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La Resistencia de Gringotts


Nate Weasley
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— Verá, su señora madre, ella dijo que tenía un asunto muy importante que resolver en Hawaii, y por eso, me comisionó a acompañarla.

 

A diferencia de muchas otras personas que había ido conociendo en Londres, a Hannity Ollivander no parecía molestarse la formalidad con que él se conducía, y casi hasta donde recordaba, ella siempre lo trataba de la misma manera respetuosa, lo cual agradecía infinitamente. Bastantes dolores de cabeza le generaban ya muchas otras costumbres de Ottery, para que tuviera que sumar aquella.

 

— Lo primero que tenemos que hacer es confirmar ante un duende, que tiene los permisos para efectuar el retiro. Y luego, bueno, la verdad es que la señora Evans me dejó una lista, que he colocado justo aquí, al lado de la estampita de San Judas de Tadeo.

 

El trozo de pergamino tenía un tamaño considerable, otra cosa que sin duda había escandalizado a Rory, aunque no tanto como la cantidad de cajetillas de cigarro que debían comprar. Con ciertas dudas, entregó el pergamino a Hannity para que pudiese leerlo y le hizo una seña para que ingresaran al banco. Pero mientras veía como la joven abría los ojos, suponía asombrada con algo de lo que estaba puesto en esa lista y con la atención puesta en el manuscrito, él ahora no podía dejar de ver a la hilera de aurores, de trajes elegantes y sombreros a juego, que en ese momento impedían el pase hacia el banco, según explicaban, porque la ministra estaba solicitando una mesa de diálogo con los duendes.

 

¿Lo está viendo señorita Ollivander? ¿Sabía usted de esto?— inquirió Rory, mientras veía a un grupo de magos en esos momentos insultar a los aurores e intentar, a empellones, ingresar al local, solo para terminar aturdidos y en el suelo— Ya no sé si sea tan bueno permanecer incluso en los alrededores, es extraño todo esto, no sé mucho de cargos dentro del ministerio de magia, pero como están comentando los demás ¿no es un poco contradictorio mandar aurores para realizar un trabajo que debería ser diplomático?

 

A menos que, pensó Rory, el método de convencimiento para la mesa de diálogo, fuera en el fondo el uso de la mera fuerza. ¿Pero cómo podía ser esa clase de gobernante Sagitas Potter Blue? Él no había tenido oportunidad de tratarla personalmente, pero en las pocas presentaciones que le había visto, parecía cargar con ella una vitalidad y energía radicalmente distinta a la oscura y despreciable visión de Aaron Black Lestrange. Sabía que era cirquera (a Rory no le agradaban esos espacios, pero eso era una cuestión estrictamente personal) y una gran negociante. Los duendes debían conocerla bastante bien, siendo una comerciante reputada.

 

No cuadraba enviar aurores, que en el contexto de la guerra, y dado el uso que Aaron les había dado a muchos de ellos, carecían del buen ver que siempre habían ostentado en el pasado.

 

Realmente, no entendía nada, pero reforzó su pedido a Hannity de salir de allí pronto, antes que los ánimos de los otros magos y brujas, que como ellos habían venido para retirar sus fondos, se salieran de control. ¿La jovencita lo estaría viendo de la misma forma que él? Persignándose, Rory rogó porque no fuera en ese momento que se manifestara en ella aquella impredecible naturaleza de los Ollivander que ya había tenido la desgracia de padecer en carne propia.

 

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  • 2 semanas más tarde...

¿Hawaii?

 

Hannity hubiera querido preguntarle al joven Despard que era lo que su madre iría a hacer a aquella isla tan alejada de Europa, pero como era obvio Evans no le diría al joven lo que planeaba hacer en aquel lugar solo para saciar la curiosidad de su hija.

