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Douce Tentation & Straripante Passione (MM B: 90090)


Kahlan Blackthorn
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Un pequeño atisbo de desilusión se reflejó en sus ojos, en cuanto León descubrió la sorpresa que le tenía preparada y no dijo absolutamente nada. Sabía que no debía molestarse por un detalle de esa pequeña magnitud y menos cuando recientemente se habían comprometido y eso demostraba cuanto era el amor que sentían el uno por el otro, a pesar de ser algo que se dijesen a cada oportunidad, más bien intentaban demostrarlo y eso era lo importante. Con ese pensamiento, eliminó de su mirada aquel sentimiento, aunque en su interior no la abandonó del todo, por más que lo intentó.

 

Sin embargo, eso quedó en segundo terminó en cuanto la pasión nubló cada uno de sus sentidos. El deseo era palpable en cada uno de los poros de la piel de los amantes, era como si en el instante en que el éxtasis dominaba sus cuerpos una conexión más allá de lo terrenal los invadía, era como si estuviesen desde aquella primera noche en el despacho del Crowley cuando era director de la Academia de Magia y Hechicería. Justo como aquel primer día en que se conocieron en un ámbito más sensorial, la noche comenzó a abandonarlos y con ella el bailoteó del primer rayo del sol sobre la entrada de la cabaña llegó hasta ellos.

 

Era momento de descansar, estaban exhaustos y no solamente por el hecho de la actividad física que coronó la noche, sino por todo el desgaste emocional que habían tenido, emoción, nervios e incertidumbre, así que era momento de dejarse descansar. Sería el primer descansó que tenían juntos después de haber admitido en voz alta lo que sentían y justo por eso, sintió que aquel momento había cambiado algo en ellos, estaban más unidos. Desde ese momento, eran el complemento del otro y esa sensación, le agradó.

 

No supo cuanto tiempo durmió, ni exactamente en donde estaba, pero se sentía segura recostada sobre el pecho de León y eso la hizo sonreír lentamente, al sentir su respiración pausada supo que continuaba dormido y eso le gustó, porque le permitiría darle un despertar diferente, normalmente al ser la primera en despertar lo dejaba en la cama seguir durmiendo y ella se marchaba al Banco, pero aquel día sería diferente y esperaba que pudiese ser así de adelante en más.

 

Levantándose ligeramente, cubrió su desnudes y pidió a uno de los empleados del hotel que les llevará algo ligero de desayunar. Un poco de fruta con zumo de naranja era lo más adecuado al menos de momento, posteriormente en cuanto le trajeron la bandeja, se levantó un poco y comenzó a besar lentamente el cuello de su prometido y subió lentamente hasta llegar a uno de sus oídos.

 

—Buenos días amor. —soltó con un susurró y acto seguro lo besó tiernamente en los labios— Quise hacer algo diferente. —añadió con tranquilidad, levantándose aún como fue traída al mundo por la bandeja que habían dejado en una de las mesitas de noche y regresando a la cama, para mostrársela a su novio.

 

En cuanto dejó la bandeja sobre la cama, se cubrió con una de las sabanas y llevó lentamente una fresa hasta sus labios y la mordió. Era sensacional el sabor fresco que tenía aquel fruto, y lo poco que podía terminar con el calor de su cuerpo, porque la temperatura no era solamente producto del clima soleado que los rodeaba, sino de las sensaciones que tenía al estar cerca de una cama y su prometido.

 

—Necesitaba un descanso de este tipo, comienzo a creer que me conoces casi por completo. —reveló con un poco de miedo— ¿Es eso posible? Sin darte cuenta o conscientemente, estas derribando cada una de mis barreras y miedos. —añadió mirándolo a los ojos y volviendo a besarlo, demostrando su sentir y sintiéndose completamente cómoda.

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- Ya sabes quien...


- ¡Ah, ya! Entonces todo explicado. ¿Cuales son tus planes Theo?


- Quiero ser profesor de Hogwarts, profesor asistente de Pociones.


