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Prueba del Libro del Druida Julio 2020


Badru
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Como al inicio, Badru estaba de pie en la entrada de Uagadou, esperando a ver si finalmente Nathan conseguía superar la última tarea que le había asignado antes de la prueba final. Era probable que el hombre llegase con mucho agotamiento físico y de magia empleada, así que como una pequeña concesión, traía consigo un pequeño frasco de poción herbovitalizante para que pudiera reponer fuerzas para lo que sería su prueba definitiva.

 

Cuando lo vio aparecer, con un rostro más bien indiferente, lo invitó a que pasase al interior del Castillo. Caminaron a través de un ancho pasillo, de techo elevado y sostenido por gruesas columnas y luego descendieron por incontables escaleras cuyo orden era difícil de recordar. No cambiaban de posición como las de Hogwarts, pero conseguían ser tan idénticas unas de otras que generaba una confusión y una pesada sensación de estar caminando en círculos, y así estuvieron por casi 20 minutos, hasta que finalmente, tras una gruesa puerta de roble, Badru se detuvo y tendió el frasco de poción para Nathan.

 

Muy bien Weasley, estamos a punto de iniciar su desafío final. Ha probado ante el bosque, fuente originaria de la magia de este libro, que puede hacer uso de sus poderes ante circunstancias difíciles. Ahora, es momento de que lo demuestre en un duelo— las puertas se abrieron de par en par, pero del otro lado una oscuridad impenetrable no dejaba ver que se encontraba— curioso lugar este salón de entrenamientos ¿sabe? Tiene mecanismos interesantes para poner a prueba no solo su destreza y habilidad física, sino también su fortaleza mental, que en una batalla puede hacer toda la diferencia. Con los tiempos estrictos de respuesta, una mala decisión al momento de atacar o defenderse puede ser la diferencia entre una victoria y la más infame de las derrotas. Yo me quedaré aquí a observar el enfrentamiento.
Había una línea delimitando el suelo, que Weasley no alcanzaría a ver, pero que Badru sabía que en cuanto el hombre la cruzase, activaría el mecanismo de aquel lugar configurándolo especialmente acorde a la magia del libro. La oscuridad daría paso a la luz entonces, una luz tan potente que privaría del sentido de la vista a Nathan en ese primer turno, obligándolo así a tener que usar un hechizo del libro para curarse (a menos que prefiriese seguir ciego todo su duelo).
Pero había una sorpresa extra. Badru ya había probado antes a Nathan, creando aquella sombra en el bosque, y en esta ocasión su oponente sería otra sombra, solo que en lugar de ser él mismo, adoptaría la forma de alguien que le fuera especialmente difícil atacar. Y es que el guerrero sabía, que una cosa era enfrentarte con un extraño, que ningún afecto te producía ¿pero cómo permanecer ecuánime atacando a alquien que se ama y que en toda circunstancia se quiere proteger y no dañar?
— Es la prueba final, muestre que se encuentre apto de la magia del libro del druida.

 

 

CONDICIONES

  • No existen los límites de tiempo entre respuesta y respuesta. Por tanto, la regla de hechizos impactados desaparece.
  • Duración del duelo: Hasta el 25 de julio.
  • Nos guiaremos por las reglas Nuevas de duelos existentes.
  • Lista de Hechizos (con especial énfasis en el Libro del druida).
  • Están prohibidos los Off y las ediciones.
  • Consultas, dudas o sugerencias, al topic Consultas Libro del druida
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Nathan aterrizó firmemente en los terrenos de Uagadou. El viaje a través del espacio tiempo no era del todo cómodo, por lo que le tomó unos segundos retomar su sentido del equilibrio, y no sería hasta dentro de unos minutos que la sensación incómoda que tenía en su estómago desaparecería. Aquello le resultó extraño: Nathan estaba acostumbrado a utilizar la aparición como método de transporte, y no recordaba haberse sentido así siquiera en sus primeros intentos con ella. Supuso, sin embargo, que la aparición y el Haz de la Noche utilizaban distintos tipos de magia y, por ende, tenían distintos efectos sobre él. No tuvo tiempo de detenerse más sobre sus teorías, sin embargo, dado que el Uzza lo estaba esperando en la puerta del imponente castillo.

