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《 Confederación Internacional de Magos 》


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Diario El Profeta, Septiembre 2020






NUEVA MINISTRA DE MAGIA: SAGITAS POTTER BLUE


Tras las elecciones llevadas acabo la noche del dia de ayer y con un rápido conteo de los votos de la comunidad mágica se ha proclamado nueva ministra de magia, Sagitas Potter Blue. La contienda electoral mágica en su fase final estaba llevada acabo por dos candidatos finales, Sagitas Potter Blue, magizoologa con una carrera larga en este ámbito y su opositor Nathan weasley, Trabajador de Gringotts y Embajador Político por Gran Bretaña en el Fondo Monetario Internacional. Ambos magos obtuvieron la mayoría de votos tras las tres rondas de elecciones llevadas en el Ministerio de Magia, siendo ganadora la hechicera Magizoologa. Esperemos que lleve el cargo de Ministra de buena manera, a una nueva era del mundo mágico, que tras el mandato del ExMinistro de Magia Aaron Black Yaxley ha dejado.







* * *

Zurich, Suiza






El sonido de las ruedas de los carruajes al andar, irrumpía con la sinfonía de un bosque de verdes y frondosos arboles, con el cantar de las aves y el sonido del viento en las ramas. Sobre el sendero de tierra, ligeramente húmedo por la llovizna matinal, hacia crujir las hojas caidas de los arboles cuando los carruajes pasaban sobre ellas. Eran unos docenas de ellos con las persianas bajadas para evitar problemas. Ademas eran llevados por criaturas invisibles llamados Thestral's, en una fila ordenada y con perfecta sincronizacion en un bosque de la ciudad de Zurich, Suiza. El otoño estaba comenzando a mediados de Septiembre, por lo que los climas gélidos de la ciudad europea comenzaban a llegar. La ciudad de Zurich, mas específicamente en sus bosques de periferia habían sido elegidos para la asamblea de la Confederación internacional de magos. Miembros políticos de todas partes del mundo, asi como personas importantes de la comunidad mágica viajaban en aquellos carruajes mágicos protegidos, con toda clase de magia por su ocurría algún evento de peligro para ellos.


Los carruajes que pasaban por aquel único sendero eran escoltados desde el aire por escobas por docenas de brujas y magos de seguridad mágica de distintos países, invisibles para los ojos de los muggles. Tras algunos minutos de viaje en la ubicación confidencial para muchos, arrivaron a una mansión lamentablemente en ruinas, con letreros de "No pasar y Peligro" por doquier. La edificación lucia con ventanas rotas, paredes destruidas, madera muy vieja y una parte de la mansión había desaparecido. Todo para evitar las miradas de despistados y peligrosos muggles. Antes de llegar los carruajes a la entrada de la mansión se podía percibir una onda mágica como si fuera una barrera, que tras pasarla revelaba una mansión en perfectas condiciones y con un estilo de lo mas elegante. Alrededor de ella habían brujas y magos con túnicas especiales vigilando todos los alrededores ante cualquier circustancia, tambien sobre los escalones de la entrada estaban postrados fotógrafos con cintas similar a una pasarela de moda, a la espera de tomar una buena foto de los lideres mágicos para sus respectivos periódicos a nivel mundial. Uno a uno fueron descendiendo de sus transportes para ser llevados por la entrada a la mansión, por una lluvia de flashes y reporteros tratando de conseguir algunas palabra de ellos.


Fue así que tras pasar tres carruajes delante del suyo, el mago de cabellos castaños descendió seguido con un par de persona detrás de el, su uniforme militar mágico resplandecía mientras se colocaba su sombrero militar. El tono azul de su saco contrastaba con el negro sutil de su túnica por encima. Llevaba guantes blancos cuando alzo la mano para saludar a una bruja de traje elegante y darle una sonrisa cuando ella hablo.

--Bienvenido Canciller Von Alexandros, adelante es por aquí...-- Dijo la bruja con el mago alemán a su lado mientras pasaban subiendo los escalones y con los flashes de las cámaras mágicas en los lados. Algunos le hacían preguntas casi a gritos pero Kraven Von Alexandros no les prestaba atención, no debían hablar aun de nada hasta el final de la asamblea de la confederación, lo tenían estrictamente prohibido. Las preguntas eran por el secretismo de esta reunión y del porque en estos momentos, los motivos para reunirse, y de la opinión de cada país (En especial Alemania cuando paso el) ante la situación actual del mundo mágico. Pero en ningún momento el mago Alemán respondió a ninguna de sus preguntas, seguido de sus asesores políticos detrás.


Al entrar por unas puertas de cristal noto el cambio de ambiente con gente moviéndose por todos lados en lo que la mansión había sido acomodada para la visita de los mandatarios, pero que tenia lujos en la paredes y una alfombra roja que cubría todo el suelo. En frente de el había una gran escalera que descendía algunos metros hasta llegar a un piso inferior de la entrada, por un pasillo largo y ancho cubierto por alfombra de color rojo, colores de la nación Suiza y que siempre denotaba neutralidad en conflictos bélicos, fueran mágicos o muggles. Al final del pasillo había un par de grandes puerta de madera perfectamente pulidas y que dos guardias abrían para el paso de la bruja que lo había recibido y Kraven con su séquito. Estaba claro que en momentos iniciaría la reunión mas importante en mucho tiempo que involucraba a los mundos ahora en guerra, el mundo mágico y el mundo muggle.