- Pues disfrazate bien, Slughorn parece despistado pero no lo es. ¿Puedo saber por que ahora?


- Por dos razones, la primera es que las investigaciones de Harry sobre los que conspiraron para matarme van muy bien encaminadas, y la segunda es porque el año proximo empieza Scorpius, mi ahijado, en la escuela.


- ¿Scorpius?


- Scorpius Malfoy, Neville ---intervino Harry--- ya sabes...


- Vale Harry, lo entendi. ¿Donde te alojas, Theo?


- En una posada del Callejon, es muy discreta.


- Pero nos veremos pronto ¿no?


- Estare por aqui, de todas formas espero ingresar en el colegio el año proximo.


La conversacion prosigio relajadamente. Neville y yo nos hicimos intimos a partir de entonces. Cuando volvi a mi alojamiento era noche cerrada y, por primera vez en muchos años, dormi profundamente.

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  • 4 semanas más tarde...

<<Buenos días amor>>

 

Las tres palabras fueron de menos a más, rebotando en las paredes de su cerebro hasta que chocaron de frente con su conciencia. Una sonrisa autónoma se dibujó en sus labios incluso antes de que los ojos empezaran a abrirse y las pupilas a regular el paso de la luz de la mañana que se filtraba entre los cabellos rubios de su novia. No, ya no era su novia, era su prometida desde hace unas 8 horas y los recuerdos de la noche inmediatamente anterior hubieran ampliado aún más la sonrisa de no ser por la calidez del beso que recibió de inmediato. Unos labios suaves, felices y atentos lo terminaban de despertar y lo terminaban de aterrizar en lo que bien podría seguir siendo parte de un sueño.

 

No recordaba la última vez que hubiera descansado de forma tan placentera no por la cantidad de horas que hubiera dormido, si no por lo reparador del sueño. Le quedaba complicado explicar lo tranquilo y sereno que se sentía, lo liviano que percibía su cuerpo pese a haber tenido una noche saturada de emociones y sentimientos que derivaron, como era de esperarse, en una madrugada intensa y frenética en la que ambos se fusionaron en un solo ser, una sola entidad de sudor, pasión y carne. La brisa colaba entre las ventanas y traía consigo la particular e inconfundible esencia del mar, de la paz que transmitía y que parecía haber inundado la habitación.

 

Buenos días mi amor —respondió León refregándose los ojos, aún entre dormido apoyándose para quedar ligeramente sentado. Las últimas palabras de su saludo mañanero le ayudaron a ubicar desde donde le hablaba.

 

Como si de una perversa coreografía se tratara, su vista se terminó de ajustar en el momento justo en que Mia se alejaba con su monumental cuerpo desnudo hacia una mesa y se devolvía a la cama con la bandeja de fruta y el jugo en ella. Fotograma tras fotograma las imágenes de la noche anterior se iban amontonando en su cabeza y trazando el mapa completo de lo que había pasado y volvió a sonreír. Esa mañana era diferente, esa mañana marcaba un antes y un después en su relación en su vida. La esperó al borde de la cama y en cuanto se cubrió de nuevo con la sabana, la abordó con brazos y piernas, rodeando por completo a su presa, arrancando de sus labios el último pedazo de fresa.

 

Deliciosa —soltó sin retirar la mirada de sus esmeraldas, seguro que entendería la doble referencia—. No tendría ningún problema en despertar de esta forma el resto de mi vida.

 

La simpleza y la honestidad de su frase lo atropellaron casi al punto de tumbarlo de la cama. Una y otra vez había repasado en su mente los alcances de la propuesta que había hecho; los escenarios de un sí, las repercusiones de un no, pero todo a un corto plazo. A una semana o dos después de fuera cual fuera la decisión de la Black Lestrange. Incluso hasta el día de la boda. Pero ¿Y después? Los más fácil era casarse, lo que seguía era lo que iba dar la pelea. Mantener la relación como lo habían hecho hasta ahora, siendo novios, no había representado mayor problema, pero de ahí en adelante, estaría uno en función del otro. Para sorpresa suya, y agradecido por la honestidad, Mia pensaba igual.

