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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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Apolo estaba en esas situaciones donde el pánico le subía por la garganta lentamente cuando la situación se empezaba a salir de control. Dio unas largas bocanadas para serenarse cuando su ultimo intento fue igual a los anteriores, con la diferencia de que su dilema había atraído atención inesperada.

 

Aunque hubiera preferido la aparición de Zahil o hasta de Valeskya (?) que Joaquín pudiese verlo atrapado lo relajo ligeramente. Si lo analizaba, a pesar de no poder salir de la cocina, no estaba en ningún daño inmediato, por lo que no hacia falta alarmarse demasiado. Lo principal era saber que era lo que estaba ocurriendo y como podían detenerlo.

 

— ¡Joaquin no entres! ¡Hay un problema con la cocina!

 

No supo como describirlo, pero se coloco frente a los arcos y agito los brazos para detener cualquier avance.Le hubiese gustado haberle dicho que fuera por ayuda, pero le daba miedo la idea de quedarse solo, o peor, lo que sea que pasara también afectara al resto de la mansión y sus habitaciones.

 

— Parece que no puedo salir, tiene que ser un hechizo o algo — menciono de pasada tocándose los bolsillos.

 

Todo lo que llevaba era su varita y unos galeones sueltos de su ultima compra, y que dejo en el mesón de la cocina. Apunto con su varita al dindel del arco, pero no se.le ocurrió nada que pudiese ayudarlo. Si al menos supiera que ocurría...

 

— Tengo una idea. ¿Me darías algo de espacio? — pidió Apolo tomando las monedas del mesón y agitando su mano libre.

 

Solo cuando Joaquín se movió y la entrada quedo libre de nuevo, Apolo arrojo las monedas hacia el comedor. Supuso que atravesarían limpiamente y caerían bajo la mesa, pero en vez de eso quedaron suspendidas en el aire justo en medio de las dos habitación.

 

— ¿Por que...? — comenzó a decir el peliazul levantando una ceja, antes de retroceder rápidamente.

 

Las monedas, al chocar entre si, comenzaron a calentarse hasta quedar al rojo vivo y empezar a arrojar chispasos de electricidad. Sintió como si la mansión entera hubiese crujido y escucho las monedas siendo disparadas en todas direcciones como si de balas se trataran. Una atravesó limpiamente la ventana de la cocina rompiéndola, y logrando que pedazos de vidrio cayeran sobre el Apolo.

 

Las otras se perdieron por el recibidor, y aunque no podía saber que pasaba, escuchaba a alguien mas en el comedor junto a Joaquín mientras un estruendoso crujido le decía que la mesa principal se había roto. ¿Que demonios estaba pasando?

 

 

Otro Apolo

Apolo solo había logrado retroceder unos pasos en dirección a la mesa antes de agacharse y sentir el estruendo de las monedas al chocar entre si y comenzar a liberar rayos. Su pelo, de un rojo brillante, se llegaba a erizar por la estática. Fuera lo que fuera lo que lo había atrapado en el comedor estaba descadenando algo muy potente, lo suficiente para hacer crujir toda la mansión.

 

Solo se levanto un momento de debajo de la mesa, antes de sentir como una de las monedas lo rozaba al pasar como una bala, sintiendo como le había cortado el brazo ligeramente al pasar. Solo fue un roce que empezó a soltar unas gotitas, por lo que no le dio importancia. A lo que si le dio importancia fue al fogonazo eléctrico que lo lanzo sobre la mesa del comedor partiéndola, y encegueciendo su vista.

 

Lo siguiente que supo es que se encontraba sobre una pila de escombros y tablas de su antigua mesa, y que había caído justo sobre alguien que no había visto en su vida y que ahora luchaba por salir de debajo de él.

 

Pero lo mas raro no era eso, si no que las paredes habían cambiado de color, y que un muchacho de pelo azul que se le hacia conocido lo miraba boquiabierto desde la cocina en vez de ayudarlo.

