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The Arabic Place (MM B: 94021)


Bodrik
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-¡¡Noo!! ¡Para nada estaban envenenados esos chocolates!! ¡Eran deliciosos! -Respondió a los gritos Rambaldo con una sonrisa a Rachel. Estaba encantado con la bruja. Ya le parecía que debería cenar todos juntos - ¿Porque no nos acompaña a cenar, señorita envenenadora?

 

Jeremy pensó en patear al elfo tan fuerte como los rugbier patean las pelotas para hacer un tanto en el deporte Muggle llamado Rugby, que le gustaba mucho. Su noche no podía empeorar cada segundo mas. Sonrío a la adolescente para distender el ambiente, hasta que noto la presencia de un hombre que se acercaba.

 

No creía conocerlo. ¿O si? Lo evaluó con la mirada mientras el mago hablaba. Era rubio y de ojos azules como el mismo, pero allí terminaban las similitudes. Jeremy pudo notar que su interlocutor era muy joven, tanto como la adolescente.

 

-Todo en orden... -respondió el mago con soltura - ¿Porque no cenas conmigo? -preguntó dirigiéndose a la adolescente - creo que… -¿Como se llamaba la bruja que había invitado anteriormente? - esta hermosa dama, no tendrá problemas en que te unas. - Se apresuró a agregar con un asentimiento de cabeza hacia la extraña bruja descalza.

 

-¡¡La envenenadora también cena con nosotros!! -Interrumpió chillando Rambaldo, mientras corría a sacar sillas de una mesa para arrastrarlas hacia la propia.

 

-¡Rambaldo quieto! -le grito Jeremy al elfo.

 

-¡Jemy! ¡Jemy! -chilló el elfo loco de contento aplaudiendo y dando saltitos - ¡Haremos un No cumpleaños!

 

Los ojos de Rambaldo se llenaron de lágrimas de felicidad, que a duras penas pudo contener. Tendría su “No Cumpleaños” como la película que Jeremy le había enseñado una vez (Alicia en el país de las maravillas). La cual le encantaba y se sabía las canciones de memoria.

 

¿Me llamo Jemy? ¿Acaso enloqueció? Como puede referirse a una películas para niños delante de esas personas ¿Está llorando? ¡Llo torturare antes de matarlo!” Pensó el vampiro mientras esperaba con ansias la respuesta de la adolescente. No se atrevió a mirarla no quería ver su mueca de disgusto. Asi que dirigió su mirada a la castaña, desafiándola visualmente a comentar alguna cosa.

 

@@Bodrik @@Rachel Ravenclaw @@Noah Lockhart @@Candela Triviani

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El rubio trabajador, ósea su hijo, le acompañaba no solo en la degustación del platillo sino en una excelente platica. A medida que el mago se adentraba en el mundo mágico, era menor el tiempo que podían pasar juntitos y compartir momentos como aquellos, era como si el cordón se estuviera soltando cosa que le daba gusto por un lado, pero que también le daba nostalgia pues le quería muchísimo y mimarlo le encantaba, con aquel pensamiento en mente lo recibió cuando regreso de traerle el té, ladeo la cabeza observándolo fijamente, hasta que una de sus níveas manos le acaricio la mejilla.

 

--Te quiero-- se medio incorporo y deposito un beso en la frente del chico --Sabes que aunque crezcas y estés doblado de viejito con bastón mami siempre estará para ti ¿cierto?-- necesitaba que tanto el chico como su propio corazón entendieran que en algún momento el chico iba a volar, que quizás se quedara en casa o tal vez buscara su propio nido, que estaba bien y que era lo correcto, negó con la cabeza como si ese tiempo le resultara remoto, mejor disfrutar el presente y el ahora. Así que violentamente giro la conversación.

 

-- Yo quiero tomar runas antiguas pero creo que tendré que esperar un poco-- le resultaban fascinantes aquellos jeroglíficos muy afines con el lenguaje sacerdotal antiguo, y con el poder que estos poseían si la energía era canalizada correctamente. --Tal vez podamos tomarla juntos en su momento-- dijo abriendo la puerta de la posibilidad, porque sería sumamente interesante que ambos sacerdotes se potenciaran.

