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El Secreto del Inquisidor


Nate Weasley
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Grimmauld Place


No podía ser cierto.

Estaba frente a un autentico giratiempos. No le importaba cómo había caído en manos de sus compañeros de la Orden del Fénix, era real. Lo vio sobre la mesa y su intenso brillo fue lo que llamó su atención, daba hincapié para pensar en las innumerables situaciones en la que podían utilizarlo, a su vez, la manera en la que funcionaba le generaba intriga. Jamás había tenido un objeto tan poderoso a pocos metros de ellas pero su presencia simplemente le resultaba incomodo.

Nate inició la reunión con objetividad y la paciencia que lo caracterizaba, o al menos era la imagen que a ella le quedaba siempre de él después de las diversas misiones en las que habían coincidido. No entendía cómo podían mantener la calma, estaban delante de uno de los objetos más temidos y buscados por la comunidad mágica, con una fuerte capacidad para dañar la línea temporal y teniendo en cuenta qué pasaría si caía en las manos equivocadas, era increíblemente peligroso. El objetivo principal era simple: utilizar el giratiempos para acabar con el Inquisidor pero a partir de ahí se abrían muchas interrogantes cómo los diferentes planes para dar con él o también los aspectos negativos que mencionó Rory y luego Ellie, desde el umbral de la puerta.
Dio unos pasos hacía atrás y por un momento se preguntó si quería ser parte de ese plan. Tenía la posibilidad de retirarse. Por una parte, le espantaba la idea de asesinar a alguien por más que fuera el culpable de una gran cantidad de muertes y torturas, y también el hecho de que el mínimo error significara la ruptura en la línea temporal que podía conducir a un futuro incluso peor al actual.
Aprovechó un instante para mirar a su alrededor, estaba rodeada de miembros de la Orden del Fénix, gran parte de ellos conformaban el equipo de Alto Mando y era difícil pensar que alguno de ellos cometiera tan solo un simple error en la misión. Debía permanecer tranquila y confiar en lo que proponían.

La voz de Mackenzie se hizo presente y su idea era sencilla, dando a entender claramente que debían ir por pequeños pasos y luego Kaori mencionó Alaska, lugar que se asociaba con la organización. Jamás había oído sobre la organización por lo que era un dato que lo escuchaba por primera vez y fue una sorpresa absoluta.
— No me gusta la idea de asesinar personas —comenzó, sin evitar ocultar la inseguridad en su voz y partiendo de lo que había dicho Rory—, existe la posibilidad de que nos encontremos con más miembros que formen parte de la organización, ¿también los mataremos?
Decidió no mencionar más sobre el asunto porque podrían discutirlo más adelante, pero siguió:
— Por otra parte, es difícil conocer cómo se conformaba la organización hace años, si tenían aún más poder que ahora—sabía que si fuera así los libros de historia de la magia lo mencionarían—, o qué tipo de magia utilizaban. Es necesario que quien participe en la misión sepa que puede encontrarse con definitivamente cualquier cosa, un peligro que jamás creyó encontrar quizás, por eso propongo que deberían viajar los lugartenientes, el líder o el presidente de MACUSA.
— Además pienso que deberíamos encontrar una forma de comunicarnos con las personas que viajen —sonaba realmente imposible—, y dado los riesgos que conocemos de los viajes en el tiempo, se debería viajar solamente una vez para no arriesgar la integridad física y la salud psicológica de quien viaje. Una forma de comunicación podría ser una nota escondida en algún rincón oculto de un lugar antiguo y se me viene a la mente Hogwarts.
Editado por Sherlyn Stark

 

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Shelle. Tiempo atrás... en el valle de Godric.

 

 

Las gotas repiqueteaban en los adoquines y manchaban los zapatos de la dama, un paraguas sin mango flotaba expandido sobre la cabeza de la bruja a quien le seguía su apresurado ritmo para que esta no se mojase. Los truenos eran sonoros y la lluvia abundante. Había algo de viento, el suficiente para sentir las gotas pegar en su piel tan blanca como una tiza, sin embargo la bruja lo ignoraba, solo quería llegar.

 

Las estrellas no se divisaban en el cielo nocturno, las luces a lo largo de la solitaria calle se veían difusas mas no las luces que provenían de las austeras cabañas donde bien se veía la silueta de los magos que allí habitaban, en su mayoría cenando en familia, lo normal en un pueblo tan pequeño, el pueblo donde su familia tenía nota de sus inicios, lugar que la bruja conocía demasiado bien y donde sentía la calidez de un hogar.