 

No avanzaron mucho, después de todo, el lugar en donde se había encontrado a Despard estaba muy cerca de la entrada del banco, mientras lo hacían el joven le decía algo de los permisos que debía tener para lograr el retiro de forma eficiente, a lo que ella respondió en un susurro - Claro que los tengo ..- y acto seguido el pelirrojo le entregaba una enorme lista con ingredientes para la elaboración de pociones, entre los cuales había uno que otro que le resultaba sospechoso, pero la cantidad de cajetillas de cigarrillos era lo que más le asombraba -Si cree que le voy a comprar semejante cantidad de cajetillas... está loca!- murmuró más para si misma mientras el joven le hablaba y ella no había puesto la mayor atención hasta que el dijo algo sobre los aurores que estaba a la entrada del banco.

 

-¿Qué cree usted que hagan aquí los aurores señor Despard?- durante su ausencia en Londres y el mundo mágico habían pasado bastantes cosas que ella ignoraba por completo y él tenía razón, hubiera sido bueno que salieran de los alrededores del banco antes de que los manifestantes inconformes con la llegada de los aurores comenzarán una riña por querer entrar a recoger sus valores, en los tiempos de tanta incertidumbre que corrían, cualquiera querría tener sus bienes económicos en su poder, pero parecía que eso no llegaría a suceder con la riña que estaban ocasionando las brujas y magos que pedían a gritos entrar al banco para recuperar los bienes de sus familias.

 

- Creo que es hora de marcharnos...- comenzaba a decir la rubia mientras veía que una mano de entre las personas que discutían acaloradas con los aurores lanzaba un rayo verde, lo cual muy seguramente era uno de los tipos de maldición imperdonable contra uno de los aurores que vigilaban la entrada y que afortunadamente no dió en el blanco, pero que hizo que todos los presentes comenzarán a correr y lanzar toda clase de hechizos en todas direcciones.

 

Hannity tomó la mano de Despard y lo arrastró hacia uno de los locales que había más cerca de ellos para cubrirse de los ataques. -¿Se encuentra bien señor Despard?- El hombre parecía un tanto confundido por lo que acababa de suceder.

 

 

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No lo sé realmente, como le digo que haya aurores no me parece tan ¡abajo!

 

Había sido una maldición imperdonable lo que sin duda acababa de cruzar apenas un palmo más arriba de su cabeza, salida de alguien en esa multitud hacia los aurores. Rory había supuesto que las cosas se saldrían de control, pero eso superaba ampliamente sus expectativas, y sabía que tenía que reaccionar pero simplemente la situación le superaba y era como si sus pies se hubiesen vuelto de plomo de repente, haciéndolo incapaz de moverse. Fue una verdadera suerte, que a diferencia suya, Hannity tuviera los reflejos intactos, y las fuerzas le alcanzaron para no oponer resistencia al arrastre de la menuda mujer.

 

Lo último que alcanzó a ver antes que doblaran la esquina, fue a un duende saliendo a encarar al grupo de aurores.

 

No fueron mucho más allá, pero estaban a salvo del tumulto de las afueras del banco, y bajo la seguridad de un local de helados, donde eran casi que los únicos "clientes". Rory no había dicho palabra en todo el recorrido, hasta que de pronto la voz de Hannity lo sacó de su ensimismamiento. Solo entonces notó en los ojos de ella una genuina preocupación por la agitación que él mostraba.

 

— Disculpe, todo sucedió tan rápido, que no supe bien como reaccionar— en vivos colores pastel un cartel mostraba la variada oferta de sabores de helado que el local tenía— por alguna razón unos pocos días tranquilos lo hacen creer a uno que las cosas ya están mejor. Pero entonces, estas situaciones nos traen a la realidad y ah , Dios nos coja confesados.

 

Se persignó y de inmediato, intentó recuperar la compostura. Aun estaba muy nervioso e indeciso sobre qué hacer, pero bajo ninguna circunstancia iba dejar a Hannity a solas.

 

— ¿Gustaría de un helado? Creo que son mi cosa favorita de Londres— admitió, con un poco de vergüenza pues no era de compartir esas cosas sobre él mismo — Por el momento, no podemos hacer otra cosa más que entrever como se desenvuelve todo. Me pareció ver que un duende salía, así que con un poco de suerte las cosas se restablecen mínimamente.

