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La 184


Syrius McGonagall
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¿Que si estaba nervioso? Claro que si, era un cambio muy importante, algo completamente nuevo algo que lo desafiara a salir de la zona de confort, pero era un reto que estaba dispuesto a tomar. Un nuevo comienzo en un nuevo mundo.

 

Lo aliviaba saber al menos que habría personas conocidas, personas en las que confiaba y que guiarán el pequeño experimento, pues al fin y al cabo no era más que eso, un piloto, una prueba. Aún recordaba claramente cuando les comunicaron del mismo, Erick Jacksonpoint reunió a todo el personal una mañana en la Oficina Regional del FBI y les informó de aquel plan que tanto el Gobernador Gallieri como el Gobernador Ige aprobaron.

 

El impacto de la noticia fue grande y no era para menos, las respuestas no se hicieron esperar en una catarata muy diversa de opiniones, amenazas, predicciones de inminente fracaso, preocupación por la cordura de los gobernadores y miedo de que compañeros pudieran salir lastimados pero también hubo otra cara, aquella que se afiliaba más con la forma de pensar del castaño, de que todo el asunto era una oportunidad, una chance para demostrar al mundo que se puede en el momento que más se necesitaba. Y por ese motivo decidió aceptarla, someterse a todo el secretismo que la misma requería, no era algo sencillo y por seguridad de los miembros y el plan mismo solo los participantes, el cuerpo del FBI mágico, ambos gobernadores y ambos presidentes estaban al tanto de todo.

 

Aparcó su Camaro negro en el recientemente pintado estacionamiento exclusivo para los miembros del nuevo escuadrón y descendió bajo el sol de la mañana que coronaba un cielo sin una sola nube. A su derecha se alzaban imponentes a la distancia los bordes serrados y completamente cubiertos por el bosque tropical de la cadena montañosa de Ko'Olau y a su izquierda descendiendo por la ladera en la que se encontraban se extendía la bella ciudad de Honolulu y más allá el brillante Océano Pacífico.

 

 

Para el piloto decidieron utilizar una vieja estación de bomberos que había quedado abandonada hacía más de una década, la misma se encontraba en una tranquila zona residencial a unas cuadras del campus principal de la Universidad de Hawai'i, parecía ser un buen lugar, el día prometía y la ansiedad comenzaba a ganarle a Matt mientras dejaba el estacionamiento hacia la estación.

 

En el camino no se encontró con nadie pero había notado otros vehículos en el estacionamiento que le señalaban que no era el primero en llegar, seguramente sus compañeros ya se encontraban dentro esperando a que todo iniciara ¿Estarían tan ansiosos? El mago creía que si, era algo nuevo y desafiante para todos los que decidieron aventurarse en aquella empresa.

 

El ojiazul se detuvo frente al gran edificio central, en algunas zonas de la fachada la vieja capa de cal blanca se encontraba descascarillada y en otras completamente ausente mostrando la pared de ladrillo naranja que había detrás. Algunas hierbas crecían por entre las pequeñas fracturas que el tiempo y los agentes cavaron en la gran extensión de pavimento que era el patio, incluso la gran entrada principal mostraba señales de descuido, había mucho que hacer de eso no cabía la menor duda.

 

Pero lo único que resaltaba frente a tal abandono se encontraba justo encima de la entrada en reciente pintura roja se podía leer el número 184.

 

Matt sonrió e ingresó al edificio.

 

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Bel Evans Ollivander

 

Una apuesta de lo más arriesgada, descabellada incluso era una palabra que había escuchado en boca de más de uno, porque pocos eran los que guardaban esperanzas de que el trabajo conjunto mágico muggle que se proponía trajera resultados y no conflictos ¿y quién podía culparlos? Las experiencias de fracaso no daban chance a la esperanza, pero yo, fiel amante de las causas en que pocos creían, había aceptado de buena gana el reto.

