Douce Tentation & Straripante Passione (MM B: 90090)

[León Crowley]

—Por supuesto que quiero entrar al mar —respondió posando las manos en la parte baja (muy baja) de la cintura de su prometida—, debo enfriarme un poco —apuntó soltando un beso en sus labios justo antes de que ella lo empujara y cayera de espaldas.

 

León, el recio, el imperturbable, el rígido, jamás se hubiera imaginado sentirse de la forma en la que lo estaba haciendo al lado de una mujer. Una mujer que lo complementaba de una forma única. Era rebelde, salvaje, indómita y eso la hacía más atractiva. Notó la incomodidad que le ocasionaba el tener el agua más arriba de las rodillas y apagó el impulsivo de deseo de buscar venganza y derribarle en el agua. Se acercó a ella y respondió el beso que le tendía al cual se entregó. Se embriagó de nuevo con el sabor de sus labios que parecía cambiar en cada minuto, despertando en él mil y un sensaciones diferentes. Habían tenido muchos de esos besos en distintos lugares; bares, castillos, oficinas de Gringots, academia. Y cada uno de ellos parecía enseñarle algo de ella, algo diferente.

 

La agarró por las piernas y levantó su cuerpo dejando que este descansara sobre el hombro derecho del pelinegro y la sacó del agua en dirección a la playa. Con la excusa de sujetarla con fuerza, las manos de León aprovechaban para aferrarse a los firmes y tonificados muslos de la rubia, la cual dejó caer con delicadeza sobre la arena no muy lejos de una mesa que los prestos trabajadores del hotel habían dejado a la mano. El agua había hecho de las suyas en la piel dorada de Mía y le proporcionaba un brillo particular que se magnificaba con la luz del sol que bañaba su trabajado cuerpo. El Crowley se tomo algunos segundo segundo para contemplar la imagen y tal vez guardarla en lo más recóndito de su sistema de memorias. Se inclinó a su lado no sin antes tomar una fresa de la mesa y dejarla en los labios de la rubia.

 

—¿Extraña acaso nuestro juego de roles, profesora Black Lestrange? —contestó con otra pregunta consciente de a donde quería llegar su futura esposa. Se acercó a sus labios y los beso delicadamente, saboreando de nuevo ahora con el dulce tono de la fragaria fruta—. Rubia, pelirroja, castaña, nada haría la diferencia en que te ame como lo estoy haciendo en este momento.

 

Antes de que sus palabras terminaran de salir de sus labios había abandonado el intento de postura neutral que había tomado y se había lanzado sobre su cuerpo, rodeando su cintura con ambas piernas y tomando sus muñecas con ambas manos tomando así el control completo de su cuerpo. Acercó sus labios y los rozó apenas, los acarició suavemente y los abandonó para deslizarse hacia la tibia piel de su cuello. Se embriagó con el aroma remanente de su perfume que había quedado impregnado de la noche anterior donde había aceptado ser su esposa, había aceptado amanecer a su lado todos los días. Muchos días por delante como ese. O mejores.

 

—¿Y tú? ¿Hubieras preferido que yo fuera un duende y que el juego de roles fuera diferente, señora directora? —preguntó mirándola a los ojos y soltó una de sus manos para acariciar su mejilla—, ¿preferirías que algo fuera diferente?

[Mia.]

Cada una de las ocasiones en que sus labios los fundían en un mismo ser, era como si su cuerpo reclamara una parte más de su esencia, era como si sus almas se conocieran y conectaran a través del tiempo y espacio reclamándose como propias, como una misma. Era indescriptible la sensación que le producía estar entre los brazos del Crowley, tanto que en algunos momentos aún le aterraba, pero estaba segura de querer estar a su lado y pasar el resto de su vida a su lado, había encontrado a su otra mitad, a su complemento a aquella persona que la hacía ser mejor y sentirse completa, comportarse como una niña pequeña jugando, como una adolescente enamorada y como una mujer madura al querer compartirlo todo con él.