 

Los clientes llegaban al local y a la rubia no le paso desapercibido la llegada de un mago ( @ ) con su elfo, daba gusto que se les tuviera consideraciones a aquellas criaturas y su ojo pocas veces se equivocaba, ese era un elfo bien cuidado y a gusto con su amo, a pesar de que parecía todo lo contrario por los gritos, sonrió al pensar que si Feixac o Corrolo (sus elfos personales) anduvieran por allí, ya estarían haciendo migas con aquella criatura o invitándolos a ese lugar tan especial solo para elfos llamado “El Palacio de Dobby”.

 

Al girar la mirada hacia la puerta mientras le daba un sorbo a la bebida traída por Noah descubrió a @@Rachel Ravenclaw sentada en una mesa a pocos pasos saludándolos. Era una chica a la que recién conocía, pero le agradaba, era gentil, alegre y a veces hasta un poco penosa, pero la energía emanada de ella era bonita y si alguien confiaba en sus instintos y percepciones esa era Cye Lockhart, alzo la mano y devolvió el saludo, fue cuando vio que la propietaria estaba en el local.

 

--Mira quien llego, allá esta Rachel y tu jefa-- señalo con un movimiento de cabeza en dirección a la mesa, otra figura conocida se apersonaba, era Candela Triviani, ambas habían cursado la academia juntas y aunque jamás fueron amigas, tampoco eran enemigas, se soportaban y bromeaban, aunque ambas tomaran caminos distintos, muy distintos, según sospechaba Cye. EL rubio por su parte viendo tanto movimiento no pudo quedarse sentado y se disculpo para ir en auxilio de Bodrik, Cye sospechaba que tanto por el negocio como por su aura de tío protector. Y a la Lockhart le encantaba ver como sus familiares se cuidaban unos a los otros. Entonces tomo una decisión, aferro el planto y la bebida y se levanto caminando hasta la mesa que ocupaba Rachel.

 

--¡Hola! Esperas a alguien o puedo acompañarte-- le dijo al tiempo que no pudo evitar oír lo de los chocolates envenenados, cuestión que mencionaba el simpático elfo. Entonces se giro hacia el colocando el platillo en la mesa y estirando la mano para presentarse con la criatura. --Soy Cye Lockhart Rambaldo ¿no? y yo vendo chocolates no envenenados, cuando gustes a mis elfos les encantara invitarte algunos y platicar contigo en nuestro hogar o en los negocios-- Asi era la Lockhart, tímida a veces, pero por lo general amistosa y espontánea.

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Si Rachel fuera como un dibujito japonés de anime, le hubieran salido muchas gotas grandes de la cabeza. El Elfo hiperactivo reconocía la verdad sobre los chocolates que solo eran simplemente eso, chocolates, pero aún la llamaba ‘la envenenadora’. Parecía que estaba empeñado en que fuera a cenar con Jeremy y la Lockhart. Rachel no tenía ningún problema aunque antes de que pudiera dar una aceptación los sonidos del a criatura y las intervenciones acallaban sus palabras.

 

Sonrió al escuchar lo del no cumpleaños, le encantaba Alicia en el País de las Maravillas y siempre había deseado tener un no cumpleaños. Aprovechando el pequeño silencio formado aprovecha para contestar.

 

—Yo no tengo ningún problema –le responde a Jeremy.

 

Entonces el mago rubio aparece y llama la atención preguntando si todo estaba bien. Era normal, seguramente podría estar nervioso o pensando que podría pasar otra escena extraña como en la botica. La Rambaldi tenía fe de que no, pensando que se le veía al vampiro mucho más tranquilo. Le sonríe abiertamente a Noah. Antes de saludarle como le gustaría aparece una mujer muy similar que no conocía de nada, aunque si de palabra. Su amabilidad y su sonrisa le daban mucha confianza a la bruja.

 

—No esperaba a nadie, así que por supuesto que puede acompañarme. Además, no me gusta estar sola.