 

¿No sería por eso que la propuesta de Matt me había resultado el doble de atrayente? Ni siquiera lo sabía yo misma. La única verdad era que con el tóxico ambiente desatado por las elecciones, con componendas políticas y tejes y manejes en la carrera por la elección de primer ministro, lo que menos me apetecía era permanecer en Londres.

 

Había como no, temores de lo que podía ocurrir en mi ausencia en la agitada capital inglesa, pero pronto las vistas paradisiacas de Hawai hicieron su trabajo de hacerme olvidar del asunto. Era la primera vez que pisaba las tierras de Matt y era gracioso como en cada paso parecía encontrar un rastro de la esencia del mago. Probablemente iba ser algo a comentarle en cuanto lo viera.

 

Ya en el local y tras saludar a unas pocas personas con las que hasta entonces la comunicación había sido puramente epistolar, es que lo vi por fin y sin ocultar mi emoción, me acerqué a saludarlo con un abrazo.

 

- Al parecer tenemos mucho trabajo por delante ¿verdad?- le dije a modo de saludo, mientras echaba una mirada al edificio que nos habían dado para la labor- yo creo que me viene bien para despejar la mente de todo lo que está pasando en el viejo mundo, entonces ¿por dónde puedo empezar?

 

Sonriente, me coloqué las manos en la cintura. El día era ya bastante caluroso hasta ese momento e incluso con las ropas holgadas que llevaba, el sofoco era inevitable. Solo esperaba que eso no me jugara una mala pasada después.

 

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Matt Ironwood.

 

 

 

 

 

El saludo de un abrazo amigo lo tomó por sorpresa, pero ver aquel cabello rojo y escuchar la afable voz de Bel Evan le ayudó a descontracturar un poco la tensión del cuerpo.

 

-Bienvenida a Hawaii - le sonrió mientras le devolvía el saludo - Un poco de sol y playa es la mejor medicina para el caos de Londres, eso y estar prácticamente al otro lado del mundo - bromeó agradecido de verla en el aquel lugar, el Reino Unido estaba en la cuerda floja, uno no podía predecir qué sucedería a continuación lo que agregaba más valor al gesto de haber abandonado su hogar, sus negocios y seres queridos aunque sea por un tiempo para brindar su apoyo a la empresa.

 

-Si al parecer hay bastante trabajo por hacer - dentro el edificio de dos plantas mostraba la misma señal de deterioro y abandono que el exterior, aún no lo recorrieron por completo pero la estación principal donde deberían estar los camiones (que no estaban) lucía deteriorada con las paredes despintadas y en algunos sectores con pequeñas fracturas.

 

-Creo que alguien vendrá a tomar la palabra, me imagino nos darán un tour y alguna ronda de presentaciones - opinó el castaño echando una rápida ojeada al resto de los presentes, debería ser al menos una docena y todos parecían estar esperando algo, era innegable el ambiente de cierta incomodidad que se respiraba en aquel silencio solo interrumpido por la conversación que mantenía el par de magos.

 

El sonido de una puerta al abrirse resonó en la amplia habitación y el mago se volvió hacia el fondo de la misma donde la figura de dos hombres que conocía muy bien precedían a la de un tercero que no pudo reconocer.

 

Los tres individuos se detuvieron frente al grupo expectante y fue el Gobernador Gallieri el primero en tomar palabra -Bienvenidos todos a las Estación 184, el nuevo servicio de atención de emergencias integrado tanto por miembros de la comunidad mágica como la no mágica, primero que nada queremos felicitarles por aceptar este desafío,estamos orgullosos de ustedes y no dudamos en confiar en que este escuadrón tendrá éxito y será un ejemplo para el país y el mundo - el gobernador mágico del estado agradeció una vez y le cedió la palabra a su homólogo nomajs.

 

Ige se adelantó unos pasos, se aclaró la garganta y básicamente repitió el mismo mensaje de agradecimiento y fe en aquel experimento antes de cederle el turno al tercer sujeto, era un hombre ya en sus cuarenta, alto y de cabello castaño casi rubio que llevaba corto, tenía puesto el uniforme del cuerpo de bomberos de la isla y se adelantó al recibir la invitación del Gobernador.

