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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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Desde la catástrofe la ojiazul no había habitado la mansión, se había mantenido en un eterno campamento en el patio de atrás. Sentía que aquella mansión ya no era su mansión y justo estaba pensando en convertir el oscuro cascaron en un portal a su nuevo hogar, cuando lo compraran. Polo le había traído varias opciones en las múltiples islas que estaban medianamente cerca del reino unido. Lo suficientemente cerca para ser consideradas parte del país pero suficientemente lejos para que nadie quisiera tomarse el tiempo de visitarla. Mientras meditaba donde invertir su fortuna y la de la familia una lechuza le entrego un pergamino. En cuanto lo leyó se sintió mal por su amiga, pues ahora no tenía un hogar decente que ofrecerle. Claro que su amiga no era exigente y su casa de campaña era de las mejores y más cómodas pero aun asi sentia que era muy mala suerte que ésta decidiera por fin venir a verla justo cuando quedaba poco de la casa de los Granger.

 

- ¿Zahil? ¿Breena? ….. ¿ALGUIEN? –

 

La rubia se sobresaltó al escuchar una voz conocida pero que no esperaba, la mayoría de los Granger se habían rendido con la casa y estaba casi segura que ella viviría sola en la adquisición futura.

 

- Valeskya? Aca atras! - grito para llamar la atención de la otra vampira.

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  • 2 semanas más tarde...
Valeskya no pudo evitar suspirar casi con alivio al escuchar una voz familiar que provenía de lo que supuso que sería la cocina o la parte de atrás del jardín, no estaba de del todo segura; comenzó a avanzar rápidamente por la parte de la casa que lucía destruida. Lo que sí era cierto, es que el escuchar que los Granger aún permanecían ahí o al menos una parte, la hacía sentirse segura. En sus andanzas había escuchado de gente que solía llegar a habitar casas y a veces hasta adoptar los apellidos de las familias que poco a poco iban marchándose o desintegrándose de Ottery [?], cosa que le resultaba hasta molesto, solo de imaginar que cualquier persona podía llegar y decir que era un Granger, resultaba imperdonable.


- ¡Zaaa! ¡Qué gusto verte otra vez! – Exclamó la joven al tiempo que abrazaba con fuerza a su prima. - ¿Sabes? Comenzaba a preocuparme de que no hubiera nadie más… o peor aún... que ya se hubieran mudado.- Fingió un escalofrío, al tiempo que pateaba un pedazo de escombro.


- Todo luce tan… soliario. ¿Sabes en dónde están los demás? – Preguntó, mientras veía que solo había una tienda de campaña, lo que le hizo suponer a la Granger, que las cosas no habían cambiado mucho desde que se había marchado. - Por cierto… lamento la ausencia, a veces es difícil afrontar la realidad y es mejor tomarse un respiro. – Soltó a manera de disculpa.


Hacer frente a la realidad era lo que la pelinegra evitaba hacer desde siempre; si bien las cosas ya no le afectaban como antes, era como una especie de pretexto que utilizaba para marcharse tranquilamente y así poder pensar con claridad cuál sería el siguiente paso a realizar. La última vez, la mansión había caído en pedazos casi por completo y el pensar qué era lo que pasaría con la familia, era parte de lo que en cierta manera la habían obligado a irse. El buscar una posibilidad de un hogar nuevo era algo que quizás muchos habían contemplado, pero al menos, en lo que respectaba a la ojivioleta, los recuerdos de la mansión eran más fuertes.


Era inevitable pensar en la primera vez que llegaron, en quiénes habían sido las fundadoras, el jardín trasero, el cerezo de su prima, la llegada y la partida de miembros a la familia. Pese a lo que ellas mismas esperaron desde el inicio, habían transcurrido varios años y aún permanecían, lo que le hacía pensar en el cariño que le tenía a ese lugar. Seguramente el resto de los demás chicos pasarían por lo mismo, o quizás eran de las personas que suelen darle vuelta a la página en situaciones similares. Distraídamente, alzó su varita y realizó una floritura con ella, apuntando hacia uno de los muebles que estaba casi en cenizas y grande fue su sorpresa al ver que nada sucedía.


- ¿Qué pasa con esto? – Exclamó mientras agitaba su varita y vio que unas flores nacían en la pared de la casa. - ¿Por qué no vuelven las cosas a la normalidad cuando intento componerlas? –


No sabían la clase de magia a la que se habían enfrentado últimamente, pero lo que era un hecho es que nadie había podido volver a la normalidad con la mansión ¿Acaso también habían afectado a las voces que habían escuchado antes del derrumbe? Recordó de repente el momento en el que escuchó a unas personas que justo habían llegado cuando se encontraban en problemas ¿Qué había ocurrido con ellos? La ojivioleta suspiró mientras se inclinaba de hombros:


- ¿Alguna idea con respecto a este lugar? – Preguntó con desgana.