 

Éste no dijo nada en cuanto el Weasley se acercó a él, hecho que no necesariamente lo sorprendió, pero tampoco le hubieran venido mal unas palabras de aliento antes de pasar a la siguiente fase. Decantándose con su propio consuelo de haber llegado hasta allí, se recordó que aquellos guerreros no se caracterizaban por una didáctica muy efusiva, y tomó la falta de una crítica negativa como algo positivo en sí mismo. Sin rechistar, siguió al joven de pelo largo a través de largas escalinatas que se entrecruzaban unas con otras de manera compleja, a tal punto que tras menos de cien escalones no hubiera podido volver a las puertas del establecimiento si lo hubiese querido.

 

No fue hasta que estuvieron frente a unas grandes puertas de roble que Badru le extendió una pequeña botella con un líquido colorido dentro; Nathan, quien tenía un vasto conocimiento de pociones gracias a sus clases en la vieja Academia de Magia, la reconoció como una Poción Herbovitalizante. Sin pensarlo, quitó el tapón de cera que cubría su pico y la bebió de unos pocos tragos; su efecto rejuvenecedor, energizante y estimulante prácticamente instantáneo: de pronto, se sintió como si la noche anterior hubiera dormido lo suficiente, y las náuseas que lo aquejaban desde su partida del bosque habían desaparecido. De la misma manera, la extraña sensación que los bruscos cambios de temperatura habían dejado en él, lo abandonó por completo.

 

Del otro lado de las puertas, que se abrieron de par en par ante sus palabras, como si fuese lo que hubiesen estado esperando, no había nada más que una oscuridad impenetrable. Tan impenetrable, que a Nathan le semejaba algo más simbólico que lo que el Uzza probablemente tenía en mente. Sin cuestionamientos, y resignado a que no tenía otra opción, asintió ante las palabras del guerrero y cruzó el umbral de la puerta hacia lo desconocido. En cierta forma, se sentía como un fin y un principio. El fin de una etapa de su preparación, y el inicio de otra. Y de hecho, en medio de la oscuridad, cuando ésta lo abrazaba y amenazaba con extinguirlo, sintió como algo dentro de si volvía a nacer: la energía renovadora que la poción herbovitalizante le había dado se manifestaba como un espíritu nuevo dentro del Weasley, inquieto por salir a la superficie.

 

La oscuridad desapareció como si nunca hubiese estado allí, y fue remplazada por una catarata de luz tan intensa que el Weasley tuvo que cerrar sus ojos y cubrirlos con sus manos para intentar protegerse. Era inútil: las ondas electromagnéticas que componían aquella luz eran tan intensas que lograban traspasar sus manos y párpados sin mayor dificultad, y por unos largos momentos Nathan sintió el dolor que la luz tan intensa le causaba: dolor, dolor y más dolor. Hasta que la luz desapareció; y tan rápido como había llegado había sido nuevamente reemplazada por la oscuridad; excepto que ya no podía ver nada, ni siquiera las manchas puntiformes que normalmente quedaban en el campo de visión de uno después de mirar a una luz muy intensa. Momentos pasaron, y cuando su visión no se acomodó a la oscuridad supo que en realidad se había quedado ciego.

 

La respuesta, sin embargo, era tan obvia que hasta algo le hacía dudar que fuese la indicada.

 

- Cantar del Eleboro - soltó, con varita en mano, y de un momento a otro la habitación en la que se encontraba cobró vida delante de sus ojos.

 

Se encontraban en una recámara enorme, del tamaño aproximado de una iglesia, iluminado por una fuente de luz que el Weasley no lograba encontrar. Las paredes se alzaban en las alturas y se perdían, condensándose en un techo inexistente, cuyo lugar era reemplazado por un haz de luz blanca. Había una serie de muebles a su alrededor: escritorios, sillas, mesas de noche, estanterías. Todas ellas parecían estar castigadas por el paso del tiempo: la madera se había despintado y su brillo era poco opaco, como desgastado. Y aún más curiosamente todas ellas estaban sumergidas en un mar de ramas finas y secas intercaladas entre sí, listas para arder ante el más mínimo catalizador.