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Con las palabras con las que el muchacho de cabello azul explicaba la situación, solamente lograba confirmar la relación conflictiva que el joven Granger tenía con aquella habitación. En cuanto encontrara la forma de sacarlo de allí pondría un encantamiento para que no pudiera volver a entrar. Era por su seguridad. De momento lo importante era que saliera de allí, pero tampoco me atreví a entrar, había visto el bucle en que el hombre estaba metido; y a decir verdad, tenía miedo de asomarme al arco que separa el comedor del recibidor y sufrir lo mismo que el joven.

 

 

Pero de todas formas tenía que confirmarlo, así que no tuve más que resignarme. Miré hacia donde quería, y a la vez no quería ir, para ir asomándome poco a poco, como queriendo engañar a la tramposa habitación, sin quitarle los ojos de encima al recibidor como si se tratara de la decisión que requerimos para aparecernos, pero en este caso era algo tan simple como atravesar un umbral. En efecto al pasar, cerré los ojos, y al abrirlos, estaba en el comedor otra vez. Sonreí amargado y resignado, sin entender nada y esmerándome por no entrar en crisis pensando en Seishiro y que compartiera la misma suerte que nosotros. Sinceramente había tenido la infantil esperanza de que aquel efecto solo fuera para humanos.

 

 

-Me apartaré tanto como pueda, pero ya ves que no puedo salir... -dije mirando el recibidor con anhelo, sin prestarle atención al de pelo azul.

 

 

Aquel día había sido un auténtico desastre y parecía no tener fin ¿Qué más faltaba? Perdí mi presa, se habían llevado a mi hijo sin mi permiso y ahora estaba encerrado en el comedor, de todas las habitaciones de la mansión justo esa tenía que ser, la menos útil y la más aburrida. En cuanto escuché la pregunta incrédula de Apolo, voltee a ver lo que lo tenía atónito, y no pude menos que sufrir su misma reacción. Unas simples monedas que tampoco parecían poder escapar de la cocina, estaban suspendidas en el aire, chocaban entre sí, y alcanzaban altas temperaturas y vibraban furiosas entre chispas.

 

 

Abrí los ojos como platos en cuanto vi que las monedas se dispararon descontroladas, y sí, atravesaron la cocina. Una de ellas incluso rozó mi oreja en un silbido furioso, y fue a parar a quien sabía dónde, pero no me lastimó. ¿Cómo era que se había dado aquel efecto en unas simples monedas de oro? el muchacho solo las había lanzado, y habían logrado atravesar la habitación, sí, pero de una forma completamente destructiva. Nada de aquello tenía la menor razón de ser. En la mansión de la familia Granger habían pasado cosas extrañas, pero nunca algo así. Me había parecido haber escuchado alguna vez que si las cuatro matriarcas originales se reunían se desataría el apocalipsis ¿Habrían llegado las dos restantes?

 

 

No había atinado a decirle a Apolo que se cubriera cuando ya estaba cubierto por los cristales de una ventana rota. Tampoco pude comprobar su estado de salud cuando en medio del caos la mansión crujió como si el mismo Satán quisiera abrir las puertas al infierno en aquel lugar, para él y todo su cortejo; reafirmando mis teorías apocalípticas, que en medio de una tormenta interna, un haz de luz me cegó y cuando recuperé la vista, solo un par de segundos después, estaba tumbado en el suelo, rodeado de escombros, cuan la basta mesa de comedor rota a mi espalda y una figura sobre mí.

 

 

Quien me aplastaba, era un muchacho completamente idéntico a Apolo, pero con el cabello de un color intensamente rojo. Instintivamente miré a la cocina, para encontrar a otro Apolo, el Apolo que todos conocíamos, con su cabello azul, que miró la escena sin hacer nada más que estar boquiabierto. Normal, no podía salir. En tal estado de situaciones, no sabía por dónde empezar a cuestionar la lógica, puesto que cada vez que lo hacía, ocurría algo todavía más ilógico, por lo que opté primeramente por tomar al muchacho que reposaba sobre mi cuerpo y quitarlo de encima; mas tenía un olor conocido que me despertaba instintos impuros.

