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El Guardián de los Votos


Mackenzie Malfoy
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Rhea Kane


Frente a la pantalla del celular, Rhea comenzó a grabar un video rápido para compartir.


— ¡Lo leyeron aquí primero! Sorprendido, es la palabra con que Nathan ha calificado su postulación— tras guiñar un ojo hacia la pantalla Rhea dejó a un lado el móvil y su gesto coqueto dio paso a uno más inquisitivo— dicen que las hay tantas verdades como personas estimado joven Weasley, y lo que puede usted calificar de mentira será dado por cierto en la opinión de alguien más ¿puedo darnos ejemplo de ese cansancio sintómatico que dice detectar en la sociedad? ¿como podemos confiar en que si ocupa el cargo de primer ministro, no acomodará también los hechos a su favor como han hecho sus predecesores?


Mientras se acomodaba el cabello, Rhea comprobó que el tráfico de su más reciente envío tenía casi el doble de interacción por comparación a los que había trabajado con Ellie. Bien podía deberse a que con el transcurso de las horas, más personas se interesaban por todo el acontecer electoral. O que todo fuera propio del arrastre y simpatía que Weasley generaba. Rhea misma no podía negar que había en los ojos del muchacho una expresión serena y que, poco a poco, comenzaba a mostrar mucha cautela y mesura para prestar una declaración.


Y en ese sentido, iba ser un hueso más duro de roer que la tímida Ellie.


Las pantallas, por otro lado, comenzaban a mostrar los primeros votos de la segunda ronda.


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Scarlet Akane

 

 

Si las novedades del Ministerio habían sido muchas, las de la vida que acababa de recobrar Scarlet no eran pocas tampoco. La buja no sabía cuánto tiempo dispondría de aquel cuerpo para vivir su vida, pero pensaba aprovecharlo al máximo. Que hubiera llegado justo para las elecciones parecía como jugada del destino. Claro que había descubierto que a la Potter Black jamás le había interesado intentar alianzas políticas, ¿por qué no le asombraba? Desde la oscuridad del fondo de su mente había sabido que había cambiado, el amor la había cambiado. Aunque la bruja jamás se interesaba por nada político, antes, por lo menos, sí hacía jugadas ligadas a las ligas mayores, ahora su mayor liga era la de su traje de novia escondido en el altillo.

 

Lo más interesante que había descubierto era que el secreto de la magia ya no existía, las cartas de sus antiguas neófitas proveyendo información y prometiendo auxilio a la pareja, a Kimberly y a la familia de ella para sacarlos de Inglaterra si la guerra arreciaba en el lugar. Increíble, ni el señor Tenebroso se había atrevido a tanto como el Black. Recordó que Kim tenía un lejano lazo con aquella familia, pero parecía no estar dispuesta a mantenerlo, nunca supo bien por qué.

 

La copia de la carta de renuncia tampoco la sorprendió, Darla y su prometido parecían querer mantenerse con su propio local, algo insólito en realidad, pero no imposible, claro que si planeaban alejarse de Gran Bretaña no era extraño que hubieran cortado los vínculos con su labor ministerial. Y hablando de Ministerio, pensó Scarlet mientras se ponía de pie, alisando la blusa que llevaba puesta, quería ir a las votaciones, eso era algo que sí le interesaba. Tomó la chaqueta estilo cazadora a juego con el pantalón de pana gris que llevaba, por curiosidad había elegido aquel conjunto tan formal a juego con unos mocasines de un tono apenas más oscuro que el resto de la ropa. Era hora de salir, en la cartera de Darla había dinero muggle y un pase de tren. ¿En serio se habían movilizado de esa manera por la ciudad?

