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25 de noviembre: Stea Umbra


Adrian Wild
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Ópera de Sídney, Australia

25 de noviembre, 21:33h

 

 

¡SON MAGOS!

 

Me levanté de la butaca, tras inspirar una bocanada de aire y asentir a mi acompañante. Era el momento. Si alguien hubiese sentido lo mismo que sentí en aquel instante, probablemente se hubiera desmayado a causa de la adrenalina tanto tiempo contenida y por fin liberada. Aquel grito había sido, más allá de la acusación que pretendía su emisor, la señal que esperábamos; y sabíamos que ellos también. Si de algo estaba seguro, era de que estaban preparados para actuar. Filas de impasibles e inmisericordes Redentis hicieron formación a lo largo y ancho de los pasillos de la inmensa sala, apuntando hacia el escenario. Me abotoné la americana granate al tiempo que pensaba un «Salvaguarda Mágica». Alfred Müller, el hombre junto al que había estado sentado hasta ese momento, ya no mantenía su aspecto habitual: se había transformado en Katarina Schulz, su mujer, una Redentis que sabíamos que no aparecería en aquella emboscada. Llevaba una semana siendo nuestra prisionera.

 

No podíamos perder ni un sólo segundo. El plan era claro: él se hacía pasar por uno de ellos, toda su compañía era detenida por aquella horda de magos manipulados y yo... Bueno, en ese momento yo sólo tenía que escapar y llegar hasta El Buque de las Sombras. Aquel grito, por supuesto, había formado una gran algarabía, todo un revoltijo de muggles intentando salir del edificio despavoridos. Aquella noche, la Ópera de Sídney les había prometido un espectáculo sin igual: Stea Umbra. El espacio sinfónico daría lugar por primera vez en su historia a un innovador uso de "efectos especiales" de los que jamás se había oído hablar. ¿Cómo se acondicionaría tal espacio para tan vanguardista propósito? ¿Quién era ese tal Alfred Müller, y de dónde había salido su compañía? Desde luego, era la sensación del día y todos los medios de comunicación estaban pendientes de cualquier noticia que pudiesen recibir al término del acontecimiento. Australia había acudido expectante a aquel evento esperando encontrarse con la experiencia escénica de sus vidas; incluso algún que otro incrédulo y escéptico había comprado su entrada. Lo que Australia no sabía, era que estaba siendo únicamente un cebo.

 

Por suerte, aquel poder me permitía desplazarme sin problema entre todo ese revuelo, atravesando paredes y personas que seguramente se sentirían tremendamente angustiadas al notar que algo pasaba a través de sus cuerpos. No podía detenerme en consideraciones; la duración de aquel hechizo era limitada, y debía llegar junto al señor Golliver para desaparecernos de inmediato y llegar al refugio de su compañía antes de que la poción multijugos que había ingerido Alfred Müller perdiese su efecto. Sólo necesitábamos una cosa, una dirección, y entonces, lo tendríamos. Tendríamos aquello que habíamos estado buscando a través de nuestra red de compañías escénicas mágicas comprometidas con la causa durante todos esos meses, desde que había decidido confiar en el señor Golliver, quien ya había sacrificado mucho: la dirección del Inquisidor. O, por lo menos, de alguno de sus refugios, allá donde los Redentis llevasen a los presos y, quién sabe, quizá era el mismo sitio donde los... creaba.

 

¿Una moto voladora? —casi exclamé nada más hacerme corpóreo de nuevo al ver la incipiente barriga de un inclinado Marcus Golliver rozando el depósito de gasolina de aquel vehículo—. ¡Pero íbamos a desaparecernos! —dije sin detenerme, montando en el asiento trasero y poniéndome el casco que me ofrecía.

 

Claro Wild, nos aparecemos en los terrenos de El Buque de las Sombras y sus defensas nos desmembran enteros.

 

Pero...

 

No, a nadie —contestó, asertivo—. Pero si entramos con esta moto, sí nos dejará pasar. Müller tiene la llave de la otra única moto que puede atravesarlas, así que reza por que salga vivo y llegue a esta antes de hora y media, porque si no, ¡KABUM!