 

Casi estaba decidido por un helado de vainilla y chispas de chocolate.

 

— Oh, y yo invito. Ya usted va gastar bastante en esa lista. ¿Vio usted la cantidad de cigarrillos? No sé francamente como los pulmones de su madre se conservan.

 

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Era verdad, todo había pasado tan rápido que no sabía de dónde había venido toda aquella agilidad para salir de allí junto con el pelirrojo y ponerse a salvo después de aquel ataque en el que ellos estaban tan cerca y del que de no ser por agacharse y actuar rápido, la situación ahora sería muy diferente

 

-No tiene de que disculparse, todos tenemos diferentes reacciones en cuanto al peligro, lo bueno fue que pudimos salir de allí y ya estamos a salvo.

 

Se notaba un poco pálido cuando continuó hablando, en cierta forma tenía razón, los días anteriores habían sido tranquilos y nada de lo que había ocurrido en ese tiempo haría notar que pudiese pasar esa clase de ataque en el futuro, por esa cuestión es que entendía perfectamente como era que el joven predicas se sentía al respecto, Hannity no hizo ningún comentario mientras el se tranquilizaba, sólo miraba a la gente que pasaba por afuera del local, parecía tranquila, probablemente nadie, de los que se encontraban haciendo compras en las tiendas se había percatado de lo que sucedía a las afueras del banco, lo cual era un alivio, así no habría más gente corriendo por las calles.

 

Sonrió ante la invitación de un helado, definitivamente también era algo de lo que Hannity disfrutaba de Londres, así que saco de su bolsa un monedero pequeño mientras respondía que ella también había visto al duende que había salido del banco para a "reestablecer el orden" aunque ella no era tan positiva como él al creer que aquello ocurriera de verdad, por lo menos no en la próximas horas.

 

Él insistió en pagar los helados, ordenando uno de vainilla con chispas para él y uno de menta con chocolate para ella, volviendo al tema de la lista, era cierto, la cantidad de cajetillas de cigarrillos que pedía su madre era descomunal.

 

 

-No creo que se conserven por medio de magia- contestó ante el comentario que hacía el respecto a cómo era que se conservaban los pulmones de Evans con semejante humadera -Ya le he dicho que no consuma esas cosas, pero no hace caso... - Mientras la joven miraba la lista se fijó en un ingrediente en la lista que por algún motivo estaba rayoneado, pero si escritura aún era visible y de cierta forma le resultaba familiar...

 

-Semilla de asafetida

 

-¿Le resulta conocido a usted ese nombre?

 

Miró al joven con ojos suplicantes, como si quisiera que la respuesta de él no fuera lo que ella estaba pensando...

 

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  • 2 semanas más tarde...

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— Oh, por supuesto que lo reconozco, es un ingrediente para...para eso.. ¿no?

 

Rory sabía que cada coa que sucedía a menudo formaba parte de los designios de Dios, y tenía que afrontarse con la entereza confiando en que había un propósito para todo, y una lección que aprender. Pero la persecución que había sufrido junto a Hannity Ollivander por causa de aquel descarriado negocio de las mafias duendiles de fantasías patentadas, que incluso habían llevado tiempo después a que lo secuestrasen y tuviese que ver a una persona agonizando delante de él, era el tipo de experiencias que simplemente rogaba no tener que repetir.

 

En ese entonces, se suponía que habían hecho todo eso porque Evans había reconocido su dependencia a esa sustancia y su intención de rehabilitarse, pero entonces ¿cómo había podido considerar uno de los ingredientes allí? Era verdad lo había rayado después, pero creía entender como Hannity, que eso solo podía significar que aquella mujer estaba teniendo otra vez secretos tras de sí y sin razón aparente, no quería revelarlos, ni siquiera a su hija que le era tan cercana.