 

Pensando en eso, soltó un pequeño grito en cuanto el holandés la tomó por las piernas cargándola. Moviéndose un poco incómoda por la posición, no pudo evitar soltar sonrisas sonoras en cuanto tocó sus muslos y glúteos. Su prometido era un travieso empedernido, una faceta que pocas veces había tenido el placer de disfrutar en situaciones relajadas y fuera del dormitorio, pero descubrió que amaba esa chispa de diversión que solía asomarse por sus ojos y sonrisa cuando planeaba alguna maldad, así que en cuanto cayó sobre la arena, acarició su rostro y mantuvo sus miradas conectadas durante unos segundos, deseando que el tiempo dejará de avanzar y pudiesen estar durante años en un paraíso como aquel. Abriendo los labios, tomó entre sus dientes la fresa y comenzó a masticarla divertida, disfrutando del sabor dulce y fresco.

 

­—Siempre extrañaré esos juegos, no negaré que perdernos entre las aulas, despachos o jardines de la Academia era divertido y le daba cierto morbo. —confesó mordiendo su labio inferior.

 

Al sentirlo sobre ella, tomando el control de la situación y dejándole en claro cuánto la amaba, además de cómo sus cuerpos pedían más cercanía y fundirse en uno mismo cuando estaban tan cerca. No pudo evitar sonreír y disfrutar de aquellos pequeños momentos que se quedarían grabados por siempre en su alma. Porque se habían encontrado sin previo aviso, sin siquiera planearlo y sin permiso se habían enamorado, siguiendo únicamente el deseo de sus cuerpos y ahora estaban allí, dispuestos a unirse en una nueva faceta dispuestos a compartir su día a día. En cuanto él le acarició el rostro volvió a besarlo, trasmitiendo así su deseo y amor.

 

—No, no podría desear que fuese diferente. Te amo y no tienes idea cuán grande es ese sentimiento. —confesó mirándolo a los ojos— Quiero que conozcas cada parte de mi historia y de mi ser, así como quiero conocer todo de ti… pero tenemos mucho tiempo para ello, o eso espero señor Crowley que sino me veré obligada a seguirlo hasta el mismísimo fin del mundo.

 

Amenazó con una sonrisa en los labios, antes de pasar sus dos brazos por su cuello y usar sus piernas para rodear su cintura, atrayéndolo más hasta su posición. Deseando volver a ser un mismo ser, pero controlando sus instintos más bajos, simplemente lo abrazó y enterró su rostro en su cuello, sintiéndose refugiada y como si ese fuese su lugar. Pasados unos segundos, considero la posibilidad de preguntarle acerca de su juventud pero sabía cómo hacerlo así que simplemente cerró los ojos y disfrutó del sol sobre su piel.

 

— ¿Tu quieres compartir tu historia y permitirme conocer todo de ti? —preguntó mirándolo a los ojos— Sabes que nunca te pregunté nada porque siempre, me ha bastado saber que soy la única y la última. —añadió besándolo, pero aún así queriendo saber sobre su vida pasada y no queriendo usar su habilidad de legilimancia porque nunca se permitiría abusar de sus poderes con él.

[León Crowley]

El inmenso mar que los rodeaba parecía quedarse pequeño ante la imponente mirada esmeralda que el sol resaltaba en los ojos de Mía. La brisa tenue que arrastraba las olas jugaba con el cabello de la bruja completando la imagen que se quedaría grabada en la mente del pelinegro para siempre.

 

—El fin del mundo se nos queda corto mi amor —susurró antes de fundirse en sus labios, dejando que su cuerpo se apoyara contra el suyo.

 

La posición de las extremidades inferiores permitían que el contacto entre ambos fuera más que un simple abrazo o una caricia. La playa estaba completamente sola y podrían hacer lo que les entrara en gana, pero las ganas de ser uno solo peleaban a la par con la intensidad emocional que tenía el momento, como si de una batallas entre el instinto animal y racional se llevara en cada uno. Apoyó el peso de su cuerpo solo en el brazo izquierdo y con la mano derecha acarició la tibia piel de los hombros de su prometida y se deslizó por su brazo hasta llegar a su mano para entrelazarla y guiarla de nuevo hasta arriba de su cabeza donde la volvió a aferrar con fuerza. Parecía decidido a dejar que la faceta animal tomara la delantera pero la pregunta que salió de los labios de la Black Lestrange lo detuvieron. Al parecer ella tenía otros planes.

 

Sonrió dando otro pequeño beso en sus labios y se quito de encima de ella, recostándose sobre el costado derecho sin perder la cercanía de su piel. Se tomó algunos segundos antes de responder.

