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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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Muchos años habían pasado desde que la bruja no se sentía de esa forma: tranquila, en paz consigo misma y ahora con una emoción particular hacia el joven que había conocido hace poco. Llevaba días intentando negar lo que estaba pasando por su mente, sin aceptar que desde que él se había ido, se la pasaba contando los días que transcurrían sin saber si lo volvería a ver otra vez. Ahora él estaba allí, frente a ella y lo primero que había hecho, era alejarlo de su familia; "es por su bien", se repetía la joven una y otra vez.

Sentía la necesidad de darle una explicación coherente acerca de su comportamiento, que seguramente le había resultado extraño desde el inicio. Pero el joven no le había hecho comentario alguno acerca de eso, sin saber si era por educación o porque realmente era cierto que quería estar con ella a solas. De cualquier forma, la ojivioleta también se encontraba feliz: porque él había cumplido su promesa de visitarla, por haber sido tan pronto y por tener la oportunidad de verlo nuevamente.

- De verdad es una sorpresa... - Murmuró la joven en voz tan baja, que dudaba que el joven de cabello castaño la hubiera escuchado.

Ya lo había dicho, pero era algo que repetía como para cerciorarse que se trataba de una situación real, que una vez más había tenido la oportunidad de sentir la calidez de su mano mientras se dirigían al jardín privado de la mansión. "¡Pero qué rayos te pasa!," se reprochó a sí misma, al notar que comenzaba a comportarse como una adolescente; temía comenzar a ilusionarse por nada y tenía que controlar esa emoción. Para su fortuna, él había hecho un comentario acerca de que si podrían afectarle los rayos del sol, lo cual fue motivo suficiente como para que ella saliera de sus pensamientos y al fin poder dar una respuesta más o menos coherente:

- Ah, el sol interesante pregunta...- Era algo que la había tomado por sorpresa, pues pocas personas demostraban curiosidad acerca de ese detalle. - Lo lindo de la magia, es que permite hacer las cosas más extrañas. Aunque no lo creas, no tengo amplios conocimientos acerca del tema.- No le interesaba dedicarse al estudio de la supervivencia de otras razas aparte de la humana. De haber podido elegir, sin duda no sería así, pero tampoco era algo de lo que renegara constantemente, solo lo había aceptado y había tratado de adaptarse lo mejor posible.

- Se que existen diferentes métodos, pero en mi caso tomo una poción, solo un sorbo, que me permite andar libremente por ahí durante el día... aunque desde siempre me han gustado los días grises. Y no, no tengo idea del contenido de esa poción, y tampoco me interesa mucho saber, temo que contenga algo que me de asco y sea incapaz de volver a beberla otra vez.- La última frase, aunque cierta, no pudo evitar darle un cierto tono de broma.

Su hermano era el más creativo para andar por ahí en días soleados, sabía que aparte de la poción, usaba algún encantamiento que a ella no la terminaba de convencer. De todas formas, la Granger evitaba salir en días muy brillantes, salvo unas honrosas excepciones, como en ese momento. No pudo evitar sonreír al escuchar las palabras de Arcanus, con respecto al día en que se habían conocido; se sintió aliviada al saber que ella no había sido la única que había padecido aquella ansiedad.

- Mis días... - Dijo la joven pensativa, guardándose para ella el decir "extrañándote." - Seguro no tan interesantes como los tuyos. Yo he hablado mucho como siempre, ahora te toca contarme como has estado y de paso decirme el misterio acerca de quién está hechizando a quien con sus encantos.- Comenzó a reírse de forma un poco nerviosa, aunque no duró mucho tiempo al escuchar lo de la promesa.

Lo había olvidado, el joven encantador estaba allí para enseñarle duelos; no pudo evitar desilusionarse un poco al escuchar eso. Estaba claro que quería aprender, aunque esperaba que la visita fuera más personal; estaba comenzando a ponerse paranoica, cuando le propuso la idea de hacer un picnic o cualquier otra cosa. ¿Acaso podía leer su mente? O simplemente ojivioleta no había sido lo suficientemente hábil para disimular su desilusión momentánea. Como sea que hubieran ocurrido las cosas, la joven se armó de valor:

- Estás acá por una promesa y no me gustaría hacer que perdieras tu tiempo al venir acá y que yo me negara.- Estaba tratando de ser lo más sincera posible, no quería, pero tenía que aprender. - Así que podríamos comenzar con la clase, aunque te pido que no seas tan malvado conmigo. - No era broma, estaba asustada, aunque trató que su rostro no lo demostrara. - Y después, si queda algo de mi persona, con gusto te invito a comer ¿Qué te parece? - Al fin y al cabo, ambas cosas serían el pretexto ideal para que estuvieran más tiempo juntos.