 

 

-Sangras... -musité apartando mi mano ahora manchada de un exquisito rojo, de su brazo lastimado, sin poder quitarme al hombre de arriba. Mis ojos brillaron con el insano color naranja de la sed de sangre y a pesar de que era el calco de mi sobrino, no me resistí a lamer los vestigios que ensuciaban mi mano. Nunca había tenido la osadía de probar la sangre de otro Granger, si es que aquella copia podía ser llamada Granger, Sin embargo algo no podía negarse: era deliciosa- ¿Necesitas ayuda para salir de arriba mío, Apolo? -Pregunté recuperando la compostura un poco.

 

 

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Varios días habían transcurrido desde el encuentro con su hermano en el parque de diversiones (?). Para la ojivioleta, esa reunión no planeada al final no había terminado de forma tan trágica como le hubiera gustado. La última vez que había estado en la mansión, había hecho un poco de alboroto al llevarse al hijo de Joaquín sin permiso, dejando unos recados a las chicas. ”No se puede negar que fue divertido… salir de la rutina”, dijo para sus adentros la joven, al tiempo que aparecía en los jardines de la mansión.


Comenzó a caminar lentamente, dirigiéndose primero a la parte donde días antes había sido la venta de garage; a medio camino se percató de que no tenía caso ir hacia allá, pues seguramente todo había terminado y estaban esperándola para una reprimenda por haberse marchado de forma tan inesperada. Ahora que lo recordaba, ya había escapado de esas acusaciones de abandono, aunque no toda la vida iba a poder estar huyendo. ”Quizás un hechizo para olvidar vendría bien en estos momentos”, pensó.


Llevaba algún tiempo con esa idea rondando en su mente: ¿hasta qué punto era efectivo un hechizo para olvidar? ¿se podía revertir? ¿se podía seleccionar solo ciertos recuerdos? La joven de cabello negro había leído alguna vez la historia de las catastróficas consecuencias de lanzar un hechizo para olvidar. Necesitaba buscar a alguien con el conocimiento suficiente para que pudiera responder esas preguntas; de ser así, podría resultarle útil, como por ejemplo, hacer que sus primas se olvidaran de lo que había hecho en la venta.


La joven volvió sobre sus pasos para llegar hacia la entrada a la mansión, pero pudo sentir que algo no estaba bien, era como uno de esos “malos presentimientos” que a veces solía tener. Su mirada se enfocó en la estructura que se encontraba frente a ella: aparentemente todo se encontraba en orden, pero solo había una forma de asegurarse. Levantó su pierna para dar la habitual patada a la puerta: ¡Pum! (?)…. Grande fue la sorpresa de la ojivioleta al ver que la madera permanecía intacta ¿acaso los elfos le habían lanzado algún hechizo a la entrada principal para evitar que la puerta quedara en astillas a cada rato?


- ¡YA LLEGUÉ GENTE!- Gritó sin dirigirse a nadie en particular, mientras seguía observando la puerta, la cual se volvió a cerrar tras de sí como si nada hubiera pasado. Le llamó la atención ver que ninguno de los elfos andaba por ahí cerca.


Levantó la vista hacia las habitaciones y pudo notar que una sombra pasó rápidamente hacia una de las habitaciones. A pesar de poseer una excelente vista de halcón (?), no pudo ver de quién se trataba. ”Quizás es Joaco, o Apolo…”, dijo para sus adentros, aunque no estaba del todo segura ¿Tendría algo que ver acaso con el presentimiento que tenía? No tenía mucho tiempo para pensarlo, pues Fiamma y Zahil aparecieron por ahí cerca, lo cual hizo que la ojivioleta volviera a enfocar su atención a ellas.


- Hola chicas ¿en qué andan? – Preguntó y aguardó para el interrogatorio que se aproximaba lentamente (?).

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La rubipeliroja (?) bajo las escaleras con una pala y una cubeta y una prima nada convencida de lo que iban a hacer afuera. Aunque debía agradecerle que no se negara a ayudarla. Apenas llegaron al comedor y pudo ver a su primo y su sobrino hablando entre ellos por lo que decidió dejarlos solos, deberían haberse conocido desde hacia mucho pero simplemente no coincidían. Aquel día finalmente se había dado el chance y no iba a arruinarlo.

