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El Bosque de los Tres Espíritus


Ellie Moody
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El Bosque

de los Tres Espíritus

Never trust the storyteller.

Only trust the story.

Sé que piensan que no hay ninguna razón lógica para realizar este viaje. Quizás tengan razón. Pero si algo he aprendido luego de tantos años, luego de tantas aventuras y desventuras, es que a veces hay que seguir las corazonadas y tomar riesgos. Y, ¿de verdad se atreven a decirme que no tienen el presentimiento de que encontraremos algo? Sé que también lo sienten, puedo verlo.

No fue una Visión, no fue una visualización del futuro. Pero, en definitiva, mi Ojo Interior me permitió vislumbrar algo importante.

Cuando abrí los ojos, estaba en lo que sólo puedo denominar un bosque encantado. No estaba marcado en ningún mapa, creo que ni siquiera estaba en este plano. Estaba perdida, pero fui encontrada. Se aparecieron frente a mi... Los vi, aunque ya no recuerdo qué fue lo que vi. Pero tengo grabado el nombre que me susurraron: los Tres Espíritus. Querían mostrarme algo y yo quería descubrir qué era, pero entendí que no me correspondía. No existe el mago o la bruja que pueda emprender ese viaje por sí solo, pues no existe ninguno que tenga las tres energías en su interior.

Por eso, deben ir juntos. Deben encontrar el Bosque de los Tres Espíritus y averiguar qué quieren mostrarles. Tengo el presentimiento de que es algo de vital importancia para la Orden del Fénix.




~ La Sibila

 

◬ ◬ ◬

La Sibila es quien les asigna esta misión de los miembros de la Orden del Fénix. ¿Se embarcarán en un viaje sin ninguna pista, más que los sueños de una vieja loca? ¿Están dispuestos? ¿Cómo y dónde pueden comenzar a buscar aquel supuesto bosque?




Participantes de la Misión

Orden de Avalon

@@Xell Vladimir Potter Black ~ Conexión espiritual

Orden de la Mano de Plata

@ ~ Herrería Sagrada

Orden Oscura

@ ~ Control de Energía Psíquica

@@Darla Potter Black ~ Magia Elemental Oscura

Henos aquí xD

Bueno, en esta oportunidad iremos por un lado más fantasioso, surreal... con muchísimo espacio para explorar la naturaleza de cada clan. Como pueden ver, esta introducción es una especie de monólogo o discurso que le da La Sibila (un simple recurso para arrancar el rol) a los participantes de la misión. El rol comenzará con los participantes buscando el supuesto Bosque de los Tres Espíritus, sin saber si es real o no, incluso pueden plantear sus dudas o, por el contrario, su total confianza al sueño de la Sibila. Recuerden que no hay una forma correcta de enfrentarse a la misión, la idea es que sean totalmente leales al perfil de sus personajes y encajar el perfil de su clan en ellos.

Pensé en dejarles más pistas e incluso varias opciones, pero creo que es más divertido que lean con atención y busquen una forma de relacionar la idea que les ocurra a su personaje con algo que haya mencionado la Sibila. Hay muchas posibilidades, no importa que sea algo medio loco o surreal, total eso lo hace más divertido. Aunque, bueno, recuerden leerse a sí mismos y respetar los aportes de cada quien para tener un rol ameno.

Por último, les dejo los links de importancia acerca del funcionamiento de las misiones y los clanes, sería bueno que les echen un vistazo.


+Ver más sobre el funcionamiento de las misiones de clanes
+Ver más sobre los clanes de la Orden del Fénix
+Línea cronológica de la Orden del Fénix

Editado por Ellie Moody

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Scarlet Akane

 

Estaban en la cocina de Grimmauld Place, se había pasado toda la noche buscando en la biblioteca del lugar sin mucha suerte. Tenía aún la ropa del día anterior, una camisa blanca y unos jeans, llevaba soquetes y había dejado al otro lado de la sala los borcegos que se había quitado hacía varias horas ya.