Editado por Valeskya Granger

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- La verdad que mis días son interesantes porque cuento las horas que faltan para volver a verte - El joven sonreía mientras caminaba junto a Valeskya. Era demasiado obvio que, por extraño que pareciese, esta vez los duelos no eran lo que más le importaba a Arcanus. De hecho, tuvo que meter la mano en su bolsillo para asegurarse de que había llevado su varita. El joven pensaba que lo mejor era probar a Valeskya para saber cual era su nivel. Tampoco quería empezar a lanzar hechizos a diestra y siniestra. Observó que la joven se alejaba y él hacia lo mismo pero para el lado contrario. Sacó su varita del bolsillo y con ella apuntó hacia la ojivioleta.

 

- Bien, como sabes, es importante saber duelear. Antaño casi siempre las mansiones y las personas sufrían ataques. - Cómo olvidarlo si el 90% de las veces era él el que provocaba esos ataques. -Por eso siempre es bueno saber aunque sea lo básico para defenderse. No tengas miedo, no voy a atacarte con hechizos poderosos. Creo que será mejor empezar. - Observó que Valeskya se encontraba frente a él, lista para comenzar. Levantó su varita y apuntó hacia ella.

 

El joven se quedó quieto con la varita en el aire, cualquiera que pasara por allí creería que había sido víctima de un Confundus. Valeskya se veía tan hermosa bajo los rayos del sol. Su cabello negro brillaba de manera que se podía distinguir unos tonos azulados. Sus hermosos ojos violeta estaban alertas, como expectantes y su hermosa figura se erguía frente a él con todo su esplendor. Lo único que podía pensar era en realizar un Accio para atraerla hacia sus brazos.

 

- Sabes... creo que voy a cumplir la promesa otro día - Dijo bajando su varita. Era un día histórico en la vida del joven. Nunca había rechazado un duelo por nada ni por nadie. - La verdad es que prefiero pasar el tiempo más cerca de ti y no lejos lanzándote hechizos. - Caminó hacia la ojivioleta y la tomó suavemente de la mano. - Mejor me muestras el jardín, se ve que tienen muchas plantas y es bastante grande. Además creo que prefiero la idea de hacer un picnic. Aunque no hayamos traído nada para comer - Cualquier excusa para estar cerca suyo era válida.

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La mente de Valeskya se volvió un caos cuando vio que Arcanus se alejaba de ella, listo para comenzar el duelo; entre la emoción de volverlo a ver y el tener que volver a recordar nombres de hechizos, junto con la última vez que se había enfrentado a alguien, hizo imaginarse el negro panorama que se avecinaba: ella en el piso, lastimada y haciendo el ridículo, si es que resistía al menos un par de hechizos. Era bastante pesimista en ese aspecto, pero intentaría cualquier cosa para no quedar mal enfrente del joven de ojos marrones.


No podía estar más de acuerdo con las palabras que pronunciaba el fenixiano, siempre era importante saber lo básico, pero ella se había alejado tantos años del mundo mágico, que el regresar a Ottery era como empezar desde cero. Aunque también la bruja tenía que reconocer que las noticias de ataques mortífagos habían disminuido mucho en comparación a como era antes; alejó ese pensamiento de su mente, ahora tenía que concentrarse para lo que estaba por ocurrir.


Con un movimiento de su mano, la ojivioleta sacó su varita y la apuntó hacia el joven, se mordió el labio y con la mano que tenía libre, colocó un mechón de cabello tras su oreja; aguardaba expectante el momento en que Arcanus iniciara con el duelo ¿o quizás él también esperaba lo mismo de ella? El primer hechizo parecía que no iba a llegar pronto ”’¿Estará esperando a que me descuide? ¿Le habrá pasado algo?” Comenzó a preguntarse, al tiempo que observaba al joven con detenimiento: parecía pensativo, aunque no entendía del todo por qué, si ya le había dicho que los duelos era lo que más le gustaban y esa era una de las razones por las cuales ella no se había podido negar.


