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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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Mantener el orden en su habitación jamás había sido un problema para Apolo. Al ejercito de elfos que se preocupaban de la limpieza había que sumarle la habilidad de Apolo para los encantamientos y su gusto natural por el orden. Por eso invitar a Garry a su habitación no había supuesto un problema, ya que era muy impersonal con ella.


Era una estancia amplia y agradable, con una cama amplia de colcha azul. Su ropa se encontraba colgada en una pequeña habitación en su interior, que hacía las veces de armario. Lo único que se le podía reprochar era que estuviese tan vacía: aunque antaño tenía una enorme pecera regalo de Valeskya y Zahil y muchos libros repartidos por todos lados, hoy el cuarto estaba bastante vacío. Solo un escritorio donde solía apoyar su mochila seguía en el mismo lugar, pero el resto de su habitación estaba vacía, incluyendo las paredes.


Las pocas cosas de valor que tenía las llevaba consigo o se encontraban debidamente acomodadas en algún lugar de la Mansión, incluyendo algunos de sus propios libros que descansaban en la biblioteca de abajo. Como casi todos sus esfuerzos por convivir más con su familia, incluía poder salir un poco de su habitación cuando estuviese en ella. Y todo sumaba a que ahora quizás podría sumar a Garry a la ínfima cantidad de cosas que tenía en su habitación.


Era curioso pensar en el como algo más que tenía que acomodar en su vida para que todo tuviese un orden. Con su familia no tenía ese problema, a pesar de lo alejados que los sentía eran su respaldo de la misma forma en que él las respaldaba en todo. Pero Garry no era un Granger más al cual saludar sutilmente cuando se los encontraba. Y a Apolo le ponía tan nervioso su mera presencia que difícilmente podía encontrarle un lugar dentro de su vida que no estuviese plagado de sentimientos encontrados, en él y aquellos que sentía por Garry.


Y es que cuando se dirigía a él solo podía pensar en los besos que se habían dado, y la oportunidad de recibir un tercero. Y un cuarto, y muchos más. ¿Por qué su mente seguía buscando maneras de alejarlo cuando su cuerpo solo le pedía acercarse a él? Una pregunta para el millón de galeones.


— Puedes dejarlo en la silla —comentó Apolo distraído, tendiéndole la única silla que había en la habitación antes de sentarse en la orilla de la cama. – Y si, lo sé, contigo siempre hay algo que queda en el tintero.


Claramente se refería al beso que había recibido a solo metros de su ex esposa que lo esperaba, pero esperaba que el tono con el que lo dijo no sonara tan recriminatorio como pensaba. No le miraba directamente, pero con la puerta cerrada su habitación nunca le había parecido tan pequeña. Se le quedo viendo ante su pregunta: ¿Si Apolo, que es lo que Garry tenía que hacer ahora?


—¿Y si yo te pido que guardes mi secreto, lo harías?


Apolo no lo miro, pero sintió su cercanía y avanzo algunos pasos, lo suficiente para susurrarle esas palabras al oído y tomar una de sus muñecas. Se preguntó si hubiese actuado diferente si Garry no se hubiese enterado. De haber juntado suficiente valor para declarársele su actitud habría sido mucho más provocadora, apelando a los instintos del Ollivander y tomando la iniciativa de manera mucho más directa.


Pero era Garry quien tenía todas las cartas. Tenía el mayor de los secretos guardados por Apolo, la confesión de sus sentimientos y el conocimiento de que Apolo quería más de él de lo que quizá estaba dispuesto a dar. A Apolo no le gustaba ser controlado, ni aun por altos rangos o por su propia familia, por lo que la idea de darle tanto poder a Garry lo aterraba, y lo fascinaba un poco. Era terreno desconocido, pero se preguntó si…


— No necesitas tener en cuenta esa parte de mi… — volvió a susurrar en su oído, siguiendo la línea de una de sus cicatrices con el dedo. —Sigo siendo el mismo Apolo.


Se imaginó una larga cadena que parecía querer unirlo a Garry, ¿pero quien era preso de quien realmente? Era una extraña mezcla entre sentirse apresado y querer permanecer así. Se atrevió a acercarse aún más a Garry para pegar sus cuerpos al igual que sus mejillas, como si estuvieran en un abrazo en el que ninguno participaba realmente. Necesitaba ser cuidadoso en lo que decía, como nunca antes. En cualquier otra oportunidad le hubiese dado risa lo vulnerable que intentaba hacerse sentir a Garry a través de su propio cuerpo.


—Lo que quiero decir es que…


No termino la frase. Y entendió por qué Garry tenía esa cara, fue la misma que puso él cuando empezó a escuchar pasos que se acercaban. Estaba claro que Garry habia estado atento, pero su oido solo podia captar cuando ya estaban lo suficientemente cerca. Agudizo el oido, en caso de que se pusieran a llamar.


Tendría que inventarse un muy buen motivo para haber subido a Garry...