 

Scarlet se concentró en recordar cada palabra que la Sibila les había contado. Su relato era algo así como el de los sueños que tienes en ese punto del anochecer en el que estás dormido pero no estás seguro si aún estás despierto. Como cuando alguien hace su guardia en el silencio de la fortaleza y por unos momentos cierras los ojos y ya no sabe si es el viento el que lo roza o alguien acaricia tu cabeza.

 

¿En verdad no había sido una visión? Pero qué es lo que la mujer había visto entonces, su ojo interior, frunció el ceño, ella jamás había creído en esas cosas, nunca había conocido a Trelawney y aunque en los recuerdos de Darla había encontrado el uso de un brebaje para conocer multiversos pero nada más. Y lo peor de todo, es que la vieja tenía razón, ella sentía que aquel viaje debía hacerlo, no le importaba si nadie más la quería acompañar pero si había alguien más con ella sería mejor. Suspiró dejando que los recuerdos fluyeran, los bosques siempre producían ese humor en ella. Levantó la vista y observó al resto.

 

—¿Y bien? Estoy dispuesta a ir, pero ella dijo que no puede ir uno solo ¿quién quiere venir conmigo? —a la Akane no le gustaba la idea de no ir sola, pero si era por la Orden, por aquello que les querían enseñar que era importante para ella, no quedaba de otra, la promesa la obligaba. La maldita promesa ¿cuándo acabaría? Además, ella no quería dirigir esa expedición, esperaba que alguno de los altos rangos del bando o del clan les acompañara.

 

—Hay un bosque de madera —sonaba est****o lo sabía pero le costaba encontrar las palabras exactas para lo que veía en su memoria —un bosque que era importante para los miembros de la Orden del Fénix —intentaba que la Potter Black le brindara los recuerdos pero de pronto supo por qué, no era que ella se los negara, se los habían borrado cuando había abandonado el bando, siete años atrás. Maldita sea.

 

—El bosque del cuerno perdido —susurró mientras su mirada se perdía en el vacío, era muy difícil intentar reparar lo que había sido dañado pero no era imposible. Suspiró.

 

—¿Por dónde empezamos? —preguntó a nadie en particular.

Editado por Darla Potter Black
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Las palabras de Sibila aún resonaban en su cabeza, con una finalidad impropia del mensaje que implicaban. Llevaban horas, todos allí, discutiendo el tema: analizando todas y cada una de las vertientes posibles del relato, re-estructurándolo, traduciéndolo, tratando de dilucidar alguna pista o secreto escondido en el mensaje que estuviese fuera del nivel más básico de percepción. Y sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos; a pesar del hecho de que varios de ellos estaban allí intentando exprimir sus cerebros en busca de alguna solución, aún no habían llegado a nada. Hacía ya rato que el proceso se le había hecho frustrante, y ahora le tomaba gran parte de su energía quedándose callado cuando alguien sugería algo que ya había sido discutido – generalmente en más de una oportunidad – en el transcurso de las horas pasadas.

 

De hecho, no estaba seguro de qué era lo que lo fijaba a aquel lugar. No tenía una razón o excusa clara para quedarse, más que la convicción absoluta e inamovible de que debía estar allí y llegar al final de aquel misterio. Ese mensaje estaba impreso en su interior, junto con la certeza infinita de que llegar al fondo de aquel misterio era de capital importancia para la Orden del Fénix: después de todo, el mensaje de Sibila tenía no una sino varios elementos que daban cuenta de su alianza para con el Bando, en primer y para nada menoscabado lugar el hecho de que venía de nada más y nada menos que ella, por demás excéntrica y socialmente incompetente, pero infranqueable en su lealtad para con la Orden.

 

Nathan suspiró tras oír las palabras de Scarlet: no quería hacer un resumen del análisis nuevamente, pero de hecho aquello era lo único que le permitía mantener un poco de claridad sobre sus ideas. La pelirroja había mencionado al antiguo Bosque del Cuerno Perdido, del cual había escuchado hablar hacía años, pero sin poseer ningún dato o referencia que pudieran capitalizar en pos de su búsqueda.

