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● Ars & Vita ● (MM B: 94346)


Adrian Wild
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Buenos días director, es un placer..

 

Saluda inclinándose un poco, una reverencia muy sutil que Daniel acostumbraba como saludo, aquella persona se veía casi de su edad por lo que se sorprende un poco que fuese el director de una escuela. El vampiro acostumbraba a recibir clases de profesores de mucha más edad en sus tiempos, en aquellos cuando aún era humano y estaba lejos de imaginar que algún día terminaría siendo lo que era.

 

Y le han informado bien, Señor. Me interesa continuar mis estudios musicales en donde me quedé, tal como lo escribí en mi ficha soy violinista..

 

Permanece atento a las respuestas de Adrian, notaba como le observaba, le evaluaba y Daniel sonríe mirando a otra dirección. Luego vuelve a verle cuando comienza el análisis de la ficha que acababa de llenar y éste, al escuchar la frase que él mismo había escrito como "problema de salud", se pasa la mano por el cabello con un poco de ansiedad. Desconocía si el director creería en semejante mentira, pero esperaba que no hubiese problema en caso de que no.

 

¿Me hace falta poner otra cosa? Puedo hacerlo sin ningún problema lo más pronto posible, ya que de verdad me interesa.

 

Finaliza mientras observa nuevamente a Adrian, segundos después de prestar atención a la ficha que sostenía en sus manos.

 

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OFF ROL: Muchas gracias y el gusto es mío ^^

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  • 3 semanas más tarde...

Observaba con interés al muchacho, sosteniendo todavía el pergamino abierto entre mis manos. Su extremada formalidad denotaba su pertenencia a otra época. Se había criado, como yo, en otros tiempos en los que las costumbres eran muy diferentes. Sin embargo, mientras que yo me hallaba como pez en el agua sumándome a nuevas corrientes y adaptándome a las novedades, él parecía hallarse cómodo nadando en el pasado que yo luchaba por alejar de mí, de forma casi inconsciente.

 

Revisé de nuevo la información del papel y sentí los vivos ojos de Bolinda tras el mostrador. Sabía perfectamente sin tener que desviar mi mirada hacia dónde dirigía la elfina la suya. Tenía sus grandes esferas brillantes clavadas en el violín que guardaba la funda colgada a la espalda de mi interlocutor.

 

- Está todo correcto --dije entonces, marcando el pergamino con mi varita con un claro "ACEPTADO". Lo enrollé y se lo di a la elfina--. Guarda esto en el archivo antes de que se te salgan los ojos de las órbitas.

 

La elfina tomó el pergamino y desapareció tras la puerta que había detrás del mostrador.

 

- Ella es la encargada de las clases de música --le expliqué a atónito vampiro--, y su especialidad es el violín. Yo quizá os pueda acompañar con el piano, pero mi especialidad es el teatro.

 

Bolinda regresó justo antes de que hubiera terminado mi frase, y seguía mostrando su ansiedad por ver el violín que contenía aquella funda.

 

- Creo que hasta que no le muestres el instrumento no va a parar... --le comenté a Daniel con una leve mirada de reproche a la elfina de la que ni siquiera se percató--. Pero no lo saques aquí, vayamos al aula de música, así te enseño la planta de la escuela primero y empiezas a concerte todo ésto --terminé aquella frase con una mirada en redondo a todo el espacio y un gesto de mi cabeza que la acompañaba. Entonces le hablé de nuevo a la elfina, entusiasmada--: Diriges tú, Bolinda.

 

Con un alegre saltito salió de detrás del mostrador e hizo un gesto con la mano para que la siguiéramos por las escaleras. Su andar era melodioso, rítmico. Incluso había momentos en que la emoción la hacía incapaz de reprimir algunos saltitos que incluía elegantemente en el trote de su paso.

 

Íbamos directos a la sala que había detrás de la puerta verde de la segunda planta.

 

 

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✤ Viajero de la noche ✤

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  • 5 meses más tarde...

La verdad es que sentía una infinita sensación de culpa, aunque en un comienzo de todo aquello se había refugiado en los pergaminos de Cooperación Mágica Internacional, la verdad es que se había quedado varada en el tiempo hasta ahí. Eobard y Adrian habían salido de la dependencia y ella lo había visto sin mover un solo dedo.

 

 

Decidió tomar al venado por los cuernos y averiguar por sí misma, ¿qué había pasado con su antiguo compañero? Aunque claro, no lo había hecho tan de primera mano, usó un poco su jerarquía para poner a Near a trabajar en ello, y con rapidez descubrió que Adrian era dueño de un local casi al final del Callejón Diagon.

