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Infiltración en Genetics Corporation, Ltd.


Valky
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Nathan escucha las palabras de Goderic. Al igual que lo hizo la noche anterior, cuando repasaba el plan una y otra vez, analiza cuidadosamente cada uno de los pasos a seguir. El hecho de que sea otra persona haciendo una recolección del proceso le da la esperanza de poder encontrar algo: como si eso le permitiese de alguna manera calmar la ansiedad que crece a pasos agigantados dentro de él. Está tan ensimismado en sus pensamientos que nota la mirada de Hobbamock, quien no es Hobbamock, persistir por unos segundos de más sobre su figura. Goderic finalmente llega a la última parte del plan, y Nathan se persigna a librar la suerte de los cinco allí reunidos a lo que fuese que el destino quisiera que ocurra. No mucho tiempo después, el auto se detiene en su posición final frente a los laboratorios de Genetics LTD.

 

A pesar de las múltiples formas en las que su plan podría salir mal, debía admitir que a los ojos de cualquier otra persona ellos de verdad lucían su parte: entre pociones multijugos, metamorfomagia y vestimenta de etiqueta muggle, nadie posaría sus ojos encima de ellos más que para admirar lo bien que lucían. En efecto, una vez dentro de las inmediaciones del laboratorio, nadie les presta más de unos pocos segundos de atención a excepción del control de seguridad para el que, también, estaban listos: encantamientos de extensión indetectable por doquier, junto con una acertada distracción por parte de Hobbamock quien se quita y vuelve a colocarse su prótesis antes y después de la cabina detectora de metales.

 

En buena suerte que las varitas sean de madera y no metal. >> piensa, intentando distraerse con cuanto pensamiento le pase por la cabeza mientras se mantiene concentrado en sus alrededores. Observa a Hobbamock terminar de colocarse su prótesis alrededor del muñón en su brazo: el dolor patente en su rostro y casi tangible para el Weasley. Se mantiene callado, pero procura recordar hablar con él una vez que todo esto acabe.

 

Acto seguido se sumergen en el laberinto de pasillos y escalinatas que es el laboratorio. En un principio, Nathan trata de recordar todos y cada uno de los pasos que toman: izquierda, derecha, dos pisos hasta arriba, pasillo largo a la izquierda y tercera puerta a la derecha, pasillo, escalinata, puerta, izquierda, derecha, derecha. Por suerte, piensa, tienen los objetos que utilizarán como trasladores para salir de allí una vez que las cosas se compliquen, y está seguro que se complicarán. Tras unos cinco minutos más de caminata, en los cuales el Weasley se pregunta cómo demonios hace Rachel para ubicarse dentro de este infierno de oficinas y pasillos, llegan a destino.

 

El laboratorio que Rachel les quiere enseñar, el cual está tan ansiosa por mostrarles que parece que ella misma ha estado trabajando en los experimentos allí dentro, está ubicado en el último piso y al final de una larga escalera que, parece ser, es la única forma de acceder a él. Al final de un largo pasillo, y a través de un ventanal, Nathan la ve. Es ella: amedrentada por el paso del tiempo y el maltrato sufrido a lo largo del tiempo, pero ahí esta Valkyria. La imagen le genera náuseas: ¿con qué criterio los muggles los acusaban a ellos de ser inhumanos y peligrosos si ellos mismos hacían cosas como estas? Siente la ira comenzar a hervir dentro de su cuerpo, pero Hobba se le adelanta y toma, literalmente, manos en el asunto.

 

– Showtime. – deja salir, sin más, y mientras el resto de sus compañeros busca una forma de liberar a Valkyria de su prisión, Nathan busca comprarles un poco más de tiempo.

 

Corre hasta el final del pasillo y se pone de pie la parte más alta de las escaleras que llevan al laboratorio. Desde allí, puede escuchar puertas abrirse y cerrarse y lo que parecen un par de personas corriendo: ¿acaso ya los habían descubierto? Nathan rebusca en su bolsillo interno por su varita, la cual encuentra en el fondo de uno de sus bolsillos. Tiene que meter casi todo su antebrazo para encontrarla al fondo del mismo, que está ampliado mágicamente, y donde también lleva el pequeño objeto que Madeleine preparó para su escape. Justo en el momento en que logra asirla con su mano, la puerta al pie de las escaleras se abre y una muchedumbre de oficiales uniformados comienza a subir los escalones a toda velocidad.

 

¡Están aquí! ¡Tiene una varita! – suelta uno de ellos, cuando sus ojos caen sobre el Weasley, quien lo mira desafiante. Nathan se apresura y extrae su varita del bolsillo a toda velocidad, más no puede evitar que su traslador salga volando del bolsillo y caiga por los peldaños de la escalera, fuera de su alcance.

 

Bueno, Kaori... tengo otra aventura más para nosotros dos. >>

 

Glisseo – exclama Nathan, apuntando a los peldaños de las escaleras que se transforman en un tobogán. No tenía intenciones de herir ningún muggle, a menos que no le dejasen opción.