 

Lo más interesante de la habitación, sin embargo, no eran las ramas; sino quién estaba del otro lado de ellas. En un principio, pensó que su visión aún le estaba jugando una mala pasada, pero conforme la observó con más detalle, confirmó que era ella. Una espesa barrera de ramas secas y objetos los separaba, pero del otro lado se encontraba ni más ni menos que una de sus co-sanguíneas: su mismísima abuela, Mynerva. Más no era del todo ella: ésta... ¿versión? era un poco más joven, y se paraba y movía de una forma que aseguraba mucha más agilidad que la que su verdadera abuela (que llevaba meses escondida ante la situación actual) podía tener.

 

- Tiene que ser una broma. - soltó amargado, y recordó las palabras del Uzza, quien le había advertido sobre los mecanismos a los que recurriría la habitación para desafiarlo mentalmente. Nathan sabía que aquella no era su abuela, más la imagen era tan real, que bien podía serlo. Y de serlo, era la persona más importante del mundo para el Weasley. - Bueno... pues qué va. - Meditó por unos segundos: ¿con qué hechizo debía empezar?

 

Su abuela permanecía quieta en su lugar, inmutable, y el Weasley sabía que el Uzza lo estaba observando. Debía tomar la decisión correcta, y empezar con el pie derecho.

 

- ¡Cinaede! - soltó, finalmente, decidido. La magia del libro del druida era, a criterio de Nathan, más bien defensiva. Pero en sus instancias de aprendizaje anteriores dentro de la educación Uzza, había aprendido grandes maniobras y recursos de ataque. Ante las palabras del Weasley, una nube de gas venenoso salió de su varita y atravesó la distancia en dirección a su oponente. Sí, era mejor pensar en ella como tal. SI aquella nube lograba envolverla, debería curarse rápidamente pues ésta tenía efectos fatales sobre su sistema respiratorio.

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PP: 5+3 = 8

PV: 100

 

Badru iba tomando nota de todo lo que se mostraba ante sus ojos. Asintió apenas, casi impercepctiblemente, ante el uso del cantar de eleboro hecho por el joven, y luego examinó a profundidad la construcción del espacio, con múltiples elementos dispuestos en él, que había hecho Weasley y que un fiel reflejo de su mente que tenía una curiosa cualidad de atención al detalle y mucho orden. Incluso, de forma sumamente prolija había recreado la figura de una mujer como su oponente, alguien que si duda por la reacción mostrada, debía ser cercana.

 

Sin embargo, el hombre no parecía dispuesto a amilanarse ante ella, y no había dudado en lanzarle un cinaede como primer ataque. De inmediato, producto del ataque las vías respiratorias de ella habían comenzado a obstruirse y el efecto del veneno, potenciado dado el nivel de magia de quien había realizado el hechizo, la desmejoró considerablemente.

 

Aun así, como un ser que se alimentaba de la propia determinación de Weasley, la sombra pensó rápidamente en un anapneo para evitar mayores consecuencias y unos segundos más tarde, con un curación redujo considerablemente sus daños.

 

Aun no estaba recuperada del todo, pero estaba dispuesta a corresponder al ataque.

 

- Dada tu poca consideración, tendré que optar por lo mismo- masculló lo suficientemente alto como para que Nathan pudiera oírle.

 

No fue necesario ni que moviese los labios, para conjurar en ese instante unas flechas de fuego, que de forma instantánea hicieron que surgieran de su varita una serie de filamentos de fuego, uno tras otro, los cuales en cuanto hicieran contacto con Nathan, le producirían quemaduras en la piel y sangrantes heridas.

 

¿Encontraría él un modo de contener el ataque? Badru agudizó la vista, atento a la respuesta del mago.