 

No dije nada más. No tuve que hacerlo. En hora y media Müller tenía que arrancar aquella otra moto, si no, esta volaría por lo aires, y no como lo haría la nuestra. Hora y media. No había contado con todo aquello. Seguramente lo habíamos hablado, seguramente estaba escrito en alguno de los mil papeles que había por toda la pared del salón de danza del refugio, o en las pizarras, o quizá había sido un cambio de última hora, cortesía de Golliver; no sería de extrañar que hubiera tomado unas últimas precauciones para con su hogar. Fuera como fuese, Müller tenía una hora y media para montar en esa moto y reunirse con nosotros.

 

 

 

El Buque de las Sombras

25 de noviembre, 22:33

 

 

Una hora —digo, contemplando el reloj de la pared al que nuestras miradas se dirigen cada segundo—. ¿De verdad era necesario que detuviesen a todos?

 

Juntos serán más fuertes, Wild —contesta el afanado hombre.

 

No para de moverse ni un segundo. Revisa papeles, lanza protecciones, da órdenes a algunos compañeros. Desde que habíamos aterrizado apenas diez minutos antes, después de un viaje más que movido en el que habíamos conseguido deshacernos de varios Redentis y salir vivos de milagro, se había lanzado a aquellos papeles y repasaba una y otra vez las líneas escritas en ellos, murmurando de vez en cuando. Aquella sala parecía de todo menos un salón de danza. Se podría confundir con una oficina, con un gran camerino revuelto, un almacén quizá, o un gran salón de reuniones desordenado en apariencia. Pero no lo estaba. Sabíamos todo lo que había en cada sitio, en cada rincón.

 

Cierto, cierto. —Siento su mirada fugaz, inquisitiva—. No, no dudo del plan, es sólo que...

 

— Es sólo que ellos decidieron afrontar el riesgo por un bien mayor, Wild.

 

«Por un bien mayor». Un escalofrío recorre mi cuerpo, pero lo disimulo sentado en el sofá, poniéndome la gasa impregnada en aquel ungüento curativo sobre la herida del abdomen. Por un bien mayor... Había tantas cosas que se habían hecho "por un bien mayor"; y siempre que se formulaba aquella frase, siempre conllevaba lo mismo. Había dado por finalizada la conversación, Golliver sabe que no tiene que decirme nada más, pero aún así, veo que se para un momento en su trajín y me mira, directo a los ojos.

 

Wild, no hemos trabajado encubiertos, no has organizado todo esto, no nos has metido en todo esto, subiéndote tú mismo a la cuerda floja, en constante chanchullo burocrático desde tu oficina en el maldito Ministerio de Magia británico, organizando encuentros secretos con toda la red a espensas de ser descubierto, despedido y quién sabe qué más podría haberte y habernos pasado de haber ocurrido, para que ahora no lleguemos a nada. Necesitamos una dirección, una pista, lo que sea. Y la necesitamos ya.

 

No dice nada acerca de todo lo que él había sacrificado, de lo que todos los allí presentes habían sacrificado para poder poner fin a todo aquel sinsentido, a aquella guerra interminable que había enfrentado a todos en un escenario completamente nuevo. Hacía mucho, mucho tiempo, las sociedades no mágicas habían convivido con las mágicas y habían terminado en la incomprensión mutua; sí, ya se habían enfrentado, pero en aquel entonces el mundo no era todo un polvorín de información inmediata. Ahora, todo se expandía muchísimo más rápido, todo iba a una velocidad que sobrepasaba el límite humano, fuera mágico o no. Y en aquel preciso momento, un hombre, un mago, debía ser más veloz que el tiempo.

 

Lo sé —contesto, dejando que el silencio nos cubra inmediatamente. Sin embargo, vuelvo a hablar para decir un sencillo—: Y lo conseguirá.

 

Doblo la gasa y la apoyo de nuevo sobre la herida. No noto escozor y casi ni dolor. Freya, una de las acróbatas aéreas de la compañía de Golliver me coge la mano y me intercambia la gasa por una nueva. Le dedico una leve sonrisa a la que ni siquiera me corresponde. Ha perdido demasiado. Me odia demasiado, a mí y a Golliver, por haberles metido en todo aquello. Miro el reloj. En un cuarto de hora, la moto que podría traer a Alfred Müller a salvo explotará. «Lo conseguirá», me repito, en absoluto silencio. En un extremo de la sala escucho una risa. Es una risa infantil, la de Gorgi. No es el único niño en el refugio.