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El prendedor mágico, al cual Slithering se refirió como traslador, reluce sutilmente sobre la tela oscura de su traje. Está familiarizada con uno de los objetos mágicos desarrollado por su prima, para el cual Madeleine le proporcionó uno de sus conocimientos de la Magia de la Oscuridad: el poder destructivo, que permite romper encantamientos y es especialmente efectivo contra los defensivos. Así es como funciona el prendedor: arruina los encantamientos defensivos que pueden estar presentes, para lograr una aparición exitosa. Como Ellie se lo explicó, por más fantástico que pueda parecer, hay una auténtica explicación para lo que hace y cómo lo hace. La persona que la revisa minuciosamente no le presta atención a aquel accesorio; probablemente piense que se trate de un prendedor corporativo, ya que todos en el grupo tienen uno idéntico. Madeleine detesta aquel procedimiento, pero sabe que debe mantenerse tranquila para que las cosas sigan fluyendo tan bien como lo han estado haciendo. No sólo están infiltrados en Genetics Corporation, sino que tienen un tour reservado para las personas más importantes y poderosas de la sociedad.

 

Mientras siguen a Rachel, las palabras de Slithering resuenan en su mente. «No podremos rescatar a nadie más». Durante todos los días previos se repitió a sí misma que sólo podrían rescatar a Valkyria Karkarov; como bien lo dijo su compañero, no tenían la logística para intentar un rescate a mayor escala. Genetics Corporation es un lugar prácticamente blindado a las infiltraciones y, si lograron aquella hazaña, fue sólo gracias a las conexiones muggles de Frank en lugar de a la cantidad de poder mágico que entre todos acumulaban. Por una ocasión, por el siguiente par de horas, debe tener un corazón de piedra. Sin duda verá algo terrible, algo que la indigne y le haga hervir la sangre... Pero no sería ni la primera ni la última vez.

 

«Los rescataremos a todos, sólo que todavía no».

 

Pero aquel pensamiento parece una fantasía infantil. ¿Y si el tiempo se les agota, como le sucedió a Violeta ¿Y si...?

 

Los experimentos de Genetics Corporation, aquellos que no pueden compartir abiertamente, están en el subsuelo del edificio. Las paredes son blancas, las luces fluorescentes lo iluminan todo sin piedad y el aire es totalmente frío. Aquel lugar quiere aparentar ser una especie de clínica, pero en la estancia donde están siendo conducidos hay "cubículos" —en verdad celdas— donde están recluidas personas en situación deplorable. Algunos están tan drogados por potentes cócteles de medicamentos que ni siquiera parecen saber dónde están, mientras otros actúan como animales enloquecidos; al pasar frente a las celdas, Rachel mantiene una expresión totalmente tranquila. Totalmente cínica. Madeleine quiere gritar, quiere dejar salir a la bestia, pero no puede arruinar la misión. No pueden haber más pérdidas por su culpa.

 

Madeleine se siente totalmente ajena a lo que ocurre a su alrededor, hasta que percibe una alteración en el ambiente. Su capacidad de manipular la energía de su entorno le permite sentir la crispación. Es por eso que parpadea, como si de aquella forma regresara a su cuerpo, y levanta la vista hacia el frente.

 

La Valkyria Karkarov que está frente a ellos no es la que Madeleine conoció en las misiones de la Orden del Fénix. No es la mujer de porte elegante, esencia vampírica y carácter aparentemente egoísta, con la que era mejor no tener problemas. Ella... Eso... Es como si los terrores del pasado, estando frente a una mujer y una niña obligadas a existir como inferis, volvieran a invadirla. El terror, el asco, la respulsión, la lástima, la impotencia; todos esos sentimientos quieren apoderarse de ella y hacerla sentir como una pobre buena para nada, incapaz de actuar.

 

—Abre la celda que la contiene y ni se te ocurra hacer algo est****o o morirás antes de que alguna señal de alarma sea siquiera escuchada.

 

La voz de Graves la trae de vuelta a la realidad. Recuerda que aquellas dos estaban perdidas, no había ninguna posibilidad de salvarlas. Se dice que intentar un rescate sólo aseguraría su desgracia, mientras que esperar a tener más posibilidades dejaba un lugar para la esperanza.

 

—¿Ésta no era una misión de sigilo? —pregunta Madeleine con sarcasmo, mientras en sus manos se materializa un vaho helado. No quiere atacar a Valkyria, pero debe neutralizarla de ser necesario; se mantiene alerta, pero pronto se da cuenta de que quizás es mejor dejar que Graves se ocupe. Parece ser que hay algún lazo entre ellos, aunque no lo comprende. Además, con aquel suceso de eventos el reloj comienza a correr en su contra y todavía hay otra parte muy importante de la misión: conseguir la muestra de la sustancia inhibidora de magia para Ellie. Es un fastidio que Hobb haya noqueado a Rachel pues podría haberla hecho mostrarle donde guardan el compuesto y no hay tiempo para adivinar dónde estará, aunque no significa que no haya una manera de encontrarlo.

