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Leyes Mágicas e Idiomas


Leslie Ashryver PB
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Leslie miró con el ceño fruncido la nota de la Universidad, siempre iban dirigidas a Alessandra, el recuerdo de aquel nombre le daba escalofríos, su madre le había dicho que había sido su hermana mayor y que antes que ella naciera había muerto. Al final la niña había optado por tomar un poco el puesto de la bruja como el dar clases, había aprendido lo suficiente de su abuela como ministra de magia para poder enseñar aquel conocimiento a otros y el idioma le encantaba, su madre solía llevarla con la sirenas o los gnomos mientras ella se entretenía con otras cosas.

Como apenas contaba con diez años suponía que sus alumnos no le harían mucho caso o quizás ninguno, ni siquiera su hermano le hacia caso así que dudaba que alguno de sus alumnos lo hiciera por lo que colocando se unos jeans negros rasgados, unas zapatillas deportivas una camisa blanca y un saco negro, tomo su varita que con un movimiento de muñeca recogió suavemente su cabello negro en una cola alta y con otro movimiento abrió un portal con el Fulgura Nox que la llevo directamente al lago negro de Hogwarts.

Era de noche así que nadie los vería, desde que Escocia había separado el colegio de Inglaterra muchas familias e hijos de muggles tenían prohibido asistir pero por suerte su hermana le había dejado una nota a la misma Reina que le permitiera su ingreso a ambos Potter Blue. Lo bueno con todo el caos que estaba pasando en el mundo mágico tenia pensado hacer un pequeño debate con las sirenas, centauros y si tenían tiempo visitar el banco para que escucharan sus opiniones con respecto a la ruptura del estatuto.

Leslie se sentó a esperar a sus alumnos a los cuales ya les había mandado una pequeña nota informándoles donde seria su encuentro y que no fueran con nada salvo sus varitas. Al escuchar unos ruidos cerca suyo supuso que serian ellos asi que se puso de pie para esperarlos de forma correcta.

-Buenas noches, espero que el viaje fuera tranquilo- les recibió con su vos fina -listos para mojarse un poco?- les pregunto creando alrededor de sus alumnos cascos burbujas para ingresar al agua ya que Pisínoe los recibiría cerca de la orilla.



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@@Rory Despard
@ Editado por Leslie Von Alexandros

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Benjamin Whisper

 

En un contexto de cambios mayores, derivados de la caída del estatuto del secreto, explorar las posibilidades que las leyes mágicas ofrecían, en contra y a favor de dicha medida, le resultaba atractivo a Benjamin. Con tal fin, se había animado a inscribirse a un curso de Leyes Mágicas, y esperaba para la cantidad que había desembolsado que los estándares fueran a los que estaba acostumbrado.

 

El que los hubiesen citado cerca al lago fue el primer indicio de que quizá iba encontrarse con una nueva decepción en el mundo mágico inglés. La falta de garantías en el país producto de las prolongadas guerras con sus vecinos, sumada a ciertos impases con Escocia había debilitado seriamente a la plana profesional del otrora excelente Hogwarts. Los profesores y académicos de mayor trayectoria habían migrado a otros países, algunos por convicciones ideológicas y como medida de protesta frente al régimen de Aaron, mientras otros mucho más aislados de todo, habían simplemente priorizado su propia seguridad y estabilidad.

 

Ben no podía culparlos, porque el hecho de que una payasa hubiese reemplazado al díscolo y autonombrado heredero de las ideas de Gryndelwald, solo mostraba que el sentido común era en esos tiempos, el menos común de los sentidos en la gente.

 

Cerca al lago, reforzando los hechizos impermeabilizantes en su impecable traje sastre de dos piezas y zapatos de manufactura italiana, la decepción dio paso al desconcierto al ver a una mocosa allí, esperando, en zapatillas y jeans gastados. Y una ira empezó a crecer cuando sin mediar más que un saludo, la mujercita hizo un casco burbuja para todos los presentes.

 

¿Quién se creía que era para mandonearle así? Con un movimiento de su varita deshizo el hechizo rápidamente.