Y más fue su sorpresa al escuchar que el joven de cabello castaño había decidido posponer su promesa de enseñarle a duelear; la bruja bajó la guardia, algo confusa por la forma en que estaban ocurriendo las cosas. ¿Había dicho o hecho algo que lo había hecho cambiar de opinión? Recordó entonces algo sumamente importante: con todo el ajetreo de la venta de garaje y sin esperar su visita, no había tenido tiempo de verse presentable. Traía el cabello suelto, traía jeans, calzado deportivo, una playera del mismo color de sus ojos; era un pensamiento bastante frívolo pensar que el fenixiano decidiera irse por la forma en la que ella se había mostrado desde el inicio.


Para ella, era evidente lo que estaba pasando por su mente en ese momento y no había querido aceptarlo desde el día en que lo había conocido, pues tenía temor de que no fuera correspondida de la forma en la que ella deseaba. Por eso cuando Arcanus tomó su mano, no pudo disimular una amplia sonrisa de felicidad mezclada con el alivio que sentía al ver que su paranoia no tenía ninguna razón de ser.


- ¿El jardín? ¡Claro! –Separó con brusquedad su mano y sin pensarlo dos veces, se acercó a rodear el cuello del joven con sus brazos. - Si posponer el duelo significa que nos veremos otra vez… - Sonrió mientras continuaba abrazándolo, sin terminar la frase. - Esto… bueno… - Hubiera querido seguir así, pero tuvo que separarse, no sin antes buscar su mano para sostenerla.


- Te propongo un mini tour por toda la mansión y si no te molesta… podríamos regresar aquí, me gusta mucho este lugar. –

- Aunque ¿sabes? – Comenzó a caminar despacio. - Hay muchas plantas de aquí que no conozco, pues como habrás notado, la mansión luce un poco descuidada y con el jardín pasó lo mismo. – Su mirada violácea se dirigió alrededor de donde ellos estaban. - Así que han crecido plantas de dudosa procedencia. Lo único que puedo asegurarte, es que los cerezos de mi prima Zahil son los únicos que deben estar intactos, ya que son sus favoritos. También tenemos lazo del diablo… los cuales son un arma de doble filo, ya que nos cuidan de los intrusos y también intentan matarnos algunas veces. – Concluyó de forma despreocupada.


- De todas formas, no hay planta ni magia que exista para protegernos de los ataques mortífagos – No sabía muy bien por qué había dicho eso. - Así que, aunque ese tipo de actividades han disminuido notablemente, espero que no ocurra algo antes de que tú me enseñes a lanzar hechizos dignos de enfrentar hasta el mismo Merlín –


Sonrió, pues sabía que eso era algo que no ocurriría a menos que ella decidiera unirse a algún bando y así podría aprender hechizos mucho más poderosos. Decidió que no era el momento para pensar en eso y aunque el día para ella no era de lo más agradable debido a los rayos del sol, era un bello recuerdo que sin duda lo guardaría en un pensadero.


- ¿Sabes? Se me ocurrió algo, pero no se si te guste la idea - La ojivioleta se acercó al oído de Arcanus y le susurró algo…

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Al parecer la idea de aplazar por el momento la clase de duelos había sido acertada. Valeskya se veía más animada y sin duda podrían pasar un día más divertido sin la necesidad de estar matándose el uno al otro. De pronto, Arcanus se sorprendió al notar la brusquedad con la que la ojivioleta soltaba su mano pero, al instante, ella lo había abrazado. Él le correspondió tratando de alargar el abrazo lo más posible, pero ella se separó algo apenada.

 

Ambos comenzaron a caminar lentamente por el gran jardín. Sin duda había muchas cosas interesantes allí y el joven estaba contento de que Valeskya esté ahí con él mostrando todo el lugar. Sin duda habían bastantes defensas que antaño podrían haber ayudado mucho a los moradores del hogar de la familia Granger. Prestó especial atención a la parte del lazo del diablo. Obviamente tenía que tener cuidado si no quería morir ahorcado por una de esas plantas. Luego de eso, escuchó algo sobre los Mortífagos y se limitó a sonreír cariñosamente.