 

Mientras la mujer pasaba a saludar al elfo de Jeremy, Rachel aprovecha para entonces saludar a Noah.

 

—¿Cómo está, señor Noah? Es un honor volverle a ver. Tranquilo, creo que todo está bien esta vez…

 

@ @@Noah Lockhart @@Bodrik @

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Los ojos de Rambaldo se llenaron de lágrimas de felicidad al oír las tiernas palabras de la mujer que había aparecido en la mesa Rachel. Sus manitos se tocaron el pecho donde tenía el corazón, antes de agarrarles con ambas la mano a la amable bruja.

 

-¡Déjate ya de tonterias! - le gritó Jeremy arrancando a Rambaldo de la mano de Cye y sentándolo de un empujón en la silla - ¡Quédate ahí!

 

El elfo estaba haciendo que su poca paciencia se agotara rapidamente. Miro sin demostrar sus nervios a la rubia bruja que tenia en frente. No la conocia de ningun lado ¿o si? Dudo un instante antes de estirar su mano para saludarla.

 

-Disculpe al elfo, no deberíamos estar acá -le dijo a modo de saludo - Soy Jeremy Myrddin Triviani.

 

-¡Jemy! ¡Ellos cenan con nosotros! -protesto Rambaldo. Secándose con un pañuelito de papel las lagrima de sus ojos.

 

-No podemos cenar con todos, estas personas atienden el lugar -Explicó el vampiro mientras su mente se llenaba de imágenes de tortura para el elfo.

 

-¡Pero es mi no cumpleaños! -Chilló el elfo, sacando del bolsillito de su smokin violeta, muchos galeones que empezó a apilar sobre la mesa - Ahorre tres años para esta cena. ¡Lo prometiste!

 

El rubio esperaba pacientemente la respuesta de la adolescente y de la mujer descalza. Aunque con la mirada de especulativa del mesero rubio que hablaba con la castaña y la presencia de la mujer llamada Cye, no dudaba que la situación iría de mal en peor, asi que tomo una rapida solucion.

 

-Rambaldo ve a casa -le dijo acercándose al elfo y quitando los galeones de la mesa -¡Es una orden! Ve para casa y espérame allí.

 

-¡No quiero ir al Castillo Triviani!, allí pegan a los elfos -lloro desconsoladamente Rambaldo cubriendo sus ojos con sus manitos.

 

- ¡No pegan a los elfos! Ve al Castillo Triviani ahora -le dijo Jeremy levantando de la silla de un tirón en las orejas.

 

Sabia que tenia personas mirando cada movimiento suyo, pero no podía quedarse sin actuar. Revoleo al elfo a la entrada del elegante restaurante y Rambaldo antes de tocar el suelo de un golpe desapareció con un sonoro “Plaff”

 

-¿Vamos a cenar o que? -pregunto molesto el vampiro a su público - Tengo galeones de sobra -les dijo guardándose los galeones del elfo en el bolsillo de su chaqueta.

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>, pensó la Triviani.

 

Desde el hecho en que el elfo, que decía llamarse Rambaldo, se dirigiese a ella como si fuese igual a que todo se volviese un caos por los gritos de la criatura, las presentaciones innecesarias y las miradas curiosas, Candela lamentó el momento en el que había decidido pasar por comida allí. ¿Acaso no tenía comida en el castillo? Ah, pero es que ella estaba acostumbrándose mucho a la comida fuera de casa. Quizás era eso.

 

Le hizo gracia el intercambio de palabras que tuvo con su amo, y sintió vergüenza ajena por escucharlo llamarse un "Triviani". A él, a un elfo que ni siquiera consideraba que mereciese un apellido, y mucho menos el suyo. La gitana puso los ojos en blanco cuando Rambaldo se negó a ir al castillo y creyó, por dentro, que hasta le hacía un favor al resto de Chuck. Seguramente cuando llegase allí, los otros elfos le harían pagar derecho de piso.

