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Edicto sobre el Estatuto Internacional del Secreto en territorio inglés


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Suspiré masajeando mi cien pensativa, su teatralidad no conocía límites, pero tonta de mi le habia dado letra para que se explayarse como quisiera, bufé molesta por haber sido débil y haberme dejado llevar por mis sentimientos otra vez, debía de tener cuidado y atenerme a los hechos y por supuesto que le respondería porque no era ninguna cobarde que escapaba a su discurso preparado y absurdo.

 

- Haber Señor Aarón, perdón mi exabrupto de hace un momento, como comprenderán todos es dificil hablar de ese día para mí, de hecho quise actuar como Auror y apresarlo pero me paralice en su momento de lo cual me siento culpable y apenada, fue casi como si lo dejara morir, debo vivir con eso todos los días, pero no me negara que si mato a Elvis y tampoco puede irse sin culpa alguna, insisto en que tengo pruebas, les dejare ver mis recuerdos en un pensadero, es más les doy libre albedrío de que lo hagan si quieren, no actúe como Auror y solo en eso soy culpable, pero debe entender que jamás pensé que Elvis moriría y sabe que debe pagar por esto, como dice el dicho, la ley es dura pero es la ley, así que tengan a bien de tomar mi testimonio por válido, tengo pruebas y si es necesario las presentaré ante el tribunal o las personas competentes que hagan falta hacerlo - dije con más energía de la cuenta, haciendo que mi voz sonará más alta de lo habitual y con mi repique de campanas más firme de la cuenta -

 

- Claro que hice algo,estoy aquí y no me escape ni me fui después, aquí estoy parada frente a usted y su teatro... Dígame señor Aarón, alguna vez pensó ir al circo o a un teatro? Enserio que sería un buen actor si quisiera, tiene todos los números para serlo, insisto en su responsabilidad en la muerte de Elvis, mi padre y Auror de esta oficina y repito que su juicio debe llevarlo a la cárcel, no puede salir impune de sus crímenes y tengo pruebas que lo avalan dice Darla que no es necesario, pero estoy dispuesta a mostrarles mis memorias para que así vean lo que hizo este señor - Dije con sorna y burla en mi voz, burlandome de su defensa como mejor sabía, con un ataque limpio y certero, a veces esa sea la mejor defensa, mantenerse diciendo la verdad y nada más que la verdad -

 

- Perdón pare un minuto, pero que demonios tiene que ver si nos mostramos o no ante el muggle? Usted habla de política y yo le hablo de justicia por un asesinato, ve la diferencia? Siga con su teatro nomás, quizás sus palabras sean las que lo lleven a su predicación, me hace el trabajo tan fácil... Es una lastima que termine en la cárcel, podría haber sido un gran orador si lo hubiera querido, pero eso no quita que usted mato a mi padre y que debe de pagar por sus crímenes, me encargare de eso a como de lugar - Dije sonando más firme y segura que nunca, no había ni rastros de la Luna dulce y tierna que todos conocían, en su lugar había una hija pidiendo justicia por su padre, eso era todo lo que le pedia justicia por su injusta muerte y eso era lo que obtendría, porque su crimen no podía salir impune ni ahora ni en ningún lugar -

 

Al terminar mi discurso me apresure a tomar agua de nuevo, los ánimos estaban caldeados de ambos lados, no había que ser adivina para saber que él seguiría pavoneándose como el que más, dejaría que lo hiciera hasta que pisará el palito, de tanto darle al blanco en algún momento mi tiro sería certero y justo ahí estaría para apresarlo y llevarlo ante las autoridades que esperaba que lo mandarían sin prisa a la cárcel, porque eso es lo que se merecía ese señor, pudrirse en la cárcel como la rata de alcantarilla que era y yo misma me encargaría de eso, ni se escaparía de mi acusación así como así, tenía un haz bajo la manga y pensaba usarlo si es la que la ocasión lo requería.