 

— Me niego a creer que los estándares de este colegio hayan decaído a este punto. Por favor ¿señorita?— el desprecio con que profirió aquella última palabra fue imposible de ocultar— quiere para empezar presentarse, y decir para qué demonios vamos a sumergirnos en un lago. Yo vine aquí para discutir de leyes mágicas y no creo que el calamar gigante o alguna de esos salvajes que viven debajo vayan a servir de algo. Aunque no la culparía si en su cabeza, fantasías respecto a la igualdad con esas gentes todavía habitan, después todo...sigue en la edad de leer cuentitos de hadas ¿no?

 

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En algún lugar de la habitación, debajo de todo el papel, pergaminos y libros que hay sobre todas las cosas; el sillón, la mesa del comedor y sus sillas, la mesilla de la sala, sobre el televisor, en el escritorio y por encima de la recamara completa, la alarma sonaba sin parar. Un estridente y ruidoso sonido que más que alentarlo le provocaba un estremecimiento. Apurado, Hess salió corriendo del baño envuelto apenas en una toalla, chasqueando la lengua cuando se da cuenta finalmente del caos que es su habitación en el Pink Palace y lo difícil que será atravesar todo ese papeleo sin empaparlo. Tonta alarma-, recrimina entre dientes mientras aplasta el botón más fuerte que de costumbre y confirma la hora. Aún es demasiado temprano, pero no puede culpar al aparato por ello, después de todo es él quien lo programa.

 

Con un ademán de la varita que guarda en el mueble junto a su cama lanzó una ráfaga de viento que consiguió hacer que las hojas sobre el cobertor vuelen lejos, no importaba ya, ha estado revisando esos papeles por horas y no consigue dar con una respuesta a ellos. Se echó pesadamente sobre la cama, aún el cuerpo le escurre agua tibia, pero puede relajarse un momento, cubriéndose la cara con el antebrazo, se siente agotado, saturado como hacía tanto tiempo no lo estaba. Está pasando días agotadores, por donde lo viera este pueblo y su gente maldita estaba hecha un caos, a Hess le ha tocado redoblar esfuerzos para ponerse al corriente y buscarse un buen lugar donde explotar sus habilidades, era un hombre de treinta años ¡Santo Cielo! Con una gran carrera allá en Nueva York, no debería llevarle tanto tiempo adaptarse a estas nuevas circunstancias, el apellido muchas veces ayudaba, pero la verdad es que eso no resolvía su trabajo. Por otro lado la connotación mágica que hay en todo esto complicaba significativamente las cosas, aun cuando viviendo entre muggles él no ha abandonado del todo sus genes mágicos.

 

Aprovecharse de las circunstancias del estatuto mágico y las consecuencias que arrastraba consigo era, por ahora, la forma de abrirse el camino fácil, por decirlo de algún modo, pero antes de conseguirlo él necesita comenzar a ocuparse de todo eso que se ha perdido durante el tiempo fuera. Necesitaba una actualización de los hechos.

 

La alarma sonó de nuevo y devolvió al mago al exterior.

 

Está agradecido al menos de que para este curso no tenga que viajar tan lejos como lo ha tenido que hacer anteriormente con sus otros conocimientos, habilidades o demás aprendizaje, perdió el gusto de viajar largas distancias cuando solía asistir a Beauxbatons de joven, el camino era largo y tedioso desde América, aun si utilizaba los transportes mágicos autorizados, era una pena que su madre estuviera entonces tan interesada por los artefactos muggles que lo terminaron arrastrando en barco e inclusive en un avión para llegar de un continente a otro. Sin duda, una de las peores experiencias de su vida. Claro que ahora las cosas eran diferentes, él simplemente podría atravesar un portal con ayuda de su varita o solo desaparecer de su cuarto del Pink Palace y…

 