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Editado por Apolo Granger

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Con la llegada del día, las pesadas cortinas de mi habitación se habían cerrado de manera hermética, no era que no pudiera combatir al sol, el encantamiento que había tardado años en dominar de forma perfecta ya estaba invisible pero efectivo sobre mi piel, simplemente no me gustaba lidiar con aquella luminosidad. Las luces de la habitación estaban completamente encendidas, los apliques plateados de la pared, la araña de cristal, y las lámparas de pie a juego con los primeros, que ahora me iluminaba de forma más próxima.

 

Por alguna razón, aquel día me había permitido estar tranquilo en mi cuarto, y por eso no me había molestado en vestirme, el traje marrón claro que usaría aquel día, seguía colgado en el perchero y si por mí fuera allí seguiría todo el día. Estaba ataviado con mi pijama de seda, gris oscuro, y sobre este mi salto de cama, verde. Solo en mis atavios privados, podía mostrarme en la obsesión con aquel color tan intenso que por mi proceder tan tranquilo y hasta desinteresado parecía no pegar con mi misma personalidad, hasta que me conocieran y lo descubrieran...

 

Leía sin prestar mayor atención una novela sobre un apuesto muchacho en una tierra idílica, y me frustraba bastante leerlo tan... humano. Siempre apurados, siempre sin tiempo, siempre tan preocupados. Sin dudas si fuera un inmortal el que sufriera todos esos tropiezos me interesaría más. Di un sorbo al espeso líquido rojo en una pequeña pausa de la lectura que me permití. Con los ojos zafiro clavados en nada en particular, terminé por aceptar que no era solamente que aquella novela me aburriera. Había algo más que me distraía.

 

Me puse de pie tras exhalar un suspiro resignado, y al darme la vuelta para atravesar los arcos que daban paso a la división donde estaba mi cama, no pude dejar de mirar el escritorio de madera de cerezo que en aquel momento, estaba lleno de pergamino arrugado. Apreté los dientes, molesto, molesto conmigo mismo y continué con la mente alborotada, chillando mil ideas que al final no podría llevar al papel. Era tan frustrante sentir aquel bloqueo por una simple carta a alguien que posiblemente nunca la recibiría, pero así y todo, lograba llenarme de ansiedad, y no era nada normal en mí.

 

Me tumbé en la cama, con los ojos abiertos, estirando las manos hacia el techo abovedado. El silencio era insoportable, pero la música no hacía más que molestarme. Desde el incidente con la poción vigorizante en el local, no había podido dejar de pensar en el sueño que había tenido en aquel breve lapso. Las cartas fallidas estaban relacionadas con aquello, ya que había llegado a la conclusión de que si no intentaba establecer una línea, no volvería a sentir la calma. Pero ni siquiera lograba algo tan sencillo como escribir un par de líneas.

 

A raíz de aquello, la idea, más bien, la insensata idea, o más bien, la locura de partir en su búsqueda rondaba cada vez más en mi cabeza, pero no lo tenía nada fácil. Nada me aseguraba el éxito como para permitirme olvidar mis obligaciones por unos días, porque podía aparecerme en un santiamén sin problemas, pero... No lo sabía, sentía que aquello no sería algo para resolver en un momento, que sería algo que se dilataría, y no podría llevar a Seishiro conmigo, así como dudaba que Valeskya se hiciera cargo de él sin que yo le expresara mis motivos.

 

El aporreo casi desesperado a mi puerta fue justo lo que necesitaba para sacarme de mi problema sin solución aparente y con paso apresurado y ceño fruncido, aunque internamente agradecía algo más a lo que prestar atención, acudí al llamado. Lo cierto era que la mansión había estado bastante tranquila los últimos días y aquello nunca duraba demasiado, posiblemente quien estuviera tras la puerta pudiera confirmarlo, pero tenía una idea de quien podría ser. En cuanto abrí la puerta lo pude comprobar.

 

-¿Qué pasa? -pregunté a mi hermana manteniendo mi gesto y apartándome, invitándole a entrar.

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Recordaba haber estado sentada en la sala con sus primos y recordaba darse cuenta que la orden del fenix había desaparecido y con ella miles de recuerdos, pero no recordaba como había salido de la sala y por supuesto como había terminado en su vieja habitación del sótano. Tenia todas las comodidades de la habitación de arriba, pues antes, en sus tiempos malos, le gustaba jugar a veces por días, con sus presas y aquel cuarto lo usaba para descansar. Tampoco recordaba haberse dormido, mas que nada porque rara vez lo hacia, el sueño del vampiro solo servia para recuperar fuerzas cuando se estaba demasiado débil y eso pocas veces le había pasado.

 

Se levanto de la cama bastante desorientada, no estaba segura si era de día o de noche y cuanto tiempo llevaba ahi, pero necesitaba subir y ver si los demás estaban bien y si sabían como había llegado ahi abajo. Camino hacia la salida y subió lentamente los escalones tratando de no caerse, pues parecía como si se hubiese tomado todo el cargamento de whiskey del Diagon, todo le daba vueltas. Finalmente, logro estabilizarse e intento abrir la puerta pero ahi es donde la cosa se estaba poniendo realmente extraña, la puerta no se había movido ni un centímetro.