Tras abrirse las puertas revelaron algo similar al foro del Wizengamot en el ministerio de magia Ingles, y que ahora estaba ocupando gente de diferentes países del mundo. Kraven se sentó en un lugar para ver como demás brujas y magos arribaban uno a uno llenando el foro para la asamblea de la Confederación Internacional de Magos. Editado por Kraven Von Alexandros

 

 

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Alessandra miraba a Maksim, el italiano no dejaba de dar órdenes a unos guardaespaldas, después de su casi secuestro en el mundial, Kamra se había enojado mucho con los hombres que debían protegerla así que los despidió y contrato otros pero esta vez eran rumanos, el moreno tenía el semblante muy serio para sus hermosas facciones parecidas a la de su esposa, se mordió la lengua ante aquellos pensamientos recordando que ya estaba en varios líos como para tener que aguantar uno más.

 

-Estoy segura que la seguridad del lugar debe ser muy dura para que debas tenerlos tan cortos- le dijo Alessandra al Salvaterre.

 

La Delacour sentía su intensa mirada sobre ella, quizás era las hormonas del embarazo que la tenia muy sensible o el ambiente estaba muy intenso para que resistiera su mirada oscura sobre ella por lo que se puso de pie y salió del palacio directo al carruaje que la llevaría a Zurich, Suiza. Kamra se había ido ya por un viaje alrededor del mundo llevándose con ella a Richard, su hijo y futuro heredero al trono por lo que le tocaba ella y Anthony ir en representación de Escocia a la confederación.

 

Uno de sus nuevos guardaespaldas era de rostro severo y cicatrices de sus muchas peleas mágicas y muggles que había tenido, se le acercó dándole su bolso para subirse al carruaje, debían esperar al Ryvak para marchar todos juntos y cuando vio el cabello verde del muchacho se acomodó para emprender el viaje.

 

-Me alegro que puedas venir Tony, la verdad no se que haria sin alguien a mi lado- sonrió al peliverde.

 

Sintió pena que no pudiera quedar a ministro, aquello hubiera sido un gran avance para Escocia y su importancia en Inglaterra. Miro de reojo a su tercer acompañante sin poder animarse a hablarle, el silencio flotó en el transcurso del viaje que muchas veces era interrumpido por unos aparatos que Maksin le había dado aquel hombre para mantener contacto con otros dos más.

 

Una vez que tocó tierra suspiro, faltaba poco para poder bajar y estirar las piernas, el sonido de hojas secas crujiendo bajo las pisadas de los Thestral hizo que observara el clima frío, abrió su bolso y en definitiva tenía una capa azul marino que los protegería de un posible resfriado, su corazón se acelero al ver que se estaban acercando a una construcción en ruinas, había varios carteles pero los ignoro ya que había pasado una barrera mágica mostrando la verdadera fachada de aquella reunión.

 

-Llegamos- susurro la Ashryver.

 

Dragos, quien se encargaba de su protección, fue el primero en bajarse y abrirle la puerta para emprender la marcha a la reunión, Alessandra protegiéndose con su capa el vestido azul marino del mismo tono que la capa avanzó por la alfombra roja sin decir una palabra a los reporteros, desde que había estado en el profeta un mes se había prometido no volver a ese lugar nunca más, eso y los rumores en el mundo muggle tampoco ayudaban a que les tuviera aprecio aquellas personas.

 

Una joven morena se les acercó para mostrarle el lugar de la reunión, fueron avanzando en silencio hasta que se toparon con unas puertas que le fueron abiertas al verlos llegar, el interior era igual al que estaba en Inglaterra, cosa que se preguntó si todos serian asi.

 

-Majestad, nosotros estaremos detrás suyo por cualquier cosa- le dijo Dragos con su acento rumano muy marcado, señalando un rincón oscuro donde se podía ver todo el lugar si ocurría algún problema.

 

-Por supuesto- le dijo para darse vuelta y sentarse en las primeras filas.

 

Alessandra se quedó esperando que Anthony se sentara a su lado o no, mientras demas invitados seguían llegando.

 

 

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¿Qué pasaría si te induces el coma por una poción mal preparada y encima sin decirle a nadie?

 

Pues lo que Alegna esta pasando en estos instantes, la cabaña se encontraba sucia y por el olor que despedía se podía adivinar que estuvo en ese cuartucho semanas, con un audible quejido se despego del piso, y reviso sus notas, la respuesta estaría allí, invocando un Tempus sin varita se dio cuenta que llevaba unos meses significativos. Pero estaba segura que nadie notaria su ausencia, dado que era propensa a ellos y digamos, que su familia estaba acostumbrada, que mejor que una simple mortal desaparezca cuando ellos era “eternos”

 

Organizo sus notas y vio el correo apilado en la ventana, junto a la suciedad de las lechuzas, en sus manos, tenia cicatrices ya sanadas de picotazos, “al menos ellas me extrañan” pensó desanimada, con un floreo de la varita arreglo lo mejor posible sus vestimentas y el olor que despedía, pero necesitaba hacer una parada urgente en la mansión para limpiarse apropiadamente y cambiarse sus ropajes. Al llegar a la mansión, ni se detuvo a ver si algún familiar estaba, paso directo a su habitación donde el baño la esperaba, al sacarse las ropas descubrió su evidente desnutrición y volvió a maldecir ya que era común que su cuerpo haya pasado de su corpulencia inicial al flacucho que tenia al estar dormida durante tanto tiempo. Ya cambiada y con ropa que tuvo que achicar, a lo muggle, ya que no se le daba los hechizos del hogar.

