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Douce Tentation & Straripante Passione (MM B: 90090)


Kahlan Blackthorn
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Había alcanzado a escuchar las dos palabras que la Rubia había soltado de golpe junto antes de desaparecer. Aún estaban dando vueltas en su cabeza como un par de satélites que repiten el mensaje una y otra vez. Había intentado que lo repitiera, pero era algo que saliera bajo un libreto o un guión. Era algo que salía desde adentro, desde algún lugar entre el cerebro y el corazón. Porque no es algo que se sienta sin pensar, ni se piense sin sentir. Es algo honesto, puro y sensato. Él podría responderlo también, pero así como fluyó de ella de forma natural, también León quería que fluyera de forma natural de él y no como una respuesta. Como una obligación.

 

—Por lo que somos, por lo que fuimos y por lo que seremos —respondió al brindis.

 

Las copas chocaron y el sonido del beso de los cristales precedió el beso de ambos. La brisa alborotaba los cabellos rubios de Mía y León no podía hacer otra cosa que contemplar su rostro iluminado por el fuego. Cayó en cuenta que todo comenzó de la misma forma, por su rostro iluminado por una fogata, pero en otro lugar, en otro tiempo. La sonrisa que se dibujó en los labios del pelinegro fue cómplice de los recuerdos que se le amontonaban de aquella noche en la academia. La noche donde todo empezó. La palabras de la Black Lestrange fueron precisas, "brindar por lo que somos". Abarcaba mucho la respuesta, pero no era el momento de devanar ese hilo.

 

La siguió hasta la cama y por un momento olvidó que allí había otra caja, hermana de la primera que le entregó. De la misma madera caoba negra y con el mismo cuervo de plata de ojos esmeralda en la tapa. La segunda era consecuencia directa de la primera y agradeció entonces que hubiera sido en ese orden, o sería un poco incomodo retractarse en caso de que la respuesta recibida hubiera sido la contraria. Había imaginado el escenario en el que Mía le dijera que no estaba preparada para el matrimonio, pero para su fortuna, no tendría que seguir esa línea temporal. Devolvió la sonrisa que le brindaban los labios de su prometida y se sentó a su lado, recibiéndole la pequeña caja.

 

Por extraño que parezca, ya hablamos esta noche de esta caja —hizo una pausa y dejó la copa sobre la mesa auxiliar junto a la cama—. Esto es algo más simbólico que cualquier otra cosa pero el mensaje que transmite no lo es tanto —En el interior de la caja, había otra pluma, lo suficientemente pequeña para que cupiera allí. La pluma están agarrada a una pequeña cadena y en la punta de esta, descansaba una llave. Una pequeña llave antigua del mismo color de la caja pero brillante. La tomó con la mano derecha y la sacó del cofre, dejándola sobre la palma de la mano de Mía, que si él se hubiera volteado a mirarla, vería el rostro de intriga y desconcierto que el ya pensaba que iba a tener.

 

Te dije que quería compartir mi vida contigo y eso es completamente cierto. Compartir mi días, mis tardes y mis noches. Así como tu compartiste tu castillo y tu familia conmigo, yo quiero hacer lo mismo —tomó la mano de Mía que aún tenía la llave en la palma y la cerró colocando sus manos al rededor de las de ella—. Esta es una de las llaves principales del Castillo Crowley, mi hogar, que cuando lo quieras también puede ser el tuyo, así como tu mansión ha venido siendo mi hogar estos últimos meses —se quedó mirándola a los ojos, esos ojos verdes y brillantes que tanto le gustaban, que tanto deseaba

 

—Te amo Mía —dejó salir desde su interior, desde algún lugar, entre el cerebro y el corazón.

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Dap me conto que su hermana le animaba a distraerse durante mi ausencia. Estudio la carrera de sanadora y le anuncio a su familia que marchaba a España a un curso de post-grado, pero lo que no sabia nadie es que venia realmente al valle.


Pasamos dos dias maravillosos, dos dias en que reimos, comimos, nos amamos y disfrutamos del valle, ella siempre me dijo que no pensaba que hubiera muerto puesto que Manuel siempre le dijo que nos casariamos y ella siempre creyo a Manuel. Es curioso, ello creyo a Manuel a la primera y yo, que le conocia de mucho antes, no lo hice. ¡Para que luego digais! Las mujeres son mucho mas intuitivas que los hombres.


Nuestra despedida no fue triste, nos hicimos promesas de amor y acordamos que cuando fuera el momento preciso nos casariamos. Los magos vivimos mucho ya lo sabeis.