 

Se adentró en una pequeña calle serpenteando debido a su similar parecido con un meandro, las paredes de las casas empezaban a asemejarse a las de un callejón hasta que la pelirroja en su apuro y la escasa visión se encontró atrapada en un lugar sin salida. Suavemente levantó su vestido con la diestra mientras la deslizaba por su pierna hasta encontrarse con la varita envainada en su liga y la retiraba de allí para empuñarla con elegante soltura hacia la pared que obstaculizaba su camino. Solo tres golpes en los ladrillos correctos fueron necesarios para que estos se abrieran de par en par y permitieran el paso a la apresurada dama.

 

Sus pasos se volvieron suaves y el paraguas desapareció de escena. La pelirroja se quitó la capa color carmesí que colgaba sobre sus hombros dejándola caer al suelo y continuó su camino por lo que parecía ser un largo pasillo de alfombra color carmín y paredes negras.

 

Al llegar al final del mismo una puerta se abrió de par en par y una mesa redonda la esperaba del otro lado. La música de Chopin llenó los oídos de la brujo. Eloíse la croupier hizo una leve reverencia a la bruja y esta respondió de la misma manera enseñando sus respetos. La mesa estaba vacía y Shelle tomó su lugar al tiempo que un vaso de whisky con hielo aparecía frente a ella.

 

-¿Qué me deparará esta noche, Eloíse?- preguntó con frescura y dio un largo trago a su bebida.

 

 

 

 

off: horrible, lo sé -.- XD

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Tiempo Atrás.

 

Luzbel esperaba con ansia la llegada de Alaric (@@Lady Luxure Grindelwald ), aunque la mañana de aquel día su esposo no se encontraba nada contento con la idea de haber regresado a Gran Bretaña, en su pasado había logrado tener algunos vagos recuerdos en la hacienda Tonks con su mejor amigo, incluso había sido refugiado en ese hogar por un largo tiempo. No obstante, no visitar esa hacienda, ya que cuando su tío lo transfiere a Ilvermony, él no estuvo muy de acuerdo, y con cara bastante seria desayuna algunas frutas.

 

-Jaguar. - comienza a expresar Luzbel. - No puedes durar todo el día con esa cara, no me hagas ir y hacerte sonreír. -

 

Sin embargo, Licaón solo continuaba comiendo, a pesar que su esposo lo había sorprendido en llevarle la comida a la cama, y le miraba, éste no le agrada comer solo, por lo que al poco tiempo, su esposo se sienta cercano a él, le quita el cubierto, y le comienza a dar la comida, en el rostro de Azrael se comienza a sonrojar, mientras continúa comiendo, además que en unas ocasiones su esposo se coloca la fruta en la boca y le da un beso, para así alimentarlo. Al terminar de comer, comienza hacerle cosquillas, produciendo en esa habitación a llenarse la risa del Archimago de la Muerte.

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Nathan guarda silencio mientras algunos de los allí presentes toman la palabra. Siempre ha sido por demás medido con sus palabras, por lo que no le es difícil mantenerse inmutado mientras escucha a Rory versar sobre escrituras que él conoce pero no practica. Se mantiene en silencio durante toda su perorata, y hace su mayor esfuerzo para mantener su rostro inexpresivo incluso cuando los gestos de Goderic, Mackenzie y Kaori enseñan tanto rechazo. Quizá él debería hacer eco de ellos, puesto que comparte los sentimientos, pero una parte de sí le obliga a mantenerse inmutado: no es que la lugarteniencia lo obligue a hacer oído a ideas ridículas, ni que el hecho de que el pastor sea el líder de la organización le comande tanto respeto como para mantenerlo doblegado, sino que está convencido de que hay un verdadero valor en la expresión de todas las ideas.

 

Está a punto de deshuesar aquella idea a su esencia, la de no matar si no es necesario, cuando ve a Ellie y Madeleine colarse por el umbral de la puerta y marcar presencia: no se había dado cuenta hasta entonces, pero hacía tiempo ya que no las veía, y sub-conscientemente se había estado preguntando qué era de la vida de ambas. La sorpresa se apodera de él, reflejándose en su rostro quien se permite enseñarle una sonrisa a las dos hermanas incluso a sabiendas de que ninguna de las dos se la devolverá. Una de ellas, la más pequeña y rechoncha, se atreve a tomar la palabra y señala lo que para todos era quizá obvio pero aún así era menester ponerlo sobre la mesa.

