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Fawkes


Valky
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Llamas.

Cenizas.

Renacimiento.

No estaba en mi cuerpo, pero podía sentir las llamas envolviéndome. Mi voz interior me decía que estaba lista para morir, que cierre los ojos. Pero las llamas no me quemaron, no había dolor, al contrario, de un momento a otro me sentí más viva que nunca. Las llamas se extinguieron y a mí alrededor solo quedaban cenizas. Y cuando abrí los ojos, lo comprendí.

Comprendí que no pueden aplazar más esta búsqueda. Comprendí que La Orden lo necesita para estar completa.

¿Qué les dé una pista sobre dónde comenzar? No lo sé, el ojo interior no funciona de esa manera. Dumbledore era muy enigmático y sin duda su fénix no se queda atrás. Lo vieron alejarse de Hogwarts cuando falleció su amo y su ubicación es desconocida desde entonces. Algunos piensan que migró a su lugar de origen ¡como si fuera un ave normal! No, no lo creo, recorrer ese camino no parece la mejor idea, ¿o sí?

Sé lo que piensan, y les confirmo que no será fácil empezar esta búsqueda. ¿Qué les puedo decir? Trabajar juntos es la mejor opción.

~ La Sibila

****

Esta misión es una continuación de la del mes pasado,en la que encontraron una reliquia de Freyja y tenían que ponerla a buen recaudo. La reliquia consiguió llevarse al lugar que la profecía indicaba, para desde allí ayudarnos a hacer una cosa más, algo que irá tomando forma en las siguientes misiones.

 

Como disparador de esta misión, es de suma importancia encontrar a Fawes, el fénix de Dumbledore y símbolo de la Orden del Fenix. Ya que él, junto con la reliquia de Freyja y otras dos que aun no encontramos, nos servirán de ayuda para mover el Templo Paladín. Puede que tengamos suerte y encontremos a Fawkes... pero si no, pues al menos conseguir una pista de su ubicación ya que es de vital importancia encontrarlo.

 

La idea, fundamentalmente, es que hagan una exploración fundamentada de sus nuevos poderes. Suerte en esta nueva aventura y dejen volar sus imaginaciones +.+

 

+Ver más sobre el funcionamiento de las misiones de clanes

+Ver más sobre los clanes de la Orden del Fénix
+Línea cronológica de la Orden del Fénix

Orden de Avalon

Rory Despard – Magia de la Naturaleza - Conocimiento de Bando II

Ela Karoline – Conexión Natural – Conocimiento de Bando III

Orden de la Mano de Plata

--

Orden Oscura

Hannity Ollivander – Control de Energía Interna – Conocimiento de Bando I

Martin N' Roses – Control de energía psíquica– Conocimiento de Bando II

Nate Weasley – Magia elemental oscura – Habilidad de Bando

Goderic Slithering – Magia elemental oscura – Habilidad de Bando

Editado por Nate Weasley

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~Muchos meses atrás

 

Dejar Rusia para vivir con su padre significó muchas cosas, un cambio total en como vivía su vida. Al principio todo era igual pero conforme pasaban los días, las semanas, los meses y los años el Benjamin del pasado se fue diluyendo poco a poco, lenta y sutilmente. ¿Es capaz aún de blandir una espada, de luchas con sus puños y con el resto de su cuerpo? ¿Se convirtió en el tipo de mago que nunca quiso ser? Desde niño uno de sus objetivos, y el de su gemelo, fue el nunca convertirse en magos incapaces de vivir sin magia. Durante los primeros 17 años de su vida fue algo que cumplieron a cabalidad. Pero ¿Es ahora, Benjamin Karkarov, capaz de vivir sin magia?

 

Tienes dudas y junto a sus dudas las pocas líneas rectas que puede ver en la inmensidad del bosque se se retuercen, se difuminan, desaparecen. No tiene idea de como pudo llegar a Hogwarts si nunca puso un pie en esa escuela, no la conoce, no sabe en dónde está, nunca antes la vio salvo por las fotos de su padre y por noticias en el Profeta. Pero ahí está, caminando, corriendo, volando y nadando en dirección de una energía que no comprende pero quiere conocerla.