 

Los minutos se nos atragantan a todos. Una dirección; una dirección y todo aquello habrá merecido la pena. Termino mi curación con un episkey y un sorbo de poción herbovitalizante. Queda un minuto, y si esa moto no se arranca, explotará. No sé a dónde mirar. Mirar al reloj se me hace eterno. Mirar a la mesa donde el espejo comunicador reposa, completamente inerte, se me hace insufrible. Y mirar alrededor, a los pocos que estamos reunidos donde los sofás, ver sus caras de angustia, nervios y ansia... El espejo comienza a brillar. Todas las manos se lanzan a cogerlo, pero todas saben que es mejor dejarlo así, en el centro de la mesa de café, boca arriba, rodeado de copas vacías y papeles, para que todos recibamos el mensaje. No vemos al emisor, debe tenerlo entre las ropas. Escuchamos un ruido sordo, después un roce y después, una voz. Suelta las palabras como quien se desprende de una carga pesada.

 

Diómedes Mayor, Rusia.

 

Golliver anota aquello en un papel que tiene entre las manos y lo aplasta contra su pecho, todavía prestando atención al espejo, que no muestra más que oscuridad y ruido. Y un último susurro antes de apagarse.

 

...muerto.

 

Mantengo la mirada fija en el espejo, que vuelve a reflejar la lámpara de araña que cuelga del techo del salón de baile. No despejo la vista de ahí, a pesar de que ya no se escucha nada. «Muerto», esa había sido su última palabra. Golliver me pone la mano sobre el hombro. En ella tiene el papel con la dirección apuntada. Toco su mano, sujeto el papel y lo arrastro por mi americana destrozada hasta que la mano cae a mi regazo. Todavía miro el espejo. No oigo nada más que silencio a mi alrededor. No siento nada más que las miradas de todos fijas en mí.

 

Lo ha conseguido —dice Golliver, forzando la voz que pretendía quebrársele al iniciar la frase—. Ahora nos toca a nosotros.

 

Asiento.

 

Y al gobierno mágico inglés —añado.

 

Saco a Dror y, manteniéndola firme hacia el frente, invoco un patronus, ante la sorpresa contenida de algunos presentes. No miro a nadie. Soy consciente de que aquel medio de comunicación está tremendamente estigmatizado y se le atribuye sólo a aquellos que pertenecen a la Orden del Fénix, a pesar de que todos podíamos hacerlo. Yo había pertenecido tiempo atrás, y llevaba mucho tiempo sin hacer uso de mi patronus como transmisor, pero no podemos arriesgarnos, ni esperar más tiempo; es el medio más fiable que conozco. Son las once y diez del veinticinco de noviembre y la Ministra y los altos cargos del Ministerio de Magia británico tendrán una pista sobre el paradero del Inquisidor o de uno de sus refugios de prisioneros y Redentis. Allí se habían llevado a los miembros de la compañía. Allí nos había señalado el camino Stea Umbra. Allí debíamos ir la red de compañías teatrales a salvarles. Por Alfred Müller.

 

Le transmito el mensaje al lobo ártico, que sale flechado rumbo a su destino y la estancia vuelve al silencio.

 

— Preparáos. Mañana comienza la próxima batalla.

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✤ Viajero de la noche ✤

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Egipto Hogar de los Licaón

25 de noviembre, 8:33h

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Licaón caminaba por los pasillos de su hogar, ese enorme lugar de mármol negro, el cual se encontraba oculto en la Ciudadela de la Muerte. Éste se detiene, y observa desde su balcón, como su jardín privado se encontraba en su máximo resplandor, aunque, sus cortinas seguían de un color negro, por lo que este entre miradas, observa ese paisaje, ya que no podía salir de su país de origen, para resguardar aquel luto, por la perdida de su familiar, al menos esa era la historia que había vendido.

Y contemplado, alguna de la prensa internacional da rienda a su pensamiento, ese Magisk Politike, recogía algunos eventos del pasado. Y bajo, de esté el Diario del Profeta, de algunas semanas de atrás. Aunque, el mago ya los había ojeado, pero algo aburrido, pensó ir a una propuesta en Australia sobre la vista de un pieza de opera. Y llegándole algunos flashes por sus marionetas, se enteraba como seguían las cosas en los diversos lugares que se encontraban ellas, esos objetos con vida, eran útiles, y más que abarcan gran distancia.

-Al parecer, todo ha funcionado como debió serlo.-

En ello unos pasos se acerca a su habitación, este era una de sus marionetas que tenía su silueta, era una copia idéntica. Y ocupaba, su lugar, esta se encontraba con un velo, aquella prenda propia que debería, en cambio, este dignatario vestía de un traje oscuro. Y creando un portal, comienza a seguir con su plan.