 

Poco a poco la habitación escucha las voces de varios partícipes más: Mackenzie es clara y expeditiva a la hora de exponer su punto, y Nathan se encuentra así mismo asintiendo a la par de las palabras de la mujer, indudablemente cree que aquél es el plan a seguir y, igual de importante, un buen equilibrio entre los intereses y preocupaciones de todos. Kaori es la próxima en hablar, robándole algunas palabras de la mente al develar lo que actualmente saben del Inquisidor como sujeto; el detalle de Alaska les había sido develado hacía ya meses, y sin embargo en todo el tiempo transcurrido poco habían podido hacer con aquella información.

 

Su rostro refleja una clara pero grata sorpresa al escuchar la voz de Sherlyn, a quien no había visto hasta entonces, expresar sus preocupaciones e ideas. Nate aprovecha para dedicarle una sonrisa, y deja que el silencio tome peso por unos segundos hasta que, eventualmente, queda claro que nadie más quiere tomar la palabra.

 

Todos y cada uno de ustedes tiene algo de razón en lo que ha dicho. Es entonces, esencial, encontrar un punto medio en el cual podamos operar. – comenta, tomando la palabra una vez más, pero sin ponerse de pie. – Rory, lo que Dios o el Deuteronomio hayan dicho – como le ha escuchado citar en otras ocasiones – no tiene relevancia aquí esta noche. Indudablemente pones un dilema fundamental sobre la mesa, puesto que siempre nos hemos jactado de que quitar la vida de alguien no debe ser arbitrario y, por el contrario, deviene de justificación y una verdadera intención de hacer el bien, al menos para nosotros.

 

Nathan quiere elucidar otro punto, pero teme pasarse de la raya.

 

Quizá no hayas estado con nosotros lo suficiente para entender cómo funcionan estas personas. Hace ya tiempo que el Inquisidor dejó de ser sencillamente un individuo peligroso, ahora es un ideal, y los ideales son peligrosos, puesto que tuercen la mente de la gente a beneficio de alguien. – procura que sus palabras no hagan referencia a que la institución a la que el pastor pertenece hace precisamente eso, y se enfoca en cambio a dejar su punto en claro – Mientras el Inquisidor esté vivo, su existencia representa un ideal que diezma la mente de cientos de decenas de personas a su voluntad, una voluntad que como ya habrás visto, tiene por claro objetivo dañar. Sin embargo, ese no es nuestro propósito ahora.

 

Mira a Goderic, quien espera deje en claro su plan pronto. Al igual que Kaori, puede ver que éste tiene algo para decir pero, por alguna razón, se lo está guardando.

 

Como ha dicho Mackenzie, nuestra prioridad ahora es conocer al Inquisidor como persona antes de que fuera el Inquisidor. Si Alaska es donde estuvo antes, a Alaska iremos. En efecto, como Ellie y Sherlyn han expuesto, deberemos ser en extremo cuidadosos. Nadie puede vernos, nadie puede oírnos, nadie puede saber que estuvimos allí. Las reglas alrededor de los giratiempos son claras para todos, creo yo, y es que torcer lo que ya pasó siempre tiene consecuencias impensadas, sin mencionar el inexplícito pero siempre presente riesgo de romper el espacio tiempo, y a saber qué demonios pasaría entonces.

 

En algún momento, sin darse cuenta, se ha puesto de pie. Poniendo su peso sobre sus manos que descansan en la mesa, Nathan suspira, y vuelve a tomar asiento.

 

¿Estamos todos de acuerdo? – inquiere, a todos. Luego mira a quien tiene en frente. – ¿Goderic?

 

@@Ellie Moody @@Mackenzie Malfoy @@Sherlyn Stark @ @@Goderic Slithering @@Rory Despard

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Era demasiado extraño para el mago de cabellos negros encontrarse allí, en la que había sido durante siglos la noble y ancestral casa de los Black. Su familia. Él nunca había llegado a habitar allí puesto que al regresar con la mayoría de edad a Inglaterra, la residencia familiar había pasado a ser un castillo en otro poblado.

 

Con la espalda apoyada a la pared, viendo por encima del resto de las cabezas, los ojos perlas de Black enfocaban el giratiempos. Un objeto maravillosamente valioso y sumamente escaso. Goderic, uno de sus compañeros del bando, era el propietario y estaba ofreciéndolo para una importante misión. Black los escuchaba atentamente a todos, aprendiéndose algunas voces que escuchaba por primera vez y asintiendo con más de una visión.