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La rubia negó ante la pregunta de su prima, no tenia idea de donde estaba nadie, salvo sus hijos que ahora pasaban mas tiempo con su padre para aprender a controlar sus dones destructivos y que tras la destrucción de la casa habían quedado totalmente a cargo de su padre mientras ella encontraba un nuevo hogar donde estuvieran seguros. Comenzaba a creer que todos estaban muerto o demasiado asustados para volver y ahi estaba otra vez ellas, las unicas que siempre volvían a casa y que se negaban a dejar morir el apellido.

 

Su prima intento hacer justo lo que ella ya estaba cansada de hacer, intentar reconstruir la casa. Al parecer lo que sea que los había atacado la ultima vez había dejado marca, la casa simplemente no se arreglaba y tampoco se dejaba destruir, dejando aquellas ruinas mal acomodadas que no se caerían por nada del mundo pero tampoco hacían que la casa fuese habitable de ninguna manera posible.

 

- me canse de intentarlo, no se que diablos pasa con esto pero literal, no me deja modificarlo o destruirlo, por lo que estaba pensando que tal vez deberíamos usarlo como portal para la nueva casa...en cuanto consigamos una. Podemos ver si nos deja hechizarlo para que solo transporte a los miembros de la familia a una nueva locación y a los oportunistas que ahora rondan el pueblo, mandarlos lejos, muy lejos de acá - dijo mientras sonreía pensando en que le gustaría ver a cierta gente payasa salir volando al otro lado de la acera con unos cuantos huesos rotos.

 

Saco unas fotos de un cajón tras hacer pasar a su prima dentro de la enorme casa, porque ella nunca usaba cosas pequeñas, le gustaba todo grande ( :perv: ) y se las paso mientras ambas se sentaban en unas almohadas en la alfombra.

 

- Polo me trajo esto la ultima vez que vino, lo tengo en una misión especial buscando el nuevo castillo Granger y cada cierto tiempo me trae opciones - le dijo mientras su prima ojeaba las fotos

 

 

 

 

 

 

 

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- ¡La idea del portal me encanta! –


Valeskya exclamó con entusiasmo ante la idea que su prima estaba proponiendo. Al parecer los restos de magia que habían quedado dentro de la mansión habían sido suficientes como para que ninguno de ellos pudiera intentar arreglarlo; por alguna razón que ella desconocía, llegó a su imagen lo que ocurría cuando un ente no amistoso llegaba a habitar una casa. Aunque estaba segura que un exorcismo no sería necesario, ya que si hubiera alguna presencia no grata, ya se hubieran percatado de ello. Lo que sea que fuera, ya no había nada, solo esa antigua magia que no se iba y que de paso no los dejaba vivir en paz.


- Imagina el mundo de posibilidades Za.- Entornó los ojos soñadoramente [?] - Que alguien no grato ingrese en el portal y se pierda… o que aparezca en el lugar más recóndito del planeta, ¡o mejor aún! ¡Que se pierda en el infinito y que nunca más vuelva a aparecer! Piensa en la cantidad de gente indeseable que eliminaríamos del planeta.-


Sabía perfectamente que no pasaría, dudaba que su prima o más bien, el personal del Ministerio permitiera poner semejante clase de portal. Pensó en que sería una especie de servicio como los polvos flu o algo así, pero sin duda solo de pensar en lo que podría pasar, la entusiasmaba más de lo que ella quería aceptar. Sin embargo, el golpe a la realidad era contundente: tendrían que encontrar pronto un hogar o simplemente serían una especie de vagabundos dentro del mundo mágico. Alzó la mirada violácea con curiosidad al ver a la rubia sacando unas fotografías. “¿Llegó la hora del recuerdo?”, pensó.


Dejó caer su peso sobre aquellas almohadas en la alfombra mientras tomaba una serie de fotografías que su prima le estaba pasando. Eran las posibilidades de su nuevo hogar, lo cual era algo que le resultaba incómodo; a pesar de todo, le había tomado mucho cariño a la mansión, era difícil asimilar que ya no habría más recuerdos, aunque desde antes se había planteado la idea de la mudanza, la Granger lo veía como algo lejano. Estaba hojeando de manera distraída, hasta que se dio cuenta de algo.