-Al parecer, deberé seguir ocultando la verdad.-

Baja la mirada, y pasa su mano por el rostro, allí este se cubre con la máscara tenebrosa con la forma de una mujer, por ello comenzaba a tomar posesión de su falsa identidad de Uriel Luxure. Luego camina hasta el portal, marchándose, y cerrándose, por lo que Azrael Licaón permanecerá siempre en Egipto, mientras que este se encontraría en otra parte del mundo.

Embajada Egipcia de Australia

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23:33h

A oscuras dentro de su oficina de ese lugar, se encontraba el mago oscuro, en la espera de una bruja ( @@Lady Luxure Grindelwald ), con la cual tenía un plan trazado para ese país. Aunque, los planes se discutían con un licor suave, pero su territorio era basto, por lo cual comenzaba a tramar algo más oscuro, de lo que otros gobiernos pudieran pensar. Sin embargo, ella le entrego un dijes de forma de un cuervo, para que pudiera llegar a su oficina, a pesar, que no se acordaba cuando se lo había dado.

Y antes que llegará, la iluminación de la habitación se alumbro, dejando ver en el escritorio una entrada de la opera, este había optado a no ir, ya que tenía algunas horas en ese país. Aunque, la idea de toparse con cierto mago le ponía nervioso, y más porque no sabía como fingir que no le conocía, por tal motivo, se dio su tiempo, para que se encuentro tomará su tiempo, al menos por ahora, pero al mismo, lo deseaba ver sin mascará, pero debería asumir su real nombre, y más aún, este podría reconocerle luego de ese tiempo de distancia.

Sin embargo, solo se limito a comenzar a redactar una carta para dirigirla al representante internacional del comité de cultura internacional, a ese director, el cual dudaba si debería citar o no en su embajada, para así tratar algunos asuntos. Además, que debería inventar una escusa para que su reunión fuera exclusiva, ya que no podía salir de Egipto, por lo que ese tema era algo complejo, ya los muggles que laboran allí, se acostumbraron a su porte de la máscara, de igual forma a verle sin ella, pero usando una marioneta para ello.

Editado por Azrael Licaón

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Respire hondo debía ir a responder aquel llamado, aun tenía muchas dudas sobre la muerte de mi tío Demián, sobre quién era Uriel Luxure...sobre El titiritero. Que podría esperar realmente de un ser del que no sabía nada, que era lo que él quería de mí?. Llevaba una peluca castaña y unos lentes negros, ropa cómoda pues no estaba muy segura de con que me encontraría a nivel paisajístico. Australia era el destino, una tierra impresionante, tiene animales únicos, un desierto y arte...pero yo que pintaba en ese lugar, tendría que secuestrar un canguro para diversión del señor?. En mi mano portaba un dije en forma de cuervo que de una forma extra el mismo Uriel me había hecho llegar, su forma de cuervo me hacía pensar indudablemente en mi Court, mi preciosa ave que había sido regalada por mi padre para que sea mi leal mensajero y de hecho lo es, pero volviendo al aquel mago que porta mi mismo apellido se había vuelto como una serpiente en mis pensamientos.

 

-Definitivamente este lugar es encantador.- Me movía veloz por las sombras de la noche. -ya me falta poco para alcanzar mi objetivo.- Suspiré con unauna sonrisa en los labios.

 

El viaje había sido lo más rápido posible, totalmente ilegal y sin contratiempos. Era bueno tener leales amigos del vil mental dispuestos siempre a dar una mano, no se hacían muchas preguntas, no había esperas ni nada más.

 

La embajada Egipcia estaba frente a mí y su elegancia de siglos de historia trasladados a un país que es un contraste totalmente diferente, respire hondo solo para equilibrar mi energía, no estaba nerviosa si no más bien ansiosa, esperaba sacar buenos beneficios de esta reunión, mientras más avanzaba podía ver las sombras moverse, los sistemas de seguridad de los que no se me escapa ningún detalle, por lo visto él tenía todo preparado, finalmente toque la puerta...la madera de aquella oficina hizo un sonido suave apenas audible, aún no me había puesto a pensar todo lo que pasé para llegar aquí, me importaba más encontrarme finalmente con Uriel que todas las consecuencias de los hechos.