 

Y ese era el motivo por el cuál Maida se encontraba frente a la extraña fachada blanca.

 

El tema era que su infinita culpa la tenía alisando pliegues imaginarios en aquella túnica turquesa, indecisa de cómo comenzar la conversación. Si, habitualmente la valentía era algo intermitente en la Yaxley. Ni siquiera recordaba si había terminado de disculparse por enviarlo a África.

 

 

- ¡Maida, espera! -y casi se tuerce el cuello al sentir la voz de su primo.

 

- Te juro que un día de estos alguno me mata con gritos así -respondió la bruja luego de frenar en seco y cruzar los brazos- ¿Pasó algo en la oficina? ¿tus papis se pusieron románticos?

 

 

Lo segundo era poco probable, Gatiux y Orión eran bastante reservados en público, pero gastarle una broma a Near, nunca quedaba fuera de la ocasión. Era como si el B-Team le hiciera querer recuperar la infancia alejada que tenían los primo-hermanos. Al menos de su lado. Aprovechó la interrupción para atarse el cabello en una cola, mientras él terminaba de llegar a la entrada del negocio.

 

@@Adrian Wild @@Near @Orión Yaxley

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No hacia mucho que habia llegado al Departamento de Cooperación Mágica internacional y mi prima ya se había encargado de mandonearme. De todas formas acepté de buena gana, si algo me gustaba de mi trabajo eran las investigaciones a negocios. Éstas solían terminar desenrollando algo mucho más grande cada vez que un rumor nos llevaba a una prueba. Sin contar la cantidad de cosas que los dueños podían ofrecer cuando no querian que mis reportes fueran completamente verídicos.

 

Al llegar al lugar no me costo nada reconocer el tipo de actividades que se llevaban acabo alí. Shows de todo tipo arte, circo, actuaciòn, musica. Me llevè ambas manos hacia las sienes, si era lo que yo esperaba, la mayor parte de los artistas serian inmigrantes y mas de uno estaría "flojo de papeles". "Lo menos costoso siempre tiene algún sello faltante" pensé mientras refregaba mis manos.

 

Una breve charla con algunas personas que entraban y saían habian sido mas que sificentes para asegurarme de que los artistas definitivamente no eran locales.

 

Maida apareció justo cuando decidía desaparecer rumbo al departamento. La bambina parecía poder sentir cada vez que tenía algo interesante para contarle.

 

- ¡Maida espera! - mi prima se frenó en seco ¿la había asustado? Su comentario burlón no se hizo esperar.

 

- Creeme, ya habría renunciado si presenciara una cosa asi en la oficina - reí con ella - No, en realidad venia a avisarte algo sobre este local. Lo investigué como pediste y muchos de los artistas no coinciden con ninguno de los inmigrantes registrados.

 

Extrañado observé el cambio en la expresión de la Yaxley. Estaba conflictuada de alguna manera. Tenía algo que ver con algunos de los dueños? Me habría mandado a revisar ese local por eso?

 

- Oye, si quieres puedo continuar el caso solo, no hace falta que...- me frené en seco cuando me miró. Parecía algo mas decidida que antes.

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Créeme, ya habría renunciado si presenciara una cosa así en la oficina —se rieron juntos, la menos unos instantes, luego él pareció retomar la seriedad en el rostro y señaló el local dónde estaba por ingresar— No, en realidad venia a avisarte algo sobre este local. Lo investigué como pediste y muchos de los artistas no coinciden con ninguno de los inmigrantes registrados.

 

Le tomó unos minutos a Maida procesar la información de su primo. ¿Adrian con trabajadores ilegales? A lo mejor, ahí estaba la razón por la que había dejado el Departamento. ¿Qué tan verídica era la información que tenía Near? Se mordió el labio inferior y casi cuando estaba por sopesar las razones de confianza, sacudió la cabeza. ¿Qué estaba pensando? ¡Claro que la información era fidedigna! Alzó el rostro hacia el local un par de minutos y no lo bajó hasta que volvió a oír al Yaxley.

 

— Claro que no, es sólo que me toma por sorpresa —se encogió de hombros—, el dueño del local es un antiguo empleado del Departamento, él mejor que nadie sabe las reglas sobre inmigrantes. ¿Sabes si tiene socios en el local? A lo mejor el error es de alguno de ellos.

 

 

Francamente, era la solución más probable que encontraba. Quizá el papeleo se lo dejó a una de sus socias y bueno, esta se había equivocado a lo grande. Podía pasar. Ingresó al vestíbulo mientras rebuscaba en los pliegues de la túnica su insignia ministerial, la visita de aquella tarde se había transformado rápidamente en trabajo. Dio una última mirada a su primo, lo de ser la figura de autoridad nunca se le había dado, pero en casos como este, ¿qué otra opción tenía?

