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El Día de la Verdad


Nate Weasley
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Su figura se materializó allí con una facilidad tal que resultaba difícil creer que, hasta hace algunos meses, fuese un cana historia completamente opuesta. De hecho, para cualquiera que no hubiese estado antes allí, le resultaría difícil imaginarse como el amplio espacio que se abría delante de sus ojos había sido en su momento un emblemático espacio institucional. Caminó, a paso lento, en dirección a lo que quedaba de una fuente que en su momento había denotado la gloria de la comunidad que acudía a mirarla.

 

Aún no había nadie allí, y sin embargo su corazón ya latía como si la multitud estuviese congregada frente a él. Parte de él tenía pánico respecto de si aquella era la decisión correcta, mientras que la otra tenía pánico de que aquellos quienes dijeron que asistirían, no lo hagan y al final todo terminase siendo un enorme fiasco. Empujó aquellos pensamientos fuera de su cabeza y se concentró, en cambio, en los restos de las enormes columnas que se abrían a ambos lados: columnas que hasta no hacía mucho tiempo habían estado cubiertas de mármol negro y tenían puntos de acceso para los cientos de trabajadores que asistían allí diariamente.

 

Finalmente llegó a los pies de la fuente, ahora destruída en su mayoría bajo el peso de varios encantamientos que habían dañado su estructura. El mensaje que tiempo atrás había transmitido era ahora indescifrable: la Fuente de la Hermandad Mágica había perdido toda su belleza y su esplendor, como tantas otras cosas en los últimos meses. Nathan suspiró, preguntándose si la gente creería en su historia, imaginándose a la comunidad mágica en su totalidad levantar sus varitas en contra del Ministro de Magia. En busca de un futuro mejor. En busca de un poco de la estabilidad que habían perdido y ahora parecía irrecuperable.

 

* - *

 

Casi una hora más tarde, el momento había llegado. Nathan se encontró a sí mismo vestido con su mejor túnica negra, debajo de la cual llevaba una camisa blanca y unos pantalones a juego. Por mucho tiempo, había meditado si era buena idea mostrar la enorme cicatriz que se dibujaba en su pómulo izquierdo. Era el resultado de magia negra, por lo cual estaría trazada siempre en su rostro, pero aún más era el resultado del mismísimo motivo que lo llevaba allí aquella noche.

 

El resto de la multitud estaba compuesta por funcionarios ministeriales, reporteros de El Profeta y otros diarios de publicación independiente que habían aceptado la invitación, además del público general entre el cual se alegró de comprobar se encontraban alguno de sus amigos. Todos ellos estaban esperando, curiosos, a que el Weasley comience a hablar. Nathan no había sido muy explícito cuando extendió su invitación: solamente les prometió que les daría la verdad que la comunidad mágica precisaba saber de cara a los próximos meses y en vista a los tiempos que actualmente atravesaban.

 

Suspiró, siendo plenamente consciente de como los nervios hacían que éste saliera entrecortado. Rogó, con todas sus fuerzas, que su voz no temblara cuando empezara a hablar. Que la multitud no escuchase el batir furioso de su corazón contra su pecho, que no percibiese cuán seca tenía la boca o la fina capa de sudor que ya se dibujaba en su frente. Si tan solo supieran, lo mucho que él estaba arriesgando, estando allí frente a ellos aquel día.

 

- Buenos días. - saludó, finalmente, cuando era evidente que no podía hacerlos esperar más. - Estoy seguro de que muchos de ustedes, por no decir todos, se preguntarán por qué los he convocado aquí hoy y de qué se trata esa verdad que les prometí. Otros, confío, se preguntarán por qué los he citado en este lugar en particular, después de los sucesos que han acontecido en él en los últimos meses. Verán, muy pronto, que no es coincidencia.

 

Hizo una pausa, notando como algunos de los reporteros tenían sus plumas listas para comenzar a anotar detalles sobre parches de pergamino, o como otros preparaban sus cámaras mágicas para tomar las fotos correspondientes. De seguro, estaban esperando a ver si la razón por la cual estaban allí valía la pena de gastar dichos recursos. Aprovechó el momentum de sus palabras, y prosiguió.

 

- Mi nombre es Nathan Atticus Weasley. Soy funcionario público del Banco Mágico de Gringotts y embajador por Gran Bretaña del Fondo Monetario Internacional Mágico. Y vengo a contarles la historia de como el actual Ministro de Magia, ha intentado demoler la institucionalidad de nuestro sistema financiero y, - hizo una pausa, meditando sus próximas palabras - en el proceso, intentó asesinarme.

 

El efecto en la multitud fue casi instantáneo, y fue tal y como el Weasley se lo había imaginado. Los camarógrafos accionaron los disparadores de sus cámaras mágicas y los flashes iluminaron el Atrio como relámpagos en un cielo oscuro. Los reporteros comenzaron a anotar furiosamente en sus pergaminos, y en el público general se veían ojos abiertos como platos y bocas entre-abiertas en sorpresa. Uno de los periodistas dejó caer todos sus instrumentos, incluso, y se agachó apresuradamente para continuar con su trabajo.

 

- Hace unas semanas, en junio del presente año, yo y mis compañeros del Banco Mágico de Gringotts elevamos un informe a la Oficina del Ministro acerca de la situación que observábamos en nuestra entidad bancaria. Basta decir que estábamos en problemas. - Nathan se dio cuenta que había pensado sus palabras por tanto tiempo, que desde el momento en que había empezado a hablar, ya no podía detenerse. - Con la caída del Estatuto del Secreto, magos de toda Europa acudieron a Gringotts para retirar los fondos de sus bóvedas, obviamente aterrados de que el hombre que se hace llamar el Inquisidor ejecute un ataque sobre la institución como lo hizo en Hogwarts, o que el banco quedase como este mismo lugar. - y con esto hizo un ademán, señalando toda la estructura de lo que alguna vez había sido el Atrio Ministerial.