 

No existe mago o bruja que pueda emprender el viaje por sí solo, pues no existe ninguno que tenga las tres energías en su interior. – murmuró el Weasley, entreteniéndose con una cuchara con la cual dibujaba círculos sobre la superficie de su café ya frío – Es una clara alusión a nuestros clanes, y ya sabemos que sí o sí uno de cada uno de ellos debe participar de esta búsqueda. Cuentas conmigo, Scarlet, pero aún así necesitamos a alguien de los otros dos.

 

Los clanes eran quizá la faceta más reciente, y por seguro menos desarrollada, dentro de su historia en la Orden del Fénix. Algo a lo que antes no había prestado atención, principalmente por una falta de sentido de pertenencia, hasta que la Orden Oscura emitió su llamado; desde entonces, gran parte de las cosas en su vida habían adquirido otra perspectiva, que sino más reconfortante, era nueva y fresca en todo sentido. Sin embargo, tanto él como la Akane tenían su templo en la Fortaleza Oscura; necesitaban, inevitablemente, del resto de ellos.

 

¿Qué propósito cumplía el Bosque ese para con la Orden? Quizá eso nos oriente hacia donde mirar.

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Tomaba un espeso café, intenso, cremoso, amargo, como me gustan, cuando me quedé con la mano en alto, congelada, mirando lo que se abría delante de mí. No era la cocina de Grimmault Place donde nos habíamos reunidos varios miembros de la Orden, era... Era un mundo de verde exuberante, creciente, animado, árboles gigantes de flores que irradiaban luz, de animales escondidos entre las hierbas, de peligros, de vida... El sonido de un cuerno sonaba en todo el lugar como un eco que perduraba y perduraba, llamando a alguien, llamándome, llamándonos... Cuando me quedé sin aire y los pulmones parecieron explotar, respiré de prisa y la visión desapareció. ¿Fue una visión o una falta de sueño? No estaba segura.

 

Fue cuanto oí a Scarlet, la chica pelirroja, preguntar sobre quién iba con ella. Al principio, no contesté. No sabía a qué se refería. Cuando habló de un bosque de madera, me entró un escalofrío; cuando dijo que era un bosque importante para los miembros de la Orden, temblé con más fuerza porque descubrí que ese era el bosque que nos llamaba en mi visión. Cuando le llamó el bosque del cuerno perdido supe que no había confusión posible: era mi bosque soñado o visionado o como pudiéramos llamar a aquel segundo de aturdimiento con el café en la mano.

 

- Cuenta conmigo - dije muy flojito, sin beber la taza. Tenía la sensación que ahora estaría helado, como yo misma.

 

Aún temblaba por el hecho que todos los presentes hubiéramos tenido la misma visión, o parecida. Nathan también estaba presente y él también pensaba lo mismo. Aunque él incluyó otro factor, se necesitaban miembros de los tres clanes para iniciar la búsqueda. Tomé aire con fuerza y ahora hablé un poco más fuerte.

 

- Contar conmigo. Soy sacerdotisa, del Clan de Avalon... - No les dije que era novata, que apenas tenía conocimientos prácticos de los hechizos que había memorizado de las crónicas escritas y que no sabía si sería de ayuda. Si hubiera con nosotros alguien más preparado del clan, como la Tía Cye o la Tía Sagitas... - Intentaré ayudar en todo lo posible.

 

Volví a pensar en el Bosque del Cuerno. No sabía nada de él, referencias antiguas y risillas en comentarios de taberna, nada más.

 

- ¿No era un bosque en el que se perdió un cuerno y...? No lo recuerdo, sé que lo he oído en algún sitio, pero...

 

Me sentí inútil, no recordaba nada de aquello y parecía importante para nosotros en aquel momento.