 

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@@AZRAEL Licaón

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Uriel Luxure | Titiritero

 

Al fin se encontraba en la oficina esperando a la Luxure, éste sabría que ella iría por la llamada de un Luxure, era un talón de alquiles que éste sin duda aprovecharía, por suerte era una información que había recolectado cuando se hizo pasar por Demian. Aunque, Alaric siempre le ayudó para que ese secreto aún existiera, lastimosamente su partida de adopción aún había figurado, hasta que siendo parte de la Oficina del Ministro y SAW, le permitió alterar, dando como resultado un registro falso, y esa original la destruyo. Por lo que su verdadero seguiría oculto.

 

Y dando instrucciones por medio de su alma, la bruja ( @@Lady Luxure Grindelwald ) es conducida a ese lugar, indicándole que podía pasar. Y cuando ella tomará la opción de pasar, el mago oscuro comenta, ocultando su rostro por completo con la máscara de mujer.

 

-Bienvenida a la embajada, lastimosamente Uriel Luxure se marchó, supongo que se canso de esperar. Aunque, me encomendó para que pudiera establecer un acuerdo con vos, este se trata que localice en este país a @@Adrian Wild , ese mago que representa al Comité Internacional de Cultura, digamos que según nuestra fuente anda en pasos turbios. Y anda granado algo.

 

Le menciona y evoca que le conoció en el puerto.

 

-Y por ahora nuestro interés es localizar ese mago, puedo ofrecerle recursos, incluso acompañarle, pero por eso es que me encuentro, ya que oficialmente no soy parte del gobierno egipcio, digamos que mis métodos no son muy acordes a los de ellos. Sin embargo, Uriel Luxure sabe de mi eficiencia.

 

Y tras del mismo se veía un cuadro con el retardo de Uriel Luxure, sin mascara, su cabello era oscuro, ores como de serpiente, y una quemadura en alguna parte del mismo. Este vestía con un atuendo oscuro, y corbata roja, dentro una camisa manga larga blanca, y chaleco negro. Y éste Corsario del mar solo se limitó en esperar la respuesta de esa mujer.

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27 de noviembre - Salem (USA)

 

Tomé el periódico de la mañana, había varias horas de diferencia entre mi provisorio hogar en Salem y Australia. El día anterior las noticias habían corrido por la radio mágica y muggle, los aparatos que los muggles llamaban televisión pero los periódicos, dada lo avanzado de la hora no me habían mostrado ninguna información que resultara de interés. Ahora sí la había pero dados los avances, incluso con esa red que los muggles extendían y la Deep web había tenido mejores resultados que con los periódicos.

 

Tiré el periódico sobre la cama, si las malas noticias continuaban mi retiro sería efectivamente parte de la historia. Maldije, extrañaba a Jimmy, él hubiera sabido que hacer, maldito lobo coqueto. Era hora de regresar al departamento que habíamos compartido en Inglaterra. No podía dejar a mi madre sola y no podía seguir indiferente a lo que ocurría en el mundo mágico.

 

El mundo mágico siempre está en guerra Vero, el Ministerio siempre está cayendo. Esas habían sido las palabras que James me había dirigido más de una vez. Odiaba que tuviera razón, pero de hecho ahora parecía que era más real que nunca.

 

 

 

 

 

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Stea Umbra - Los arrestos en Sidney.

por nuestro corresponsal especial en Sidney,

Noviembre 27

 

 

En la famosa Opera de Sidney estaba todo listo para que se desarrollara uno de los espectáculos sinfónicos más magníficos que os podáis imaginar: Stea Umbra. Se había acondicionado el lugar para el uso de “efectos especiales” nuevos y asombrosos, tal cual lo prometía la compañía encargada de la puesta en escena. Todo aquello a cargo del Señor Alfred Müller y su compañía. Pero los rumores habían comenzado a correr horas antes y el magnífico auditorio sinfónico se vio repleto de Redentis cuya fila impasible llenó a lo largo y a lo ancho los pasillos de la inmensa sala.

 

Efectivamente una hora después de la prevista para dar inicio al espectáculo ya todo había terminado. Lo que comenzó con el grito de un desconocido pocos minutos después de pasadas las 21:30 horas:

 

“¡Son magos!”

Y finalizó casi una hora después con el arresto y traslado a un lugar desconocido de todos y cada uno de los miembros sobrevivientes de la compañía bajo el cargo de ¿traición? ¿Terrorismo? Muy claro no quedará jamás mientras lis inmisericordes Redentis y su guía “espiritual” el inquisidor esté a cargo de efectuar estas charadas de arrestos por el bien de la humanidad.