 

-Buenos días equipo, soy Clark Tolleman, trabajé por 27 años en el cuerpo de bomberos en Chicago y he sido invitado por ambos gobernadores a ocupar el puesto de capitán de la 184, lo que es un honor y un desafío que estoy dispuesto a tomar, por eso antes de iniciar con el recorrido de la estación que me imagino todos esperaran quisiera conocer al resto del equipo, no tienen porque explayarse mucho solo sus nombres, su experiencia y sus expectativas en esta nueva etapa - el hombre que ahora pasaría a ser su capitán dio unos pasos atrás esperando las presentaciones.

 

La primera en tomar la palabra fue una chica muy atractiva de cabello rubio y ojos azules, que se presentó como Mykhaila Izenko, recientemente formada como bombero en el escuadrón 91 y con un especial interés por los primeros auxilios.

 

La siguió Alex Olu un hombre en sus treinta que trabajaba en la Policía de Honolulu, el siguiente en pasar fue Arzux Vell un mago miembro de la sección de

Catástrofes de la Gobernación quien antes de dar un paso atrás le cedió el turno a Bel, Matt aguardó en silencio mientras observaba la presentación de la bruja.

 

 

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Catherine Moody

 

La bruja no había tenido idea acerca del proyecto si no hasta que su implementación estuvo casi concluida. Tampoco había esperado encontrar allí rostros conocidos: toda su comunicación había sido estrictamente por correo, con Clark Tolleman y había confiado en poder pasar desapercibida en medio de tanto personal norteamericano. Así que cuando se presentó en el lugar, trastabilló y estuvo de darse de bruces al ver a Matt Ironwood y Bel Evans allí.

 

No era como si fueran personas indeseables, tan solo que, cuanto menos con Matt, su primer encuentro en la Evans McGonagall había sido un tanto... es decir, Catherine había estado en un estado mental y físico totalmente distinto. Al menos con Bel, sabía que la bruja la había visto desde hacía mucho antes y podía formar una opinión más diversa...

 

De todos modos, no era como si muchos magos británicos la tuvieran en estima o consideración pero era ligeramente distinto en USA.

 

Se había acostumbrado al clima de Louisiana, Nueva Orleáns era casi su segunda casa y encontraba fascinante cada pequeño detalle que iba desentrañando, a veces sola y a veces en compañía de algunos vampiros. No todos la encontraban agradable o siquiera pasable pero los que lo hacían mantenían siempre el espacio que ella ocupaba protegido de peligros. Era más una señal de amistad que verdadera consideración o respeto pero Catherine lo tomaba con agradecimiento. En particular, Armand, había visto por ella cuando nadie más lo había hecho, cuando su vida no había sido más que sombras.

 

Mientras tanto, sus ánimos habían mejorado un poco e incluso su estado físico había dejado atrás esa etapa declinante, si bien un buen observador, de ojo clínico, habría detectado enseguida los rastros de magia negra, nigromancia y pociones adversas en su cuerpo, entre otros agravantes de preocupación. A pesar de eso, su figura había recuperado un poco de su redondez y salud. La túnica nueva no le colgaba tan suelta de los hombros y la capa, cuya capucha ovalada hacia ver su rostro más bonito y redondeado, hacía patente el cuidado que había puesto en ella. En realidad, iba toda de negro, desde las botas hasta la capa y la cinta con que amarraba su única trenza pero eso, más que señal de preocupación, era parte de su estilo.

 

Ancló su varita al cinturón e, intentando no pensar en sus familiares cercanos, dirigió la vista hacia Clark, que comenzaba su discurso. Ella había ido allí debido a recomendaciones vagas de los superiores de Clark, que no se habían atrevido a decirle al viejo funcionario el papel que la bruja desempeñaría: la fuerza de choque y protección, frente posibles ataques de magia oscura y oposiciones violentas con portales u otros elementos conectados a elementos que iban poco más allá de la magia convencional.

