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La 184


Syrius McGonagall
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Agradece que el momento sea interrumpido por Ellie. Recuerda a la bruja como la única mujer de quién se enamoró, pero aquello quedó atrás. Sabe que de alguna forma son amigos. Compartieron un año que los marcó a los dos, fueron -junto a Kaori- quienes lograron volver a unir a la Orden del Fénix. No fue fácil, lo recuerda como si los días estuvieran a la vuelta de la esquina. Recuerda las aventuras que tuvieron, recuerda cuanto costó hacerse con el secreto del encantamiento Filedio.

 

Pero lo que más recuerda son las aventuras por las que pasaron para recuperar el origen de la magia que los hace especiales, diferentes. Se alegra de verla porque le permite, pensar en su amistad y alejar sus dos cabezas del pelirrojo que no es pelirrojo. Es consiente de que esa distracción no durará mucho tiempo y que en unos minutos (con suerte al menos una hora) devolverá su atención a Nathan.

 

—Yo con gusto podría ayudar a limpiar, pero solamente conozco un método para hacerlo y no veo que nadie más lo esté usando

 

Se rasca la cabeza, pensativo. Espera que entiendan a que se refiere. Si bien Hobb sabe como mezclarse entre nomajs, hay algunas cosas que nunca tuvo que aprender a utilizar. ¿Quién utiliza una escoba cuando puede encantarla? ¿Quién lava un inodoro cuando puede usar magia? En fin, que realmente quiere ayudar pero espera que alguien sea más específico como sobre como hacerlo.

 

—No te había visto desde hace unos días Ellie ¿Cómo estás?

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Matt Ironwood.

 

 

La barbacoa estaba yendo de los mas bien, el día colaboraba para que la misma fuera más disfrutable, no hacía demasiado calor ni ninguna nube amenazaba con los clásicos chaparrones hawaiianos que duraban apenas unos minutos pero que eran muy capaces de arruinar una comida al aire libre. Matt se movía de grupo en grupo a lo largo de la larga mesa que instalaron en el patio trasero para que todos pudieran comer juntos, el mago realmente se sentía embargado por una inmensa felicidad al ver que aquello realmente estuviera sucediendo.

 

Magos y nomajs juntos, como iguales, compañeros con una única misión; “prestar un servicio a la sociedad”, así debería de ser la norma en todo el mundo. De todas formas el Ironwood era muy consciente que la 184 era una excepción, una isla en medio del mar agitado en el que se convirtió el planeta una vez cayó el Estatuto del Secreto, solo esperaba que las olas no la cubrieran antes de que pudiera extenderse un poco más.

 

Ellie, compañera de la Orden fue de las últimas en llegar a la estación, ver que otro miembro de la Orden del Fénix decidiera aventurarse en aquella campaña al otro lado del mundo le generaba al ojiazul una inmensa gratitud para con el bando. Al ser un miembro activo en el extranjero del bando muchas veces se sentía relativamente ajeno a las filas principales que trabajaban en el Reino Unido, pero ver tantos compañeros británicos apoyando el emprendimiento en su país volvía aquellas dudas en nimiedades sin sentido.

 

-Matt – el llamado por parte de Alex lo sacó de sus pensamientos. El castaño se giró hacia la parilla donde el policía le hacía señas con la mano y se levantó de su asiento.

 

-Ayúdame con estas costillas – el hombre señaló con las pinzas los cortes que chorreaban jugos sobre los carbones encendidos que había debajo. El aroma hacia agua a la boca a cualquiera. –Espero que haya más de un vegetariano en el grupo – comentó el mago mientras que con su varita hacia levitar las costillas y la colocaba en una gran tabla de madera para asado.

 

-Y yo esperó que tus amigos británicos hayan traído una buena pantalla solar, son cada vez más – Alex señaló a una nueva integrante que acaba de arribar, Matt no conocía a la mujer que se presentó como Maida Yaxley pero su acento revelaba que era inglesa.

 

-Mejor asegurémonos de que tengamos té en las despensas – bromeó el mago lo que arrancó una carcajada de su compañero, eran junto a Arzux y Mykhaila lo únicos locales, el resto provenía de otras partes del país o del extranjero, deberían pensar en una forma de hacerles una gran bienvenida a la hawaiiana.

 

-Iré a recibirla – con la tabla cargada de carne flotando tras de sí el mago se dirigió hacia la recién llegada, Tolleman el capitán no se encontraba en la mesa por lo que optó por darle la bienvenida él.