 

Así pues, tomó asiento en la silla que enfrentara al joven, adelantándose a las decisiones que tomaran los demás convidados al ¿festín? Después de todo, si el chico era el que invitaba, ella no tendría que gastar un sólo knut. Ah, ¿acaso no sabían que la gitana es un poco agarrada? Además, está ahorrando dinero para futuros planes macabros.

 

― Vale, cenemos. Tengo hambre y todavía estoy esperando esa carta del menú. ¿Hay un libro de quejas? No me llevaré nada, aquí el joven Triv... ¿Dijiste Triviani? ―apenas caía en el nombre. Era la primera vez que lo veía.― ¿Y tienes esa cosa, por elfo? ―se espantó.

 

Lo escudriñó con la mirada. No era muy normal que un Triviani tuviese ese tipo de consideración con su siervo, mas supuso que era de esos que vivían separados de la familia y adoptaban nuevas costumbres. Sí, eso tenía que ser. Quizás. Tal vez.

 

― Soy Candela Triviani. ―se presentó, por fin. Y no pasó por alto la mirada disimulada de Noah, pero prefirió dejarlo pasar, al igual que la de Cye y la otra chica. Sí, sí, ella tenía ojos en la nuca, cual madre.― ¿Llegaste hace poco? No tienes cara de haber vivido mucho tiempo en Londres. ―lo seguía examinando, de forma más curiosa.― Ah, pero primero comamos. Sono affamato. ―culminó con un perfecto italiano.

 

 

 

***

 

Son muchos para etiquetar u_u (?)

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~ Mosquito ~          Ianello 

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-Me encuentro muy bien gracias- respondió a la bruja llamada Rachel y a quien por suerte ya conocía en la Botica de su familia.

 

Apenas si logro escuchar a la mujer que hizo su entrada completamente silenciosa y quejándose de la frase lanzada por Bodrik -Según los derechos de las criaturas- dijo aunque en ese momento no recordaba si los elfos se catalogaban como criaturas mágicas según el manual de criaturas mágicas de Scamander, pero no le importaba en absoluto, solo tenía en mente que las personas correctas debían tratara sus sirvientes( aunque no le agradaba esa palabra), pero la mujer evidentemente despreciaba a los de su especie y Bodrik no deseaba iniciar una disputa en su establecimiento por lo que prefirió dejarlo así.

 

-Sí, no pasa nada, creo que está bien siempre y cuando no se pase a los golpes, al menos en mi establecimiento me gusta que haya respeto- dijo al muchacho.

 

De todos modos, al mirarla mejor pudo recordarla como la mujer del muelle. Aquella que prácticamente había actuado indiferente cuando ambas encontraron a aquel hombre atado y que prácticamente deseaba realizar un robo en uno de los contenedores, tenía más pinta de malhechor que de otra cosa, pero ante su petición Bodrik tomó uno del menú para entregárselo a ella teniendo cuidado de agregar el folleto con los nuevos postres.

 

-Bueno, resulta que soy la dueña del local- le respondió de nuevo a la pregunta del rubio. Acercándose un poco más para evitar molestar a los demás, pero el elfo tenía otros planes y de inmediato comenzó a conversar con Rachel acerca de unos chocolates envenenados aparentemente, pero de inmediato se aclaró que solo se trataba de un juego en el colegio.

 

-Vale estaré encantada de cenar con todos ustedes – respondió sonriendo, tal vez así evitaría más malos tratos en su establecimiento.Entonces busco una silla para sentarse a la mesa con todos ellos incluyendo a Rambaldo porque así se llamaba el elfo gracioso- saben mi elfo Maltelac se llevarías de maravilla contigo, ambos deberían jugar con mi perrito uno de estos días- la verdad era que Martelac se la pasaba con el perro casi todo el tiempo, no loso porque lo cuidaba por ella, sino porque se divertía con él en el jardín del castillo. La mención del no cumpleaños se le había hecho de lo más divertida y obviamente no pudo evitar sonreír – Me parece una idea estupenda-

 

Inesperadamente Noah se despegó de la compañía de su abuela Cye para ir a atender las mesas lo cual era una suerte pues a veces era muy complicado a tender el negocio cuando se comenzaba a llenar – Tío lindo gracias por venir a auxiliarme – le dijo dedicando una sonrisa y viéndole que ayudaba con la cliente difícil(Candela), pero la misma Cye también apareció para saludar a Rachel y elogiar a Rambaldo y la adolescente le dedico una sonrisa queriendo que se les uniera también – Les quiero presentar a Cye, ella es mi abuela adorada- les dijo aunque luego ella misma se presentó.