 

—No sería la primera vez que te diga que soy y seré enteramente sincero y honesto contigo —confesó en un tono un poco más solemne acariciando con la punta de los dedos indice y medio la tibia planicie de su vientre bañado por el sol—. Si, eres la única y serás la última, pero entiendo que puedas tener dudas por que si bien llevamos un par de años juntos, estuve mucho tiempo por fuera y tuvimos mucha historia antes de siquiera contemplar la idea de estar juntos.

 

Sabía bien que la conversación se daría en algún momento. Tal vez en alguna cena o en alguna de las charlas posteriores a las artes amatorias que sucedían en la Mansión. No se imaginó nunca que Mía escogiera la mañana siguiente a su compromiso para esa charla pero, a fin de cuentas, si tenían pensado pasar el resto de la vida juntos, era mejor hacerlo con el pie derecho. Acercó la mano de nuevo al plato y tomo el vaso de zumo de naranja que, extrañamente, no tenía licor.

 

—Soy y seré un libro abierto para ti. Así que dime, ¿Qué deseas saber? —preguntó dando otro pequeño beso en sus labios

[justo]

Hogwarts una vez mas, el hogar de los inadaptados, el hogar de los incomprendidos, el hogar de los desarraigados, mi hogar.

Entre en el colegio. Recorri los pasillos mientras recordaba todo lo que vivi dentro, lo bueno y lo malo. Mis amigos, mi familia, Dumbledore, Snape, los que se fueron. Dap, Ast, Harry, mi querido Draco, mis compañeros. Vi por una ventana al entrañable Hagrid, a la puerta de su cabaña, con su aire bonachon de siempre.

Pasee por el desierto castillo, quise visitarlo en verano para hacerme una idea de lo que habia perdido. Este año no iba a ser cualquiera, mi ahijado Scorpius empezaba su andadura escolar. ¿Tendria amigos fieles? ¿Se enfrentaria a los prejuicios por su sangre? ¿Seria yo capaz de verle y no decirle quien soy? Cuantas cosas se agolpaban en mi mente.

Y al doblar un recodo vi algo que me dejo absorto, una hermosa mujer rubia que salia de la enfermeria, y un profundo sentimiento se apodero de mi. Sin pensar lo que decia las palabras magicas salieron de mis labios.

- ¡Dap!

[Kahlan Blackthorn]

Aryma Hyunsik

Ahí estaba delante de ese lujoso hotel, nunca le agrado demasiado la opulencia de las estructuras como esa. Simplemente de centraba en los detalles básicos, si sirve para alojar a los magos y brujas del mundo mágico, no le hace falta tener una liana como la de Tarzán para ir de una playa a otra. Rodeaba los ojos como dos canicas azules, curioso gesto que adoptó de Haise, echaba de menos a su compañero de andanzas, pero no dudaba que dentro de poco volverían a reencontrarse.

— Todo por mantener esto a flote—expresó cruzando la enorme puerta de cristal, sintiendo la mirada de una fémina sobre sus gallardas facciones. Aquel era un karma eterno, no poder sacarse ese yugo que las mujeres se empeñaban en colocar sobre sus hombros. Justamente por eso era de vital importancia que Malfoy volviera, el si que sabía lidiar con los líos de faldas, permitiéndole centrarse solamente en la protección que debía brindarle a Juv.

¿Dónde demonios se había metido Black Lestrange?, hacía más de una semana que abandonó tierras neozelandesas. Le descolocaba, no tener la más mínima noticia de la rubia y ni siquiera una misiva anunciándole su llegada a Londres. Posiblemente se quedó de visita en Holanda, dadas las últimas noticias que llegaron a sus manos, no era del todo alentadoras.

Ataques dentro de sus terrenos y quizás en los de sus más cercanas amistades, jamás tocaba esos temas con la Nigromante. Pero de leer de cuando en cuando algunas de esas misivas, ya podía darse una idea de las personas que tenían negocios con la mujer y quienes eran solo aves de paso. Le relajaba un poco saber que Haise, le acompañaba, pero no por eso cesaba en su afán de saber el paradero de ambos.

Apresurando el paso entró de golpe en la oficina principal, rodeando con parsimonia el escritorio se dejaba caer sobre la mullida silla. En esos momento el era el dueño y señor de todo aquello, pero que lucifer lo librará de ser pillado por Juv, porque entonces si ardería Troya.