 

- No te preocupes por eso. Si algo llega a pasar, lucharé contra quien sea para protegerte. Yo puedo vencer a todos con los ojos vendados y una varita de regaliz. Eso si, necesito que me vitorees para motivarme - Apretó suavemente su mano. - Al menos hasta que te enseñe a duelear. Luego de eso tu me tienes que proteger a mi - Añadió con sonrisa cómplice. De pronto a Valeskya se le había ocurrido una idea y eso al joven lo dejó medio intrigado. No tenía idea que podía ser, pero sin duda sería algo interesante y, más importante aún, serviría para pasar más tiempo con ella.

 

- Bien, dime que se te ocurrió. Lo único que espero es que sea para estar más tiempo contigo. - Dijo a la vez que rodeaba con su brazo la cintura de la ojivioleta, mientras caminaban, pegando su cuerpo al de ella.

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Para la bruja era algo difícil de explicar lo que estaba ocurriendo: había conocido al joven hace relativamente poco, aunque ese acercamiento que tenían era extraño, al menos para ella, que no solía mostrarse tan confiada. Aun así, las dudas no se hacían esperar ¿Qué era lo que el fenixiano realmente pretendía? ¿Y si había hecho mal en mostrar demasiado interés? De repente aquella sensación de temor se hacía presente y quizás en el momento menos indicado, pues no había puesto ningún tipo de objeción al sentir el brazo de Arcanus rodeando su cintura.


- Antes de decirte lo que quiero hacer… - Detuvo la lenta caminata y lo miró fijamente. - ¿Cuánto tiempo estás dispuesto a perder conmigo el día de hoy? – Cambió el tono de su voz para darle un poco de dramatismo. - Porque lo que estoy pensando, es algo parecido a un secuestro – Sonrió.


Algo sí era definitivo: a Valeskya le agradaba mucho pasar tiempo con él y trataría de que fuera algo recíproco. Y definitivamente caminar por la mansión no era su idea de diversión, es por eso que, dependiendo de su respuesta, sería el camino que ambos tomarían. Le gustaba la idea de hacerse la misteriosa, pero tampoco haría que el joven perdiera tiempo tratando de seguirle el juego; fue por eso que la joven se acercó lentamente hacia su rostro, podía sentir su respiración y la sangre recorriendo por sus venas, lo que ocasionó que la ojivioleta se mordiera el labio.


Era incapaz de hacerle daño, en primera porque le atraía, en segunda porque era poco probable que, en el remoto caso de querer atacarlo, no se defendiera y tomando en cuenta que él le tenía una considerable ventaja con respecto a los duelos, no sería una decisión inteligente. Es por eso que se acercó a su oído y le susurró un par de palabras, al alejarse de él, le dio un beso en la mejilla, acarició su rostro y sonrió:


- Entonces… te veo allá – La Granger sacó su varita y comenzó a retroceder. - El último que llegue, paga – Bromeó al tiempo que se despedía de él y desaparecía de los terrenos de la mansión.


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  • 2 semanas más tarde...

Sonreí ante la confianza que me confería la ojivioleta, solo me faltó sacar la lengua cuan niña pequeña. Pero me comporté, ya no era aquella niña, ahora debía aceptar que el mundo no era el mismo y que mi enemigo era poderoso, a pesar de encontrarse acorralado en aquel momento. Me limité a mantener la mirada sobre el vampiro, mientras su hermana le recordaba que él también tenia sus defectos.

 

A pesar de no estar bajo ningún conjuro, mi mente no había dejado de batallar todo el tiempo, buscaba con desesperación cualquier recuerdo que me indicase que había pasado el tiempo que estuve bajo sus encantos. Me preocupaba que podría haberle dicho, hasta donde había llegado la sinceridad bajo los efectos del hipnotismo. Sin embargo no conseguía recordar nada, ni una palabra, ni una imagen, y eso me frustraba aun mas.

 

Oculté esos sentimientos tras una sonrisa burlona, haciéndoles creer que había perdido parte del miedo. Aun que dudaba que eso funcionase, algo me decía que el vampiro era capaz de traspasar mi mente y saberlo todo, o al menos saber algo. Por suerte tenia a su hermana de mi parte, y mientras eso fuese así aun había posibilidades para mi.