 

La llegada al Ministerio fue relajada, le sorprendió leer en los periódicos que a pesar de los ataques los magos parecían dispuestos a seguir su vida normal. Una radio que sintonizaba un joven muggle hablaba de los ataques a Hogwarts y San Mungo haciendo un homenaje a los caídos. Le sorprendió que el muchacho inclinara la cabeza en señal de respeto mientras otro susurraba improperios y lo llamaba amante del diablo. Siempre las mentes cerradas, pensó mientras recordaba las hogueras y las cacerías de bruja de la cual algunas de sus amigas habían sido víctimas. Lo que no podía creer aún es que no estuviera donde siempre y que hubiera sido gracias al mismo muggle en cuestión que se había enterado. Debí preguntarle a Tommy se echó en cara la Akane.

 

La pantalla ya anunciaba los primeros nombres cuando la bruja hizo ingreso por fin al Ministerio. Le asombraron algunos y sintió un dejo de calidez por otros, sorprendida, así que Darla sí estaba atenta después de todo. Los recuerdos de la Potter Black en relación al peliverde y a dos brujas, una rubia y otra pelivioleta le hicieron asentir en silencio en medio del movimiento de gente. Varias otras imágenes relacionadas con los demás nombres pasaron por su mente, como si le hiciera un raconto del historial de cada uno de ellos en su vida, algunos no significaban nada, otros pasado y otros sombras de un presente que le seguía sorprendiendo.

 

 

Después de dejar una papeleta con sus postulaciones Scarlet se tomó su tiempo para observar quiénes estaban allí. Era un poco abrumador ver tan vacío el lugar en comparación con antaño. Pero no le extrañaba, un estremecimiento le vino al recordar su nombre en las filas del Wizengamot, había sido cambiado meses después, pero ella había iniciado el recorrido que la Potter Black finalizaría con un portazo. Perdida en sus pensamientos alcanzó a distinguir un par de reporteros y la imagen de una sala llena con varias autoridades y reporteros le recordó una sala de prensa.

 

—El pasado pisado —susurró mientras se acomodaba un mechón rojo intenso tras la oreja y concentró su mirada en la pantalla mágica y en el viejo que cerca de ella parecía dirigir todo desde las sombras con su cayado.

Editado por Darla Potter Black
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Nathan miró incrédulo a la reportera mientras esta utilizaba el celular, más procuró que no se notase en su semblante durante los pocos segundos que apareció en el vídeo. Lo asombró que utilizara un dispositivo muggle para ayudarla en sus reportes: ¿acaso Twitter era también algo del mundo muggle? ¿y quién, precisamente, eran los seguidores de esta mujer? Dudaba mucho que les gustase el contenido que acababa de enviar si apoyaban al gobierno del actual Ministro. En fin: ¿qué tenía que perder? Quizá, incluso, su voz llegaría a más personas y lograría convencer a más personas de que era necesario un cambio.

 

Volvió a concentrarse en las palabras de Rhea, su dialecto tan inhumanamente veloz que a duras penas lograba procesar lo que decía antes de tener que pasar a la siguiente idea.

 

No hay peor ciego que el que no quiere ver. – aseveró el Weasley, luego de un cansino suspiro. Por momentos se preguntaba si todo lo que querían aquellos reporteros era que dijese algo plausible de ser malinterpretado y que lo tergiversaran en su contra; de seguro aquello sería más sensacionalista que lo que él tenía para contar. – Y debe encontrar qué es lo que cada uno está dispuesto a no ver para entender que lo puede cansar. Hay personas que, cansadas de las medidas del Ministro, vaciaron sus bóvedas en Gringotts y cruzaron la frontera en busca de mejores administraciones. Hay personas que, cansadas de la paranoia, dejaron carreras en el Ministerio para buscar trabajos en el mercado informal. Hay personas que, cansadas de la mentira, hoy están aquí sufragando. ¿No ve el nombre de nuestro actual ministro entre los candidatos, o sí? No hay mayor signo de cansancio que el que la gente no lo haya postulado para la re-elección.