 

Madeleine se aleja un poco del grupo y cierra los ojos, recordando uno de los rituales de invocación demoníaca. El vaho helado que sale de sus manos adquiere un tono rojo y, cuando pasa las manos por el suelo, la figura de un pentagrama inscrito en una circunferencia de runas se dibuja temporalmente en el suelo. Se concentra, sintiendo el poder fluir en su interior, y entonces susurra el nombre: Seere.

 

El demonio, que se hace llamar a sí mismo príncipe infernal, se separa de su sombra y aparece frente a ella con una postura sumisa, sabiendo que está al servicio de su invocadora.

 

—Seere, consigue algunas muestras del Compuesto Inhibidor de Magia y entrégamelas —le habla con firmeza.

 

El demonio comienza a buscar en la habitación y Madeleine vuelve la mirada hacia sus compañeros, sorprendida de encontrar a Graves en su forma animaga —sólo sabe que es él, por la prótesis metálica—. Frente a él, Valkyria está inconsciente. Parece ser que todo está en orden, hasta que...

 

—¡Están aquí! ¡Tiene una varita!

 

«Y ahí se fue nuestro sigilo».

 

Y como si no fuera poco, Nathan se lanza hacia ellos por las escaleras. ¿Es que no sabe que probablemente tengan armas que disparen dardos anti-magia? ¿Es que no sabe que pueden meterle un tiro entre sien y sien sin pensarlo dos veces? Les guste o no, tendrán que dejar a los oficiales de seguridad fuera de combate, pero además deben asegurar el escape.

 

—¡Tomen a Karkarov! —exclama Madeleine, mientras que Seere se materializa a su lado, entregándole un par de tubos de ensayo con muestras del medicamento anti-magia. El demonio se esfuma, pero Madeleine se asegura de guardar aquel preciado tesoro en los bolsillos de su traje— ¡Weasley, prepárate para el escape!

Editado por Ellie Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Su estrategia es efectiva, más sabe que no detendrá a los oficiales de seguridad por completo. Algunos de ellos intentan correr por el tobogán cuesta arriba, aunque la mayoría son ya sea demasiado pesados o demasiado altos como para que la gravedad no haga tracción hacia el pie de las escaleras. Otros aprovechan el barandal, e intentan escalar por él para llegar hasta el Weasley y, más importantemente, al laboratorio – ellos tienen más éxito que los otros. Un tercer grupo de oficiales mantiene la retaguardia, aunque más y más siguen llegando, pero apuntan con sus armas al Weasley: listos para disparar. No le preocupa verdaderamente morir: Valkyria lo vale. Pero sí le preocupan los dardos antimagia: uno de esos sobre su cuerpo y su varita dejaría de responderle; la vida, como él la conocía, habría terminado. Sencillamente prefería morir.

 

Más no se rendiría tan fácilmente.

 

Su varita se mueve con velocidad, y Nathan apoya la punta de ésta sobre el barandal de metal por el cual alguno de los oficiales se acercan peligrosamente hasta él. Piensa en una Maldición Flagrante, que aumenta exponencialmente la temperatura del metal a lo largo de toda su extensión. Comprueba que varios de los oficiales abandonan sus intentos al experimentar quemaduras de primer grado, más algunos de ellos materializan guantes de sus bolsillos y logran escalar aún así. Y entonces, los disparos comienzan.

 

Detritus – exclama, y una barrera transparente se manifiesta frente a él justo a tiempo, deteniendo dardos y balas por igual a medio camino. Nathan mira por detrás de su hombro – ¡Eh, ustedes!, ¿ya están listos? Que nos queda mucho tiempo.

Por lo poco que puede ver, han recuperado a Valkyria. Rachel yace inconsciente o muerta en el suelo, no está seguro de cuanto daño infligió Hobbamock. Goderic, Madeleine y Kaori contemplan la escena perplejos. No puede culparlos, Nathan había visto en tal mal estado a Valkyria que había preferido mil veces ir a combatir con los guardias que ver a su compañera en ese estado un segundo más: no tenía el estómago, no en aquellos momentos.

 

Volvió la mirada a los oficiales de seguridad, quienes seguían disparando inútilmente contra su barrera. Sabía que ésta desaparecería prontamente, aunque no era precisamente eso lo que le preocupaba: varios de ellos ya habían escalado la mayor parte de la escalera, y estaban a poco más de un metro del Weasley. Meditó rápidamente sus opciones: no tenía sentido quedarse allí, y por lo poco que veía Valkyria ya estaba lista para partir: era hora de escapar.

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Laura Nielsen

Directora de Investigaciones Genéticas de Genetics Corporation, Ltd.

 

 

 

En su despacho de Genetics Corporation, Laura sopesaba a Sebastian con la mirada. ¿Qué le pasaba? Desde hacía unos meses, ya no era el mismo. A menudo le esquivaba la mirada y se le notaba extrañamente taciturno y apagado. Era como si hubiera perdido la chispa, como si los escasos momentos que últimamente compartían no fueran otra cosa para él que un molesto compromiso. Hubo un tiempo en que pensó que sus encuentros estaban cargados de química, casi llegó a creer que la amistad que los unía pronto se convertiría en algo más. Ahora, a Laura le hubiera gustado poder seguir creyéndose ese cuento, pero sabía que se estaba engañando a sí misma. Su mente lógica y racional, ya no se hacía ilusiones. Y, sin embargo, cada vez que su móvil le avisaba de un mensaje de Sebastian, su corazón se desbocaba sin que lo pudiera controlar. Y si quedaban para verse, no podía evitar seguir dedicando las antiguas dos horas en el acicalamiento personal. Aunque últimamente Sebastian apenas reparara en ello.