Manuel me vio mas optimista y yo aproveche para preguntarle por su pareja, le pregunte directamente por su edad y el me confirmo que, efectivamente, era mas joven. Tenia 35 años, 35 del valle, el equivalente a 240 años. ¡Vamos, un chavalillo!


Ya no me sorprendia nada. Tras tanto tiempo al lado de Manuel todo me parecia posible. Harry y los suyos se fueron, mejor dicho, Manuel los volvio a drogar y saco del valle y me dijo algo muy excitante, en 2 semanas yo debia irme tambien.


Esta vez no habria dudas, obedeceria a Manuel, el sabia a donde me llevaria el destino.

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  • 3 semanas más tarde...

No tenía ni la más remota idea de cuál sería la sorpresa que se escondía en la caja. Podían ser tantas cosas y a la vez tan pocas, que por un momento se arrepintió de no haber profundizado demasiado en la habilidad de leer mentes. Necesitaba volver a la universidad, para cursar aquella habilidad, pensando en eso casi se perdió un par de segundos pero la voz de León, la trajo a la realidad y le prestó su total atención, porque parecía estar ligado con el primer tema de conversación que habían tenido.

 

—.Sé que quieres que estemos juntos y por mi respuesta, sabes qué también es mi intención. —soltó mirándolo a los ojos.

 

En cuanto notó como abría la caja que tenía entre sus manos, le regaló una sonrisa y no pudo más que ensanchar la sonrisa de sus labios. Era una llave, una que más que simbólica tenía un significado mucho más profundo de lo que podrían siquiera imaginar, le estaba entregando la llave de su castillo para entrar en su vida y la de su familia, plenamente y eso terminaría por convertirlo completamente en oficial.

 

—No tenías que hacerlo, sabes que el comentario de hace rato solo fue eso un comentario. —soltó con tranquilidad— Pero gracias por incluirme completamente en tu vida.

 

Tras eso, tomó la llave con la cadena, y sin necesitad de más que un rápido movimiento de su varita mágica consiguió que el tamaño de la cadena fuese el necesario para colocarlo sobre su cuello. Permitiría que aquella llave estuviese colgada a su cuello, al menos de momento, demostrando cuan relevante era para su relación. Acercándose al Crowley lo beso rápidamente y permitió que sus ojos verdes se perdieran en la inmensidad de los del pelinegro.

 

Eran tantas emociones que se podían leer en ellos, que en cuanto escuchó que de sus labios salieron las palabras “Te amo”, temió no haberlas escuchado y que todo fuese producto de su imaginación, porque querer a una persona era bastante sencillo, pero declarar abiertamente el sentimiento denominado amor, era algo mucho más profundo y que no era capaz de expresarse en muchas ocasiones, o al menos no para los magos que tendían a ser más pasionales que emocionales.

 

Así que simplemente acortó la distancia que los separaba y se sentó sobre sus piernas, mirándolo a los ojos y regalándole una sonrisa completamente llena de sentimientos. Posteriormente, besó sus labios y acarició su rostro con lentitud una vez que hubo finalizado el beso, dedicándose a disfrutar por unos segundos de aquella magia que parecía haberlos inundado o sino, al menos contagiados debido a lo romántico de la cena.

 

—No tienes idea de lo feliz que me siento. —compartió acariciando su pecho sobre la camisa, permitiendo que sus manos exploraran el cuerpo que tan bien conocían desde hacía más de veinte años y que reclamaban como suyo— Todo ha sido perfecto, y tan sorpresivo que puedo decir que nunca me hubiese imaginado que algo así pasara. —añadió recargando su rostro en el espacio entre el hombro y el cuello de León.

 

Respirando profundamente, aspiró el aroma de su prometido y cerró los ojos, permitiéndose sentirse segura y protegida por una vez en muchos años. Si, parecía ser que ese era su lugar, y eso la hacía sentir más que bien.

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Las dos semanas pasaron muy rapido y, antes de que me diera cuenta, sali del Valle. Atras dejaba buenisimos amigos que, estaba seguro, volveria a ver.

