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La Resistencia


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La Gryffindor cruzaba una y otra vez la habitación, mientras trataba de comprender lo que estaba sucediendo. ¿Cómo se permitía a la Ministra tomar decisiones tan… arcaicas? ¿Alguien de verdad pensaba obedecer el maldito Edicto? ¿Quién demonios podía pensar que todo ese conjunto de medidas abusivas y retrógradas podría servir para “mejorar la calidad de vida”? ¿La calidad de vida de quién? De quienes son tan cortos de mente como para creerse más que un hijo de muggles o squib. Se detuvo en seco y dio un puñetazo a la pared, del que se arrepintió enseguida pues un fuerte dolor en su mano la hizo caer en la realidad, en lo que estaba haciendo.

No serviría de nada que continuase pensando en todo ese asunto, más bien debía actuar en consecuencia. Sabía que no sería la única que tendría un revuelto de sensaciones y la necesidad de hacer algo que le permitiese ayudar, incluso imponerse ante las discriminatorias imposiciones del edicto. Tomó su cabeza entre ambas manos, buscando calmarse y pensar un poco más en frío.

Muy bien, lo primero sería contactar a quienes fuese seguro, ya que, si lograba convencer a sus compañeros, lo que se venía no debía convertirse en un secreto a voces. Fue así como rebuscó en su escritorio y tomó un gran pergamino, para luego dividirlo en pequeños trozos. Trazó en el primero una simple nota, con las palabras justas para que sus compañeros de bando la comprendieran.

 


“Debemos iniciar La Resistencia, si espero tu Patronus para confirmar antes de conocer día y horario. Quema la nota luego de leerla.

Atte. M. G.”


No quiso entrar en detalles, pues si caía en manos equivocadas sería una jugada en su contra de la que no sabía si lograría regresar. Estaba muy lejos de tener ideas respecto a generar un revuelo contra la Ministra, más bien preferiría ayudar desde las sombras a quienes pudiesen verse perjudicados ante las nuevas imposiciones.

Con un movimiento de varita, envió las notas a sus compañeros de bando, aunque solo a los más cercanos. Ya se encargaría de generar mayor difusión “de boca en boca” una vez las reglas de juego estuviesen en claro. La Resistencia había comenzado, y no podrían frenarla de un modo sencillo.

 

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Leyó el edicto por segunda vez y se lo paso a Sophia para que lo leyera mientras ella seguía buscando la ropa para el viaje que emprendería su amiga. Aquello le habría preocupado antes, cuando su magia era tan errática que muchos, incluyendo sus padres, pensaron que era casi una squib. Pero ahora con ayuda de la vampira con múltiples personalidades había logrado mejorar cada día, y aunque su magia y la de la Granger no tenían comparación, al menos ya no estaba indefensa. Miro por la ventana de la casa de campaña que fungía como casa de la vampira cuando escucho las carcajadas. Sabía que la reacción sería esa incluso antes de darle el periódico donde venia el edicto pero la tomo de sorpresa pues estaba distraía así que dio un brinco aunque enseguida comenzó a reírse también.

 

- Bueno Beth, eso es lo que se obtiene cuando eliges a un payaso para que gobierne tu país - dijo Sophia cuando ambas pararon de reír. - ya quiero ver a mis primos o a mi misma inscribiéndonos a sus ridículas listas.

 

Elizabeth suspiro y se sentó en la cama mientras la rubia revisaba sus papeles para viajar y los de la casa que había comprado en Estados Unidos. Mientras las brujas seguían preparando todo para la partida de la Granger Polo apareció y les informo de lo que había dicho el ministro estadounidense y casi al mismo tiempo un papel se poso en la cama. Al verlo supo que era de Mica, su prima, al parecer pensaba iniciar la Resistencia en contra de la Ministra.

 

- Escucha Soph, se que estas muy enojada con ellos pero mucha gente terminara presa o muerta si no la ayudas - le dijo a su amiga tocando suavemente su mano. La Granger torció los ojos pues sabia que tenia razón pero también sabia que no podía quedarse en Inglaterra, su enojo terminaría perjudicando los planes de la Orden o de Mica, pero ya se le habia ocurrido como ayudar sin tener que quedarse.