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En el Ministerio de Magia

interrogando al falso @@Aaron Black Yaxley

junto a @@Sean -Ojo Loco- Linmer

y @@Luna Gryffindor Delacour

 

Un ligero estremecimiento recorrió el cuerpo de la Potter Black al escuchar las palabras de Luna. Que la bruja recalcara una y otra vez la acusación contra Aaron por matar a su padre le recordaba en exceso la obsesión que Elvis había mostrado el último tiempo con respecto al Black. Su mente la llevó a los recuerdos de Scarlet, revisando con él aquel tumultuoso papelería que el Gryffindor había conseguido relacionado con su antagonista y rival. ¿Cuál era la diferencia entre Luna y su padre? Elvis había querido demostrar que Aaron era el inquisidor y culpable de todo, mientras que Luna le decía a todo el que la quisiera oír que él había matado a su padre. Darla llevó su zurda a las sienes. No encontraba una salida lógica a todo aquello, no una discreta ni sana.

 

El recuerdo de lo ocurrido en la Gryffindor la hizo elevar sus ojos hacia el hombre frente a ella y luego sintió unas nauseas que le revolvían el estómago cuando Luna preguntó que había sentido cuando lo había matado. Las sienes le volvían a palpitar mientras la escena volvía a su mente, Caelum con su máscara enseñando a un Elvis derrumbado.

 

La diestra de Darla se cerró y se obligó a sí misma a no hacer lo que su imaginación mostraba, esa misma diestra sobre la nuca de Sean mientras estampaba su rostro contra la mesa. No creía que eso le gustara a Luna y sorprendería probablemente hasta al hombre que estaba para ser interrogado, sin embargo, imaginar esa escena resultaba tan placentera para ella, mordió su labio por dentro, resignada a no poder llevarla a cabo, ya tendría oportunidad.

 

—Si no te hubieras entrometido estábamos por hablar de las acusaciones de tu panfleto —masculló molesta, dirigiéndose al Linmer, aunque ya el Black parecía haber reaccionado a la locura que era su interrogatorio.

 

De hecho cada palabra de Aaron había sido uff, deliciosa más que su sangre en comparación con lo que ocurría ahora. No le importaba su gesto altivo del Wizengamot, ella había formado parte de esa institución, había lucido las mismas ropas que él mansillaba con su jugueteo irónico y había elegido dejarlo atrás por algo mayor. Él no tenía ni idea de lo que ella era o no capaz, no después de todo lo pasado.

 

Las palabras de Aaron hacia Luna la tensaron, ¿hasta dónde podía sostener esa doble faz que tenía en ese momento? Sus ojos se posaron en la Gryffindor, debía crecer, debía aprender a defenderse, ella estaría allí en lo que pudiera, pero contra las palabras de Aaron era ella quien debía ejercer su fuerza moral más allá de las acusaciones. Tragó cuando él clavó su mirada en ella y negó con la cabeza, podía respetar el nombre, al hombre, pero no le iba a aceptar a él que jugara de esa manera con ella. Frunció el ceño ante el gesto de Sean en ese momento, pero se mantuvo en el papel de espectadora que había elegido para sí.

 

El recuerdo con la voz de Aaron llenó el lugar, no podía negar que admiraba al mago el haber manipulado sin pensadero físico el mismo. Sus labios se fruncieron mientras su mano se cerraba sobre Edelweiss, en ese momento recordó su rostro fruncido bajo la máscara cuando se habían infiltrado en Escocia. Pero las palabras de Sean la sorprendían, no podía negar que más allá de haberle conocido traficando jamás había dado por él ni medio sickle. Quizás le había subestimado, lo cual ahora descubría era un gran error, sobre todo si quería lograr salvar a quién ella más apreciaba, él siempre se interpondría con su astucia, ahora lo notaba. Sus ojos se perdieron en una nada que no era real, su mente calculaba probabilidades, salidas pero todo parecía errado ante el hecho de haber mal juzgado al Linmer.

