No sabía cómo había llegado hasta allí, ni dónde se encontraba realmente. Por lo que podía observar era una calle que recorría un sitio residencial. A su alrededor casas grandes y majestuosas se imponían. Algunas le resultaban sumamente familiares, pero extrañas a la vez. Era como si el paisaje a su alrededor no cuadrara por completo. Sentía que no todo encajaba en su sitio.
Veía las residencias y parecían “normales” pero al tratar de centrar su atención a los detalles que las conformaban notaba ventanas desproporcionadas al tamaño del lugar, puertas demasiado grandes o algunas tan pequeñas que ningún humano promedio lograría traspasarlas. Estatuas, columnas, fuentes, rejas… todo estaba allí, parecía real pero al mismo tiempo había detalles que los convertía en ridículos o extraños. ¿o era su percepción la que se encontraba alterada?
Eran muchas preguntas que se formulaban en su mente mientras avanzaba. No había asfalto, sino un sendero adoquinado de unos diez metros de ancho, que separaba las verdeas a uno y otro lado. No notaba rastros del sol, sin embargo, la oscuridad no era completa. Se veían destellos anaranjados, como si se tratase de un atardecer. No había árboles, pero sí alguna que otra estatua que custodiaba la entrada a su respectiva mansión.
Sus pies no emitían ruido alguno. Calzaba cómodas sandalias blancas, sin taco ni plataforma, disfrutaba la comodidad de ir al nivel del suelo, para evitar incidentes. Vestía una falda verde musgo y una blusa color natural. Si bien era algo que no hacía hace mucho tiempo, su cabello estaba trenzado. En su mano derecha sostenía una especie de rama pulida, aquella misma que había perdido con el resto de sus pertenencias en aquella lejana posada. ¿cómo había llegado hasta ahí? ¿Por qué la sostendría de tal manera? No entendía nada, pero había algo en ella que decía que no la debía soltar.
De pronto percibió un cambio que la obligó a voltear. No había sido un ruido ni nada que se parezca a ello, pero supo que no estaba sola. Y así era, al girar notó una figura a unos ocho metros de distancia. No había nada en su apariencia que simbolizara una amenaza, pero aún así sabía que lo era.
Su cuerpo se movió sin que así lo quisiera, el brazo derecho se elevó apuntando con aquella vara al sujeto, y las palabras se asomaron a sus labios sin comprender por qué lo hacía.
-Sectusempra- el rayo se materializó enseguida, siguiendo el camino hacia el pecho del sujeto. Estaba alterada, nerviosa y a punto de gritar, pues no sabía lo que estaba pasando. Aquella palabra era tan familiar y a la vez todo un misterio. ¿Qué estaba haciendo?
OFF:
Puntos de Vida: 100
Puntos de Poder: 7