 

La fuga de galeones ocurría a un ritmo tal que, en nuestro informe, dejamos explícito que, sin mediación del Ministerio, Gringotts no tendría otra opción que cerrar. No teníamos activos líquidos, tuvimos que vender todas nuestras acciones en el mercado de acciones mágicas, y los Duendes mismos se rehusaban a poner sus objetos mágicos legendarios como promesas de pago. Ellos opinaban que, si la sociedad mágica tenía que colapsar, lo haría por culpa propia. >>

 

Cinco segundos de pausa bastaron para que el Weasley comprobase que todos y cada uno de los presentes le estaban prestando atención: el silencio sólo era roto por el rasgar de las plumas contra el papel y de las cámaras disparar sus accionadores.

 

Días después de emitir el informe, Igor Malfoy, quien para quienes no sepan es uno de los asesores del Ministro de Magia, me convocó a una reunión para discutir una posible ayuda por parte del Ministerio. Imaginen mi sorpresa cuando escuché que, sin perjuicio de las consecuencias que aquello traería sobre el sistema, no obtendríamos ayuda económica del gobierno. La única “contribución” que ellos harían sería evitar que sus funcionarios de alto rango extraigan sus fondos personales. La historia, sin embargo, no terminaba allí. Era mi obligación, como embajador del Fondo Monetario Internacional Mágico, viajar a Estados Unidos y convencer a la directora del Fondo de prestarnos el dinero que necesitábamos para evitar el colapso financiero. >>

 

Aquí era donde el contar de la historia se volvía más y más difícil, no sólo por lo traumático de los eventos sino porque cada una de sus palabras comprometería a distintas personas, tanto amigos como enemigos. Sin embargo, era un precio que el Weasley estaba dispuesto a pagar.

 

- La directora del Fondo es una persona extremadamente reservada, y dada su posición es el blanco de gente muy peligrosa. Su oficina, por tanto, es un lugar secreto al cual muy pocas personas saben como acceder. Naturalmente, al ser compañero de trabajo, la directora accedió a encontrarse conmigo en Nueva York, por lo que a mediados de Junio tuve una reunión con ella en la que acordamos un pacto extremadamente generoso de su parte que solucionaría todos los problemas. Hasta que nos atacaron. Se identificaron como funcionarios del Ministerio de Magia y nos acusaron de traición. Ella y yo escapamos, estuvimos un par de semanas escondidos. Adelantamos un par de semanas, y aquí estamos.

 

Por primera vez desde que había empezado a hablar, Nathan se movió y gesticuló en dirección a todo el Atrio.

 

- Es obvio, entonces, que Gringotts no recibirá su préstamo. Muy probablemente, lamento decir — y crean que me apena, pues he puesto sudor, sangre y lágrimas en ese lugar — el banco tenga que cerrar sus puertas. Pero no todo termina ahí, miren donde estamos. - dijo, señalando a la fuente, prácticamente irreconocible. - Este lugar era el símbolo máximo de lo que tras siglos y siglos de historia logramos consolidar. Representaba una sociedad que funcionaba, en la cual ustedes y yo vivíamos en paz, estabilidad y tranquilidad. Ya no hay nada de eso, ni aquí ni en ningún lado.

 

Y no me malentiendan, aún queda mucho por mejorar. Hay tantas formas en las que los magos y brujas podemos ser mejores: para con nosotros mismos y el resto de los seres y criaturas que habitan con nosotros y forman parte de nuestra comunidad. Hay cientos de leyes por enmendar y aún más por redactar. Es innegable que nos queda mucho camino por recorrer, y hoy estoy aquí porque creo que es claro que éste no es el camino. Tiene que haber una forma de ser mejor de lo que fuimos ayer sin destruir todo lo que hemos conseguido.>>

 

- Por favor, les suplico, hagamos mejor las cosas.

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Madeleine súbitamente el paso, cuando se da cuenta de que se ha quedado sola. Ruby, la serpiente de aspecto cristalino rojizo enroscada en su mano, se irgue ligeramente y comienza a observar alrededor, pero su dueña ubica a la mayor de las brujas Moody antes que ella. La bruja regordeta, de cabello plateado y vestida con una túnica negra está un par de metros atrás, alejada de la mayor concentración de personas. Observa, con los labios entreabiertos, lo que queda de la Fuente de los Hermanos Mágicos. Los trozos del mago, la bruja, el centauro, el duende y el elfo doméstico ya no tienen una forma coherente y el agua se ha secado por completo. Es difícil creer que están en el Atrio del otrora glorioso Ministerio de Magia, el mayor símbolo de progreso de la comunidad mágica —o, bueno, eso es lo que decían los libros de historia—; es difícil creer que solían caminar allí cientos de magos y brujas, yendo a sus escritorios abarrotados de pergaminos y memos sin leer; es difícil creer que, algún día, las cosas volverán a normalidad. Con cada día que pasa es más complicado mantener viva la llama de la esperanza y pareciera que, simplemente, se extinguirá y todos se quedarán a oscuras...

 

Sacude ligeramente la cabeza, para despejar aquellos pensamientos, y regresa sobre sus pasos hasta alcanzar a Ellie.

 

—Bueno, ¿pero qué pasa? —inquiere Madeleine.

 

—Estoy intentando recordar en qué momento todo se fue al ca***o —responde Ellie en voz baja y, aún así, distinguiéndose perfectamente su acento escocés.

 

—Pues deja de perder el tiempo —replica su prima, frunciendo el ceño—. Ya no importa, ¿cierto? Vamos, andando.

 

—Ya no importa —responde Ellie con un susurro, cruzando los brazos—. Cierto.

 

Las personas se congregan alrededor de la fuente, alrededor de alguien. Aún antes de verlo, Madeleine sabe de quién se trata. Aquella convocatoria llegó a muchos lugares: a las residencias familiares en Ottery St. Catchpole, a los negocios en el Callejón Diagón e, incluso, a los pasillos del número doce de Grimmauld Place. La mayoría de los presentes seguramente conocerían a Nathan Weasley como un trabajador de Gringotts y embajador político, pero a Madeleine se le hacía difícil verlo de esa forma. La verdad es que pensaba en él como uno de los reclutas de la Orden del Fénix, uno de quiénes solían perseguir y encerrar mortífagos, aunque es cierto que no había pensado en él desde hacía mucho tiempo; sus recuerdos se removieron recientemente, en el cuartel general de la Orden. A Madeleine poco le interesan los asuntos políticos, pero en ese punto ya no se trata de ambiciones o ideales, sino de supervivencia. No puede imaginar qué verdad puede tener Nathan cuando todo parece tan claro ante sus ojos, pero sí anhela un poco de esperanza, algo a lo que aferrarse.