 

Pero la suerte no duró mucho, cuando Valeskya decidió marcharse alegando que debía hacer el trabajo de un elfo. Los problemas de aquella familia eran cada vez mas evidentes y no solo se trataba de dinero, no sabia cuan seguro iba a ser quedarme en aquella mansión. Tenia mis dudas, pero mi balance negativo de Galeones me recordaba que no podría seguirme pagando el hotel, la solución mas rápida la tenia ante mi.

 

Ahora que la ojivioleta se había marchado, me giré nuevamente hacia el mago, dando pequeños pasos hacia su ubicación. La valentía que me había dado la bruja se había esfumado, y volvía a sentir aquella intimidación que irradiaba el vampiro. Aun así estaba segura de que no haría nada mientras estuviésemos en presencia de otras personas.

 

-Emm... ¿La has escuchado no? Supongo que no querrás hacer enfadar a tu hermana. -esa táctica ya no era prudente, no podía seguir por ese camino -Ademas sabes que puedes hacer conmigo lo que quieras -continué en un tono que demostraba mi frustración -que menos que darme la opción de defenderme ¿No?

 

No sabia como iba a actuar, todo era desconcertante en aquellos ojos naranjas. Quería buscar alguna razón de peso para convencerle, pero sentía que nada seria suficiente. Aquel vampiro había sido humillado, y seguramente en aquel momento estaría pensando en una dulce venganza. Su hermana no estaba para defenderme, pero aun estaba la venta y el resto de la familia en aquel jardín.

 

-Si me voy a quedar aquí, tengo que ser útil, ya sabes estudiar, buscar un trabajo...- Miré por un momento las pertenencias que estaban a la venta -Pues parece que estáis necesitados de Galeones ¿No?

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-Ya te lo dije, hubiera podido solucionar todo si no hubieras aparecido a hacerte la santa salvadora -le espeté- no le daré la varita, no se me pinta la regalada gana y es correcto hacer lo que me dicta el corazón.

 

Pero gracias a que alguien vino, mi hermana se había esfumado, y ahora Li Xue estaba desprotegida, o al menos, ya no tenía su apoyo fundamental. Me preguntaba si ella también había caído en la cuenta de lo que le había dicho hacía un rato, que Valeskya no tenía real interés en ella, sino que lo que había hecho, lo hizo para molestarme. Era fácilmente comprobable, de lo contrario, en lugar de haber acudido al llamado de la puerta, habría dejado que los elfos se encargaran y se aparecieran en el jardín para llamar al que buscaban, era obvio que ya se había aburrido.

 

-¿Puedo hacer lo que quiera contigo? -acerqué mucho mi cara a la suya, ignorando lo de la varita, y la tomé por el mentón- cuidadito pequeña, tus palabras pueden malinterpretarse -reí con malicia, y comencé a acecharla, haciendo que sintiera mi respiración en su cuello.- Oh! ¡Qué rebelde! tienes un tatuaje en tu lado más apetecible ¿te gusta la nieve? -pregunté en su oído y susurré:- ¿Sabes? a mí también me gusta desobedecer, y molestar a mi hermana es mi pasatiempo favorito.

 

Con eso tendría que darse cuenta de que era perder el tiempo amenazarme con mi hermana, tampoco le servía usar la psicología inversa y utilizar las reglas de caballeros para que estuviéramos en igualdad de condiciones si decidía atacarla. Ella no era perspicaz, lo reconocía; ya se había dado cuenta de que el hecho de que tuviera su varita no le daba ninguna real ventaja. Luego de las protestas y las reformas, las criaturas mágicas podíamos poseer varitas de forma legal, por lo que un vampiro con su velocidad podía lanzar hechizos mucho más rápido que cualquier humano.

 

Escuché nuevamente sus justificaciones desesperadas y solté una carcajada. Era obvio que ella no lo sabía, pero yo mismo era un parásito en la familia, lo admitía. Tardé como seis años en terminar los estudios, no tenía un trabajo, más allá de un local, y rara vez se me veía salir de mi habitación. Es más, estaba allí ahora porque mi familia también lo estaba, y siempre resultaba divertido. Sin embargo tenía que tener cuidado de admitirlo en voz alta y que se percataran de aquello.