 

El Inquisidor era su actual desvelo, debían descubrirlo e intentar cambiar en alguna forma los acontecimientos. De ser por Black, regresaría al pasado únicamente para romperle el cuello a aquel desconocido pero antes se aseguraría de conocer los propósitos que lo habían llevado a aquella locura. El mundo mágico, nunca a salvo de guerras internas, estaba atravesando posiblemente uno de sus mayores conflictos, que incluía a la gente no-mágica, y esto en sí mismo era trascendente.

 

No era que Black estuviera en contra de las peroratas religiosas que había dicho Rory o el hecho de no matar gente, como daba a entender Sherlyn, pero a veces no quedaba más opciones que aquellas. Él lo sabía y sería el primero de la fila en querer ensuciarse las manos, en caso de no encontrar otro camino posible.

 

—Tenemos que conocer sus motivaciones, qué lo llevó a ser lo que es hoy. Yo no estoy en contra de matarlo, tampoco estoy insinuando que no haya más remedio que eso. Pero pienso que si no tomamos medidas radicales, no va a cambiar nuestro presente. La pregunta que me haría es: ¿qué buscaremos en el pasado? ¿Cambiar el futuro? ¿Información que hoy no tenemos? Saber si el Inquisidor fue un esquimal al que le gustaba jugar con bolas de nieve y un día cualquiera en su querida Alaska un mago le golpeó la cabeza con una no creo que nos cambie la vida hoy por hoy. —Tenía otros pensamientos que prefería reservarse por el momento.

 

Lo dicho por Nathan tampoco era menor. No usarían el giratiempos para retroceder una hora sino muchos años. Y aquello podría salir pésimamente mal.

 

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#7 Fontaine PP ~ #6 de Rune MM ~ #1 Ragnarsson KK

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Grimauld Place 12

 

La nota de Nathan no llega a ella a tiempo, es decir llega pero la bruja la deja dormida y olvidada en su escritorio de la Gryffindor hasta bien entrada la noche que es cuando se sienta con su café y la lee esperando encontrar allí alguna cosa por hacer, mientras toma su bebida en su taza de los lindos perritos dalmatas, suspira sabiendo que sus familiares y amigos la necesitan más que nunca, así que se dispone a irse ni bien termina su café, garabateando una nota para quien la vea después y quiera seguirla.

 

"Tuve algo que hacer en Grimauld Place, si alguien quiere venir puede hacerlo, dejé unas alitas de pollo y carne en la heladera, son bienvenidos a servirse, no me esperen temprano, cualquier cosa que necesiten llamen, besos, Lunita Gryffindor Delacour".

 

Relee la misiva una y otra vez asintiendo para sí misma, mientras deja la taza a medio terminar, camina rauda y veloz hacía el jardín, saluda a su elfo, Arturo de pasada y se desaparece con un fogonazo de luz violeta, hacía su destino esperando que todo esté bien y que en serio no pasé gran cosa, aunque sabe que si la están llamando es porque algo importante esta por pasar y que requiere su presencia allí, razón por la cual se apresura a ir a su destino final.

 

Se detiene tambaleándose en las puertas 11 y 13, observa como en una casa escuchan música y en otra miran una serie que parece ser de venganza y amor, sonríe feliz y casi se queda allí en la puerta para verla, pero negando con la cabeza piensa en "el numero 12 de Grimauld Place" y sonríe aliviada como nunca al ver aquella puerta que tanto esperaba, su hogar y sus familiares están esperándola y ella se siente feliz y alegré de al fin estar en su casa.

 

Cuando abre la puerta escucha las palabras de Nathan desde allí, aquel: "si a Alaska es a donde estuvo el inquisidor allí iremos" hace que frunza el ceño sin entender de que habla mucho, así que se dirige rápidamente hacía la cocina y tropieza como siempre con ese paraguero que acaba en el piso haciendo un gran estrepito y la hace suspirar entre divertida y abochornada a partes iguales.