 

-Tadeus- y se horrorizo al sentir su voz rasposa, el elfo se apareció con un sándwich de roas beef y una cerveza - me traes el periódico

 

La chica se bajo la cerveza de un solo trago y el sándwich en dos bocados, el hambre ahora era mas irascible, dado que estaba en casa con productos a su disposición, a los segundos el viejo elfo apareció con el periódico y mas comida que la peli violeta le agradeció con un asentimiento de cabeza, le costaba ser amable con esas criaturas pero ese elfo la consentía mucho.

 

“NUEVA MINISTRA DE MAGIA…..”

 

Escupió lo que tenia y empezó a reírse, si cada vez que ella desaparecía cambiaba el ministro le convenía no alejarse mas, siguió leyendo para asegurarse de ver quien era y no equivocarse como la ultima vez que casi mata al anterior ministro. Termino saciada y se cambio quedando con sus habituales prendas, la falta de vestidos le decia que su hermana no se había inmiscuido en su ropero.

 

-Bueno si hay nueva jefa abra que ver en que soy buena- dijo en un murmullo, desapareciendo para volver al mundo mágico.

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Lunita Gryffindor Delacour - Empleada del Departamento Auror de Gran Bretaña.

 

El clima frio del lugar le taponeaba los oídos, mientras pensaba que la idea de viajar en un carruaje tirada por criaturas que no podía ver no había sido tan buena idea, la vampiresa no viajaba así desde que había dejado de vivir en su amada Italia y ya no era una princesa de ese rango, pero el carruaje la llevo a Zurich, Suiza en un siantiamen para presenciar el foro de la confederación internacional mágica y más en concreto porque allí había sido invitada, llevaba la invitación en dorado y blanco bien sujeta en sus pálidas manos y suspiraba a cada tramo que el carruaje daba, sintiendo el frio del lugar y una opresión extraña en su cálido corazón, como si algo malo fuera a ocurrir de un momento a otro.

 

No tardo nada en darse cuenta que estaba siendo presa de un glamour cuando vio las ruinas y a los dos minutos pudo divisar el lugar en su totalidad, una vez pasado el tramo inicial pudo ver una mansion como nunca antes vista, parecía un palacio con escaleras y puertas gigantes, sonrió sintiéndose más animada que momentos antes y recordando la opulencia de la que en algún momento fue parte, un tiempo más feliz que aquel en el que vivían en donde la dezason y el descontento general eran moneda corriente, solo esperaba que las nuevas ideas y la nueva ministra pudiera llevar paz sobre un campo minado.

 

La auror no confiaba para nada en las relaciones internacionales de los magos, así que la pregunta era, ¿Qué hacía allí si no confiaba en el lugar? es que le daba curiosidad sobre que se hablaría además de que podría proteger a cualquiera que fuera allí a ver que pasaba, sin contar que estaba harta de permanecer ajena a toda la política que se cernía sobre el mundo mágico, no quería que más derrotas la tomarán por sorpresa, así que por eso estaba allí, porque quería saber de primera mano y entender cuales eran las uvas que se cocían en su comunidad mágica y si para eso tenía que ir a un foro de otro sitio, así lo haría solo esperaba entender la reunión y poder saber que sucedía enserio en lo que ella llamaba su hogar Ingles.

 

No atino a decir nada, ni un "gua que pasada de lugar" ni sus típicos comentarios con voz chillona, no salió nada de sus labios rojos, absolutamente nada, solo pudo sonreír con nerviosismo y sentarse en el asiento del gran foro, sintiéndose algo torpe al hacerlo, aliso su pantalón violeta claro y se sentó lo más derecha que fue capaz, su vestimenta era la habitual para tal fin, su camisa blanca, su saco violeta y sus tacones violetas que resonaron el el recinto silencioso y casi vacío, pudo divisar a una bruja y un mago ya allí, así que suspiro dispuesta a esperar para enterarse los líos políticos de aquel lugar, prometiéndose que luego visitaría algún museo o algo por el estilo y preguntándose cuanto tardaría aquella reunión y que conclusiones sacaría la auror de aquel elegante y lindo lugar.

 

 

- Solo espero que nadie me noté, por merlín que estoy de un color chillón ¿Cómo haré para que nadie sepa quien soy? - Mascullé en voz más baja de la cuenta, mientras tamborileaba mis dedos en el respaldo de la silla de adelante, esperando que empezará la reunión cuanto antes mejo -

 

Se sentía como cuando iba al cine a esperar que la función empezará, por un segundo se acordó de aquellos lugares muggles a los que de chica adoraba ir con su corte real, suspiro dándose cuenta de cuanto había cambiado desde entonces, ya no tenia corte y ya no había nadie que la acompañará, ahora era ella sola para intentar entender que pasaba en la comunidad mágica en general, solo esperaba que no se armaran disturbios, porque si no su vena odefa haría que saliera a proteger y defender a los allí presentes como mejor le saliera, porque eso era algo innato en ella, defender a los débiles siempre que pudiera, aunque no vería a los allí presentes como débiles, siempre era bueno tenerla a mano, por cualquier cosa que sucediera por allí, ella era de las que creía en aquel "alerta permanente" por eso permanecería con sus ojos azules claros abiertos y alerta de cualquier desperfecto inusual que pudiera pasar allí.

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-- ¡Pero yo no pertenezco a la Confederación Internacional de Magos! ¡Ya tenemos representación inglesa en este lugar sin que sea necesaria mi presencia! -- protesté por enésima vez a mi acompañante.