 

«Todos lo necesitamos —se dice, observando a Ellie de reojo—. O de otra forma, todo estará perdido...».

 

—Mi nombre es Nathan Atticus Weasley...

 

Al escuchar al inicio del discurso del mago, decide que es momento de dejar de divagar o no tendrá sentido haber acudido a ese lugar. Imita la postura de Ellie, cruzando los brazos sobre el pecho, y ruega internamente por... por algo, cualquier cosa, que le de sentido a la lucha. Hace un par de meses fue el rescate de los infantes recluidos en el Hospital Hindenburg, poco tiempo después fue el rastreo de movimientos del Inquisidor en Alaska, pero actualmente no hay nada y ya está enferma. Detesta pasar los días frutando ataques pequeños de magos supremacistas o rescatando a alguna víctima de la trata de personas mágicas; está arrancando los hierbajos, pero lo que deben hacer es echar gasolina en todo el maldito jardín y encender una cerilla.

 

Cuando Nathan termina de hablar, Madeleine siente los músculos levemente entumecidos.

 

—Eso les pasa por elegir a un lunático supremacista como Ministro —masculla Madeleine sacudiendo la cabeza—. Ni siquiera lo disimulaba, ¿sabes?

 

—Ya no importa cómo o por qué subió al poder —replica Ellie—. Pero creo que sólo hay dos alternativas. O la comunidad mágica termina de desplomarse, o...

 

—O lo hace Yaxley.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Me extrañaba que me llegaran aún notificaciones de prensa a mi nombre. Hacía mucho tiempo que tenía el carnet de Periodista Free-Lance, de cuando aún trabajaba en "Radio Helga, El punto sobre la H", pero suponía que había caducado. Aquella fase había estado muy bien pero lo había dejado de lado cuando me dediqué a labores más lucrativos (como mantener negocios) y mi puesto en el bando de la Orden.

 

Supongo que lo hubiera dejado de lado y hubiera seguido dedicada a mis tareas domésticas en la mansión si el nombre de quien iba a conceder la conferencia no me hubiera sonado muchísimo: Nathan Weasley. Era un compañero de bando al que solía ver muy activo. Su mensaje era escueto pero prometía declarar una verdad a la Comunidad Mágica que me hizo arrugar la nariz en un mohín que hizo reír a mi hijo, a quien intentaba enseñar la paciencia de montar manualmente un puzzle de volumen de un hipogrifo.

 

Aún estuve un rato más con él, encajando piezas manuales e intentando hacer lo mismo con mi cabeza, algo imposible. ¿A qué verdad se refería? No iría a comentar su relación con el Bando, ¿no? Desde que Aaron, el aún Primer Ministro Mágico de Londres, había desvelado el secreto, parecía que todo se estaba poniendo a la luz con efectos directos y secundarios que, para mi gusto, no eran tan buenos para nosotros. Guerras, peleas internas en el Ministerio, entre la Comunidad Mágica y, el aún no resuelto, con aquel Maldito Inquisidor de Pacotilla que nos perseguía como si fuéramos contagiados de algún virus peligroso (aunque nosotros sabíamos que no era más que un camuflaje para dominar el uso de la magia en los que él quisiera y controlara).

 

-- Maldito squib de m... -- frené el insulto porque Ithilion había levantado la cabeza con una pieza en la mano que culminaría la cabeza de tan lindo animal. -- De miel, cariño, de miel.

 

Sé que mi hijo no se lo creyó del todo pero el desmoronamiento de todas las piezas que llevábamos puestas distrajo su atención. Al ver aquella caída anunciada ante el equilibrio precario de la figura en relieve, me decidí, como si aquello fuera una metáfora que me instaba a actuar.

 

-- Cielo, quédate con Harpo, tengo que salir.

 

No tardé en salir vestido con un traje pantalón de color pardo y un sombrero elegante del mismo color de cuyo lazo de raso enganché mi credencial de periodista (debidamente enganchada de forma que no se viera la caducidad de la misma) y salí hacia el Atrio del Ministerio. Llegar no fue difícil, me resultó peor entrar sin despertar muchas (más) sospechas entre los muggles que pasaban por la zona ignorando los hechizos protectores que se habían mantenido durante siglos y que habían caído durante la caída del Ministro Aaron. Suspiré y me colé, por fin, llegando a una de las chimeneas verdes.

 

La primera impresión fue terrible. Nunca había visto el Ministerio tan desolado. Los "clicks" de las fotografías y las preguntas de mis compañeros corresponsales no me dejaron pararme mucho a examinar el desastre así que avancé hacia donde mi compañero Nathan daba la conferencia de prensa. Atendí su discurso y dejé que mi boca se fuera abriendo a cada frase con más lastre que la anterior. ¿Cómo que había sufrido un intento de secuestro? ¿Cómo que el Banco de Gringotts no tenía liquidez? ¿Cómo que nos acercábamos a un colapso financiero?

 

Me quedé así, petrificada, cuando los periodistas reaccionaron (antes que yo) y empezaron a hacerles preguntas. Retrocedí un paso para salvarme de aquella vorágine de micrófonos que intentaban sacarle más información y miré hacia los lados. El mandato del Primer Ministro Yaxley tocaba a su fin pero, de momento, aún mandaba en aquel lugar.

 

Comprobé que, al menos, éramos dos miembros más de la Orden presentes. Deberíamos estar preparados para algún intento en contra de la persona de Nathan.

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Lunita Gryffindor Delacour- Empleada del departamento Auror de Gran Bretaña.

 

Cuando recibe la lechuza sobre de que va a hablar Nathan, no sabe bien que quiere hacer en realidad, sabe que todo esta patas arriba y entiende que tenía que volver allí en algún momento. pero la realidad es que la Gryffindor no tiene ninguna maldita gana, de ver el destrozo de su amado ministerio, el lugar que la vio crecer, primero como aprendiz, luego como empleada, pasando por directora y hasta jefa, no quiere ver como esta todo destruido y tampoco sabe si quiere escuchar lo que su amigo tiene que decir, no porque no confíe en él, si no porque tiene miedo que diga la verdad, una cosa preciosa y curiosa que debe ser tratada con suma delicadeza por quienes la portan.