 

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Bel Evans Ollivander


Con la llegada de más personas a la estancia, las palabras de bienvenida del Gobernador Gallieri y la propuesta de Tolleman de una ronda de presentaciones, todo iba encaminado a que de verdad podía funcionar ese espacio, bajo el idealismo común de que lo mejor del conocimiento mágico y muggle sirviera a ambos mundos. Mientras iba escuchando a cada uno, y las funciones que desempeñaban, la expectativa se estaba convirtiendo en satisfacción de saber que estaba en el lugar correcto.


En Inglaterra, aun con todo lo cosmopolita que podía ser, era prácticamente imposible sacar la etiqueta de tu lugar, y tu ascendencia. Lo refrescante de presentaciones como la que acababa de hacer Arzux, era que nadie hacía referencia a apellidos, sino únicamente a la labor que los definía como personas y su servicio para con los demás.


Era mi turno, y con cierto nerviosismo di un paso adelante.


Mi nombre es Bel Evans Ollivander. Soy especialista en pociones y trabajé también un tiempo como sanadora. Pero estoy aquí para apoyar en lo que haga falta y aprender de todos ustedes.


No dije mucho más, y en cambio distinguí en el grupo, por vez primera, a Catherine. Encontrármela allí, al otro lado del mundo, sí que era una novedad, pero no hice mayor comentario y esperé por su presentación y la de Matt. No tenía idea de la función que la bruja desempeñaría, en realidad de ninguno. Suponía que al cabo de las presentaciones armaríamos equipos de trabajo y comenzaríamos la titánica labor de en principio, adecuar ese lugar para que pudiese atenderse en él.


Las medidas de seguridad también eran un punto importante, porque aun cuando estábamos lejos del epicentro del caos, no estábamos exentos de tener problemas. Fanáticos había en todas partes, y por eso teníamos que estar especialmente atentos y cuidadosos de todo el que se involucrase en el proyecto.


Es tu turno— musité hacia Matt, quien era el penúltimo, que cerraría con la participación de Catherine— aunque a ti creo que te conoce todo el mundo ya.


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#ElManyado @@Syrius McGonagall @ xDDD

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Matt Ironwood.

 

 

 

 

Su presentación fue escueta y concisa como la consigna lo exigía, lo que realmente le interesaba al castaño en aquel momento era la presentación de la última persona, Catherine Moody. Era todo una sorpresa verla en aquel lugar, ni en su más loca posibilidad barajó la carta de la bruja, no podía negar que lucía más entera y centrada que en su último encuentro pero aún así le costaba verla trabajando en aquel grupo, ojalá estuviera equivocado.

 

Una vez las presentaciones finalizaron y despidieran las autoridades, realizaron un pequeño tour por el edificio de dos plantas que confirmó el temor que se le cruzó por la cabeza al mago al toparse con la descuidada fachada, que el interior estuviera peor.

 

El gimnasio daba pena, los aparatos y mancuernas que no fueron robados lucían una cobertura cobriza de óxido que resaltaba entre el polvo y las telarañas pero más desazón y hasta un poco de preocupación daban los baños, el mago no estaba seguro de si sería sano ducharse en aquel estado. La cocina y la enfermería lucían un poco mejor pero ambas presentaban claras evidencias de que no recibían atención desde hacía décadas.

 

-Tendremos tiempo de sobra para conocernos mejor mientras limpiamos - bromeó el capitán Tolleman.

 

-Hay mugre acumulada aquí desde los 90s, menos mal que tenemos magos de la limpieza en el equipo - el hombre que trabajaba como policía se giró hacia sus compañeros sonriendo.

 

-Y una buena cantidad de baldes, agua lavandina y 24 manos trabajadoras - acotó rápidamente Matt escuchando las risas.

