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Astronomía & Encantamientos


Sherlyn Stark
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Bosque Encantado, Pitlochry.

Silencio. Era lo único que podía percibir estando en el corazón de un enorme bosque y era extraño ya que se suponía que debía oír el canto de diferentes aves así como los sonidos peculiares que salían de otras criaturas. Desconocía si aún había criaturas mágicas en esa región de Escocia, lo cierto era que muchas de ellas se mantenían escondidas para protegerlas de la maldad de los humanos sin magia. Miró hacía todas las direcciones para comprobar si había alguien más con ella pero no era así, pero sabía que sus alumnas no se demorarían en llegar.

Se encontraba sobre una enorme piedra gris y ovalada que a pesar de ser dura e uniforme le brindaba comodidad. Adelante de ella había más rocas de esa misma característica,pero su tamaño y grosor variaba. Estaba rodeada de árboles altos y frondosos, repletos de hojas con un verde oscuro intenso que eran suficientes para evitar que algunos rayos de sol atraviesen las ramas aún en la tarde.

Miró el reloj de arena y supo que sería momento de levantarse para esperar de pie la llegada de sus alumnas. Días atrás había enviado cartas que contenían la ubicación exacta, la hora y un traslador pequeño y redondo, junto con una breve presentación de ella y los nombres de las asignaturas.

 

Castelobruxo

Su presencia es importante.
El tiempo corre y es de oro, no demore.


Localización: - Sin datos -.
Horario: 21:00 hs.


Sherlyn Stark - Profesora de conocimientos.

Encantamientos - Astronomía.


Sin embargo, la llegada de las brujas se demoraría debido a diferentes imprevistos que se podrían haber evitado fácilmente, poniendo la dirección donde se encontraba ella, por ejemplo. Pero, sabía que aparecerían en el lugar y llegarían en el momento correcto, después de todo, así lo había determinado.

Zoella Triviani - Aparecería de noche, a catorce metros de ella y a cinco de Kassandra.

El escenario sería el mismo, un bosque y un cielo despejado repleto de estrellas. El ambiente aumentaría su temperatura a medida de que la bruja pasaba tiempo allí. De repente, sería interceptada por una escultura hecha de piedra, que si conocía sobre historia y sobre Lewis y sus figuras de ajedrez, podría reconocerla de inmediato.

— La constelación de Orión debe ubicar y representar.

La tarea era sencilla. Ubicar esa contelación, nombrar los nombres de cada una de las estrellas que la conforman, así como también las nebulosas y representarlas de forma física, podría ser mediante magia o utilizando lo que el bosque le ofrecía, rocas, hojas, animales o insectos. Sin embargo, el calor empieza a hacerse presente, así como también criaturas mágicas cuyo mecanismo de defensa se activa a esa temperatura.

El peligro es inminente.

Kassandra Weasley - Su llega es al mismo tiempo que Zoella, ubicada a cinco metros de ella el calor comenzaría a llegar hasta esa ubicación. En ese lugar también hay piedras de diferentes tamaños, ramas y troncos secos.

La escultura de el guardián de Lewis se encargaría de guiarle y su primera indicación sería.

— Su misión es crear criaturas mágicas o no mágicas y darle una única orden: ir hacia esa dirección.

Lo que la bruja no sabría es que el lugar donde debía dirigirlas es donde se encontraba Zoella y cuanto más demore, más intenso sería el calor.

El peligro es inminente.

* * *


— Mucha suerte —susurró, de pie mirando el cielo y sintiendo el viento cálido que llegaba desde esa dirección.





* * *

 


ALUMNOS


Astronomía

@@Zoella Triviani


Encantamientos

@

Editado por Niko Uzumaki

 

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Triviani había dejado la carta sobre su escritorio. Leyó la pequeña nota con la presentación de la profesora junto a las indicaciones de tomar el traslador pequeño y redondo dentro de la carta en unos días, a las 21:00 horas. La bruja había estado estudiando un poco sobre el conocimiento que pretendía tomar, aquel arte donde leyó algunas cosas referentes a los cuerpos celestes del universo, como los planetas y sus satélites, los cometas y meteoroides, las estrellas y la materia interestelar que flota en el espacio.

 

La bruja había encontrado cosas referentes al cosmo, encontrándose con esa interesante armonía del espacio. El estudio de las estrellas es algo que por años Zoella quiso realizar pero que hasta el día de hoy se había planteado a cumplir. Encontrándose con un nuevo universo que ampliará sus saberes de formas inimaginables.