Hogwarts no es un lugar al que le guste visitar, ha estado cubriendo un par de plazas ahí desde hace unos meses, sin embargo, el sitio están aburrido que lo hace casi con sobre esfuerzo, sobre todo ahora que se ha reconstruido sobre nuevas bases. “¿A quién devorara ahora el basilisco de Sir Salazar Slytehin?”- bromeó satíricamente cuando leyó la noticia de un desprestigiado ejemplar de El profeta. Como sea no tiene opciones de estar en otro lugar, así que sin retrasos está en la cita, en el lugar indicado previamente, justo a las orillas del Lago negro. Con poca cautela la gran figura del mago se mueve por la oscura noche, podría ser más discreto desde luego, si tuviera que hacerlo, pero justo ahora no cree que necesita ocultarse de nadie. Desde el punto donde se aparece aún tiene que recorrer algunas cuantas yardas hasta el lago negro, afortunadamente no llega vistiendo tan formal para esta ocasión como está acostumbrado gracias a la idea de tomar una clase al exterior, desafortunadamente, los zapatos y la tela de ese conjunto de camisa y pantalón, no son tampoco el atuendo más óptimo para sumergirse en el lago.

 

Quizá el verdadero docente está esperándonos en lo profundo del lago-, interrumpió tranquilamente la pronta disconformidad de Benjamín. —O quizá ella cambie de tamaño al contacto con el agua fría-, se burló con una referencia de los juguetes para niños muggles que cambian de color con el clima del agua. Por supuesto que no todo lo que sale de la boca del demonio es un chiste malo o una mentira, después de todo la niñita podría tratarse de uno de esos seres con miles de años que nunca envejecen. Y ¡Por el mismísimo Satán! espera Hess que así sea o tendrá que mentir en su CV para no tener que explicar por qué una niña de cinco años le enseña sobre leyes mágicas. —Hessenordwood Crouch-, se presentó brevemente, saludando al grupo en general con una cortesía y se hizo apenas a un lado para echar un vistazo a lo que hay más allá de ellos.

 

La silueta de un algo se asoma por la orilla del lago, es lo que puede ver apenas, aunque su forma es incierta Hess tampoco puede adivinar a simple vista si se trata de una persona o un animal (o ambas cosas) y se burla de sí mismo por considerarse un tan buen cazador de bestias cuando apenas puede ver a un palmo de distancia. Lo que fuera que los espera de aquel lado, despierta el apetito de Hessenord, lo suficiente para sentirse casi ansioso de ir a ver si es suficientemente bueno para llevárselo en una jaula (o una pecera) y venderlo por el precio más alto que los hombres puedan dar por él. Valdría mucho más el intento si puede incluso endeudarlos con él.

 

¿Qué es lo que vamos a encontrar ahí abajo? ¿Sirenas? -, volvió a hablar, no muy mortificado de si interrumpe alguna otra discusión de Benjamín con la supuesta docente. —Que bien, será interesante saber su opinión sobre los hechos mas recientes publicados en The OtteryTimes-, se escuchó casi satisfecho. Hess parecía ser algo mucho más accesible que Wisper por dejar que la menor manejara la clase, no es que el demonio confíe plenamente en estos sistemas de enseñanza, pero si era lo suficientemente agudo seguro podría sacarle provecho a todo esto provocado por la ingenuidad de una niña de diez años.

 

Distraído, buscó su varita para hacerse nuevamente del encantamiento casco burbuja. Si, Hess pudiera parecer mucho más amigable que Benjamín tal vez, pero igualmente se había deshecho del embrujo al llegar. Y es que algunas veces a Hess le gusta parlotear de más y el hechizo solo distorsiona el encantador sonido de su voz.

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Cuando recibió la nota en donde le indicaban la fecha, hora y lugar en donde se llevaría a cabo su clase de idiomas y leyes mágicas, Kaori se quedó mirando con confusión el pergamino. Ya no recordaba haberse inscrito, dadas las circunstancias actuales le parecía increíble que se siguieran dictando clases como si nada. Pero lo cierto era que ella misma en ese momento deseaba escapar de la realidad, de todo lo que la rodeaba, quería dejar de pensar, dejar de extrañar y es que hace apenas un par de horas había hecho lo que hasta ese instante había sido lo más difícil.

 

«Él lo cuidará bien… es temporal» se repitió una vez más, pero no podía evitar sentirse rota por dentro. Había pasado semanas averiguando el paradero del único mago al que le podría confiar lo más preciado que tenía, al final lo había conseguido pero solo porque el licántropo así lo había querido. Tras una no muy larga conversación en donde intentaron ponerse al día, Kaori dejó a su hijo Sammel, con la convicción de que no sería por mucho tiempo.