 

-Li, eres una invitada, por supuesto no te podemos exigir nada -dije mientras tenía la varita de la muchacha entre mis dos dedos índices y probaba la flexibilidad hasta el límite- ¡Es más! -exclamé, al ser asaltado por una idea genial,- vamos a buscar a Valeskya para demostrarte que está de acuerdo conmigo.

 

La sujeté de la muñeca para que no escapara, y llamé a Kraven para que me averiguara donde estaba la adorada Valeskya; Breena, su elfina no había tenido órdenes de no hablar, así que dijo que estaba con un caballero en los jardines traseros de la mansión. Sonreí de una forma macabra, agradecido con la vida por darme la oportunidad de importunarla cuando estaba con su visita así como ella había hecho con mi conflictivo aperitivo. Si todo salía como empezaba a maquinar, significaba que el karma existía.

 

-Sujétate -dije tomando a la muchacha de ojos y cabellos negros por la cintura con una mano- vamos a ver a mi hermanita y a pedirle su opinión, es más, ya que te llevas tan bien, tú le preguntarás si es imperante que trabajes para quedarte aquí.

 

Usando mis habilidades físicas, fui saltando hasta estar contra la pared de la fachada de la mansión. Tomé impulso y salté, sujetándome de los alfeices de los elegantes ventanales y dándome impulso hasta llegar hasta el techo de tejas. Seguía sujetando fuertemente a la debilucha, para que no se resbalara, se cayera, se rompiera unos cuantos huesos y estropeara mi plan; y seguimos avanzando hasta cruzar a las alas traseras de la mansión, pero justo en ese momento, Valeskya y el extraño misterioso desaparecieron. ¿Por qué todo le salía tan bien?

 

-¡Maldita sea! -exclamé, un tanto frustrado- acabada de irse, lo has visto ¿no? -pregunté sin esperar respuesta- ¿y ahora qué hago contigo? estoy en el techo de una mansión enorme y estoy aburrido -bufé- oye, si te suelto pero te doy tu varita al tiempo que te empujo ¿crees que puedas defenderte o al menos no morir? probemos...

 

La llevé hasta el borde más poco prudente, le entregué su varita que no era de calidad Ollivander's y le di un seco empujón en el pecho, para que comenzara a caer todos esos metros. Comencé a reír como maníaco mientras saltaba al suelo, calculando donde iba a caer para atraparla. No quería matarla en ese momento, solo quería regodearme con su terror. Su sombra se aumentaba, y yo estiré mis brazos «Si infarta por la caída y muere, tomo a Seishiro y huyo antes de que me maten».

 

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En medio del caos que ya representaba tener una venta de garage, otras situaciones se agregaban alrededor de Fiamma. No quería entrometerse, ella era prácticamente una recién llegada. Pero nadie llevaba la batuta de la venta de garage y ella estaba convencida de que necesitaban que fuera un éxito para que la familia saliera del bache económico en que se encontraba.

 

"¿Pero cómo se atreve a irse así?". Preguntaba molesta al ver que Valeskya desaparecía de su vista. Con pasos presurosos se dirigió al mismo rumbo que la ojivioleta, solo para encontrarla hablando con un apuesto mago. Ahora tenía curiosidad de saber quién era y qué hacía en la mansión, eso sumado al enojo por abandonar la venta. Suspiró y sacudió la cabeza, no podía hacer todo. Dejaría su curiosidad de lado y regresaría a los jardines donde la necesitaban.

 

Dio instrucciones precisas a los elfos para que se mantuvieran al pendiente de cualquier imprevisto que surgiera. También pidió que colocaran bocadillos y bebidas para que los compradores tuvieran una experiencia cómoda y agradable. Su idea rápidamente tuvo éxito. Una familia que ya se retiraba debido a que uno de los niños estaba inquieto, pudo quedarse al momento que el niño vio los bocadillos y se calmó.

 

Fiamma se giró hacia otra área mas alejada y un movimiento captado por el rabillo del ojo llamó su atención. Era su primo Joaquín saltando hacia el techo con algo entre sus manos. La luz del sol no la dejaba enfocar bien y tardó un poco en darse cuenta que era Li, la chica asiática que se integraba a la dinámica familiar.