- Todas están sobre el agua. – Dijo más en un intento de asimilar la realidad. - No tengo ningún problema con eso, pero… me resulta curioso solamente ¿alguna razón en especial? – Inquirió la joven. - No están mal, solo que me asaltan muchas dudas al respecto con respecto a la seguridad... ¿Habrá tiburones? ¿Qué clase de magia nos podría proteger ante el resto de miradas curiosas? –


Sin duda eran lugares grandes, su prima conocía bien sus gustos, que probablemente también eran los de ella [?], pero si algo que le preocupaba, era el hecho de la seguridad. Se imaginó en lo felices que podrían estar ahí, nadando o simplemente contemplando esas tranquilas aguas, pero “¿Y si la marea sube?”. La joven pelinegra recordaba haber leído de casos en donde había gente que compraba islas que solían desaparecer por cuestiones de marea, lo cual se convertía en una escalofriante posibilidad.


- No lo sé prima, me gustan…- Se detuvo en la última foto y señaló acusadoramente. - ESTO NO. y desechó la posibilidad de vivir en lo que parecía una casa a punto de derrumbarse si cualquier ola se estrellaba con ella. - Demasiado arcaico… algún invitado que resulte sonámbulo… podría ser la última noche de su vida.-Demasiado exagerado, pero si se trataba de poner excusas, Valeskya podía ser un dolor de cabeza.


- ¿Sabes? La última vez que mencionamos el tema, recordé que en alguna parte de la mansión había quedado un álbum de casas en venta… ¿o habré visto mal? – Finalizó.

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Ella tambien se imaginó lo mismo que su prima y sonrío con alegría de tan solo pensar en ciertas personas, pero Valeskya tenía razón, el ministerio no los iba dejar desaparecer gente pero si podrán autorizar usar la misma magia que usaban los armarios, de hecho ya había hecho un par de experimentos y habían salido bastante bien, aunque en los dos primeros había terminado en el lago. Claro que ese experimento fallido lo había dejado guardado para usarlo con los indeseables. Cada que uno de ellos intentara entrar a su casa terminarían en el lago de atrás. Pero el otro armario la había llevado a donde ella lo había programado y ese era el que queria ajustar para el portal de la nueva casa.

 

- no, solo el hecho de que estaríamos lejos de la muchedumbre y sin vecinos molestos, aunque también se me antoja algo en un bosque, ya sabes, rodeado de árboles y que sea tipo castillo, al estilo Drácula - dijo contestandole a su prima - aunque lo de los tiburones me gusta, te imaginas, en lugar de mandarlos a otro lado los dejamos que lleguen a ver el castillo, pero desde el agua infestada de tiburones

 

Definitivamente sus compañeros de la orden se replantearian su permanencia en su filas si supieran de los planes que estaba haciendo con su prima, pero no es que alguien fuera a decirles sobre ello así que no sintió remordimiento por sus ideas macabras. De repente su prima se negó rotundamente a una de las posibilidades y la rubia tomó la foto soltando una carcajada

 

- vale, esta no, aunque había pensado en ponerle un hechizo que reforzará los cimientos, pero tienes razón, no quiero un pariente muerto por caminar dormido - contesto mientras tiraba la foto a la basura - sabes, tienes razón, creo que Cris lo había traído cuando hablamos de mudarnos, si lo buscamos bien seguro aparece

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  • 4 semanas más tarde...

Si algo sobraba en Valeskya, eran los pretextos; era demasiada la nostalgia que había en esa mansión y aún no se hacía a la idea de vivir en otro lugar, aunque más de una vez le habían dicho de la posibilidad de hacer nuevos cambios en su vida y estaba dispuesta a intentarlo, aunque no parecía del todo convencida. Vio una vez más la casa que se encontraba en una especie de peñasco, a lo Weasley, terriblemente peligrosa; sin duda esa casa no sería el tipo de lo que ella solía gustarle, sin contar que parecía más una prisión que cualquier cosa. Por alguna razón, pensó en un cuento muggle que había leído hacía muchos años: Rapunzel [?]. Asintió con la cabeza las opiniones de su prima.