 

- No se preocupen estoy bien, solo es el paraguero de siempre que me lo choque, enserio que no entiendo porque estaba en el medio, en fin... hola a todos aquí Lunita Gryffindor Delacour, aunque creo que ya me conocen como Lunita, iré en un momento en cuanto logré poner bien este artefacto raro - Les digo entre risas mientras levanto el paraguero y pongo todos los paraguas en su lugar con un simple movimiento de varita -

 

- Bueno creo que tener el gira tiempo nos da cierta ventaja, si está en Alaska el Inquisidor allí debemos de ir, podríamos saber que lo motiva o que es lo que lo llevo a ser así, podríamos incluso lograr impedir que sea como es pero ¿a que costo? ¿Qué perderíamos si intentáramos interferir o cambiar las cosas? el uso de gira tiempos es complicado y complejo, sobre todo porque nadie puede vernos y debemos de pensarlo bien, aunque así al menos entenderíamos porque termino siendo como es y quizás podríamos hacerlo más humano y menos robot, ¿Qué les parece? - Les digo sumándome a la idea y preguntándome si esto no sería más peligroso de lo que ellos están viendo en realidad -

 

 

- Quizás sea solo para conocerlo ,saber que piensa y que siente, cuales son sus motivaciones iniciales y como termino siendo así, para saber como se formo y todo, sería una información incalculable, pero sin interferir mucho, quiero decir ¿podríamos interferir o no? insisto que se nos presenta una solución y un problema a la vez, sería peligroso pero me gustaría ayudar e ir si es que quieren por supuesto, deberíamos de ir casi todos ¿no creen? o dividirnos por grupos así no somos demasiados, pero con cuidado, podríamos hasta cambiar las cosas o volvernos locos si nos vemos o algo así, así que hay que tomar el asunto con cuidado y responsabilidad - Les pido sonando más segura y firme de la cuenta, con mi repique de campanas un poco más alto de lo habitual -

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Grimmauld Place #12, Cuartel General de la Orden del Fénix

Actualidad

 

 

Se mantenía en silencio, sentada en una silla tras Nathan, a una distancia prudencial, observando aquel objeto legendario. Alguna vez, muchísimo tiempo atrás, había tenido oportunidad de verlo de cerca, pero de ella había pasado más de una década. En realidad aún se sentía casi tan asombrada como el resto de los miembros del bando de que Goderic Slithering lo tuviera. ¿Le molestaba? No, al contrario, estaba segura de que estaba en manos más que conscientes de lo que aquel objeto significaba, no podía estar en poder de cualquiera, manipularlo era peligroso si los objetivos eran inescrupulosos.

 

La ansiedad en todos y cada uno de ellos le resultaba en cierta forma, divertida, ella tenía algo muy claro, desde que lo empezaron a hablar. Su mirada bajó y se dedicó a dibujar círculos con la punta del pie. Había votado por el Despard, pero si había algo de lo que estaba completamente segura, es que no compartía para nada su opinión en cuanto al inquisidor. Recordó en ese momento una charla, también acaecida hacía más de una década atrás: no todos merecen vivir, somos nosotros los encargados de hacer lo que ningún otro miembro de la Orden se atrevería. Había mantenido largas y privadas charlas con aquel miembro del clan de los oscuros y había aprendido que a veces, la vida de uno vale por la vida de muchos.

 

Sus ojos se levantaron al escuchar las palabras de Ellie y sonrió. Su perversidad le había llevado unos tres o cuatro años atrás poner en dicha situación a sus compañeros de bando. Había sido “divertido” por decirlo de algún modo. En cierta forma Ellie tenía razón, el utilizarlo sin un estudio relativamente concienzudo para confirmar qué vidas serían afectadas era casi imposible, pero no necesariamente llegaría a ser tan malo como ella lo planteaba.

 

Si cambias sus ideas quizás consigas un aliado, si cambias su vida y no lo conviertes en mártir quizás consigas que miles de magos y muggles vivan.

 

No se atrevía aún a expresarlo en voz alta y una sonrisa se dibujó en sus labios ante las palabras de Mackenzie. Oh, Alejandro, sí, ella apoyaba su decisión de cortar por lo sano. En verdad sentía que se salía de la vaina por hablar, pero no quería, solo escuchaba en silencio cada vez más inquieta. Sin embargo negó silenciosamente a las palabras de la Malfoy. ¿Qué ganarían con saber más de él o quién era? Eso no le devolvería la vida nadie. Sí, estaba siendo demasiado drástica, quizás por eso mismo se mantenía en silencio, porque sabía que su impulso, en ese momento de su vida, era asesino.