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Scarlet Akane

 

La pelirroja se dejó caer en la silla con un suspiro, Nathan tenía razón, ella podía ayudarle a utilizar su magia de la Orden Oscura, pero lograr purificar algo como lo hacían los sacerdotes, o manejar como lo había hecho Vera, la paladín la electricidad de los rayos y hasta quizás el poder el trueno, no. Sus ojos se volvieron oscuros mientras pensaba y se concentraba en lo que ella y Nathan podían hacer, podía guiarlo en el control de la energía psíquica, enseñarle como poseer algo o a alguien, como invocar en el futuro los fantasmas para que les ayudasen, pero él tenía razón.

 

La voz de Xell interrumpió sus pensamientos, la bruja levantó la vista mientras sus ojos pasaban del negro al verde esmeralda y nuevamente al castaño natural.

 

—Gracias Xell —dijo la bruja y miró alrededor de la sala, buscando o esperando, solo les faltaba un paladín.

 

—No logro recordar, no logro que mi mente traiga más de lo que he dicho, creo que he sido más incoherente aún que la Sibila, pero algo me dice que sí podemos confiar. El Templo Blanco estaba en las cercanías de un bosque, pero no sé, hace tantos años… —no tenía idea de cuándo había estado por allí por última vez y debía reconocerlo, no sabía si Darla lo había buscado en el último tiempo, pero sí que le había traído a la memoria la estatuas de los ex líderes, su abuela Antara y el que fuera un tiempo su pareja, Alexandre. Eso es prehistoria, se dijo a sí misma y volvió a ponerse de pie dirigiéndose en busca de su calzado.

 

—Venga, que no tenemos toda la vida, ¿quién o quiénes son los paladines que se ofrecen a acompañarnos? —no quería mover aquello por su cuenta, cerró los ojos y se concentró y extendió su mano, pensando Maledicō, extendió su mano y pensó en el arma que quería invocar, si hubiera sido Darla seguramente hubiera aparecido una scythe pero Scarlet era levemente distinta a la bruja, el arma demoró en materializarse, insegura de lo que podía o quería hacer hasta que un hacha apareció en su mano por unos minutos, la vampiresa sintió su conexión con ella y cuando estuvo segura de que podría dominarla golpeó con el mango el suelo y la desmaterializó, ya tendría tiempo de utilizarla si hacía falta.

 

Como si despertara de un trance miró a sus compañeros y se encogió de hombros mientras murmuraba.

 

—¿Qué? Necesitaba estar segura, voy a buscar mis cosas —y fue a traer de su cuarto lo que llevaría en el viaje. Aunque aún no sabía bien a dónde demonios irían.

Editado por Darla Potter Black
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—Tobías ¿qué haces aquí?

Mel recoge al sapo del suelo y lo observa asombrada. Sabe que su propietaria, Bea, no sería capaz de abandonarla, así que supone que debe andar cerca pero de todos modos se alarma. Lo deja poco más allá, cerca de la cocina, donde podría tiene más posibilidad de encontrar bichos de los cuales alimentarse. Suspira y retorna al punto de reunión.

Los miembros de La Orden allí reunidos se miran los unos a los otros, sentados cerca, en muebles mullidos y deteriorados. En su mente, Mel no está del todo allí todavía; ni siquiera Tobías había sido capaz de sacarla de sus recientes preocupaciones: olor a tierra húmeda, a pasto, el sonido del agua corriendo. Todas esas imágenes del bosque, que todavía mantiene en su cabeza como si estuviera percibiéndolo con suma claridad con sus sentidos potenciados por la licantropía. Su naricilla se agita husmeando el aire, como si fuese capaz de encontrar en él esos aromas recordados. Sin darse cuenta, su cuerpo se encoge un poco, preparándose para partir a la carrera; luego vuelve en sí y se deja caer sobre el sillón con pesadez.