 

- Apoyo totalmente la idea de no tener vecinos.- Exclamó la ojivioleta tras una breve pausa. - Creo que llamamos la atención lo suficiente por lo que somos de manera individual, imagina un grupo con tres vampiros y un par de humanos, en un barrio nuevo ¡Escándalo! – Soltó una risa burlona. - ¿Quieres un castillo a lo Drácula, o tipo princesa atrapada? Recuerda que en los cuentos de hadas siempre hay bosques encantados, a donde el príncipe azul tiene que llegar a salvar a la indefensa princesa atrapada bajo los hechizos de una madrina malvada… yo pido ser la que destruya el príncipe – Dijo pensativa. - Incluso creo que en algún cuento de hadas muggle me pareció ver castillos que se encontraban rodeados por un lago a su alrededor, con cocodrilos… podría ser un plus y cambiarlos por tiburones, tal como te gustaría. –

 

- Al final esa opción me gusta más… tendríamos que buscar algo así e irlo adaptando a nuestro gusto. Aunque claro, habría que buscar a Apolo, Fiamma y Joaquín, a ver qué les gustaría. – Recordó lo que su prima le había dicho acerca de la casa que había rechazado de forma tan rotunda. - Sé que a Apolo le gusta el agua y esa casa es la mejor opción para él, pero no sé...- Echó un vistazo al bote de basura y sintió algo de remordimiento. - ¿Crees que Apolo se enoje? Al menos en lo que respecta a Joaco, estará de acuerdo con lo que opine a la mayoría y acá entre nosotras… a él mientras más ostentoso sea, es mejor para él, es un tipo bastante excéntrico.-

 

- Fiamma creo que su estilo de vida es más que adaptable y ella estará bien en cualquier lugar… al final de cuentas creo que Apolo, tú y yo somos los únicos exigentes con eso de buscar un hogar. – Soltó una risita. - Espera ¿no hay agencia inmobiliaria en el callejón Diagón? ¡Rayos! Podría ser un excelente negocio sin dudas… claro, si existieria. - Dijo la ojivioleta pensativa.

 

Sus constantes ausencias fuera de Londres, solo permitían a la Granger darse cuenta que cada vez que regresaba a Diagon habían mucho más negocios y mucha menos gente de la habitual. Aunque desde la última vez que había regresado, no había tenido tiempo de darse una vuelta y ver si había algo que pudiera ayudarla para una decisión como esa. Su elfina llegó con una bandeja de té y galletas, como siempre, sin necesidad de tener que pedírselo.

 

- Gracias Breena…- dijo Valeskya en voz baja, mientras miraba a Zahil. - Quizás uno de los elfos pueda buscar a alguien de la familia y ver si alguno de ellos aparece ¿no crees?- Cerca de donde estaban ellas, había una revista de “corazón de bruja” y señaló la portada. - Mira, tampoco me molestaría vivir en una cabaña cerca de la playa… pero tendría que ser privada, por supuesto. – Sonrió.

 

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Editado por Valeskya Granger

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  • 1 mes más tarde...

Una cabaña cerca de la playa, como no lo pensó antes, tenia justo todo lo que había buscado en los otros lugares pero sin estar completamente separados del continente, y siendo una cabaña metida en el bosque, los buitres no lo verían como un lugar apetecible para robar. Y los animales que tenían los Granger podían andar mas libres que en el viejo pueblo. Sus gatas amarían un lugar así seguro.

 

- Sabes V, no es mala idea eso de la cabaña cerca del Mar, seguro que Polo puede buscarnos algo - dijo. Polo que como siempre le leía la mente apareció con un puñado de fotos que dejo frente a las primas y se volvió a ir solo dios sabia a donde. La vampira estaba casi segura que el viejo elfo buscaba la manera de recomponer la casa aunque ella estaba segura que era caso perdido.

 

fotos

 

 

 

 

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- mira estas fotos Vale, que Polo siempre esta un paso por delante, personalmente, creo que podemos hacer adecuaciones por dentro para que cada quien tenga su propio espacio, nada que un hechizo agrandador no arregle y tenemos mucho espacio donde ir a cazar - dijo mientras le pasaba las fotos a su prima.

Editado por Zahil Aranel Granger

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  • 4 meses más tarde...

Habia previsto volver a Inglaterra en semanas, pero había terminado tardando meses, con todo lo que habia pasado en Inglaterra no habia podido volver conforme a lo planeado y ahora demas tenia que ser extra precabida. Hasta el momento ya la habían detenido dos veces, su aspecto fragil la hacia blanco de los abusones y no poder hacerles un encantamiento por la prohibicion de la magia se lo ponia aun peor. Le habían pedido casi hasta la fecha de vacunacion de sus perros.