 

Un sonido agudo, casi como el sonar de una campana, resonó en el recinto. Los votos de la segunda fase habían comenzado y los primeros votos estaban siendo computados. El Weasley esquivó la pantalla, y se concentró en cambio en la mujer, el solo pensar en lo que estaba ocurriendo lo hacía temblar de nervios.

 

Podría prometérselos, pero probablemente ello no sería suficiente, ¿verdad? – atinó Nathan, riéndose un poco - Creo que quizá encuentren resguardo en el hecho de que, a diferencia de mis candidatos, yo nunca quise una carrera en la política. No tengo influencias que me hayan traído hasta aquí. La única razón por la cual estoy ahí – señaló la pantalla donde su nombre se encontraba entre los candidatos – es porque un día dije: voy a decir la verdad, y lo hice. Eso sí puedo prometerles, sobre la base de lo que ya han visto, transparencia.

 

@@Rory Despard

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Aaron Augustine Black Yaxley

 

Observé el despacho por última vez, con vista hacia los jardines pues y como era sabido, las instalaciones ministeriales tras la guerra y caída del estatuto de secreto habían quedado abandonadas para ser correspondidas en el palacio Buckingham. A vista de todos los muggles, brujas y magos, que deambulaban por el sector custodiado y repleto de inquisidores. Era día de elecciones y por más que se me hubiese ocurrido perpetuarme en el poder, no era algo que tuviese como prioridad hoy en día.

 

-Señor, el viejo Toloveous ha llegado con su cayado...

 

Charles, general y comandante del ejército que había vencido en la guerra contra Bulgaria e Italia, se cuadraba como un tablón rígido bajo el umbral del despacho. Me observaba con cierto nerviosismo que pasé por alto ingenuamente cuando nuestras miradas se cruzaron en un desliz de indiferencia. Me observé en el reflejo del ventanal con un marco a cuadros y ajusté el cinto de cuero donde se encontraba envainada mi varita.

 

-¿Quiénes?...- pregunté. Él comprendería que hablaba de los candidatos- ¿quienes pasaron a segunda vuelta?...

 

-Uh...

 

-Uh...¿uh?- respondí inquietante, cuestionando la duda en el que fue uno de mis hombres más confiables en aquél mandato- ¿Qué te sucede Charles?... ¡pareces un elfo!

 

-¡Señor!...- volvió a cuadrase el hombre; ¿quién imaginaría que estaría dispuesto a traicionarme más adelante?; me observó sereno y respondió- El nombre que más se lee en éstos momentos es de la bruja de cabellos lilas, la dueña de ese fastidioso circo. Luego tenemos a su hijo...

 

-¿Matthew?...

 

-Jeranne, señor. También se lee el nombre de la gitana, de un Weasley y una bru...

 

-Espera...- sostuve con calma, desviando la mirada hacia los dos cuadros que albergaban portales a distintos lugares. Uno al castillo Black y el otro al viejo ministerio. Divagué entre mis ideales y bufé una sonrisa- ¿Un Weasley?...

 

-S..Sí, señor.

 

-¿El Weasley de cabello castaño?...- hice un gesto para que me dejase hablar- tampoco es que sea muy difícil de reconocer. ¿En qué nos hemos convertido, Charles?- cuestioné mientras recordaba a la madre de mi difamador- ¡si hasta los Weasley han dejado de tener el cabello rojizo!. Sin embargo, debo reconocer que el chico tiene la determinación de su madre; sí, tuvo las agallas suficientes. Aún así, somos pocos los que comprendemos el verdadero principio de la supremacía, salvo de aquellos que atentaron contra la integridad de mi hogar, claro...- inferí con una ceja arqueada y la inquisitiva mirada gris reflejando otra mueca de nerviosismo en su semblante- debiste haber estado más al pendiente de tus delegaciones para con la seguridad del Castillo Black...

 

-Lo sé, señor. ¡Me disculpo otra vez por ello!- expresó en un tono cuadrado y marcial mientras observaba un punto ciego al fondo del despacho.