 

- maldita sea, estoy encerrada - dijo mientras tomaba vuelo por segunda vez intentando tirar la puerta que seguía sellada como con magia

 

Arremetió por ultima vez antes de sentarse en los escalones a meditar como se había metido en problemas...de nuevo. Aquello era una constante en la familia, siempre había alguien que se metía en problemas, no le extrañaba que algunas familias no los vieran con buenos ojos, aunque no es que realmente le importara, solo establecía un hecho en su cabeza.

 

- supongo que en algún momento se darán cuenta que no estoy - dijo levantándose. Lo mejor era buscar otra salida o algo que la ayudara a abrir esa est****a puerta mientras alguien acudía a salvarle el pellejo.

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La habitación se hacía parecer, con cada centímetro que acortaban la distancia entre ellos, que era mucho más pequeña. Por un instante todo en él se detuvo e intuye que, lo rápido que parece ir todo a su alrededor, es consecuencia de tener a Apolo nuevamente tan cerca. Que difícil era soportarlo, estar junto a él y nada más, el aroma del Granger es solo más intenso cuando le habla al oído y Garry puede sentir el tacto de su boca sobre la de él nuevamente aun cuando no existe el contacto. Se siente impresionado, conmocionado y un poco preocupado también de darse cuenta de lo sencillo que ha sido para Apolo conseguir turbar al brujo habitualmente imperturbable.

 

Sin embargo, a pesar de lo complicado que es todo ya, al final no es solo la cercanía de Apolo lo que más puede con él, sino más bien las palabras que el mortífago le ha soltado al oído; el significado de ellas y el peso que tienen afuera de esa habitación.

 

Es por eso que parece que todo ha dejado de funcionar, de pronto para él nada relacionado a estos grupos clandestinos tiene sentido nuevamente. La OdF habría desaparecido de la noche a la mañana y con ella muchos de sus miembros, algunos sin dejar rastro y otros... habría leído en las recientes noticias de un ataque por parte de algunos magos y brujas que no se hacían callar por el ministro tan fácilmente. Cómo en muchas otras ocasiones él había optado por tomar otras acciones al respecto, ¿estaba siendo des leal nuevamente? ¿lo hacía al estar en ese momento con Apolo?. Garry soltó un gruñido bajo ante su insistencia de volver todo tan enredoso algunas veces.

 

Por otro lado las circunstancias con Apolo mortífago no hacían más que empeorar esas ideas sobre su propia postura actual en esta “guerra mágica” y su pertenencia en la ex OdF, claro que siempre habría creído en los ideales en los que esta estaba compuesta, aun si las acciones de sus integrantes no eran del todo honestas. Sin embargo, es la idea de cómo alguien como Apolo pudiera estar involucrado en esto lo que ha conseguido intranquilizarlo un poco más; ¿quién era este chico en realidad? ¿qué eran los mortífagos en estos días? ¿y qué cosas ha hecho el Granger por estar en filas mortífagas y con qué propósito? Por supuesto que él como ex OdF no estaba en una mejor situación que Apolo, pero ahora realmente ni siquiera podría ser él una a amenaza para el Granger.

 

¿Qué ha dicho él? Las manos extrañas entre las cicatrices de su rostro son demasiado para pensar en lo que dice y Garry cree que no ha caído de rodillas a sus pies solo porque se aferra sin nada de fuerza a las ropas del muchacho.

 

No, no lo hagas…”

 

No evita el mal sabor que le deja el modo en el que comienza a pensar cómo es que toda esta situación podría estar siendo manipulada por el Granger. Ha comenzado a preguntarse si, la manera en el que Apolo lo trata, con tanto cuidado, es solo para que Garry sea indulgente con él. Podría pensar, inclusive, que justo ahora, por cómo es que cede ante su petición con tanta tranquilidad, él está bajo algún encantamiento hecho por Apolo, pues lo conoce bueno para ellos. Sin embargo, se cuestiona también de si por un instante podría dejar de pensar en eso, en que el mortífago solo intenta algo para mantenerlo cayado, en si puede dejar de prestar más atención en la demás gente que circula por la casa, y en si tan solo él…

 

Que ironía si Apolo creía que era Garry quien tenía la ventaja.

 

La pregunta de si sabe en verdad quien es “el mismo Apolo” se incrusta con firme desconfianza en él. No puede evitarlo realmente, el ser tan desconfiado, tampoco puede solo no tomar en cuenta “esa parte de él”, aunque puede ser menos enfático con ellas, cada uno tenía por encima sus propias cicatrices y cada una contaba una historia muy distinta del otro, pero finalmente eran todas esas partes las que conformaban al verdadero Apolo Granger, que con cada encuentro, ante los extraños ojos de brujo, van viendo en él su complejidad.