 

Pero luego todo se había complicado, primero porque la mujer medio delincuente se sentó en la mesa también ignorando al resto de los presentes, de la forma más descarada, pero lo más desagradable fue la actitud cruel del joven rubio que se enfadó con Rambaldo por su graciosa fiesta y no contento con tratarlo a las patadas cosa que Bodrik desaprobaba, terminó por sacarlo del negocio enviándolo a su casa y robándole el dinero que el pobre había ahorrado.

 

Esto terminó de indignar a la pelinegra que de inmediato se puso de pie- Que absurdo comportamiento, todos estábamos felices de celebrar el No cumpleaños, me parece que será mejor marcharme a colaborar en la cocina- dijo claramente enfadada con la situación que sabía que la mujer llamada Candela celebraba, pero ella no lo haría.

 

- Noah, por favor atiéndelos que me iré terminar los nuevos postres – pidió al rubio.

 

@@Candela Triviani, @, @@Rachel Ravenclaw, @, @@Noah Lockhart

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  • 1 mes más tarde...

Era su primer recorrido después de la navidad por el callejón Diagón, aun el frio y algo de la nieve permanecía en las rocosas callejuelas, en la cornisa de los ventanales y tejados y de verdad que calaba los huesos de los transeúntes que aun llevaban guantes y abrigos acordes con la época, Cye se cruzo con un par de conocidos y estaban tan entumecidos como ella, que apenas si intercambiaron unos pocos movimientos de cabeza antes de proseguir cada cual a su destino.

 

Ella por su parte estaba cerca, iba hacia el negocio de su nieta @Bodrik, donde la ultima vez había coincidido con varias personas, incluidas Noah y Rachel, pero le había llamado un poco la atención ver a la Triviani (Candela) por aquellos rumbos, la gente cambiaba, aunque dudaba que la chica lo hiciera, la conocía desde los primeros cursos en Hogwarts.

 

El caso es que ahora le apetecía aquel ambiente agradable, con sus ricos aromas y sus especiados platillos para entrar en calor y consentirse un poco, de paso charlaba un poco si tenía suerte con su nieta y le invitaba personalmente a la reinauguración de su negocio. La verdad es que últimamente no habían estado muy conectadas, todo culpa de Cye, pero necesitaba mostrarle que seguía siendo la princesa, que el cariño que despertaba en la matriarca nunca mermaría, sino por el contrario siempre iba en aumento y también que valoraba muchísimo cada esfuerzo que la pelinegra hacia en pro de la familia.

 

Se detuvo ante la fachada y de inmediato avanzo hacia el interior con la esperanza de que el frio desapareciera en pocos minutos, tal vez una de esas bebidas fuertes le ayudara, así que en vez de tomar asiento en una mesa fue directo a la barra y pidió servicio, esperando que alguno de los elfos le atendiera o en su defecto y con mucha suerte la propia Bodrik.

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Los días pasaron tranquilos desde aquella vez que en su local muchos de sus conocidos en Oterry coincidieron en lo que terminó como una cena muy dispareja y en la que Bodrik terminó por conocer a Rambaldo el gracioso elfo de Jeremy el joven rubio que había conocido tiempo atrás primero en la botica y luego en su casita en el castillo Myrddin. Rambaldo era muy diferente a su amo que no era para nada gentil, pero si bien atravesado.

 

Después llegaron las fiestas y la gente dejo de frecuentar el callejón Diagon, a no ser que fuera para sus compras navideñas, pero ya nadie quería cenar o disfrutar de un buen rato en locales como The Arabic Place, terminaron por atender a unos cuantos clientes que llegaban por una bebida rápida.