 

Como su respuesta sobre temas de protocolo para la sesión inicial de aquella reunión siguió sin gustarme tras la enésima vez que me la repetían, me crucé de brazos y puse los pies en el asiento delante del mío, en aquella calesa tirada por thestrals bellísimos en su mortal silueta. Esperaba que nadie me preguntara cómo es que los veía. Aquello era secreto de estado, casi, y nadie que no fuera un familiar directo sabría la respuesta.

 

-- No entiendo porqué tengo que llevar esta ropa tan incómoda... Sí, lo sé, protocolo. Creo que voy a hablar de eso en la Asamblea. No quiero parecer una estirada con esta capa rígida. Las capas son para el frío, no para tener el cuello como si llevaras un collarín.

 

Volví a mirar el paisaje a través de la ventanilla. Al menos, había llovido y éste lucía en un verdor esplendoroso. Como sacerdotisa, ver aquella exaltación natural me alegraba la vista y me proporcionaba una sensación de seguridad y paz interior que desapareció al instante que cruzamos la barrera anti-muggles y apareció un edificio ostentoso.

 

-- Demasiado artificial -- protesté de nuevo. Me armé de mi sonrisa y saludé a quien me abrió la puerta, con un gruñido interior. No estaba acostumbrada a eso, ni a que me dieran la mano para bajar del carruaje y ya que estábamos, tampoco estaba acostumbrada a usar este tipo de transportes. Estaba segura que en mi vieja escoba hubiera estado más cómoda.

 

Pero mantuve la sonrisa y avancé hacia el interior del edificio. Esperaba que aquel maldito protocolo acabara cuanto antes. Tenía tantas cosas que hacer en Inglaterra y echaba de menos otras tantas que había dejado de hacer desde que vestía "fino" que tenía muchas ganas de volver a casa. Seguí a tanta gente que creo que perdí la orientación, algo que no es difícil en mí, hasta que me señalaron una silla elegante y poco cómoda que llevaba mi nombre. Me senté y reprimí el deseo de poner mis elegantes zapatitos negros de tacón sobre la silla de delante. ¿Cuánto tiempo tardaban estas sesiones? ¿Vería a gente importante?

 

Pues pasando de protocolo. Me levanté y me puse de puntillas, moviendo la mano en forma de saludo.

 

-- ¡Pssh, psss, Lunaaaaa! ¡Aquí, hola! ¡¡Hola, Luna!! Ven, siéntate a mi lado. Por fin, una cara conocida. -- Además, @ era Auror del Ministerio inglés y una compañera de bando, me sentía más tranquila a su lado.

 

Sí, lo intento, pero el protocolo no es lo mío. Nunca lo ha sido.

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Lunática Gryffindor Delacour- Empleada del departamento Auror de Gran Bretaña

 

Cuando escucho mi nombre y que me pedían que me sentará a su lado, me giré con una sonrisa enorme en mi pálido rostro, nada me alegraba más que ver a mi compañera de bando y amiga, Sagitas siempre había sido amable y muy buena conmigo, así que corrí a su lado y estaba por sentarme cuando recordé que ella era la ministra así que abrí mis ojos azules con algo de nerviosismo, ¿ella quería que me inclinará o podía sentarme sin más? así que me paré y la observé sin saber como expresar lo que estaba pensando, pero su saludo había sido tan amistoso, que seguí dudando entre sentarme sin mas como me había pedido que hiciera o hacerle una reverencia ¿por qué no venía algún manual sobre que hacer? al final opte por sentarme y susurrarle entre feliz y algo preocupada por haber roto algún protocolo o algo así.

 

- Sagis, nada me pone más feliz que verte, lo siento, no sé si podía sentarme o tenía que hacer alguna reverencia, por lo demás estoy impaciente por saber como trataran todo este asunto, me preguntó si será aburrido o nos contarán al fin que sucede, aunque me temo que sea solo parloteo político, intento entender que pasó, supuse que aquí podría entender mucho mejor todo así que me vine presurosa y pues aquí estoy y ¿Qué haces aquí? ¿sabes que se tratará hoy?, lo siento muchas preguntas, es que estoy entre emocionada y preocupada a partes iguales, ojala aquí podamos reconstruir todo ¿tu qué opinas? - Le pregunté en un susurro hablándole feliz y contenta de verla, olvidando por un minuto que era la ministra y que quizás no podía hablarle así -

 

Sonreí dándome cuenta de que aunque sea ministra seguía siendo la misma Sagis que yo conocía del bando al que ambas amábamos y pertenecíamos, la Orden del Fénix, así que supuse que podía hablarle libremente como siempre, su saludo fue por demás lindo y divertido, pero así era la payasa, siempre había sido entusiasta casi tanto como yo, por eso quizás me caía tan bien, sonreí feliz de estar con una amiga y familiar mío, porque consideraba a todos los de la Orden como familiares míos, al menos no estaría sola para escuchar el parloteo político que no entendía, pero por eso estaba allí, para intentar entender lo que se cocía en la comunidad mágica, solo esperaba no tener que hablar como antaño y poder enterarme de lo que pasaba allí, sonreí al pensar que tenerla a mi lado era lo mejor de todo, al fin y al cabo, ella era mi amiga desde hacía años y estaba feliz de no estar sola en tamaño lugar protocolar y aburrido por demás.