 

En ese momento lo que más deseaba era irse de allí, no quería ver los recuerdos, no quería manipular sus recuerdos ni los de los demás, no quería utilizar hasta tal extremos sus poderes de clan. Era consciente que ninguno de los tres presentes tenían ni la mitad de su poder para impedir que mediante el ilusionismo y sus altos conocimientos para alterar recuerdos no los dejara olvidados de qué demonios había pasado en Suiza y el día de la muerte de Elvis. ¿La familia? ¿Los que sabían lo que había ocurrido y habían escuchado a Luna? ¿Qué podían hacer si los recuerdos de la bruja estaban alterados, si Sophia estaba en Estados Unidos y si Darla negaba haber visto a alguien más que el líder mortífago aquella noche? En ese momento una idea est****a pasó por su mente y le recordó el dicho de un Ministro Muggle: ”Me quiero ir”, así se sentía ella, podía sentir las fuerzas de su clan fluyendo por la sangre, la fuerza vital de la sangre que la había alimentado segundos antes corriendo por sus venas, la locura que había experimentado en Nigromancia volviendo a surgir.

 

—Feumaidh rìgh uaireannan a bhanrigh a ìobairt —murmuró unos segundos después dando un paso hacia adelante y preguntándose porque no había salido cuando aún tenía tiempo de irse de allí.

 

 

-------------

 

 

off: conste en acta que no tengo lmpi de lo que estoy haciendo o diciendo, los odio, manga de hiperactivos tocheros ¬¬

 

 

Editado por Darla Potter Black
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~Austria oficina de la emperatriz~

 

El viaje a Inglaterra era inminente no quería dejar Austria me sentía segura, pues había logrado poner los sistemas óptimos de seguridad, el pequeño país era una caja hermética de que nadie entraba o salía sin que mi sistema lo supiera, aquello había reducido la posibilidad de atentados o la posibilidad de otra cuestiones peligrosas.

 

-Mi bella...Sean me ha mandado a llamar eso me preocupa.- Le miré un momento y suspiré levemente.- Él esta teniendo cierta influencia con el gobierno inglés...no se que sepa o qué quiera.- Caminé por la oficina algo ansiosa.

 

Un asesor entró para recibir instrucciones, las cuales le di rápido intentando ser lo más concisa posible y tomando los recaudos más adecuados, era claro que podríamos pasar por Luxure o Grindelwald si necesitábamos descansar o alguna otra cosa, había mandado agentes a ambas casas para hacer un control, incluso a Hell moon por que necesitaba saber que todos los secretos que esos sitios tenían estaban a salvo de los indiscretos...muy peligroso que mis negocios turbios salgan a la luz.

 

-Tú que crees mi Petite fleur?.- Le pregunté curiosa pues su opinión me importaba mucho siempre.

 

Fui al escritorio y tomando la misma pluma que dejó mi hermana y otro pergamino me dispuse a avisarle al mago que aceptaba la cita que me había pedido, no quería que el mensaje en respuesta reflejara los sentimientos que tenía en este momento, así que trataría que sea como el suyo lo más informal posible.

 

 

Estimado Sean:

Debería ser mi respuesta más formal a tu cita de tomar el el té? Desde ya acepto, más tardar mañana mismo estaré ahí puntal...aceptarás tú que lleve algo picante o algo dulce?

Atte. Lady

 

Terminé de escribir y con un ademán elegante giré mi muñeca derecha haciendo salir de mi sombra a Court, quien inteligentemente se posó frente a mí esperando el mensaje, el hermoso cuervo de ojos tan rojos como los míos cumpliría la misión sin contratiempos, pero no solo eso del mismo sitio emergió Mout tan imponente como siempre la pantera de mirada Violeta escudriñó el lugar buscando peligro pero no encontró nada así que se sentó como esperando atención de parte nuestra, mi sonrisa se hizo presente pues el ave salió rauda por una ventana y yo me giré para presentarle mi enorme gato a mi hermana.

 

-Mira hermanita...ese gatito ébano que ves ahí es mi lindo Mout y bueno cuando regrese podrás conocer a Court.- El felino se acercó calmado a mi esperando un mimo a pesar de verse tenebroso y salvaje...entras yo esperaba la reacción de la castaña haciendo tiempo a que nos avisaran que estaba todo listo para partir.

 

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@@Sean -Ojo Loco- Linmer @@Ada Camille Dumbledore

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El contexto alrededor de aquella reunión le trae memorias fugaces acerca de lo ocurrido ya más de medio año atrás. Entre las imágenes del enorme puente abriéndose paso entre la densa neblina, se cuelan retazos de un atrio ministerial repleto de periodistas, amigos y miembros de la comunidad general que acudieron a escuchar lo que él tenía para decir. Entre el sonido del barco cuyo motor ronronea al cruzar por debajo del puente, se asoma el redoble de pasos del ex-ministro al avanzar hacia él, dispuesto a enfrentarlo. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, y sin embargo Nathan lo recuerda como si hubiese sido ayer; por más que intente negárselo a sí mismo y a cualquiera que le pregunte, los sucesos de aquellos meses lo persiguen.