 

Bodrik había mantenido la idea de nuevos y ricos postres, pero a decir verdad no muchos lo habían disfrutado, así que decidió mantenerlos en el menú, por lo menos hasta que alguien más frecuentara su negocio y por otra parte debería enfocarse en tener una nueva propuesta para las Fiestas de San Valentín, pues esperaba que para esa época las cosas cambiaran en su negocio.

 

Tal vez San Valentín no fuera una fiesta árabe, sin embargo, haría su mayor esfuerzo por hacer algo especial allí, para aquellas personas que deseaban un ambiente diferente, pero con la tradición de San volantín.

 

Estaba organizando todo lo del menú y haciendo bosquejos para la celebración y como aún tenía mucho tiempo, se lo estaba tomando en calma.

 

De pronto, Herpink entro corriendo para avisarle de la visita de su abuela @ quien era una de las clientes más frecuentes de su Local, además de ser la persona en quien más confiaba y consideraba como su madre y amiga. La rubia la conocía como la palma de su mano y eso a Bodrik le encantaba.

 

-Abu, viniste – salió a recibirla a la barra, pero como no se aguantó, salió de ella a saludarla con un abrazo.

 

- ¿Quieres algo para tomar? -

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Está por anochecer en Londres y la llovizna ya ha dejado húmedas las banquetas a lo largo de aquel callejón, es difícil andar con prisa cuando se forman charcos en las juntas de las banquetas, sin embargo, él tampoco se encuentra tan apresurado, y es posible que sea por aquel malestar que lo ha puesto de pronto acalorado, aun con ese frio de la tarde cayendo, y el nudo en la boca del estómago que puede identificar como nervios. No es que sea Ollivander un hombre fácil de intimidar, pero no puede pasar por alto que de verdad se encuentra inquieto por averiguar el paradero de su estimada compañera.

 

Lleva puesto encima un abrigo negro, largo hasta por arriba de sus rodillas del que solo escapa, por el pliegue del cuello, la camisa de vestir color azul marino con lunares blancos de tamaños iguales, y aun así, sobre los hombros del saco y en algunos de sus cortos rizos de pelo se pueden ver como se forman gotas como huellas del calabobos que lo ha atacado esta tarde, los pasos unísonos se escuchan pisar la larga avenida con un “clap-plac” tan uniforme que parece que quien fuera que los causa no avanza más allá del mismo lugar, y el fango que se ve apenas por la suela solo delatan que el mago vuelve de una de esas expediciones a los pantanos del heredad que perteneció a sus padres.

 

Entrar al local que conoce como propiedad de la sanadora tan rápidamente como ha dado con él, es un golpe de calor tan repentino que mancha de rojo sus mejillas y orejas al instante y que causa que al licántropo se le escape un estornudo nada ostentoso pero que no deja de ser una incómoda reacción. Ahí dentro todo es tan diferente a cualquier otro lugar al que pudiera haber llegado, Garry gira un segundo para ver por encima de su hombro solo para asegurarse de que afuera aún sigue lloviendo, hay cosas en el mundo de la magia que, aunque él nunca ha vivido sin ella, sencillamente aun le provocan sorpresa, sin embargo, aquello que no necesita magia para causar esta clase de sensaciones tan agradables, como lo estaba siendo el entrar o salir de un lugar a otro y percibir el espacio de esa manera, para Garry, era algo mucho más conmovedor.

 

Se deshace del saco para no estropear el suelo que pisa con aquellos zapatos sucios, se siente algo avergonzado de ser él, en todo ese bonito lugar, lo único que no encaja con la decoración, aun así, se encamina con pasos seguros hasta una mesa lo más lejos del exterior, no pasa mucho tiempo antes de que un pequeño elfo domestico lo atienda, sintiéndose bastante preocupado aun toma el menú que le han ofrecido con cortesías fingiendo que lee la sección de postres mientras echa un vistazo rápido a su alrededor, a él ni siquiera le gustan los postres y de igual modo pregunta vagamente por los ingredientes que pueden llevar unos u otros.