 

La última oración dejada a medias por parte de Apolo lo deja extrañado, tanto como de pronto es la sensación de separarse de él, aunque aún la distancia entre ellos aun no es suficiente para dejar de sentirlo, pero al menos puede ver mejor su rostro; ¿qué es lo que trata de decirle? Por un lado, no quiere ni imaginárselo, mucho menos por el modo en el cómo cada palabra que Apolo dice a partir de ahora parece influir en sus sentidos, aun cuando Grell procura poner resistencia. Parpadeó apesadumbrado, una, dos veces antes de que pueda pensar mejor una respuesta para él, aunque no sabe con cuánta urgencia Apolo desea escucharla.

 

Si eso es lo que quieres…-, pudo articular con más calma de la que hubiera esperado, pero es consciente de que Apolo puede sentir como el corazón de Garry late con cada intento nuevo que hace por querer articular.

 

No cree que tenga que ser él quien revele a Apolo ante los demás, sin embargo tampoco significaba que dejaba las cosas hasta ahí, después de todo las actividades mortífagas no era un tema que pudiera dejar tan a la ligera. Tal parece que hoy, por él, está siendo propiamente descuidado.

 

Finalmente, habría de reflexionar todo esto con el mismo natural cuidado imparcial con el que ha atendido al 221B de Baker todos estos años. Tal cual, como cada vez que ha tomado la decisión de llevar un caso serio, siente la necesidad de convenir con el mago, solo que esta vez, el estrechar la mano del cliente no es suficiente, solo porque no está tratando con un cliente en esta ocasión y bueno… porque se trataba de Apolo.

 

La mano que queda libre del agarre del Granger ha comenzado a dibujar una línea por todo el mentón del muchacho, cada centímetro que avanza, él vuelve a cortar su distancia entre ellos también, tanto que la respiración del brujo rosa sus mejillas. La altura no es un problema para él, aun así, necesita inclinarse un poco para poder alcanzar mejor su boca.

 

Pero antes de que pueda pactarlo como él quisiera, a tan solo milímetros de él, la puerta en la habitación se escucha sonar con urgencia. Una elfo es quien llama esta vez, o eso supone apenas Garry por el modo en el que habla a Apolo con tanto nerviosismo, además de que no reconoce en ese timbre de voz tan chillón y áspero al mismo tiempo, a una persona. Sus extraños ojos se detuvieron a observar tan de cerca el rostro del Granger, Garry sigue pareciendo tranquilo, como siempre, pero en el interior de su mirada puede verse lo preocupado que está por todo lo que Apolo le provoca.

 

No se aparta inmediatamente, si no que antes desvía la mirada en dirección a la entrada, tratando de entender mejor por qué la elfina pregunta por Zahil en la habitación de Apolo. Su entrecejo se arrugó apenas ante el desconcierto, antes de finalmente tener el cuidado de siempre para soltarse del peli azul.

 

¿Zahil está desaparecida?-, parece que se lamenta de tan abrupta interrupción, aunque igualmente le dedica una mirada neutral al mago cuando pregunta por la vampiro.

 

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- ¡Qué demonios! ¿Acaso no hay NADIE EN ESTA CASAAAA? –

 

Exclamó la ojivioleta en voz alta, con la clara intención de que saliera algún indignado a contradecirla con su presencia. Le irritaba que al parecer todos en la mansión parecían haberse puesto de acuerdo para salir a la misma hora ¿quién gustaba de salir en una mañana con un sol brillante, en el punto más alto del cielo? Sabía de al menos otras dos personas más aparte de ella que no lo harían, por eso le resultaba todo tan extraño. Estaba preparando dar la patada para tirar la puerta, solo por la rabia y el placer de hacerlo, cuando ésta se abrió, de forma tan lenta que creyó morir de aburrimiento al solo ver aquella acción.

 

- ¿Qué pasa? – Respondió secamente, tratando de no levantar la voz. Las palabras no salieron con la fluidez con la que normalmente se debía, recorrió con la mirada el aspecto que tenía su hermano. - ¿Pijama? ¿Es en serio? – El tono era entre sorpresa y desaprobación. Se quedó de pie en la puerta de la habitación de Joaquín, como una clara señal de rechazar su invitación a pasar. - No espero quitarte más tiempo del necesario, solo me preguntaba si no has visto a Zahil por algún lado. Es algo extraño no verla y sé que es lo suficientemente mayor para cuidarse sola, pero… no sé, estoy algo inquieta... es como una especie de mal presentimiento –

 

Las ultimas palabras salieron de su boca casi sin pensarlo; esa era la sensación que habitaba en ella, casi desde el momento en que había decidido salir de su habitación para darle las revistas a su prima. Ese era el pretexto: ver si estaba bien y de paso hablar con ella ¿Habría salido con Fiamma? El no estar segura de nada era lo que la tenía en la expectativa; según lo establecido en las cartas, alguien en la familia tendría un problema muy serio, pero no lograba determinar quién sería la víctima [?]

 

- En fin… seguiré buscando, no se si desees ayudarme o prefieres seguir… - Volvió a lanzar una mirada inquisitiva a Joaquín. - ¿Durmiendo? – Exclamó con sarcasmo.