 

Dio dos palmos sobre la madera.

 

Buenas tardes, ¿se encuentra el Señor Wild? —preguntó entonces al dependiente— Maida y Near Yaxley, del Departamento de Cooperación Mágica Internacional, necesitamos conversar un momento con él.

 

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- Por favor, Irina, quedan diez minutos para que empiece el ensayo general... No me hagas esto.

 

La nívea mujer se negaba a bajar a prepararse. Le había susurrado aquella frase en un imperfecto ruso, pero ella me miraba desafiante, comprendiendo cada una de mis palabras. No había usado el tono dulce que acostumbraba, necesitaba que entrara en razón y mi paciencia tenía un límite; y ese límite cada vez era menor y más en aquellos días.

 

- Irina, no te puedo pagar más que a los demás, el contrato estaba claro.

 

Hacía apenas una hora que todos los integrantes de la compañía circense (casi todos rusos, aunque contaban con la presencia de un maestro de ceremonias galés y un malabarista italiano) habían recibido la primera parte del pago acordado por el tiempo que iban a realizar las funciones de su espectáculo мадам ("Señora") en mi teatro. Era el primer espectáculo que se realizaba en la sala "Le Jongleur" que hacía apenas unos meses se había añadido al complejo artístico. La bruja, una de las mejores trapecistas del mundo mágico y pieza fundamental de la obra, había venido nada más obtener el recibo del pago a mi despacho a medio vestir para el ensayo general y se había puesto como una furia.

 

- Si tienes algún problema con el contrato habla con Nikolay, pero Sagitas me aseguró que no iba a haber ningún conflicto.

 

¿Que por qué aparecía el nombre de la payasa en esta situación? Pues porque siempre estaba implicada en todo lo que acontecía en el mundo mágico en menor o mayor forma. Había sido ella la que me había recomendado a la compañía rusa y me había puesto en contacto con ellos; cosas de las relaciones internacionales circenses. Me había prometido un espectáculo sin parangón y, tras ver el dossier y los archivos fotográficos que Nikolay, el productor y director de la compañía, me había pasado, no tuve ninguna duda: мадам iba a ser el primer espectáculo en pisar la nueva sala. El trámite había sido rápido. Ellos iban a iniciar la gira a mediados de año, así que les propuse hacer un par de sesiones a la semana durante tres meses en mi sala para ver la repercusión que tenían antes de aventurarse y, para mi sorpresa, accedieron sin miramientos. Es cierto que era algo extraño esa falta de reticencias, pero lo había achacado a que no se trataba de una compañía muy conocida y querían ponerse cuanto antes en movimiento.

 

Y ahora, tras una agradable negociación sobre alquileres, pagos y nóminas, aquella mujer reclamaba de morros nada menos que mil galeones de más por ser la figura indispensable del espectáculo.

 

- Está bien, llamaremos a Nikolay y veremos qué le parece que el ensayo general se retrase porque su apreciadísima cabeza de cartel se ha puesto... burra --no sabía como decir "quisquillosa" en ruso, y aquella fue la palabra más cercana que se me ocurrió para expresar lo que quería.

 

La cara de la mujer no mejoró. Mi intento de tocar su pérdida de la alta estima en la que la tenía el director no había funcionado. Se sentó en una de las sillas a esperar, obstinada en conseguir el aumento de salario. Justo iba a ssalir del despacho cuando, al abrir la puerta, Bolinda apareció en el pasillo.

 

- Señor Wild, hay dos empleados del departamento de Cooperación Mágica Internacional que quieren hablar con usted.

 

Aquello me extrañó. Hacía apenas una semana que había abandonado mi puesto en el departamento por embarcarme a fondo en el levantamiento del negocio al tener la oportunidad que me ofrecía esta nueva compañía circense, pero no esperaba que mis antiguos compañeros me fueran a visitar tan pronto. Es verdad que casi no había notificado de mi salida debido al cúmulo de trabajo con el que me había topado de pronto y a mi motivación por llenar el Ars & Vita de actividades que le dieran el caché que se merecía, y quizá eran Maida y Orión que venían a tirarme de las orejas por no haberles avisado convenientemente.

 

- Pues qué oportunos --murmuré mirando el reloj de pulsera que llevaba puesto desde principios de semana para poder controlar fácilmente el tiempo--, ya bajo --le informé a la elfina que desapareció con un chasquido, dispuesta a informar a los empleados ministeriales de mi llegada. Me giré entonces hacia la rusa y dije--: Al menos podrías ir al camerino a terminar de prepararte --se lo dije con un tono seco, mirando su ojo izquierdo sin maquillar, y sin esperar respuesta, giré sobre mis talones y caminé hacia los ascensores.