 

Observaba al joven repasar unos informes que le acaba de pasar. Llevaba media hora enfrascado en ellos, sin levantar siquiera una vez la cabeza. En otro tiempo, los zapatos de aguja y el ajustado traje sastre que llevaba puesto, de un rojo que resaltaba su largo cabello moreno y sus ojos castaños, habría bastado para que Sebastian no pudiera concentrarse en aquellos papeles. Ahora, en cambio, resultaba completamente invisible para el atractivo Sebastian.

 

—Pensaba que te gustaba un poco —las palabras salieron de su boca sin pensarlas, pero una vez dichas, se dio cuenta que le daba igual. Sus esperanzas con Sebastian se habían desvanecido hacía ya días.

 

—¿Qué? —Sebastian se había quedado tan sacado de su sitio, que Laura no pudo por menos de sonreír. Al menos, había conseguido traspasar la dura coraza que lo tenía apático y distante durante las últimas semana.

 

—Nada —volvió a sonreir y cruzó las piernas en el sillón orejero, bebiendo un sorbo del vaso de agua junto a la mesa. —Sigue leyendo.

 

—Eres una mujer muy atractiva, Laura. Indudablemente que gustas a cualquiera. —Sebastian dejó ahí el tema y escapó de una conversación comprometida, enfrascándose de nuevo en los papeles.

 

—También son atractivas mis clones. ¿No crees? Seguro que tienen más tiempo de divertirse que yo. —Se quejó Laura con un mohín de disgusto en los labios.

 

—¿Tus clones? ¿Te refieres a esas malas actrices contratadas por tu padre? No te llegan ni a la suela de los zapatos.

 

Por primera vez en todo el rato, Sebastian se fijó en sus tacones de aguja y a Laura le pareció que se detenía un rato más de la cuenta en mirar sus tobillos. No estaba mal.

 

—Ellas pueden moverse con libertad, mientras que yo me pudro entre guardias de seguridad, encerrada en una jaula.

 

—Tampoco es para tanto. Corres peligro. Te has convertido en alguien muy importante y es lógico que tu padre y el gobierno quieran protegerte. Esas malas actrices te permiten, al fin y al cabo, disfrutar de un cierto grado de libertad. Puedes trabajar y vivir tu vida, mientras ellas dicen ser tu y corren de un lado a otro del planeta, engañando a aquellos que pudieran buscarte.

 

—¿Has visto a alguna? ¿Es cierto que se parecen a mi? —Laura se puso de pie y aprovechó para exhibir su esbelta figura con descaro a los ojos de Sebastian. Pero este bajó la vista. —¡Ehhh! Lo digo en serio, ¿se parecen a mi?

 

—No, realmente.... Bueno sí.... Quiero decir, que para aquellos que no te conocen bien, el disfraz es bastante convincente y han sido elegidas con cierto parecido físico, pero para alguien que de verdad te conoczca.... no, no se parecen a ti.

 

Por un momento, sus miradas se cruzaron y la piel de Laura se erizó. Le pareció que volvía aquella química que tanto había disfrutado. Quiso saborear aquel momento, alargarlo todo lo que pudiera, sabiendo que sería efímero. Pero el destino le dio muy pocos segundos de felicidad, antes de que una alarma empezara a sonar con un pitido estridente.

 

Apenas reaccionaron. Se miraron el uno al otro fugazmente y Laura vio en los ojos de Sebastian un brillo de determinación. Lo conocía lo suficiente para saber que acababa de tomar una decisión, pero por algún motivo, aquello la hizo temblar de frío y de pavor.

 

—Sebastian, ¿qué pasa?

 

—Laura, no hagas preguntas. Corres mucho peligro. Si esta alarma es lo que temo, tengo que sacarte de aquí.

 

—Los guardias vigilan la puerta.

 

—No serán suficientes.

 

—¿Qué quieres decir?

 

—Laura, yo....

 

Se oían ruidos afuera. La alarma seguía sonando insistente, pero Laura sólo vio los brazos de Sebastian que la agarraban con fuerza. Sintió calor y confort, casi se sentía en un hogar hecho a su medida. Notó que Sebastian utilizaba la otra mano, que la giraba levemente en el aire, mientras ella seguía abrazada y amoldada al pecho de Sebastian. Oyó un sonido metálico, casi como si alguien estuviera cortando una puerta de metal. Cuando se desprendió del abrazo, había una extraña abertura frente a ellos. Al otro lado, podía ver el hogar de Sebastian, que Laura sabía que estaba a muchas millas de distancia de donde se encontraban ahora.

 

—Laura, yo...soy un mago.