 

 

Al final suspirando por lo bajo, deja la carta arriba de su escritorio blanco mate, se alisa su camisa blanca con pintas negras, busca su pantalón violeta oscuro poniéndoselo y abrochándose rápidamente, da vueltas por su escritorio hasta que encuentra al fin, colgado en el perchero dorado, su traje violeta claro que se apresura a ponerse y abrocha botón por botón y piensa en esos momentos que hacía meses que no se ponía ese traje, su querido traje para ir a su amado trabajo sonriendo ante el pensamiento feliz que le produjo aquella mecánica tarea y para finalizar se ata su cabellera pelirroja con rulos en su consabido rodete con el prendedor del fénix dorado, terminado así el aspecto de empresaria que intenta dar al mundo mágico o a lo que queda de él.

 

Sus ojos azules claros vagan por su despacho, hasta que decide irse rápidamente de allí, su elfo Arturo, vestido con un traje negro, un pantalón negro y sus zapatos negros, la siga a su lado, sus ojos vivaces negros la observan ávido por entender que sucede y ella sólo atina a pedirle un solo favor, antes de marcharse de allí con él a su lado.

 

 

- Arturo, acompáñame no quiero volver sola, mantente a mi lado y por nada del mundo te separes ¿entendido? viejo amigo, necesitamos ir a ver que dirá nuestro amigo Nathan y por si fuera poco, necesitamos pasar desapercibidos ¿si? - Le digo mientras caminamos hacía la puerta de la mansión Gryffindor -

 

 

- Ama Luna, no se ofenda pero no podrá pasar desapercibida vestida así, no digo que este mal, no me malinterprete, pero todos saben que es usted, cuando se viste de violeta desde que comenzó a trabajar en criaturas mágicas y acabo en aurores ¿lo recuerda? - me dice Arturo con su voz grave y serena -

 

- Tienes razón Arturo, no podre pasar desapercibida nunca, no recordaba vestirme así cuando trabajaba para el departamento de las criaturas mágicas, pero si tu lo dices... en fin, vamonos rápido que llegaremos tarde, no podemos llegarle tarde a nuestro amigo, andando - Le apremio mientras camino rápidamente buscando un lugar de afuera para desaparecernos juntos -

 

Arturo toma mi mano y desaparecemos en un fogonazo de luz violeta, apareciendo en las puertas del viejo ministerio de magia, un escalofrió me recorre toda al verlo tan destruido, solo puedo asentir con tristeza y apremiar a Arturo para que me acompañe a ver que dirá Nathan, en el tumulto de gente, su voz me llega fuerte y clara, pesé a que esta lejos, pareciera que esta a mi lado, ventajas de ser una vampiresa desde hacía años luz ya.

 

- La situación es del todo horrible, hay tanto por enmendar y por re-construir, me pregunto si es que seremos suficiente para hacerlo todo, pero por lo pronto aquí tendrán mi apoyo y se que podremos lograrlo todos juntos o al menos, esa es la idea ¿que opinas Arturo? - Le dije en un susurro a mi elfo, preguntándome si aquella bruja que veía por allí era o no era Made, su amiga y confidente -

 

A quien si pude reconocer fue a Ellie, a quien me acerque rápidamente con una sonrisa amable en mi rostro con forma de corazón, no paso mucho para que descubriera que en efecto ella iba acompañada también de Made, lo que me hizo sonreír demasiado, aunque el problema que se presentaba era importante, aún no entendía la dimensión de todo y esperaba que me explicaran que haríamos para poder re-construirlo todo.

 

- No sé si seremos capaces de mejorar en todo, creo que ya esta todo obsoleto y deberíamos de cambiar algo ¿no creen? tampoco creo saber como lo lograremos, además de que o el ministerio cae o lo hace Yaxley, alguno de los dos caerá primero, no saben la tristeza que me agarro cuando entré aquí, este lugar era símbolo de trabajo y alegría, de acuerdo, quizás para mí fuera eso y para otros era poder, pero realmente que este todo tan destruido es devastador, ¿creen que podamos hacer algo? - Les pregunté en un susurro a Made y a Ellien, sin presentarme o decirles quien era, ellas sabían que era Luna y la situación apremiaba demasiado sin contar, que quería ayudar solo que no tenia ni idea de como hacerlo -

 

@@Ellie Moody

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El silencio que siguió a sus palabras fue casi sepulcral. El peso de las palabras que había dicho el Weasley quedó colgado en el aire, prácticamente tangible, por varios segundos hasta que finalmente uno de los reporteros carraspeó, y se animó a lanzar la primera pregunta.

 

- Buenos días, señor Weasley. Mathilda Kirkmann, reportera individual. - se introdujo, dando un paso hacia delante. Era una bruja de baja estatura y muy delgada, la imagen misma de la fragilidad: su rostro escondido detrás de unas gafas que magnificaban el tamaño de sus ojos castaños - Espero no se lo tome a mal pero, ¿tiene alguna prueba de lo que nos está diciendo? - la timidez detrás de las palabras de la bruja era palpable, quizá atemorizada de que el Weasley reaccionase mal ante su desconfianza.

 

- Buenos días, Mathilda. Naturalmente, esperaba que esta pregunta surgiese. No me molesta en lo más mínimo. - Nathan rebuscó en uno de los bolsillos internos de su túnica de viaje, donde tenía un trozo de pergamino que había decidido traer precisamente por esta razón. El Weasley tocó el papel con su varita, y éste se replicó en decenas de copias que surcaron el aire en dirección a todos y cada uno de los presentes. - Lo que les estoy entregando es una copia de la carta que les escribí al Ministro de Magia y a los miembros del Wizengamot en ese entonces. Lamentablemente, es la única prueba fehaciente que tengo de todo lo que les he contado, el resto de los sucesos viven en mi memoria y en la de aquellos involucrados. Pero si alguien tiene un poco de veritaserum aquí, estaré feliz de tomarlo para mostrarles que no les cuento más que la verdad.

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Pasaron varios segundos más hasta que el próximo de los reporteros se animó a continuar su pregunta, una vez que terminó de analizar la carta que el Weasley le había entregado.

