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El Día de la Amnistía


Nate Weasley
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DEPARTAMENTO DEL WIZENGAMOT

 

Entré a la sala de juicios siguiendo sus pasos, me daba cierta risa la ironía del momento. Sabía que tarde o temprano tratarían de llevar a Aaron a juicio, buscarían la manera de condenarlo, y dadas las últimas noticias ¿Cómo haría en mis zapatos para impedir todo aquello? Black se mantuvo en silencio, uno tan perturbador que casi sospeché que leyese mis pensamientos, por ello los desvié hacia sus primeras palabras, no tenían sentido; qué podría haber en el Wizengamot que le sirviese para enfrentar al inquisidor y acabar con sus seguidores, a veces me confundía, pero no por ello dudaba de su instinto.

 

—Respecto a eso...

 

Se me fue la voz un poco. La R con que comencé rebotó por las paredes y regresó como un pacman a tragarse el resto de las palabras hasta que nuevamente nos sumimos en vacío auditivo. Los chimentos volaban rápido pero por la forma en que el hombre me trataba, esas alas aun no habían afincado en su hombro. Me detuve a una distancia prudencial, tomé asiento en el lugar del acusado o víctima, dejando que él siguiera caminando tras bajar la breve escalinata, y suspiré, tenía la varita cerca, el corazón latiendo desesperado y una pequeña punzada en el lado izquierdo de las costillas, tenía tiempo sin ver a Lya.

 

—He sido llamada por el staff de la nueva Ministro de Magia, Aaron. A partir de éste momento soy su nueva Directora de Imagen y Prensa mágica. Quise decírtelo antes, pero no encontré el momento.

 

Tragué en seco, por un segundo me quemó la garganta temiendo lo peor, pero desde el momento en que sucedió, que me tomó totalmente por sorpresa, supuse que podría trabajar como un doble agente infiltrado. No sacaría información del bando, pero sí podría ser una pieza crucial para que Sagitas condenase a Black por su posterior mandato, y así mismo, la persona que pudiera luego sacarle de ese aprieto. Mis ojos brillaron, me pus rápidamente de pie y tanteé la varita, de pronto me sentía extraña, como ahogada, aplastada por la atmósfera que nos rodeaba.

 

No estábamos solos y en el rostro del Líder Mortífago supe que también lo presintió.

 

—No he tenido noticias de Castalia luego de su partida— susurré, aun no tomaba la varita —En su última carta me informó que los magos del Norte te apoyaban en cuanto a la caída del estatuto, pero no creo que sirva de mucho ahora que ya no eres Ministro ¿Me puedes decir qué demonios hacemos aquí?

 

El tono empleado era brisa hacia los oídos del hombre, pero aun así se notó la exasperación en la pregunta, detestaba sentirme asechada.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Amanda Hookstraten


Secretaria General de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas



Para serle franca, ya perdí la cuenta. – confesó Amanda a la peor de sus pesadillas materializada en persona, Roman Jones, quien se había aparecido y tomado asiento a su lado.



No era la primera vez que la mujer quedaba en una situación así. Aún recordaba vívidamente como había pasado una tarde entera discutiendo en una mesa mayoritariamente conformada por hombres acerca de la constitucionalidad de Roe v. Wade y las posibilidades de que la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos revirtiese aquella decisión tan trascendente, como si los hombres debiesen tener voz alguna sobre los derechos reproductivos de la mujer. Recordaba también la asamblea de Naciones Unidas en la que Justin Trudeau, Primer Ministro de Canadá y Boris Johnson, equivalente británico, se habían contendido en un furioso debate acerca de la accesibilidad a métodos contraceptivos en materia de Salud Pública.



La mujer era incapaz de concebir qué en el cerebro de los hombres los hacía pensarse con tantas prerrogativas. Ciertamente, no conocía las opiniones del funcionario a su lado en temas menos bélicos y más mundanos como eran la interrupción del embarazo o la accesibilidad a servicios de salud, pero no podía sino sentir rechazo ante su postura eminentemente violenta hacia la comunidad mágica. Tal era su rechazo que a duras penas podía sostenerle la mirada, y sin embargo se esforzaba por hacerlo puesto que lo último que quería era mostrar debilidad ante hombres de su casta.