 

-Bienvenida a la 184 – saludó a la bruja mientras le estrechaba la mano –Soy Matt Ironwood, el Capitán Tolleman ya regresará para darte una propia bienvenida a la estación, pero por el momento eres libre de tomar un asiento y disfrutar de la barbacoa, esta deliciosa – le confió con una sonrisa.

 

 

@ @@Rory Despard @ @ @@Ellie Moody @

 

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Bel Evans Ollivander


Podía llamarse un mal hábito, pero me había quedado mirando la interacción entre Nathan y Hobbamock, y como este aunque intentase disimularlo estaba bastante más interesado en Weasley que en la conversación sobre las oscilaciones climáticas de Hawaii que una de las encargadas comentaba con preocupación, y que solo la nerd de Ellie parecía estar siguiendo genuinamente interesada , preguntando sobre la condiciones de los techos y si podrían resistir dichos embates del tiempo.


Cath se había tomado su tiempo para responderme, pero cuando lo hizo, volteé a verla sorprendida de lo que me estaba contando.


— Hey, es bueno que te nombraran, eres alguien fuerte ¿por qué dices que no estás calificada? Yo te vi bastante bien hasta ahora, y de cualquier modo ¿qué cosa podría ser amenazante en un espacio donde solo está buena gente? Estás hablando por los nervios mujer, ya verás como con un par de daikiris adquieres otra perspectiva.


Sabía que ella había vivido tiempos muy difíciles. Las noticias eran esporádicas, e increiblemente, lo último que había podido enterarme de Catherine había venido por parte de Montpellier que como Talamasquin y nativa de Nueva Orleans, había llegado a tratar bastante con ella. Tampoco quería desestimar lo que acababa de decir, o ningunearlo, así que intenté concentrarme solo en lo de las bebidas, para luego ver la manera de que me expusiese porqué estaba teniendo esos pensamientos.


Lo malo fue, que mientras regresaba alegremente a mi mesa, reparé en la presencia de Maida Yaxley, que conversaba con un animado Matt, el cual a todas luces desconocía en absoluto el trabajo que aquella mujer había tenido y su indudable cercanía con Aaron Black. De un momento a otro, ni el coqueteo de Hobbamocks, o las dudas de Catherine parecían tan importantes, como el hecho de comprender que hacía esa mujer allí, y si acaso su sola presencia no era un peligro mayor para los fine de esa misión.


No, no me fiaba ni un poco de ella, pero no podía simplemente ponerle una mala cara (¿o sí?). Exhalé un par de veces entonces, y tomando los daikiris volví a donde Moody se encontraba.


Oh Cath, creo que entiendo tu preocupación, acabo de ver a la prima del loco ex ministro aquí. Esa mujer no puede estar por buenas razones ¿era por eso que decías lo de no sentirte calificada? En parte entiendo, los Yaxley han acumulado poder en estos tiempos y no sabemos hasta donde pueden extenderse sus redes, pero verás que podemos hacer algo.



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—¿Quién?

 

Sus ojos se vuelven hacia la figura que la bruja señala. No muy alta, esbelta, curvilínea. No la reconoce pero es evidente que muchos allí sí, puesto que las reacciones son inmediatas. Bel no disimula ni siquiera un poco su desagrado. Catherine había oído rumores, de las declaraciones del ex-ministro y la forma vehemente con que había defendido sus políticas pero no lo había vivido explícitamente: había estado en Nueva Orleans por entonces y casi lo mismo hubiera dado que hubiera vivido bajo una piedra, como decía la expresión coloquial.

 

—No, lo decía porque...

 

Pero pierde el sentido de lo que está diciendo a mitad de frase. Quizá Bel tenga razón, existe la posibilidad de que tan solo no haya aprendido a manejar todavía la paranoia y el estrés de su vida actual, lo que antes considerara un nivel de estrés normal ahora le parece abrumador. Además, también está el asunto de que Richard siempre ha sido críptico y experto en colarse en lugares sin ninguna razón ¿por qué sentirse personalmente atacada? Sí, puede ser que se sienta tan afectada tan solo porque todavía no ha aprendido a lidiar con los altibajos de su vida normal luego de atravesar las peores crisis emocionales de su vida, con la depresión, la ansiedad y la nigromancia.

 

—Creo que voy a hacerte caso —añade.

 

No quiere tener que vincularse con el asunto de Yaxley ya que no se siente con la capacidad de lidiar con tensiones políticas justo ahora (sobre todo cuando se siente tan poco inclinada a discutir sobre ellas, casi como si no le atañesen), por lo que se acerca a una de las mesas para tomar un daikiri. Para algunos, podría lucir como si fuera demasiado temprano para eso pero ella se siente más que lista. No ha tomado mucho alcohol desde que se recuperara de su "problema" en donde prácticamente había perdido el juicio pero ¿qué puede salir mal?