 

- Se me ocurre algo, no voy a cambiar de planes con respecto al viaje pero si al objetivo, te mandare un mensaje en cuanto tenga lista la casa y será pronto, dile a mi prima que usaremos lo que queda de esta casa y mi nueva casa en Estados Unidos como puerto seguro para los posibles refugiados . No puedo quedarme Beth pero no abandonare la Orden, contenta?

 

La pelivioleta sonrió y abrazo a su amiga, se despidieron y la Granger lanzo un patronus antes de irse a su nuevo hogar a preparar todo.

 

"Comunicate con Elizabeth, ella sabrá que hacer, cuenta con nosotras" - fue el escueto mensaje que llevo su perro dalmata a la Gryffindor.

 

 

@@Mica Gryffindor

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Entre la red de los Redentis e iluminados en todos los países le fue de conocimiento al regente egipcio, aquel Archimago de la Muerte la existencia de un grupo de resistencia contra el pronunciamiento de Sagitas Potter Blue. A pesar, que el mismo no podía saber quien era, sin embargo su agentes de inteligencia y contra inteligencia de lacayos (aurores egipcios) pudieron idear una forma para hacer llegar un comunicado ánonimo a esas personas. A pesar que se pudiera encontrar en diferentes países, era posible que no sólo existiera una célula rebelde, sino que existían más de una, ya que los cambios generan oposición, y el mago estaba dispuesto colocar frente a quien le había desafiado por ese motivo, un pergamino apareció levitando frente de @@Sophia Elvira Mackenzie , @@Mica Gryffindor y de todos aquellos que estuvieran dispuesto de enfrentarse a ese edicto promulgado sobre el cambio ante el secreto internacional de la Magia.

 

"Reciban un cordial saludo, lamento no presentarme, no revelar mi nombre, y comprenderá que la situación así lo amerita, somos muchos que no estamos de acuerdo con las medidas de la que se dice ser "la ministra británica". Ella pretende estar sobre la Confederación Internacional Magia, y es por eso que ofrezco mi apoyo, pueden contar que tiene aliados, no están solos. En la unión está la fuerza. "

 

Éste mensaje fue enviado a cada insurgente de aquel pensamiento, el encantamiento diseñado así lo permitía, ante un aliado de estar a favor del mismo, que este escrito no podría aparecer. Así, como un tiempo el mapa del merodeador revela sus secretos a pocos, éste también lo hacía. Y en caso de apoyar el mismo, simplemente el pergamino mostraría un texto de burla al gobierno de la Potter Blue.

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«... Muchas gracias por la atención prestada.

Estados Unidos se mantendrá unido y fuertes contra cualquier amenaza de la paz,

incluso si viene de nuestra propia comunidad internacional mágica».

 

Cuando la voz de Goderic Slithering se ahoga en un gran vitoreo del público, la transmisión radial vuelve a su programación habitual. La voz de Skeeter Davis es suave y nostálgica, y su canción parece un souvenir de un tiempo muy lejano. Ellie reflexiona que es posible viajar en el tiempo a través de canciones viejas, fotografías en blanco y negro y libros de páginas amarillentas. Sin embargo, al mismo tiempo, los versos de la canción parecen bastante acertados para lo que está sintiendo ahora mismo. ¿Es una casualidad o el disc-jockey​ eligió la canción adrede?

 

«I wake-up in the morning, and I wonder

Why everything's the same as it was
I can't understand, no, I can't understand

How life goes on the way it does».