 

El Ironwood se encontraba limpiando los baños junto con las otras Evans, el baño estaba tan deteriorado que el grupo decidió que lo mejor sería hacerlo con magia. Sus hechizos de limpieza no eran los mejores, demasiada dependencia de los elfos cuando viajaba al castillo Evans y en su pequeño apartamento en Honolulu lo más normal es que limpiara sin ella.

 

-Tendríamos que contratar unos elfos para que nos capaciten- bromeó Matt mientras hacía levitar una especie de… no se que , no estaba seguro de que era esa maraña de pelo, tela y humedad que chorreaba agua sucia del sumidero de una de las duchas -Dios, ¿como se pudo formar esto? - exclamó mientras conducía al desparpajo chorreante a una enorme cubeta de plástico gastada.

 

La bola de pelos dio un golpe pesado al llegar al fondo -¿Han tratado con nomajs antes? - preguntó observando a sus acompañantes, eran los únicos en el baño pero aún así bajó la voz. Estaba casi seguro de que su respuesta sería afirmativa, sino no se hubieran unido a esta causa, aunque todo podía ser. El por su lado pasó toda su vida rodeado por nomajs, nació y se crió en un barrio clase media en la ciudad de Hilo, parte de su familia era nomajs, asistió a una escuela no mágica hasta los once años, su padre pese a ser un mago trabaja de bombero en Hilo, de niño le encantaba visitarlo en la estación y ahora como agente del FBI se vio en muchas ocasiones en constante contacto con la población no mágica.

 

Mientras hablaban se sintió un grito que llegaba desde fuera, el mago detuvo la limpieza de la ducha atento, se volvió a repetir, más voces se oyeron, gritos de "hay algo en la cocina", sonido de vasos y platos arrojados y unos gruñidos no humanos llegaron hasta ellos. El castaño observó a las brujas confundido y no se lo pensó dos veces, se levantó varita en mano y salió hacia la cocina.

 

 

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Bel Evans Ollivander

 

No podía decirse que estuviera feliz por que me tocase la limpieza de los baños, pero la verdad era que todos los espacios de ese enorme recinto estaban deteriorados. Junto a Matt y Catherine, el trabajo comenzó. Mientras él sacaba extrañas cosas de los sumideros de las duchas, yo me afané en limpiar los lavaderos donde se apreciaban restos de lo que alguna vez podía haber sido comida.

 

— Entonces, esta marca en verdad es una bendición— comenté en voz alta mientras vertía una porción generosa de soluciones de limpieza All Clean en el lavadero— es curioso porque llegué a ella por recomendación de un grupo de trabajadores de mantenimiento mágico del Ministerio de Magia, injustamente despedidos hace unos años por hacer una huelga. Fue un incidente penoso ese caso, pero luego, vino un fructífero tiempo de colaboración mutua y pudimos sacar esta línea de productos de limpieza.

 

Era dificultoso coger con las manos enguantadas el paño, pero me las arreglé para poder arrancar aquella capa de mugre que prácticamente era un revestimiento más. Matt también hacía lo suyo, empleando su varita, y me moví unos centímetros para evitar que aquella bola de cosas sacada por él y que levitaba hace un balde, pudiese toparme.

 

Que preguntara sobre mi experiencia con nó magicos me hizo sonreír.

 

Mis padres adoptivos son muggles, y crecí como una niña muggle hasta la llegada de mi carta a Hogwarts, aunque porsupuesto algunos sucesos ya me hacían intuir que no era del todo normal. — como había hecho crecer de un día para otro un arbusto en el jardín trasero era prueba de ello— Y miraba mucha televisión. De hecho, me quedó el gusto por las minisieries de la BBC y por eso parte del Castillo Evans McGonagall tiene conexiones eléctricas — agregué pensando en sí P-ko todavía mantendría ordenada mi colección personal de películas de Colin Firth en la biblioteca.