 

Había preparado un pequeño telescopio dentro de su bolso, junto a su bola de cristal y cualquier otra cosa que creyera necesaria dentro de su lectura previa, pretendía absorber el máximo posible de la aventura que se aproximaba y emplear todo lo que aprendiera en sus cosas diarias. Completando entonces poco a poco todo lo que sabía sumaba al poder del aprendizaje, a su inteligencia.

 

Se preparó con ropa cómoda y deportiva cuando el día llegó, se colgó su mochila y cubrió su calva con un gorro de lana, la clase sería por la noche, y aunque ella no sintiera frío prefería no desentonar con el ambiente al que la llevara el traslador. Observó su reloj de muñeca, 20:59 horas. Abrió el sobre con calma, tomó el traslador y sintió el conocido tirón en su estómago, percibiendo como a su alrededor todo daba vueltas.

 

Cerró los ojos y se dejó llevar a quien sabe donde. El frío la azotó, la oscuridad la envolvía levemente pero la luna se encargaba de brillas, dando algo de iluminación donde debía. Bajo el manto del cielo, Zoella dió una vuelta en su eje, no sabía donde se encontraba pero una extraña arbolada la rodeaba. Vió el cielo, pero las ramas no le permitían visualizar nada.

 

Perdida, así se encontraba. Tomó el traslador una vez más, apretando entre sus dedos para nuevamente ser transportada a un lugar diferente, más despejado y dentro de un extraño círculo en el suelo, rodeada de un bosque diferente al primero., al buscar a su alrededor se encontró a la profesora sobre una roca, mirándola en silencio. Cerca de ella otra figura apareció, pero no logró identificarla del todo. Suspiró, y volvió a ver a la profesora, un cielo despejado repleto de estrellas era lo que podrías encontrar si elevabas la mirada.

 

Triviani fascinada, no despegó la vista del cielo mientras intentaba detectar las constelaciones que se observaba. La voz de la profesora llegó cuando pronunció la tarea, obteniendo la atención de la calva. "La constelación de Orión debe ubicar y representar". ¿Qué significaba representar? La bruja ya lo descubriría, descolgó de un lado su mochila y extrajo su telescopio, armandolo con ambas manos frente a ella antes de inclinarse a ver las estrellas, buscando aquella constelación asignada.

 

La Nigromante sabía que Orión o el Cazador es una constelación prominente, quizás la más conocida del cielo. Sus estrellas brillantes y visibles desde ambos hemisferios hacen que esta constelación sea reconocida mundialmente, dicha constelación representaba, según la mitología griega, al cazador Orión enfrentándose a Tauro.

 

La constelación de Orión es fácilmente reconocible por las tres estrellas principales que la forman, conocidas como “Las Tres Marías” o “Los Tres Reyes Magos”. Son las tres situadas en el cinturón de Orión: Alnitak, Alnilam y Mintaka. Partiendo de esto, debía de buscar dos estrellas muy brillantes, que son identificables en conjunto con las tres marías. La primera es Rigel, situada en el pie izquierdo de Orión, y la segunda, Betelgeuse, es una supergigante roja sobre el hombro derecho de Orión.

 

La bruja lo encontró, luego de mover el telescopio lo encontró. Pensó como representarlo, pero su mente se disipó cuando el calor empezó a inundar el ambiente ¿El calor?

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Hélène Éloïse Bellerose

 

 

Ahh, ¡sacre bleu! Windy, apresúrate ¡llegaré tarde!— Los pasos de la heredera eran presurosos, a medida que corría a través de la habitación metiendo en el bolso todo lo que fuese de utilidad para la lección de hoy. La híbrida no había pisado las aulas estudiantiles hace tanto tiempo, que estaba llena de ansiedad y nerviosismo mientras pensaba en la perspectiva de haber pedido el hilo. ¿Tareas? ¿Asignaciones? ¿cómo se hacía eso?

 

Respiró hondo, deseando con todas sus fuerzas haber podido contar con Hildegarde para que hubiese tenido todo preparado, pero es que la mujer necesitaba sus días de vacaciones y la heredera había tenido que dejarle partir con mucho pesar. Ahora solo contaba con la elfina, y aunque no dudaba de su eficacia, no estaba acostumbrada a tener seres mágicos en su servicio.