 

Lentamente, Ellie se incorpora en el sofá, hasta quedar medio tumbada y observa el paisaje afuera de la ventana de la sala de estar. No considera que lo que está sucediendo en Inglaterra vaya a cambiar mucho su vida como es ahora. Ella ya no trabaja en el Ministerio de Magia y su residencia está en Escocia; en cuando a su negocio en el Callejón Diagón, no es que últimamente le dedique mucho tiempo así que no le daría mucha pena abandonarlo. Hace varios años, cuando decidió formar parte de la comunidad mágica inglesa en busca de oportunidades, pensó que estaba progresando... Pero ahora ve claramente que es todo lo contrario. Parece ser que han olvidado los tiempos de Gellert Grindelwald y de Tom Riddle. Parece ser que han olvidado todo lo que pasó tras la elección del Ministro Yaxley. Ellie se niega a permanecer en aquel barco.
Sabe que está bien. Sabe que debe estar tranquila, pero aún así no puede evitar sentir mucho pesar. Las atrocidades del Inquisidor afectan también a la comunidad muggle, así como las atrocidades de los grupos supremacistas también afectan a la comunidad mágica. Ellie es testigo de que son muchos los muggles que están en contra de las acciones del Inquisidor, que incluso son víctimas de nuevos problemas. Siente una opresión en el pecho al recordar los sucesos ocurridos en Ravenrock, el asesinato de Violeta, los terribles experimentos en jóvenes muggles y magos... Ella sabe que en la comunidad mágica hay quiénes se oponen a la supremacía mágica y ahora mismo, deben surgir opiniones en contra de las acciones de la Ministra de Magia, pero aquello no es suficiente para tranquilizarla. La verdad es que quisiera hacer algo.
«¿Qué hay de...?».

 

Como si le hubieran leído la mente, una nota aparece sobre su regazo. Ellie no conoce mucho a la bruja Mica Gryffindor, pero sabe que no puede ignorar aquel mensaje, pues es justo lo que ha estado anhelando desde que escuchó las noticias; además, el hecho de que provenga de la Orden del Fénix y sugiera métodos exclusivos del bando para organizarse, le inspira la confianza necesaria para aceptar. Luego de leerla con determinación y guardarla en el bolsillo de su túnica, advierte que otra nota apareció sobre su regazo. El remitente no se identifica, sólo expresa que no está de acuerdo con las acciones de la Ministra de Magia y ofrece su apoyo... Ellie frunce el ceño, extrañada, ya que aquella nota no parece tener relación con la Orden, así que por eso decide descartarla y enfocarse en concretar la reunión con Mica.

 

Es difícil conjurar el encantamiento patronus en aquella situación, pero logra darle forma a sus pensamientos felices y su esperanza; éstos se vuelven corpóreos, tomando la forma de una lechuza de campanario. Agita una vez más su varita mágica de sicomoro, mientras le da la indicación de buscar a Mica y comunicarle que puede contar con Ellie Moody para formar parte de La Resistencia.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Está terminando de tomar una taza de té en la cocina de la residencia Potter, cuando la nota enviada por Mica Gryffindor aparece junto a él, sobre la mesa. Aunque no es explícito sobre hacia qué es la resistencia, Rory no tiene que pensar demasiado para intuir que debe ser contra las absurdas medidas dictadas por Sagitas Potter Blue. El edicto, con que la flamante primera ministra busca controlar Inglaterra, le parece a Rory el documento de una mujer trasnochada y con serias distorsiones sobre la realidad cotidiana, pero tampoco puede sorprenderlo que lo sea. Los medios y personas de su círculo personal la habían promocionado durante las elecciones como opositora a las ideas de Black Yaxley, pero ya en el poder, la mujer empezaba a mostrar sus verdaderas creencias e intenciones, unas que podían esperarse además de personas adineradas como ella.

 

Jesús en su inifinita sabiduría ya lo había advertido.

 

"Difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos”

 

Desde la Iglesia, las posiciones frente al edicto habían generado también sus propias divisiones, pero Rory permanecía firme en que quienes tuvieran al alcance rebelarse y no agachar la cabeza frente a esos mandatos, debían hacerlo. Y en ese mismo imperativo moral, apoyar a quienes más afectados se verían por semejantes medidas discriminatorias. Como parte de la Orden del Fénix, tenían que concentrar esfuerzos a todo nivel, desde refugios y albergues fuera de Inglaterra, a una activa intervención política que frenase todo aquel despropósito. El asunto iba requerir mucha planificación para minimizar los riesgos, así que cuanto más antes se pusieran con aquella tarea, resultaba mejor.