 

No obstante, le esvidente el porqué lo hacen: gran parte de ello sigue presente hoy en día. Hace semanas que no sabe nada de Mía Black Lestrange, la directora del Fondo Monetario Internacional Mágico y quien fue víctima de un intento de asesinato tal y como él. La sociedad está rota, el ministerio está disgregado y cualquier atisbo de normalidad que pareció florecer al inicio de la gestión de la Ministra Potter Blue se desvaneció rápidamente. Trata de no pensar en ello, puesto que lo único que le provoca es querer tirar la toalla... quizá la sociedad está rota más allá de lo que él o cualquiera puede arreglar. Quizá es una causa perdida... quizá es hora de explorar aguas desconocidas.

 

La voz del Yaxley lo devuelve simultáneamente a la realidad y meses al pasado, devuelta al Atrio. No le resulta ilógico que una persona como él haya sido electo para un cargo como el que ocupó, y mucho menos que a pesar de no ostentar más la oficina siga teniendo gran poder sobre la telaraña política de la comunidad inglesa. Aaron es de aquellas personas que con sus palabras puede regalarte el mundo, y quizá él se hubiese creído todo lo que él tenía para decir si sus propios ideales no fuesen tan firmes... ¿no sería todo más fácil entonces?

 

El Weasley prefiere dejarlo hablar, intentando descifrar cuáles son las intenciones del ex-Ministro. Hay algo en la manera en que se expresa que le genera cierta ira e incomodidad, por lo que prefiere mantener la vista fija sobre el rostro del Yaxley: en esos ojos claros y mandíbula definida, aún encuentra los recuerdos que espió meses atrás en el Atrio Ministerial, cuando hizo uso de su legilimancia por accidente. Ni siquiera ha logrado olvidar las imágenes de aquel niño, huérfano casi por default, criado a merced de hermanos que en distinta medida comprendían y no comprendían su visión de la vida.

 

– ...Un juramento de sangre, señor Weasley... un pacto que nos permita confiar, ¡el uno en el otro!... – dijo el Yaxley, y con eso terminó de devolverlo por completo a la realidad.

 

No pudo evitar que el asombro se reflejara en su rostro, y sin embargo procuró mantenerse en silencio hasta que Aaron terminó de hablar.

 

- Debe ser muy difícil para ti esta situación, Yaxley. – retrucó, desafiándolo con la mirada. - Tener que pedirle ayuda a un mago como yo. Verás, no creo que estés del todo mal, tú y yo efectivamente somos bastante parecidos. Yo también daría la vida por mis propios ideales, y también estoy ciegamente convencido de que lo que yo creo es lo correcto, y que el resto está mal. Algunos nos tacharán de arrogantes por ello. Incluso iré más lejos en decir que creo que ambos ideales nuestros persiguen objetivos fundamentalmente similares, aunque difieren significativamente en los métodos. – agregó, avanzándo hacia él a paso lento.

 

Se detiene a poco más de dos metros, comprándose un poco de tiempo para evaluar la propuesta.

 

- ¿Conoce usted el concepto de instanciación perversa? - le preguntó - Surge de las inteligencias artificiales creadas por los muggles. Y verá, a pesar de que ninguno de nosotros dos somos expertos en computadoras, espero lo encuentre tan interesante como yo. Muchas veces entre la situación actual y la situación objetivo hay varios caminos, todos distintos en naturaleza y en los sacrificios que implican. La instanciación perversa es el acto de tomar el camino de menor resistencia entre las dos situaciones, independientemente de que el precio a pagar y los sacrificios a hacer sean en extremo altos e inhumanos.

 

Decidido a su acto final, avanza unos pasos más hacia el Yaxley.