 

—Silencio chica, silencio

 

Los sonidos que escapan de su boca son inteligibles para la mayoría de personas y animales. Sin embargo su serpiente, que va con él a todo sitio, si que entiende las palabras y en consecuencia responde con algunos improperios. Pero no importa, está dispuesto a escuchar todo eso a cambio del silencio que necesita. En su cabeza hay 1 sola palabra que resuena y que se repite una y otra vez: idi***. Y suena, por su puesto, con la voz de su hermano gemelo. Solo cuando deja su mente en blanco es que finalmente el Templo Pladín se le muestra tal y como es.

 

 

~Actualidad

Carga en la espalda sus armas: una espada de acero sagrado con la empuñadura de la primavera (un regalo de Hobbamock) y dos lanzas largas muy similares al Pole. Camina cuidando los límites del templo con la luna cuidando sus pasos. Sus clones hacen lo mismo que él: vigilar. Él junto a los demás paladines del templo se turnan para que el templo esté vigilado las 24 horas del día, todos los días. Hogwarts no es un lugar seguro para los paladines y aún no son capaces de encontrar todo lo que se necesita para regresar a la Isla de las Tormentas

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Luego de las investigaciones del pasado reciente de su familia paterna, era innegable la influencia que había tenido Sirius Black en los últimos pasos de su vida. Tampoco podía olvidar lo hecho por su hermano Regulus, quien se parecía a Martin en el hecho de haberse alistado a las filas del bando oscuro para luego abandonarlo. Sin embargo, a Sirius lo unía algo más: su ingreso a La Orden del Fénix.

 

Hablar de Sirius también implicaba hablar de Albus Dumbledore, y el galés sentía un enorme respeto y una infinita admiración por aquel anciano que había superado el siglo de vida. Fue Albus quien sembró la semilla de La Orden del Fénix. Desde hacía varios años el anciano y sabio los había dejado de forma física, pero su presencia continuaba en quien lo habían conocido y también en aquellos que, sin conocerlo, habían escuchado hablar de sus episodios en vida. Y hablar de Albus implicaba hablar de La Orden, y hablar de La Orden implicaba hablar, indefectiblemente, del fénix. Y no cualquier fénix.

 

—Debemos encontrarlo. Es el siguiente paso que debemos dar como organización. —La misión había sido clara, concreta y difícil. Muy difícil.

 

Martin Black no contaba con ningún indicio de dónde podía encontrarse Fawkes. Lo último que se conocía del fénix de Dumbledore era que había abandonado Hogwarts y poco más, tras el funeral blanco. Desde entonces el paradero de la criatura mágica que moría y renacía de sus cenizas era completamente desconocido. Pero Black tenía un primer paso, posiblemente algo obvio, pero no por eso prescindible.

 

* * *

 

Un hombre acababa de materializarse tras una fina neblina ennegrecida formando un remolino. Así como llegó, la neblina se evaporó y la silueta del fornido hombre con capa de viaje negra se hizo más precisa. Era Black y aquella callejuela pertenecía al Valle de Godric. Bordeó el cementerio del pueblo que se encontraba a oscuras por las altas horas de la tormentosa noche. No llovía pero relampagueaba con intensidad, como si de un instante a otro el cielo quisiera romperse en muchos pedazos al mismo tiempo, como un cristal que cae al piso. Cada relámpago encontraba la figura del mago unos cuantos metros más lejos del cementerio, pasando al lado de la iglesia pequeña y luego entre las residencias.

 

Los zapatos negros se iban hundiendo poco a poco bajo la densa capa de nieve que se había formado al correr de las horas de aquel día. El rostro endurecido iba inexpresivo, su mirada perla variaba los objetivos, contemplándolo absolutamente todo. La vieja casa de los Dumbledore, eso era lo que estaba buscando.