 

¿Acaso no somos todos humanos? ¿Acaso no sangramos si nos hieren? ¿Acaso no reímos si somos felices? ¿Acaso no lloramos si estamos tristes? ¿Qué nos diferencia en realidad? La magia surge en los lugares más inesperados y no es exclusiva de mentes privilegiadas ni castigo o culpa de marcados por el horror.

 

Cae la noche sobre Sidney , aún no llega el día en América y apenas la media mañana nos encuentra en Inglaterra pensando en cuál será nuestro destino tras estos rumores de guerra.

 

por Pluma de Pavo Real

 

 

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Matt Ironwood.

 

Diomede Menor, Alaska, Estados Unidos.

 

 

Caía una leve nevada sobre el pequeño helipuerto, los copos danzaban mientras eran empujadas por una suave brisa helada que provenía del gris mar. El castaño se giró para saludar al piloto que los había traído hasta aquel lugar, un hombre muy simpático y experto en el cruce del Mar de Bering. -¡Gracias! - tuvo que gritar para hacer oír por encima del sonido de las hélices que no paraban de girar.

 

A su lado Myka acompañó mientras sus ojos apenas se notaban por debajo de su gorra y el alto cuello de su campera térmica, él lucía una igual solo que en vez de gris y rosa era gris y azul. Aquella isla en el extremo oeste de Alaska era de hecho el extremo más occidental de todo los Estados Unidos donde el clima era atroz y más a aquellas alturas del año, con el invierno aproximándose.

 

-Debemos llegar con John, pronto oscurecerá - le apremió su compañera observando el horizonte donde el sol ya comenzaba a ocultarse pese a ser apenas la una de la tarde.

 

-Vamos me estoy congelando - le sonrió a la mujer antes de pasarle un brazo por sobre los hombros y comenzar a caminar hacia la casa que les serviría de hogar durante su estadía en aquel recóndito rincón del país.

 

-Bonito lugar para nuestra primera misión juntos - comentó la rubia mientras recorrían una calle de tierra llena de baches donde la nieve comenzaba acumularse.

 

-Si, al parecer los supervillanos nunca hacen su guarida en Boca Ratón o en Cayo Hueso, debe ser parte del “Código de la Maldad” o algo por el estilo, mientras más oscuro, mísero y húmedo un lugar mejor - bromeó a lo que Myka respondió con una carcajada.

 

Diomede era el único lugar habitado en la Isla de Diomede Menor, un pequeño pueblo de 115 personas y aproximádamente 50 edificaciones, era al punto más al oeste de todos los Estados Unidos y separado por una estrecha franja del tormentoso Mar de Bering se encontraba Diomede Mayor, el territorio más al este de Rusia.

 

Allí supuestamente se encontraba uno de los tantos refugios del Inquisidor, la Orden había logrado dar con varias de sus guaridas a lo largo del estado pero todos sus intentos de apresarlo resultaron ser infructuosos, el Inquisidor era un hombre muy precavido y parecía siempre estar un paso adelante, pero tal vez en aquella ocasión tuvieran un poco más de suerte.

 

La casa donde se hospedarían pertenecía a una pareja de ancianos que acostumbraban alquilar habitaciones a los escasos turistas que decidían visitar aquella isla, era una cabaña de una sola planta, cuatro habitaciones, dos baños, un salón comedor y una cocina, no era algo lujoso pero sí sumamente acogedor.

 

John y Elisa resultaron ser una pareja encantadora y unos excelentes anfitriones, los recibieron con unas humeantes tazas de café y pan recién horneado, les mostraron sus habitaciones y les comentaron que una bondadosa cena estilo Alaska los aguardaría a las ocho.

 

Una vez se despidieron de sus anfitriones, Myka cerró la puerta de la habitación -Son encantadores - dijo mientras apoyaba su taza de café a medio beber sobre el modular de madera de pino que decoraba un rincón de la habitación.

 

-Si, son los que mejor calificación tienen en toda la isla - agregó Matt mientras comenzaba a desempacar su mochila - Voy a notificarles a la Oficina de Anchorage que hemos llegado, mañana haremos un par de consultas a los locales, necesitamos más información antes de cruzar la frontera - ya estaban allí y el ojiazul ansiaba comenzar a trabajar.