 

PP: 8-1 = 7

PV: 100- 50 + 30 = 80

 

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La nube venenosa surcó la distancia que los separaba en cuestión de segundos, y contrario a lo que el Weasley se esperaba, la proyección que tomaba la forma de su abuela no recurrió a ninguna medida extraordinaria para defenderse de la misma sino que dejó que la envolviese y experimentó, al menos por unos momentos, los mortíferos efectos del gas. Sin embargo, los segundos dieron paso a minuto y fracción, y ella seguía allí de pie frente a él, infranqueable, por lo que Nathan supuso que había recurrido a encantamientos no verbales para curarse de los efectos del gas.

- Dada tu poca consideración, tendré que optar por lo mismo - escuchó, y aquello le bastó para cerciorarse de que, fuese lo que fuese, no era su abuela. La voz estaba tan distorsionada, tan fría y ausente, que casi le permitía separar sus sentimientos de la imagen. Sin embargo, no podía hacerlo por completo: parecía tan real, tan innegablemente ella, que el Weasley se encontraba a sí mismo en una contradicción. Nathan era consciente del corto tiempo que tenía para actuar, por lo que blandió su varita en alto y apuntando a Mynerva soltó:

 

- ¡Sectusempra! - un rayo púrpura emanó de su varita, tiñendo la habitación de un tono similar. El rayo surcó la distancia que separaba a Nathan de Mynerva en cuestión de segundos, e impactó de lleno en su abdomen, abriendo una herida profunda que debía ser controlada de inmediato sino quería morir desangrada. Al mismo tiempo, sin embargo, una andanada de flechas de fuego habían salido de la varita de su oponente y en el interludio en que su hechizo llegó hasta ella, las flechas llegaron hasta él. Unas cuantas se perdieron en la distancia, sin impactar en su cuerpo, pero un par lograron alojarse en su pierna y torso, iniciando un fuego que le producía un dolor excruciante.

 

Nathan sabía que debía apagar aquel fuego pronto; sin embargo, antes de ello, quería asegurarse de derrotar a su oponente. Las flechas ya lo habían dañado, pero todavía tenía tiempo hasta que le produjeran la muerte.

 

> pensó el Weasley, y esbozó una pícara sonrisa, dado que ante aquel encantamiento su oponente no podría efectuar la curación de emergencia necesaria que precisaba para no morir desangrada.

 

Sus heridas, sin embargo, necesitaban atención. Debía apagar el fuego: sí, esa era su próxima acción.

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Badru sonrió al ver el giro que aquel duelo estaba tomando. Aun cuando Nathan supiese que aquel ser frente a él no podía ser realmente su persona querida, la imagen lo perturbaba, y el guerrero lo constató en el momento en que el hombre lanzó un sectusempra dispuesto a no perder su oportunidad de dañar a aquella sombra lo más rápida y dolorosamente posible. Un entrecruzamiento de ataques, en donde la sombra, consciente del impacto que supondría el sectusempra, se apresuró en conjurar un portal, un haz de la noche, por el que desapareció de inmediato, sangrante y herida mortalmente por causa del rayo lanzado por Weasley.

 

De haber sido humana, su aparición del otro lado, en las tierras de la eterna oscuridad, habría sido como cadáver. Pero, eso por supuesto no iba suceder no siéndolo, y lo importante era que había probado para Badru un punto muy importante.

 

Una combinación de hechizos poderosa joven Weasley. Pero me temo que eligió quedarse con mi comentario sobre victorias y derrotas, y no con el más importante, que está aquí para probar su manejo de los hechizos del libro del druida— sus ojos vivaces eran los únicos capaces de mostrar lo mucho que Badru disfrutaba ante la confusión que parecía mostrar el rostro del joven a sus palabras— No me quedan dudas de que aquella sombra le era molesta a la vista y quería deshacerse de ella pronto, y lo ha conseguido. Pero necesito ver más, ¿Cuántos hechizos tiene el libro y cuántos ha usado usted en este duelo? Esta prueba tiene que mostrar su manejo de ellos, así que hágalo.

 

Bajo el pañuelo que cubría la mitad de su rostro, Badru seguía sonriendo. Su varita, tan oscura como sus ojos, se extendió en ese momento hasta convertirse en una vara que de inmediato abrió un nuevo portal con una facilidad inusitada, que solo él podía conseguir dada su habilidad natural para ellos, tanto para eso...como para domesticar criaturas intratables.