 

Laura no perdió tiempo en mirar a Sebastian. Cruzó el portal que se había abierto y sólo cuando estuvo cerrado, se permitió replicar.

 

—Ya lo sabía.

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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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Tomó el prendedor que Madeleine les entregaba a cada uno de ellos y se lo puso en la solapa del blazer que llevaba puesta. Confiaba en que todos sabían el plan, sin embargo, el hacer que Goderic lo repitiera ayudaba a que todos se mentalicen en que, por más que quisieran, solo podrían rescatar a Valkyria y si la suerte estaba de su lado, conseguir un poco del compuesto que la corporación había desarrollado.

 

Entrar en las instalaciones fue sencillo y es que Frank había cumplido con su parte del trato a cabalidad, nadie hizo demasiadas preguntas, el único momento incomodo fue cuando Hobb se quitó la prótesis en delante de todos los presentes, ella desvió la mirada pues se sentía culpable de no haber podido ayudar al mago a que conservara el brazo. De ahí en más se mantuvieron en silencio cumpliendo su papel.

 

El lugar le parecía un laberinto, era una suerte que Rachel supiera exactamente por donde guiarlos, eso y que Frank le recalcara que deseaba ver los últimos avances que habían conseguido. Al igual que en los recuerdos que Karkarov les enviara con la elfina, había cubículos en donde había personas conectadas a máquinas, otras en donde los ponían a prueba y es que el instinto de supervivencia era poderoso, nada mejor que eso para hacer que la magia intentara fluir, intentara proteger.

 

Por tan solo un momento se permitió pensar en que quizá Valkyria estaba muerta, había pasado demasiado tiempo en ese lugar y quien sabe la cantidad de cosas que le habrían hecho. «Ella es fuerte» se recordó, justo en el momento en que Hobb actuaba de manera impulsiva y tomaba como rehén a su guía, por un momento no entendió que es lo que estaba sucediendo, más cuando se percató del porque de sus acciones, no pudo culparlo por su reacción tan abrupta. Karkarov tenía un aspecto lamentable, no era ni la sombra de lo que ellos alguna vez conocieron.

 

—Lo siento señor Cooper, pero usted es nuestro seguro para salir de aquí — Dijo mientras usaba el poder corporal y conseguía ralentizar el flujo de la sangre del mago quien pronto empezó a perder la conciencia. Mientras ella se ocupaba de él, pues no podían enterarse que era él quien los ayudó a entrar a las instalaciones, sus compañeros tiraban por la borda todo el sigilo que hasta el momento habían tenido.

 

—Nathan no… espera —Sintió una especie de dejá vu pues no era la primera vez que trataba de impedir que hiciera alguna locura, como convertirse en una figura política y ponerse un blanco en la espalda al convertirse en la principal oposición al actual ministro de Magia o en este caso, lanzarse sin pensar demasiado a enfrentar a un montón de guardias provisto de armas que podían matarlo o quitarle la magia.

 

—¿Por qué siempre terminamos así? — preguntó, aunque no esperaba respuesta alguna, cada uno se había puesto en marcha. Hobb, ahora convertido en tigre, había conseguido calmar a Valkyria, que yacía inconsciente. Madeleine por otra parte estaba completando la otra parte del plan, conseguir el compuesto.

 

Tras mover la varita hizo levitar el cuerpo de Franck y de Rachel, pues siguiendo el plan, tenían que llevárselos para luego dejarlos en algún lugar muy muy lejos de ahí. Pareciera que tenían todo listo para poder salir, Valkyria estaba viva, aunque muy débil y un demonio le acababa de entregar el compuesto y si no podían llevarse a nadie más con ellos al menos se aseguraría de que no siguieran torturándolos con los experimentos, pero al parecer no tendrían tiempo para nada más, los guardias estaban demasiado cerca y eran muchos.

 

—Vamos Hobb… regresa a tu forma y salgamos de aquí—Apuró al enorme tigre que parecía encantado de ver que su prótesis funcionaba bien —Toma a Valky rápido... que Nathan no los podrá detener por más tiempo. —Dijo mirando hacía el mago y entonces otra puerta, al final del pasillo se abrió, —Demonios...— murmuró al verse rodeados.

 

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Es hasta sorprendente lo rápido que se desvirtúan las cosas. La magia que mantiene su detritus convocado termina de desaparecer, y los oficiales que escalan por la agarradera de metal están a menos de un metro de él. Es, efectivamente, hora de escapar. Nathan desiste de colocar cualquier otra defensa que pueda comprarle algunos segundos más cuando escucha una serie de voces y pasos tras una puerta a su derecha: aparentemente, las escaleras no eran el único punto de acceso a los laboratorios, y por ende sus problemas se acababan de agrandar exponencialmente.

 

¡HEY! ¡VÁMONOS! ¡YA! grita a sus compañeros, mientras echa a correr a lo largo del pasillo. Tiene que llegar hasta uno de ellos si quiere desaparecer, dado que ya no tiene su prendedor. – ¡Cyclone Maximus! – exclama, y de su varita sale expedida un enorme ciclón que, apenas toma su forma completa, se echa a la carga de los oficiales que ya han llegado al pie de las escaleras. Si tiene suerte se llevarán cualquier disparo, sea plomo o dardo, dirigido a él o a sus compañeros – ¡Reducto! – grita, a continuación, cambiando su objetivo a la puerta por la que están a punto de aparecer más oficiales.