 

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Una criatura extraña comenzaba aparecer en el mundo, era un ser sin rostro, una sombra con careta y que se encontraba en todos, y era un ser que era impulsado para desatar la avaricia en los demás, no obstante este ofrecía a esas personas llenar sus vacíos , anhelos y sueños al darle esa papita frita de oro ¿acaso era un ser oscuro o de luz? Los magizologos y magicritozologos hablan de que es un fantasma, que puede estar en más de una persona, aún desconocen si se trata de varias criatura o se trata de una sola.


Sin rostro con Matt Ironwood ( @@Syrius McGonagall )| Extendiendo la Magia de Ghibli | Diomede Menor, Alaska, Estados Unidos.


Allí se encontraba murmurando a los oidos de todos los habitante, ofreciéndole aquello que deseaban, una basta fortuna o los intereses que movía a su corazón, era extraño como muchos aún dudaban de su existencia, pero aún así esta podía poder comunicarse con muchos, pero algo era diferente ene se hombre que se comunicaba, ya los otros o el mismo habitaba en muchos, pero no era como antes, simplemente algo en él, le hacía que su tarea fuera difícil, por eso le decia a él.


-Matt, Matt, ¿acaso no deseas algo más? Solo dime y yo te lo puedo ofrecer, incluso puedo hacer realidad tus mayores fantasias, todo estará a mi alcance, solo dime que deseas y lo tendrás.-


Era una voz que le repetía una y otra vez a ese ser, esperando poder así captar su atención, logrando que pueda entrarse en su mente, quizás no estaba seguro si lograba o no, pero le era grato poder servir a los demás.


Sin rostro con @@Veronica Prince Rambaldi | Extendiendo la Magia de Ghibli


La bruja buscaba algo o alguien, por lo que la criatura intenta llegar a esos deseos de esa reportera, esperando consquistar y dar en la clave de lo que ella buscaba, esa manera que ella solo podía sentir y ofrecer todo lo que los otros deseaban ¿acaso tendría un costo? Eso no importaba, por ello muchos acudían a ella, en la búsqueda de esa papita frita de oro. Y murmurando le expresa dulcemente.


-¿A quien buscas? ¿acaso no estas cansada? Yo te puedo dar recursos para que otros busquen aquello que anhelas, puedes tener todo, poder, riqueza, amor, solo dime ¿que quieres? Y tus sueños serán cumplidos.-


Sin rostro con @@Adrian Wild | Extendiendo la Magia de Ghibli


En igual medida la criatura se encontraba con Wild, ese en esa fortaleza o reunión con la compañía de arte, está se aprovechaba de ese secreto, de sus pensamientos, intentando despertar los deseos más oscuros del mago, en su búsqueda de proteger, amar y cuidar, pero aún con sus responsabilidades era un ser vulnerable, por lo que queriendo ser su amigo, y darle así todo lo que deseaba aquel encargado de cultura internacional le expresa con ternura al director.


-Adrian, no temas, yo te ayudaré a conseguir tus objetivos solo dime que necesitas, y así lo tendrás, jamás estarás solo, yo estoy a tu lado, dime ¿que deseas?-

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Londres

 

Mi regreso a Londres había sido por los medios convencionales muggles, no era la opción que hubiera deseado usar, pero si planeaba utilizar todos los medios que tuviera para dar con las raíces del evento en Sidney y lograr obtener información de los muggles involucrados era mejor que pensaran que era una freelance de un periódico común de los no maj y que pudieran rastrear mis viajes y que no sospecharan de mí ni de que era bruja. Lo bueno de que el invierno estuviera cerca es que podía esconder en la caña de unas botas altas mi varita, aunque podía ocultarla con magia a los muggles eso estaba resultando algo evidente para ellos, más desde los hechos que la ONU y OTAN se rumoreaba estaban organizando.

 

Me detuve enfrente de aquel viejo y conocido local que llevaba al ingreso del Callejón Diagón, quería investigar qué podía conseguir de mis antiguos conocidos en El Profeta. No supe bien por qué permanecí en la vereda de enfrente, con las manos hundidas en mi abrigo y una sensación extraña en mi pecho.

 

¿A quien buscas? ¿acaso no estas cansada? Yo te puedo dar recursos para que otros busquen aquello que anhelas, puedes tener todo, poder, riqueza, amor, solo dime ¿que quieres? Y tus sueños serán cumplidos.

 

Me giré sobresaltada, ¿quién? No estaba segura de dónde venía aquello, mi cuerpo se sentía sumido en un cansancio que no había sentido en mucho tiempo y le vi, casi sin verle.