 

-Déjate de esas cosas, Charles...- respondí con una mano en su hombro para encaminarme hacia el pasillo de salida que me llevaría al salón donde, se supone, estarían brujas y magos escogiendo a su próximo representante internacional- Quiero pensar que fuiste un buen soldado...

 

-¿No tiene nada pensado, señor?, ¿entregará el poder así sin más?...- me preguntó a viva voz, mientras que a mi espalda se notaba la franja de cabello, delgada y blanquecina, que nacía desde mi nuca hasta perderse en el cuello. Elevé la mano y negué una sola vez.

 

Esto era un secreto entre yo y la madre de mis hijos, no por querer perpetuarme en el poder, sino por querer marcar otro hito aquel día. Un asesinato a sangre fría.

 

Un séquito de escoltas me siguieron sin más mientras me encaminaba a paso firme y sereno por los pasillos de Buckingham.

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Rhea Kane

 

Se mantuvo atenta a la respuesta, y solo cuando el mago terminó de responder es que se animó a volver a hablar. El que hiciera hincapié nuevamente en su falta de ambición o interés por una carrera política, era el mejor argumento para Rhea, sobre la transparencia que Weasley acababa de prometer para un eventual gobierno. La contundencia con que había hablado sobre el cansancio sistémico estaba encontrando eco en twitter donde varias personas no dudaban en externalizar el apoyo a su candidatura. A Rhea le sorprendía la diversidad de procedencias de las personas que parecían verse cautivadas por el candidato, y aunque no iba cuestionar su veracidad, sí creía que estaba siendo muy optimista en su visión de las cosas.

 

No será reelegido, pero la presencia de Candela Triviani y el propio hijo de Black Yaxley, es una muestra fehaciente de que todavía amplios sectores de la población confían en la gestión del saliente ministro, el cual se ha caracterizado por ser un hombre de armas tomar y voluntad firme. Por todo los hechos que ya son materia de dominio público, es más que claro que en un eventual gobierno suyo, la oposición de Black será acérrima y de su propia boca acabamos de escuchar que su experiencia política es prácticamente nula. ¿Cómo es que piensa solventar esa desventaja? ¿El apoyo popular realmente va serle suficiente?

 

Muy aparte del valor de cantarle unas cuantas verdades al mayor representante del pensamiento supremacista que hoy por hoy tenía Inglaterra, mantenerse a flote en la empantanada arena política requería de mucha audacia. Rhea intuía que Nathan, con su vasta experiencia en Gringotts, donde se requería mucha muñeca para lidiar con los duendes, podía tener una carta bajo la manga frente a ello ¿sería que lo comentaría para los demás o revelaría alguna otra faceta desconocida?

 

Había que considerar que incluso más allá de dotes verbales, las duelísticas también resultaban fundamentales para los tiempos actuales.

 

— Muchos están haciendo esta pregunta por las redes, así que me veo en la obligación de transmitírsela ¿Qué tan diestro se considera en el uso de la varita señor Weasley? Sería lamentable verlo caer víctima de las conspiraciones de las que ningún representante está exento.

 

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Editado por Rory Despard

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Gálathea Mersker

Weasley había sido muy explícito con sus instrucciones. Aún recordaba su reunión como si hubiera sido ayer, y de hecho lo había sido.

 

Horas antes, no pudo resistir la curiosidad cuando el emblemático embajador financiero de Gran Bretaña, ahora declarado traidor por las fuerzas del gobierno de Aaron Yaxley, le envió una lechuza invitándola a una reunión de suma importancia. Weasley y ella habían sido compañeros de año en Hogwarts y, a pesar de estar ubicados en distintas casas, siempre habían mantenido una cordial relación. Sin embargo, más que algún esporádico encontronazo en el Diagon o Hogsmeade, no había vuelto a saber de él por mucho tiempo. Gálathea tampoco había hecho demasiados esfuerzos para contactarlo últimamente, su trabajo como freelancer la mantenía demasiado ocupada.