 

- Señor Weasley. Callum O'Hallery, con El Profeta. - dijo, haciendo un gesto hacia la credencial que llevaba colgada alrededor de su pecho, que señalaba que efectivamente estaba en representación del medio de comunicación más importante de Londres - Hemos escuchado varios rumores acerca de que Gringotts está al borde de la crisis y que no está tomando medidas al respecto por orden de sus empleados, ¿es esto cierto?

 

Nathan arqueó las cejas, sorprendido. A decir verdad, en cierta forma aquella pregunta era válida, pero le sorprendía la facilidad con la cuál había movido la conversación hacia otro tema radicalmente distinto, como si los sucesos que había relatado el Weasley sobre el Ministro de Magia no fuesen más relevantes.

 

Política. >> se dijo al Weasley para sí mismo, y entendió que aquel reportero sólo había venido hasta aquí para obtener una declaración al respecto, lo cual hasta entonces el Banco se había denegado a hacer.

 

- En efecto, señor O'Hallery. Los rumores son ciertos. - soltó el Weasley, a sabiendas una vez más del peso de una palabra. - Y sé que sólo ha venido hasta aquí para escucharme decir eso, pero permítame como favor entretenerlo un poco más. El Banco Mágico de Gringotts fue fundado por Gringott, un duende que accedió a hacer un pacto con el gobierno de la época para que ellos administrasen nuestro dinero dadas sus habilidades excepcionales para reconocer oro falso. En el momento en que se firmó el tratado, el Banco Mágico de Gringotts se incluyó dentro del Acto de Procedimientos Administrativos.

 

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Hizo una pausa, consciente de que una vez más tenía la atención de toda la multitud a pesar de la lección de Historia.

 

- Creo que no debo ilustrarle que el gobierno que usted apoya y el cual manipula su prensa ha violado dicho Acto un centenar de veces. Pero yo no lo haré. - agregó, rápidamente, acercándose un poco más a la multitud - Verá, cuando perdimos la oportunidad de establecer el pacto con el Fondo Monetario Internacional, quedó en evidencia que Gringotts no tiene forma alguna de auto-abastecerse de dinero. Por ende, no puede cumplir con ninguna de sus obligaciones monetarias, y se ha declarado en quiebra ante la Sociedad de Entidades Bancarias Mágicas de Europa, o SEBME, para los literados. Yo no puedo prohibirle a la gente que extraiga el dinero por el cual han trabajado toda su vida, aún cuando hacerlo salvaría al banco. Quizá, desde el punto de vista administrativo, no sea la mejor decisión... pero yo tengo una obligación con la comunidad. El banco la tiene, mejor dicho, y yo y mis contrapartes duendiles no estamos dispuestos a violar derechos humanos sólo con el pretexto de cuidar la imagen del gobierno.

 

Nathan hizo silencio una vez más, más no le quitó los ojos de encima al reportero de El Profeta.

 

- Sagitas - soltó, dirigiéndose esta vez a su compañera de bando que había visto entre la multitud segundos antes - ¿Estás anotando todo esto? Quiero alguien que lleve mis palabras al público lo menos tergiversadas posible.

 

@ Sagitas Potter Blue

Editado por Nathan A. Weasley

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Lunita Gryffindor Delacour- Empleada del departamento auror de Gran Bretaña

 

Escuchar las palabras de Nathan me puso la piel de gallina ¿poca liquidez? ¿el banco mágico en bancarrota? intentaba entender y analizar todo lo que decía, lo cierto era que yo entendía poco de cuestiones bancarias y mucho menos de dinero, pero la realidad era que había visto la deseperacion de la gente sacando su dinero del banco, ante un peligro de quiebre del mismo y era consciente de que mi amigo y colega había hecho de todo para que eso no pasará, una parte mía quería gritar y decirle que si de mi dependiera le daría toda mi dinero de mi bóveda para salvar el banco, pero mi parte racional sabía que eso era una estupidez y una autentica locura, con el debacle de todas las instituciones y los problemas que había por doquier, no podía permitirme donarle mi poco sueldo, que si bien para mí era un montón, a él no le serviría de nada, porque para salvar al banco se necesitaban muchos millones de galeones, unos galeones que la bruja no tenía en su haber, ni aunque trabajara mil años luz.

 

- Esperen, ¿no creen que si nos unimos todos y ponemos algo de dinero eso podría ayudar? quiero decir, podríamos pedir ayuda a otros bancos de otros lados, no se de Estados Unidos o de América, estoy divagando y quizás no funcione pero no podemos permitir que se declaré en bancarrota, algo tenemos que poder hacer ¿Creen que se pueda lograr? yo no entiendo de cosas bancarias, pero quizás podamos ayudar de alguna manera - Dije fuerte y claro para que me escucharán temiendo haber metido la pata y haber hablado de más -

 

¿Qué demonios estaba haciendo? ¿por qué había dado un paso al frente y había hablado sin pensar en que decía? de acuerdo la idea no era mala, pero si realmente pensaba que eso funcionaría estaba loca ¿o quizás no? mire a Made y a Eileen sintiendo el peso de mis palabras retumbando en mis agudos oídos, solo había sido una idea porque no quería que se declarara en bancarrota, no después de todo lo que Nathan había luchado por él, no podía permitir que eso pasará pero me temía que mi idea fuera un simple arcoiris, un arcoiris que no sabía si podría llevar a la realidad o no.

 

 

- Creo que metí la pata, Made, dios mío ¿por qué no me quedé callada? es que realmente yo se todo lo que Nathan lucho porque esto no sucediera, fui testigo de todo lo que hizo para que el banco no se fuera a la quiebra, se que quizás no pueda hacer nada, pero desde mi posición de Auror algo tengo que poder hacer, no me quedare de brazos cruzados, no podemos permitir que se declaré en bancarrota, de acuerdo ¿cual es la idea? creo que si pedimos un préstamo o algo así, ¿qué opinan? - Les pregunté a Made y a Eileen sintiendo que quizás había hablado apresuradamente y sin pensar las consecuencias de mis actos -

 

Como me sucedía siempre había hablado mi corazón antes que mi razón, no había pensado lo que decía y ahora temía estar equivocada, pero algo dentro mío me dijo que la idea no era del todo mala, quizás no fuera la idea correcta o la que los sacara de la bancarrota, pero estaba segura que pedir prestado dinero o juntarlo para que el banco no se declaré en quiebra era algo primordial y ¿qué mejor que ayudarlos de alguna forma? algo teníamos que hacer, porque aquello no podía pasar de ninguna manera o al menos, eso era lo que pensaba en aquellos momentos, negándome a aceptar que de hecho, casi toda la comunidad mágica parecía estar perdiendo su norte y su futuro inmediato se veía gris y negro a ojos vista al menos.