— Camille, necesito un informe de todo lo que ha ocurrido dentro y fuera de Londres en las últimas 72 hrs— e ordenaba con voz firme a la recepcionista que estaba a sus ordenes. Ella le servía de cuando en cuando, no era alguien que se pasará las 24 hrs con el y supiera con pelos y señales todo lo que hacía durante el día. Chasqueando la lengua, le hizo desaparecer de su vista, sospechaba que algo no iba bien y daría con el clavo antes de lo esperado.

[justo]

Ella se volvio, me miro con cierta sorpresa al principio hasta que una radiante sonrisa se dibujo en su rostro, Se acerco a mi, me acaricio mi poblada barba negra y con su dulce voz solo dijo una palabra:

- ¡Theo!

No aguante mas, la levante en vilo mientras la besaba apasionadamente. Ella me devolvio los besos con pasion, en ese momento el mundo no existia, solo nosotros dos.

Pero al final la cordura se impuso. Debiamos fingir que no nos conociamos, que eramos extraños entre si. Asi que fuimos al despacho de McGonagall y entramos.

Todo estaba igual. Solo dos retratos me miraban fijamente, Dumbledore y Snape. Ambos me reconocieron pero no dijeron nada, solo la Directora hablo.

- Hola Dap, te presento al profesor asistente Klaus Kirby, dara Pociones.

- Profesor.

- Señora Dap.

- Señorita, por favor ---añadio con una sonrisa--- soy soltera.

- Disculpe.

- La señorita Dap es la enfermera asistente. Espero que ambos se lleven bien. Ahora, si me disculpan, he de atender otros asuntos fuera del despacho. Pueden quedarse aqui si lo desean.

[Mia.]

Al parecer el hecho de externar su deseo de conocer un poco más de información de su pasado, aquel que era más antiguo el constante vaivén que habían experimentado durante algunos años. Sabía que cada uno de ellos, tenía un pasado y como tal más personas habían formado parte de sus vidas, como ella misma lo había experimentado con su matrimonio fallido con Zeth, uno de sus sobrinos o los demás padres de sus hijos, que habían sido únicamente una aventura de juventud. Sin embargo, en ese momento se sentía segura y conforme con lo que el futuro le deparaba a lado del Crowley.

 

Así que en cuanto escuchó sus palabras, le regaló una sonrisa traviesa y volvió a fundir sus labios en un beso, uno que también denotaba el deseo de sus más bajos instintos pero que estaba reprimiendo porque no era el momento de dejarlo salir. Quería platicar y conocer más del que sería su esposo, así que negando lentamente y concentrándose pese a las caricias que él le propinaba, respiró profundamente y tomó un sorbo de jugo de naranja, que para su sorpresa no tenía el acostumbrado toque de vodka, algo que irónicamente no le molesto, ¿acaso su consumo de alcohol se reducía por el simple hecho de sentirse feliz y plena? Parecía que sí, algo sorprendente.

 

—Gracias por permitir que pregunte y sacie mi curiosidad, así que quiero saberlo todo… —confesó mirándolo a los ojos— ¿Quién fue tu primer amor? Y no me digas que no has tenido, porque me refiero a ese antes de que Baphomet se hiciera presente en ti, ¿cómo fue vivirlo para ti? —sabía que su duda, quizás le incomodaría un poco a su prometido, pero algo en su interior necesitaba conocer esa información, porque a pesar de que hubiesen pasado siglos, era importante.

 

Si, era importante o al menos en algún momento lo había sido así que por eso quería conocerlo. Mirándolo aún a los ojos, se acomodó sobre la arena y la sabana que impedía que esta ingresará a partes indebidas de su anotomía y esperó pacientemente a la respuesta qué él le daría. Mientras, en su interior comenzaban a formarse alguna que otra pregunta de la cual quería conocer la información. Pensando en eso, y sin darse cuenta comenzó a acariciar el dorso de una de las manos del pelinegro y esperaba con una sonrisa curiosa en los labios.

 

—¿Alguna vez pensaste en casarte con alguna de sus parejas a lo largo de estos años? Claro, aparte de mi. —se atrevió a añadir, esperando aún conocer la respuesta de sus primeras dos preguntas. Mientras, bajaba un par de segundos la mirada por esa última pregunta. Pero, un par de segundos después volvió a levantar la mirada y fijó sus ojos verdes en los de él, esperando conocer lo que tuviese que decir.