 

Y precisamente lo que emergió del portal fue un cangrejo de fuego, un enorme ejemplar adulto que de inmediato se abalanzó hacia Weasley y lo atacó con una potente llamarada disparada de su parte trasera.

 

Para Badru, estaba claro que Nathan no era como otros alumnos que había tenido la desgracia de tener a su cargo, incapaces de armar una estrategia tomando en cuenta las características de los hechizos y sus tiempos de impacto, pero todavía no era suficiente. ¿Exigente? era lo mínimo que consideraba requisito para hacerlo merecedor de los conocimientos de su pueblo.

 

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Todo pasó en cuestión de segundos: Mynerva recibió el impacto de su hechizo y comenzó a desangrarse prontamente, más para su sorpresa, ésta no se quedó a luchar sino que por el contrario desapareció en el espesor de un portal que había abierto. A juzgar por lo poco que el Weasley había observado, se trataba de los mismos portales que el Libro del Druida enseñaba a conjurar. Atónito, e inseguro de cómo las cosas procederían de ahora en más, Nathan conjuró en voz alta un Aguamenti que apagó las llamaradas que todavía ardían en su piel: tomaría unos cuantos hechizos deshacerse de las excoriaciones que ahora tenía en la superficie de su cuerpo, más a grandes rasgos estaba seguro de que estaría bien.

 

La paz que sintió le duró poco, puesto que el Uzza se le acercó; y sus ojos decían más de lo que Nathan quería escuchar. Era fascinante: la mitad del semblante de Badru estaba cubierto, más por lo poco que podía ver, había una mezcla de desconcierto y aceptación en su rostro. Nathan arqueó las cejas, sorprendido ante los comentarios de su profesor, pero asintió sin mediar palabras a su reprimenda. Después de todo, no podía negar que hasta ahora apenas había hecho uso de los hechizos del Libro del Druida, y a pesar de que le hubiese gustado excusarse con la naturaleza escasamente agresiva de los hechizos del libro y la naturaleza del conflicto en el que había estado, se mantuvo en silencio.

 

El guerrero abrió un portal en un santiamén, tan rápido que permaneció atónito por unos segundos. Hubiera querido charlar con aquel guerrero, y preguntarle qué clase de aventuras había vivido que lo habían llevado a tener tanta destreza sobre aquellos encantamientos a su corta edad, más un cangrejo de fuego apareció en el portal y empezó a abrirse camino hasta el Weasley, quien rápidamente dio unas cuantas zancadas hacia atrás hasta que la mismísima barrera de ramas secas lo detuvo.

 

- ¡Ígnea! - soltó, casi instintivamente, y su varita sopló una densa capa de polen de lirios de fuego que lo recubrió completamente. El cangrejo expidió su mortífero fuego sin piedad, más a pesar de entrar en contacto con la piel del Weasley, no tuvo efecto alguno. El hechizo, sin embargo, era limitado: tanto en tiempo como en extensión, y las llamaradas del cangrejo habían alcanzado las ramas que estaban detrás suyo, embadurnándolas en un fuego que se extendía a toda prisa. Aún más, el animal parecía estar furioso de no haber cumplido con su cometido de liquidarlo, y a pesar de que el Weasley comenzó a correr hacia uno de los rincones del salón, sabía que pronto lo alcanzaría.

 

No podía irse aún: debía demostrarle al Uzza que había cumplido las instrucciones y que verdaderamente tenía un entendimiento de la magia del Libro. Nathan, después de todo, se sentía capacitado para ejercerla sin supervisión. Tan sólo debía probársela al Uzza. A menos que...

 

Haz de la Noche >> pensó, concentrándose en lo que quería lograr con todas sus fuerzas. Sonrío al ver como el portal se materializó frente a él. Nathan le dedicó una última mirada al Uzza, asintiéndole, esperando que entendiera su mensaje. Cruzó el portal, y desapareció de la habitación justo en el momento en que el cangrejo de fuego cargaba contra él una vez más. Segundos más tarde, apareció en las puertas de Uagadou: esperaba que Badru lo buscase allí y, sobre todo, esperaba que su intento hubiese sido suficiente.

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