 

Mientras espero su respuesta me preguntó por un instante ¿Cuándo empezará? y ¿por qué en aquel lugar era la reunión? además de estar tan contenta de verla sigue pensando que no entiende de todo porque harán una reunión allí además de intentar entender que pasaba también deseaba velar por la seguridad de todos, así que veía quien entraba y quien no, teniendo sus ojos para todos lados mientras le hablaba a la bruja, preguntándose si es que todo estaría tranquilo o tendría que desenfundar su varita, solo esperaba que sea una sesión tranquila y que nada tan malo sucediera, pero estar con su amiga Sagis la ponía feliz, al menos no estaría sola en un ambiente tan aburrido y para nada habitual.

 

- No pueden obviar que todo esta en picada y que ya no hay control de absolutamente nada, me temo que quieran ocultarlo todo y no se trate lo importante, ¿Qué haremos ahora que los muggles saben que existimos? y lo que es peor que pasará con la caída del ministerio y de varios departamentos, enserio que no sé que pasé, entre ellos Gringots, solo espero que no nos saquen el dinero o algo así, por lo demás, creo que el lugar no esta tan mal, aunque me resulta algo aburrido, espero entender de que va todo esto de una vez por todas - Le dije a mi amiga Sagis con mi repique de campanas más bajo de lo habitual, entre feliz de verla y preocupada por la situación actual, esperando que todo se solucionará de una buena vez -

 

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Una leve llovizna acompañaba aquella mañana gris a vísperas del otoño, la briza hacía danzar las hojas de los árboles cuan cascabeles con su peculiar melodía. Las ruedas del carromato saltaban ante cada rama o roca en el suelo y los papeles de la bruja se desparramaban por toda la mesa por lo que decidió sostenerlos con pequeñas rocas para lograr un orden en su campo visual.

 

La pelirroja memorizaba nombres, biografías y posiciones de personas que aún no había tenido el agrado, o desdicha, de conocer. Su escaso personal empezaba a fastidiar a la bruja por lo que se ponía al hombro los reportajes más importantes aunque estos requerían un tiempo especial del cual no disponía. Aún así el viaje a Zurich había sido una excusa para alejarse al menos unos días de Londres y sumergirse en las frías montañas de los Alpes.

 

Esperaba que aquella confederación fuera pacífica, aún más con la victoria de la nueva ministra, @@Sagitas Potter Blue. Lamentaba que una persona de personalidad tan débil dirigiera un país en el momento más crítico de la historia de la magia, esperaba que aquella mujer de cabello violeta no arrojara por la borda lo que su predecesor había conseguido.

 

La bruja hizo una mueca cuando el carromato se detuvo en seco. Un elfo doméstico abrió la puerta del mismo y la elegante dama descendió con su vestido formal color negro y una capa de piel de oso sobre sus hombros. Los thestral's se encontraban en calma, la pelirroja acarició el lomo de uno de ellos y continuó su paso hacia la devenida edificación la cual tomó aspecto de una magnífica estructura conforme atravesaba las barreras de protección. La publisher tenía una invitación especial por lo que ingresó por la misma alfombra que los principales mandatarios de la confederación, buscando con la mirada los ojos de su madre que se encontraba allí representando la gran Escocia.

 

Al llegar a la gran sala una bella morena de ojos café observó su credencial y la condujo hacia la fila donde se encontraba Alessandra Ashryver, primero divisó a Dragos siempre al lado de la rubia protegiéndola con su vida. La pelirroja se acercó a ellos y le regaló una tierna sonrisa a su madre enseñando, sin querer, sus largos colmillos.

 

-¿Lista para la cacería de brujas, majestad?- bromeó la publisher besando la mano de su madre y tomando asiento a su lado -Será divertido ver cómo destrozan a Inglaterra por haber elegido una sucia squib que los gobierne.

 

Sacó un abanico y lo agitó en dirección a su rostro, era increíble el contraste de temperatura al ingresar al salón, la tribuna empezaba a llenar sus asientos y carteles con los rostros de las figuras más importantes del mundo flotaban en el techo. Observó a su alrededor y divisó a la ministra sentada a solo unos metros de ellas, sería interesante tener una charla con una vuelapluma de por medio con la mujer que, debía admitir, era muy hermosa.

 

-¿Esperas a Anthony?- dijo con tranquilidad -Espero que no esté retrasado, el evento está pronto a comenzar.

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Sede de la Asamblea de la Confederación Internacional de Magos

 

La Presidenta de la Confederación Internacional de Magos no había convocado aquella reunión. Desde la ventana de un despacho situado en una de las plantas más altas, veía llegar la larga lista de delegados, acompañados la mayoría de las veces por los dignatarios más altos de los propios países. Incluso no era extraño, en aquellos tiempos, que aquellos altos dignatarios fueran a la vez los delegados de su país en la Confederación. Mackenzie pensó que se arriesgaban demasiado. La comunidad mágica no parecía haber aprendido nada de los ataques del Inquisidor. Vivían como si nada hubiera pasado. Quejándose sí, por supuesto que se se quejaban. Pero no habían cambiado un ápice sus rutinas ni su forma de vida.

 

Para Mackenzie Malfoy, en cambio, desde su larga estancia en el Hospital Hindenburg tras su captura por el Inquisidor, todo había cambiado. Cuando creía que había dejado atrás los tiempos de ir con escolta a todas partes y de involucrarse en la política activa, éstos habían retornado a ella sin piedad. Le desagradaba aquel presente al que las circunstancias y no negaba que también sus propias decisiones, le habían encaminado, pero lo había aceptado con resignación. Volvía a vivir rodeada de seguridad, de enemigos, de espías y de información confidencial.