Más allá de sus ensoñaciones, no está segura de que ella cuente como paladina, a propósito de las conversaciones que van y vienen. Desearía poder consultarlo con su prima pero ella no había recibido el llamado de los paladines. De hecho, ella misma no está segura de que todas esas visiones y sueños y el templo, las forjas y los blancos de práctica fueran del todo reales. Todavía le cuesta creer, cuando un paladín le dice que esa energía también puede existir en su interior, que tiene el potencial de lograr toda esa magia y esas habilidades si se lo propone.

Para Mel, la vida es simple. La casa en Luss es cómoda, los encargos disparatados encomendadas por Richard, interesantes. Los Moody le aportan tanto un ingreso que se gana de forma digna como un alivio. Intenta no pensar en misiones mientras come un poco de tarta de limón, intenta no rememorar la voz de la mujer a quienes ellos llaman la Sibila. Sus ojos, enormes, casi desmesurados cuando se sorprende o presta atención, se enfocan en cada uno de los que se refieren a la "misión". Pestañea un par de veces sin estar segura y luego mira hacia el suelo con la tarta todavía a medio comer, en su mano. Echa un vistazo al morral que descansa a su lado: ella cuenta como paladín, supone, cuando empiezan a cuestionar y preguntar por uno cada vez más y más.

—Bueno, se supone que yo...

El croar de Tobías la distrae pero se aclara la garganta, baja el pastelillo decidiéndose a hablar y repite un poco más fuerte:

—Yo, se supone que fui llamada por Mjölnir.

Espera que sus palabras tengan alguna clase de efecto pero, al no estar segura de que sea así, aclara.

—Es decir, que formo parte de los paladines...

Quiere añadir un "¿eso les sirve?" pero se contiene de hacerlo justo a tiempo. En lugar de eso, mira su pastelillo antes de echarle el último mordisco y se limpia las migajas sacudiendo la mano. Lo que acaban de decir ¿significa que si están todos allí reunidos habrán de partir milagrosamente? Parece poco probable pero Mel tampoco se siente en confianza como para vocearlo, dado que no conoce mucho a prácticamente ninguno.

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Madeleine escucha, en silencio. Después de la serie de eventos desafortunados que fue la misión anterior, tomó la decisión de mantenerse sólo un poco más cerca. No es que el grupo le hubiera fallado a la Orden del Fénix; de alguna forma lograron conseguir los cuernos de unicornio que requería Reuben Athens e, indirectamente, acabaron con una pandilla de tráfico y explotación de criaturas mágicas. El hombre los recibió con cierta vergüenza en su negocio, lamentándose por haberlos metido en tal enredo pero las asperezas fueron limadas. Por supuesto, cumplió con su promesa e incluso hizo una donación que superaba su propuesta inicial, muy probablemente a modo de disculpa. Las pociones y suplementos de primeros auxilios e incluso de medimagia más avanzada fueron llevados refugios de magos y muggles, clínicas clandestinas y zonas en conflicto en Gran Bretaña y los Estados Unidos de América, los lugares donde se concentran la mayor cantidad de integrantes de la Orden del Fénix. El recuerdo la hace sonreír levemente, pero eso no borra el hecho de que la situación se le salió de las manos. Cualquiera pensaría que los envió adrede a una misión tan peligrosa y problemática...

 

«Maldición, estoy segura de que lo piensan», se lamenta internamente. Normalmente no le preocupan las ideas preconcebidas que las personas se hacen acerca de ella, pero hay algo diferente cuando se trata de quiénes deben confiar en ella —y en quiénes debe confiar—; ahí, no hay lugar para permitirles tener la peor imagen posible de ella. Hay cosas que no puede cambiar de sí misma, después de todo es una mujer de carácter amargado y tosco, pero cuando se trata de la Orden del Fénix es alguien de fiar y alguien con quien se puede contar. En pocas palabras, por eso está ahí: para demostrarles que es más que una bruja que asigna misiones, que pueden contar con ella.