LLegue a nuestra sede en Cazorla y alli recibi nuevas instrucciones, tome otro traslador y me deposito, con suavidad, en el Instituto de Brujas de Salem.
Mucha gente cree, hasta yo mismo, que este Instituto era la Escuela Magica de Estados Unidos. Estabamos en un error. La Escuela real esta en uno de los estados del sur, mas bien del suroeste, muy cerca de la frontera de Mexico. Es una zona semidesertica, mas bien un pequeño valle inmarcable con un microclima privilegiado. No puedo dar mas detalles, lo siento.
Pero volvamos al Instituto. Mucha gente, incluido yo mismo, no teniamos ni idea de quien financiaba la escuela. La verdad, cuesta creerlo, es que estaba financiada, directamente, por Los 3 Circulos. Se trataba de una escuela para cursos muy especializados de los alumnos mas aventajados del Valle.

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Te queda perfecta —susurró al ver la pequeña llave colgando sobre el profundo valle que se hacían en su pecho.

 

Una vez su prometida se sentó en sus piernas se lanzó a sus labios, hambriento de ellos y del sabor que emanaban. Sus brazos rodearon la cintura de Mía y subieron por su cuerpo hasta que la rodeo por completo. La vista anterior de los atributos de la rubia había aumentado un poco la temperatura de su cuerpo independiente de la cercanía la fogata, la cual era la única fuente de luz del lugar. Se sentía bien, se sentía completo y no deseaba por nada del mundo que ese momento terminara. Una simple salida de la cotidianidad se había convertido en uno de lo días más importantes de su vida. La mano derecha del pelinegro acariciaba suave el cabello rubio de su prometida cuando ella se recostó en el regazo.

 

El silencio que siguieron a la confesión de León fue un tanto incomodo, al punto que dudó si debió haberlo dicho si ella lo había alcanzado a escuchar. Hacerlo de nuevo podría resultar un tanto incomodo y podría verse como un intento de forzar alguna respuesta de su parte. Pro fortuna la reacción de Mía fue lo suficientemente evidente para que León lo entendiera como un respuesta natural a las dos palabras mencionadas. La abrazó aún más fuerte al escuchar que la sensación de felicidad que lo embriagaba en ese momento, era completamente recíproca.

 

—Mentiría si te dijera que no me imaginé una y otra vez en mi cabeza como iba a terminar este experimento —confesó con la vista puesta en el basto horizonte del Atlántico reflejando la luna—. Ninguno de esos finales posible me hubiera podido anticipar lo feliz que me siento en este momento y lo perfecta que sería esta noche.

 

Se recogió logrando dejar las rodillas en el suelo y separó las piernas de Mía a cada lado de su cadera para ponerse pie levantándola en el acto. El beso que siguieron sus palabras fue lo suficientemente claro para declarar las intenciones a la rubia que cruzó las piernas al rededor de la cintura del holandés y cerró el broche enlazando sus pies. Ingresó a la cabaña y dejó caer el cuerpo de la Black Lestrange sobre la cama a la cual trepó de inmediato, separando sus labios única y exclusivamente para admirar el intenso esmeralda de sus ojos mirándolo fijamente. Ese misma miraba que según todo lo que había pasado esa noche, la iba a poder seguir contemplando durante el resto de su vida. Sonrió ante la idea y se acercó al costado derecho de su rostro, muy cerca de su oído.

 

—Aunque coincidirás conmigo que aún puede mejorar —susurró justo antes de recorrer la tibia piel de su cuellos con los labios.

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Fui enviado alli por Manuel con el unico proposito de perfeccionar mi especialidad de Pociones. Al mismo tiempo me hice miembro numerario de la Sociedad de Amigos de las Pociones. Mas aun, conoci al propio Hector Davor-Granger, sin parentesco alguno con Hermione pero miembro destacado de Los 3 Circulos.


El proposito de todo era crearme una reputacion con vistas a desarrollar una profesion en el futuro, nada menos que ocupar la plaza de Profesor de Pociones en Hogwarts y necesitaba crearme una reputacion.


Fueron años, si años, de esfuerzos continuos. Cuando me gradue habia conseguido el Premio Extraordinario de mi especialidad, tambien aprendi hechizos dificilisimos no accesibles para los magos ordinarios. Tenia tal habilidad que hubiese superado los EXTASIS sin problemas.


En mi ceremonia de graduacion reconoci un rostro familiar entre el publico, el inefable Manuel que tenia un rostro feliz. Yo tambien estaba feliz porque notaba que mi largo exilio estaba a punto de concluir.


Manuel y yo hablamos mucho. Me dijo que aun no era el momento pero que se aproximaba. Todavia tenia que recorrer un largo periplo por Suramerica, Egipto y China para perfeccionar mi tecnica, para no ser localizado deberia adoptar una nueva identidad.