 

@ @@Ellie Moody

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Aaron Augustine Black Yaxley

 

Había oído sobre aquél día, pues últimamente los rumores aleteaban más rápido que una snitch. No había sido difícil mantenerme oculto ante la multitud, no por temor, menos por cobardía, sino más bien para dejar que aquél mago se explayase de la mejor manera posible; mis cabellos eran largos y de un color púrpura, aún así, mantenía una franja de cabello blanco que nacía desde mi nuca, entrelazado en una trenza con tres argollas doradas que rozaban el trasero en un traje de etiqueta varonil. No era difícil de descifrar, para quien supiera lo que ello significaba. Hasta ahora solo Zoella sabía el secreto.

El viejo y acabado ministerio guardaba el mismo aspecto desde que lo dejé para instalar los nuevos centros políticos en Buckingham - incluso antes del ataque del inquisidor- habiendo quedado para la mera expectación de intrusos, criaturas que eran violentadas por muggles supremacistas y uno que otro vago sin un lugar a donde ir. Así estaban las instalaciones tras la guerra, los ataques del inquisidor y los no mágicos. De hecho las chimeneas no funcionaban, estaban cortadas, con la salvedad de aquellas que habían sido ilegalmente intervenidas para seguir con su mediana utilidad (a veces te mandaban muy lejos).

Abrí ambos ojos como platos circulares, amarillos y feos a mi gusto, ¿matarlo?, quizás su tuviese la oportunidad lo haría ahora mismo, pero no le había visto en persona desde hace muchos años. Los flashes de las cámaras me hicieron pestañear ¡que mala vista debió de haber tenido!- ¿No podrían haber encontrado otro mago?-. Si tuviese el color de ojos que me precedía digno de una casta pura como lo eran los Black, no habría tenido problemas con las cegadoras luces que expedían las aparatosas y molestas cámaras fotográficas.

Los únicos que pudiesen haberme reconocido serían mis más cercanos, por el simple hecho de la coleta con el contraste de la franja blanca en mi cabello, la pequeña cicatriz bajo el ojo izquierdo o la que rodeaba el cuello en media luna, vestigios de la magia oscura. ¿Igor Malfoy?, ¿un Malfoy trabajando para un Black? ¡¿Maida estaba al consciente de ésto?!, digo, después de todo ella había asumido la asesoría extracurricular, entre ellos la elección de asesores.

-Un Malfoy...- murmuré recordando a Lucrezia. Mera similitud de doradas cabelleras.

Y le seguí oyendo, tras algunos cotilleos tanto de aprobación como desaprobación, hasta que el muchacho replicó un memorándum que jamás llegó a mis manos; no le culpaba, había una pila de cosas que jamás leí. Lo tomé de las manos de un mago de mediana edad y sonreí torpemente cuando le pegó otra de las copias en su rostro; me encogí de hombros y leí.

-Vah... políticas muggles...- comenté hacia el mismo tipo a quien había robado el comunicado y le pedí la hora.

-Medio día, ¿señor...

-¡Black!...-
le dije con soltura, sintiendo como mi cuerpo comenzaba a vibrar. El cabello comenzaba a recogerse hasta el clásico peinado del Londres de los años 30. El tipo me observó incrédulo, hasta que dio un par de pasos hacia atrás mientras intentaba agarrarse de brujas y otros magos que finalmente le sostuvieron, formando un gran espacio al darse cuenta de quien tenían en frente- Aaron Black Yaxley...- me presenté.

Algunas cámaras dieron un vuelco, las libretas de vuelapluma parecían sacar humo y otros anotaban rápidamente en sus libretitas. Allí estaba, finalizando mi figura original mientras reflejaba a la multitud que me rodeaba con la indiferente mirada gris que tanto me caracterizaba. Me observé con el feo traje que llevaba y tras un gesto de sarcástica impresión desenvainé mi varita para darle unos toques; la misma tomó la fiel túnica de gruesa tela azabache y bordados en relieve que se movían por toda su expansión, de cuello prusiano y cortes victorianos. El cinturón de color roble oscuro demostraba que era un mago esbelto.

Enarbolé la varita a mi alrededor y las mismas sombras del lugar parecieron recogerse a mi alrededor en una nebulosa que iría mostrando un genuino recuerdo que yo mismo aprecié cuando tan solo era un empleado de seguridad mágica. La revelación de una banda de sensacionalistas, ¡destructores del conservadurismo mágico!, concepciones que nos llevarían a la extinción si es que no les poníamos un freno.

¡Un Weasley de cabello castaño!, facciones joviales y muy parecido a mi desaparecida amiga, Felicity, se enfilaba a rostro descubierto con miembros de la afamada Orden del Fénix:

>>...mi nombre es Nathan Weasley y soy un orgulloso miembro de la Orden del Fénix...<<



Mismo mensaje se repetía en varios rostros de brujas y magos que más de alguno recordaría, que podrían reconocer si mirasen con más atención en su cotidianidad- intercalando una y otra vez en el joven que osaba difamarme en público- y otros que por diversas razones habían desaparecido sin dejar rastro, como madame Delacour o la señorita Riddle. Esbocé una ligera sonrisa de sorna, ¡una Riddle con principios totalmente contrarios a los que predicaba el sangre sucia de Tom!...¡Ese era el problema de nuestra sociedad!... la mezcla insensata e imprudente.