 

Ella trajo a la Sibila y les hizo oír sus palabras. Quizás pudo encajonar la misión; después de todo, a simple vista, no parecía una cuestión de vida o muerte. No obstante, sabe que entre los presentes hay quiénes están buscando su camino dentro de la Orden... y quizás aquella misión les pueda servir para aclarar su mente y, quizá, descubrir algo de sí mismos que no conocían. Una pequeña parte de ella está verdaderamente intrigada, pero a pesar de haber visitado al arcano Sajag en busca de iluminación, no es de quiénes cree en adivinos y oráculos sólo porque sí. Para ella, todo debe tratarse de una vieja leyenda, de un cuento pasado de boca en boca en la Orden. Pero, claro, eso no significa que vaya a tratarse de un viaje sin importancia.

 

Se sorprende de escuchar que Melrose se declara paladina, pues se le hace difícil imaginar a alguien de su familia con la suficiente rectitud para sentir afinidad por la Magia Sagrada y, más impresionante todavía, ser convocado por Mjölnir, la reliquia de los paladines y el objeto legendario que sella su pacto con Thor. Sin embargo, sonríe levemente y al acercarse hacia el grupo, saluda a su prima con un leve apretón en el hombro, aunque no le dice nada especial a ella.

 

—Bueno, ya tienen por lo menos a uno de cada uno —musita Madeleine, apartando las ligeras sombras con las que había disimulado su estancia en la habitación. Como de costumbre, está vestida con ropas oscuras y una larga capa de viaje. Al comenzar a hablar, se quita la capucha para revelar su rostro austero, manchado de cicatrices y con ojos llenos de vitalidad. Su voz es ronca y en ella se percibe su acento escocés. Ella también tuvo la sensación de que el tema de los Tres Espíritus podía hacer referencia a los tres clanes de la Orden del Fénix, pero era mejor que los demás llegaran a la misma conclusión sin ella mencionar nada; aquello podía ser una buena señal.

 

»No sé cuál bosque podría ser el que vio la Sibila o dónde está, pero el bosque del que estaban hablando es el Bosque del Cuerno de Madera. Estaba en los antiguos terrenos de la Orden del Fénix, pero no tengo mucha más información. Sin embargo, si es a allí donde quieren dirigirse, hay una manera.

 

Madeleine se acerca a un librero, donde hay bitácoras y registros relacionados con el bando. Ya que están en uno de los cuarteles de la Orden, es natural que haya información de la organización. Aparta varios libros y diarios, hasta que encuentra un gran rollo de pergamino, que tiene el aspecto de haber sido desenrollado recientemente; se trata de un mapa, que actualmente sólo se usa más para investigación que para otra cosa, ya que los puntos de reunión y entrenamiento han cambiado. Sin embargo, los lugares antiguos existen, sólo accesibles para los miembros de la Orden del Fénix. Recientemente ella misma estuvo en las Ruinas de Abaddon, ubicadas también en los terrenos, razón por la cual el mapa fue usado hace poco.

 

—Aquí están marcados los Terrenos de la Orden del Fénix —explica Madeleine, suponiendo que Nathan podría reconocer el mapa, ya que fue quien lideró la reciente incursión a Abaddon—. Aunque están en desuso todavía están protegidos por nuestra magia, pero creo que todos deberíamos ser capaces de aparecer o abrir un portal hacia allá. Así que, si es allí donde piensan comenzar la búsqueda, no debería ser difícil llegar.

 

Pero, claro, todo depende de ellos. Una vez más Madeleine escucha, en silencio.

 

@@Darla Potter Black @ @@Xell Vladimir Potter Black @

Editado por Ellie Moody

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Es increíble cuan en silencio puede escabullirse. Mel pega un respingo que intenta disimular, pensando en que para un licántropo es un poco vergonzoso andar tan distraído, al punto de no notar la presencia de Madeleine. No la percibe, si no hasta que ya es bastante obvio.