Debo admitir que me sorprende verlo aquí, señor Jones. – admitió la mujer, llevándose el vaso nuevamente a los labios y dándole un sorbo a la bebida. – Un hombre de su clase, no lo imagino en... sociedad. – agregó, y enseñó una sonrisa burlona. – ¿Me invita? – agregó, señalando el cigarro que el hombre sostenía entre sus delgados dedos.



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***



Perdón la demora .-. Me absorbió la gala xD


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Uriel Luxure


Se encontraba ingresando a la O.N.U como diplomático mágico y egipcio. Aunque, esos seres sin magia desconocía su procedencia sobrenatural o poseedor del gen mágico. Por ende, este hombre ingresa como si nada, luciendo un traje oscuro, camisa blanca y una corbata negra con la imagen en la punta de un jaguar. Este poseía unos gemelos en la chaqueta de un jaguar, se veía claramente su anillo de la nigromancia, en conjunto al de la animagia y hablante parsel, en su mano derecha, y oculta entre su ropaje se encontraba su varita.


El egipcio se encontraba caminando, y va rumbo a su lugar, observa a los presentes con mirada determina, pero no emite algún comentario sobre la disputa que se encontraba realizando, estando allá, este simplemente se configura a disponer atención a la sección del día, a ese cotilleo entre los integrantes, y sobre todo que postura debería tomar en beneficio a su país, ya que a diferencia de la Confederación Internacional de la Magia, este mago no podía afirmar su Unión con los Países Africanos, a pesar que si existía la coalición de estos, pero más como una unión, que la elección de un comité.


Azrael Licaón


Al mismo tiempo que Uriel se encontraba en esa instancia, su contraparte y al mismo tiempo el gobernante de la Ciudadela de la Muerte, estaba organizando las disposiciones para simular el funeral de Demian Luxure, cuyo archivos del país lo registra como Darius Licaón, el gran Arcihimago de la Muerte. En consecuencia, esta vez, la ciudadela podría contar ahora y en delante de la protección del mismo. Éste perverso mago encontró la forma de estar en más de una locación a la vez, por lo que haría suponer a más de uno, que eran dos personas completamente diferente.


Entre los anuncios que determinó el nuevo regente en acuerdo al Archiconsejo y aprobación del Regente, era derectar un luto nacional, por lo que los trabajos en ese país sería de media jornada, algo que el U.P.A acepto, ya que Uriel Luxure había asumido el papel que ocupo anteriormente el mago que había muerto. En consecuencia el poder del mago se comenzaba a centralizar en las apariencias y estaba dando rienda a sus funciones, por lo que para la prensa aún seguía la noticia de la muerte del mismo, a pesar que este acontecimiento ocurrido desde hace unas semanas.


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Roman Jones

 

-Un hombre de mi clase se constituye en lugares como éste, señorita Hookstraten... con el círculo indicado claro está.- respondió Roman, con el cigarro en su boca mientras desabrochaba el primer botón de su camisa. Expidió el humo hacia un costado y tan servicial como torpe, acercó la cigarrera que reposaba sobre la barra con el sobresaliente cigarrillo que le había ofrecido hacía tan solo un minuto y contando- ...¡por supuesto!, tenga...

 

Sacó un encendedor del bolsillo de su camisa y saltó la chispa a media llama para que la comisionada de los derechos humanos, encendiese el tabaco. Dejó el mechero al costado de la cigarrera- a la que convidó libremente abierta- y dando unos toques sobre el cenicero, descansó su vicio para beber un sorbo del whisky irlandés. Dirigió la mirada hacia otro de los bartender para que acercase un cenicero para ella e instintivamente volvió a observar la estancia, casi con nostalgia, pues allí cenaba cada noche de viernes con su amada y ahora difunta esposa.