 

A pesar de ello, desistió de su voz de la razón que la instaba a no reunirse con potenciales criminales y acudió a la cita con quien no había cambiado ni un poco desde la última vez que lo vio: un moralista empedernido, convencido en siempre hacer lo correcto y sin dejar a los demás que lo hagan por él. Y así fue como Weasley le había dado instrucciones muy explícitas, a cambio de un generoso pago: durante el período a elecciones ministeriales y hasta que Aaron Yaxley fuera aprehendido por sus crímenes, ella debía protegerlo de cualquier amenaza.

 

Gálathea había aceptado el trabajo incluso sin saber cuánto le pagaría el castaño, ansiosa de ser parte de algo más grande que ella y sobretodo si se trataba de hacer algo que potencialmente frustraría los planes del actual Ministro de Magia: había perdido a su madre a mano de unos muggles violentos por culpa de la caída del Estatuto del Secreto, y si había alguna forma en que podía vengarse del Yaxley, probablemente su trabajo para el Weasley la llevaría lo más cerca de ella posible.

 

Fue así como aquella mañana se apareció en el Ministerio de Magia. Por casi media hora, mantuvo sus ojos en Nathan desde la distancia, supervisando todos sus movimientos. Por un segundo, pensó que tenía una situación cuando una mujer se acercó a él, pero aparentemente no era más que una reportera. Fue entonces que se decantó por ir a vigilar a su enemigo: estaba segura de que Weasley se las apañaría sin ella por unos minutos, y en tiempos como aquellos era más conveniente mantener un ojo en el enemigo que en el objetivo en cuestión.

 

Hasta entonces, había estado esperando frente a la oficina del Ministro en el nuevo Ministerio de Magia, recientemente re-localizado al palacio de Buckingham: otra de las consecuencias del gobierno del Yaxley, y gracias a ello pudo ver cuando éste salió de su oficina y comenzó a rodearse de sus escoltas. Parecía estar preparándose para algo: aquello no le gustaba para nada.

 

Cielos – pensó. Había estado escondida en su forma animaga de gato persa detrás de una columna, y esa era la única razón por la cual el Yaxley no lo había visto cuando salió de su oficina. Más ahora debía advertir al Weasley que, potencialmente, tenían una situación entre manos. Salió de su escondite y a paso apresurado se dirigió devuelta al espacio donde la contienda de las elecciones estaba tomando lugar. En el último peldaño de las escaleras, retomó su forma humana y trotó hasta Nathan, quien aún estaba hablando con la reportera.

 

* - * - * - * - * - *

 

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Candela Triviani y el hijo de Yaxley son el reflejo de una parte de la sociedad que siempre ha estado con nosotros. – comentó, por primera vez habiendo previsto la pregunta – La presencia de ambos dentro de la lista de candidatos no es más que el resultado de un intento desesperado de dicho sector de mantenerse en el poder. Un gobierno sin oposición es una tiranía, señorita, y mi intención es construir una democracia. Si estas personas quieren sentarse a discutir los temas que nos atraviesan como comunidad de manera civilizada en vez de entrar a los hogares de la gente e incendiar todo lo que ven, con gusto los recibiré. Solo así lograremos progresar. – agregó, rápidamente.

 

Aquel había sido el primer comentario donde, de alguna manera, dejaba entrever la influencia de la Orden del Fénix y sus propias vivencias batallando mortífagos. Por supuesto, no tenía pruebas fehacientes de que los otros dos candidatos fueran miembros de la Marca Tenebrosa, pero dime con quién andas y te diré quien eres; y bastaba decir que muchas veces la asociación era suficiente para este tipo de cosas. Sabía, también, que había respondido la pregunta de la señorita Kane a medias pero tampoco lo veía sentido hacer especulaciones sobre pesos y contrapesos bipartisanos en estadios tan tempranos de la elección. De ser electo, recordaría citar a la muchacha para una entrevista más a fondo: había algo en el carisma de la mujer que le resultaba, cuanto menos, seductor.