 

Cuando por fin llego a la casa de su amiga, estaba exhausta y si no fuera porque de verdad necesitaba re encontrar sus raices, hubiese desistido y regresado a España, que era donde se habia quedado todos esos años que estuvo fuera de su pais natal. No tardo en verla, frente al fuego de una hermosa fogata y leyendo un libro de magia. Seguro tenia bueno hechizos protectores si no temia que las patrullas la vieran desde la calle

 

- hermana, por fin llegue a casa - dijo sonriendo sinceramente al ver a la otra vampiro que enseguida se acerco y la abrazo

 

- bienvenida a casa, hermana, llegas justo a tiempo para la cena - le respondío la Granger mientras la llevaba a una mesa dentro de una hermosa casa de campaña, hermosamente adornada por los elfos

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  • 4 meses más tarde...

Ver a Leilan la había reconfortado pero hacia mas fácil su decisión, su amiga ocupaba un lugar donde quedarse y ella un lugar donde escapar mientras todo volvía a la normalidad, así que lo único que necesitaba era construirle un buen lugar donde quedarse en los terrenos de la Granger y eso serviría para proteger el portal que abrirían para la verdadera casa de la familia. Sabia que la Dumbledore jamás los traicionaría y ahora solo bastaba convencerla de actuar como la guardiana de los Granger.

 

- Hermanita, necesito pedirte un favor - le dijo llamando su atención con un toque en la mano de la joven. En cuanto capto su atención procedió a explicarle todo lo que había pasado y lo que quería de ella. La rubia sonrió mientras asentía.

 

- Seria un honor para mi y lo sabes, yo sere la guardiana del portal y mientras tanto buscare a mi familia de sangre, ahora solo tenemos que hacer una pequeña casa para mi cerca del lago y con eso tengo para ser feliz - dijo mientras miraba el lago al fondo de los terrenos.

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  • 2 semanas más tarde...

La noche estaba a punto de caer, un aire gélido reinaba en el ambiente, sin duda el clima favorito de aquella joven pelinegra que se mantenía en pie frente a una mansión que ya tenía mucho tiempo destruida y hasta parecía abandonada. ¿Cómo es que todo había terminado así? No estaba segura desde cuándo había ocurrido todo, de hecho parecía haber perdido la noción del tiempo; podría haber sido el día anterior, el mes anterior o el año anterior, cuando estuvo presente y sentir cómo aquella majestuosa mansión caía ante sus ojos.

 

Trató de recordar aquellos sentimientos mientras su mirada violácea recorría el lugar en busca de alguna señal de vida, aunque en el fondo sabía que era una probabilidad casi nula. No era tristeza por no poder recuperar aquel hogar que había traído tantos recuerdos buenos y malos, sino era una especie de emoción, expectativa hacia lo desconocido: la posibilidad de mudarse, una casa nueva, forjar nuevos recuerdos al lado de las personas que más apreciaba en el mundo.

 

¿Por qué había vuelto ahí? Como habitualmente sucedía con los Granger, cada quién parecía tomar rumbos distintos y en algún punto volvían a reunirse: esa dinámica familiar parecía funcionar bastante bien para todos. Y el rumbo de Valeskya había sido desconocido, era el tiempo que ocupaba para estar sola, el cual parecía renovarla casi siempre, aunque tenía la sensación de que en esa ocasión había sido más tiempo del que podía haber esperado. Cada vez que se marchaba, parecía tener menos ganas de volver.

 

El mundo mágico, al que ella pertenecía y amaba, cada vez solía sufrir cambios cada vez más drásticos, lo que le desagradaba un poco, porque nunca sabía qué se iba a encontrar cuando volvía. Esta vez no era la excepción, de hecho se encontraba allí, expectante, con un horrible presentimiento que no sabía cómo describir en ese momento. Estaba en lo que alguna vez había sido el jardín de la mansión, con la necesidad de tener noticias de ellos. Pensó en Breena y del tiempo que tenía sin verla, que a pesar de ser su elfina doméstica, le había dado la orden de quedarse y ayudar en lo que se pudiera.

 

La pálida piel de la joven sobresalía sobre todo aquel atuendo en color negro: botas largas de piel, un pantalón y una gabardina. Una mueca se dibujó en su rostro, algo parecido a una sonrisa, mientras su cabello, se agitaba levemente. Comenzó a caminar en lo que quedaba de las ruinas y notando que la cocina de la mansión lucía reparada a medias, como si tuviera algunas telas para tapar los huecos que habían generado la explosión.

 

- ¿HOLAAAAA? ¿Alguien habita por ahí? – Habló con una voz decidida. - ¡QUIEN SEAAA! – Había decidido no llamar a su elfina, a menos que no tuviera ninguna opción.

Editado por Valeskya Granger

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