 

Que fuera justo una Gryffindor quien empezara aquello le daba un impulso adicional, pues no habían sido nada favorecedores los comentarios que había recibido respecto a la posición de los cabezas de familia, tras la muerte de Elvis, un recuerdo que aunque intentase olvidar, volvía a colarse en sus pensamientos cada tanto.

 

Dejando la taza vacía en la mesa, tomó su varita, dispuesto a conjurar el patronus de respuesta, cuando de repente, otra nota se hizo presente donde la anterior había aparecido. Por un instante asumió que podía tratarse de un mensaje adicional de su compañera, pero le basta una lectura para comprobar que el remitente es otro, pues los términos son por completo distintos, y no hay ninguna firma o iniciales al final. ¿Qué debería hacer? La situación lo paraliza unos instantes, pues aunque le parece positivo que haya más personas en contra de las medidas, no hay nada en aquel nuevo trozo de papel que garantice confiabilidad, antes bien, todo podía tratarse de un complot que hasta la propia Sagitas podía estar planificando, para evitar opositores.

 

Podía considerarse paranoia, pero siente la necesidad de advertir del asunto a Mica cuando envía su mensaje de respuesta, con su patronus de buey.

 

"Asistiré, necesitamos organizarnos, y sobre todo tener cuidado de las trampas que otros puedan tendernos desde ya".

 

Y con un último movimiento de varita, quemar ambos trozos de pergamino.

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Luss, Escocia

 

Observa cómo su patronus vuela por el cielo, hasta que desaparece entre las nubes. Lentamente, la adrenalina que la había invadido desaparece y lo único que queda es un nuevo miedo. Su respiración se acelera y siente deseos de llorar, aunque no está segura de por qué. Sabe que está haciendo lo que es correcto y, por primera vez en mucho tiempo, siente que está ayudando. Ella no es la mala de la historia, así como tampoco lo son los miembros de la Orden del Fénix que deciden alzarse contra aquella basura de supremacía mágica. Entonces, ¿por qué...? «Porque estaríamos rompiendo la ley, ¿no es así? ¿Van a comenzar a perseguir a los igualitarios? ¿Acaso somos rebeldes?». Aunque Ellie no siente una particular necesidad por estar bien con el sistema, especialmente no con aquel, tampoco está cómoda sintiéndose como una rebelde. Como una criminal.

 

Espera que Mica Gryffindor le envíe una respuesta pronto, antes de que el temor la haga encerrarse en casa durante los siguientes meses.

 

¿Cómo estarán las cosas en Inglaterra?

 

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Nueva York, Estados Unidos de América

La familia Armstrong permanece en silencio, incómoda. Finalmente es John, el hijo menor del matrimonio mixto y el hermano squib de Joan, el que rompe la tensión soltando una risa.

 

—Supongo que soy afortunado de no vivir en Inglaterra —dice, sonriendo, aunque poco a poco el gesto muere en su rostro y sólo queda una expresión vacía—. ¿Qué es lo que sucederá ahora?

 

—Nosotros estaremos bien —replica Joan casi de inmediato.

 

Entiende que las noticias de lo ocurrido en Inglaterra puedan preocupar a su familia; después de todo, su madre está casada con un nomaj y su hermano nació sin magia. Si estuvieran en aquella nación, su vida cambiaría mucho. Pero, aquí no tienen de qué preocuparse. Por lo que ha escuchado gracias a sus conexiones en la Orden del Fénix, Goderic Slithering se alinea con los ideales que ella apoya activamente. Sin embargo, comprende que ellos mejor que nadie puedan entender el sufrimiento que pasarán muchas personas en Inglaterra a partir de ahora. Y, como si hubieran adivinado aquel pensamiento, su madre comenta:

 

—No es eso lo que me preocupa. Es sólo que... se siente injusto. ¿Por qué nosotros podemos vivir en paz, y ellos no?