 

Cuando finalmente alcanzó la estructura que podía considerarse como principal candidata, un relámpago iluminó el pueblo de forma entera y Black vio como el rayo se dibujaba desde el cielo hasta el punto más alto de la iglesia. El estruendo fue ensordecedor y el fogonazo de luz lo dejó ciego por unos pocos segundos. Cuando su mirada perla volvió a adaptarse a la oscuridad, ya no se encontraba solo. Y aquello era un problema.

 

—¿Qué buscas? —fueron las palabras que Black usó como bienvenida a un hombre enmascarado. Sin esperar una respuesta del desconocido, sujetó la varita mágica con determinación y realizó una fugaz reverencia—. Que yo sepa, nada se te ha perdido por aquí, amigo… —Su brazo pareció un látigo en la fracción de segundo que prosiguió y un rayo de color escarlata cruzó la distancia que lo separaba del enmascarado.

 

Era hora de pelear.

 

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#7 Fontaine PP ~ #6 de Rune MM ~ #1 Ragnarsson KK

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El Valle de Godric era, en todo sentido, un pueblo interesante. La historia le había cedido un lugar preponderante en los libros de historia mágica de las últimas décadas, pero aún a pesar de eso se mantenía como uno de los pocos pueblos con población preponderantemente mágica en el presente contexto: el advenimiento de organizaciones armadas entre gobiernos no mágicos y la amenaza del Inquisidor habían forzado a la mayor parte de los magos a mudarse a distintos puntos del mundo, mezclándose con los muggles de la mejor manera posible, buscando tan sólo pasar desapercibidos hasta que las aguas calmasen y la comunidad mágica pudiese volver a un atisbo de normalidad.

 

Aquel pueblo era la excepción. Varias familias mágicas llevaban varias generaciones allí, y no se dejarían amedrentar por nada ni nadie; en virtud de ello, la mayor parte de los hogares y locales comerciales estaban investidos de magia protectora, sea por complejos encantamientos o diversos artilugios de efectividad cuestionable que habían comenzado a ser comercializados poco después del inicio de toda esta locura en la que se veían sumergidos. Para el Weasley, el Valle de Godric revestía una significancia importante: la casa de los Potter estaba allí, ahora cuartel de reuniones de la Orden del Fénix y centro de planeamiento y ejecución de misiones de bando.

 

Aquella noche, sin embargo, su destino era otro. Un patronus se había aparecido frente a él momentos atrás entonando la voz de Martin. El Black lo había convocado allí, y a pesar de que la idea de irse a un pueblo con un propósito cuestionable en el medio de lo que parecía ser la tormenta de la temporada le resultaba, en términos simples, odiosa, terminó por aparecerse allí poco después. Se preguntó si Hobbamock o Rory se aparecerían también, en sus roles de lugarteniente y líder, o si estaría a solas con el Black. No conocía demasiado al hombre, quien en su mayoría era reservado y de pocas palabras, pero lo enigmático de su personalidad era compensado por su compromiso con el bando.

 

El zigzagueo de un rayo a lo largo del cielo iluminó la fachada de los edificios a ambos lados, encontrando a Nathan deslizándose por un callejón cortando camino hasta donde creía recordar era la mansión de los Dumbledore. Estaba a punto de salir del callejón cuando la fachada de los edificios que tenía por delante, al otro lado de la vereda, se tiñeron de un escarlata brillante por unos segundos. Instintivamente, tomó su varita, empuñándola delante de él mientras pegaba su cuerpo a una de las paredes del callejón y apenas sacaba la cabeza fuera de él para espiar que estaba pasando.

 

A unos cuantos metros de él había dos hombres, uno con máscara, y otro con un porte que reconoció como el de Martín.

 

Something wicked this way comes... – murmuró, retrocediendo en sus pasos y volviendo por el callejón en busca de una posición más ventajosa para acabar con el enmascarado.