 

Tomó con apuro la agenda que le tendía la criaturita y se la metió en el bolso, no sin antes darle un último asentimiento aprobador a su reflejo en el espejo. —¡Magnifique! —Suspiró y salió precipitadamente a los jardines, intentando enfocar en su mente la idea de su destino. Castelobruxo…. Desde su estancia en Gran Bretaña no había tenido mucha ocasión de viajar y aunque la perspectiva le resultaba inquietante, se entregó por completo a la nueva experiencia. Cerró los ojos mientras una inesperada y helada brisa nocturna le despeinaba los cabellos, y desapareció sosteniendo la carta traslador en las falanges, dejando tras de si una ligera niebla perlada.

 

 

La llegada fue tanto desagradable, ya que la sensación de ser absorbido a través del espacio era abrumadora. Abrió los ojos y empezó a colocarse de nuevo los cabellos en su sitio, al tiempo que los orbes celestes absorbían todos los detalles que componían el espacio. Con algo de alivio notó que no estaba sola. Supuso que se trataría entonces de algún compañero de curso, por lo que asintió con cortesía hacia su dirección. A pesar de que los árboles detenían el golpe del viento, el susurro de sus hojas ante el estímulo del mismo resultaba reconfortante y le indicaba de igual manera que había varios árboles, más de los que podía distinguir a simple vista. Sin embargo, aunque sentía una suave brisa, le inquietó darse cuenta que la temperatura era más bien cálida y que esta calidez parecía aumentar de intensidad. Un tanto confundida, Hélène revisó sus alrededores buscando el rastro de la maestra, sin embargo lo único que encontró fue una estatua, hacia donde se dirigió a pesar de sentirse un poco incómoda por el incremento de la temperatura a su alrededor.

 

Poco le sorprendió notar que la estatua tenía en efecto instrucciones y aunque dijo lo que debía decir, las instrucciones fueron poco claras. La Semiveela le miró entonces, confundida y exasperada.

 

¿Esa dirección? ¿Quelle direction? ¿Puedes ser más claro? — A pesar de su breve interacción anterior, la estatua permaneció como lo que era y no explicó más de lo que ya había hecho inicialmente. Bellerose suspiró entonces, e intentó enfocar su mente en el reto que se le presentaba en la cabeza. Crear una criatura, mágica o no mágica…. Jugueteó con la varita entre los dedos, sopesando sus opciones. Barrió el entorno con la mirada nuevamente, encontrando un yacimiento de Hongos silvestres, Amanita Muscaria para ser más exactos. Tanto embelesada por la brillantez de los colores, los seleccionó entonces como objeto de su experimento y se arrodilló cerca de ellos, intentando no tocarlos en lo absoluto.

 

Su varita realizó una simpática floritura en el aire, mientras la francesa pronunciaba el conjuro que animaría a las Amanitas y les daría la capacidad de caminar. Esperó unos segundos, expectante, y cuando el calor que sentía ya empezaba a hacerse muy incómodo, comprobó con entusiasmo que habían crecido bracitos y piernitas en dos de los tres hongos que se encontraban a sus pies.

 

Vale, la parte uno estaba hecha, pero ahora, ¿a donde?. Decidió que lo mejor sería hacer un encantamiento de brújula y empezar por alguna parte. —On y va—Susurró hacia sus pequeñas creaciones, sin saber bien si tenían orejas y la capacidad de escuchar y empezó a caminar hacia el norte, esperando que la temperatura fuera una señal de lo lejos o cerca que podría encontrarse de su destino.

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El calor era incesante y su intensidad aumentaba cada vez más, sin embargo, se mantuvo al llegar a 29° Celsius, lo que indicaba que Zoella había completado la primera actividad con éxito, identificando la constelación de Orión y visualizándolo con un telescopio. Luego, las estatuas llegaron hasta donde se encontraba ella informándole sobre el estado de la primera prueba, ambas la habían completado. Y eso, no le sorprendía para nada, conocía la metodología de las clases de conocimiento y podía suponer que en algunas ocasiones se encontraba con magos y brujas muy poderosos, capaces de desarrollar habilidades excepcionales, y era posible que estuviera frente a brujas con esas características.

 

Por su parte, Kassandra había animado hongos silvestres y había trasformado una brújula que le indicaría el camino que debía seguir, así que ambas estaban aptas para realizar la segunda prueba. Observó nuevamente hacía donde estaba las esculturas y les indicó que interceptaran a sus alumnas para darles nuevas indicaciones.

 

La enorme estatua en forma de un alfil de ajedrez, se aparecería frente a Zoella, pero esta vez le daría una pequeña lección sobre las constelaciones y la alineación planetaria, de esa forma la bruja tendría más información sobre los conceptos y de alguna manera se resolverían algunas dudas, en caso de haberlas.