 

Aunque no había sido ella quien convocara la reunión y no aplaudiera a quien hubiera decidido hacerlo, por la imprudencia que ello suponía, se había preocupado de tomar todas las precauciones a su alcance para evitar atentados. La Confederación Internacional de Magos ya había sido penetrada una vez por las fuerzas del Inquisidor. Mathilda Grimblehawk, una alta funcionaria de la institución a quien la Malfoy se había encargado de ejecutar personalmente, era la primera Redentis que Mackenzie había conocido. Más adelante, tras las investigaciones llevadas a cabo, descubrieron que había tres Redentis más infiltrados en la Confederación. Ahora se encontraban a buen recaudo, custodiados por fuerzas de seguridad, a la espera de decidir qué se hacía con ellos. Muchos alegaban que debían encontrar una forma de revertir el Juramento Inquebrantable, dado que no se les podía acusar de ser totalmente responsables de sus actos. Mackenzie sabía que tenían razón y, aún así, a veces sólo podía desear que estuvieran ya muertos.

 

No tenía ninguna gana de perder su tiempo en discursos. En aquel momento, deberían estar persiguiendo a las fuerzas del Inquisidor o boicoteando la producción de la píldora antimagia fabricada por Genetics. Tal vez incluso deberían hacer algún intento de negociar con la ONU, aunque Mackenzie estaba convencida en su fuero interno de que no serviría de nada. Lo que no debían estar haciendo era lo que precisamente sospechaba Mackenzie que sería aquella reunión: una sucesión de buenas intenciones sin intención alguna y un descaro de alfombra roja en donde cada cual se molestaría en dejar en claro lo costosas y elegantes que eran sus fastuosos ropajes y lo bien plantado que tenían su palmito en los altos sillones del planeta. Bueno, en honor a la verdad, quizás no todos fueran a actuar así.

 

Pensó en Sagitas Potter Blue, la nueva Ministra de Magia de Gran Bretaña. Ella sin duda alguna, sería la viva imagen del político popular encumbrado a las alturas por un populacho descontento. Si es que llegaba en algún momento a convertirse en política, algo que Mackenzie dudaba bastante. Mackenzie suspiró, molesta consigo misma por aquellos pensamientos hacia alguien a quien debía demasiado, pero también molesta hacia Aaron Black Yaxley por las tropelías cometidas durante su gestión, que habían desembocado en una situación tan absurda como que Sagitas se convirtiera en Ministra de Magia.

 

Le debía mucho a Sagitas. Había salvado su vida de una muerte segura y, si se remontaba a muchos años atrás, no podía por menos que recordar agradecida el papel que desempeñó en su boda con Boss. La valentía y el cariño que demostró entonces, enfrentándose al mismísimo padre de Mackenzie y arriesgando su vida en ello, no se le olvidaba a la Malfoy. Sabía que si no hubiera sido por Sagitas, sus hijos probablemente no hubieran llegado a nacer. Eran muchas las vivencias compartidas con Sagitas desde los tiempos en que se habían conocido en la Academia. Habían hecho amistad por entonces. Y aunque el tiempo y las circunstancias las distanciaron más adelante, también recordaba la fidelidad de Sagitas mientras fue Directora del Departamento de Accidentes, bajo su cargo.

 

Recordaba todo aquello y se sentía mal consigo misma por pensar que no era la Ministra de Magia que el mundo necesitaba en aquellos terribles momentos. Pero la mente racional de Mackenzie Malfoy había aprendido a examinar las situaciones bajo la fría lógica de los hechos, apartando las emociones a un lado y evitando así cualquier subjetividad que pudiera llevarla engaño. No, Sagitas no había sido nunca una política y no estaba en su naturaleza serlo. No tendría las agallas que el poder exige ni sabría aceptar los rigores del protocolo. Dudaba que fuera capaz de comprender siquiera porqué protocolo y política iban de la mano. Eran tiempos difíciles y dirigir un país no era lo mismo que dirigir un circo. Más allá de aquellas razones, Mackenzie era totalmente consciente que la ascendencia española de Sagitas no ayudaba en nada para que la Malfoy la viera una digna Primera Ministra de Gran Bretaña.

 

No entendía aquella reunión ni que se hubiera convocado justo después de la elección de Sagitas. Quizás el mundo se rindiera a sus pies también, igual que lo había hecho el pueblo. Pero fuera como fuera, a Mackenzie le parecía una imprudencia del todo innecesaria. El Orden del Día de la reunión no se molestaba siquiera en aclarar los motivos de la misma y, aunque bastaba que una minoría de países solicitaran la celebración de una Asamblea para que ésta tuviera lugar, era totalmente inusual un Orden del Día sin más puntos a tratar que Análisis de la Situación Internacional y Ruegos y Preguntas. Más bien parecía una celebración en honor a la nueva primera ministra que una verdadera reunión de la Confederación Internacional de Magos.

 

Sumida en sus lúgubres pensamientos, escuchó los dos toques convenidos en la puerta del despacho y supo que Vera, por fin había llegado.

 

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Sede de la Asamblea de la Confederación Internacional de Magos

 

 

Cuando entró en el despachó secreto en el que Mackenzie la había convocado, Vera sufrió un sobresalto al ver la preocupación pintada en el rostro de su compañera de bando y amiga. Nunca antes la había visto así, como si esperarse que los rayos de Odín les fueran a caer encima en aquel preciso momento.