 

De cierta forma, que no esté tan ocupado de gente aquel local lo pone cómodo, y con toda esa tranquilidad es sencillo escuchar las charlas en algún salón más allá de donde se encuentra el mago. Sin darse cuenta ya han pasado varios minutos y él no ha atinado en escoger algo del menú, la criaturilla que lo atiende parece querer impacientarse con el melodrama interno que aparentemente le causa al mago por escoger algo para su cena.

 

-Tal vez ella este ocupada ahora o no se encuentra aquí, ¿debería irme? – masculla y el elfo, que parece bastante confundido por lo que el mago dice, hace un gesto intranquilo bastante simpático -Es decir yo no, ella no…no le he escrito en tanto tiempo posiblemente no se acuerde de quien soy- pensativo se ha cruzado de brazos sobre la mesa con desánimo -Y si piensa que soy feo)?- el elfo solo ha insistido en que ordene algo para poder hacer su trabajo como se debe, pero como si no hubiera dicho o hecho nada, de pronto Garry se ha puesto de pie y se ha encaminado al otro lugar del local de donde puede escuchar una agradable conversación, pero que bien ha sabido de que se trata.

 

--¿Habrá una especialidad de la casa?- es todo lo que puede decir entonces, sintiéndose algo torpe por interrumpir de aquel modo la conversación que existe entre las dos mujeres que conversan en la barra y que no le lleva mucho tiempo reconocer, a la compañía ha hecho una sutil venia de cortesía antes de acercarse.

 

@@Bodrik & @

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  • 3 semanas más tarde...

No paso más que un par de minutos antes de que la figura esbelta de la dueña del local se perfilara desde el interior hasta el mostrador y luego hacia donde estaba la rubia. --¡Hola Princesa!-- saludo correspondiendo al abrazo afectuoso de su nieta, amaba esos pequeños momentos en que ambas se encontraban aunque fuera para intercambiar saludos y abrazos. Ya no era una niña a la que podía acunar en su regazo, pero aun disfrutaba de mimarla en la medida de lo posible y de pasar tiempo con ella, era su niña, eso nunca cambiaria.

 

--Claro que vine, no pude pasarme antes, pero aquí estoy-- se puso el dedo índice en los labios pensando en que elegir para beber --¿Qué me recomiendas? Rico y dulce por supuesto-- contesto, pues no era muy conocedora de las bebidas árabes, pero cada cosa que había probado allí le había encantado, así que confiaría en la elección de Bodrik y también en lo mucho que la pelinegra podía llegar a adivinar los gustos de la rubia.

 

--Es un verdadero milagro haber coincidido, a veces pienso que un dia de estos te mudaras a San Mungo-- aunque fue dicho en tono de broma, el comentario también tenía un dejo oculto de reproche, si, la matriarca extrañaba esos días de recorridos por las tiendas juntas, el disfrutar de cuanto negocio nuevo habrían, ellas iban a probar el servicio y la novedad, eso hacia parte de sentirse mimada, pero desde hace mucho ambas estaban en otras cosas, y no era solo Bo, ella con dos pequeños en casa, también había descuidado un poco a la bruja frente a ella.

 

--Pero ya que estas, cuéntame ¿cómo va el negocio?-- antes de que la propietaria pudiera contestar los pasos de uno de los elfos se deslizaron frente a ella hacia una de las mesas más cercanas a la barra, allí un mago se encuentra sentado, pasaron varios minutos y un dejo de la voz chillona caracterista de aquellas criaturas la hizo voltearse a ver, Cye se le queda mirando, le parece que no es la primera vez que lo mira, o tal vez que está cerca de esa aura, sin embargo le pregunta a su nieta. --¿Le conoces? A mí me parece haberlo visto antes-- dijo mirando las orbes de la Lockhart en busca de algún gesto que delatara lo que sus labios iban a contestar.

 

--Creo que vas a tener que intervenir-- dijo basada en su experiencia como propietaria de negocios, a veces los clientes necesitaban el estimulo de los dueños, que parte de la pasión por lo que ofrecían se reflejara en una breve y cálida conversación.

 

@@Bodrik

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