 

«Uhm, no me gusta el rumbo de esta conversación».

 

—Así es, me gustaría poder hacer algo —acota John.

 

«Definitivamente esto no me agrada».

 

—No es posible —declara Joan, poniéndose de pie para apagar el televisor. Sabe que está mintiendo, pero no quiere que su familia se involucre en nada peligroso. Ella puede apoyar a la Orden, pero ellos...—. Estamos aquí y ellos allá. Tenemos que prepararnos para recibir a quiénes vengan en calidad de refugiados al país.

 

Se asegura de guardar muy bien la nota que apareció en su mano.

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Londres, Reino Unido.

Unos días después de la proclamación del Edicto

La fémina camina por una calle desierta a paso mesurado: lo suficientemente rápido como para no demorarse, pero lo suficientemente lento como para que sus pasos no hagan tanto ruido al caminar. No sólo no quiere llamar la atención a sí misma, sino que también quiere estar atenta a su alrededor: Londres es un lugar caótico hoy en día, peligroso incluso, para gente como ella. Desde la proclamación del Edicto por parte de la Ministra de Magia, la sociedad se ha fragmentado en aquellos quienes están completamente a favor de la medida, y otros quienes están rotundamente en contra. No hay grises. De los últimos, una gran proporción han huido a Estados Unidos, donde les han prometido refugio. Otros, como ella, se han quedado detrás.

 

¿A qué? No está segura. No tiene respuesta a esa pregunta por ahora. No sabe bien qué quiere hacer. Huir no le parece sensato, no en su situación: no conoce a nadie del otro lado del Atlántico, y teniendo en cuenta el poder de la gente con la que la Ministra está probablemente asociada, cualquier lugar de Europa es igualmente peligroso que donde está. Sabe que vendrán por ella, sabe que es un blanco obvio. Con sus padres siendo quienes fueron, y la curiosa razón por la cual ella ya no es parte del registro de Squibs del Ministerio de Magia, da por hecho que alguien vendrá a buscarla. Ha dejado su casa horas atrás, y ahora no tiene más que su varita y una pequeña mochila sujeta a un encantamiento de extensión indetectable.

 

A su izquierda, una puerta se abre. Por fortuna, ha escuchado la llave girar en la cerradura a tiempo, y se ha escondido detrás de un auto en la vereda opuesta. Desde allí, no puede ver a los dueños de las voces que el viento de alguna manera logra transportar hacia ella, escuchando sus voces con absoluta claridad.

 

...nota, tenemos que reunirnos para organizar La Resistencia, nos ha pedido a algunos de la Orden que le enviemos un patronus. – dice la voz de un hombre, y tan sólo aquello basta para que la muchacha trate de caminar a gachas en la misma dirección que las voces se dirigen. – Haremos que se meta ese Edicto dónde... – dice el hombre, a continuación, y sin embargo Nina no puede oír el resto porque un camión de recolección de residuos dobla en la esquina y hace tanto ruido que obnubila la voz de aquel mago. Nina asoma la cabeza por detrás del auto y los ve doblar en la esquina y perderse de vista.

 

Por unos segundos medita seguirlos, pero teme quedar expuesta.

 

La Orden. Aquello sólo puede significar una cosa, La Orden del Fénix. Ha escuchado hablar de aquella organización, sobretodo desde que varios de sus miembros revelaron su afiliación en el Atrio de Ministerio de Magia, y sin embargo hasta ahora sólo ha escuchado rumores. No conoce a nadie que sea parte de ella, ni sabe como unirse a sus filas. Para serse franca, tampoco sabe si quiere hacerlo. Hace mucho tiempo que está sola, y siempre le ha ido bien así; los grupos daban protección extra, sí, pero también daban mayor exposición. Niega con la cabeza, tampoco es que tiene la oportunidad.