 

"¡Qué demonios!", gritó horrorizada al notar cómo caía de gran altura. Joaquín bajó de un salto y estaba listo para atraparla. Pero Fiamma vio perfectamente como este la lanzó. No le daría la oportunidad de que quedara como un héroe ante una situación que él mismo provocó.

 

"Mobilicorpus" dijo al tiempo que lanzaba un rayo en dirección de la bruja, la cual detuvo su caída justo antes de tocar el suelo. Con suavidad la depositó en el suelo y sonrió al ver que al menos había recuperado su varita.

 

Se dirigió enfurecida hacia su primo: "¿Qué te pasa Joaquín?. No me digas mejor, nada de lo que digas justifica que le hagas eso. Tenemos el jardín lleno de personas, ¿qué crees que van a pensar al verte lanzando una bruja del techo?"

 

Se sentía fúrica, tenía muchas ganas de lanzarle un rayo aturdidor al vampiro. Su varita comenzó a vibrar y chispas rojas salían de la punta.

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La ira recorría mis venas, me sentía furiosa y le odiaba por tenerle tan cerca. Me había extralimitado en mis palabras, como siempre, pero contaba con que no actuaria teniendo a otras personas a nuestro al rededor. Aun así eso no le limitaba y podía darse el lujo que rodearme como si de una serpiente se tratase.

 

-Deberías aprender chino...- le respondí con desagrado ante el desconocimiento sobre la simbología del tatuaje.

 

El vampiro no daría su brazo a torcer, por mucho que su hermana se pusiese en medio y yo sabia bien que no me quedaban muchas posibilidades, mas ahora que ella habia decidido desaparecer oportunamente. Busqué con la mirada al resto de familiares, pero parecían estar todos demasiado ocupados como para preocuparse de la situación que tenia ante mi.

 

Sin darme cuenta me encontré nuevamente a merced del Granger, este a sabiendas de su superioridad gustaba divertirse a costa de mi sufrimiento. Quise apartarme de él, pero no podía, ya que nuevamente hizo gala de esa fuerza sobrehumana que le confería su condición de criatura aberrante. Su asqueroso elfo apareció ante nosotros dispuesto a obedecer a su amo sin rechistar, y por un momento sentí lastima por él, no me imaginaba como debía ser la vida junto al despreciable mago.

 

Cuando decidí hacerle creer que mi presencia tenia que ser útil para la familia, no contaba con que acabaría dándole la idea de escalar la mansión. Cada minuto que pasaba no hacia mas que afianzar mi idea de que aquel mago estaba completamente ido de la cabeza, incluso me llegaba a preguntar si bajo esa fachada de elegancia y caballerosidad, se encontraría algún asesino serial. Fuese lo que fuese era mas que evidente que no estaba en sus cabales.

 

La escalada fue rápida, y en unos minutos nos encontramos de pie en el techo de la enorme edificación, mi corazón iba cada vez mas rápido conforme fuimos ganando altitud. Al llegar al techo quise apartarme de él y gritar lo mas fuerte que pudiese, pero lo único que hice fue mantenerme en silencio, y esperar a su próximo movimiento.

 

No tardé mucho en poder divisar a Valeskya, la bruja se encontraba acompañada de un misterioso visitante con el cual parecía llevar una interesante conversación. Seguramente debía ser alguien lo suficientemente importante como para conseguir que la joven abandonase todo lo que estaba haciendo. Si la situación fuese distinta, seguramente estaría ahora mismo entretenida espiándoles.

 

Pero lo que sucedía era todo lo contrario y para colmo la pare jita se terminó por marchar sin apenas dejar que les vigilásemos. Escuché a mi acompañante enfadarse ante la frustración de haber subido hasta allí para nada, aunque dudaba que sus intenciones fuesen realmente hablar con su hermanita, la cual se había hallado a metros de distancia. Sus siguientes palabras me dejaron en claro que como sospechaba, lo único que quería era “entretenerse” y no sabia muy bien lo que hacer.

 

Sin embargo ahora estábamos solos, el resto de familiares se hallaba lejos en el jardín, era toda una oportunidad perfecta para el vampiro de ojos naranjas. Sin embargo yo sentía que no podia hacer nada, me sentía realmente vulnerable y maldije por un momento mi ineficiente condición de humana. Caminé a regañadientes hacia el borde de la mansión, como bien me iba indicando el mago y sostuve fuertemente mi varita al tiempo que la sentía temblar al recuperar a su legitima dueña.