 

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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El recibimiento fue pronto, lo que alivió a la bruja, los silencios incómodos no eran lo suyo aunque los tenía como constante en su vida. Sonrió de lado al hombre que se presentó como Matt y respiró aliviada de saber que no había equivocado con respecto al lugar y que el capitán pronto se les uniría. Lo que la erizó por completo fue la estrechada de Maida, como siempre, si ella podía, evitaba el contacto físico, pero retomó el control de su postura cuando él le comento de la barbacoa, aunque no supiera exactamente el significado se pudo hacer de una idea.

 

Gracias —dijo recuperando su mano—, algo fresco nunca puede venir mal, ¿no?

 

Porque claro, en esas reuniones fuera de casa siempre habían refrescos y distintos tipos de comida. ¿Hacía cuánto que la bruja no disfrutaba una cena propiamente? Su elfo prácticamente se la estaba viviendo embutiéndole pedazos de fruta en la boca de lo ajetreada que estaba, de lo asustada que estaba por los vientos de cambio en el mundo político. ¿Qué pasó con su idea inicial de huir de Bulgaria para vivir una vida de paz en Inglaterra? Caminó colocando la mano en su otro bolsillo libre y cuando tuvo lo suficientemente cerca a Bell Evans, le sonrió, después de todo, era una cara conocida.

 

Me alegro de verla, señora Evans —saludó y luego se dirigió a la bruja con la que hablaba—, me presento, Maida Yaxley.

 

Resopló un tanto nerviosa, pensando que a lo mejor se venían segundos de escaneo visual, por lo que centró en la mesa de bebidas y vio una de color amarillo muy fuerte que le llamó la atención. Cuando la asió entre sus dedos, la giró como si se tratara de un bourbon, se rio internamente, los recuerdos de sus familiares no se iban con facilidad y finalmente, bebió. Era si, las famosas bebidas gaseosas de los muggles, ella prefería los jugos naturales, pero estaba bien. Al final, si aquello resultaba como ella lo tenía pensado, quizá llegaría a Londres con un plan sólido para sacar a Aaron de su pensamientos supremacistas, ofreciéndole un nuevo camino. Poco sabía la bruja que Aaron ya había formado su propio partido, que no se escondía, ni sus pensamientos extremistas y que pronto, no importara lo que sucediera en aquel tranquilo día en el nuevo continente, una vez más, Maida, en contra de sus propias ideas, se formaría detrás de su primo. La sangre siempre era más pesada para ella.

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Bel Evans Ollivander

 

La perspectiva de una Catherine bebida no era la mejor, pero la prefería a una deprimida o ansiosa por situaciones que en realidad ni siquiera estaban claras. Así que sonreí mientras la veía tomar la bebida. Para mi infortunio, quizá la observación de Catherine había sido muy obvia, pero ahora Maida venía en dirección a las dos. Ya era bastante malo tenerla allí, pero tener que lidiar con su saludo...

 

Saludarla con una expresión alegre y jovial, tal cual ella me había mostrado, resultó un desafío, pero me sorprendió notar lo buena mentirosa que me había vuelto en esos meses de ausencia de Inglaterra.

 

— Me sorprende que me reconociera, teniendo en cuenta lo poco que he estado en Inglaterra los últimos dos años. Pero usted, señorita Yaxley ¡una sorpresa ver semejante celebridad aquí con nosotros!

 

Tras dudar un poco, había tomado la misma bebida que ella, y alcé mi copa a modo de brindis. No había ningún signo en aquella mujer que pudiese indicar malas intenciones, pero aun así no podía evitar todos aquellos sentimientos de alerta e inquietud por lo que podría suceder después. El momento de la comida no tardaría en terminar ¿y cómo es que vendrían a ser las cosas después?

 

— Entonces ¿a qué debemos su presencia en este modesto lugar? ¿Vino solo a disfrutar del clima paradisiaco de Hawaii o persigue otros intereses? No es un prejuicio, pero su apellido por causa de su primo es difícil de asimilarlo a causas como las que no tienen a la mayoría aquí.

 

Bebí un poco más del contenido de la capa, todavía sonriente. No pensaba atacar a Maida, porque ella no era Aaron, pero tampoco podía pasar completamente indemne habiendo formado parte de su círculo de confianza. Y de todos modos, no podía descartar que la bruja me sorprendiera con su declaración.