 

― ¿Qué está pasando? ¿Porqué tienes esa cara que parece que estás esperando la llegada del Ragnarok, poco menos.

 

Debía intentar leer más. Aquella mujer era tan culta que seguramente entendería la referencia al Ragnarok, pero Vera era consciente de que usaba esa referencia porque apenas conocía otras. Se sentía muy pequeña cuando se comparaba con la extraordinaria mujer que tenía frente a ella. Y no sólo porque Mackenzie le sacara una buena ventaja de años, sino porque sentía que nunca podría llegar a estar a la altura de su intelecto, de su capacidad, de su sabiduría.

 

― Necesito tu ayuda, Vera. ― Fue toda la respuesta de Mackenzie Malfoy, que sin decir nada más, se acercó a una pequeña mesa redonda sobre la que había unos pergaminos desparramados y le indicó a Vera que se acercara a examinarlos. Eran planos del edificio en el que se encontraban.

 

Vera examinó con cuidado los planos, molestándose incluso en activar Divine Intelect, para poder comprenderlos hasta en sus más pequeños detalles. Podía ver en ellos ahora no sólo la ubicación de cada estancia y cada departamento, sino también los pasadizos ocultos, las cañerías, las torres de ventilación, la ubicación de las chimeneas, las conexiones a la red flu secretas y hasta cientos de encantamientos protectores situados en diversos lugares. Cada día le encontraba más utilidad a aquel poder.

 

― ¿Quieres que vigile el edificio?

 

― No exactamente. ― Mackenzie hizo una pausa, Vera notó que dudaba sobre lo que quería decirle. ― Necesito de tus poderes y también de.... ― volvió a cortarse, dubitativa ― ... también necesito abusar de tu amistad.

 

Vera se quedó mirando a Mackenzie sin saber qué decir. Ella le debía mucho a Mackenzie, no era necesario que abusara de su amistad si necesitaba cualquier cosa que Vera pudiera realizar. Mackenzie Malfoy siguió hablando.

 

― Quiero que actives esos poderes paladines que tan bien se te dan y me digas las fallas que ves en la seguridad. Creo que yo no he nacido para ser Paladín. Sabes que lo intenté un tiempo, pero, sinceramente, creo que tendré que dejar el clan. No termino de encajar en sus ideales.

 

Lamentablemente, Vera estaba de acuerdo con Mackenzie. Durante un tiempo se hizo ilusiones de que pudieran compartir el clan, pero no tardó en darse cuenta de que Mackenzie fallaba en lo elemental. No compartía los ideales por los que luchaban. Aquella mujer tenía un concepto propio de la justicia y, aunque Vera sabía que actuaba de buena fe, había mamado desde la cuna la perspectiva política de las cosas. Su pragmatismo e individualidad la alejaban del concepto puro de la justicia ciega.

 

― También quiero que nos intercambiemos ― Mackenzie se atrevió por fin a soltarle a bocajarro lo que tantos reparos le había dado decir.

 

― ¿Intercambiarnos?

 

― Sí, con poción multijugos. Tu serás yo y yo seré tu. Estaremos juntas en todo momento y nos protegeremos la una a la otra, pero si intercambiamos nuestra apariencia, podremos confundir más fácilmente a cualquiera que intente un atentado.

 

― Pero yo no sé pronunciar discursos, Mack.

 

― No será necesario, Vera. No he sido yo quien ha convocado esta reunión. Nos sentaremos tranquilamente mientras vigilamos a los asistentes y procuraremos que nadie sufra ningún percance.

 

Vera no dudó más. Haría lo que Mackenzie le pedía. Colocó uno de sus cabellos en la poción de Mackenzie, al mismo tiempo que ésta hacía lo propio en su poción. Después, le describió a Mackenzie todo lo que había descubierto al examinar el mapa con el Divine Intelect. Cuando estuvieron preparadas, ambas bebieron el brebaje y, transformadas la una en la otra, salieron del recóndito despacho rumbo a la reunión.

 

― Una cosa más ― susurró Mackenzie al oído de Vera. ― Sagitas me envío una nota para una reunión. Seguramente nos la encontraremos, así que tendrás que hablar con ella. No te preocupes, dudo que vayas a tener problemas para decirle lo que quiere saber.

 

Vera sintió que se atragantaba. Ella no podría suplantar a Mackenzie, si tenía que hacerse pasar por política. Le quemó por dentro que la Malfoy no se lo hubiera dicho hasta después de haber aceptado aquella misión, pero mal que le pesara, se conocía a sí misma y sabía que habría acabado por aceptar igualmente de haberlo sabido. Vera no se sentía capaz de negarle nada a Mackenzie Malfoy.

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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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Los 55 de 56 naciones de los países africanos comenzaban a ingresar a la confederación internacional de magos, cada diplomático seguía a la cabeza de Luxure quien era quien representaba los intereses de Egipto y de la Unión de los Países Africanos (UPA) . El cual tenía la propuesta de suspender a @@Mackenzie Malfoy de su cargo, dado que sus países le imputan cargos de usurpar el equilibrio de la Paz Mundial, les acusaba a ella y su padre de cometer actos contra de los Derechos y deberes Mágicos al suministrar sin permiso del U.P.A saberes a los grupos val clandestinos como la Orden del Fénix y la Marca Tenebrosa, violacion de acuerdos internacionales, entre otros cargos, de igual forma imputarán contra el representante de Estados Unidos por apoyar y financiar a los criminales conocidos como la Orden Del Fénix.