 

Algunos dirían que decimar una población entera sólo para asegurar la continuidad de la pureza de la magia es un ejemplo de instanciación perversa. Pero ni usted ni yo somos supercomputadores ni estamos aquí para discutir nuestros ideales. – está ahora a menos de un metro de él, tan cerca que puede ver el ras de su afeitado reciente. – Quién sabe, quizá en otra vida podríamos haber sido amigos tomando mojitos en un bar. - suspira, resignado, sabiendo de que es su mejor opción. Su brazo surca el espacio entre ambos, extendiéndolo en dirección a él para que este lo tomase: el primer paso del juramento inquebrantable. – Necesitaremos un testigo, ¿no lo cree? ¿Gusta llamar a alguno de sus aliados?

 

@@Aaron Black Yaxley

 

*

 

Perdón la demora T_T

Editado por Nate Weasley

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Viena, Austria. Despacho de la Emperatriz Austríaca

 

 

La rubia solo esperaba el tener solamente un lugar apropiado para responder la nota en código de su espía, el estaba en un lugar donde no esperaba la traición de nadie, el tesoro del que hablaba era algo muy personal. Ese artefacto era lo único que tenía de mi padre la razón por la que mi madre el se habían unido, me pertenecía como a nadie más pues mi origen estaba unido a él y no permitiría que por avaricia alguien lo tomará.

 

Estaba en Viena junto a mi hermana @@Lady Luxure Grindelwald charlando sobre la situaciones que él edicto lanzado por el gobierno mágico británico podría generar para los otros gobiernos, a ella una citación del secretario de la Ministra Inglesa llegó a ella. Aprovecharía a la oportunidad para hablar con mi agente y saber que era exactamente lo que sabía.

 

-Debo ir a Londres también, ¿te parece si a viajamos juntas?

 

Susurre a la Emperatriz mientras sonreía a la pelirroja

Editado por Ada Camille Dumbledore

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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No se podía negar que si la Potter Black se veía obligada a asumir el puesto que le había tendido el Secretario de la Ministra, iba a necesitar a alguien de confianza a su lado. Que vamos, salvo por Luna, era como estar en un nido de intrigas. La rubia había aceptado regresar a trabajar con ella al Ministerio y al ver pasar al Blackner, chillando como si estuviera en el comedor de la Potter Black, entendía el por qué la necesitaban.

 

Con gesto resignado salió de su oficina, dirigiéndose rápidamente hacia la de la Ministra a pocos metros de la de ella. Sus botas apenas marcaban las ligerezas de sus pasos y mientras ingresaba al pre despacho de Sagitas, acomodó su chaqueta a la cadera, seguía prefiriendo sus pantalones y chaquetas de cuero que las ropas mágicas más formales. Solo la varita al costado de su cadera, en el Ministerio, indicaban que era bruja, por lo demás, con su remera marrón con una calavera pintada en el frente, cualquiera que la hubiera visto en la calle la hubiera confundido con una motoquera quizás.

 

—Señor Blackner —dijo ingresando al lugardonde el mago chillaba como loco, a alguien se le había ocurrido dejar un hall despejado entre el despacho y el pre despacho donde se suponía la gente debía esperar —Señor Blackner —repitió —entiendo que sea su madre, pero ahora es la Ministra de Gran Bretaña, entienda que la seguridad de ella es primero —agregó mientras se acercaba al mago.

 

Habían pasado ya muchos años desde que ella como empleada de Inquisidores lo había ayudado a perseguir las estatuas fugadas de la fuente cuando él era director del Departamento de Accidentes. Esperaba que el mago la entendiera y se diera cuenta que, por más familia que fuera, si no guardaban un protocolo de seguridad, era peligroso para su madre y, después de todo, el protocolo lo había impuesto el cuñado del propio mago, lo cual quizás fuera bueno recordárselo.

 

—El Secretario Linmer ha exigido este protocolo, hasta para su familia, por favor, Matt, entienda —agregó poniendo una expresión tan angelicalmente inocente que casi parecía la obligaban a cumplir órdenes, eso a veces producía empatía.

 

@@Matt Blackner

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Gruñendo, retrocedí un par de pasos, con la mirada fija en la puerta que no respondía. Como iba a responderme una puerta? Bueno...esperaba qeu la persona escondida tras ella fuera la que me respondiera. La que me regañara o me diera un capón por gritar en el trabajo, o me contestara gritando aun más fuerte.