 

Las palabras de Kaori y Sherlyn no diferían en exceso de las de Ellie y Rory. La comunicación podría ser por portales, si los miembros tenían conocimientos de historia de la magia y podían utilizar el haz de la noche mediante un fulgura nox, el libro del druida podía ser la respuesta a eso. Dejar un mensaje hacia adelante en algún lugar hasta que lo encontraran era sencillo, pero coordinar una decisión de qué hacer con lo que se descubriera y responder era lo complicado, no siempre te encuentras agujeros de gusano que quiebren el espacio tiempo como lo hace un giratiempos o un portal mágico.

 

Las palabras de Nathan le arrancan un suspiro, tiene razón pero no quiere, se niega sin embargo tampoco ve que le quede otra opción que acatar y en cierta forma es lo más lógico. La voz del Black surgiendo desde el fondo contra la pared se hizo eco en su mente y asintió, al igual que Nathan, Mackenzie y Rory habían expuesto puntos con los que coincidía. Cruzó sus piernas y se puso a jugar con el cierre de su bota, su vestimenta negra de esa noche la hacía parecer más apagada que nunca, lo sabía, pero no le había importado al elegir el jean y el suéter que llevaba puesto. Dejó caer los rizos de su cabello sobre su rostro, podría haber utilizado metamorfomagia y oclumancia para ocultar sus pensamientos, pero se sentía demasiado cansada.

 

El estruendo que hace un objeto al derribarse ante el atropello de alguien que acaba de llegar la hace levantar una vez más el rostro, y se le escapa una sonrisa triste al reconocer a Lunita. Muerde su labio, consciente de que lo que ha hecho no ha servido para nada y descubriendo que el secreto que guarda, la muerte que espera evitar con aquella muerte que desea perpetrar quizás no tenga sentido. Matar al inquisidor no revivirá al padre de Luna, ella está segura que él estaba equivocado y que el hombre al que le debe una fidelidad indeseada no es el inquisidor. Cuando se da cuenta Luna está hablando y ella aún sigue sin saber qué decir.

 

—Apoyo la propuesta de descubrir cómo se inició todo en la vida del inquisidor, los portales pueden ayudar a comunicarnos quizás, mediante mensajes sencillos, pero lo que él ha llegado a ser, debería haber alguna forma de evitarlo sin costos mayores —ha hablado finalmente, sin reconocer que apoya al Black y a Nathan y dando a entender, espera, que si no hay forma de cambiarlo quizás solo quede una opción. Su mirada vuelve a bajar a sus manos, donde un anillo de compromiso destaca junto a uno de plata y lapislázuli e indiferente a lo que le puedan decir, comienza a girarlo en su dedo con un dejo de tristeza.

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Cuantas más voces se suman, dando sus argumentos, el sentimiento de agobio en Rory se incrementa, así que se esfuerza por permanecer atento a las advertencias que ha hecho Ellie y Kaori respecto a los riesgos de alterar una o más líneas de tiempo. Mackenzie había expuesto, muy segura de sí misma, que varios allí sabían a la perfección el funcionamiento de aquellos aparatos, pero el pelirrojo no puede contarse entre uno de ellos, cuando apenas a las 15 años es que aprendió a dominar los hechizos básicos de una varita.

 

Y aunque le alegra, en medio de los mensajes que insisten en que la mejor manera de acabar con el asunto sea matando al inquisidor, el que Sherlyn comparta su punto de vista de que esa muerte podría traer una larga cadena de muchas más muertes (Dios no lo quisiera, incluso en las filas de la Orden del Fénix), siente una descarga eléctrica recorriendo su espalda al momento que incluye en la terna de los posibles viajantes, a él.

 

No, él de ninguna forma podría ser parte de ese viaje. Y cuanto más pronto lo aclare será mejor para todos.

 

Pero antes que pueda hacerlo, Nathan vuelve a intervenir. Y la dureza de sus palabras lo admira en un primer momento, la crudeza con la que él señala que le da masomenos igual aquel verso de la palabra revelada. Las razones que tienen a Rory de líder la conocen bastante bien los presentes allí, y las palabras de Nathan le recuerdan de repente eso: Él no es como ellos, aun si son camaradas, desde aquella primera misión (en la que él falló porque no supo conectar con su propia magia) quedó clara la estirpe a la que pertenecen, y el lugar en que él se encuentra.