 

-Creo que por mi reputación habrá oído diversos comentarios sobre mí persona, Amanda...- caló el cigarrillo que volvió a tomar entre sus dedos- ... he sido muy determinante en varias de las competencias de mi cargo, pero no soy más que un personaje de vasto conocimiento, ¡como usted!...- sonrió-... sin embargo, intuyo en su esquiva mirada, que no le agradó mi postura frente a éstas personas o lo que quiera que sean. Serví al ejército de los estados unidos, tal como mi padre y el padre de éste; familias que sufrieron la calamidad de la guerra...- volvió a darle unos toques sobre el cenicero y bebió otro sorbo del whisky- dos guerras; mis hijos militan, uno en el ejército y otro en la armada, ¡hijos de nuestra patria más que solo míos!- comentó con orgullo- pero también conozco las intenciones del enemigo, o al menos solía conocerlas, pero a ellos no. Es exactamente eso lo que me desconcierta, lo que me preocupa de esta sociedad oculta para mi gente, y cómo no, para las naciones que conforman éste gremio internacional... ¡somos políticos, señorita Amanda!, no lo olvide nunca.

 

******

 

Aaron Augustine Black Yaxley

 

 

Cuando Ishtar tomó asiento, seguí tan solo un par de pasos hasta detenerme ante la división de la última fila pública; me apoyé en su pared y dejé que el eco armonioso de mi andar, se perdiera por los pasillos de la sala. Le oí con atención cuando comentó sobre la dirección de la prensa mágica del ministerio, ¡un punto a favor de la casta mortífaga sin duda alguna! y le sonreí mientras asentía de brazos cruzados. Cerré los ojos y me concentré en unos sonidos cercanos a ambos.

 

-Muy bien, muy bien Macnair...- murmuré casi en un murmuro de ultratumba mientras frotaba el anillo contra oídos indiscretos para que solo nosotros pudiésemos oír lo que hablábamos- ...estamos aquí porque buscamos información sobre el gemelo de El Santo....- sinceré mientras quitaba un pergamino largo y extenso desde un bolsillo encantado de mi túnica. El mismo pareció moverse, ¡como si tuviese vida propia!- y está aquí, es su pintura...-sonreí ligero mientras volvía a guardar la evidencia-... debemos saber cómo es que se mueve el Santo para lograr dar con el Inquisidor. Intuyo días fríos, Arya... más fríos de lo que fue la pérdida de Juliette en el castillo. No solo el mundo mágico pende de un hilo, sino también el muggle... ¡y es ahí cuando ataca la manada!- exclamé en un eco que se recogió retumbante dentro de la protección del anillo mágico-... cuando el enemigo esté débil, haremos frente a la orden del fénix y nos proclamaremos por sobre el muggle...

 

 

@@Arya Macnair @@Nate Weasley

 

OFF: Sorry la demora chicos <3

Editado por Aaron Black Lestrange

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Ya habían pasado varios días desde que la noticia sobre la reunión de altos mandatarios daría lugar con la finalidad de tomar decisiones, decisiones que impactarían sobremanera en el mundo ya no solamente mágico, sino en el muggle también.

Quizá el haber vivido tantos años entte personas no mágicas le habían hecho tener una visión un poco distinta a lo que muchos magos sangre pura tenían acerca de la separación de la población mágica con la muggle... Sin embargo...

Aquella era una noticia muy importante, por lo que se decía habría grandes cambios en cuanto a los pactos y alianzas que se tenían entre ambos grupos que a final de cuentas no eran tan distintos. Por esa razón había decidido asistir, recabar un poco de información y, ¿Por qué no? Compartirla por el medio en el que se desenvolvía sin tanto problema: la radio. Quizá sonará extraño que un chico incapaz de escuchar y escucharse así mismo tuviese la capacidad de trabajar en un medio así, pero el joven mago tenía sus técnicas.

Por lo pronto el muchacho permanecía en silencio con una pequeña grabadora reportera en el interior de su bolsillo, y una cámara fotográfica profesional colgada al cuello. Trozos de conversación de los políticos convocados ese día saldrían en el noticiario (que era en lo que se convertiría su programa de contar historias, al menos temporalmente).

