● Ars & Vita ● (MM B: 94346)

[Adrian Wild]

- ¡Genial! -estaba emocionadísimo.

 

Tomé nuevamente a mi hermana del brazo y subí las escaleras de golpe, con ella detrás, exhausta. Le fui enseñando por encima las dos plantas. En la primera le expliqué la función de todas las salas que allí se encontraban, cada una pintada de un color para diferenciarlas. En la segunda, la llevé hasta mi despacho compartido con Cye, donde llevábamos a cabo la gestión de todo el negocio y recibíamos nuevo personal, así como alumnos.

 

- Espera, que le voy a dejar una nota a Cye.

 

Saqué un pergamino junto con un tintero y una pluma, y comencé a rasgar el amarillento papel, escribiendo la siguiente nota:

 

"Cye, ha venido Sagitas al local. Necesitamos lanzar nuestro negocio con algún espectáculo de inauguración, tenemos que hablar. Estoy en la azotea, Zona VIP.

 

Un beso,

tu eternamente agradecido cuñado"

 

- Así está bien -murmuré dejándolo sobre el escritorio, bien a la vista-. Bien, subamos a tomar algo.

 

Le hice una indicación a la pelivioleta, sonriente, para que me siguiera. Su cara me había negado anteriormente que rechazaría con todas sus fuerzas mi impulso a arrastrarla por todos lados, algo que me hizo tomar aquella y dejarla suelta. ¡Ni que fuera un animal! Reí ante mis pensamientos fugaces de imágenes en los que mi hermana tenía cuerpo de avestruz, o de mono.

 

Llegamos en menos que canta un gallo a la amplia azotea. No llovía, por lo que no necesitaba protegerla con ningún hechizo que creara una cúpula impermeable. Conduje a mi hermana hasta la barra donde Mark, uno de los elfos ayudantes, estaba predispuesto a atender a cualquiera que le pidiera un cóctel u otra cosa.

 

- ¡Hola Mark! -saludé al elfo con una amplia sonrisa-. Mira, me vas a servir un ron con limón y a ella... -dejé la frase suspendida en el aire para que mi hermana pidiera.

[Sagitas E. Potter Blue]

Mira que refiarme de mi hermano. ¡Por poco me saca un brazo con la actividad que registraba! Me arrastró hacia todas partes para enseñarme aquel edificio, ¡y era enoooorme! No me dio un respiro y me explicó tooooooodo de tooooooooodas las salas del lugar y yo acabé que no sabía si se me había escapado la cabeza y se me había escondido en algún baúl por algún lugar escondido.

 

Y a pesar de dejarle una nota a Cye, apenas me dejó descansar. Me apoyé en las rodillas y gemí:

 

-- Dile que... La echo ... de menos...

 

Pero nada, que ni un respiro me dio. Juro que le miré con cara de zapearle como no me dejara descansar, que seguro que fue por lo que me dijo que íbamos arriba a tomar algo. Suspiré. A eso sí que me apuntaba sin protestar.

 

-- A mí lo que sea que tenga algo de grosella, porque fresquita es lo que más me apetece.

 

Y me senté allá, esperando mi cocktail y con el aliento aún por los suelos. Hasta que no lo recobré no me atreví a rebuscar entre mis bolsillos.

 

-- Ay, Adrian, que tú eres más joven y corres como una gacela y yo como un hipopótamo...

 

Encontré lo que buscaba y se lo puse encima de la barra, mientras no nos traían las bebidas.

 

-- Toma. La primera que reparto, estate orgulloso, que aún nadie la ha visto. Es una invitación.

 

http://i711.photobucket.com/albums/ww117/Periodicomortis/SAGITAS/pergaminovioleta21-1.png

Editado 14 de Noviembre del 2011 por Sagitas Potter Blue

[Adrian Wild]

El elfo no tardó en llevarnos las bebidas pedidas a uno de los apartados de la zona VIP, donde nos habíamos sentado en unos sofás realmente cómodos alrededor de una pequeña mesita negra. Le di un sorbo a mi ron con limón y escuché el comentario de mi hermana.

 

- ¡Dirás que estás vieja! -exclamé-. Mana, aunque no te lo creas y que ya estés cascada por haber dado tantos trotes, eres también muy joven -dije con una risilla-. Es más... Soy más viejo yo, que tú. Muchísimo más.

 

Entonces, obervé el violáceo pergamino que sacó de su bolsillo entregándomelo. Lo abrí con curiosidad y leí su contenido. Reí ante una de las frases y luego, un brillo repentino apareció en mis ojos.

 

- ¡Es verdad tu cumpleaños! -la abracé-. Gracias por invitarme el primero... Conservaré el pergamino como si de un millón de galeones se tratase -me guardé en uno de mis bolsillos el rollo de papel-. Pero... ¿Cinco años? ¡Y luego dices que estás vieja!