 

Dio un suspiró mientras se terminaba de poner unos botines de caña baja muy cómodos como todo su atuendo, unos jeans de mezclilla, abotonaba los botones de una camisa con cuatros blancos y azules, intentando mantener a raya las ganas de salir en busca de su hijo en lugar de ir a una est****a clase. «Él lo cuidará bien… es temporal» se volvió a repetir. «Lago negro… Howgarts… ok» leyó una vez más la nota de quien suponía sería la persona que dictaría la clase, luego ya con varita en mano abrió un portal que la llevaría al lugar indicado.

 

Cerca de donde apareció observó la figura de un par de hombres y mientras se acercaba pudo escuchar parte de la conversación. Entonces se fijó en la niña que estaba cerca de ellos y lo que decían tuvo más sentido en ese momento.

 

—Quizá es como Runihura… la guerrera Uzza, a simple vista también parece una niña… —Dijo uniéndose a los presentes. —O quizá está usando metamorfomagia… —Añadió. Su voz sonaba extraña debido al casco burbuja. —No creo que la pusieran a dictar la clase si no estuviera preparada para ello… aunque he de admitir que usar la apariencia de una niña no ha sido del todo acertado —miró una vez más a la fémina, no debería tener más de nueve o diez años.

 

—Soy Kaori Matsudaira… por cierto. —Se presentó haciendo una reverencia hacía los dos magos y a la niña.

Editado por Kaori M.

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La Linmer estaba que echaba chispas por los ojos a los únicos varones del grupo, se estaban burlando de ella en su cara y para colmo mencionan a una ¿Uzza? que desconocía, las puntas de su cabellos cambiaron a rojo y sus ojos azules a uno negro, con su varita de vid en mano piedras del suelo comenzaron a levitar a causa de su furia. Era su primera clase y en vez de respetarla como su docente se burlaban, el recuerdo de su hermano SJ haciendo lo mismo hizo que las piedras que levitaban salieran disparando por todos lados sin importarle si los golpeaban o no, se encargaría de que los tres alumnos supieran que con ella no debían jugar.

 

-Whisper- lo llamó en tono despectivo -sino quiere ir no vaya pero le recuerdo que soy su profesora le guste o no y su calificación depende de mi- ya para ese momento Leslie esperaba que le dijera que se marchara para que ella misma le permitiera irse no sin antes darle una buena patada en el trasero.

 

-Ustedes dos les digo lo mismo- le dijo señalando con el dedo a Crouch y Matsudaira.

 

Seguramente aquello sorprendiera a sus dos últimos alumnos pero estaba hasta el cuello con las burlas de Whisper y su actitud de que solo por ser un adulto sabia todo.

 

<<Maldicelo>>

 

Aquella voz en su cabeza la dejó consternada que su mente se puso en blanco unos minutos, trago en seco y desvió la mirada de sus alumnos, aquella voz la tomo por sorpresa, pero no debía perder el tiempo, estaban hay para aprender leyes e idiomas, su cabello volvió a ser negro y sus ojos azules, incluso por primera vez se animó a prestarle más atención a los presentes pero su vista se detuvo en la muchacha que se presentó como Kaori. Un sentimiento de vergüenza y pena la inundo, no sabía porque a lo último pero había hecho todo una escena con las rocas demostrando que a pesar de todo seguía siendo una niña por más que tuviera un puesto como docente.

 

Tosió para llamar la atención de sus alumnos nuevamente pero ya mas calmada y dispuesta a presentarse -Soy Leslie Linmer y seré su profesora en esta clase y si les molesta algo seguramente los directores estarán encantados de escuchar sus quejas- eso último iba especialmente para Benjamin que para ese entonces decidió ignorar lo que fuera que dijera el mago.