 

Un disparo que erra su cuerpo por tan solo centímetros le altera la puntería, pero ni siquiera se anima a mirar por encima de su hombro a ver que ha pasado con su ciclón. Su hechizo termina impactando contra una serie de tuberías que corren por el techo. Los efectos son catastróficos, y la totalidad de la tubería que recorre el pasillo de fin a fin se desprende. Nathan, sin embargo, espera que el lugar comience a inundarse de agua más las cañerías parecen transportar un gas verdoso que rápidamente envuelven al Weasley en una nube tan densa que le nubla la visión.

 

Los efectos son instantáneos, y a pesar de que está a menos de diez metros de sus compañeros, sabe que es demasiado tarde. Ya no puede correr. De repente, un cansancio tan profundo como nunca lo había experimentado lo envuelve, y todo lo que lo había aquejado hasta entonces lo posee y se apropia de él: su persecución política, las semanas como prófugo, la crisis bancaria en la que Gringotts irremediablemente se encontraba, su madre como mortífaga – siempre presente para darle una patada, cuando más débil se encontraba – y, sobre todo, el cómo les había fallado a sus compañeros. El peso de que todos ellos le hubiesen dado su soporte incondicional a lo largo del proceso electoral, sólo para obtener esos resultados. No podía cambiar nada de ello, pero si podía determinar lo que estaba a punto de ocurrir.

 

¡VÁYANSE, YA! – les grita a sus compañeros, con los últimos retazos de energía que tiene.

 

Ha caído al suelo en el medio del pasillo y desde allí mira a sus compañeros, prácticamente a punto de desaparecer, y a los oficiales de seguridad quienes de alguna manera lograron sobrepasar al ciclón, alzar sus armas contra ellos. Nathan alza su varita al techo que se encuentra directamente por encima de él. Si no puede unírseles, al menos puede darles los segundos que necesitan para escapar ilesos.

 

Bombarda Máxima – la explosión es instantánea. El techo cae sobre él.

 

Le falta el aire. El pecho se le cierra. Y sólo resta oscuridad.

 

@@Goderic Slithering @@Ellie Moody @ @

Editado por Nathan A. Weasley

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Goderic no sabe qué hacer cuando observa la transformación de su compañero a su forma animal. ¿Qué parte de su plan no había quedado claro en que sería una misión de infiltrarse, tomar a Valkyria e irse no habían entendido? En ninguna parte había incluido la animagia, también esperaba no tener que utilizar hechizos tan llamativos. Sin embargo, no tiene otra opción que unirse a sus compañeros y protegerse contra los guardias que se unían a la fiesta.

Agradece a Kaori el que tomase a Frank como rehén, debían mantener las apariencias. Seguía siendo muy arriesgado que el mago siguiera manteniéndose como muggle, no había duda de eso pero confiaba en el Cooper sería capaz de sobrellevar la situación. Dentro del caos, Goderic nota la situación de Nathan con un leve contacto visual sabe lo que sucede... ha perdido su prendedor. «Deeeeos, falta más entrenamiento en la Orden» piensa por un segundo a la vez que mueve su varita a la vez que susurra.

Locomotor prendedor

El objeto que había colocado en el suelo comenzó a moverse rápidamente rumbo a al mago. Goderic había sido bastante precavido con la misión, llevaba elementos de sobra, varitas y prendedores extras, además de un sinnúmero de pociones útiles. El movimiento del prendedor no era demasiado veloz pero esperaba que fuera suficiente para llegar a él. No obstante, el rostro del mago se vuelve rígido al observar el actuar del Weasley... con el techo cayendo solo podía rezar porque el prendedor ya hubiera llegado ante el mago. Utilizando la velocidad y capacidad de reacción de Phantom, esperó lo máximo posible antes de irse y solo cuando los restos del techo ya estaban inevitablemente sobre ellos actuó.

¡Cacahuate!

Al minuto de decir aquella palabra los prendedores emitieron una sutil luz, haciendo desaparecer a cualquier persona que siguiera allí con el prendedor. Esa era una de las características que exigió a Ellie, necesitaba que al decir cierta palabra clave se activara la función de traslador. Incluso perdiendo la magia, todos saldrían de allí o al menos ese era el plan inicial... no esperaba que algunas personas perdieran su prendedor.

Siente como si un gancho lo tomara por algún lugar detrás del ombligo y desaparece del lugar rumbo al destino fijado en el traslador: una casa abandonada en un pueblo de poco renombre y sin relación con la Orden del Fénix. Observó a su alrededor buscando a Nathan y esperando que ningún muggle se haya colado en el proceso de desaparición.

Días después


Dentro de una oficina algo desordenada un equipo de investigadores observaban con gran interés todo lo grabado durante el día del escape. Goderic no se equivocaba al creer que las instalaciones se encontraban completamente bajo vigilancia, no solo como resguardo contra los magos sino para evitar cualquier violación de seguridad, el espionaje corporativo y tecnológico era algo que debían lidiar día a día.