-¡Oh!, sí... sí...- asumí con falso asombro ante algunas pifias, apaciguando el bullicio de los vitoreos con ambos brazos en alto. Hice una leve reverencia y me acerqué hasta el mago. Elevé la varita hasta mi cuello y tras un amplio sonorus elevé aún más la gruesa voz con un perfecto acento inglés. Tomé la papeleta que se había replicado y la lancé al aire, apuntándole con mi varita para que agrandara unas veinte veces su tamaño, en vista de todo público- ¡Esto es lo que ocasiona la mezcla con los muggles! políticas egoístas con las que solo algunos aumentan su fortuna. ¿Adquirir otros activos, líquidos y no líquidos?, ¿recambio de monedas...viejas? ¡¿dañadas?! ¡¿EL ORO DE LOS DUENDES?! - cuestioné mientras una fina chispa se expedía lentamente hasta el gran comunicado, incinerándolo y desintegrandolo en un polvillo de cenizas que se disipó de inmediato- ¡Bolsa mágica!, ¿saben de dónde sacaron eso?, ¿saben siquiera desde cuándo los duendes se dejaron gobernar por un humano?. ¡IDEALES MUGGLES! prosperidades de una sociedad infantil como lo son aquellos que no poseen nuestra habilidad, nuestra cultura; y son ellos ...- sostuve con una genuina parsimonia tras dejar caer la mano en el hombro del mago- ... la orden del fénix, los que defienden tales principios.

>>¡Suerte la nuestra de que Alemania o Egipto hayan sentado cabeza al respecto!, ¡Que Japón se haya mantenido con el mismo ideal desde la guerra! y que el conservadurismo de la magia, ¡por fin!, esté logrando lo que deberíamos haber instaurado desde hace muchas décadas: regocijarnos en nuestra sociedad, defenderla, ¡forjarla en libertad! y no tener que depender el ingenio muggle para nuestra subsistencia!!!

El estallido fue ensordecedor, no por la cantidad de gente, sino por el eco de los célebres aplausos y gritos de los supremacistas mágicos que allí pudiesen encontrarse. Fue que aproveché la oportunidad...

-Si de verdad eres hijo de Felicity Weasley, deberías haber pensado ésto dos veces...- comenté tras soltarle e inclinarme hacia su puesta auditiva mientras sonreía falsamente a las cámaras para la fotografía.

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Egipto.

SALÓN DE HORUS - Rueda de prensa internacional con transmisión en vivo a la comunidad muggle por la Radio, y su vinculación a todas las televisión de cable en particular a la satelital.

Consejo de Archimagos

 

-¿Por qué los Medicci no toman el control del banco británico? Este asunto económico se salió de las manos de la incompetencia de los que allí laboran, es por eso que mi fortuna se encuentran en mi país y ante los asuntos internacionales confío en las bóvedas del banco de la familia de @@Lucrezia Di Medici .- Agrega el diplomático egipcio a la rueda de prensa. -Está situación caótica de los británicos es el resultado de una mala administración, pero esto no es de sorprender, ya que al venir de un gobierno que eliminó el estatuto de la magia ¿que se puede esperar? ¿Acaso otra guerra? Egipto toma partido, y en caridad está dispuesto ayudar a los ciudadanos, pero deseamos la garantía de cambiar de administración financiera.- Al lado de este se encontraba el Regente, su máxima autoridad, este era su cuñado y respalda sus palabras. -Egipto y los países africanos, estamos seguro que está crisis económica es otro juego del monopolio de fines macabros, no dudamos que el fondo internacional económico tiene sus intereses en sacar al Black de la jugada, de que así @ tome el poder y tenga actos más corruptos.-

 

En ello los reporteros comenzaron a pedir pruebas. A lo cual el regente tomaba la palabra. -¿Quieren pruebas?- Y este con un leve movimiento de mano hace aparecer el balance económico de que el Weasley ingresó al banco, como ese banco decaia ante sus vínculos con el fondo internacional. -Si se fijan el banco, el gobierno maquiabelico de Estados Unidos financia la campaña electoral de este duende, bueno, ese empleado. Refiriéndose con desprecio.

 

Los Archimagos se encontraban reunidos con los Delegado de cada país africano, donde Luxure era el delegado ante esa organización, todos estos repudian al gobierno británico, cada uno era independiente y vestían según su país de origen, algunos con atuendo triviales.

 

-Sr.Luxure ¿Por qué el ataque contra el Weasley en este momento?- Indaga una reportera. A lo cual el mago vinculado a la ONU y muchas organizaciones pro vida a nivel de publicidad muggle y en secreto en supremacía de la sangre, se encontraba sonriendo ante ese cuestionario y responde.

 

-Es necesario que el mundo conozca a quien pudiera ser el nuevo Ministro de Magia Británico, que en adsoluto podrá tener relaciones con ese gobierno al momento que este pudiera tomar el poder. Y declaró, que todo vinculo de estudio en nuestras instituciones educativas serían vetado a todo inglés, pues no podemos permitir que su corrupción se expanda. Sin embargo, creemos en la cordura y sano juicio de los británicos y estamos seguro que perderá las elecciones. Y el Black tendrá que responder ante la comunidad internacional.

 

Menciona con desprecio aquel apellido, incluso su mirada de repugnancia era tal que se inmortalizó para el futuro en la fotografía, haciendo abiertamente la preocupación de Egipto por el devenir de aquel país, e insinuado un conflicto ante la posibilidad de que ese despreciable mago ganara. Aunque, para nadie era un secreto que este mago oscuro no soporta @ y cuando asumió el poder en la Marca Tenebrosa provoca que Demian regrese a su país de origen.

Editado por Demian Luxure

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Lunita Gryffindor Delacour- Empleada del departamento auror de Gran Bretaña

 

- En realidad, señor Aaron, la mezcla de los muggles no ocasiono toda esta debacle en la que estamos sumidos, el oro mágico esta perdiendo su valor, es de todos sabidos que lo que dice Nathan es cierto, si el fondo monetario internacional no nos ayuda pronto o si no buscamos en otros lados ayuda, yo misma vi como todos los magos y brujas están sacando su oro del banco temerosos de lo que pueda suceder, ¿es que acaso esta ciego? ¿no ve lo que está pasando? lo único que esta haciendo Weasley es sacar a la luz los trapitos sucio, ¿como es ese dicho muggle? ah ya recordé, los trapitos sucios al sol, esta visibilizando la problemática que tenemos en nuestras narices hace meses y por la cual nadie hace nada y cuando digo nadie me refiero a ustedes, por cierto, los ideales muggles han salvado varias organizaciones bancarias, así que no hace falta sonar tan desdeñoso, lo único que estamos haciendo acá es sacar a la luz todo la debacle que se nos viene encima y si no hacemos algo, todo se ira a pique en menos tiempo del estipulado - Le dije al Black sin importarme el cargo que ocupará, no miré a Made ni a Eileen cuando salte a defender la idea de Nathan y tampoco necesite hacerlo, no iba a permitir que desdeñara todo por lo que mi amigo había trabajo tan arduamente -