Mi nombre seria, Klaus Kirby.

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— ¿Con qué un experimento? —soltó levantando un poco la ceja y mirándolo con una sonrisa en los labios— Es perfecta, porque estás con la persona indicada, aquella a la que por fin encontraste después de tanto tiempo y estoy aún un poco en shock por ser esa persona.

Las palabras que habían salido de sus labios segundos a trás, lograron que en su interior se terminara de asentar todo lo que acababa de pasar hacía unos minutos. Estaba nuevamente comprometida y se sentía bien, estaba plena aunque no era totalmente consciente de la magnitud de su decisión, y no era momento de ponerse a pensar en ello. Así que pensando en solamente en lo que la hacía sentir la persona que tenía delante de ella, continuó besándose.

Al momento en que su cuerpo cayó sobre la cama, de sus labios salió una carcajada. Era obvio que podían pasarlo mucho mejor, pero aún no era el momento porque León le había dado una pequeña sorpresa pero ella aún no le daba el obsequió que horas atrás había preparado con ayuda de uno de los duendes del banco. Mirando a León con tranquilidad, disfrutó de la cercanía unos segundos y decidió que era momento de parar y enfocarse en lo que tenía entre manos.

—Claro que puede mejorar, pero aún no… tengo algo para ti. —soltó con diversión en la voz y girándose un poco para liberarse del cuerpo de su recién prometido.

Dejando la cama sin tantas ganas, se acercó hasta la pequeña maleta que contenían sus cosas y de su interior sacó una pequeña cajita con el escudo de los Black Lestrange tallado en el relieve. Acercándose hasta León quien la veía aún desde su posición anterior, le regaló una sonrisa y se acercó hasta él para tendérsela, esperando a que la tomará entre sus manos y la abriera.

—Es un pequeño objeto que suelen tener todos los hombres Black Lestrange, es mi manera de hacerte oficialmente uno de ellos. —soltó con tranquilidad, esperando a que abriera el contenedor y descubriese en su interior un reloj de oro con el escudo de su familia dallado en la tapa y en el interior una pequeña leyenda que rezaba “León C” porque no se había atrevido a utilizar su apellido, para él… pero si quería que tuviese aquel detalle.

Esperando su reacción, aprovechó la oportunidad de estar lejos unos cuantos centímetros de la cama, para dejar caer el vestido que cubría su cuerpo dejando totalmente al descubierto un juego de lencería negra que cubría poco de su cuerpo. Si, esa era otra pequeña sorpresa para su novio, así que volviendo hasta él, se sentó a su lado y volvió a besarla, comenzando por sus labios y siguiendo por su cuello, hasta llegar a su oído.

—Espero que te guste, y lo disfrutes. —añadió dándole un claro doble sentido, porque no solo hablaba del regalo que le había hecho.

Siguiendo con un camino de besos, se detuvo en cuanto sintió el borde de la camisa y comenzó a desabrocharla, disfrutando de aquella actividad y esperando su reacción.
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Mi largo exilio estaba llegando a su fin. Habia vivido numerosas aventuras y conocido a personajes inolvidables, tambien contaba con unas credenciales increibles. Era Graduado Cum Laude por el Instituto de Brujas de Salem (especialidad de Pociones), Miembro Numerario de la Sociedad de Amigos de las Pociones, Miembro Asesor de la Sociedad de Pociones de Europa y Premio Especial del Instituto de Pociones Hispanoamericano.

Con todos estos titulos, rigurosamente autenticos por si lo dudais, llegue a Inglaterra y me aloje, provisionalmente, en una posada situada en el Callejon Diagon.
No fui reconocido porque llevaba un potente encantamiento desilusionador, ello me permitio moverme a mis anchas por el callejon e, incluso, tomar algo en el Caldero Chorreante, sin ser descubierto.
Y fue alli, precisamente, donde conoci a alguien del cual me haria muy amigo, tan amigo que hoy en dia somos intimos, Neville Longbottom.
Fue Harry quien nos presento. Estaba, casualmente, en el bar hablando con Neville y me vio. El sabia como era y se dispuso a presentarme a Neville.
- Neville, ¿podiamos hablar a solas?
- Te has vuelto muy serio de repente ¿que es ello?
- Nada, te voy a presentar a alguien pero quiero discreccion, no debe saberlo ni Hannah.
- Iremos al saloncito que fue de Fudge, es discreto.
- Ve tu, ahora iremos nosotros.