 

-Ya que todos se han quitado el hechizo que lance supongo que querrán responderme a que materia vinieron, que saben de ella y que esperan aprender en el lago con la sirenas y otras criaturas-

 

 

 

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Benjamin Whisper

 

Recordaba bien al robusto hombre que acababa de presentarse ante él de la tarde de entrenamiento en el Pink Palace, y la sorpresa de ver lo cercano que parecía a los hermanos Ollivander. Sin embargo, y pese a sus esfuerzos, Crouch se manejaba por la vida con tal precaución sobre sus acciones y pensamientos, que todavía nada verdaderamente relevante había podido sacar Ben de él, excepto el hecho que probablemente, a semejanza suya, fuera inquilino en esa casa por la discreción que ofrecía a los que la ocupaban.

 

Debería informarse con medios más serios, que esa tribuna que le da cabida a toda clase de gente— replicó a Hess mientras veía que el hombre volvía a conjurar el casco burbuja, y saludaba con una venia a la última persona en llegar.
No había tenido oportunidad de un trato directo con Kaori, pero reconocía su rostro pues lo había visto en numerosas publicaciones de El Profeta cuando Gringotts había estado en el ojo de la tormenta. Sus rasgos de igual forma eran fácilmente distinguibles comparados a los que Ben observaba a diario, y en cuanto la escuchó hablar, comprendió que estaba frente a una de esas mujeres con las que tenía que andarse con cuidado. Después de todo ella, con astucia, había usado unas referencias que intentaban equilibrar y dar sentido al papel de la mocosa como profesora.
— Veo muy osado comparar a eminencias como los uzzas y los arcanos, con esta niña que no sabe ni siquiera presentarse, señorita Matsudaira. Quizá la cuna le haya dado el privilegio de versarse en algunos temas, pero dudo mucho que tenga profundidad en su saber. Ella es más como esas rosas que se conoce lo rápido que se marchitan, así que se las corta el día de su floración para sacarle el máximo provecho a su superficial belleza.
Tenía intención de decir muchas otras cosas, pero una piedra del tamaño de un puño cruzó fugazmente a escasos centímetros de su rostro. A poca distancia suya, la profesora había perdido por completo los cabales y la frustración o la furia, habían terminado provocándole cambios en su físico que la mostraban como un pequeño monstruo fuera de control, arrojando piedras descontroladamente. Decidido a que ninguna le impactase, Ben aplicó un rápido hechizo que comenzó a desviar todos aquellos proyectiles a un lado y otro, hasta que el ataque cesó y en su lugar, el apellido retumbó de repente, en boca de la muchachita.
Por poco contuvo la carcajada, pero sonreír le fue inevitable ¿amenazado con una baja calificación? ¿se creía que seguían todos en el colegio? Ella genuinamente, no sabía ni como conducirse allí, pero convencerse de eso solo hizo que Ben perdiera todo interés en confrontarla. ¿Qué victoria iba ser después de todo, hacer llorar o generarle más berrinches a una cría, que además ya estaba volviendo a su apariencia anterior, y cuyo sonrojo le indicaba que estaba avergonzada de ella misma, y su pobre actitud?
La escuchó entonces, con los brazos cruzados, y cuando llegó el turno de hablar dio un paso adelante.
— Como ya le dije vine a profundizar mis conocimientos de Leyes mágicas, especialmente en lo referido a las diferencias con MACUSA, y no espero mejorar o aprender nada de series tan poco civilizados, aunque a lo mejor si que pueden enseñarle mejores modales a usted, señorita.
Conseguir una devolución de su dinero no iba ser sencillo, pero lo empezaba a considerar pues su poca paciencia, empezaba a ser rebasada.

 

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Las primeras tres o cuatro piedras dieron contra él, golpearon uno de sus brazos, en alguna parte de su toroso y con un movimiento que parece mas cosa de suerte puede esquivar el siguiente proyectil que se dirige directo al rostro. Esto ha resultado ser un comportamiento tan poco esperado (aun cuando sabe que ha contribuido en ello) que apenas le da tiempo de entender que fue lo que ha pasado, pero ¿qué era esto? ¿un berrinche? Quizá si ella no pareciera una niña tal vez podría llegar pensar que era todo esto más bien una llamada de atención, pero, de cualquier forma, si es que ha preferido tomar esa imagen delante de ellos, el hecho de que su apariencia sea tan demasiado joven hace que sea complicado tomarse muy enserio lo que ella hace o dice.