 

- déjalos, a ambos les hace falta una presencia masculina en sus vidas, siempre que están en casa solo conviven con alguna de nosotras - dijo sin ponerles mas atención. Atravesaron el pasillo que iba rumbo ha la puerta de atrás cuando alguien mas llego a la casa. La secuestradora de su prima había regresado y parecía de buen humor, así que la tomo del brazo y la arrastro junto con Fiamma hacia la puerta trasera.

 

- ​vamos a limpiar el jardín y tu vas a venir con nosotras - afirmo la vampira sin darle oportunidad a su prima de negarse. Apenas llego a la puerta la abrió para toparse de nuevo frente a la puerta principal junto a Fiamma y a Valeskya que ya no estaba retenida por ella sino que parecía haber entrado apenas.

 

- que diablos...

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Fiamma rio ante el comentario acerca de la falta de presencia masculina en la vida de Apolo y Joaquín, aunque no eran los únicos, las granger también requerían algo de testosterona de vez en cuando. Apenas iba contestarle cuando un portazo indicaba que alguine había llegado. Claro que no existía duda de quien era, el azote de las puertas era la característica principal de Valeskya.

 

Su inconfundible chillido (?) le dio la razón, la ojivioleta estaba en la casa. Zahil seguía caminando como si nada, al llegar ante la presencia de su prima, solo la tomó del brazo y le indicó que las tres irían juntas al jardín. Lo que sucedió después ni se lo esperaban ni se lo explicaban. Al atravesar la puerta, en vez de salir de la mansión, llegaban nuevamente a la entrada, como si nunca hubieran salido.

 

Fiamma se despegó de sus primas y entró/salió varias veces por el portal, comprobando que, efectivamente, no podían abandonar la casa. Una extraña sensación recorrió su cuerpo poniéndole los pelos de punta. Una sensación que pronto recordó como lejanamente familiar.

 

-¿Pero qué clase de magia es esta? ¿Quién hizo esto?- gritó como loca. A nadie le había dicho aún que era claustrofóbica. Y si bien no estaban confinadas aun espacio pequeño, al estar imposibilitados de salir, su fobia se disparaba.

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Otro Apolo


Apolo se lamento ligeramente, mirando su brazo soltar un hilo de sangre. Aunque sabia que podía haber sido mucho peor, sus pensamientos iban mas hacia lo que había ocurrido con las monedas. Las había lanzado con la esperanza de verlas atravesar el umbral y aterrizar en la cocina, pero no había esperado que generaran una reacción en cadena y lo hicieran explotar. Que hicieran aparecer a un tipo con toda la pinta de galán bajo su cuerpo claro, lo consideraba totalmente un beneficio.


Descarto sutilmente el comentario del hombre bajo suyo, como si hubiera sido un corte de nada, y le estremeció ligeramente cuando lo vio lamer la sangre ahí donde le había salpicado. ¿Acaso había...? Por su tono pálido bien podría haber sido un vampiro, o quizás solo podía ser algo morboso. Se azoro ligeramente cuando recordó que seguía sobre él, y se apresuro a levantarse y a barrer los escombros de la mesa que habían roto en el impulso. Necesitaba averiguar quienes eran los dos extraños que estaban en la Mansión, y regresar al asunto de no poder escapar.


No es justo que yo no sepa tu nombre musitó mirandolo a los ojos, con una media sonrisa. O el de él, ya que estamos.


Señalo con la cabeza al muchacho de pelo azul, que miraba curioso el intercambio de frases que el vampiro y el estaban realizando. Frunció el seño ligeramente al ver que efectivamente, aunque estaba en el comedor, se veía de una forma totalmente distinta. Los cuadros y las paredes se veían totalmente diferentes, y muchos de los adornos habían sido puestos recientemente. Eso no lo podían haber hecho en el segundo que se tardo en recomponerse de la caída. ¿O es que había pasado mas tiempo? Tal vez había sido teletransportado, ¿pero adonde?