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En medio de aquella calle y bajo una lluvia que acababa de comenzar, Black tenía en claro que su enemigo no estaría sólo mucho tiempo más. Mientras lo pensaba, observó como el enmascarado se arremangaba el brazo donde tenía tatuada la marca tenebrosa.

 

—Me temes —murmuró Black.

 

El mortífago no asintió ni desmintió aquellas palabras, pero cinco segundos después, tres enmascarados más se aparecieron de la nada. Los fogonazos no fueron visibles pero un nuevo rayo iluminó brevemente el lugar y Black pudo verlos allí, con sus detestables máscaras, ocultándose al mundo. Una pelea de cuatro contra uno no parecía la más justa a priori, pero él sabía que no estaba solo. Su Patronus había llegado a destino, lo sabía.

 

Apelando al control de la energía psíquica, el mago de cabellos negros mediante el Ilusionismo logró que uno de los mortífagos empezara a tener imágenes en su mente, imágenes que lo traumarían aquella noche y otras cuantas del futuro. Aprovechando aquel instante en que otro quiso ayudarle, levantó su varita y corrió dos metros hacia uno de los lados, buscando una cobertura.

 

Sectusempra —fue lo que exclamó a continuación, buscando dañar en el pecho a uno de los enmascarados que continuaba atento. Si bien no había disparado a matar, aquel movimiento implicaría un sangrado grave que lo dejaría en pocos segundos sin vida. Era casi lo mismo, pensó, entonces. Pero no había sido una elección al azar, sabía la gravedad de la situación y no podía olvidar, tampoco, el por qué estaba allí, la necesidad de encontrar pistas sobre Fawkes.

 

El llorisqueo que escuchó a continuación lo hizo detenerse en seco. El rayo de ataque que había utilizado acababa de dar en el blanco deseado y uno de los desconocidos estaba gravemente herido en el centro de la calle. Mientras otro intentaba recomponerlo, Black observó con cierto alivio cómo uno de sus compañeros de La Orden del Fénix aparecía en la escena tomando por total sorpresa a los mortífagos, en sus respectivas espaldas.

 

—Están acabados, señores. Siempre lo han estado. —Una media sonrisa apareció en el endurecido rostro del mago nacido en Gales. Agitó su varita y tomó la concentración necesaria para convertirse en alguien no-físico. Un par de los ataques siguientes de los magos del bando tenebroso pasaron sin causarle ningún rasguño y despegó del suelo, sintiéndose liviano como una pluma, como si pudiera flotar. Las consecuencias del Phantom lograron desestabilizar la posición de los desconocidos.

 

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Su mano izquierda se encontraba más rígida de lo normal, comenzando a sentir las consecuencias de la maldición. Por suerte era ambidiestro y prefería utilizar la varita en la mano derecha pero sabía que los efectos no se detendrían en una sola mano. No obstante, no se sentía presionado incluso sabiendo que no necesariamente podría recuperarse de los daños. Observa su mano con una mezcla de resignación y negación, sin embargo luego de unos segundos la esconde dentro de su bolsillo, ahora no era tiempo para tales contemplaciones.

Gira sobre sus talones y desaparece rumbo al Valle de Godric. Poco sabe de la misión a la que marcha, solo sabe que continuarán con la misión de traslado del templo de los paladines. Lo cual podría parecer una intromisión innecesaria, considerando que él era Oscuro pero ¿desde cuando un bien para el bando era exclusivo de un clan? Luchar por la seguridad del templo de los paladines, era luchar por mantener segura a una parte de la Orden del Fénix. En particular, buscar a Fawkes le parecía una misión que se encontraba firmemente atada a cualquier miembro del bando.