 

Una vez en el vestíbulo divisé el mostrador de recepción. El espacio estaba casi vacío, todos estaban preparando el ensayo general en la sala. De vez en cuando salía alguien de ella y se escuchaban las voces que se colaban entre las puertas que se abrían y cerraban. Justo frente al mostrador, estaban Maida y... Uy, ese no era Orión.

 

- ¡Buenos días! --saludé con animosidad ocultando mi crispamiento y nerviosismo interno--. ¿Qué tal Maida? Siento haberme ido así, he tenido mucho jaleo por aquí y... --sabía que no había excusa posible, así que no finalicé la frase. Miré al otro empleado y le tendí la mano--: Adrián Wild, propietario de esta locura, encantado.

 

Me di cuenta de su mirada desconfiada. El ambiente era extraño y no entendía por qué. ¿Acaso ocurría algo? ¿Por qué venía con otro empleado ministerial?

 

- ¿Y a qué se debe la visita? --pregunté casi con urgencia, pues vi salir a Nikolay de la sala "Le Jongleur".

 

 

 

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Editado por Adrian Wild

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Si algo me molesta es enterarme de algo por terceras personas. Había estado ocupada (¿cuándo no lo estaba?) y me habían dicho que mi hermano Adrian había vuelto al pueblo. Era una gran noticia, por supuesto, puesto que en poco tiempo habían regresado dos hermanos. La diferencia estaba en que Hayame había vuelto y había venido a molestarme verme al instante a la mansión Potter Black. Sin embargo, Adrian no, no sabía donde había podido estar viviendo estos días que llevaba en el pueblo.

 

Y un Potter Black no duerme en la calle.

 

(Ni duerme en otro sitio sin pelearse con la matriarca, se iba a enterar...)

 

Habíamos hablado hacía tiempo de gente para un espectácul0 suyo en el negocio pero el muy mal mano ni me había devuelto mis favores comerciales y ahora regresaba y abría su negocio con una función próxima y ni una mala invitación me mandaba...

 

Así que disfracé mi mal humor con una petición de visita desinteresada a un hermano que había vuelto al pueblo, aunque creo que mi hermana Hayame me conocía demasiado para entender que había mucho enfado en mi bandejita de galletas de canela con chispitas de chocolate que llevaba para tal momento en las manos. Sí, mis pantalones tejanos y mis zapatitos de tacón bajo me hacían parecer una colegiala con aquellas galletitas envueltan en papel trasparente, junto a la blusa blanca con un chaleco azul como los pantalones. La imagen era la de una visita informal pero... ya veríamos...

 

-- Venga, Hayame, no te distraigas con otros escaparates, que buscamos el "Ars Vita" de Adrian.

 

Mis pasos eran largos y decididos, demasiado sonoros en la acera de Diagon. Demonios... No recordaba que estuviera tan lejos.

 

-- ¿Quieres darte prisa?

 

Paré en seco al ver la fachada del negocio de mi hermano. Había gente cerca, observándolo. Fruncí el ceño. No sabía quienes eran ni lo que querían pero una cosa es clara... Adrian era mío. Si había que matarlo por su falta con la PB, lo haría yo y no dejaría que otros lo hicieran antes. Me puse de puntillas y los vi entrar. Les seguí, despacito, intentando que no me vieran. Allá, en la puerta, observé que preguntaban por él. Esperé y contemplé los folletos, esperando que no se me notara aún en el vestíbulo y que Hayame entrara. No quería quedar en mal lugar aunque... casi se me olvidaba el enfado para averiguar quienes eran esos dos funcionarios.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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-Y quién se distrae con nada?

La chica en aquellos momentos llevaba una manzana cubierta de caramelo en la mano y la mordía distraídamente viendo todos los alrededores del callejón con un gesto de cordial interés, incluso moviendo la cabeza en cuanto observaba una luz brillante que comenzaba a encenderse por la oscuridad que empezaba a abrazarlo todo

Benditas noches que llenaban de magia y de luces los escaparates de los negocios aunque también eso significaba que los sitios as agradables iban cerrando, como las heladerías o las tiendas de videojuegos y figurillas muggles coleccionables: era una gran fan de las cosas venidas de oriente por lo que el hecho de andar por ahí sin poderse comprar cosas la había gruñir

Pero al menos se había hecho de la manzana y un montón de golosinas más para morder mientras que llegaban a donde su hermana le había indicado

-No veo porqué estás tan molesta... es solo Adrián que seguro por andar de coqueto, quiere esconderte el noviazgo, no sea que vayas a... ya sabes...