 

Se pone de pie y camina en la dirección opuesta a la que se han ido los hombres. Segundos más tarde, decide perderse entre callejones que se abren entre medio de edificios, falta poco para que la oscuridad caiga sobre Londres... será mejor que encuentre un lugar donde pasar la noche.

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Fue una caricia en aquel momento de desesperación el recibir como respuesta el patronus de su prima. Reconoció aquel perro de inmediato, con claros rasgos de ser un dálmata. La voz de Sophia o Zahil, por momentos ya no reconocía cuándo era una o la otra al hablarle. Tal vez en eso su mente siguiese un poco confusa, sin embargo, era claro que el mensaje provenía de ella. Esas breves palabras la reconfortaron, aunque realmente necesitaba en aquel momento un abrazo que le indicara que no estaba sola y seguirían adelante.

Lo siguiente que recibió fue una nota extraña. La leyó una y otra vez sin comprender el origen de la misma, pero, no dudó, que fuese falsa. -Incendio- quemó el papelito de inmediato, no quería saber de nadie que tratase de infiltrarse entre ellos, su mensaje había sido más que claro y, quienes no respetasen sus formas, no eran bienvenidos. En definitiva, era hora de moverse pues no era seguro estar donde pudieran llegarle mensajes invasivos y poco seguros.

Fue así que de donde estaba se dirigió al sitio en que ahora estaba en ruinas la mansión Granger. Esperaba encontrar a su prima, la buscó desesperadamente, sin embargo, no pudo verla. De seguro ya había emprendido el viaje hacia algún otro sitio en que asentarse. -Expecto Patronum- susurró creando a su bella leona de plata, a quien la envió en busca de Elizabeth, con un nuevo mensaje.

“Zahil pidió que me comunique con vos, necesito encontrarte para saber de ella” diría su voz en cuanto la invocación se encontrase con aquella mujer.

Estaba por marcharse de los terrenos, cuando una bella lechuza del mismo origen de la leona que acababa de despedir, la alcanzaba. Sonrió, sintiendo cada vez más la compañía de los suyos. Su destino entonces, al dejar atrás la residencia caída de los Granger, fue el local del Callejón perteneciente a Ellie. No sabía mucho de ella, pero sabía que era parte de la Orden y eso la volvía de su confianza. Al llegar, la buscó un poco ansiosa, necesitaba encontrarla para brindarle una nueva forma para comunicarse, en vista de que los mensajes de pergamino ya estaban siendo copiados de una forma muy burda.

Editado por Mica Gryffindor

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Ha elegido quedarse en la Potter, necesita ese descanso o huir de sus responsabilidades, no lo sabe bien. Los cambios que se han producido en los últimos tiempos la tienen alterada. Esconderse en el Valle de Godric parece la mejor solución, de momento. Sus ojos están fijos en el techo de la habitación, no quiere dormir, cada vez que lo hace no logra evitar que en sus sueños se reproduzcan las imágenes de la ejecución y para peor, vuelve a ver su rostro, sus ojos, su mirada tras la máscara y le ve, le ve hasta el alma, lo sabe todo en ese preciso momento. Por eso no quiere dormir, no quiere seguir viéndolo.

 

Un suave tintineo, no, es como un aleteo que la distrae y mira a su lado, de la nada a aparecido un pergamino. Sus ojos lo recorren y se sorprende. ¿Sigue viva? ¿Ha vuelto? Vaya sorpresa. Entiende lo que dice, más temprano en el Ministerio se ha planteado la misma locura, pero esperando proteger a la Gryffindor no ha hecho nada, aún. Suspira, la última parte del mensaje no le hace ni media chispa de gracia. Maldice y decide bajar a ver quién está en la casa, necesita ayuda.

 

No ha terminado de salir de la habitación cuando un pergamino nuevo flota esta vez frente a su rostro. Lo lee, inclina la cabeza y respira profundo, el aroma, la tinta, el papel, hay algo allí, pero no logra reconocer qué es, pero lo recuerda ¿Por qué lo recuerda? Niega con la cabeza y cuando intenta tomarlo éste se desvanece. Una vez más es como un acto reflejo, un deja vú. Se apresura a bajar, en busca de alguien y en la planta baja. Al llegar el aroma a quemado la atrae hacia la cocina.