 

Reí a carcajadas, atragantándome con mi propia saliva. ¡Qué mal se pasaba! Cuando me recobré tras las suaves palmaditas de mi hermana en la espalda y su risa incansable, le di un sorbo a mi bebida para que se me fuera la sequedad de garganta que se me había quedado.

 

- No te rías... -dije en tono infantil, como cuando se enfurruñan los críos.

[Sagitas E. Potter Blue]

-- ¡¡Tontorrón!! cumplo más de cinco años , pero coincide que hace cinco años que vine a Ottery a vivir, y me ha parecido muy romántico celebrar mejor los cinco años en el pueblo que no mis tropocientos mil años de edad, que eran demasiados.

 

Y me puse a reír, por la cifra exagerada que había dicho. Y también por la cara que se le había quedado a él por reírse y atragantarse.

 

-- Debes beber más despacio.

 

Y mientras le golpeaba la espalda para que se le pasara el mal rato. Después añadí:

 

-- Oye, seguramente me dará tiempo de pasar por la mansión de Cye para entregársela en mano, pero por si acaso, quédate con otra invitación y se la das cuando venga al negocio, porque últimamente no la veo mucho.

 

Di un sorbo al menjunje que me había traído el elfo. Estaba buenísimo.

 

-- Eres como un niño pequeño, Adrian. Adorable. A ver si te casas pronto y me dan sobrinitos que mimar. Yo sólo tengo al diablo de Ithilion pero nada, que ningún hermano me da hijos con los que juegue.-- Y de golpe, añadí: -- ¿Tienes novia?

[Adrian Wild]

- ¿Novia? -casi me volvía a atragantar-. Novia... -la imagen de Nathaly se me vino a la cabeza súbitamente-. No. Ya no.

 

El recuerdo de la bruja a la cual hacía mucho que no veía se me hizo amargo, pero no quería estropear el momento entristeciéndome, por lo que mostré una sonrisa y le di un nuevo y refrescante sorbo a mi ron con limón.

 

- Así que me parece, que vas a tener que esperar sentada los sobrinos -dije con una pena claramente irónica-. Ahora prefiero ser un "alma libre", por un tiempo, hasta volver a encontrar alguien con quien desee compartir mi vida.

 

Aquello era cierto. No quería volver a engancharme a un relación, pero no por miedo al compromiso en sí, sino por miedo a que no funcionase como había pasado aquella vez. Entonces miré a mi hermana con una sonrisa pícara.

 

- ¿Y tu mana? -le pregunté-. ¿Algún novio sin confesar?

 

Esperé su respuesta con otro trago a mi bebida. La cabeza empezó a molestarme. Miré el vaso reflexionando; no bebería más alcohol. Había perdido la costumbre de beber y parecía que me afectaba con más rapidez, y no quería acabar como una cuba delante de mi hermana; nunca me había agradado emborracharme y, echando cuentas, nunca lo había hecho. Conocía perfectamente mis límites y nunca los solía sobrepasar.

 

- Por cierto... ¿Y el pequeño demonio que tengo por sobrino? -pregunté de repente acordándome de Ithilion-. ¿Dónde está?

[Sagitas E. Potter Blue]

Torcí el gesto cuando dijo "Ya no". Eso significaba que una vez la había tenido y que yo me lo había perdido. ¿Por qué me pasaba tanto tiempo alejada de mi familia? No me enteraba de la mitad de los actos divertidos que no quería perderme.

 

--Pero yo no quiero esperar a los sobrinos -- protesté con mohín. -- ¿Por qué no me dais un sobrino que mal educar? Tengo muchos hermanos y todos sois unos sosos. No hace falta compartir nada. Ya me parece bien que quieras ser un alma libre, pero con hijos, leñe.

 

Y sonreí, para que supiera que, a pesar de mi protesta, le iba a respetar que hiciera lo que quisiera. Después negué con la cabeza.

 

-- ¿Novio? Imposible, hermanito. Es imposible. Ya no quiero a nadie a mi lado. Además, con Jack no puedo dar ni una oportunidad a nadie; en cuanto alguien se acerca, él lo espanta.

 

Me di cuenta que él no sabía quien era y sonreí con cierta picaresca, sin saciar su curiosidad.

 

-- Ese demonio de niño está ahora en la guardería, espero que aprendiendo a algo de sus maestras. ¿Sabes que abrí una guardería? No tenía donde dejar a mi hijo mientras trabajaba. Y es un placer alejarme de él un ratito.

 

Y volví a tomar algo de bebida.

[Adrian Wild]

- ¿Jack? -me sorprendí ante aquel nombre desconocido-. ¿Quién es Jack?