A pesar de que sus párpados cubrían la mitad de sus ojos, movió varias veces las cejas haciendo referencia a Matt y a Heliké

Y de ahí, dió un rápido vistazo a las ropas de su hermana mientras que su propia capa hacía un fru-fru al agitarse con el movimiento de su cuerpo; no comprendía esas modas raras de vestirse similar a los muggles aunque ella tenía una que otra prenda que le quedaban similares pero no solía utilizar demasiado

-Y esa moda? me recuerda a la de los años... sesenta? setenta?- comentó dando una nueva mordida a su manzana- vas a envenenar a nuestro hermano? porque si es así, ya se donde podemos esconder su cadaver, esta libre mi ataud en la cripta del Confesionario- se encogió de hombros con suavidad

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Hayame no tardó en llegar y juntarse a mi lado, semiescondidos para que no nos vieran las otras personas que estaban en el vestíbulo del negocio. La miré de reojo y maldije porque aún comía aquella manzanita caramelada.

 

-- Shhh, no chilles... -- La miré un momento antes de volver la vista hacia aquellos tres que hablaban de forma entretenida. -- ¿En serio que Adrian tendrá novia? Espero que no.

 

¿En serio me molestaba eso? ¿Y a mí qué más me daba? En fin, que aquello tenía la pinta de convertirse en otro affaire como el de Matt y Heliké. Le hice una seña para que se escondiera mejor y no le vieran si es que dirigían la mirada hacia nosotros, escondidas tras aquel mostrador de folletos de las futuras funciones. La miré de nuevo, ojeando sus ropajes.

 

-- ¿Qué le pasa a mis tejanos? Son cómodos. ¿Por qué vas tú tan escotada? Se te ve la barriga y las embarazadas se tapan algo más, ¿sabes?

 

Gruñí. Por un momento pensé que Adrian nos había visto así que me agaché de nuevo, casi a gatas y volví a sisear a Hayame.

 

-- Shhh, que nos oye. Vale... Si lo tengo que matar, lo guardo en tu ataúd hasta que se me pase el enfado, ¿vale?

 

Bufé. No podía matarlo delante de los funcionarios, además que tenía curiosidad por ver qué tal le iba con aquellos artistas que le había aconsejado en su momento. Después de matarle por no dar señales de vida, claro.

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Maida volvió a centrarse, Ya había visto ese tipo de reacción antes, algunas cosas podían descolocarla pero siempre volvía al asunto en cuanto lo asimilaba. Con los brazos cruzados, hice sonar algunos de mis dedos, presionándolos con el pulgar.

 

- Bien, entonces esto puede ser mucho más difícil - Estaba acostumbrado a este tipo de situaciones, pero en otro ambiente. - Si conoce las reglas, muy probablemente conozca la mejor forma de violarlas.

 

No conocía al propietario del negocio, aunque Maida parecía algo consternada aun, por lo que no me preocupaba formular aquel tipo de insinuaciones. Tal vez por eso mi prima me había enviado a investigar el lugar, podría ver el asunto de una formas mas objetiva.

 

- No, es el único propietario según los registros públicos - llevaba una pequeña libreta con anotaciones en la primera página que cambiaban según lo que necesitaba leer. Entramos decididos, aun miraba mi libreta por si encontraba alguna información útil entre mis anotaciones que me hubiese olvidado de mencionar.

 

Wild Tardó un poco en aparecer. Ver a mi prima en su papel de Jefa era algo inusual, salvo cuando estaba dándome ordenes, lo que siempre me había parecido divertido. Me había limitado a permanecer con los brazos cruzados dos pasos detrás de la Yaxley, aquello cambió cuando Adrian me tendió la mano.

 

Me acerqué para saludarlo y sostuve el apretón con mas firmeza de la necesaria.

 

- Señor Wild - Asentí - Elliot Yaxley, aunque puede llamarme Near.

 

Solté al mago y sin retroceder volví a sacar la libreta. No estaba seguro sobre dejar que Maida abordara el tema, necesitaba ser un poco más directo.

 

-Tenemos entendido que trabaja con artistas de diversas nacionalidades - recorrí el lugar con la mirada - Pero, estos nombres, no aparecen en nuestros registros y ciertamente no suenan ingleses. ¿Le molestaría si hablásemos con estos artistas?

 

Arranqué la segunda pagina de mi libreta y le tendí una lista con varios nombres en ella. Un ruido me alertó, giré de golpe pero solo alcance a ver un par de folletos caerse del mostrador. No había nada allí.

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