 

Nunca es capaz de adivinar qué es lo que puede estar pasando por su cabeza así que solo hace lo que Richard siempre le aconseja: "cierra tu mente, no la dejes entrar". No por ella, si no por los secretos que guarda para él. Es una sensación un poco extraña, porque personalmente la bruja le parece alguien agradable. Aún con todas esas cicatrices y su aspecto siempre hosco, la ha visto servirse buenas porciones de papas en Luss y también practicar hechizos. Es buena con las criaturas, cuando cree que nadie la está observando. Es solo que al igual que Mel, solo habla cuando lo considera necesario. Es una pena que su relación con Richard sea algo tensa a pesar de ser familia.

 

¿Será cierto que las palabras de "la sibila" están vinculadas a los tres clanes de La Orden del Fénix? Todos parecen creerlo. Mel va a la cocina a servirse un poco de zumo de calabaza y retorna cuando Madeleine está mencionando algo llamado "El Bosque del cuerno de Madera". Tiene la vaga impresión de haberlo oído antes, de boca de Catherine tal vez pero no lo suficiente como para opinar al respecto. Mel bebe su zumo sin hacer ruido mientras la bruja se ocupa de buscar algo, se sienta al borde del mueble y luego se inclina hacia adelante para echar un vistazo al mapa que Madeleine les muestra.

 

Luego, apura el vaso, lo deja a un lado y alza la varita:

 

—Bueno entonces eso significa que ¿partimos ya?

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El Bosque del Cuerno de Madera.

 

En cuanto Madeleine lo menciona, y por unos cuantos segundos, Nathan es retrotraído hacia la cantidad de veces que visitó el claro en medio de aquel bosque. Un claro hermoso bajo cualquier definición, más cuya significancia iba más allá de la flora que allí había y en cambio estaba definida por el Templo Blanco al cual hospedaba. Desde las últimas transiciones que había hecho la Orden del Fénix, hace ya tiempo que dicho Templo no se utilizaba, más los rumores decían que su magia permanecía quiescente pero a disposición de cualquiera de los miembros que se apareciese para hacer uso de ella. La voz de Madeleine lo devuelve a la realidad y frente a él, sobre la mesa, hay un gran pergamino desplegado que enseña los distintos terrenos de la Orden.

 

En medio de una enorme masa de agua, con un gran signo de pregunta a su lado, yace Abbadon con una ilustración que a duras penas le hace justicia a la edificación real. Nathan supone, al igual que lo hizo la última vez que vio ese mapa semanas atrás, que el signo de pregunta es porque su ubicación es desconocida y rotativa; otro de los efectos colaterales de la magia que habita en ese lugar. Y sin embargo, tanto el Templo Blanco como el Bosque del Cuerno de Madera están en el lugar de siempre: una parte de sí está ansioso de volver allí luego de lo que está seguro son más de tres años, pero por el otro lado no puede evitar la pizca de nostalgia que se aparece para recordarle lo que ese Templo significó en su momento y ahora ya no más: la Orden del Fénix había sufrido mucho en los últimos años, y recuerdos había a mogollón para el que quisiera mirar.

 

Sí. – responde a Mel, quien representará a los paladines en la misión. – Vámonos. – agrega, a continuación.

 

Scarlet ya había vuelto de buscar sus pertenencias, por lo que estaban todos listos para partir. La mujer y él, junto a Madeline, constituirán el frente de la Orden Oscura mientras que Xell lo hará en nombre de la Orden de Avalon. La Sibila fue expresa en sus instrucciones, y era menester que uno de cada uno estuviese presente, y sin embargo Nathan no puede evitar pensar: ¿por qué no somos más? No tiene idea de con qué se encontrarán en el Bosque, pero luego de los sucesos ocurridos en Abbadon tan solo unas semanas atrás, tiene por seguro de que a veces los números extra en las filas hacen la diferencia.

 

Nos vemos allá. – les dice a sus compañeras, unos momentos después, cuando ya se han preparado para marchar a su destino: uno de ellos, no esta seguro quien, abrió el portal en medio de su lugar de reunión mientras Nathan guardaba el mapa en su capa de viaje; quién sabe si les sería de utilidad luego. Tomó una última bocanada de aire para finalmente cerrar los ojos y atravesar el portal rumbo al Templo.