 

Un primer grito, al que se sumaron varios más, provenientes de la cocina hizo que todos detuviéramos nuestras actividades. Matt salió rápidamente disparado, pero yo tardé unos minutos más en ponerme en marcha, asegurándome de enjuagar al menos un par de lavaderos. De todos modos, siendo tantos allí ¿cómo no podrían hacer frente a lo que fuese que hubiese aparecido?

 

No estaba segura si Catherine me seguiría, pero a los minutos, cuando por fin alcancé la cocina, no sabía si enternecerme o espantarme ante la docena de crups que habían hecho del lugar su morada, y que movían alegres sus colas bífidas a los magos, mientras enseñaban los dientes y gruñían a los muggles. Uno, con actitud precavida, se acercó a olfatearme y en sus ojos parecía reflejarse la duda sobre si considerarme bruja o muggle.

 

Al final optó por gruñirme y tuve que colocarme tras de Matt para que no saltase a morderme.

 

— Sería lo más sencillo que todos los no mágicos nos fuéramos de aquí. O estos pequeñine terminarán de destrozar el poco mobiliario decente para darnos un buen mordiscón.

 

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Su presentación fue escueta. Su nombre, su procedencia, que venía a colaborar con el resto y esperaba hacerlo bien. No dio mayores detalles antes de plegarse con el resto del grupo de nuevo. Le tocó ir a limpiar los baños con el par de conocidos que habría preferido evitar pero se recompuso enseguida. Era una chiquillada sentirse avergonzada por algo que de todas formas no habría podido evitar. Además, era improbable que, en semejante contexto, eso permaneciera en la cabeza de los demás.

 

Catherine entró a los baños con porte resignado y expresión neutra. No le gustaba tener que limpiar en un lugar con el que apenas se estaba familiarizando y su actitud al respecto no era de servicio. Gracias a Richard, sabía quizá demasiado de pociones de limpieza pero no había sido la clase de apoyo que había tenido en mente. Soltó un suspiro antes de arremangarse y empezar a sacar viales de su bolso. Los tiraba, hacía una floritura para quitar los restos y la suciedad que se llevaban consigo; era casi mecánico y funcionaba perfecto para que sus botas apenas rozaran el agua que se vertía de los inodoros y no tuviera que ensuciar las plantas de cuero. Pronto, empezaba a notarse la diferencia en el brillo y la pulcritud que iba logrando. Lo único que le preocupaba era no tener pociones suficientes. Justamente cuando buscaba un cubo para mezclarlas con agua fue que escuchó los gritos.

 

Su primera reacción fue quedarse paralizada, de lo que se arrepintió enseguida. Se suponía que era parte de las fuerzas que combatirían en momentos de crisis, no podía dudar ni un segundo; su primera reacción instintiva tendría que haber sido como la de Ironwood: correr directo hacia la fuente. Así lo hizo.

 

Lo que encontró hizo que renegara de haberlo hecho pero también la llenó de alivio. No se trataba más que de una jauría de crups. Un par de ellos se le acercaron enseguida. Catherine los observó con ojos vacíos: no le gustaban los animales que no eran de su propiedad y, por regla extensa, sentía un temor a dañarlos, que no aceptaba ni siquiera para sí misma y confundía con desagrado. Dio un par de pasos hacia un costado y sugirió hacia Ironwood con su típica voz ronca y grave:

 

—Sería mejor moverlos al exterior y cercarlos. No tenemos forma de cuidarlos o controlarlos aquí.

 

Sus palabras sonaron frías pero no le importó. Sabía que dejarlos al exterior no sonaba como el mejor plan pero dejarlos adentro solo haría que destruyeran más cosas y se pusieran más y más intranquilos. Aún si les gustaba su magia, estaban demasiado desacostumbrados a los humanos.

 

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Matt Ironwood.

 

Al llegar a la cocina y ver a los causantes de todo aquel alboroto no pudo contener la carcajada, un grupo de siete crups se debatía entre mover la cola a los magos y enseñar los dientes a los nomajs. –Son crups – le explicó a sus compañeros nomajs mientras se arrodillaba junto a uno y le acarició la cabeza lo que tuvo como respuesta una lamida del pequeño animal en la mejilla.