 

Se preparó para la próxima pregunta, pues estaba seguro que había más, pero fue interrumpido por Gálathea quien se acercó a un trote rápido hasta él: su preocupación evidente en el rostro. Por fortuna, su amiga fue lo suficientemente prudente como para susurrarle la advertencia al oído, fuera del alcance de los sentidos de la reportera, para luego perderse entre la multitud donde esperaría a la defensa si ocurría algo.

 

Disculpe, señorita Khea. Espero no le moleste lo que está a punto de ver. – se adelantó, cortando en seco a la mujer quien estaba lista para proseguir la entrevista. Nathan comenzó a hacer uso de su metamorfomagia, a un paso tan acelerado que estaba seguro su rostro era algo grotesco de ver, más en cuestión de segundos había logrado su cometido. Ya no lucía como Nathan Weasley, sino que se escondía detrás de la fachada de un hombre rubio y de cabello largo. El contraste no terminaba ahí: su nariz más ancha y menos puntiaguda, su mandíbula más saltona y sus cejas más delgadas que las reales, era irreconocible. – Ahora sí. Espero no le moleste que prosigamos nuestra entrevista así, me informan que hay alguien que viene a visitarme y... basta decir que no quiero que me vea, entenderá usted.

 

La muchacha, indiferente a los cambios y actuando su parte a la perfección, lanzó la siguiente pregunta.

 

Ah, sí. Sabrá usted y probablemente gran parte de sus seguidores que soy miembro de la Orden del Fénix. Como tal, es excluyente tener suma dexteridad con la varita, aunque no todo termina allí. – respondió, atinando una sonrisa, tan cálida y sincera como la suya verdadera, y un guiño.

Editado por Nathan A. Weasley

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La pequeña bruja parecía que no quedaba por entre todos esos magos y brujas que la pasaban muy por arriba, todos eran extremadamente altos y realmente parecía una niña pequeña que se movía con su intento de soltura por entre todos, la ventaja era que podía pasar por entre sus cuerpos sin siquiera llamar mucho la atención lo que no era algo que le gustase siempre pero en esos momentos le era conveniente porque todos estaban señalando la pantalla de votaciones donde podía ver en grande el nombre de una de sus hermanas mayores lo que le había hecho sonreír con sus hermosas perlas que eran sus dientes, se sentía orgullosa de ella y sabía que se merecía ese puesto y esa posición, si lo conseguía quería ser de las primeras en regalarle flores al respecto.

-¿Hay más novedades?

Finalmente después de subir unas escaleras había llegado al lado de otra de sus hermanas mayores que miraba en aquel tablero como se iban moviendo los nombres de todo, ya se imaginaba que aquella jefa de trabajadores del mismo departamento en el que ella pertenecía iba a estar atenta a todo lo que estaba pasando porque a final de cuentas y como empleadas del ministerio les iba a afectar fuertemente si una persona estaba o no en esa lista.


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Si me lo preguntas, que no lo has hecho pero vamos, no me importa, no quiero a ninguno de ustedes allí arriba. ―admitió, con el semblante serio― No se trata de representar o no algo en lo que yo, personalmente, no creo. Porque es así, no creo que la política... ―miró de soslayo hacia la dirección de Nathan -estaba siendo entrevistado, al parecer-, a quien había reconocido ya hacía un rato, y respiró profundamente― Pero esa es mi opinión. Ustedes pueden hacer lo que les venga en gana. Lo que es yo, les repito, quemaría este lugar hasta los cimientos y empezaría de nuevo. Una nueva política -ajá-, un nuevo gobierno...―miró a ambas, a Ariadna y Zoella, y les sonrió. No se dio cuenta de que el mayor de sus hijos había llegado.