 

— ¿Qué son las constelaciones?

  • Son un grupo de estrellas concretas que son observadas en el cielo nocturno en un aparente estado estático e invariable que las relacionada como una única unidad. Estas estrellas forman figuras imaginarias entre sí mediante la unión de sus estrellas. Sin embargo, no son grupos de estrellas asociados entre sí en la realidad, sino solo en la visión humana gracias al punto de referencia desde el que se observan, la superficie terrestre.
— ¿Qué es una alineación planetaria?
  • Por otra parte los planetas del sistema solar a diferencia de las estrellas no mantienen una "posición fija" en el cielo y es por eso que desde la superficie terrestre en ocasiones pueden verse planetas alineados, es decir, en una línea. Se considera una Alineación Planetaria el conjunto de dos o más planetas que pueden verse muy cerca entre ellas, desde la tierra, aunque en realidad están a una distancia considerable en el espacio.
Luego de explicar ambos conceptos, la estatua carraspeó y luego indicó lo siguientes:

 

— Su misión es indicar a Júpiter y a Saturno en el cielo, así mismo, en caso de que se vean los satélites naturales (lunas), de cada uno, las debe nombrar.

 

La temperatura se mantenía en 29° y en esta ocasión la bruja tendría tiempo para completar la misión con tranquilidad.

 

Otra enorme estatua aparecería frente a Kassandra y provocaría que un gran lago se formara delante de ella. Sin embargo, antes de mencionar algo más, le comentaría acerca de algunos conceptos generales sobre los Encantamientos.

 

— ¿Qué son los Encantamientos?

  • Los encantamientos es un tipo de hechizo con el propósito de darle a un objeto propiedades nuevas e inesperadas. En la clase se enseñan los movimientos de varita y la pronunciación correcta que se debe emplear a la hora de conjurarlos.
— Ejemplos concretos:
  • Encantamiento para conjurar agua: Aguamenti.

    Movimiento de varita y pronunciación correcta.

     

  • Encantamiento para congelar: Glacius.

    Movimiento de varita y pronunciación correcta.

     

  • Encantamiento para conjurar pájaros: Avis.

    Movimiento de varita y pronunciación correcta.

     

  • Encantamiento para silenciar: Silencius.

    Movimiento de varita y pronunciación correcta.

     

  • Encantamientos para encender varitas: Lumus.

    Movimiento de varita y pronunciación correcta.

     

— La siguiente misión es cruzar el lago pero antes debe conjurar el encantamiento correcto, teniendo en cuenta la pronunciación del hechizo y el movimiento de varita.

 

Suponía que también debía emplear un encantamiento que le permitiera visualizar su alrededor con más claridad, ya que el bosque se hacía cada vez más oscuro.

 

 

* * *

— Muy bien —murmuró. Sabía que era una misión más sencilla.

 

* * *

 

 

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Editado por Sherlyn Stark

 

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Hélène Éloïse Bellerose

Avanzó unos cuantos pasos, cuando sintió al fin el calor atenuándose a su al rededor. La castaña suspiró con alivio mientras sentía aquel cambio atmosférico como una reafirmación de que estaba haciendo las cosas bien. A pesar de que la brújula le guiaba hacia el norte, no logró encontrar a la maestra, pero si que fue interceptada por la estatua nuevamente, encuentro que le causó un respingo que no pudo ser contenido.

 

¡Mon dieu! —Exclamó entonces llevándose la mano libre al pecho, haciendo movimientos reconfortantes sobre su alborotado corazón. Sus orbes celestes se dirigieron con resentimiento a la estatua, casi al mismo tiempo que un lago empezó a formarse en frente suyo bloqueándole el paso. Justo cuando estaba empezando a pensar que no iba vestida para nadar y empezaba a desagradarle mucho la idea de arruinar el atuendo que llevaba encima, la voz profunda de la estatua se hizo escuchar nuevamente.

 

Hélène asimiló con atención cada nuevo concepto que se le presentaba, agradecida que la estatua fuera capaz de transmitir con claridad los movimientos y la pronunciación correcta de los hechizos. La francesa suspiró tanto afligida, ya que a pesar de manejarse en un perfecto inglés, ciertamente habían palabras y sonidos que su lengua madre no le permitía dominar.