 

Nuestras barreras y nuestros miedos —completó tomando una fresa y llevándola a los labios de Mia primero—. Son de los dos, no porque yo me adueñe de los tuyos, sino porque yo tengo los míos. Tengo miedo de aburrirte, de no estar altura. Pero sé que te tengo a ti, y quiero que sepas que tú me tienes así. Por qué así como compartimos lo bueno —sus dedos medio e índice caminaban por su muslo derecho hasta llegar a su cintura—, también compartimos lo malo. Y eso es lo que quiero: compartir todo lo que tengo contigo.

 

La mano en su cintura rodeo el tibio cuerpo de la Black Lestrange y la terminó de abrazar para fundir sus labios de nuevo en los suyos. Las palabras se volvieron a repetir en su cabeza y agarraban cada vez más sentido. Si podía despertar de esa forma todos los días, valdría la pena lo que fuera que postrara adelante de ellos. Confiaba en ella y esperaba que ella en él.

 

Te amo profesora Black Lestrange —soltó recordando su primera noche juntos. Una noche en la que ninguno de los dos imaginó que sería la primera de muchas.

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Mi nueva amistad con Neville me habia de resultar util, muy util. Para ser profesor de Hogwarts y, mas concretamente, profesor asistente debia contar con dos avales de prestigio. Era una nueva norma para asi filtrar buenos profesionales.

Y ello es porque debia comparecer ante el Consejo escolar para que diese el visto bueno, y eso era otra porque el Consejo estaba presidido por Draco, que no debia reconocerme....por ahora.
Asi que adoptando mi disfraz de entonces, con una tupida barba negra y el nuevo nombre de Klaus Kirby hice mi solemne entrada en la sala de sesiones del Consejo, tome asiento y el secretario, señor Ogden, tomo la palabra:
- Honorables miembros del Consejo Escolar, avalado por los ilustres Neville Longbottom, profesor de Herbologia de Hogwarts y Harry Potter, Jefe de Aurores del Departamento de Seguridad Magica, se presenta ante nosotros el señor Klaus Kirby, aspirante al puesto de profesor asistente de Pociones en Hogwarts.

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Extrañamente todo continuaba fluyendo de manera natural entre los dos, era como si el hecho de haberse comprometido no cambiase de momento su relación o su sentir. Situación, que la hacía sentir completamente cómoda y tranquila, porque si bien había tenido miedo durante unos cuantos segundos la noche pasada, ahora todo en su interior, se sentía bien y correcto, era como si estar entre los brazos de León fuese el sitio que siempre estuvo buscando o esperando por ella, algo que en otro momento la hubiese llenado nuevamente de miedos e inseguridades, pero en ese momento no era así porque era la persona correcta.

 

— ¿Aburrirme o no estar a la altura? Espero que estés de broma —soltó con una sonrisa en los labios— La que debería tener esos miedos soy yo, has vivido y conocido a miles de personas a lo largo de tu vida y eso da miedo sabes porque a tu lado parezco una bebé, aunque tengo la confianza de que si estamos juntos podremos superar cualquier adversidad que se nos presente o ponga delante. —la sinceridad de sus palabras era total.

 

Era como si desde aquel primer encuentro con León en su despacho, un vinculo se hubiese formado entre los dos- Sus cuerpos se conocían y reaccionaban al del otro, como si fuesen hechos el uno para el otro, ¿era acaso así? Si bien, no era muy creyente de aquellas míticas leyendas de que toda persona tenía a otra destinada para su vida amorosa, como lo contaban las leyendas japonesas del hilo rojo, pues parecía que en esos momentos le estaba pasando, porque él había sido el único constantemente que había tenido durante los últimos años dentro de su vida en la comunidad mágica Siempre desde las sombras o públicamente, pero ahí a su lado como amigo, novio y ahora prometido.