 

Dejé la pregunta en el aire, esperando alguna respuesta. Mientras tanto, para suavizar la espera, le di un gran sorbo a mi bebida, saboreándola con gusto. Sonreí mirando a mi hermana, curioso. Entonces, la imagen de mi sobrino Ithilion apareció frente a mí. ¡Menudo diablillo! Cada vez que me lo imaginaba estaba haciendo alguna trastada o alguna perrería a su madre. Le regañábamos mucho, pero en realidad le queríamos más aún.

 

En aquel momento me di cuenta de una cosa... No le conocía realmente. No pasaba el tiempo suficiente con mi familia, pues sino, sabría de sobra quien era aquel Jack del que hablaba mi hermana, y no estaría preguntando por mi sobrino con unas ganas voraces de verle. Aquello debía cambiar, pero... ¿Cómo? Ciertos asuntos muggles me ataban y no podía dejarlos pasar. Volví a darle un trago al ron con limón.

[Sagitas E. Potter Blue]

Sonreí. Había picado. Me había preguntado por Jack. Carraspeé, sin contestarle a su pregunta.

 

-- Oye, espero que ni tú ni Cye me dejéis en la estacada y vayáis a la fiesta de cumpleaños. Será una buena ocasión para estar un rato con vuestro sobrino. Espero que podáis encontrar un hueco en ... ese sitio... que frecuentáis y que vengáis a celebrar que tengo un año más.

 

Él también parecía haberse puesto pensativo. Como no sabía de Legeremancia, me quedó la duda de sobre lo que le pasaba por la cabeza.

 

-- No conoces a Jack. En realidad lo correcto es decir que no conociste a Jack. Fue mi primer marido. Bueno, mi único marido. Salía apenas de la adolescencia cuando me casé con él. Y tuve un hijo, Matt. Murió hace mucho tiempo. Pero ahora, debido a un acontecimiento extraño en la Potter Black, apareció su fantasma, y ahora está en la mansión, conviviendo con su hijo.

 

Sonreí ante la cara que ponía.

 

-- Es una larga historia. Pero es lo que te decía, no deja que se acerque nadie y... ¡Qué quieres que te diga! Como muerto intenta subsanar muchos de sus errores y es un fantasma muy educado.

 

Seguí bebiendo en silencio, recordando la sonrisa de Jack.

[Adrian Wild]

- Mana, yo por mi parte no faltaré y seguramente Cye tampoco. Sino, la llevaré de los pelos.

 

Reí soltando una carcajada bastante corta, pues presté toda mi atención cuando me explicó quién era aqul tal Jack al que yo no conocía... ¡Un ex-novio de mi hermana! Vaya... Eso si me pilló de sorpresa. No conocía casi el pasado de la pelivioleta, y ahora, después de aquello, tenía unas ganas inmensas de saberlo todo, pero no era el momento para que me contara su biografía, por lo que me limité a quedarme con la boca abierta.

 

- Uy, pues si se puede ver me gustaría conocerle, aunque sea en ectoplasma -dije con un tono cómico que todavía conservaba-. Pero eso de que no deje que se te acerque nadie...

 

Repetí la acción de mi hermana, dándole un trago a mi ron con limón, viendo cómo quedaba muy poco del líquido en el vaso el cual hacía unos minutos estaba lleno. Toqué tres veces en la mesita y el elfo que anteriormente nos había atendido, Mark, apareció a mi lado.

 

- Ponme otro, y si ella quiere más, también -antes de que se fuera, le paré-. Trae algo de picar. Aceitunas, a ser posible. Gracias -le dediqué una amable sonrisa.

 

Giré la cabeza hasta toparme con los ojos de mi hermana. No sabía si a ella le gustaban aquellos frutos típicos de mi tierra natal, a la que tanto viajaba últimamente.

 

- Perdóname si no te gustan o si las desconoces, pero si es la segunda opción, pruébalas, te gustarán. En mi tierra natal se suelen servir de aperitivo.

[Reena Vladimir]

Si esperaba encontrar algo en aquel moderno local no sabía que era, entré por pura curiosidad al acercarme a la puerta de cristal y ésta abrirse.

 

Le eché un vistazo desde la puerta, sin dejar que se cerrara, moviéndome a cada poco para que no se cerrara por error y me atrapara en medio. No parecía moverse nada allí dentro. Eso me preocupaba, no parecía que hubiera nadie.

 

-¿Hola? ¿Hay alguien por aquí?

 

Una escuela de teatro o lo que verdaderamente fuera, no podía estar así, aunque tal vez es que llegaba yo fuera del horario y estaban todos en sus respectivas clases de interpretación. Nunca se sabía en aquel tipo de locales, que ni el cartel de los horarios tenían a la vista...