 

-¿Por qué nos gruñen a nosotros y a ustedes no? – preguntó el capitán Tolleman mientras trataba de guardar una distancia segura con el crup mas próximo que no dejaba de enseñarle los colmillos.

 

-Es una raza de perro creada por magos, es totalmente fiel a los hechiceros pero desconfía totalmente en los no mágicos – explicó Matt mientras se volvía erguir del suelo al escuchar la sugerencia de Catherine –Creo que lo mejor si, saquémoslos de la cocina y busquemos un lugar donde dejarlos hasta que le podamos encontrar hogar – el castaño se giró hacia Theseus un mago que al igual que Matt formaba parte del FBI pero hasta su transferencia a la 184 trabajaba en la Oficina Regional en San Francisco -¿Me das una mano para llevar a estos pequeños, tiernos y prejuiciosos demonios abajo? –

 

-Claro – contestó el pelirrojo mientras alzaba a los dos crups mas próximos que pronto comenzaron a lamerle el rostro –Parecen ser hermanos, una camada – comentó el mago mirando a Matt.

 

-Deben tener casi un año a juzgar por su tamaño – observó el Ironwood mientras luchaba por sostener a dos de ellos en sus brazos. Al final dejaron a los siete crups en la primera planta, Alex encontró una pequeña cerca en uno de los depósitos y armaron un espacio improvisado para los animales con agua comida y unas mantas.

 

-¿Saben que sería interesante? – comentó a Bel y a Catherine al regresar de darle de beber a los crups – Lograr que alguno de ellos se encariñe con los nomajs, lo podríamos tener como mascota de la estación y sería un gran símbolo en esta unión mágica – no mágica, ¿Qué opinan? –

 

-Que es una gran idea Ironwood – una voz hizo que el ojiazul levantara la vista hacia la escalera que conducía a la segunda planta, descendiendo por la misma cargando con unas cubetas llenas con productos de limpieza se acercaba Myhkaila sonriendo, era la chica que recientemente se formó como paramédico para trabajar con el cuerpo de bomberos de Honolulu –Me encantan los animales, estoy dispuesta a darte una mano con los crups -

 

 

@ @@Rory Despard

 

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Hobbamock no es de las personas que llegan tarde. Aquel día, sin embargo, todo está en su contra. Para comenzar en la mañana cuando despertó Benjamin se veía muy mal así que tuvo que buscar a un sanador entre sus contactos locales. Entre la búsqueda, el diagnóstico y posteriormente la preparación de varias pociones pasaron varias horas. Luego, mientras camina en dirección del punto de encuentro le pareció que alguien seguía sus pasos. Le costó pocos minutos averiguar que, efectivamente, alguien le estaba siguiendo.

 

Escapar de los espías fue sencillo, se escondió entre la multitud en varias ocasiones y utilizó la metamorfomagia para hacer que todos se quedaran atrás: uno a uno los perdió. El problema fue enviar un mensaje a Benjamin y a Connor para que escaparan de la habitación de hotel de inmediato y sin dejar ninguna pista. Hobb mantuvo entretenido a varios de los espías hasta que Ben y Con confirmaron que estaban a salvo en una casa de seguridad de la Orden del Fénix.

 

Ahora que Hobb no es líder de la Orden tiene más libertad y pasa mucho más tiempo en suelo estadounidense. Wilhelm lo restableció como un activo del FBI y miembro del cuerpo diplomático. Mientras Wil sea presidente del MACUSA él tiene inmunidad diplomática.

 

Ahora que el secreto de la magia no existe puede llevar la placa del FBI a la vista sin tener que fingir que pertenece a la división nomaj de la organización. Cuando llega a la estación no sabe que hacer ¿Debe simplemente entrar? ¿Debe mostrarse como mago? Envía un patronus a quienes sabe están ya en la estación.

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