 

Y su respuesta tampoco era mejor.

 

Una salvaguarda mágica evita que la siguiente ronda de rocas lo golpeen.

 

Finalmente, Hessenord atrapa la advertencia de la joven bruja casi con aparente buena gana, levantando las manos apenas en señal de rendición y casi media sonrisa que no hace un esfuerzo tampoco por esconder el divertimiento que tiene toda esta escena con las rocas y la amenaza final. Y tan rápido como comenzó toda esa ráfaga, terminó, Hessen habría estado muy concentrado en mantener la salvaguarda para saber qué es lo que habría terminado por tranquilizar el descontrol de Linmer, aunque tampoco siente que puede pasar por alto del todo el breve intercambio de gestos entre ella y Matsudaira.

 

Antes de que pueda continuar tomando ahora él tomando la palabra, resopla una risa casi involuntariamente tras la última oración de Wisper tras terminar su palabrerío, es inevitable no reaccionar a las palabras del mago contra la docente, Benjamín lo hace con tanta energía en sus palabras, como si se esforzara por realmente fastidiar a la niñita. Al final, el gesto quizá solo pasa por alto por que tiene que volver a quitar el encantamiento casco burbuja de su rostro nuevamente.

 

Bien, bien, veamos. Estoy aquí para una actualización de leyes mágicas. He estado fuera de Europa y sus colonias mágicas por más tiempo del que consideraría sano, la última vez que estuve ahí, me parece, Azkaban estaba siendo clausurado-, Hessen negó apenas para mostrarse más bien hilarante, realmente no tiene edad para haber vivido algo así tal vez, sin embargo, la noticia en su cabeza sigue siendo algo tan borroso, tal vez como un recuerdo que no es necesariamente suyo. —Y bueno, dado a que las relaciones jurídicas y publicas son el enfoque laboral que busco mantener, lo ideal sería estar al corriente con estas cosas. Desde luego idiomas es solo un complemento más a todo esto.

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Estaba a punto de responderle a Whisper cuando la chiquilla que al parecer no era más que eso, una chiquilla, empezó a tener una rabieta. Con esa actitud el intento que había hecho Kaori por defenderla había sido en vano y las teorías que había tenido al parecer habían sido completamente erradas. > susurró la bruja al ver que varias de las rocas que había hecho levitar Linmer salían disparadas en su dirección. Una fina capa gaseosa la rodeo y bloqueo a cada una de las piedras que acto seguido cayeron al suelo.

No pudo evitar sonreír ante la amenaza y trató de recordar quien estaba a cargo de la dirección en ese momento. Era verdad que con el tema del inquisidor y una guerra tocando las puertas muchos prefirieron alejarse en busca de un lugar seguro y que posiblemente estaban sin muchos docentes, pero poner a una niña a dictar dos materias que consideraba importantes en ese preciso momento, no había sido la decisión más acertada.

Dio un suspiro de resignación al darse cuenta de que en realidad iba a recibir clases de una niña > se recriminó a si misma recordando que en varias oportunidades se anotó a las dos clases y que por diferentes cuestiones no había podido terminar las clases, quizá ese era el karma. Al ver que la niña ya se había calmado y que dejaría de lanzarles piedras, hizo que el detritus desapareciera y así mismo el casco burbuja.

—Yo he venido por las dos materias, consideré que eran una suerte que se dictaran las dos al mismo tiempo… ahora creo que he sido victima de una publicidad engañosa y que lastimosamente no aprenderé nada que ya no sepa. —Dijo con resignación.

 

De igual forma tendría que aprobar o de lo contrario seguiría atrapada en las oficinas del banco cuando ella lo que deseaba era volver a tener asignaciones fuera del país. Necesitaba tener escusas validas y coartadas en caso de que le fueran necesarias, así que el reprobar esas dos clases no eran una opción, tenía que empezar a moverse si quería traer de regreso a su hijo lo antes posible, tan solo pensar en él hizo que su pecho le doliera y que ese vació que se había instaurado en él se sintiera aun más pesado. Apartó esa sensación y continuó respondiendo a las preguntas de Linmer.