Apolo


¿Y el quien es...? preguntó Apolo curioso, viendo al chico de pelo rojo. ¿Apareció con la explosión no?


Miro a Joaquin, aunque el parecía mas complicado que el con el problema entre manos. Quizá era alguna de sus posibles víctimas y lo estaba acompañando, recordando el incidente que había tenido como la mujer asiática que los había acompañado durante la venta de garaje. Casi sin pensarlo avanzo por el umbral y dio un pisotón al suelo, volviendo a recordar que estaba atrapado.




Otro Apolo


¿Ustedes también tienen ese problema? pregunto indirectamente a Joaquin, mirandolo alternativamente a él y al muchacho de pelo azul.


Se le hacia bastante familiar, pero no recordaba de donde. Estaba por preguntarle de donde lo conocía, cuando escucho un grito del recibidor. Era extraño pensar que estaba en una versión alternativa de la mansión donde todas las paredes estaban en la misma posición, pero el contenido era tan diferente. Incluyendo a sus habitantes, claro. Casi le hubiese gustado que Luna, su tía, estuviese para ayudarlo... incluso habría aceptado la ayuda de Sophie, pero parecía que no iba a ser el caso.


¿Estoy en Ottery Saint Catchpole cierto? soltó al cabo de un momento, entrando en panico. ¿La mansión Granger?




Apolo


Si, ¿como sabes? El es Joaquin y yo soy... respondió Apolo, pero fue interrumpido con un alocado grito (?) de Fiamma. ¿Fiamma? ¿Estas bien?


Atrapados donde estaban era imposible saber. Casi le hubiese gustado que Zahil, su tía, estuviese para ayudarlo... incluso habría aceptado la ayuda de Valeskya, pero parecia que no iba a ser el caso.


@@Joaquin Granger @Valeksya Granger @Zahil Granger @

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Quizás había sido un error lamer la sangre del Apolo rojito (?) cuando se levantó hasta me pareció sentir un ligero pesar al darme cuenta que su sangre se escapaba, que la carótida se alejaba de mis blancos colmillos. Debía estar sintiéndome una persona horrible por pensar todo aquello, sin embargo aquel muchacho había salido quien sabía de donde, y hasta donde yo sabía Apolo, el azul, no tenía ningún gemelo; además de que el mundo no estaba preparado para eso, a juzgar por su cara de desconcierto, la de ambos, más bien, eran completos desconocidos.

 

Uno y otro Apolo empezaron a hablar entre sí, haciéndome quedar en una situación de lo más extraña. Por lo que mientras ese par se preguntaba y contestaba cosas sin darme la posibilidad, de responder las peguntas que uno y otro muchachos me hacían. El Apolo Azul había tratado de cruzar el umbral para no tener resultado, por lo que habíamos confirmado algo más del explosivo invitado: No había roto la maldición o lo que fuera en lo que estábamos inmersos, y más allá de eso, también comentó que estaban en la misma situación.

 

Mientras las copias debatían entre sí, mi mente maquinaba tan rápido como podía una forma de acabar con todo aquello, el tiempo empezaba a apremiar. Si los que estábamos en la mansión no podíamos movernos del lugar en el que estábamos, había que recurrir a alguien de afuera... Y oportunamente Valeskya no estaba en la mansión así que no estaba atada por la maldición, por lo que en teoría, si podíamos encontrar la forma de comunicarnos con ella, podría dirigirse al Ministerio y alguien vendría a auxiliarnos. Yo no tenía idea como podíamos llevar a cabo aquel contacto, pero quizás las chicas....

 

Y nada importó, porque la muchacha de ojos violetas y cabello negro, llegó a la casa con su habitual indiscreta entrada, poniendo a prueba la fuerza de la madera y la resistencia de las bisagras. Parecía que tenía un divino sexto sentido para lograr modificar todo lo que yo tenía planificado, siempre. Bueno, en una actitud positiva, comencé a considerar que sería divertidísimo escuchar como se desquiciaría ella también al ver que quedaría atrapada en el hall de la mansión. Aunque como conejillo de indias involuntario, había contribuido con algo: aquel efecto solo alcanzaba el interior de la mansión.