 

Resopló con fastidio al tiempo que giraba sobre sí misma y caminaba hacia la habitación de su sobrino. Esperaba que su hermano al menos hiciera el intento de acompañarla o hacer una búsqueda por su cuenta; era difícil darle importancia al hecho de no haber visto a su prima y asumir que se había perdido, solo habían transcurrido unas horas desde la última vez que la había visto y en caso de que algo malo hubiera ocurrido, sabía que la chica de cabello bicolor daría una buena pelea (?).

 

A mitad del camino, Valeskya se detuvo. No estaba segura de ir a la habitación de Apolo, su relación no era lo suficientemente buena como para ir a patearle la puerta como al resto; más bien no tenía intención de provocar a su sobrino y que él dijera algo que la hiciera salirse de sus casillas, así que mejor tomó una decisión: susurró el nombre de su elfina.

 

- Breena ¿puedes ir a la habitación de Apolo a preguntar por Zahil? Yo… tengo algo más qué hacer.- Dijo de una forma que no daba lugar a preguntas.

 

Regresó sobre sus pasos y se dirigió hacia la cocina… o lo que había quedado de ella.

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Salvado por la campana, pensó Apolo apartándose ligeramente.


No había encontrado las palabras que quería decirle a Garry, y cualquier intento quedo ahogado ante la sorpresiva aparición de Brenna. Si hubiese supuesto mejor, se hubiese imaginado que el universo le jugaba una mala broma, pero en realidad lo tomaba con un cese al fuego, un fuego que parecía emerger y volverse loco ante la aparición de Garry.


Apolo no le respondió a la elfina, pero tuvo el suficiente criterio para asentir y dar cuenta de la información, negando cualquier información que hubiese al respecto. Que Zahil estuviese desaparecida no parecía realmente una novedad, más bien era curioso como a pesar de que no notaron su ausencia en su regreso de Egipto, que a estas alturas no hubiese aparecido ya rozaba lo alarmante.


Curiosamente si la situación hubiese volteado un poco a los protagonistas, y fuera Valeskya la desaparecida, nadie armaría un alboroto. Solo rodarían los ojos (?) y seguirían con sus vidas. Pero que Zahil estuviese desaparecida solo significaba lo que todos temían, que el viaje a Egipto había tenido más de alguna consecuencia para la gente que había decidido quedarse en Ottery.


— ¿Me ayudarías a buscar? — pregunto Apolo, volviendo a la actitud amigable que solia tener con el Ollivander en clases. – Estoy seguro que tiene que estar fuera en el lago, suele merodear por ahí cuando está demasiado atribulada de pensamientos.


Recordaba una interesante experiencia un día caluroso en el que estaba nadando en el lago adjunto a la mansión Granger, que había incluido escuchar sin querer una conversación de Zahil con una de sus hijas adoptivas. No le había prestado demasiada atención, después de todo cada Granger tenía sus propios problemas, y no necesitaban de terceros para ayudarlos. Pero si realmente estaba extraviada tampoco era bueno hacer oídos sordos mas tiempo.


— Espera — musito deteniéndose en el umbral de la puerta. – Aun puedo oír la voz de Valeskya…


Le hecho dos miradas a Garry, que había vuelto a acercarse una vez más al Granger y esperaba para salir. Que fuera tan alto jamás había sido un problema para Apolo, y sonrió lascivamente cuando lo vio. Lo complicado venia de que intentara pasar desapercibido. Tal vez Brenna no era de las elfinas que entregaba información demás a sus amos, y si Valeskya no sabía que Garry estaba dentro de la Mansión quizá tampoco era necesario que lo supiera.


Que hacer…


— Lo que te voy a pedir es una estupidez — espetó sin pedirle nada realmente, agarrando su mano y desapareciendo en el acto.


Se remateralizaron directamente en la orilla del lago, mientras se podía ver la Mansión alzarse a escasa distancia. La sorpresa con la que seguramente había agarrado a Garry tenía su propia explicación, y mientras oteaba el horizonte por la cabellera rubia de su tía murmuro alegremente.


— A veces pienso que es una bendición poder aparecerse y desaparecer a voluntad en la mansión. Mis tías jamás renovaron los permisos, creo que ya ni creen en el Ministerio. De todas formas nadie nos visita, y los que lo hacen tienen la decencia de hacerlo en el jardín.


Era bastante agradable poder hablar con normalidad con Garry, como si estuviesen en medio de una clase y charlaran mientras los alumnos trabajaran. Necesitaba relajarse un poco con él, y con algo de suerte recordarle que seguía siendo el mismo Apolo, secretos incluido.


— Pues no parece que este aquí… ¿se te ocurra alguna forma de averiguar la localización de alguien? — pensó examinando la mansión, repasando algunos de los encantamientos que conocía mentalmente.

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El sótano era bastante grande por lo que había mucho espacio donde buscar, seguramente habría otra forma de salir de aquel lugar, esto también ayudaba a que la Granger no empezara a perder la paciencia y se concentrara en lo que era importante, salir de ahí, si fuese un lugar pequeño probablemente ya le habría tumbado los cimientos a la casa.