 

—Mi trabajo en el banco me exige tener un certificado en estas dos materias, así que aquí me tiene. —Hizo un gesto con sus manos como señalándose a sí misma y luego añadió —La verdad no creo aprender mucho de las sirenas, son unas criaturas arcaicas que tienen su propia civilización y una no muy amigable que digamos, así que en leyes no creo que puedan ayudarme. En cuanto a idiomas, pues no sé qué tan útil me sea aprender su idioma… en el banco no tratamos con demasiadas sirenas últimamente —Dijo tratando de no reír.

Editado por Kaori M.

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Benjamin Whisper

Era tragicómico como la pequeña bruja había minado su oportunidad para sobrellevar la clase, un hecho que por supuesto, Ben atribuía a su edad incipiente. Resultaba peor, ahora que tomaba conocimiento del hecho, que fuesen dos las materias que le habían encomendado dictar a la chiquilla, y que realmente la cabeza (o cabezas) de la institución hubieran tomado la decisión en pleno uso de sus facultades.

 

Sin haber sido ex alumno, Ben ya sentía horrible y hasta grotesco que Hogwarts minase su reputación de siglos con semejante plana. Y si le agregaba la suma que había pagado, bien podía ir más allá de las palabras de Kaori y decir abiertamente que todo eso era una estafa.

 

— Concuerde con usted. Ya bastante debe tener lidiando con duendes en el día a día. Yo puedo comprender que en alguna circunstancia el sirenio termine sirviendo, pero de leyes ¿qué podríamos aprender? Si las que tienen son tan básicas y salvajes.— tras sonreír a Kaori, con un suave gesto centró su atención en Hess, evaluando unos segundos que tan ciertas podían ser esas motivaciones— Muchas cosas han cambiado en este último año, señor Crouch, pero como diplomático de este país, le aseguro que ninguna de esas criaturas lo podrá actualizar en lo que necesita. Su política de aislamiento no ha hecho más que recrudecer por causa de la guerra, su propia forma de protegerse colectivamente supongo. Así que advertido está, de que quizá haga el esfuerzo en vano. Aunque quien sabe, he escuchado que tiene usted un cierto carismo particular y tal vez consiga que las sirenas no sean ariscas como habitualmente lo son con los magos.

 

Tales historias habían llegado hasta él de boca de Quintel, y de repente, solo recordarlo, hizo que sintiera mayor apremio por aprovechar su estancia. ¿Qué sentido tenía sino haber pospuesto la reserva de esa cara suit, donde Ben había previsto llevarse a su muchacho para disfrutar de un tiempo de calidad para los dos?

 

No podía habla por los otros que llevaban la clase, pero él ya no veía más sentido en seguir tolerando a esa mocosa malcriada y berrinchuda. Si en su trabajo, a duras penas se las arreglaba para tolerar a las secretarias chismosas y ruidosas de los departamentos, no pensaba hacer lo mismo allí con tan poco para obtener a cambio.La solución lógica era retirarse, pero con un margen que no implicase para él salir perjudicado. No le tomó mucho trazar un plan, pero si caminar hacia la joven para anunciar su decisión, aun cuando era una distancia corta la que los separaba. Y una vez que la tuvo al frente, la observó con desdén desde arriba.

 

Al pagar por esta clase, lo hice por su enseñanza, pero también, por el uso de los servicios que el colegio ofrece. No veo que impacto significativo tendrá para mi formación perder el tiempo con una o una docena de sirenas, así que me retiraré a la biblioteca. Si por ello me reprueba, adelante, mas le garantizo que será una prueba más que acreditará mi demanda contra el colegio, como mínimo, por publicidad engañosa, como ya dijo la señorita Matsudaira.

 

Disfrutó los pocos segundos en que las miradas de ambos se encontraron, y luego se echó a andar por los terrenos. Por dentro, el convencimiento de que era un hombre distinto y capaz de ejercer una influencia para imponer su voluntad, le llenaba de orgullo. ¿Alguno de los otros alumnos le seguiría o se quedarían allí para obtener "de manera fácil" su credencial a costa de no aprender nada?