 

Pero en lugar de eso, había silencio. Me llevé la mano derecha al bolsillo trasero del pantalón, dispuesto a cumplir mi amenaza y volar la puerta, asiendo la varita cuando....

 

Una voz familiar me habló.

 

Me quedé congelado un segundo, procesando el timbre de aquella voz femenina que de nuevo me llamó. Giré, alejando la mano del bolsillo, mirando a los ojos a la mujer que, igual qeu yo, formaba parte de aquel grupo extraño de magos que se resistían a utilizar túnicas o la ropa típica de nuestra comunidad, y optaba por un estilo "muggle," pero probablemente más cómodo y funcional.

- Señorita Black. - dije - Cuanto tiempo

 

Me atacó una punzada de nostalgia al recordar como habíamos colaborado para encontrar a las estatuas de la fuente, cuando aun existía el departamento de accidentes y las cosas no eran tan complicadas.

 

Dijo qeu debía ser razonable y esperar, ya qeu no era tan sencillo hablar con mi madre, con la ministra, por su seguridad...por orden del secretario Linmer. Gruñí, apretando el puño. Dios, parecía que había contado con todo el mundo excepto conmigo. Definitivamente desde su regreso no era la misma

 

- Y dígame, como se supone que puedo hablar con alguien sobre el error qeu creo qeu acaba de cometer cuando ni siquiera me he cruzado con ella desde hace semanas[i/]

 

 

@@Darla Potter Black

Editado por Matt Blackner

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A la rubia no se le había pasado inadvertido el movimiento de la mano del Blackner, sospechaba que había estado a punto de cumplir su promesa de hacer volar la puerta del despacho de su madre. Kimberly se alegraba de que estuvieran ellos dos solos allí y que él desistiera del intento, no quería empezar tan con el pie izquierdo como para desmayar a uno de los hombres más importantes en la vida de la Ministra. El mago se veía tan apuesto y decidido como lo recordaba.

 

El gruñido del mago le arrancó sin embargo una sonrisa, le recordaba a los gruñidos que emitía Darla cada vez que hacía referencia al Secretario Privado de la Ministra de Magia. Si fuera por la Potter Black ya hubiera desaparecido del mapa al Linmer, pero la pelirroja seguía respetando un poco a su tía como para no dejarla sin yerno. Aunque a veces le había dicho que no sabía si ella no se alegraría. Kim no podía emitir mucha opinión dada la diversidad de sus encuentros de carácter tan distintos, aún recordaba el cachetazo que le había dado la primera vez, y como tras una charla tranquila él la había plantado durante un evento de la familia de la Potter Black.

 

Pero lo que le debía importar ahora era el mago que tenía frente a ella, el verdadero primo de la Potter Black y no el pariente político, por más jefe que fuera.

 

--Lo lamento Matt, pareciera que Sagitas está dejando que su yerno le maneje la agenda, si por mi fuera con gusto te dejaría pasar, pero ha sido él quien ha pedido que doblemos la vigilancia aquí y que nadie pase como "Pancho por su casa" según la expresión con que me transmitieron la orden. No es seguro para tu madre que cualquiera pueda entrar... y no te enfades, sé que no eres cualquiera --la rubia le dedicó una cálida y suplicante mirada, después de todo, él era el hijo de la Ministra, y ciertos derechos tenía, pero esperaba que entendiese el punto de vista de la seguridad de ella.

 

 

 

@@Matt Blackner

Editado por Darla Potter Black
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Miré un par de segundos a Kimberly....y acabé por bajar la mirada, ruborizándome levemente, mientras dejaba escapar una pequeña sonrisa. La joven solo hacía su trabajo...no podía pagar mi frustración con ella, ni mi mal humor por lo que Sagitas estaba haciendo. No, todo aquello debía ser Sagitas quien lo afrontara, para tomar mis propias decisiones sobre lo que yo mismo estaba a punto de hacer o no. Aunque destrozar aquella puerta me tentara, podría provocar que más miradas de las que me gustaría se posaran sobre mi, algo qeu no me apetecía en este momento.