 

Desde que está en Londres también ha sido consciente de eso, todo el tiempo. No se trata de un asunto de sangre, como creen los dementes creyentes de los ideales de Voldemort. Es otra clase de capital, uno heredado, la combinación de fortunas familiares que pueden sostener tranquilamente estudios en sitios remotos a caprichos cotidianos, y secretos familiares, que son celosamente guardados como fuentes de poder personal, y eso trasciende el lado de la acera desde la cual ven el mundo. Siempre, son el mismo puñado de familias, adineradas o con el prestigio del papel fundamental que jugaron en las anteriores guerras mágicas. Rory casi se sabe sus apellidos de memoria.

 

Nathan lleva razón en que no ha pasado el tiempo suficiente para conocer como funciona alguien como el inquisidor, pues antes de llegar a Ottery, su mayor preocupación era tener hechizos climatológicos adecuados para impedir que una cosecha se arruinara. Pero se equivoca al creer que desconoce como opera un ideal, pues fue precisamente el ánimo de llevar el consuelo de Cristo a quienes no lo conocían, lo que lo hizo salir de Irlanda, y luego un fatídico robo, lo que terminó torciendo sus planes, haciendo que terminara en un pueblo enteramente mágico por primera vez en su vida. Sabe que las prácticas dentro de la propia Iglesia pueden ser muy variadas, mas es justo de allí es que conoce que separa los ideales, del simple fanatismo, que es lo que él cree ver en el Inquisidor y su gente.

 

No lo va explicar allí, porque además de salir por completo de las razones que los tienen reunidos, ha aprendido ya que la fe no es lógica, sino experiencia vivida. No obstante, y como acaba de decir Martin Black, lo más urgente es decidir un objetivo preciso para esa incursión al pasado, a la luz de las varias reglas que ya varios han ido exponiendo, y muy especialmente, el margen de intervención (si es que hay uno) a las acciones que vayan a realizar los que viajen a conocer el pasado del inquisidor.

 

Un ruido brusco, lo hace levantar la cabeza, y no puede evitarlo, la sonrisa se forma automática en cuanto ve a Lunita Gryffindor, con aquel aire adorable y despistado pidiendo disculpas por la interrupción que su entrada ha provocado. Y hasta podría abrazarla por lo que acaba de decir, porque él no podía encontrar las palabras para decir que es lo que le estaba molestando de esa idea que exponían los otros, pero ella lo ha sabido manifestar a la perfección. Alza la mano en su dirección, a modo de saludo, y luego su atención se concentra en Darla, que hasta ese momento había permanecido en silencio como Goderic.

 

Quiero detenerme en lo que ha dicho Lunita hace un momento, porque es importantísimo. Y es que muchos de los presentes aquí ya no ven al inquisidor como un ser humano. Le han despojado de su humanidad y no los culpo por ello, pues ese hombre ha hecho cosas terribles, asesinando personas inocentes e incitando a muchos más a cometer atrocidades semejantes o peores— tras persignarse, su mirada pasó a centrarse en Martin, recordando el ejemplo que había dado, un tanto extremo— quizá conocer que jugaba con bolas de nieve no cambie su presente, pero si es un indicativo claro que no siempre fue el genocida que es hoy en día, que en algún punto no era más diferente a cualquiera de los que estamos aquí, que tenía lazos y personas que le importaban, que le animaba a vivir algo más que la simple aniquilación de buena parte de la gente por ser portadores de magia.

 

Era consciente que estaba entrando en un terreno pantanoso de suposiciones, pero sentía que era importante explicar el por qué sí que necesitaban más información del pasado del Inquisidor, mucho más con la cantidad de mitos que circulaban sobre él y la escasa información veraz de la que se disponía.

 

Poder encontrar una manera de comunicación, entre los que viajen y los que permaneceremos en el presente es la clave para que la operación de sacar más información del pasado del inquisidor funcione. Estoy con Sherlyn en que sea un número reducido de personas, pero declino de formar parte de la comitiva del viaje, porque definitivamente no soy el más apto para manejarme con magia tan avanzada. — soltó una larga exhalación antes de continuar— La sugerencia de Darla sobre usar los portales creo que puede funcionar, si coordinamos de antemano el punto donde los que viajen dejarían los mensajes, para que quienes quedemos en el presente, y tengamos la capacidad de hacerlo, abramos portales al pasado y tomemos conocimiento de lo que se va descubriendo, y le demos utilidad al presente.