 

Aun así, Rory no se sentía con el derecho de interferir en la vida de los Ollivander, pero en la medida de sus posibilidades, quería aliviar a Hannity de sus cargas. En la calle la congestión no parecía disminuir pero entonces, el muchacho recordó de repente que podía haber una forma muy rápida de acceder a Gringotts. ¡Cómo no se le había ocurrido antes!.

 

— No necesita preocuparse por eso ahora. Vamos a cobrar ese dinero, y ya verá como se despeja haciendo las compras. Hay un poder de la magia uzza, no lo he usado antes, pero creo que, podría ayudarnos a entrar al banco. Acompáñeme.

 

Lo último que deseaba era llamar la atención así que, tomando de la mano a la joven, la llevó hacia uno de los baños del establecimiento y ya allí, cerrando los ojos, se concentró en recrear el espacio de Gringotts. Una de las ventajas de ser un hombre de fe era el poder concentrarse, y poco a poco comenzó a sentir la energía cosquilleándole en la punta de los dedos, hasta que poco a poco el portal se formó ante sus ojos.

 

— Este hechizo se llama fulgura nox, y permite abrir portales a otros lugares e incluso otros mundos u otros tiempos— alcanzó a explicar mientras con una venia invitaba a Hannity a ingresar primero— yo ingresaré justo después de usted.

 

Los nervios todavía no se habían ido del todo, pero se sentía más seguro ahora que genuinamente estaba siendo de ayuda. Del otro lado del portal, el enorme hall del banco de Girngotts se dejaba ver impoluto, y los duendes atendían a las personas que llegaban, como si afuera los aurores no existiesen. Sonriente, todo lo que necesitaron fue acercarse a una de las ventanillas abiertas. Nunca había pasado de aquel hall, así que se sorprendió de repente cuando el duende encargado preguntó si ambos pasarían hacia la bóveda.

 

Le provocaba una genuina ilusión ver una de esas bóvedas que se decía eran todas únicas y especiales, pero era totalmente decisión de Hannity que lo hiciera o no, así que solo permaneció en silencio con los ojos expectantes puestos en ella.

 

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  • 3 semanas más tarde...

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Varias semanas habían pasado ya desde que Nathan regresó de la India, obligado más que por decisión propia, pero aún así determinado a resolver los conflictos que afligían a la comunidad mágica en la medida de sus capacidades. Indiscutiblemente, habían sido tiempos de arduo trabajo codo a codo junto a Kaori, con quien había pasado incansables jornadas buscando equilibrar los distintos factores que aquejaban la economía. Desde créditos con tasas próximas a cero, a intereses lo más altos posibles en cajas de ahorro, pasando por distintos canjes, extracciones y depósitos en las distintas bolsas mágicas y fondos comunes de inversión mágicos del mundo.

 

¿Kaori, acaso soy yo, o estamos haciendo historia? – le dijo una noche, entre papeles y tazas de café. Efectivamente, un recorte de El Profeta había catalogado la labor de ambos como una de las recuperaciones económicas más rápidas de la historia, aseverando además que los funcionarios bancarios habían re-establecido con éxito las relaciones con el Ministerio de Magia y, por convección, con la comunidad londinense.

 

En efecto, respaldaba aquel reporte el hecho de que los fondos disponibles en Gringotts eran casi tan altos como lo habían sido previos a la crisis, y algunas encuestas locales habían establecido un alto grado de satisfacción con la actual administración. Eventualmente, el tiempo le había enseñado a Nathan que todo sucedió como se suponía que tenía que hacerlo; el nunca debió ser Ministro de Magia, pues su labor y recurso era necesario para devolver al banco a su vieja gloria. Por otro lado, descubrió que el apoyo de parte de sus compañeros seguía inmovible como siempre. Él lo tenía todo: un trabajo estable y apasionante, unos compañeros de lujo y un bando que, a pesar de todo pronóstico, se mostraba fuerte contra la adversidad. Y, sin embargo, como quien no quiere la cosa y puesto que la única constante en el mundo es el cambio, gran parte de ello estaba a punto de cambiar.

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