 

- No te preocupes....entiendo lo que quieres decir. - contesté, mirando de nuevo hacia la puerta. Si era cierto qeu Sagitas confiaba tan ciegamente en Sean, teniendo en cuenta lo extraña qeu estaba desde que había regresado...dios, qeu me estaba perdiendo? que le pasaba por la cabeza?

 

- Supongo qeu tal vez no quieras mojarte más de lo necesario con las decisiones de tu jefa, teniendo en cuenta que es la mandamás de toda nuestra comunidad, pero... - suspiré. - Tu que opinas sobre su...proclama? - pregunté. Me preocupaban las consecuencias que su decisión tendría, las reperrcusiones, el peligro en que se ponía o peor aun...lo qeu auqellas ideas podrían significar y que definitivamente acabaran por...

 

No, mejor no pensar en ello.

- Todo el mundo cree que ha tomado la mejor decisión?

 

En aquella ocasión sentía que no podía apoyarla. No compartía las decisiones ni las palabras que había pronunciado. No...no quería vivir ocultandome como mago eternamente, cierto, pero de ahí a pretender que tratáramos a los muggles como seres inferiores, o tener que controlar a los squibs como si fueran mascotas descerebradas....No, no quería creer que los pensamientos de mi madre habían cambiado tanto. No podía ser.

 

Alguien debía controlarla. Eso, o verdaderamente no la conocía y era hora de que la venda cayera de mis ojos.

 

 

 

 

 

 

 

 

@@Darla Potter Black

Editado por Matt Blackner

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Se acercó al mago y puso su mano con calidez sobre su hombro, esperando que no tomase a mal ese gesto de confianza, en verdad, aunque en verdad era como escalar una montaña, si sus ojos quedaban casi a la par de él era por su costumbre de utilizar tacones altos, aún con las botas de trabajo.

 

—Gracias Matt y yo te entiendo a ti, aunque no pueda demostrarlo mejor. Darla a veces dice una frase de donde se crió: “tiene razón pero marche preso” y me temo que aunque te entienda, no es que te vaya a llevar preso, para nada, sino que no puedo dejar que pongas a la vista una cierta inseguridad para tu madre.

 

Se sentía est****a haciendo aquello, pero por algo cobraba y aunque no estuviera de acuerdo con los métodos, entendía, hasta cierto punto, los motivos. Las palabras del pelirrojo la tomaron por sorpresa, llevó su mano a la barbilla, pensativa, no había captado al principio pero luego la directa pregunta fue más que clara. La rubia carraspeo mientras activaba las funciones de su anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos, no le interesaba que nadie más oyera lo que tenía que responderle a Matt.

 

—No soy de la rama Black más de elite, mi familia, cuando nací hace un par de siglos ya, era muggle en su mayoría, yo fui de las dos hermanas la única con magia —su mirada azul se llenó de la nostalgia de la familia de cinco hermanos, dos varones militares, uno sacerdorte y las dos hermanas, ella, que resultaría bruja y sería convertida en vampiro apenas terminar en Hogwarts y su hermana Annette que, al igual que los hijos varones, jamás habían mostrado magia en su sangre —y te nombro a mis hermanas porque de la descendencia de ella tengo a mi sobrina Cat que es la única con magia y no así sus hermanos mellizos, debo protegerlos Matt, aún de tu madre y de Sean —un suspiro escapó de sus labios —así que ya imaginas lo que opino de dicha proclama y no, no todo el mundo cree que lo sea, ni en Gran Bretaña, ni fuera de ella, solo los supremasistas y algunos que otros aliados en situaciones muy extrañas.

 

Sus ojos se posaron en el rostro del preocupado mago y le tendió una mano, volviendo a presionar cálidamente sobre su brazo.

 

—Matt, cuentas conmigo para intentar llegar a tu madre, pero tratemos de no derribar puertas ni paredes al hacerlo, cazas más moscas con miel que con hiel, recuérdalo siempre amigo —dijo con una sonrisa en sus labios. En verdad esperaba que Sagitas pudiera reaccionar y recibiera a su hijo y escuchara palabras más sensatas como las suyas. Aunque Darla le había dicho que no había oído tan sensatamente ni a Luna ni a Adrián Wild.



@@Matt Blackner

@@Sagitas Potter Blue

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