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~En el pasado~

 

Caminaba apresurado pues debía huir, sabia que era en vano pues tenían un lazo, Lucifer lo cazaría lenta y dolorosamente...en que momento Alaric pensó que traicionarlo había sido una buena idea?, maldito Mefistófeles, sensual y tentador demonio, que había prometido protegerlo pero una vez que consiguió lo que quiso lo dejo solo contra la ira de su amo. Los nervios le recorrían como electricidad, había entregado a la pequeña niña rubia a su destino y lo mismo con la pelirroja, pero y el niño? no contaba con ese error, lo había dejado con su madre a su suerte.

 

-Ines mientras mas rápido me vaya de aquí mejor.-Recordó aquella carta que había recibido hace unos días de parte Luzbel con respecto a su viejo amigo del colegio...Azrael, dejo a su hermana atrás por ahora.

 

El demonio tomo el tren a Londres pues viajar como muggle se le hacia mas seguro que usar su magia o poder natural, sabia de sobra que su antiguo amo no dudaría en quemar la cuidad entera si por él fuera, pero por eso era mejor no llamar la atención, buscar protección en otro demonio? quizá no era lo mas acertado pero era a lo único que tenia acceso por ahora.

 

-Nada es seguro...nada es seguro.- Suspiró el pelirrojo sintiéndose algo perseguido.

 

El miedo inmensurable de dejar de existir pesaba sobre su cabeza, sabia que había metido la pata en grande, sentía que su luminiscencia había acabado nada mas que por su ambición desmedida, por creer que podría tenerlo todo y no tendría consecuencias, se equivoco severamente, mientras mas le rondaba en la cabeza mas temor sentía, estaba seguro que necesitaría usar su elocuencia para convencer a Azrael que lo ayude y por ende solicitar su cobijó. Bajo del tren sin notar cuan perdido estaba en su pensamiento y todo el tiempo transcurrido, la embajada egipcia era el lugar de la cita y hacia allí iría.

 

-Vamos, vamos estoy cerca de mi objetivo.- Una sonrisa torcida pareció en el rostro del demonio cuando por fin estuvo en la puerta de la reja.

 

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@@AZRAEL Licaón

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Tiempo atrás

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-Disculpad.- Comenta un Lacayo (auror egipcio) al interrumpir Azrael y Luzbel mientras que desayuna.

-¿Qué ocurre?- cuestionó el regente, ya que en ese momento la mirada de Licaón no era nada amigable, y era capaz de matar a ese hombre.

-Alguien ha solicitado la presencia de los dos regentes. - responde el Lacayo.

-Es curioso... - agrega el Archimago de la Muerte.

-¿quién es?- Indaga Luzbel.

-Alguien que se ha identificado como Alaric. - responde el Lacayo.

-¿Alaric?- Indaga Licaón. - Bien, dejame a solas con mi esposo, y que nadie nos interrumpa. - Y clava la mirada en su ser amado. - ya te puedes marchar, y referente a ese mago, conducelo al salón de Horus. Expresale que cuando los regentes puedan irán atenderle. - Termina de mencionar y el Lacayo se marcha, y de igual forma todos los sirvientes que allí se encontraban.

-Jaguar. - Comenta Luzbel.

-No me llames así. - Refuta Azrael y se levanta. - ¿Acaso te has vuelto loco Luzbel? Invista alguien que no veo que desde que me cambie de colegio estando en tercer año, y ahora pretendeste que este contento, ese ser es un completo desconocido. Además, los asuntos del pasado es en ese lugar que debe quedarse.- En eso su esposo le abraza.

-Jaguar no me intentes engañar.- le besa el cuello. - Sé que no eres indiferente con ese hombre, él fue tu amigo en ese colegio, y eso es decir mucho.- Le da un nuevo beso en el cuello. Y mirándole fijamente. - Yo estaré siempre a tu lado. -

-Luego lo discutiremos, sabes que no me gusta ese tipo de sorpresas. - Comenta sonrojado y ante esa mirada no podía enojarse mucho con él.

Luzbel le roba un beso y es correspondido. En ello ambos se marchan rumbo al lugar que se reunirán con Alaric, esperan que el guardia de la reja le dejara ingresar, y lo llevara al lugar correcto. La embajada se encontraba en igual medida de muggles y magos, los egipcios siempre fueron reconocidos en llevar los términos con ellos a buen término, a pesar que los de la comunidad mágica se encontraba prohibido realizar magia, por lo que para los sin magia eran diplomáticos de cultura. Pero que a la par de la autoridad muggle que vivía en casa país. En eso ingresan a la sala, y son anunciados como tal, ese cargo diplmatico.

@@Lady Luxure Grindelwald

Editado por Azrael Licaón

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