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Y yo pensaba que era el único con sorpresas —soltó al ver como ella se alejaba.


Mía sabía bien cuantas ganas tenía de ella, de sus labios, de su cuerpo, de su piel, y aún así se hacía desear, se hacía suplicar. Recordó por un breve instante aquella noche en la oficina de la dirección de la academia, aquel juego de poderes que había derivado de una u otra manera en la noche que estaban experimentando. Permitió que se alejara de él, no porque ella no fuera completamente capaz hacerlo, sino porque así lo quería. Recibió la caja y se quedó mirándola un momento, apreciando el dibujo en la parte superior.


Abrió el pequeño cofre y en su interior pudo ver la brillante cubierta de metal dorado, acompañado de la impecable filigrana en relieve que dibujaba el zorro, emblema de la familia que a partir de ahora empezaba a ser suya también. Había escuchado sus palabras pero no la había mirado aún a los ojos. Sin saber cuales eran los planes del pelinegro Mía había tomado la misma iniciativa de él, había dado un primer paso para afianzar aún más la relación, para hacerla oficial. Se preguntó por un momento que hubiera pasado si ella el hubiera entregado el reloj y él no hubiera hecho nada de lo que había hecho esa noche. Hubiera sido una muy alta presión. Por fortuna para ambos tenían lo mismo en la cabeza.


Abrió el reloj y contempló al detalle su nombre en la cara interna del mismo, así como los finos detalles que lo acompañaban. La cadena parecía tener la misma longitud del que el pelinegro usaba con frecuencia lo cual le venía muy bien. ¿Cuanto tiempo habría llevado Mía el reloj en su bolso? Era muy baja la probabilidad que ella pensara entregarle el reloj justo el día que él le proponía matrimonio. ¿Lo habría traicionado Juve, su cuñada? Ya tendría tiempo para averiguarlo. Levantó la cabeza, al fin, para sorprenderse con el tonificado cuerpo de su prometida, cubierto únicamente por un par de prendas que poco dejaban a la imaginación. Antes de que se sentara en la cama la atrajo tomándola de la muñeca, obligándola a sentarse en sus piernas.


¿Sabes que hora es? —indagó abriendo el reloj, pero sin colocar atención a las manecillas, completamente desconcentrado por el recorrido de los labios de Mía—. Es hora de... —la frase quedó interrumpida.


Sus labios se habían cansado de hablar y solo querían besarla, devorarla. Giró su cuerpo y lo dejo recostado nuevamente sobre la cama, tal cual como estaba justo antes de ella se escapara. Las manos de León se habían lanzado ya sobre la piel tibia de la rubia y la recorrían en cuanto espacio le permitía su descaradamente provocadora lencería. Se acercó a sus labios y se quedó unos breves segundos mirándola, perdiéndose en la inmensidad de sus ojos esmeralda. Fue consiente entonces de que sería los únicos que vería de cerca durante el resto de su vida. No le disgustó la idea en absoluto. Sonrió y siguió hasta encontrar el suave néctar de su boca.


Afuera de la cabaña, el crepitar de la leña y el dulce canto de las olas al llegar a la playa era la único que adornaba el silencio de la noche. Los cuerpos se consumieron en la oscuridad como lo hizo la fogata que se extinguió mucho antes que el deseo de ambos amantes. La madrugada los alcanzó exhaustos, rendidos al placer que los había unido tantas noches atrás. Y esa noche, al menos confirmada a viva voz por ambos, se entregaban por primera vez al amor.

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Neville estaba sentado en el saloncito cuando Harry y un mago desconocido entraron en la habitacion.


- El rostro de tu amigo me es familiar, Harry, pero no se...


- Nos conocimos en el Valle de Kwanji ---tercie yo--- hace algunos años.


- ¡Ah, claro! El mago que hablaba con Manuel.


- Asi es.


Nos sentamos alrededor de una mesa y Harry me rogo que adoptara mi rostro real. Y asi lo hice.


- ¡EH! ¿Quien es usted?


- Neville, permiteme que te presente a un buen amigo mio, Theodore Nott.


- Pero...pero si usted esta muerto...


- No, Neville, todo fue un engaño, era necesario para salvar a Theo. Aunque ahora ha adoptado otra personalidad, se llama Klaus Kirby.


- Si eres amigo de Harry eres amigo mio, encantado.


- Un placer Neville. ¿Puedo llamarte Neville?


- Pues claro; Harry, eres un pozo de sorpresas. Me pregunto si hay alguien mas implicado...

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