 

--¿Quién eres? --me ardían los ojos y no podía enfocarle con claridad, pasé mi mano por mi vista, algo nerviosa --¿Kaonashi? --como experta en idiomas había estudiado las culturas cuyos idiomas manejaba y en ese momento aquella silueta transparente y sin rostro vino a mi mente --¿tenerlo todo? --pregunté de pronto, algo desorientada ¿por qué me ofrecía todo a mí? --¿mis sueños? --no podía negar que me ofreciera aquello por un momento me resultó tentador y me encontré imaginando cosas que en el pasado había dejado de lado. El sonido de una sirena a unas calles de donde estábamos me sobresaltó. ¿Estábamos? ¿con quién estaba yo?

 

@

Editado por Veronica Prince Rambaldi

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La sombra con careta se encontraba aún con @@Veronica Prince Rambaldi , era curioso como ahora se encontraba en el suelo desplazándose como una serpiente, pero solo le vía mas mascara muy bien decorada, con dos orbes grandes, una lienea gruesa que pareciera pareciera unas ojeras, y dos grandes manchas arreiba de sus orbes, y esa mancha de abajo, dibujandose una boca, que ni era sonriente, molesta o enojada, mientras que alrededor de la misma era una inmensa oscuridad, era como alguien más proyectará ¿pero por que alguien dejaría en el suelo una máscara y que la movía? y desde ese lugar le responde.

 

-Muchos me llaman sin rostro, fantasma o una sombra que siempre ayuda. -

 

Hace pausa, haciendo que sus dos manos se comiencen a ver en el suelo cercano a la máscara. Estos comienza a elevarse dejando ver unos brazos hasta los codos, pero siempre en sombra. En esas manos se observa como llevaba unas papitas fritas de oro, que para la obsevancia de ella se transforma en galeones.

 

-Aunque, me puedes llamar como desees, siempre estaré para ayudarte, estoy para servirte.-

 

Sigue hablando, pero deja que la misma decida si deseaba aceptar su ayuda, ya que ese era su único objetivo.

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Finalmente había arribado al lugar encontrándome con alguien encargado de guiarme donde se realizaría la reunión. el llamado de el tal Uriel me seguía sonando extraño, aquel familiar del que nunca había sabido nada y ahora aparecía de la nada, las preguntas se arremolinaban en mi mente. Respire profundo cuando me dijo aquella persona que podía pasar directamente y así lo hice.

 

-Permiso...- Dije en voz alta por que primero la educación mientras hacia un escaneo rápido con mi roja mirada.

 

La voz que me recibió me resulto conocida al momento, un gesto de confusión se me planto en el rostro cuando frente a mi se encontraba El titiritero mas y nada menos, cuando dijo que Uriel se había cansado de esperar me molesto bastante, como podría hacerlo si yo acudí a la cita ni bien recibí el mensaje, aquello no encajaba de ninguna manera.

 

-Como pudo cansarse de esperar si prácticamente no tarde nada.- Entrecerré los ojos demostrando al personaje de la mascara un poco de mi desagrado.-y que tiene que ver el señor Wild con los Luxure o acaso pretende usarme?.-Aquello no me molestaba mientras hubiera un muy buen pago de por medio.

 

Le escuchaba hablar sobre la influencia de Uriel en el gobierno Egipcio. yo tenia mis propios contactos en el mundo, darle recursos implicaba estar de acuerdo con los planes de ese mago de que no sabia nada y ni siquiera, me estaba metiendo en algo mas grande eso era seguro, lo cual me resultaba muy interesante...necesitaba expandirme y hacerme conocida mas de lo que era, quizá era la oportunidad que esperaba.

 

-Suena interesante Señor Titiritero...con la condición que no use mi nombre real pues esto que dice suena a que estaremos metidos en algo oscuro...prefiero que me llame denebola por favor.-Mi tono era muy serio.- Que gano yo a todo esto?.- Pregunte con tono entre jocoso y curioso.

 

Le miraba fijo entonces con mi varita en mano la pase por enfrente de mi rostro apareciendo un antifaz y subiendo la capucha de la capa de viaje para cubrir mi cabello, mi identidad quedaba a resguardo por ahora, era algo extraña su actitud, quería que entrara mas en confianza antes empezar a querer sacarle mas indo sobre su relación con el nuevo señor Luxure.

 

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@@AZRAEL Licaón

Editado por Lady Luxure Grindelwald

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