 

Sería quizás que el estrés que el pensamiento le provocaba, pero percibió que la negrura de la noche se intensificaba. La luna y las estrellas seguían allí, sin embargo su luminosidad pareció no hacer efecto en el paraje. Creyendo que era mejor para su predicamento que la luminosidad no fuera un problema, imitó el ejemplo dado recientemente por la estatua y murmuró:

 

—Lumos.

 

Casi de inmediato el extremo de la varita se encendió como una lámpara brillante, dándole ahora una perfecta visión del entorno en el que se encontraba. La heredera sonrió satisfecha de si misma al haber logrado el cometido al primer intento, aunque suspiró nuevamente al ver aún frente a ella el lago que le impedía avanzar con su camino.

 

Afianzando la improbabilidad de nadar para no arruinar el chaleco de piel que llevaba, concluyó que lo más práctico era en efecto congelar el lago para pasar. Evocó la memoria reciente del ejemplo recibido y con voz firme pronunció.

 

—Glasiiú.

 

Nada pasó.

 

Bellerose frunció entonces su entrecejo y lo intentó nuevamente.

 

—Glasssssiú.

 

Empezaba a frustrarse, pero intentó con todas sus fuerzas que el sentimiento no le afectase la concentración. Intentó centrarse nuevamente en la pronunciación, recordando que los ingleses no omitían la última letra de las palabras como era usanza común en francés. Respiró hondo y repitió con mayor seguridad.

 

—¿Glaciuss?

 

Sonando más a pregunta que a afirmación, logró felizmente su cometido. El agua cristalina que hace poco reposaba frente a si en estado líquido, brillaba como el más fino de los cristales, ahora en estado sólido.

 

¡Já! —Exclamó entonces, muy orgullosa de si misma. Volvió la vista a sus pequeños honguitos caminates y los apresuró, aun insegura de saber si le escuchaban o no.

 

—¡Allez allez mes petites!

 

Cruzó el lago con toda la elegancia que le fue permitida a través del resbaloso y cristalino hielo y siguió su camino, expectante sobre qué esperar a continuación.

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Triviani se había percatado de la sombra observándola a las lejanías, pero no creyó que tuviera mayor importancia. Supuso que aquello se trataba de su profesora... ¿Profesor? Qué más da, la Triviani observó un poco más las estrellas a la espera de la siguiente indicación, que esperaba fuera soplada por los vientos, o algo por el estilo. Un temblor en el suelo la hizo erguirse en su lugar, preparó la varita, dispuesta a atacar con todo cuando una estatua se posicionó frente a ella, un alfil, una pieza de ajedrez, pero más específica del ajedrez de Lewis.

 

La calva no jugaba mucho de aquel juego, ni siquiera del fichero mágico del que ella misma poseía. Le parecían lindas las piezas e incluso estudió un poco de ellas, pero no había conseguido rival alguno al que enfrentarse, cosa que tampoco le preocupaba del todo. El calor se mantenía estático, la vampira no sentía dicha sensación en su interior pero el extraño vapor del suelo incomodaba a su cuerpo. Agradece no llevar la peluca encima, y solo comenzó a deshacerse del abrigo que la cubría, lanzandolo en su mochila.

 

La estatua la observaba en silencio, la bruja le observa en silencio, con curiosidad ante ella. La voz de la estatua se hizo presente, solo que esta vez hablaba directamente dentro de su cabeza. Se encontraba distraída y su habilidad de Oclumancia apagada, pero decidió activarla y únicamente la estatua lograría entrar en su mente, para compartir lo que fuere a exponerle.

 

Observó a su compañera a la lejanía, una estatua también se encontraba con ella ¿Serían guardianes de los saberes de su profesora? Quién lo sabe, pero a la Triviani aquella manera de enseñar le fascinó de forma desmedida. La estatua carraspeó, llamando la atención quien había cerrado totalmente su mente, el alfil abrió sus fauces para indicar la siguiente misión.

 

Aquellos dos planetas mantenían alineación una vez al año, y aquella era la ocasión donde dichos planetas se alinearían, en los cielos, dando un espectáculo digno de admirar por cualquiera. Triviani intentó ignorar las temperaturas, que provocan un vapor incesante que humedece las telas de sus ropas. La calva tronó su cuello y se inclinó ante el telescopio una vez más.

 

- ​Júpiter y Saturno - pronunció, a sabiendas de que la estatua estaba atento a todo lo que ella pronunciaba - Busquemos primero aquellos dos puntos grandes y brillantes en el cielo... Júpiter de color blanco y Saturno de un blanco amarillento... A ver al Sur.... - habló, girando con el telescopio, viendo en todo momento a las estrellas brillantes.