 

Dejó de pensar en ellos, cuando tras unas cuantas indicaciones, se vio ante las puertas del recinto. Tanto su padre como su madre habían hablado tantas veces y con tanto cariño y admiración de la biblioteca de Hogwarts y su sección prohibida, que indefectiblemente, no podía irse de allí sin verla, y es que además, a Benjamin le gustaban las bibliotecas. En la casa calendario de los Avery donde había crecido, las estanterías repletas de libros habían sido parte orgánica de su vida, y la lectura de muchos clásicos almacenados en su familia durante generaciones, un poderoso estimulante a su temprana vivacidad e inteligencia. Luego en Ilvermorny, había tenido realmente toda clase de experiencias en la biblioteca del colegio, muchas que distaban considerablemente de lo académico, pero que seguían siendo memorables.

 

Por todas esas razones, ya solo estar allí lo hacía sentir diferente, y le traía la lucidez que aquellos sucesos en el lago le habían fastidiado. Todo lo que tenía que hacer ahora, era encontrar el codiciado libro que sabía, se encontraba en una única edición allí, y que alguna vez había sido propiedad de Albus Dumbledore: El compendio legal 198.

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Tarareó sus opciones, tal parecía que a Benjamín no le hacían falta razones para continuar con la clase de Linmer, pero ¿a dónde es que iba ese hombre ahora? Hessen lo siguió con la mirada antes de lanzar con un gesto de pregunta sobre lo que acaba de pasar a ¿quíen era ella? -“Kaori Matsudaira, trabaja en el banco”-, memoriza cómo algo importante de recordar más tarde. Y está replanteando la idea de ir tras Benjamín, pero la verdad es que por alguna razón el demonio imagina que lo que sea que pueda pasar con Whisper, justo ahora, no puede ser mejor de lo que estaba pasando aquí a las orillas del lago, por otra parte, el mago no parecía tener tanto interés en los idiomas igual que él, por lo que no solo terminaría perdiendo la certificación si se iba, si no que además también perdería cualquier pista que Linmer pueda ofrecerles sobre cómo continuar reforzando este conocimiento.

 

Sin embargo, si él quisiera, en cualquier otro día puede intentar encontrarse con el señor Benjamín, mientras intercambian la correspondencia que su cárabo viejo tiende a entregar siempre al casero en lugar de a él mismo o incluso mientras busca a Guillam por las mañanas en su piso para salir a ejercitarse. Aunque ciertamente el hombre es tan filoso en cada una de sus características exteriores (al menos lo poco que conoce de él hasta ahora) que el demonio se lo piensa dos veces antes de intentar involucrarse con él, pero tan solo de pensar en los beneficios que traería tener a alguien cómo Whisper entre su lista de contactos…uff. ¿Que verdadera perspectiva tiene alguien cómo Benjamín Whisper dentro de esta comunidad mágica cayéndose a pedazos? Lo que fuera, Hessen se siente casi tentado a averiguarlo.

 

Hay una leyenda muggle-, comienza a parlotear nuevamente, tan simple como si todo eso no hubiera pasado. —Que cuenta sobre las criaturas marinas y el modo en el que las personas pueden obtener sus habilidades-, Hess se encaminó solo un poco más allá del grupo, acercándose a la orilla del lago, no tiene tan buena vista cómo para distinguir más que la superficie pero se siente cautivado por lo poco que resalta de la noche. —Se dice que para tener lo que quieres de ellas debes hacerte de una primero-, la sonrisa es solo por lo “irreal” que se vuelve la historia tan pronto. —Debes ganarte su confianza. Su amor. Y después de eso… le asesinas-, concluyó con varios tonos de voces más bajos, ¿habría no mágicos que aún creen en esas historias? —Algunas veces son algo violentos los muggles, ¿no?-, suspiró, girándose para encontrarse con la niña, que ganas de verse la cara con ella después de hoy, en cualquier otro lugar.

 

No imagino quien está más en riesgo con esta caída del estatuto mágico-, bromeó.

 

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