Jeremy era la antítesis a su forma de vida, no se lo reprochaba pues ella no había estado allí para llevarlo por el camino que le hubiese gustado que siga. Y lejos estaba de inyectarles sus creencias, sus políticas y su modo de manejarse por el mundo. Aunque tenía que reconocer que, tal y como lo hacían, no estaban demasiado errados en la idea.


¿Intereses familiares, Jeremy? ―inquirió, con un tono intrigado. ¿Qué intereses familiares?¿Sólo porque se trataba de su padre?. Maldito desagradecido.― Oh pueeees... Que sean intereses familiares... ―puso los ojos en blanco y reapareció la botella de alcohol que se le había quitado a Zoella. Le dio un sorbo al whisky antes de volver a hablar -aunque primero hizo una arcada, detestaba el whisky- y le pasó la botella a la GhetavaCreo que nadie escuchó la palabra bando, podrías repetirlo un poco más alto ahora. ―masculló― idi***.


A Candela le tenía sin cuidado el bando, desde luego. No era mortífaga porque amase la pureza de sangre u odiase a los muggles, estaba allí a favor de su propio pellejo.


Un circo, muy buena. ¡Ja! ―miró a su alrededor, aún con la sonrisa dibujada en el rostro, y percibió demasiada paz en el ambiente, lo cual cambió con una escena que no le fue indiferente. Una chica correteando y deteniéndose frente a Weasley.


La Zingara devolvió la mirada mercurio a las pantallas en el momento justo en que su nombre aparecía como la cuarta candidata al puesto de Ministro de Magia, y comenzó a reírse de lo absurdo que le resultaba la situación. Ella no aspiraba a ese asiento, era demasiado inquieta para resignarse a quedarse clavada en un solo lugar. Prefería estar más en el campo de acción, como lo estuvo en las ocasiones en las que tuvo que acompañar a Yaxley.


Bien... ―estiró los brazos y tronó sus dedos, su espalda arqueada para liberar las posibles tensiones que se le hubiesen acumulado al estar allí de pie, y descalza. Tenía que irse en cualquier momento, aunque era sólo una sospecha.― La verdad es que estos eventos me alteran, el año pasado fue igual.


Cuando volvió a repasar a la muchedumbre que se había congregado en Ministerio, vislumbró una figura diferente en el lugar de Nathan Weasley, la mujer que lo entrevistaba era la misma. Candela esbozó una media sonrisa, los ojos un tanto curiosos, y se volvió hacia sus tres hijos (bueno, la tercera como si lo fuera). ― Retiro lo dicho, está bien interesante todo. ―su menuda figura comenzaba a moverse entre la gente.



Editado por Candela Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Rhea Kane

 

— Roguemos entonces porque en este nuevo gobierno, el ingresar a las residencias e incendiarlas no sea moneda corriente, señor Weasley.

 

Desde donde se encontraba, la periodista había notado como su entrevista había captado (así fuera fugazmente) la atención de Candela Triviani, aun cuando varios metros le separaban de toda la familia de la mujer. Aunque detenidos en el hall y en apariencia concentrados en lo suyo, lo cierto es que tanto ella como todas las otras personas que poco a poco se congregaban en el hall seguían de una u otra forma la evolución de los votos y las acciones de los propios nominados.

 

Sin embargo, antes que pudiesen continuar una curiosa interrupción tuvo lugar: Una bruja de mediana edad, que se había acercado a Nathan con la familiaridad de quien lo debía de conocer mucho tiempo y susurrándole al oído, le había dado un mensaje lo suficientemente importante como para cambiar el gesto sereno que hasta entonces él se había esforzado por mantener. ¿Tan pronto ya comenzaban las conspiraciones? Rhea comenzó a teclear un mensaje a su compañera para que se apresurara de una buena vez, porque estaba segura que se venían noticias para cubrir de lo más interesantes.