 

Parecía que sus cuerpos no se cansaban el uno del otro y con eso en su mente, volvió a juntar sus labios con los de él y disfrutó de esa proximidad, recordando brevemente todas las escenas que habían venido después de caer tumbados en aquella cama. Sus cuerpos sudados, cansados y saciados habían sido testigo de la unión física que con cada minuto se incrementaba, para volverlos uno solo, dejando en claro que no se aburrían y mucho menos que se cansaban de continuar conociéndose dentro del ámbito sexual y empatando tan bien,

 

Tentada, a seguir dándole rienda suelta a sus deseos negó con lentitud. De momento, se conformaría con su proximidad, pero quería abandonar aquella cama para ir a la ducha y disfrutar de la brisa marina de manera más cercana y poder asolearse un poco con aquel día de escapada que su ahora prometido le había obsequiado con la única finalidad de formalizar su relación y de relajarla y hacerla olvidar de su trabajo dentro de la comunidad mágica internacional.

 

—Lo amo director Crowley. —respondió levantándose ligeramente— ¿Alguna vez te imaginaste aquella noche qué terminaríamos así? —preguntó con diversión en la mirada.

 

Esperando su respuesta, se separó de él y se encaminó hasta la ducha, en donde disfrutó del caer del agua fría sobre su piel y consiguió relajarse, así como sacar de su sistema aquellos deseos de continuar acostada en la cama. Mirando su cuerpo, supo que podía prescindir del traje de baño, pero no lo había así que únicamente se colocó un sencillo bikini de color blanco a juego con un sostén de color verde jade, que combinaba perfectamente con sus ojos.

 

—Quiero ir a caminar por la playa, y disfrutar unos minutos del agua del mar, ¿vamos? —preguntó al volver a la cama con el Crowley y sentarse a su lado, mientras acariciaba su pecho desnudo y bajaba hasta su cadera, provocando y jugando un poco, disfrutando de aquel contacto.

 

Sin esperar su respuesta, volvió a besarlo mordiendo su labio inferir, bajando sus caricias hasta su ingle, en donde disfrutó unos segundos para después salir corriendo de la habitación. Sabía que estaba provocándolo, pero aquel día se sentía rejuvenecida y con ganas de divertirse un poco, como si fuese una adolescente perdidamente enamorada y no solamente una mujer enamorada. Quería vivir aquel momento de su vida, de manera más relajada y desenfrenada, tal y como lo estaba haciendo en esos momentos, riéndose y corriendo unos metros a la orilla del imponente mar.

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Draco tomo la palabra.


- Honorables miembros del Consejo, las credenciales del señor Kirby asi como los avales presentados por dos magos de probada solvencia son mas que suficientes para mi pero pueden interrogar al aspirante.


- Señor Kirby, soy Walter Kinney, ¿Por que quiere enseñar en Hogwarts?


- Es mi colegio, señor, yo soy Slytherin.


Un murmullo recorrio la sala, Draco alzo la cabeza sorprendido.


- Señor Kirby ---pregunto Draco--- yo soy Slytherin y no le recuerdo.


- Tengo 60 años señor Malfoy, quizas eso lo explique...


- Quizas, pero leemos bien los expedientes y el suyo no figura.


- Eso es facil de explicar, fui alumno de intercambio, procedo de Norteamerica.


- ¡Ah, ya! Como usted dice eso lo explica. ¿Alguna pregunta mas?


Un gran silencio recorrio la sala.


- Veo que no hay objecciones. Bien señor Kirby, el Consejo le da el visto bueno para ocupar la plaza de Profesor Asistente de Pociones, le deseamos buena suerte.


Una salva de aplausos rubrico estas palabras. Estaba feliz, volvia a Hogwarts. La patria de los inadaptados, mi patria.

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  • 3 semanas más tarde...
—No, era imposible imaginarlo desde entonces pero.. —hizo una pausa y buscó en su sistema de memorias los detalles de esa noche—, algo tuvo que ser distinto esa noche, ¿sabes? Algo me decía que había sido especial. ¿Recuerdas que te invité a desayunar? eso jamás lo había hecho antes. Una parte de mi, sin saberlo, no quería que te fueras.