 

- ¡La constelación de Libra! - animó, viendo las estrellas que comprenden a esta formación - Por aquí debes estar, Saturno... - comenzó a buscar hasta dar con la pequeña luz brillante en el cielo - ​Aquí estás... Y a tu alrededor tenemos a... Mimas..... tu eres Dione.... Y tu eres Rea.. No, Rea no eres Febe - comenzó a pronunciar, identificando a los satélites naturales de aquel planeta.

 

- Encélado, Titán, Hiperión, y las otras no logro verlas. ¿Dónde estás tú, Júpiter? - a interrogó, girando en línea recta hacía el lado contrario. Encontró el planeta, sonrió bajo la oscuridad - Júpiter, siempre lejos del sol - habló, buscando los satélites que le rodeaban.

 

- Veamos los satélites Galileanos - murmuró, comenzando a buscar alrededor - Ío... Calisto.... ¿Europa o Ganímedes?... A ver quien eres... - habló, intentando identificar cuál era cual - Listo, tú eres Europa un mundo helado bajo el cual se especula la presencia de océanos líquidos de agua e incluso la presencia de vida.... Y tu eres Ganímedes el satélite más grande de todo el sistema solar - habló, intentó seguir buscando.

 

- Y aquí el grupo de Amaltea... Metis, Adrastea, Amaltea y Tebe. Simplemente hermosas - habló, observando a los cuatro satélites que giraban en la órbita de Júpiter. Triviani siguió observando, encontrándose con Marte casualmente. Esperó que aquello fuera suficiente para pasar a la siguiente misión.

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Con un sutil movimiento de varita trasformó a una de las rocas en binoculares, de esa manera tendría la capacidad de ver lo que sucedía a metros de distancia. Confiaba en la palabra de las estatuas que la ayudaban, que bien podrían considerarse guardianes, pero necesitaba saber en tiempo real lo que estaba ocurriendo y la idea de no ver con sus propios ojos cómo se desenvolvían sus alumnas, le inquietaba un poco.

— Bien.

Tomó los binoculares y tras pararse sobre la enorme piedra en la cual se sentaba, los llevó hacía sus ojos. Sabía sobre artefactos muggles, había crecido entre ellos por lo que no le resultó difícil utilizarlos, aunque a su vez, no se necesitaba mucha ciencia para saber cómo se usaban y además existían objetos mágicos con esas características. Con el visor nocturno logró encontrar a Zoella y a escasos metros de distancia se encontraba Hélène.

Ambas habían resuelto la segunda parte de la clase correctamente, con creatividad y aprovechando al máximo los recursos que tenían a su disposición. Y, aunque no le sorprendía, le causaba cierto entusiasmo. Por otro lado, la tercera parte de la clase tenía un grado más de complejidad por el tiempo que tenían para completar la actividad y los conocimientos que tenían que poner en práctica.

Cuando se percató que ya era hora de la siguiente misión, dio instrucciones claras a sus guardianes y los vio desaparecer.

Zoella — El alfil aparecería y esta vez sin decir nada invocó un enorme muro de piedra y sobre él había letras desordenadas, que simulaban una sopa de letras.

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— El sistema solar se representa en este tablero.

Y sin decir nada más se desvaneció en el aire.

Las palabras que debía encontrar eran nueve y la prueba sólo sería completada con éxito una vez que la bruja encontrara las palabras escondidas.

Sin embargo, el calor volvería, esta vez con más intensidad y atraería serpientes y arañas en cuestión de segundos por lo que ambas debían protegerse de ellas.

Hélène — El alfil aparecería pero sin decir ninguna palabra y provocaría que el árbol que estaba a menos distancia de ella se incendiara, a su vez el fuego se extendería a los árboles que estaban a menos distancia.

Debía actuar rápido. Ejecutar los movimientos de la varita y pronunciar hechizos correctamente.

Sin embargo, las arañas y las serpientes serían un factor que dificultaría la tarea.

* * *


— Mucha suerte —la bruja observaba el fuego a la distancia. Esperaba no tener que intervenir en el incendio desde ya era una escena que le producía tristeza.

* * *


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Editado por Sherlyn Stark

 

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Triviani observó a Martes y pasó la vista del telescopio a Venus. EScuchó al alfil alejarse y decidió estirar su cuerpo, desperezando sus músculos. La bruja pensaba que mantenerse inclinada en los telescopios era algo fastidioso, pero la mejor forma de ver las constelaciones y los cosmos era así, al menos hasta ahora. Esperaba que, en un futuro todo fuera más fácil, sin tener que colocarse en una posición tan incómoda.