 

Ante este último cargo, el Presidente del MACUSA debe ser responsable de los actos nefatos y secuestros de los bebés y ser cómplices del Inquisidor. Estos diplomáticos tenía fijo sus convicciones y no tolerará otro atropeyo ante la comunidad, ya en días anteriores la comisión del UPA entregó a la ministra @@Sagitas Potter Blue un memorándum sobre los delitos de los Malfoy, siendo actos cometidos en su gobierno en Gran Bretaña.

 

Y asistiendo todos menos la representación del pueblo Uzza, los países africanos se sienta todos juntos, pero todos vestían acorde a su nación, incluso Luxure portaba su máscara como Archimago de la Muerte, portando en su mano la Vara de Cristal. En su cabellera adornos de joyas en oro. Este era uno de los países dentro del UPA que fue considerado como héroes. En ese instante aguarda para que así aprovechar el momento oportuno para proponer la suspensión y eliminar los previlegios de Mackenzie Malfoy dentro de la Confederación.

 

"Pronto llegará el fin del poder de los Malfoy, es hora que paguen por los delitos que se cometieron, Gran Bretaña debe pagar las consecuencias de sus desiciones y espero contar con el apoyo de los otros países para así suprimir el poder que algunos le dan a la Orden del Fénix. pensó y clavo mirada en sus homólogos en los países africanos.

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El ruido que había en aquel lugar se iba amplificando así que no oí mucho de lo que decía Luna cuando se acercaba a mí. Era igual, las dos éramos sacerdotisas del mismo clan y sabíamos leer las auras de cada una, con lo que supe al instante que su alegría por verme era verdadera, lo que engrandeció mi propia sensación de felicidad por haberla encontrado allá.

 

-- ¿Reverencia? ¡Oh, demonios! Nunca lo permitiría. No soy una Reina. Conmigo no tienes que tener protocolo. Soy la misma Sagitas de hace una semana atrás. Sigo siendo una payasa de circo sentada en un sillón más rígido. Créeme, no es nada cómodo.

 

Era imposible estar mal con Luna. Como nuestras hermanas Cye o Xell, ella también relucía blanca y feliz; sentía algo de envidia por eso. Supongo que yo era una Sacerdotisa un poco más artificial, con más tentaciones en las que había caído y que me habían oscurecido un poco ese aura.

 

-- No tengo ni idea para qué han convocado esta reunión. Yo sólo sé que tengo en la Agenda que es ineludible, o te prometo que estaría en Londres intentando deshacer los mil entuertos en los que nos ha metido el anterior Ministro.

 

Sabía que no podía decir mucho más, puesto que los temas de Estado se tratan sólo en el Ministerio, pero ella era auror y de la Orden, no la iba a escandalizar con nada nuevo. Seguí hablándole, susurrándole, a pesar que le daba vueltas a mi anillo de "oídos sordos" para que nadie me escuchara más que ella.

 

-- Gringotts me trae de cabeza. ¿Sabes que Nathan ha dimitido de su puesto? Ahora no tengo ni idea de a quien recurrir para arreglar el tema. Y he llamado a los Duendes a diálogo pero, de momento, ninguno se ha dignado a contestar a mis memorandums. Me temo que tendré que recurrir a formas más drásticas para mejorar la economía mágica. Y tienes razón, medio Ministerio no se ha presentado a sus trabajos, supongo que deben de estar esperando a ver si remonta. ¿Sabes dónde está Elvis? Me encantaría saber si puede ayudarme de alguna manera. Del Cuartel de Aurores, de momento, sólo te he visto a ti.

 

Suspiré. Qué duro era estar allá arriba y no saber con qué manos contaba para ayudar a levantar lo que otros habían tirado por los suelos. En aquel momento, vi pasar a Mackenzie Malfoy también levanté la mano para saludarla. Aparté los dos dedos de los labios a tiempo antes de silbar para llamar su atención. No es que fuera algo inconcebible en aquel rango social político que me impedía la naturalidad de mi "yo". Era porque, en el breve instante que la vi, su aura no era suya. Me senté de nuevo y convertí aquel gesto improvisado de alegría al verla, como minutos antes había hecho con Lunática, en un mecánico gesto de alisar la falda azul marino que llevaba puesta.

 

-- Creo que Mackenzie no tiene un buen día. Tiene un aura como... más oscura, más preocupada. -- Le dije a Lunática, ignorando que aquel cambio me debería haber avisado que no era ella. Pero no lo hizo. Yo estaba bastante nerviosa en aquel lugar sin saber a qué había venido como para interpretar correctamente las auras de nadie en un simple vistazo. Para ello debería haberme concentrado y, tal vez, lo hubiera descubierto pero, de momento, mi mente estaba demasiada estressada en temas tan diversos que no sabía cómo no explotaba. -- Espero que empiece pronto. A mí me suena que esto va a ser muy aburrido. ¡Oh, no! Los Países Africanos han venido... Puff, espero que no tengamos problemas, ya recuerdas sus exigencias sobre los Malfoy. No le quites el ojo a Mackenzie, ¿vale, Luna? Hay que protegerla. De mí no te preocupes, sé cuidármelas sola.

 

Era verdad en cierta manera, aunque... En el Circo todo era más fácil y lo máximo que podía sufrir era una dentellada de dragón. Me temía que aquí, toda esta gente, era mucho más peligrosa que mis animalitos juntos.

Editado por Sagitas Potter Blue

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