Una foto aquí, una allá, diferentes ángulos. Danny mantenía un perfil bajo entre toda esa gente importante que se encontraban ahí, un simple reportero con apariencia de chico muggle que no despertaba el menor interés. Por suerte para él, eso le ayudaba a moverse sin dificultad para recabar la información de la manera más precisa: grabación, fotografía y algunas anotaciones que el chico realiza del movimiento de los labios de dichos mandatarios.


"Pongan su mejor perfil"
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Amanda Hookstraten
Secretaria General de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas

La mujer tomó el cigarro de las manos de su acompañante y lo colocó en sus labios, sirviéndose un poco de aquel veneno que, perjudicial como fuese para su salud, lograba calmarla. No bastaba ser un experto en psicología para dilucidar la personalidad neurótica de Amanda: la visceralidad con la que enfrentaba su trabajo, los múltiples vicios en los que incurría, su testarudez que le había costado más de una relación, aquellos no eran más que pinceladas en un lienzo sobre el cual se dibujaba su forma de ser. Hábitos como el cigarrillo, entre tantos otros, lograba difuminar lo que de cualquier otra manera eran muy tajantes bordes y darle un poco de versatilidad a su vida.

 

Sus ojos no se privaron del espectáculo que tenía en frente. Jones, más allá de sus convicciones, era alguien digno de mirar y por el botón que desabrochó en su camisa pudo observar su torso cuasi lampiño y pálido, más definido probablemente de sus tiempos sirviendo a la armada estadounidense. La mujer lo evaluó con la mirada, buscando algo que probase una excepción a su teoría, y sin embargo una vez más se encontraba refutada al ver que el funcionario que tenía delante no era ni más ni menos alguien preso de sus convicciones, al igual que lo era ella.

 

No es su postura lo que me preocupa, señor Jones. – admitió la mujer, cruzando sus largas y definidas piernas por debajo de la barra – De hecho, en suma franqueza, creo yo es la decisión correcta. – agregó, poco después.

 

La mujer se giró en su silla, de manera que quedó mirando a Roman directamente. Se mordió el interior del labio, reticente a admitir que quizá sus prejuicios habían sacado lo peor de ella misma y aún incapaz de comprender la facilidad con la que había dado aquel voto.

 

Me asombró la facilidad con la que emitió su voto, nada más. Fue menos de un segundo, jamás dudó, no parpadeó cuando una palabra suya bastó para sentenciar a muerte a quién sabe cuántas personas. – confesó, llevándose la copa a los labios y dandole un sorbo a su trago – Dios sabe que yo no tengo derecho a juzgarlo, ¿sabía usted que fue mi recurso de amparo el que impidió que miles de mujeres en la República Democrática del Congo tuvieran acceso a mejores condiciones sanitarias? Todo porque creí que la ONU podía retomar el control del tráfico de armas en la región, sólo para que Hezbollah asesinase pueblos enteros para probarme cuan equivocada estaba.

 

Amanda suspiró. Hacía tiempo que no había sido así de honesta con alguien, así de vulnerable. Para serse franca, no podía creer que de todas las personas a las que podría haberle contado eso, fuera Jones quien estuviera del otro lado escuchándola.

 

Mi punto es, señor Jones, que usted y yo no somos tan diferentes... somos políticos, como usted dijo. – una sonrisa se dibujó en el rostro de la mujer quien, en ningún momento, le quitó los ojos de encima. – Tiene mis disculpas y, en cierta forma, mi admiración. Válgame Dios si usted es igual de expeditivo con otras cosas. – ese último comentario, y el guiño de ojos que lo acompañó, eran obra de su ebriedad. Amanda, sin embargo, estaba orgullosa de sí misma y sin desdibujar la sonrisa de su rostro dejó que su mirada se perdiese.

 

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El umbral de un sueño que se sienta distante en la palpitación de una inquietud que somete al corazón a la necesidad incandescente de llegar a él. Tomar los hilos del destino y jugar a ser dios ¿quién diría que alguna vez fuera posible? Alguien alguna vez lo intentó y hoy yace en el séptimo círculo del infierno ¿podemos culparlo? Grindelwald alguna vez emprendió el camino que la oscura bruja transitaba, solo era cuestión de esperar ¿terminaría con los hilos entrelazados en sus dedos o estrangulando su cuello?