 

Pero ese pequeño instante duró tan solo unos segundos, ya que el mago sonriendo como un maniático me dio un empujón, consiguiendo que mi cuerpo perdiese estabilidad. Solo un grito seco salió de mi garganta ante la sorpresa de sentir que mis pies perdían contacto con la superficie que minutos antes me había sostenido. A partir de ahí todo sucedió en cámara lenta, tanto que hasta fui consciente de como un rayo me alcanzaba, haciendo disminuir la velocidad de caída.

 

Mis pies sintieron de nuevo la solidez de una superficie y un atisbo de felicidad recorrió mi cuerpo al encontrarme de nuevo en sitio seguro. Miré a la bruja que había acudido en mi rescate, se trataba de la pelinegra que minutos antes estaba organizando la venta. Su reacción me había dejado perpleja, tal vez no todos en esta familia fuesen unos locos asesinos.

 

Dejaría los agradecimientos para mas tarde, ahora solo tenia a alguien en mente. Dirigí de nuevo mis oscuros ojos al vampiro y comencé a gritarle todo tipo de improperios en chino, para a continuación dirigirme hacia la maga que tenia a mi lado.

 

-¡Está loco! -grité al tiempo que volvía a gritar mas insultos en chino -¡Yo no le he hecho nada!- apunté al mago con mi varita, sintiendo como mi brazo temblaba por los nervios -¡No dejes que se acerque a mi! Me rapta y me intenta matar, ¡está loco!- seguí gritando dirigiendo mis palabras a la bruja, esperando que actuase y controlase al mago.

Editado por Li Xue Liu

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Estaba revisando algunas chucherias que habian sacado al jardin para asegurarse que estuviesen en buen estado, no queria vender nada roto, sobre todo porque algunas familias ya se estaban acercando a revisar y no queria terminar siendo el centro del cotilleo de Ottery. Paso su mano por la mesa mientras miraba y tomaba articulos al azar, entre ellos encontro un espejo que parecia bastante antiguo, asi que lo tomo pensandose si se lo quedaba o lo dejaba para la venta. Lo levanto y comenzo a mirarse en el cuando vio la caida de Li Xue, la posterior intervensión de Fiamma y la cara de satisfaccion de Joacco. Dejo el espejo donde estaba y se llevo la mano a la cara.

 

Joacco lo que queria era matarla de un coraje, eso era seguro, coloco sus manos sobre la mesa y apreto la orilla de esta hasta que le arranco un pedazo de madera y los nudillos se le pusieron mas blancos de lo que ya eran. Saludo a una pareja que parecia no haberse dado cuenta de lo que acababa de pasar, lo cual la tranquilizaba. Aunque la escena que ahora estaba viendo podia traerles problemas, dos brujas apuntando a un mago con su varita en medio de una venta de garage no iba a traerles mas clientes.

 

- muy buena elección, quedaran geniales en su sala - le dijo a la pareja que llevaba un par de lamparas que habian sacado de la sala de la casa, la rubia las habia puesto ahi porque queria poner unas nuevas mas modernas en la nueva casa. En cuanto la pareja se retirola rubia corrio a interponerse entre los 3 miembros de la familia que protagonizaban la pelea.

 

- Fiamma, llevate a nuestra invitada a la casa, que Polo te de la habitación mas alejada de Joaquin - dijo mientras interponia su cuerpo entre las dos brujas y el mago con los brazos cruzados y mirando a la chica asiatica y a su prima con cierta frialdad, para imponer su autoridad y enfriar las cosas, solo esperaba que Fiamma no se enojara con ella, solo estaba poniendo las cosas en paz por un momento, pues no les convenia hacer un espectaculo tan cerca del pueblo, ya que estuviesen lejos de ahi podian matarse entre todos si querian.

 

- Joaquin, por que no llevas a tu hijo al lago, seguro muere de calor - dijo mientras lo miraba de reojo con la misma frialdad que a las otras dos.

 

- los quiero tan separados que no se puedan ver ni con binoculares - gruño mientras movia los dedos impaciente esperando que todos hicieran lo que les habia pedido

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