Recordó haberse sentido vulnerable aquél día, haberse sentido desprotegido no ante Mia, sino ante lo que ella despertaba en él. Había sido la primera de muchas noches cómplices en que ambos se escabullían por los terrenos de la vieja academia, buscando un lugar cada vez más extremo en donde saciar su necesidad del otro. Irónicamente ahora estaban haciendo lo mismo, pero con un objetivo completamente diferente. Los muslos contorneados de la Black Lestrange se alejaban de la cama y León lanzó un leve gruñido, frustrado de no poder retenerla en la cama.


Supuso que había pensado demasiado el ir tras ella cuando ya estaba volviendo hacia la cama pero ya su cuerpo no estaba tal cual como la había dejado en el mundo la madre naturaleza. Aún no lograba entender como a veces sentía más ganas de verla con algo puesto para poder quitárselo y re-disfrutar el hacerlo.


—A eso vinimos ¿No? a disfrutar —soltó con el evidente doble sentido al sentir como su mano empezaba a bajar peligrosamente—, Hhmmm ¿estás indecisa?, déjame ayudarte.


Posó la manos sobre su cintura con la oscura intención de dejarla caer sobre la cama y no dejarla levantar de allí en una hora, tal vez dos. Pero la Black Lestrange no era fácil de controlar y sorteo con éxito la jugada del holandés para salir corriendo del lugar. Si no hubiera alcanzado a ver la traviesa sonrisa en su rostro, León hubiera creído que huía aterrada por la velocidad con que lo hacía. Un salto rápido de la cama, una rápida pasada por la ducha, tomó un pantalón corto que había dejado a la mano la noche anterior y salió tras ella para encontrarse con la sorpresa de que no estaba.


¿Qué? ¿Habría visto mal? La isla no era tan grande para que hubiera agarrado la ventaja suficiente como para perderla de vista. Tal vez aún estaba dormido o con los rezagos de no haberla podido mantener en la cama. Una mirada un poco más detallada a una palmera in-usualmente robusta, dejó ver tras esta unos finos cabellos dorados que intentaban ocultarse, eran víctimas de la brisa y se ondeaban libres. Sigiloso, León se acercó de puntas a la palmera rodeando por completo la pequeña cabaña y llegándole por la espalda.


¿Una noche comprometidos y ya estás huyendo de mi? —le preguntó soprendiéndola desde atrás y envolvió su cintura con los brazos—. Empezamos muy mal —bromeó dejando un suave beso sobre su hombro derecho y tomándola de la mano la haló hacia el mar

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Mansion Malfoy, el mismo dia.

- ¿Que te ocurre hermanita? Estas muy feliz.
- Me acaba de llegar una lechuza, entro a trabajar en la enfermeria de Hogwarts la semana proxima.
- ¡Eso es magnifico! ¿Lo sabe Draco?
- Supongo que no, pero ya se lo diremos. Os voy a echar de menos, sobre todo a Scorp.
- Ya supongo que si ---dijo riendo Astoria--- dejaras de ser tia a tiempo completo y te centraras en esa turba de alumnos de la escuela.
Ambas hermanas rieron y, en ese momento, Draco entro en la habitacion.
- ¿Que ocurre? ¿Que os hace tanta gracia?
- Es Dap, la semana proxima entra a trabajar en la enfermeria del colegio.
- ¿Y?
- Comentabamos que dejaba de ser tia a tiempo completo para encargarse de la turba de alumnos de alli.
- ¡Ah, ya! ---rio Draco--- todo explicado.
- ¿Un dia complicado, querido?
- No, no. Tenemos un nuevo profesor asistente en Pociones.
- ¿Y quien es?
- Un norteamericano. Se llama Klaus Kirby.
- ¿Has dicho Kirby?
Editado por justo

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  • 4 semanas más tarde...

La brisa del mar llegaba hasta donde se encontraba escondida, una palmera era lo único que la resguardaba de la mirada de los curiosos. Sabía que quizás no era el mejor escondite, pero en realidad no estaba escondiéndose, solamente quería jugar un rato con su prometido y olvidarse de todo aquello que los estresaba y les impedía hacer más de ese tipo de escapadas de fin de semana. Con eso en la mente, en sus labios apareció una pequeña sonrisa y despeinando su rubia cabellera relajó por completo su cuerpo.