 

Fiamma soltó un chillido horrible, de desesperación, de esos que me encantaban en mis victimas, pero no en mi familia. Por suerte para ella, las tres Granger estaban juntas, y no tenían que lidiar con esta situación, solas; yo estaba con un calco de Apolo, en versión roja, y el Apolo de verdad el azul, era el único, dejando de lado a los niños, que estaba sólo en la cocina. Me acerqué al extraño por la espalda y acerqué mis labios a su cuello. Estaba aburrido, y eso me daba sed, y en vista que no había nadie más, estaba aquel delicioso muchacho.

 

-El muchacho de pelo azul también se llama Apolo,- comenté suavemente en su oído-. Oye, sobri -dije dirigiéndome al que estaba en la cocina- ¿te molesta si me como a tu copia? Por si vas a decir que no, piensa que de lo contrario tendrías como un hermano gemelo que usurparía tu cumpleaños, y tu nombre ya no sería original, entre otras múltiples desventajas. -Era una parte importante de la convivencia familiar pedir permiso para las cosas que podían ser chocantes, aunque rocé mis labios en su cuello. (?)

 

 

 

 

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Aquello si que se estaba poniendo realmente mal, no solo no podían salir sino que ahora había dos Apolos y ademas Fiamma parecía a punto de un ataque de pánico. Intentar salir era inútil, ya su prima lo había intentado en balde así que no iba a perder el tiempo en eso. Tenia que buscar una salida a aquel extraño bucle mágico en el que estaban atrapados.

 

- Tranquilizate Fiamma, sera mejor que nos sentemos y estudiemos esto con tranquilidad - dijo jalando el mueble que tenian en el recibidor y dejándose caer mientras miraba a Joaquin intentando comerse al Apolo rojito - Joaquin, no te comas a Apolo dos hasta saber si eso no dañara a Apolo uno.

 

Estaba segura que alguien los había hechizado y que ese alguien no estaba adentro con ellos. ¿Seria acaso que la amiga de Joaco habia regresado a vengarse y los había dejado atrapados a todos? La vampira se tomo la cabeza con ambas manos y comenzo a rascarsela un poco desesperada. Fiamma no era la unica que estaba nerviosa, la rubiroja odiaba no tener el control, sobre todo si era en su propia casa

 

- Tengo que pensar, pensar, pensar...- comenzó a decir mientras su mirada vagaba por el pedazo de casa donde ellas habían quedado sin prestarle mas atención a los chicos de la casa. Cada detalle de la casa estaba almacenado en su memoria, solo tenia que hacer un check in de lo que tenia alrededor y seguro encontraba la salida.

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- ¿Limpiar… el jardín? –


Fue lo único que Valeskya alcanzó a pronunciar, ya que inmediatamente fue arrastrada (?), por sus primas hacia la salida. ”¿Qué se creen?” Dijo hacia sus adentros, aún confundida, ya que las cuestiones de limpieza eran generalmente vistas por los elfos domésticos, no por su prima, así que dedujo que quizás se trataba de una situación especial o grave, lo que las obligaba a retirarse de la mansión.


- ¿Pero… por qué?-


No era algo que le desagradaba, salvo el tener que hacer cosas sin razón aparente, o simplemente no saber qué estaba sucediendo. Aunque casi inmediatamente se dio cuenta que eso no sería el único problema que había dentro de la mansión Granger. La joven se quedó atónita al salir por la puerta junto con Fiamma y Zahil, para casi inmediatamente volver al lugar de donde habían salido, casi como si hubieran vuelto en el tiempo ¿Qué demonios estaba sucediendo?


Antes de poder decir algo, creyó notar algo de pánico en Fiamma al ver que entraba y salía varias veces por la puerta para llegar al mismo punto una y otra vez. Mientras tanto, la ojivioleta permanecía de pie, observando la escena en silencio, mientras se preguntaba qué había pasado, o qué habían hecho los Granger para merecer tal cosa (?). Una voz conocida llamó su atención y al voltear, notó con sorpresa que se trataba de su sobrino Apolo, aunque la última vez su cabello era de color azul. Iba a saludarlo, cuando vio que el verdadero Apolo (?), apareció tras él.