Al ver la transformación de un humano a un animal, los científicos genetistas reunidos se encontraban maravillados. Observando desde distintos ángulos e incluyendo distintas vistas como, por ejemplo, en infrarrojo. Susurraban cosas que para el común de los mortales no encontraría sentido. El ambiente estaba lleno de expectación y sorpresa.

Miren la masa cómo se mueve ¿cómo es posible? ¿acaso se comprime y descomprime a voluntad?

¡Es increíble! ¿Saben las tantas implicaciones que puede tener este descubrimiento? ¿No podríamos utilizar este comportamiento de las partículas para eliminar tumores?

¡No solo el campo de la medicina! Toda la tecnología podría dar un paso gigantesco... pero esto es más de lo que podemos entender.... necesitamos con urgencia a otros científicos.

¡Estoy de acuerdo! Necesitamos llamar a físicos cuánticos. Es imposible que la masa se comporte así, las partículas en dicho estado deberían ser muy inestables como para permitir regresar a su apariencia original ¿su cerebro se mantiene de igual forma? ¿Cambiaría al convertirse en otro animal como un insecto? ¡Necesitamos ayuda de neurocientíficos!

Debemos informar a los superiores... la magia definitivamente es más que solo un gen ¿de donde sale toda esa energía? La fuerza para hacer esos cambios moleculares debería ser enorme, imposible para un humano... ¿la energía viene del ambiente? ¿cómo la convierten? Sin duda debemos aumentar nuestros estudios.

Una científica se preguntó internamente cuál era el precio que estaban dispuestos a pagar por el avance de la ciencia. Sin embargo, se olvidó rápidamente.

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Ya no faltaba mas, hoy era el día, ahora era el momento. Hacia varias horas había abandonado la habitación y a la compañía femenina. Sabia el territorio que pisaba con ella, pues a pesar del cuidado algo se filtro en los pensamientos que estudie. Entendía, a fin de cuentas era usado para olvidar y yo en cambio la usaba para información. Todo un tramite. Pero eso ya era pasado, ahora bajo una apariencia totalmente muggle entraba a la empresa con todo el apoyo indispensable de mi team. Suponía que algo debería tener para detectar indicios de magia, a fin de cuenta se estaba en guerra contra una comunidad que hacia uso de ella. Pero para mas tranquilidad me equivoque.

 

Pronto pase el chequeo, donde mi identificación fue introducida por el hacker que me acompañaba en los servidores de empleados de la empresa días antes. Así pues problema resuelto. Si, llevaba la varita, pero lo suficientemente camuflada y lejos de mi para que no llamase la atención. A fin de cuentas quien prestaría atención a pobre conserje. Por ahora sin moros en la costa....ahora solo quedaba el siguiente punto. Era tan cliché que a veces me preguntaba el porque no se preparaban mejor para este tipo de comunicaciones. Solo quedaba hacer la señal ante la cámara que ya habíamos clonado, si un simple movimiento imperceptible y que se conocía de ante mano y todo se desmadraría.

 

Aun así faltaba ponerme en posición, y caminando con mi carrito de la limpieza poco a poco tomaba posesión de mi reino cuando la alarma sonó. Supe guardarme mi asombro porque el caos a continuación fua bastante grande, un flujo personas corriendo de prisa hacia las puertas de entrada, otros guardias de seguridad entrando a al parecer las zonas donde se generaba al acción, con armas muy interesantes cabe decir. Sin alterarme demasiado me salí del rango de la cámara hacia una esquina.

 

-Que esta pasando??- pregunte a mi interlocutor del otro lado del enlace inalámbrico privado. -No hemos sido nosotros, al parecer alguien mas tiene negocios aquí. -y he ahí la respuesta que recibí. Sonrei. -Bien tendremos que apurarnos. Activa el protocolo-

 

Y no hacia falta decir mas. Un toque en un teclado de computadoras muggle, con un sistema poderoso delante podría lograr muchas cosas. Y ahora llegaban los fuegos artificiales, explosiones controladas, falta de fluido eléctrico, comprometer el sistema de climatizacion. Y no solo en el edificio...sino mas allá...si..caos total. Y asi llegue al cuarto donde guardaban la infomacion. Mi conocimiento como muggle me hizo entender que se guardaba ahi, pero ni idea de donde poner esa cajita que tenia en la mano...no encontraba el orificio. Algo que me minaba la moral..yo siempre encontraba el hueco adecuado.

 

Pero no habia tiempo, asi que del otro lado de la situacion me ayudaron. No lo reconoceria despues, eso seguro. Asi para mi sorpresa en pocos instantes la cajita de alguna forma habia copiado la informacion que requeria y propagado un virus (ahora me preguntaba si necesitaria un nasobuco). Segun el informatico, el mismo seguiria las trazas de la informacion que habian generados los archivos copiados al copiarse en otros sistemas de respaldo. Una vez hecho esto sali, entre toda la multitud y bajo una apariencia diferente. Al parecer mi mision aqui habia acabado.