 

Sin embargo había quienes dirigían aquel circo y la bruja lo sabía muy bien. Su posición neutral ante el ojo muggle la había sentado en importantes mesas de análisis y en cócteles presidenciales. Incluso había sido invitada a cenas del G20 por parte del gobierno Francés. La periodista había visto cómo los poderosos tomaban esos hilos y dirigían el mundo a su antojo, le daba náuseas saber que el destino de muchos dependía del humor de unos pocos.

 

¿Por cuánto tiempo?

 

Se preguntaba en las frías y solitarias noches en que su despacho era su alcoba y su computadora la almohada donde las ideas fluían y los artículos nacían al día siguiente.

 

¿Por cuanto tiempo vamos a resistir?

 

...

 

Eros Triviani había presenciado la reunión oficial de la ONU, con un cartel con la palabra PRENSA que colgaba de su cuello como miembro del POLITIKE, diario donde el mago trabajaba simulando ser muggle a ojos de ingenuos.

 

El Triviani esperó a que la Asamblea Extraordinaria de la Organización de Naciones Unidas terminara y se encaminó hacia el bar del hotel donde se había llevado a cabo. Observó con detenimiento como representatnes de la asamblea se encontraban distendidos, conversando en aquel sitio. Como si no les impotara que la decisión que habían tomado abrasaría con la vida de cientos de magos... magos más poderosos que ellos.

 

El oscuro mago se acercó lentamente al lugar donde la coordinadora de la asamblea se encontraba junto con el viejo de Jones, quienes parecían tener una interesante charla. El Triviani conocía la postura de Hookstraken respecto a la magia y Jones había dejado en claro la suya con su voto. Verlos charlando de forma amena ante tan diversas posiciones conmocionó al mago.

 

La Gryffindor tenía razón, pensó, toman una decisión que afecta la vida de millones y luego se divierten bebiendo margaritas.

 

Indignado, el mago se acercó a la pareja interponiéndose entre ellos, les regaló una ancha sonrisa al ver sus sorpresivos rostros y sacó la varita que llevaba en el saco, apoyó la punta sobre la mesa y murmuró:

-Bombarda- la mesa al igual que las copas allí dispuestas estallaron en desazos.

Tras unos segundos de conmoción, el griterío se hizo presente, personas corriendo de un lado a otro, y los rostros de Jones y Hookstraken estaban con severos cortes donde la sangre brotaba a borbotones.

 

-¿Es divertido jugar a ser dios?- dijo el mago apoyando una mano en el hombro del caballero y otra en el hombro de la señora -Permítanme ver qué se siente.

---

Shelle Gryffindor esperaba paciente frente a la tumba de los Riddle, con la máscara de hueso sobre su rostro y la marca ardiendo en su cuello.

Si su empleado había hecho las cosas bien, pronto aparecería con al menos un integrante de la asamblea y la verdadera guerra daría inicio.

Off: vine a dar amorsh

@@Nate Weasley @ @mortifagos interesados...


Editado por Shelle Dumbledore B.L

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Roman Jones

 

Jones quedó en completo silencio cuando la bruja le reprochó su escueta decisión en la asamblea de la que habían participado hace un par de horas. Casi pudo sentir la presencia de Marina, su difunta mujer, quien en más de alguna oportunidad le había desaprobado las acciones políticamente correctas que había tomado a lo largo de su carrera. Pero sonrió, regaló una ligera sonrisa a Amanda cuando volvió a prestarle atención; sin saberlo, había concordado justamente en su propia declaración, corroborando una vez más que Amanda Hookstraten era tan política como él.

