se dejó la puerta abierta? Necesitamos incrementar la seguridad en la casa. Estamos hablando sobre si tenemos que sacar a los niños y ponerles a buen recaudo de... personas malintencionadas.

 

Creo que mi familia necesitaba una explicación de todo lo que había pasado esos días.

 

-- Por favor, pasar las dos y hablamos con tranquilidad. Están Xell y Matt.

 

Entonces, ocurrió algo que dio un giro a aquella reunión. Alguien gritaba en la puerta pidiendo auxilio y reconocí la voz de Ela Karoline, una Hermana Sacerdotisa. Corrí hacia la puerta abierta y la abrí, mientras tironeaba de ella y miraba al exterior. Nadie podría entrar si no era amigo así que ella había podido pasar sin ningún problema. Dudaba que nadie más pudiera hacerlo aunque sí podrían estar fuera de la verja, acechando.

 

Cerré la puerta.

 

-- ¿Qué sucede, Ela, por qué estás tan agitada y por qué traes a un fantasma contigo? -- No se me escapaba que apretaba algo con fuerza en la mano como si fuera una joya o algo que no quisiera perder.

 

 

¡Ay, cuánta gente, qué emoción! A ver si no me dejo a nadie, @@Xell Vladimir Potter Black, @, @@Lissette Ryddleturn, @@Hayame Snape Potter Black, @@Ela Karoline, @@Matt Blackner y a todos los que quieran participar!

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Mansión Potter Black

 

Xell estaba de acuerdo conmigo...quería actuar, comenzar la segunda fase de actuación y sobre todo, sacar a los niños de allí. Le sonreí ligeramente, me gustaba ver como había cambiado, y a pesar del peligro estaba dispuesta a actuar.

 

El problema era Sagitas. La entendía...más o menos. Sabía que el miedo podía paralizar, pero si queríamos actuar desde la tranquilidad de que los pequeños de la familia estaban a salvo, debíamos sacarlos de la mansión, y mantenerlos alejados de nosotros para qeu estuvieran seguros.

 

- Bien, pues reunamos a los niños y a primera hora me los ll.... - antes de terminar la frase callé, ya que Lissette apareció, nerviosa, agitada...con ella venían una Hayame preocupada y una desconocida nerviosa acompañada de un fantasma. Fruncí el ceño, algo estaba pasando, pero necesitábamos que se calmaran para poder hablar....además, no me fiaba de aquella joven, sobre todo porqeu no la conocía de nada. POr eso me quedé quieto, aun con la varita en la mano. Crucé una mirada con Sagitas, que me pedía ayuda de forma silenciosa. Frunciendo el ceño, guardé la varita y salí con paso rápido de la sala.

 

Solo tardé un par de minutos en volver. llevaba un par de bandejas con té, agua fresca y algo de pan y galletas para que comieran algo. Las dejé en la mesita, entre todas las reunidas.

- Qué es lo que ocultas? - pregunté directamente a la desconocida, fijándome en la mano cerrada con fuerza para ocultar lo que traía.

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Mansión Potter Black

 

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La bruja pelirroja ahora suspiraba con alivio al ver aparecer a Sagitas mientras que guardaba su varita para que la bruja no fuese a sentir que la iba a agredir también aunque ya le había metido un fuerte susto a la pobre de Lisette; le sonrió con algo de pena a su ex novia, mostrándole que no la iba a agredir de ninguna manera hasta que finalmente asintió a su hermana poniéndose tan roja como un tomate y ahora dirigiéndose hacia la sala de la mansión

 

-Lo siento, ví la puerta abierta y pensé que alguien ya había llegado a atacarlos... la situación está demasiado demente hoy en día...

 

Había murmurado para luego llegar a donde estaban todos reunidos y levantar una mano hacia su sobrino a modo de saludo silencioso y apenado, terminando por acomodarse en uno de los sillones más largos y cercanos; en cuanto Matt colocó el té y las demás cosas ella rápidamente tomó algo de té y comenzó a bebérselo en caliente, se sentía demasiado abochornada y no estaba de mucho humor como para interrumpir nada de las cosas que hubieran ocurrido

 

Aunque casi escupe su té al ver a aquel fantasma

 

-Buen Salazar... hay más aparte de tu marido? -dijo con un hilo de voz refiriéndose al esposo de su hermana Sagitas

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