 

De repente ¡frente a sus ojos! Justo un aspecto desconocido del hombre se hacía presente, cuando usando poderes de metamorfomagia, cambiaba su apariencia a voluntad a una radicalmente distinta de la que había tenido hasta ese momento, sin duda con fines de protegerse (y lo que le dijo justo después se lo corroboró), o quien sabe, todo aquello podía ser en sí mismo, sabiéndose observado, un gesto a la tribuna y particularmente a los Triviani que habían reparado en él, de que estaba alerta y adelantado a lo que fuese que pudiesen estar tramando.

 

Como fuere, había sido inteligente, excepto porque tenía al grupo de Trivianis no muy lejos, y entonces, suponía la periodista, era bastante probable que alguno hubiese reparado en la transformación, o cuanto menos, sospechase.

 

— Creo que ha quedado patente que su conocimiento de la magia trasciende al mero uso de la varita. Mis mejores deseos para la elección, y la verdad es que me encantaría seguir charlando con usted señor Weasley ¡Pero nos debemos a un público que reclama seguir con el resto de candidatos!

 

Si, como sospechaba, algo se estaba tramando en contra del mago, era mejor que él se viera libre de la entrevista y pudiese ponerse a buen recaudo. De todos modos, advertirle no estaba demás, por lo que sonriente, Rhea dejó un trozo de pergamino en la mano de él, mientras le estrechaba la mano a modo de despedida.

 

En él no había escrito más que la frase "Vuelve a cambiar".

 

Con la buena noticia de que su compañera estaba por fin en el hall, Rhea se dirigió con la misma seguridad y casi con la misma velocidad con que había abordado a Nathan, a i nterceptar a Candela Triviani que justo en ese momento, intentaba perderse entre la muchedumbre congregada.

— ¡Señora Candela Triviani! ¡Salude a la cámara y los miles de ciudadanos ingleses que han estado esperando expectantes sus declaraciones por las redes sociales!— su mirada se concentró en la figura de la joven mientras hacía un paneo de arriba a abajo de ella— mi nombre es Rhea Kane y soy reportera freelance. Dígame ¿hacia donde se dirigía? ¿A ver más de cerca, quizá, el recuento de los votos? ¿Qué siente ante la posibilidad de convertirse en la primera ministra de nuestra comunidad mágica?

 

Con la cámara de su móvil hizo un pequeño paneo del resto de Trivianis, unos pasos más alla, en lo que esperaba que ella se animara a responderle.

 

@@Candela Triviani @ @@Ellie Moody

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Escuchaba las palabras de su madre y las de zoella, estaba dándole la botellita de whisky a la bruja, cuando se acercó uno de sus hermanos. Si no fuera porque no lo conocía muy bien, le hubiera contestado por la grosería de haber desaparecido su bebida. Pero mientras la conversación estaba otra vez con Candela, ella apareció la botellita de nuevo.

 

Se sentia tan fuera de lugar en aquel sitio, no conocía a mucha gente que ahora se iba congregando a su alrededor y sentía a ella y sus hermanos mucho más nerviosos conforme pasaba el tiempo. Una reportera seguía haciendo una entrevista a uno de los candidatos y ella miró detenidamente hacia ese lugar justo cuando su cara cambiaba. Algo inusual en medio de tanta gente, pero nadie pareció notarlo, así que lo dejo pasar.

 

Notaba que algo pasaría en aquel sitio, las cartas estaban a punto de cambiar y la proclamación del nuevo ministro o ministra solo dejaban nerviosismo en el ambiente. Tomo la botella de whisky de manos de Zoella y tomo un largo trago, después se la regreso. Si tenían que defenderse o a su madre había que estar preparada ¿no? Noto que estaba visiblemente callada en varios minutos.

 

-Bueno, lo interesante es que viene esa reportera hacia con nosotros Candela, y no creo que deje escapar una entrevista contigo- comento la Macnair y después miro a Zoella, la verdad es que su peluca no la camuflada bien y no sabia si quería tener encima a la prensa. Capaz y la reconocía, no estaba muy segura de cuales eran las intenciones.

 

@@Zoella Triviani

@@Candela Triviani

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