 

 

Se sentó en las escaleras y comenzó a mirar el sótano con detenimiento. En su tiempo como mortifaga había acondicionado además de su habitación, dos calabozos y una sala de tortura y aun así le había quedado espacio para colocar los cachivaches de la casa.

 

 

De hecho había colocado también una pequeña biblioteca con libros que no querría que los del ministerio vieran si visitaban la casa de repente, por lo que los tenia bien guardados en aquel lugar.

 

Cuando su mirada termino de escanear su prisión provisional se pregunto si no tendrían algún pasadizo secreto, después de todo, ellas no habían construido la casa Granger desde cero, esta había sido una herencia, y jamás se le ocurrió realmente investigar la casa a fondo, se conformo con lo que tenía a la vista y ni por un momento se le ocurrió verificar si la casa tenia sorpresas.

 

 

Que tal que sin saberlo alguno de los miembros de la familia había activado alguna maldición o hechizo escondido. No sería nada raro, puesto que siempre les pasaba algo, como quedarse encerrados, encontrar manuscritos con advertencias, y quien sabe que mas.

 

- Veamos…creo que empezaremos por aquí – se dijo a si misma mientras se levantaba y comenzaba a pasar su mano por las piedras que conformaban la pared, buscando alguna que estuviese floja o rara, llego a los calabozos y se aseguro que las rejas no se cerraran antes de que ella estuviese fuera de ellas, pero no encontraba nada. Finalmente se paro en una esquina, donde antes había grilletes y ahí fue donde encontró una runa donde antes había estado una de las placas atornilladas a la pared – vaya, vaya, que siginifica esto

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¿Valeskya?-, él no podía escucharla, que…raro. ―O-oye no, espera

 

Ha tardado más en articular algo coherente o lo suficiente para explicarle a Apolo porque no quiere aparecerse en otro lugar, y antes de que pueda hacer algo más al respecto, está tambaleándose sobre el suelo de los patios exteriores de la mansión de los Granger. Su visión, algo difusa aun, no le asegura en qué lugar exacto es que han aparecido o a que distancia, pero es suficiente con la brisa del exterior para saber de la presencia de un cuerpo de agua cercano a ellos. Garry agradece que la bocanada de aire que toma al sentir el suelo firme bajos sus pies, no esté tan impregnado de Apolo en esta ocasión o seguramente no rendiría esta vez.

 

¿Hacia cuanto no realizaba una aparición acompañado? Si no mal recuerda; desde que junto a Lockhart habría terminado él perdiendo la mitad de su oreja izquierda. En esa ocasión, entre la joven directora de San Mungo y Alessandra habrían conseguido mejorarlo, pero aún quedaba una extraña cicatriz de la despartición sumándose al resto de las que él ya tiene. Quizá eso justifica un poco el gesto disimulado de asegurarse de si esta vez está completo al materializarse, aun cuando sabe que, de haber dejado algo atrás, seguro habría dolido tanto como la última vez. Por si las dudas se apresura a buscar a su compañero, solo para saber y encontrarlo mejor, aunque no ve la necesidad de preocuparse más por él luego de escucharlo hablar tan descuidadamente sobre los permisos de aparición vencidos en la mansión.

 

Por un segundo se queda enganchado en la idea de Apolo, de cómo sus parientes ya no confiaban más en el ministerio de magia. La cuestión de saber si está haciendo lo correcto o no, algo que anteriormente no parecía importarle, está ahora ahí nuevamente, como ha estado apareciendo constantemente luego de la desaparición de los bandos. La verdad era que él tampoco confiaba en el ministerio de magia, en las decisiones aparentemente arbitrarias de los ministros, y ni siquiera lo hacía más en toda la gente que alguna vez pensó que conocía, no en la mayoría de ellos por lo menos. Sin embargo, entiende que, para encontrar lo que busca, hay cosas que debe fingir que solo pasan sin un propósito lucro; la partida de Evans del Ottery ocupa los primeros lugares esa larga lista de cosas.

 

Se da cuenta al fin que es él quien sigue sosteniendo el agarre del Granger, posiblemente por la intranquilidad que le provoca la aparición. Por lo que, antes de que la agitación de sus manos contagien al muchacho, lo suelta.

 

Esta el… ah, el encantamiento revelador de presencia humana-, masculló apenas, ya un poco más repuesto y llevándose una de sus manos hasta lo alto de su cabeza, como si algo le molestara ahí.

 

Por la manera en el que Apolo le ha preguntado hace sentir a Garry como si estuviera por llevar una clase de encantamientos, lo que no lo pone en mejor situación, pues él no era el mejor para manipular encantamientos con la varita, no le iban mal, pero prefería solo no hacerlo. En cambio, es más que consiente de que es el Granger quien imparte el conocimiento en la Universidad mágica, y ¿cómo no? si él mismo lo ha visto realizar encantamientos poderosos para las clases de introducción a la magia. Entonces, se siente muy en desventaja ahora.

 

Aaun que si no me equivoco; Zahil es una vampiro, ¿verdad?-, él no podía asegurar si el encantamiento funcionaría del mismo modo por la naturaleza de Zahil como un ser oscuro. ―Entonces nos serviría una sonda de rectitud-, casi bromeó, aunque espera que Apolo no pille(?) el comentario nervioso del licántropo.