- ¿De qué se trata? ¿Es alguna clase de magia experimental para clonar magos o algo así? – Exclamó, sin dirigirse a nadie. Su primera suposición había sido la poción multijugos, aunque por el color del cabello notó que era algo mucho más turbio. Le dio un par de palmaditas torpes a Fiamma para intentar tranquilizarla. - Bueno…. Podemos poner en orden nuestras ideas. La verdad absoluta es que estamos atrapados por alguna clase de magia extraña… y creo que eso es de lo único que tenemos certeza.-


- Con respecto al invitado “sorpresa”- Habló en voz baja y dirigió una fugaz mirada al pelirrojo (?). - ¿De dónde salió? ¿A dónde va? ¿Qué pretende? – Y antes de poder hacer otra pregunta, se escuchó un fuerte ruido en la parte alta de las habitaciones. - ¿Alguien ha mandado a los elfos a hacer algo en alguna de las habitaciones? – Preguntó con cierta inseguridad.

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Fiamma no se sentía nada bien, era algo que nunca había sentido. La cabeza le daba vueltas haciendola perder el equilibrio, su campo de visión cambiada a cada instante, no podía enfocar, ni siquiera se atrevía a abrir los ojos. Un punzante dolor que comenzaba en la sien izquierda y bajaba hasta detrás de la oreja no la dejaba concentrarse en lo que pasaba a su alrededor. Escuchaba voces aisladas cerca de ella, pero no distinguía lo que decían.

 

"Concentrate en respirar, concentrate en respirar", se repetía una y otra vez mientras jalaba aire hasta llenar sus pulmones, para después dejarlo salir lentamente. Un escalofrío recorrió su cuerpo y sentía la imperiosa necesidad de colocarse encima una pesada cobija. Alguien la sentó en un tullido sillón y otra persona le dio unas palmaditas con la intención de hacerla reaccionar. Pero nada parecía ayudarle mas que el concentrarse en su respiración.

 

Poco a poco fue volviendo en si, el dolor comenzó a ceder y los latidos de su corazón se desaceleraron. Con la cabeza entre las rodillas y los ojos aún cerrados, inhaló y exhaló hasta que se sintió mejor. Poco a poco se enderezó para evitar otro mareo, cuando estuvo completamente erguida, abrió los ojos lentamente y por poco le da otro ataque al ver la escena que se desarrollaba dramáticamente frente a ella. Abrió y cerró los ojos un par de veces, incluso se pellizcó para asegurarse de que lo que veía era real y no producto de su imaginación.

 

Había dos Apolos y un Joaquín muy "cariñoso" con el Apolo extraño, que se diferenciaba por tener el cabello rojo. Los elfos habían salido a ver lo que ocurría, producto de su curiosidad y de los malos hábitos que los habitantes de la mansión les habían inculcado. Zahil se notaba preocupada y Valeskya lucía confiada hasta que escuchó unos ruidos en la segunda planta. De repente recordó lo que había desatado su vergonzoso episodio, la imposibilidad de salir de la mansión. De golpe se puso e pie y empuñó su varita.

 

-No se qué está pasando, pero hay que estar listos- comanzó a caminar mientras les hablaba a todos los presentes. Luego se dirigió a sus primas. -¿Quién es ese pelirrojo? ¿Lo matamos?

 

Caminó lentamete hacia la cocina-comedor, donde dos Apolos se encontraban con cara de confusión, a diferencia de Joaquín, quien se veía que estaba disfrutando de la situación. Obviamente al ser hermano de Valeskya, tenía que tener un poco o un mucho de rareza en la sangre. Estaba por entrar ya, pero se detuvo en seco dudando qué pasaría si lo hacía. ¿Aparecería otra Fiamma? ¿O sería como Joaquín y se lanzaría sobre el Apolo Dos?

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