 

—Despard —saluda al ingresar al lugar y observar como las llamas terminan de consumir los pergaminos —quizás debería hacer lo mismo con éste ¿verdad? —pregunta enseñando el mensaje de Mica antes de apuntarle con su varita y susurrar un incendio, que acaba con él, luego mira al líder de la Orden, con una expresión indefinible en su rostro —necesito tu ayuda —murmura con un dejo de vergüenza en su voz.

 

 

@@Rory Despard

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Nueva York, USA


Desde que perdiera la magia, hacía ya cuatro meses, a Sebastian le había costado un esfuerzo de voluntad mantenerse dentro de la sociedad mágica. Acostumbrado a moverse con comodidad en ambos mundos, mágico y muggle, con vidas paralelas, la solución sencilla y la que primero se había inclinado dispuesto a seguir había sido recluirse en su empresa muggle, HT Dynamics, y dedicarse a hacerla subir en la bolsa. Mantenía escasos contactos con el mundo mágico, pues se sentía un inútil con sus capacidades mágicas limitadas y dependientes de aquella horrible poción que Viviana había preparado para él, guiándose por la información que había conseguido sonsacar a Laura, ahora que lo tenía por un mentecato colaborador. La poción le devolvía sus poderes, pero debía tomarla seguido. Sebastian no sabía qué le repugnaba más, si tener que depender de un brebaje para ser un mago de capacidad mucho más menguada que la que había tenido antes de beber la píldora antimagia o los efectos secundarios que le provocaba beberla.

 

Habían pasado los meses, no obstante, y echaba de menos sus actividades como arqueomago. También echaba de menos a Mackenzie, pues apenas se veían últimamente. Y lo peor de todo era que añoraba los tiempos en que Laura lo miraba con ojos embelesados, repletos de amor. Se maldijo por ello y volvió a sentir la rabia de su traición. Ella había sido la culpable de que ahora se encontrara atado a un brebaje de por vida. Debía encontrar una solución, un antídoto definitivo, y olvidarse de aquella mujer para siempre. Pero algo en su interior le decía que sería más fácil lo primero que lo segundo.

 

Volvió a tomar el periódico que había dejado reposando en la mesa del salón y leyó de nuevo el Edicto de la Ministra inglesa. Había sido aquella promulgación lo que lo llevó a hacer las maletas el día anterior y viajar a Estados Unidos, dispuesto a pasar allí una buena temporada. También había cambiado el domicilio fiscal de su empresa, situándolo en Nueva York. Simplemente había sido un trámite, en la práctica, Sebastian operaba a nivel multinacional y podía dirigir sus negocios perfectamente desde Nueva York. Los trámites para cancelar la cotización en la bolsa de Londres ya estaban en marcha. Si aquella bolsa se hundía como era previsible, las acciones quedarían a salvo de bajadas, si sólo mantenía su cotización en las bolsas americanas.

 

De cualquier manera, lo que estaba ocurriendo en Gran Bretaña no era nada bueno y auguraba un triste futuro para el país. Por primera vez en mucho tiempo, sentía la necesidad de hacer algo, a pesar de sus limitadas capacidades actuales. Incluso estaba dispuesto a tomar el horrible brebaje de seguido si era necesario y a soportar los terribles efectos secundarios.

 

Necesitaba contactar con los grupos de presión de norteamérica. Quizás debería hacerle una visita al nuevo presidente del MACUSA. Tenía que revisar en sus contactos quién podría lograr concertarle una cita. No podía soportar por más tiempo estar de brazos cruzados sin hacer nada.

 

Se preguntó qué estaría haciendo Mackenzie en la Confederación. Sin duda alguna haría todo lo posible por reestablecer el Secreto de la Magia y no le extrañaría tampoco que estuviera persiguiendo al Inquisidor. Quizás debería contactarla también.

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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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