 

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Se había enterado de que un grupo de magos y brujas iban a reunirse para hacer del mundo un lugar mejor. Uno de los propósitos más importantes de su vida era precisamente ese, hacer todo lo que estuviese en sus manos para que todo fuese a mejor. Para que todos los humanos -muggles y mágicos- colaborasen conjuntamente por los mismos intereses en busca del progreso y del avance de la humanidad. Difícil sí, pero no imposible.

 

Volver a Estados Unidos siempre era emotivo, pero nunca había puesto sus pies en el Estado de Hawaii. Estar en un lugar tan paradisíaco podía ser una distracción que le hiciese olvidarse de los verdaderos motivos de su visita, pero su prioridad era siempre el deber antes que la diversión o el descanso. Desconocía el lugar, la mejor forma para llegar a su destino de forma rápida y eficaz era tomar una taxi. Se fiaba completamente de los muggles.

 

184.

 

Cuando vio el número tras bajarse del vehículo y caminar unos metros supo que había llegado a su destino, al lugar donde según sus informaciones se iba a hacer algo para el avance de la comunidad. Como amante de todo tipo de transportes entre los que se incluían los muggles, estar en una vieja estación de bomberos le resultaba agradable. En su despacho tenía un póster de uno de esos camiones rojos que ayudaban a apagar los incendios de las ciudades y de los pueblos.

 

Un ligero olor a comida le llegó directamente a sus fosas nasales. Cerró los ojos durante unas milésimas de segundo y sus tripas rugieron de manera breve, parecía que reclamaban una parte de esos alimentos que se habían cocinado. Avanzó para introducirse en el interior del lugar, por fortuna no había llegado lo suficientemente tarde como para poder prestar ayuda. Vio a un grupo de personas, algún rostro conocido. No se había equivocado. Era allí.

 

¿Queda comida para un estómago más? —preguntó con una breve sonrisa. —¿Hay sitio para dos manos más? —cuestionó para dejar claro que no iba allí a comer, sino a ayudar en todo lo que pudiese. No se lo había preguntando a nadie en particular, sino a todos en general. Cualquiera le podría responder pues a fin de cuentas no tenía ni idea de quién llevaba la voz cantante. Se colocó la chaqueta de su traje, ese día de color marrón a conjunto con los pantalones y los zapatos. Cuando se vestía como un muggle siempre lo hacía como si se tratase de un empresario de alto nivel.

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Matt Ironwood.

 

 

No había terminado de recibir a Maida cuando otra persona llegó, pero estaba vez se trataba de alguien conocido. David Rambaldi un compañero de la Orden con el cual recientemente compartió una ceremonia en homenaje a los compañeros de bando caídos en Reino Unido se acaba de presentar – Lugar en la mesa y manos extras es justo lo que tenemos y necesitamos – le sonrió al mago – Bienvenido David – el ojiazul estiró su mano para saludarlo.

 

-Siente libre de sentarte y servirte lo que quieras, el Capitán Tolleman… - estaba por decir que llegaría en cualquier momento pero Clark apareció en ese preciso instante saliendo de la estación – Allí viene – dijo el castaño mientras le hizo un gesto al hombre para que viniera a reunirse con ellos.

 

El estridente sonido de las alarmas hizo que se corazón se exaltara, podía sentir como la sangre era bombeada con más intensidad por su cuerpo transportando ese tan conocida sensación que solo la adrenalina podía causarle. Por unas fracciones de segundo se olvidó del resto y solo le centró en el sonido, se giró hacia donde el mismo era más intenso.

 

No era solamente una sino varias alarmas que sonaban al mismo tiempo y provenían del campus de la Universidad de Hawaii que tenían al frente. Trató de distinguir algo desde la distancia, observó los distintos edificios que se desperdigaban por el terreno o las pocas personas que se movían por el mismo pero nada lucía anormal, hasta que lo notó. Una fina columna de humo blanca se alzaba en la distancia y parecía provenir de una serie de ventanas del margen derecho de la primera planta de un largo edificio de seis pisos.

 

-Primera planta, sector derecho y recién comienza – Tolleman había llegado hasta ellos y observaba con total atención lo que sucedía – Arzux – llamó al mago que trabaja en la Oficina de Accidentes – Quiero que vayas a ver qué pasa – el aludido asintió mientras se levantaba de la mesa abandonando la costilla a medio comer y tras girar sobre sus pies se teletransportó.

 

-El resto, los que se sientan listos para actuar quiero que se cambien y estén preparados para lo que sea – ordenó el capitán con firmeza mirando a su reciente equipo.

-Pero aún no estamos autorizados para actuar – replicó alguien de forma preocupada que Matt no logró distinguir.