 

Un escalofrió me recorrió toda cuando me di cuenta que quizás pelearme con este señor no fuera lo adecuado, ¿qué hacía yo metiéndome en temas políticos? la misma vampiresa que no tenía idea de que hacer con sus propios galeones, preocupada por lo que sucediera en la comunidad mágica ¿era eso posible?, que me preocupará el país era lógico, lo que no era habitual era que saliera a defender a Nathan, de acuerdo era mi amigo y compañero de bando en la Orden, eramos familia más que nada y lo conocía muy bien, también sabía que si había salido a hablar era porque la situación apremiaba, porque si de algo lo conocía bien era que no era de los que hablaba por hablar, así que estaba segura que el podría guiarnos hacía una solución plausible o al menos, hacernos entender la problemática por la que todos estábamos pasando por aquellos días.

 

 

- Se que Nathan podrá llevar el ministerio a una nueva era de paz y armonía, estoy segura que podremos tener entendimiento mientras él este al mando, estoy segura que tiene lo que hay que tener para no dejarnos perecer en manos de gente poco calificada, además no conozco a nadie mejor que él para guiarnos en esta tormentosa situación, sin contar que esta haciendo de todo para salvar el banco mágico, sin contar la de días y noches que trabajo para dar este aviso para todos y entiendo que es lo mejor, además de comprender que las entidades tal cual las conocemos, si no hacemos algo ya, se nos irán a pique, como Auror que soy, estoy dispuesta a ayudar en lo que pueda para que eso no suceda bajo ninguna circunstancia, es por eso que pido que tomen a consideración lo dicho por Weasley - Dije a los reporteros apenas las cámaras y micrófonos me enfocaron inmediatamente -

 

Salir en defensa de mi compañero de tertulias no me dejaba tranquila en lo absoluto, no necesite mirar a Made o Eileen para entender que estábamos en un grave problema en puerta, si el banco no tenía mas dinero, si las entidades extranjeras no eran capaces de ayudarnos ¿qué pasaría con Gingots? ¿existiría alguna solución para este conflicto? estaba segura que algo se me escapaba en toda esta situación y que quizás me había precipitado al hablar, pero si había algo seguro era que confiaba en el juicio de mi compañero, esperando de todo corazón que el mundo se solucionará de un momento a otro, un deseo que no estaba segura que podría ver cumplido más tarde que temprano.

 

Una idea loca se me coló en la mente, ¿qué sucedía si el banco y el ministerio cerraban? la idea no parecía tan alejada de la realidad ni era absurda, de repente se dio cuenta que ella no sería nada sin ser auror, de la misma forma que no sería nada sin ser de la Orden del Fénix, organización que consideraba como de su familia, tenía miedo que al caer las entidades como las conocían también su amado bando se fuera a pique, aunque en su fuera interno sabía que eso no podía pasar, porque una cosa era un entidad y otra muy distinta era la fuerza y la lealtad que sabía que tenían todos sus miembros.

 

 

- Creo que metí la pata en inmiscuirme, pero no pude evitarlo estaban atacándolo, Made y me conoces, me hierve la sangré cuando maltratan a alguien que considero de mi familia, se que quizás no entiendo nada de lo que sucede o al menos, no entiendo la parte del dinero, porque soy mala para administrarme, pero de verdad que no me parecía que lo atacaran así porque sí, tenía que hacer algo para impedirlo, al fin y al cabo, Nathan solo estaba diciendo la verdad y si es por eso que lo atacan, pues que mal, porque diciendo la verdad todos podremos comprender que pasa ¿no lo crees? - Le pregunté a Made en un susurro para que solo ella y Eileen me escucharan esta vez -

 

@ @@Ellie Moody @ @

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Encontraba ridículo el tener que poner dinero de su bolsillo para ayudar a levantar a una sociedad que se había sumido en la pobreza por cuenta y elección propia; porque eso fue lo que habían elegido hacía un año cuando pusieron a Black en un asiento que se encargó de, según sus opositores, destruir. Y ahora que el mundo parecía venirse abajo -¡qué exagerados eran en Londres, más se asemejaban a los muggles!- las varitas estaban señalando a una sola persona, a quien culpaban de todos sus males.

 

Candela estaba de acuerdo en que todo lo que había hecho había sido un desatino (bueno, no todo realmente, quizás ella hubiese hecho lo mismo), pero no es que le afectase lo que había pasado. Su vida había transcurrido un poco más ajetreada de lo normal, tuvo que adoptar nuevas políticas de seguridad en lo que respectaba a sus negocios y su hogar, su familia estaba puesta en la mira del gobierno italiano -maldita Lucrezia-... Y así, pensando estaba, hasta que lo escuchó entre todos los murmullos, las acusaciones y las aprobaciones a las palabras del funcionario de Gringotts. La pequeña criatura se enderezó una vez comenzó la puesta en escena por parte de Aaron y aleteó cuando se armó el jaleo entre las cámaras, los asistentes a la dichosa reunión y las reacciones que, incluso su presencia, provocaba.

 

Emprendió el vuelo, como sólo lo sabe hacer una criatura de su clase, y aterrizó en el punto más alto de la destruida Fuente de la Hermandad Mágica, a espaldas de ambos hombres que se encontraban entre flashes y plumas prestas a contar la historia al mundo. Quería usar la habilidad de Legilimancia en Aaron, pero apenas había logrado decir algunas palabras sueltas, aún no la dominaba. Así que... > fue lo único que alcanzó a decir en la mente del Yaxley. Le hubiese dicho alguna otra palabra pero, considerando que no podía darse el lujo de largarle todo un audio-testamento, se conformó con esa sola mención.

 

¡Y mira que ganas no faltaban para saltar a matar al maldito fenixiano! Pero, a veces, la Triviani reconocía el valor de guardarse una carta para después, o esperar al momento adecuado. Además, en medio de una multitud, cometer un asesinato, sería de lo más est****o. > Pensó. Pues la manía que habían adoptado magos y brujas por citar a los muggles le resultaba irritante.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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