Su sombra se adelanta como explorador, debe reunirse con sus compañeros y teme que la acción ya haya comenzado. Piensa en invocar alguna criatura de sombra para expandir los alcances de búsqueda pero, dado el tipo de misión, siente que es un desperdicio de energía. La misión trataba de buscar un fénix, un ave capaz de desaparecer a voluntad... si eso no era una misión maratónica no sabía cuál podría quitarle el primer lugar. Necesitaba gastar su poder de forma estratégica y no malgastar toda su energía en el inicio.

Guiado por el aviso de su sombra, avanza velozmente para reunirse con su equipo. En el camino escucha sonidos de una batalla y saca su varita mágica listo a unirse a la acción. Sin embargo, la situación parecía bastante controlada por lo que evita atacar a diestra y siniestra, primero necesita conocer mejor la situación ¿por qué la batalla? ¿cómo habían llegado los enemigos al lugar? y muchas otras preguntas más.

Se mantiene en la oscuridad, con suma atención vigilando que ningún mago logre huir de la escena. Su sombra también se encontraba lista para actuar en caso de que algo saliera mal. Lo mejor en aquellas circunstancias era tomar por sorpresa al rival y así evitar que se escapasen, necesitaban interrogarlos y Goderic se encontraba de un ánimo particularmente dispuesto en participar en un interrogatorio... No dejaría que sus presas desaparecieran en frente de sus ojos.

Por supuesto, el saludo a sus compañeros de bando se tuvo que posponer para mantener su presencia oculta en las sombras.

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Phantom – murmuró, percibiendo de inmediato como su cuerpo perdía corporeidad y ahora podía desplazarse con mayor ligeresa. Aprovechó aquel estado para moverse alrededor de la manzana en menos de un minuto, su varita fuertemente aferrada en su pseudo-intangible mano y sus sentidos agudizados en busca de cualquier sonido que emanase de la batalla que su compañero estaba librando. Oyó un grito inteligible y vio los edificios colorearse transitoriamente mientras el rayo surcaba la distancia que separaba a dos de los magos. Finalmente, llegó hasta el otro extremo de la manzana, desde donde podía contemplar mejor todo lo que ocurría.

 

Martín ya no estaba sólo, y en cambio libraba contienda contra cuatro personas, todas ellas enmascaradas y encapuchadas, curiosamente vestidas exactamente igual que los seguidores de Lord Voldemort. ¿Mortífagos, en el Valle de Godric? Ciertamente no era algo inaudito, pero al Weasley no se le ocurrían razones por las cuales ellos pudieran estar allí, salvo que la idea de visitar la casa de los Dumbledore no fuese exclusiva de la Orden del Fénix y hubiese allí algo para ellos también. La situación era en extremo curiosa, y era menester capturar uno de ellos para poder averiguar su propósito.

 

Convocatoria de Espíritus – pensó, a continuación, y del mismísimo suelo aparecieron tres espíritus que avanzaron contra uno de los mortífagos a toda velocidad. Tenían la orden explícita de desarmarlo e inmovilizarlo. Otro de ellos yacía en el suelo, presa de una hemorragia exanguinante que le pondría fin a su vida de no mediar tratamiento, el tercero que intentaba ayudarle se encontraba ahora atormentado por los espíritus que él mismo había enviado y el cuarto parecía tener sus propios demonios, sin duda víctima de algún encantamiento que su compañero había conjurado.

 

Sin retomar su corporeidad, a sabiendas de los beneficios que su estado fantasma le proveía, se aproximó a Martín y le dedicó un asentimiento a modo de saludo.

 

¿Estás bien? – preguntó, a continuación. Por unos segundos, contempló los diferentes estados de sufrimiento en que los mortífagos que tenían por delante se encontraban. – ¿Ya estaban aquí cuando llegaste? ¿Qué quieres hacer con ellos?

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Rory intentaba conciliar el sueño, infructuosamente. Lo quiera o no, en sus sueños se recrea la escena de la vasija de Freyja siendo colocada en aquel pedestal, la luz potente cegándolo y luego aquella visión que todavía le es incomprensible, tanto como las palabras que se escuchan apenas como un susurro.