 

-Son nuestras decisiones las que controlan el diario vivir, Amanda. Alguien tiene que llevarse el peso de ello y creo sinceramente, que nacimos para ello. Somos mártires de la humanidad, de otra manera, ¿cómo explicar los vicios?...- bromeó tan intelectual como aburrido. Y es que el viejo Roman Jones, no era más que un anciano que había cumplido con el sueño americano aparte de ser una eminencia en su profesión. Dio una calada al cigarrillo y lo apagó en el cenicero mientras su teléfono celular comenzaba a vibrar.

 

Sacó sus anteojos y se los puso con sumo cuidado, elevando modestamente la diestra sobre la barra para que la mujer le permitiese contestar- meras conductas que bordeaban la inercia de la buena educación-. Sus ojos se abrieron de par en par cuando la pantalla del móvil se reflejó en el cristal de sus lentes. El mensaje era preciso y conciso: La asamblea había sido presenciada por infiltrados mágicos... ¿habrían éstos, alertado a los suyos?...

 

Elevando la celestina mirada hacia la comisionada de los derechos humanos, se percató de que un hombre se les había acercado lo suficiente como para tener el tiempo de dar aviso a las autoridades competentes. Observó la vara de madera y sin segundos para reaccionar, sintió como salía expulsado varios metros de la barra luego de que la misma fuese explosionada. Sus lentes se había trizado tras caer a unos metros más allá de él, la gente corría de un lugar a otro, la alarma del local sonaba y la red de protección contra incendios humedeció toda la estancia. El smartphone de Roman vibraba en su diestra mientras él solo intentaba enfocar el techo al mismo tiempo que se quejaba de una astilla de madera clavada a un costado del torso...moriría sin duda alguna.

 

La última notificación en el teléfono celular de Roman Jones, era un mensaje de uno de sus hijos. Los alistaban para la guerra y, así como él y los suyos, otros atentados dirigidos por las nuevas alianzas mágicas que se habían levantado contra el Inquisidor, se daban en distintas partes del mundo. ¿Qué depararía el futuro?

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Amanda Hookstraten

Amanda falleció varios segundos antes que Roman. Bastó que uno de los trozos astillados de la mesa que aquel mago voló en pedazos se alojara en su cuello para proferirle un corte letal en su arteria carótida; luego la biología hizo lo demás. Los chorros de sangre que pulsaban fuera de su torrente sanguíneo causaron que su presión arterial descendiese estrepitosamente y, tras tan solo unos segundos de intenso malestar, perdió la consciencia y se precipitó hacia atrás, su cabeza golpeando contra el suelo y generándole el trauma craneoencefálico que acabaría con su vida. Sus ojos miraban el techo, perdidos en un punto inexistente, mientras a tan sólo unos metros de ella Roman Jones tomaba sus últimas bocanadas de aire.

 

Por muchos años luego de aquel día, varios historiadores teorizarían que fue en realidad bastante insensato llevar a cabo aquella Asamblea. El problema, argumentarían, no estaba precisamente en el tema a tratar pues este probaría – luego de la guerra entre magos y muggles que estaba a punto de acontecer – ser relevante y necesario, sino en la presencialidad de la misma. Quizá hubiese sido más sensato llevarla a cabo de manera virtual, limitando casi por completo el acceso de los magos a ella dado que, los historiadores pensaban, estos no eran precisamente duchos en el manejo de la tecnología. Ninguno de aquellos literarios, sin embargo, sería capaz de precisar los detalles de aquella infiltración.

 

Durante los días que sucederían a aquel ataque, diarios, revistas y cadenas radiales y televisivas de todo el mundo calificarían el hecho como un atentado terrorista, y sin embargo se encontrarían con que éste era insólito no sólo porque los perpetradores tenían poderes que ellos ni siquiera podían soñar con controlar, sino también porque era el primer atentado cuyas motivaciones no estaban basadas en raza, religión, nacionalidad o afiliación política. De cualquier manera, el efecto sobre los gobiernos muggles no sería menos categórico que cualquier otro, y muy rápidamente distintas naciones a lo largo del globo establecieron canales de comunicación (bastante oxidados hasta entonces) para surcar diferencias y unirse contra su nuevo enemigo.