 

La expresión tan poco alarmada con la que Apolo se dirige a él no le hace pensar a Garry que encontrar a Zahil Granger sea una verdadera prioridad para el mago, por lo que no puede evitar pensar que tal vez es una excusa para salir de su habitación o inclusive, de la mansión misma. No lo va a decir, pero esa idea le deja un mejor sentimiento, claro, así no habría quien le interrumpiera.

 

Pero ¿de que estas hablando?

 

No pareces tan preocupado, Granger-, se aventuró a lanzar aquel comentario tan aparentemente aleatorio, aunque claro, solo está probando el terreno, no quiere parecer que husmea en la vida familiar del Granger. ― ¿Ella hace esto muy a menudo? Un reloj familiar vendría bien-, no, no cree que ellos lo necesiten e imagina que, de haberlo escogido, para él funcionaba también esta dinámica individualista entre los Granger, algo que no fuera…tan dependiente.

 

Se sintió incomodo ante el pensamiento tan ingrato que ha tenido, pero a estas alturas de su vida él ya se ha metido en la cabeza la idea de que; en la vida tienes lo que te has buscado.

 

En casa hay algo como esto-, distraído señaló el lago que queda detrás de ellos, aunque es muy parecido, la apariencia del estanque en la heredad es un poco más siniestro, el fondo, aun cuando realmente no es tan profundo, es de un oscuro azul que parece no tener fin. ―Solo que no es muy seguro luego de que…desde que lo llenaron de anguilas-, arrugó el entrecejo recordando lo difícil que ha sido sacarlas a todas sin usar magia. ―No se ven, pero estoy seguro de que ahí abajo debe haber un nido de esas cosas-, aparenta ser tan flemático contando eso que no parece que el tema realmente importe.

 

¿Por qué escogiste este lugar para comenzar a buscar, Apolo?-, cree que sabe la respuesta, pero solo espera que el muchacho enumere algún otro rincón de la mansión que pueda relacionar con Zhail.

 

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-¿Tienes algún plan mejor, que requiera estar vestido para salir? Seguro que no -respondí implacable. Aunque en mi mente me reprochaba lo infantil que era darle relevancia a aquello por sobre Zahil -Y no, no la he visto -dije con un tono más suave- sería est****o preguntar si ya fuiste a su habitación...

 

Me tomé un segundo para escudriñar el rostro de la ojivioleta de negros cabellos, y decidir que era un tema que la preocupaba verdaderamente y aunque no se lo fuera a confesar en aquel momento, desde la experiencia vivida en Catemaco's, sus palabras, sus intuiciones y sus creencias tenían un peso mayor en mi persona. Si había acudido a mí, era seguro que ella no confiaba en encontrarla por sí misma o no habría acudido a mí. La conocía lo suficientemente bien; sabía que podía contar conmigo, pero prefería no hacerlo.

 

-¿Desde cuando es delito disfrutar del pijama? -pregunté sin esperar respuesta dado su evidente malhumor de siempre. Y la seguí- ¿No preguntaste a los gemelos? Tampoco los he visto.

 

Aquel día, luego del breve rato que estuvimos charlando en la sala hacía una horas, volví a mi habitación. Seishiro se había levantado al poco rato y procuré que desayunara, pero lo hizo sólo y prefirió volver con sus juguetes. El pequeño andaba especialmente entusiasmado con un castillo de juguete lleno de pasadizos secretos y demás cosas ocultas que se revelaban resolviendo acertijos sencillos o con combinaciones de piezas que no resultaban complicadas... Para un hombre de trescientos y algo de años...

 

Lo cierto era que el niño sufría tratando de descubrir absolutamente todos los secretos, era su meta personal. Pero comenzaba a preocuparme lo asilado que se estaba volviendo, y lo irritable que se ponía cuando se frustraba. Además no tuve mejor idea que ocultar el librillo con las soluciones hasta que a mí se me ocurriera que ya lo había pensado todo lo suficiente; pensando en aquella torturita esbocé una sonrisa pequeña malévola. Aunque en realidad era tan solo autocomplaciente porque el Granger de ojos dorados no lo había pedido y solamente se limitaba a pedir "pistas".

 

Pensaba en que no se lo comentaría a Valeskya porque aunque no se encargara, tampoco lo aprobaría, cuando vi que ordenaba a su elfina, Breena, que fuera a la habitación de Apolo. Levanté una ceja, incrédulo ¿por qué a él no lo incordiaba como a mí? Por momentos me había gustado pensar que su tirria era contra el género masculino, pero por lo que veía no era así; de cierta manera, al de cabello azul lo respetaba. Aunque... tomando en cuenta la literalidad de los elfos estuviera ocupado o no, nuestro sobrino, la criatura aparecería allí sin más. O eso creía... de ser así, quizás Val también lo pensó.