 

-Es cierto, pero somos los únicos con formación de respuesta frente a estas situaciones en toda la zona, yo mismo responderé ante los gobernadores si es necesario, ahora los quiero listos – zanjó el asunto el bombero con más experiencia del grupo antes de volver a centrar su atención en el campus.

 

El ambiente que hasta el momento coronaba aquel almuerzo al aire libre cambió por completo, varios se levantaron con rapidez de sus sillas y se dispusieron a marchar hacia los cambiadores donde sus uniformes aguardaban, otros dejaron lo que estaban haciendo y se incorporaban inseguros de que hacer a continuación.

 

El Ironwood estaba por seguir a los primeros cuando el capitán llamo su atención – Matt, no tenemos vehículos aún, quiero que reúnas la herramientas, necesitaremos que los magos organicen una desaparición conjunta y nos lleven a quienes no podemos hacerlo – dijo Tolleman.

 

-Entendido – respondió el mago mientras asentía, estaba por marchar a cumplir con la orden cuando Arzux volvió aparecer junto a ellos.

 

-Es un incendio en la Departamento de Bioquímica, se acaba de iniciar, están evacuando y han llamado a emergencias – el mago se esforzaba por comentar todo de forma rápida mientras lidiaba con una agitada respiración – Capitán, hay sustancias muy inflamables y explosivas guardadas allí, tenemos que actuar rápido-

 

Al parecer el proyecto de las 184 iba a ser puesto a prueba más temprano que tarde, tendrían que demostrar las habilidades que los reunieron.

 

 

@@Rory Despard @ @ @

 

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Si tan sólo usted supiera la cantidad de información que tuve que memorizar de las antiguas planillas ministeriales cuando Aaron asumió el cargo —contestó con una sonrisa un tanto cansada.

 

Era verdad que cuando se lo proponía ella podía ser un verdadero ratoncito de biblioteca, memorizar nombres, tratar de indaga cuáles círculos amicales eran más o menos riesgosos para los intereses y movimientos políticos de su primo. Pero de pronto, mucha de esa gente se esfumó de Inglaterra y dejaron de ser personas de interés, el file de cuero negro de Maida cambiaba de hojas cada tanto, gajes del oficio. Hasta que ella misma tuvo que salir del país para demostrarle a su primo que no siempre iba a estar presente cada que se le cruzaba por la cabeza, colocarse en el cadalso.

 

Pero, contestando a su pregunta, me llegó la invitación para algo que no logro de entender, supongo que el tan mencionado capitán Tolleman me lo explicara o nos lo explicara, cuando llegue —dijo encogiendo los hombros—, todo lo que evite un derramamiento inútil de sangre, tiene mi apoyo. Hawái tiene un clima maravilloso, sin embargo prefiero el frío.

 

Bebió de un sorbo lo que restaba de su bebida y asintió a lo último.

 

Efectivamente, Aaron y yo somos hijos de dos hermanos, Black Yaxley's ambos y en la medida de lo posible, quisiera mantenerlo vivo —sonrió—, eso no quiere decir de ninguna manera que yo apruebe sus formas o pensamientos, habría sido la bruja más feliz de mantener el Estatuto del Secreto. En fin, si el estar aquí evita mi confrontación con él y como ya dije, el derramamiento innecesario de sangre, haré todo lo que me digan. Aunque advierto que si hay enfrentamientos de varita, soy más útil con armas muggles.

 

Iba a darle la bienvenida ella también al recién llegado cuando el anfitrión de ese encuentro hizo su aparición, Maida esperaba que el vaso se le rellenara automáticamente como en alguna fiestas mágicas. De pronto, un chirrido la obligó a taparse las orejas, apenas y escuchaba lo que decían. Vio como todas las personas reaccionaban de distintas maneras, incluidos algunos magos, pero lo que decían no estaba para ponerse de pánicos, al menos hasta la parte de desaparecer conjuntamente con algunos. Maida detestaba esa manera de transportarse, pero bueno, si habían entre ellos al menos tres magos, seguramente controlarían en fuego con algunos aguamenti en cuestión de minutos. O eso esperaba.

 

Creo que será más efectivo que alguno realice un traslador para los que no tengan como llegar mientras los que podamos aparecernos llegamos a la escena a ayudar lo antes posible —sugirió encogiendo los hombros y preguntándose dónde realmente se había metido—, ¿o no sé? Jamás estuve en un incendio.

 

Y de pronto, de tener veintipico de años, Maida sonaba como una niña de diez. Como sea, estaba dispuesta a seguir indicaciones, era lo que mejor le salía.

 

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Off: Perdón la perdida

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