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Grimmauld Place #12

Islington, Londres

 

Una ráfaga de decepción —y de angustia— aparece en su rostro cuando son sus propios ojos azules los que le devuelven la mirada en la superficie del espejo. Es el día de la infiltración a Genetics Corporation, un movimiento que ha llevado muchísima planificación y preparación previa, y todavía no hay información acerca del equipo que decidió tomar aquella misión. Tenían muchas posibilidades de éxito, sí, si se ceñían al plan... Pero, a medida que pasa el tiempo, a Ellie se le hace más difícil imaginar un escenario donde los miembros de la Orden del Fénix sigue un plan al pie de la letra. Ha trabajado lo suficiente junto a Kaori y Hobb para saber que, muchas veces, prefieren seguir su corazón o sus instintos. Y Madeleine, ella es todo un caso aparte. «Tuve que haber sabido que algo así pasaría —se dice, mientras sopla cuidadosamente su taza humeante de café negro—. Un plan con más espacio para la improvisación, es eso lo que necesitaban. Esto, para ellos, es casi una misión suicida...».

 

Pero, de repente, la puerta se abre. Goderic, Kaori, Hobb y Madeleine entran al Cuartel General, todavía vestidos de gala pero ya con sus apariencias originales. Hobb carga a una Valkyria inconsciente, de apariencia demacrada, mientras que entre Kaori y Madeleine transportan a Nathan, también inconsciente y con heridas que no debería tener.

 

—No siguieron el plan —dice Ellie, frunciendo el ceño. No es una pregunta, pues no hay ninguna duda: los resultados frente a ella son bastante claros—. Son demasiado afortunados —murmura, como si fuera un insulto.

 

—Ahora no —suelta Madeleine, que se las arregla junto a Kaori para dejar al fornido mago en un sillón despejado. Tiene muchos golpes y raspones, como si lo hubieran arrastrado por el pavimento o como si lo hubieran abatido a piedrazos. Madeleine también luce un poco maltratada, lo cual le hace pensar que quizás estaba cerca del lugar del desastre o quizás intentó socorrer a Nathan, pero la verdad es que ahora saber exactamente qué pasó no es lo importante—. Necesitamos ayuda para ambos. Karkarov está un poco... bueno, un poco loca. Y ya has visto a Weasley.

 

Ellie se vuelve para buscar un kit de pociones en su recámara, aunque todavía hay algo que necesita saber. Sí, por supuesto que salvar a Valkyria Karkarov era lo más importante, pero...

 

—¿Qué hay de...? —comienza a decir, desde el pie de las escaleras.

 

Por unos momentos hay silencio, hasta que Madeleine emite un suspiro.

 

—Conseguimos una muestra del Compuesto Anti Magia —dice, con cierto tono de decepción en su voz—. También hay algo de información, quizás algo acerca de la fórmula.

 

Por supuesto que salvar a Valkyria Karkarov era lo más importante, pero tener la muestra lo es también.

 

«Pronto, tendremos un antídoto».

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Convertirse en animago es una decisión complicada. Es algo que decidió en apenas un par de segundos, quizá menos.. Conoce todos los riesgos que están presentes en hacerlo. Por un lado ¿Y si de alguna forma el acero sagrado se sale de control? ¿Y si Valkyria no reconoce la apariencia animaga que en el pasado tuvo su esposo? También es un riesgo, por supuesto, revelar a los nomajs la habilidad de la animagia. Pero Valkyria merece la pena. ¿Cómo podría pararse frente a su chico si no hace todo lo que está en sus manos para salvar a su madre?

 

Ya que no hace falta ocultar nada más, a esas alturas ya todos los que los ven a través de las cámaras saben que son personas con magia. Lo primero que hace es cargar el cuerpo de Valky que sigue sin tocar el suelo. Luego, para controlar la cantidad de magia que usa, deja de esforzarse en mantener el color de los ojos que se vuelven blancos.

 

Ni siquiera intenta desaparecer pues entiende que hay hechizos que evitan una desaparición. Por eso espera a la señal, a la palabra secreta que todos saben por si alguno queda inconsciente. Y la escucha con claridad unos segundos después de que se aferra al cuerpo de la bruja. Sus respiración es lenta pero fuerte, si logran revertir todo el daño que le hicieron podrá estar bien.

 

Y desaparecen gracias a los trasladores de Ellie. Antes de que la desaparición como tal suceda, Hobb siente la magia que emana del tralador. No solamente los hace desaparecer, sino que también destruye cualquier tipo de encantamiento que les impida escapar. Tiene un efecto secundario, por supuesto, y por un instante los cambios de su cuerpo producidos por la metamorfomagia desaparecen. Espera que eso no haya sido registrado por la cámara.

 

 

Días después

—Connor y Benjamin vinieron a visitarte hoy pero tuvieron que irse ¿Cómo te sientes?

 

—Vi a Bastian, estaba seguro que era Bastian. Pero eras tú de nuevo. ¿Cuándo dejarás de engañarme de esa forma?

 

—No quería hacerte daño, no podría hacerlo...

 

 

 

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