 

Él nunca fue un hombre con poderes de predicción del futuro. Nunca hasta ese día, y aunque pueda tener jornadas de trabajo agotadoras, llega siempre el momento en que ese asunto lo vuelve a llenar de incertidumbre. ¿Por qué el señor le estaba poniendo tan díficil reto? Ha escuchado demasiadas historias sobre videntes, y rara vez el destino de ellos fue bueno. No quiere convertirse en uno más engrosando esas listas, pero de otra parte, si es la tarea que Dios ha elegido para él ¿cómo podría negarse?

 

Acude al llamado al Valle de Godric, tarde, y le toma casi un minuto recomponer el cuerpo. A su lado, Hannah Rambaldi no parece haber resentido el viaje mediante aparición, y sus ojos claros observan atentamente el espacio que tienen alrededor. Que llegaran juntos no ha sido casualidad, pues ambos residen en el mismo edificio, pero esa es apenas una de las pocas cosas que puede compartir con la vampiro, pues en todo lo demás poseen ritmos de vida muy distintos, por no hablar de las prendas excesivamente ceñidas al cuerpo que Rory reprueba, pero que la muchachita adora llevar.

 

La nieve cubre por completo el suelo, así que cada tanto, ambos van borrando sus huellas con un simple movimiento de la varita. E incluso antes de ver al primero de los enmascarados, la energía oscura de la magia que se está empleando en esa batalla le llega con la misma dureza de un golpe físico. No parece que tenga que hacer mucho ya, pues sus compañeros del clan de los oscuros han manejado a la perfección la situación, aunque el cuerpo desangrado de uno de los mortífagos, tiñendo de rojo la nieve sucia, es una imagen tan desagradable y dolorosa, que decide intervenir.

 

Concedamos al menos a este hombre la paz de la muerte. Los otros tres nos servirán lo suficiente.– antes que cualquiera de los otros presentes se manifiestase, alza la mano y cerrando los ojos, alcanza a pronunciar con voz firme–Lanza de Assal.

 

El hechizo actúa inmediatamente, y el hombre víctima del sectusempra, deja aquellos estertores espantosos. A través de la luz que escapa de sus ojos, el predicador comprueba que no tienen ya más que un cuerpo inerte sobre el suelo. El asunto pone todavía más nerviosos a los demás mortífagos, y pronto uno de ellos cae de rodillas, y entre súplicas, asegura que va contar todo lo que sabe, a cambio de que le sea perdonada la vida.

 

No tiene dudas que pronto los otros dos van a rendirse también, pues es tal la soberbia en los corazones de esos magos, que son incapaces de llevar a cabo su compromiso hasta la muerte. A las preguntas de Nate para Martin, Rory suma una más en voz alta.

 

– ¿Creen que pudimos tener un espía que les revelara información?

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Todavía en las sombras, observa como los mortífagos son derrotados con facilidad. Incluso con la llegada de Rory, no sale de las sombras ya que sospecha que aquellos magos son solo una carnada o algún tipo de truco. Estaba claro que aquellos hombres no eran la élite de la Marca Tenebrosa, entonces ¿cómo podrían estar a cargo de una misión tan importante? Su instinto y experiencia le decía que podía haber algo más detrás de toda aquella situación. Si la otra parte tenía cartas ocultas, debía encargarse de convertirse en la carta oculta de la Orden.

O ese era su plan hasta que observa a uno de los magos, que supuestamente se habían rendido, invocar una daga de sacrificio dispuesto a apuñalar su propio corazón. Desconocía quién era el objetivo de aquella magia que unía sus destinos, pero supone -correctamente- que sería Rory. Con el poder y velocidad que le inyectaba el Phantom, que había realizado hace poco, logra golpear al mortífago antes de concretar su acción. Un golpe en la nuca había sido suficiente para hacerlo desmayar. Misma acción que repitió al resto de los magos.