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Scarlet Akane

Se ha demorado, se ha partido al medio, ha regresado y por un momento ha sido consciente del dolor que desgarra el alma de alter ego. Ha estado en la Dumbledore y la ha visto dejar flores, en la tumba nueva y en la antigua. Y ella ha cumplido su palabra. Aunque en realidad Scarlet no está segura, se ha visto con Kimberly y algo han planeado pero ha utilizado la magia que tiene de la Orden Oscura para enviar su sombra mediante un umbra con un pergamino con runas, de alguna manera Darla ha evitado que sepa que decía y ahora está encerrada ella por entero dentro de la oclumancia. ¿Cómo puede ser tan poderosa para encerrar en su mente todo lo que debería tener que compartir con ella? No lo entiende del todo, pero la deja ser, sabe que Kim no le haría daño, es más amiga de ella que lo que puede ser de la Potter Black, a pesar de los años juntas. Y sin embargo le preocupa.

 

Cuando regresa a la sala todo parece estar ya en movimiento. Es como si el tiempo no fuera nada, como si no pasara, como si pudiera vivir dos malditas vidas a la vez. Scarlet observa el mapa y recuerda, ha pasado más de medio año en aquellos terrenos, hace mucho tiempo ya. Las palabras de Melrose la hacen asentir. Sí, es mejor partir antes de que el tiempo acabe. Aunque no está segura a qué se refiere esa idea obsesiva de que el final está cerca.

 

—Fulgura Nox —había sonado la voz luego de que todos estudiaran el mapa de la Orden y sin dudar el compacto grupo había ido cruzando. Era una pena que nadie más se animara a unírseles, solo cuatro, no, cinco miembros recorrerían aquellas tierras.

 

—Nos vemos al otro lado —respondió a Nathan y cruzó, para luego avanzar, con la sangre helada, viendo la edificación a varios metros, estaban en los jardines.

 

Sus ojos observaron con interés las estatuas, las de cada uno de los antiguos líderes. Por poco besa de la de Alexandre una vez… no, esa había sido Darla, la misma que había destrozado la base por no romper la cara de Sakurasukamori, él odiaría que lo llamara así, pero por algo Scarlet estaba allí, por culpa de él, sonrió ante lo que imaginó un guiño del Dumbledore y su corazón se llenó de paz ante la mirada de las dos mujeres, la responsable que Darla fuera de la Orden y su abuela, la sacerdotisa del lago. La fuerza que le transmitían la podía sentir, levantó la cabeza, orgullosa.

 

—Debemos ir allí, al bosque, encontraremos el camino más allá de la última curva antes de salir del terreno —susurró pensativa, tratando de entender qué es lo que había más allá del bosque. ¿Cuánto hacía ya de que ella ¿Helike? Y alguien más habían ido al bosque, siglos, diría ella y sin pensarlo comenzó a avanzar hacia aquel lugar. No quería quedarse cerca del templo, aunque lo había querido evitar había visto su reflejo allí, junto a su tío Príncipe, cuya estatua había evitado mirar, era culpa de él todo lo que había ocurrido después, siempre había sido él.

 

La pelirroja caminaba despacio, intentando centrarse en el poder de la oscuridad que podía manejar. Criaturas de sombras, pensó invocando un par de lobos siberianos que se ubicaron uno a cada lado de la bruja, buscando protegerla. Ahora estaba menos sola, se sentía menos sola, pensó y de pronto lo recordó. No estaba allí para ir sola, debían ir juntos. Se volvió de repente, buscando al resto de sus compañeros, como si hubiera despertado de un trance.

 

—Maldición —murmuró mientras extendía su mano murmurando un —Maledīcō —invocó una vez más el hacha que había aparecido en los cuarteles. Quizás no fuera demasiado tarde.

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