 

Observó a su compañera de clases, y regresó la mirada a la pieza de ajedrez de piedra que carraspeó antes de pronunciar su nombre. Resopló con fastidio ¿Donde estaría su profesora? Aquella manera no era tan cercana para con sus alumnas, pero quizás la metodología tenía un fin, o quizás no. A final de cuentas ¿Quién lo sabría? Observó con atención al Alfil, que invocó un enorme muro de piedra, Triviani se encontró con todas esas letras en relieve, talladas en desorden ¿Una sopa de letras? Recordaba haber visto a una anciana en la ciudad muggle, quien resolvía un cuaderno repleto de ellos, o al menos lo hacía antes de perecer bajo las fauces de la bruja.

 

Escuchó lo que el alfil le pronunciaba - El sistema solar se representa en este tablero - ¿Pero si ahí estaban letras y no planetas? Paseó sus ojos por el muro y giró a hablarle al alfil, pero se encontró con que este había desaparecido. Maldijo por lo bajo, y decidió observar con más detenimiento el muro. Sintió el vapor comenzar a aparecer a su alrededor, nuevamente la temperatura iba en ascenso, y por su parte la ropa comenzaba a humedecerse y pegarse al cuerpo.

 

Escuchó siseos a las lejanías, serpientes atraídas por el calor. La bruja escuchó lo que estas hablaban, avisando entre sí sobre el par de brujas que tendrían de cena. Agradeció haber cursado su habilidad de hablante de Parsel y les contestó en aquella lengua que ellas hablaban - No soy alimento de nadie, ni se les ocurra acercarse - pero aquello no fue suficiente, las serpientes solo se burlaron de ella y siguieron acercándose.

 

Las arañas comenzaron a caer alrededor de Zoella, ella por su parte les dio manotazos, alejándose de su cuerpo - Debo conseguir las palabras - Elevó su varita, y trazó con un rayo marcas por sobre las palabras que ella creyó correctas. Neptuno, Mercurio, Luna, Urano, esas fueron las primeras que consiguió, antes de sentir como otra araña caía sobre su cabeza.

 

Esta comenzó a moverse, y sintió el siseo de las serpientes más cerca, a sus costados. Una se enrollo en su pierna - Largo, fuera - pronunció en parsel, lanzando un rayo a la serpiente, atacando. Venus, Marte, Júpiter y Sol. Esas fueron las siguientes. Ocho palabras había encontrado.... Ocho.

 

- Maldita sea - gritó, al sentir como una de las serpientes comprimía su otra pierna, la araña picó su cuello y gruño. La bateó con la mano y lanzó un rayó, matandola en el acto - ¡Saturno! - gritó, al encontrar la última palabra. Abrió su mochila, y buscó con desespero el antídoto para el veneno de araña, el antídoto que siempre llevaba por cualquier emergencia.

 

 

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Hélène Éloïse Bellerose

 

Aunque la heredera había ya superado dos pruebas, no podía negar que la ausencia de la maestra le causaba cierta inquietud. Pensó que para esas alturas ya se habría encontrado con su mentora y sin embargo, con el paso de los minutos consideró que más bien era lo opuesto y que cada una de las pruebas que pasaba le alejaban más de su destino. ¿Estaría esperándolas en un punto fijo o más bien se estaba dedicando a orbitar toda la arena para ver su desempeño de cerca? Sonrió ante el pensamiento –y debió reconocerlo- hasta el momento la clase estaba resultando dinámica, lo que le hacía más interesante que la típica lección de salón de clases.
Deseó entonces haber previsto que eso iba a suceder y no estar cargando consigo el bolso con tantas plumas y pergaminos, ya que de cierta manera eso le proporcionaba un peso que ya no estaba segura que fuera justificado cargar.
Aliviada de ya no sentir el calor de hace un momento y revisando de tanto en tanto que los honguitos caminantes le siguieran el paso, se vio nuevamente sorprendida por la materialización de su guía, quien, a pesar de seguir causándole respingos con su súbita materialización, le agradaba, aunque no siempre respondiera a sus preguntas.
Esta vez no pronunció nada más que el nombre de la castaña de manera dramática y acto seguido con un fogonazo, los árboles que le rodeaban empezaron a incendiarse. Primero, uno, después otros dos…. Si no hacía algo pronto iba a ser la responsable del incendio de tan bonito bosque y la verdad era que pirómana accidental no era una característica que quisiera en su CV.
Hélène apuntó el árbol con la diestra, insegura sobre qué hechizo era el que debía pronunciar. Su guardián además de sobresaltarle todas esas veces le había dado una bonita lección sobre algunos hechizos y para qué servían, seguro que si se concentraba un poco podía evitar que el caos se hiciera más grande.
Sin darse cuenta la mano izquierda jugueteaba con los cabellos castaños, retorciéndoselos en una onda. El rostro generalmente risueño mostraba una seriedad sin precedentes, mientras la heredera repasaba con toda rapidez sus opciones.
—Aguamenti!—Exclamó entonces, agradecida que la palabra no le fuera tan extraña. La décima de segundo que tuvo que esperar para asegurarse de haber tenido éxito fue demasiado larga. Sin embargo y con una sonrisa radiante comprobó que un pequeño y luego firme chorro de agua fueron expulsados de la varita, la que tuvo que sostener con mayor fuerza todo el rato que se dedicó a extinguir las llamas que la envolvían.