 

Seguí a Valeskya, mirándola inquisitivo, esperando que me dijera lo que le pasaba por la mente, pero dudaba que se diera cuenta, así que simplemente fui su sombra. Afiné el oído, tratando de distinguir la voz de nuestra prima la de cabello bicolor, pero no lo conseguí. No estaba en la segunda planta. Me aparté por momentos, mirando en el estudio y en el salón, esperando encontrarla, pero sin resultado; incluso me atreví a poner un pie en el comedor, cosa a lo que me resistía luego de aquel suceso con los Apolos.

 

-¿Qué hacemos aquí? -pregunté mirando la cocina semi reparada, disfrazando el recelo con curiosidad.

 

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Apolo era muy bueno apareciéndose, si no molestaba que el mismo se auto-felicitara. Los casos raros en los que lo usaba eran bastante impecables, y aunque no era muy asiduo se había autoimpuesto su aprendizaje en base a las propias clases que daba en la Universidad; clases en la que recordaba habían sido participes la mitad de sus familiares. No sabía que tan bueno era Garry, sin embargo había confiado en que su habilidad bastara por los dos. Y ya que no se había despartido… podía asumir que todo estaba bien.


— No serviría — comentó mirando en dirección al horizonte – Hay mucha gente dentro de los límites de la mansión, y no se quien más esta y quién no. Tendríamos que juntarlos a todos…


No se dio cuenta de lo que decía hasta que ya lo había dicho. No quería sonar a que las ideas de Garry eran malas o no servían, así que tosió discretamente y se acercó un poco a él.


— Pero es una buena idea, dejémoslo para cuando las cosas lleguen a un punto muerto.


Lo de la sonda de rectitud le saca una ligera sonrisa, pero aun siente que hay algo de tensión entre los dos. Quiza siempre iba a existir esa ligera separación entre ambos. Se arrepintió de no llevar una camisa o algo, ya que sus brazos desnudos revelaban claramente que existía la marca tenebrosa. Y aunque el resto de las personas no pudiera verlas, estaba seguro de que él sí.


Solo por ser, intento juntar su brazo derecho a su cuerpo mientras escuchaba sobre el hogar de Garry. Mientras oteaba el lago imaginándose una versión más tenebrosa del mismo y cubierto de anguilas.


— Fue lo primero que se me ocurrió. Tal vez no lo digamos en voz alta, pero creo que soy el más parecido a Zahil dentro de esa casa. Y así por ser… puede que ella también sepa que soy Mortifago.


Lo dijo como si eso fuera la excusa perfecta para Garry de obviar esa parte de él y seguir con sus vidas. Fue algo incómodo decirlo en voz alta y se apresuró a cambiar de tema.


— Oh si, esto pasa todo el tiempo. Y si no es Zahil es Valeskya, que puede largarse un año entero y volver como si no hubiera pasad … ¡agáchate!


Apolo había vuelto su mirada a la Mansión, justo a tiempo para ver a alguien asomarse a la cocina. Se lanzó al suelo tirando de Garry, y aunque era claramente más grande y más fuerte que él la sorpresa y el auto reflejo lo ayudaron a ocultarse bajo una duna de arena. No era como la arena de Egipto, dura y bastante árida.


Esta había sido agregada por el propio Apolo, en un intento por mejorar un poco los jardines de la Mansión. No había podido solventar el jardín delantero, no con todas esas horribles plantas que Valeskya cultivaba, pero un toque de arena en el lago daban la ilusión de una playa artificial. La misma en la que ambos ahora se mantenían atentos.


— Estoy seguro de que vi a alguien moverse por la cocina — musitó manteniéndose agachado. — Y la ventana da directo al lago.


Se mantuvo agachado y se dio cuenta que Garry lo miraba inquisitivamente. ¿Y que podia decirle? Claramente lo adoraban en la familia, y el viaje en el Barco de las arenas había formado un precedente bastante escandaloso cuando lo vieron comerse al Ollivander a besos y luego bailar juntos. Pero si daba la impresión de que seguían en contacto y luego comenzaban las preguntas indiscretas... Parecia una tarea titanica la mera idea de alejar a Garry de los Granger para que no pudieran comunicarse entre ellos. ¿Que iba a hacer, seguirlo 24/7?


Aun no sabía si Garry guardaría su secreto, y le había dado un mal sabor de boca horrible la idea de manipularlo a base de romance cuando claramente tenia todos sus sentimientos a flor de piel. Ya no podía ni mirarlo a la cara, y aunque Garry no era perfecto claramente había llegado un punto en el que ya no se sentía merecedor de él. O estar toda la vida evitando que Garry y el resto de los Granger se pudieran ver, por claramente eso no iba a dejar de pasar.


Tal vez… tal vez si le decía a su familia evitaría ese miedo horrible que sentía ante la idea de que fuera el propio Ollivander revelara su secreto a su familia. Y es que la idea de que alguien a quien quería tanto de forma irracional llegase a traicionarlo… ¿Qué camino tenía que seguir?


Apolo se recogió abrazándose sobre sí mismo, como si le hubiese dado mucho frio de pronto. Estaba hecho un mar de dudas, y se tapó los ojos con un brazo para intentar evitar ver a Garry.

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