[justo]

McGonagall salio y vi la mirada de complicidad de Dumbledore y Snape, nos miramos y reimos. Era la primera vez que veia a Snape reir y me agrado. Durante mas de una hora estuve hablando de mis viajes, del valle de Kwanji, de Manuel y su historia, de tantas y tantas cosas que habia ido acumulando en mi vida.

Dap me miraba en silencio pero con adoracion. La extraordinaria historia de Manuel sorprendio a todos, No soy hombre de mucho hablar pero aquella tarde me explaye a fondo. Creo que necesitaba hablar, necesitaba desahogarme. Mi vida habia sido fantastica y, lo que no sabia, era que lo mejor estaba por llegar.

Pero aqui acaban mis memorias, el resto de mi vida lo narro magistralmente mi ahijado Scorpius. Ellos, la nueva generacion, estaban por venir a la escuela. Y, como diria Manuel, el circulo se cerraria una vez mas.

Y asi ha sido.

[Luna21]

Una reserva en un hotel de lujo, una suit, un balneario, jacuzzis, restaurantes, no había nada que sonase nada mejor, un fin de semana y sabía exactamente con quien pasarlo, para eso había estado trabajando tan duramente. Al llegar al hotel, ese complejo compuesto por 3 edificios, algo perdida, pero siguiendo las indicaciones que le habían dado anteriormente se dirigió al primer edificio, donde se encontraban las suits. Se acercó para recoger su llave y ansiosa dirigirse a la habitación.

 

Al subir y perpleja por la hermosura de aquellas vistas, observando cada detalle de la habitación, la cama, el baño, una pequeña cocina, todo allí era muy de lujo, era su primera vez allí, sentada en la cama sumergida en sus pensamientos se acordó, en breves llegaría Persival y debía apurarse si quería darle una sorpresa, por lo que agarro pergamino y pluma y escribió. - Te espero en el spa, no tardes mucho - Y un corazón con el que terminaba la frase, la dejo en la pared al pasar en la puerta para que fuera visible, agarró sus cosas y corriendo por los pasillos para que no la vieran, salió del edificio y se dirigió al spa.

 

Al llegar se quedó mirando en frente de todo,hidromasajes, baños sauna, jacuzzi, Hot tub, todo aquello estaba vacío en ese momento, pero claramente la peli blanca tenía su preferido. Un elfo se acercó a ella dejando le unas toallas y acompañándola a un lugar para que se cambiase, encantada y pensado en lo que había traído de traje de baño, fue rápidamente para cambiarse, antes de que el brujo llegara.

 

Apareció con un bikini blanco, de tiras muy finas que poco dejaban a la imaginación, pero que sobretodo resaltaban la parte delantera de Luna, sonriendo y aun sumergida en sus pensamientos, corrió al jacuzzi y metiendo un pie y después el otro, quedó sentada en un pequeño huequito que justo mojaba el agua, con una sonrisa picara y ansiosa quedó esperando al joven.

[justo]

- Apasionante. Asi que Scorp escribio unas memorias.

 

- ¡Ya lo creo! Muy completas.

 

- ¿Me las puedes narrar?

 

- Encantado, escucha....

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El 1 de Septiembre trajo nuevas emociones para mi. ¡Voy a Hogwarts! La escuela de la que tanto habia oido hablar a mis padres era a mis 11 años un lugar excitante. No solo porque alli estudiaron mis padres sino porque tambien es el lugar donde voy a comenzar mi formacion lejos de los mios.

El nerviosismo para preparar mis cosas en los dias precedentes, la visita al Callejon Diagon para comprar mi equipo. Mi padre me regalo dos cosas, una lechuza comun para enviar mi correo ¡Mi primera lechuza propia!, y una varita.

Mis padres me han estado dando consejos sobre lo que debo hacer y lo que no. Mi padre ha cambiado mucho con los años, ya no sustenta las ideas de su adolescencia sobre la pureza de la sangre, mas bien me dice que haga honor a mi apellido pero que no me comporte como un maton arrogante. Mi madre es lo que mas voy a echar de menos, me estremezco al pensar que no voy a sentir sus abrazos antes de dormirme ni todo el cariño con el que me ha rodeado en mis primeros años.

Quiero mucho a mis padres y a mis abuelos, es una pena que no haya tenido hermanos pero parece una tradicion familiar. Ellos tambien fueron hijos unicos. Les preocupa mi desarrollo futuro en la escuela pero me animan a integrarme.