 

Estados Unidos y Rusia dejarían atrás su historia y, junto con Irán, montarían un armamento nuclear con potencial de convertir el planeta tierra en un vertedero radioactivo. La FEMA de Estados Unidos convocaría a un voluntariado masivo que reclutaría cientos de miles de estadounidenses, canadienses y mexicanos a trabajar para la Armada y la Interpol, desplegando un extraordinario número de armas de toda clase en tiempo récord. Latinoamérica, hasta entonces una porción de tierra diezmada económicamente y ninguneada por las primeras potencias mundiales, se convertiría en el centro de operaciones de inteligencia luego de que el entonces presidente de la República Federativa de Brasil, Jair Bolsonaro, hiciese un llamado a todas las agencias nacionales de inteligencia a aunar información sobre los magos y brujas para así dirimir la inminente amenaza.

 

El obrar y la logística de los magos sería relatado con diversos niveles de veracidad por historiadores muggles pero todos ellos concurrirían en un sencillo detalle: aquella noche marcaría el comienzo del primer conflicto civil a escala mundial en la historia moderna.

 

**

 

Off: amé *-* (y flasheé en consecuencia) xD

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Días después del atentado

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Estados Unidos - Rueda de Prensa

Uno de los sobreviviente de ese atentado fue Luxure, el diplomático egipcio, quien no había aparecido en público por mucho tiempo. Ahora, se comenzaba a dar declaraciones públicas, y producto a ese incidente y un incendio creado por él, con la intención de cubrir las huellas que había ocurrido por parte de Luxure, y así eliminar a los integrantes de la ONU. En ese rostro se notaba una clara quemadura en el rostro, en su brazo izquierdo y un bastón de caoba que lo ayudaba a caminar. Este comienza a dar su voz.

 

-Hoy seguimos llorando Amanda Hookstraten y a otros tantos que fallecieron ese terrible día.- su voz se quebranta. -Y por ello, hoy nos encontramos reunidos para honrar a esos héroes, decir al mundo que no tenemos miedo, y que vamos hacer justicia. Su voz no podía seguir, por lo que bajando la mirada. -Lo lamento pero no puedo continuar. En ello, toma la palabra otro integrante de la ONU. Este dignatario se da vuelta y regresa a su asiento, en ese lugar destinado para que pudiera atender a las preguntas.

Sin embargo, en ese salón de aquel hotel, cuyo nombre nunca se reveló al público, para resguardar la seguridad de los presentes y sólo la prensa tenía acceso, entre ellos una mágica infiltrada por el egipcio, para así dar noticias al mundo mágico, infiltrado y mantenido un voto de no violencia, de una posición de perdón. Esa paz que muchos líderes religiosos apoyaba. Y quizás por ello lo mantenía, a pesar de esas terribles señas visibles, parecía que el egipcio se encontraba tramando algo, ésto sólo podía conocer a plenitud el Inquisidor, su aliado en ese combate en compañía del Santo. Y para muchos este era un Redentis, otro como un soldado más del Santo, muchos desconocía que también era el Titiritero el oscuro mago contrabandista, mercenario y cruel asesino.

No obstante, este espero que Danny Lestrange pudiera cubrir la noticia, dar al mundo ese avance sobre la realidad, de esa guerra que cada día era más notoria, y cuyo hilos en la sombra se encontraba orquestado división, incertidumbre y sobre todo un plan secreto que pronto sería revelado, haciendo caer la máscara de más de uno, donde magos y muggles se enfrentaría al fin, algo que antes no se había visto. Ya que ahora tenían un arma para combatir.

 

Recuerdo del día del atentado

 

Luego de la explosión, Luxure planeo la muerte de los demás integrantes de la ONU, por eso, uso varios encantamientos para dormir a los presentes, y ya allí, lanza varios hechizos incendiarios, para así fulminar a esas escorias, dándole al mundo una escusa, estos morían, en caso que no sean magos, por lo que pronto que se asegura que cada puerta, ventana estaría sellada, se marcha tras un portal. Por tal motivo, solo los magos o brujas presentes podrían sobrevivir.

Editado por Azrael Licaón

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