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Limpió los cristales de los binoculares y observó como sus alumnas realizaban sus pruebas correctamente, a pesar de las dificultades que se presentaron y el corto tiempo que tuvieron para completarla: Zoella había encontrada cada una de las palabras de la pizarra y al parecer tomó un antídoto que desde esa posición no llegó a visualizar para qué, pero esperaba que se encontrara bien; mientras que Hélène, había logrado apagar las llamas del árbol sin que se llegara a expandir.
Sonrió para sí misma y se dio cuenta de que era momento de concluir con la clase, pero antes debía presentarse y cerrar los conceptos e ideas principales de las respectivas materias. Aunque aún la clase con había llegado a su fin empezaba a crecer en ella una sensación de entusiasmo y orgullo, le alegraba ser parte del aprendizaje de dos brujas con capacidades extraordinarias.
Nuevamente se giró hacía una de las figuras de alfil que se mantenía cerca de ella y le indicó que guiara a las brujas hasta la posición donde esta ella, y así lo hizo.
La estatua se acercó a las brujas y se detuvo justo en la mitad, la distancia suficiente para que ambas pudieran escuchar lo que tenía para decir. Aunque sus palabras serían breves, éste se preparó carraspeando su voz gruesa y áspera, y dijo:
— Síganme, por favor.
* * *
Una vez que la estatua regresó hacía donde estaba Sherlyn, suponía que seguido de sus alumnas. Se puso de pie y simplemente se dispuso a presentarse, tal como lo hubiera hecho si la clase no hubiera sido planificada de la manera en la que lo había hecho.
— Buenas noches —se presentó, con una leve sonrisa que demostraba toda su timidez e inquietud al ser la primera clase que daba después de muchos años.
— Soy Sherlyn Stark, profesora de ambas clases, Astronomía —dijo, mirando a Zoella —, y Encantamientos —finalizó mirando a Hélène.
Sabía que las brujas tendrían muchas preguntas después de las pruebas a las que se habían enfrentado, así que sabía que lo mejor era hacer que el lugar se viera más agradable y reconfortante. Encendió una fogata con las ramas secas que estaban apiladas en una esquina, esto no sólo significaba más luz sino que también haría que el aire se volviera un poco más cálido, considerando que la temperatura comenzaba a descender bruscamente.
Debía ser breve.
— Muy bien, Zoella —miró en dirección a la bruja. Si fuera por ella simplemente le diría que había hecho un trabajo excelente y completamente admirable, sumando el detalle del antídoto que había incorporado en la última prueba, pero debía mantenerse formal y de acuerdo al programa, debía saber cuáles eran sus aspiraciones y por qué había decidido aprender ese conocimiento—. ¿Por qué has decidido aprender astronomía? ¿Conoces alguna definición de "Astronomía"?
Luego, se dirigió a Hélène, quién al igual que Zoella había ganado su admiración.
— Y, tu, Hélène, ¿Cuáles son tus razones por la que decidiste tomar Encantamientos? —por un momento miró la fogata cuya luz se iba haciendo cada vez más tenue—. ¿Podrías definir Encantamientos?
La bruja se sentó sobre la piedra que le había acompañado durante toda la jornada y simplemente espero la respuesta de sus alumnas. Conocer el propósito de cada una era tan importante como las habilidades que tenían, así que esperaba la respuesta con mucho interés y curiosidad.

@ @@Zoella Triviani
Editado por Sherlyn Stark

 

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