 

En el instante en que estaba tentada a tirarse en la arena, sintió la presencia cercana de León. Su habilidad para la legilimancia se estaba afianzando y debido al vinculo emocional que compartía con el mago se afianzaba cada vez más con él. No quería entrar a su mente y leerla, así que simplemente cerró los ojos y espero hasta que este llegó detrás de ella y la abrazó, con eso se giró lentamente para mirarlo a los ojos.

 

—Jamás podría huir de ti. —respondió con diversión— Estoy segura que no me dejarías ir, me retendrías para solucionar juntos lo que sea que este pasando… eres mi complemento. —añadió, para después reír con su pequeña broma.

 

En esa posición, llevó sus brazos hasta su cuello y lo besó. Logrando que sus bocas se fundieran nuevamente, trasmitiendo con un simple beso todo lo que significaba para ella estar a su lado en aquel lugar- En cuanto se separaron, notó como la intentaba jalar hacía el mar y eso no le agradó del todo, porque el agua siempre le había causado un poco de respeto, al menos la del mar aunque disfrutara observarlo.

 

—Creo que ahora si quiero huir de ti. —soltó con diversión— ¿En serio quieres entrar al mar? —cuestionó con curiosidad ocultando el pequeño atisbo de duda que tenía— Podríamos tomar el sol un rato, y disfrutar de la brisa… —tentó con una sonrisa.

 

Sus pasos, ya los habían llevado hasta la orilla del mar, en donde las olas comenzaban a mojar sus pies, y si el agua estaba un poco fría pero no lo suficiente para causarles frío. Continuó avanzando hasta que la corriente únicamente mojaba la mitad de sus pantorrillas para segundos después agacharse y tocar con una de sus manos el agua y queriendo sorprenderlo comenzó a mojarlo tirándole agua y pateando un poco de la misma.

 

Las gotas de agua comenzaron a mojar al Crowley un poco, así que queriendo poner una pequeña tregua se acercó hasta él y volvió a besarlo, para después empujarlo un poco más dentro del agua y salir del campo de acción de la corriente del agua salada. Riendo por su reciente maldad, sintió como rejuvenecía un poco más, despertando su espíritu casi adolescente, disfrutando de vivir esos pequeños momentos.

 

—Cariño, tengo una duda… ¿alguna vez hubieses preferido que mi cabello no fuese rubio? —las palabras salieron de sus labios con diversión e insinuación, sabiendo que el demonio tenía cierto historial con morenas y pelirrojas y que ella al ser metamorfomaga podría ofrecerle alguno que otro cambio durante algunas horas.

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- Asi es, cuñada ¿le conoces?
- Me suena vagamente, creo que tiene buenas credenciales.
- Magnificas. Le avalaron Neville y Harry.
- Entonces creo que le conocere pronto.
Y con una inclinacion de cabeza Dap abandono la sala.
- ¿Crees que le habra olvidado?
- No lo creo, querido. El fue el gran amor de su vida, no lo olvidara facilmente.
- Yo no puedo olvidarlo, a veces le oigo en mi mente y sueño con el.
- Me lo imagino, pero debes hacerte a la idea.
- Un dia tendre que decirselo a Scorp, no se como empezar.
- Encontraras las palabras, querido. Es lo bueno de ser padres, siempre encontramos la solucion.
- ¿Sabes, Ast? Han pasado los años y cada vez te quiero mas.
- ¡Adulador!
- No, en serio. Sigo enamorado como el primer dia.
- Es muy halagador oir eso para tu "gorda" esposa.
- ¿Gorda? ¡Anda ya! ¡Menudo tipazo tienes!
- Pues procura no perderlo de vista o te hago cachitos ---añadio Astoria, riendose--- con los hombres nunca se sabe.

- Pero si soy un sol...

 

- Y por eso quemas, tu andate con ojo...

 

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