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Prueba del Libro de la Sangre


Bakari
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El trío llegó a destino. Bakari, Ariadna y Hannity se encontraban en las mazmorras donde debían dar con la princesa y regresarla con su padre cuando la emboscada llegó a su punto culmine. Se necesitaron más de quince soldados del Señor de las Montañas para reducir al Guerrero Uzza que con desespero peleó hasta acabar con una mejilla aplanada en el suelo frío y húmedo. Éste miró a sus alumnas como esperando qué éstas hicieran algo al respecto, o quizás sin admitirlo solo estaba preocupado por ellas, después de todo las había arrojado a la boca del lobo sin darse cuenta.


Al parecer el Señor de las Montañas era ávido en la estrategia y el juego, lo supieron de su propia boca cuando él mismo en persona acudió a la captura de sus "muchachos", quería jactarse de poseer, además de una princesa, a dos brujas y un ancestral miembro del pueblo Uzza. Se lo veía jocoso, más poco le duraría.


—Juguemos un juego— Masculló Bakari apretando los dientes, como manotazo de ahogado.


Al Rey Marion quinto, Señor de las Montañas, le brillaron los ojos, hizo un ademán con su dedo anillado y los soldados se hicieron a un lado, cuan ola humana en retroceso, liberando al hombre. El guerrero le propuso que enfrentase a sus alumnas a duelo, y que según quién ganase —él no apostaría por ninguna— los liberaría o podría hacer con los cuatro cuanto quisiera.


Miró, mientras Marion aplaudía, a las mujeres haciendo un asentimiento ligero con la cabeza. Ellas serían la pantalla para que Bakari liberase a la princesa y luego volviese para rematar al alcornoque que estaría entretenido viendo a las brujas batallar.


—¡¡Que comience el duelo!!


Gritó el Señor de las Montañas.



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@

@@Ariadna Macnair Crowley

Editado por Niko Uzumaki
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Aparecieron los tres en las mazmorras y por lo que se veía ya los estaban esperando. La Macnair se admiro de toda la gente que había, en realidad nunca había estado en una batalla real, sabía usar el escudo y la espada porque le enseñaron, pero su educación no fue probada hasta el día de hoy.

 

Varios soldados atacaron al mismo tiempo, más que nada al guerrero y dejaron para después a las chicas. Eso la frustró tanto de quedarse a un lado en la pelea cuando para aquello ellas estaban ahí. Comenzó a pelear con dos de aquellos guerreros con su espada y no pudo escuchar las primeras palabras del guerrero por lo mismo.

 

Hasta que en aquellas palabras, se escuchó la que decía que harían un duelo, y oh sorpresa Hannity y ella tendrían que pelear. La peliazul no había olvidado las palabras del guerrero por lo que se separó de los atacantes y transformando la espada en su daga de sangre tan rápido como pudo para no ser captada con las intenciones.

 

Se movió rápido hacia su compañera y la corto en el brazo con la daga, a partir de ahí ya podían empezar a pelear. Pero trataría de quedarse tan fuera de su alcance como le fuera posible, así no podría usar mucho su daga.

 

—Muy bien, espero que sea un duelo entretenido. Y tener la oportunidad de usar esta bonita daga— comentó admirando la y haciendo mover su varita con la otra mano que le quedaba libre. Antes de que el la tuviera tiempo de pensar en que hacer, la Macnair apunto a su pecho, gritando:

 

—Sectusempra!— el hechizo salio de su varita e impacto de lleno el pecho de la chica, provocando que le salieran llagas sangrantes por todo el cuerpo. Si no las detenía con una curación, podría perder más que sólo el duelo.

 

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De un momento a otro el Señor de las Montañas decidió que el duelo debería ser entre Profesor y Alumna. De un chasquido hizo que sus soldados arrastrasen al Guerrero Uzza al medio del campo de batalla y se llevasen a la segunda bruja que pareció caer en un estado catatónico que no le permitió moverse o articular palabra alguna. Bakari se negó rotundamente, pues el plan se estaría desviando ya que mientras las mujeres peleaban a "muerte" él se escabulliría en búsqueda de la Princesa. Más ahora se encontraba quitándose el peto para que el enfrentamiento fuese al menos mínimamente justo, Ariadna no tenía armadura.

 

—Protego.

 

Murmuró. La muchacha había sido más que predecible, él se sorprendía por que no hubiese comenzado con el tan famoso hechizo que el Libro de la Sangre enseñaba, el que maldecía al rival. Así que decidió enseñarle cómo se creaba una perfecta distracción, al vislumbrar por el rabillo del ojo como los soldados del Señor del Bosque aparecían en escena, muy por detrás del show, como la artillería pesada o el efecto sorpresa. Giró su mano con astucia, la hoja de acero arrancó destellos de la nada y en su hosco rostro se vislumbró una sonrisa, pensó en la Daga del Sacrificio mientras fijaba la vista en Macnair.

 

—...Dañar

 

Argumentó, fuerte y claro. Tomó la daga con ambas manos y usando toda la fuerza y presión que pudo se creó un feo y profundo corte en la mano con que la bruja sostenía su varita, de ese que cortaba piel, carne y músculo. Pero rápidamente conjuró en su mente un Curación para que su propia herida no se infectase. Si la muchacha no se curaba, aquello podría costarle la mano.

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El giro del duelo había cambiado por completo, ni compañera alde quedar paralizada y no responder a ningún estímulo, se decidió rápidamente que el guerrero fuera mi contrincante. Obviamente no estaba familiarizada con los hechizos del libro y eran la primera vez que los probaba, así que cuando el uso la daga para infringirse daño y a ella, sintió un corte profundo. Pensando en el amuleto que llevaba pensó rápidamente en curación para curarse a así misma rapifrápido y seguir con el duelo.

 

Sin pensárselo tanto agarró su daga y la lanzó atinnandole al guerrero, al cual dio un pequeño corte en el brazo derecho y con eso tuvo.

 

—Obedire— gritó haciendo que pudiera controlar sus movimientos si el hechizo funcionaba, y para no dejar algún cabo suelto, también decidió hacer el juramento de sangre, la única desventaja es que ella estaría sujeta a lo mismo.

 

—Yo juro dejar de defenderme— si funcionaba ninguno de los dos podría defenderse en algunos turnos, así podrían terminar el duelo más rápido. E irse a rescatar a la princesa, para poder llevarla con el rey.

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