Con la misma velocidad inhumana regresa a las sombras esperando que ningún ojo humano haya sido capaz de detectarlo. Sabía que con Nathan allí, encontrar información de los magos tenebrosos sería sencillo ya que, por lo que sabía, el mago era Legilimante y, por el nivel del rival, dudaba que fueran oclumantes. Además, sus compañeros eran suficientemente capaces como para despertar a los magos desmayados, pero lo más sano e inteligente es realizar interrogatorios aislados. Para distinguir mentiras, incongruencias y detalles forzados.

Su mente se encontraba distraída sobre la posibilidad de traición y espía dentro de la Orden del Fénix. Teoría que no se atrevía a rechazar de plano. Confiaba en sus amigos y compañeros de bando pero la realidad había demostrado que los humanos son impredecibles y traicionarse a sí mismos era algo que se veía más de lo que a Goderic le gustase. Además, todavía estaban los Redentis y el control mental que podía hacer estragos en casi cualquier organización.

Con una orden en silencio, su sombra se aleja rondando por cada rincón, techo y cada pasadizo hasta los límites establecidos por él mismo, para buscar la presencia de algún otro sospechoso. Goderic se encargaría de la protección y ataque desde las sombras, aunque sabía que tarde o temprano tendría que hacerse presente.

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Aquellos patéticos personajes habían prometido una batalla más reñida y entretenida pero no fue lo que terminó materializándose. Uno gravemente herido, otro pretendiendo ayudarle, un tercero con imágenes en su mente que lo atormentarían por días, y un cuarto que no tenía en claro qué hacer para asistir a su grupo. A todo esto, Black se sintió reconfortado con la presencia de Nathan. Intuyó que había sido él quien había terminado de derrumbar la moral de los enmascarados con la invocación de espíritus, un hechizo que el mago de cabellos negros aún no acababa de aprender.

 

—Hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien —respondió entonces con suma sinceridad y una evidente satisfacción en el tono de su voz—. Respirando el aire fresco y avecinándose la tormenta, nos aguarda una espectacular noche. —Miró entonces a su compañero, sin bajar la guardia—. Uno apareció inmediatamente después de que llegase al lugar. Y el resto fueron llamados por la marca… —Inconscientemente acarició su antebrazo izquierdo, sitio donde de forma tenue aún permanecía aquel tatuaje.

 

Volvió a centrarse en los enmascarados.

 

—Podríamos matar a tres, sonsacarle información al cuarto y rematarlo lentamente después. —Sabía que sus palabras no serían del todo bien tomadas por su compañero, o eso imaginaba—. Es broma, descuida. Pero creo que sería útil sacarles información de qué estaban haciendo aquí justo esta noche. —Mientras terminaba de decir aquello, la presencia de un tercer hombre miembro de La Orden del Fénix, Rory Despard, se aproximó a los otros dos.

 

Sin demasiados preámbulos, el religioso remató al hombre que sufría por las heridas producidas por Black. Éste no se inquietó por aquello pero en parte lo tomó por sorpresa; él pensaba mantenerlos con vida, aunque reconocía que aquello estiraría la lengua del resto de mortífagos.

 

—A veces no comparto tus palabras, Rory —dijo entonces Black—. Pero me estoy familiarizando con tus métodos. —Una fugaz sonrisa cruzó el endurecido semblante del mago y volvió a centrarse en el Líder—. Es lo más probable —coincidió ante la mención del espía—, pero pronto podremos saberlo con certeza, ¿no es así, Nathan? —Sabía que Weasley contaba con la habilidad para exprimir hasta el último pensamiento de sus enemigos.

 

A continuación sucedió algo demasiado rápido, el único mortífago que no parecía aceptar una rendición intentó hacer un ataque y algo, o en realidad alguien, acababa de impedirlo. Sea como sea, los tres compañeros de bando se encontraban ilesos hasta aquel momento. Y posiblemente el cuarto, que los custodiaba desde el más allá, también. Ahora todos los enmascarados estaban a su merced, desmayados.

 

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