El Hipogrifo Asustado (MM B: 105757)

[Matt Blackner]

Reí levemente y le saqué la lengua también a Jesse.

 

- Te estoy diciendo qeu no la he visto! - exclamé divertido - Entonces encuentrala tu hermanita

 

Empezó a buscar algo, no sabía que, mientras yo jugaba con el niño, haciéndolo reir

- Claro, yo lo cuido, tu vete tranquila - le dije, intentado coger bien a Argentus. Aun era torpe para eso pues no solía tenerlo en brazos muy a menudo

 

Al poco me tendió un biberón. Lo miré extrañado. Que pretendía que hiciera con eso? Vi como se sentaba a mirarnos en una mecedora, mientras yo le acercaba aquel trasto a Ithilion. EL crio sabía desdeluego como usarlo, porque me agarró las manos y comenzó a beberselo, tan contento.

 

Reí levemente, esa sensación era muy extraña, nunca lo había hecho.

 

- Pues alli no la he visto

 

Y en ese instante escuchamos como gritaba. Quise ir tras ella, pero nos ordenaba que lleváramos a los niños a la sala de juegos, qeu estaba metida al fondo de la guardería.

 

Jesse me llevó a empujones, ella delante pues yo cargaba al niño, y una vez alli, me dejó solo con ellos para poner toallas. UIna vez volvió, le pasé a Argentus.

 

- Voy a por mamá - le dije, dejándola alli.

 

Fenrir se unió a mi en cuanto salí de la sala. Corrió a mi lado, pero al llegar a una esquina, se había colado una especie de niebla extrañamente oscura y espesa, con forma de garras.

 

- Que demonios? - mascullé mientras me apartaba a toda prisa, aquello me lanzaba golpes y los esquivaba.

 

Fenrir se interpuso, gruñendo, y al instante esa niebla retrocedió, evaporándose de alli. taponé la ventana y miré a Fenrir, sorprendido. La había repelido. Su pelajé estaba aun erizado, pero me di cuenta de que ese brillo azul intenso que emitía por als noches, tan normal para mi, ahora era mucho más intenso.

 

- Bien hecho Fenrir - le felicité, y seguimos corriendo, hasta qeu llegué hasta Sagitas

 

- Mamá! - exclamé. Fenrir se situó frente a nosotros, atentó. - Que demonios es esto? - pregunté - Debemos ir a la sala de juegos, venga! - y al querer cogerle la mano, vi las marcas grises - Que son?

[Jessie Black Lestrange]

Matt me paso a Argi con todo y mamila diciendo que iría por mamá, estaba loco o ¿que?

 

-¡Matt no...!- grite tratando de evitar que se fuera de donde estábamos.

 

Cerré la puerta en cuanto Matt salió del cuarto, tomé a ambos niños en brazos, no le soltaría. Andaba de un lado a otro, esperando el momento en que mamá y Matt regresaran, pero algo no estaba bien.

 

Una espesa niebla se filtraba por debajo de la puerta del salón. Me aleje lo más que pude de la puerta sujetando a los niños y dándome la vuelta para protegerlos.

 

-No les harás nada- grite a la niebla asustada- aléjate, vete... aquí no hay nada que sea tuyo

 

Me encorve para cubrir a los niños con mi cuerpo mientras la niebla se nos acercaba lentamente. Deje que parte de mi magia los protegiera, cubriéndoles con una especie de brillo dorado para que no les pasase nada.

 

Sentía como poco a poco se me acercaba y no aguante más, grite, grite aterrada al sentir el frio que esta despedía.

 

-Matt- estaba aterrada y tenía que proteger a los chicos-¡mamá ayuda!.

 

Tome a la niña por el brazo y la subí a una de las sillas del salón y yo me subí a otra con Argi en brazos, tratando de huir lo más posible de esa extraña niebla.

[Sagitas E. Potter Blue]

No sé cuánto tiempo estuve allá en el suelo, arrodillada, tal como había caído cuando la niebla se alejó, intentando recuperar el aliento. No era un buen momento aún para entrar con los niños. Aunque éstos se divertían con cualquier cosa y enseguida se les olvidaba todo, prefería recuperarse antes el ritmo cardíaco. No podía negar que me había asustado aquella niebla.

 

Pero sólo era Halloween. A veces pasaban cosas extrañas ese día.

 

Se levantó por fin y fui a la cocina. Abrí el grifo e intenté lavarme la mano. Por algún motivo la tenía hinchada y el frescor del agua no hizo mella. Sólo se veían dos líneas grises en el dorso de la mano, casi como una raya de bolígrafo, pero notaba la mano entumecida. Me miré al espejo y noté que tenía los ojos vidriosos.

 

-- Lo que me faltaba, que me entrara alergia o algo así.

 

Me refresque la cara y sonreí. Mi imagen reflejada me sonrió de forma aceptable, con lo que dejé el lugar y me fui a buscar a Matt y a Jesse.

 

-- vamos, chicos, ya pasó todo. Podéis salir -- y palmeé un poco, notando que la mano seguía sin responderme.

[Jessie Black Lestrange]

La niebla se alejaba lentamente, apartándose de nosotros. Solté un suspiro al verla irse pero pegue un grito cuando escuche a mi madre hablarme, aun no me pasaba el susto del todo.

 

-Tranquilo Argi, no pasa nada- lo mesí en mis brazos para tratar de calmarlo, pues mi grito lo había asustado.

 

Tomé a la otra nena de la mano y la baje de la silla con delicadeza y luego baje yo con Argentus entre mis manos. Estábamos a salvo, mamá entraba al cuarto, pero Matt no venía con ella.

 

-Mamá... Matt fue tras de ti ¿donde esta?- le pregunte al acercarme a ella con la nena tomada de la mano y a Argentus recostado en mi brazo izquierdo.

 

Vi con asombro la mano de mi madre, eso no era normal. Solté a la pequeña y tomé su mano.

 

-Quieres que...- sujete su mano herida con delicadeza- si quieres yo puedo...

[Matt Blackner]

Jesse me había intentado detener, pero me había marchado igual. No iba a dejar que vagabundeara sola por los pasillos de la guardería, con esa extraña niebla rondando.

 

Para esas cosas ya estaba yo.

 

Había creido ver a mamá, pero al correr hacia alli, solo había visto niebla.

- Una ilusión. Que raro

 

Y me dediqué a buscar por el edificio, no solo a mamá, sino también para asegurarme de que la niebla había desaparecido y no teníamos más peligro.

 

- Por favor, recoged todos los trapos y abrid las ventanas. - les dije, una vez me había asegurado de que todo estab despejado.

 

Al fondo oí a mamá llamarnos y decirnos que estaba todo bien, que no había peligro y podíamos salir. Pero ahora yo no me fiaba. Y si la niebla volvía a jugar una mala pasada?

 

Me acerqué con cuidado hasta alli, y vi a Jesse tomando de la mano a mamá. Algo decían, pero no sabía que. Tambpooco me fijaba, asi que cogí mi varita y salí de mi escondrijo.

 

- Ni un movimiento - mascullé. - Como estoy seguro de que sois de verdad? - pregunté apuntándolas

[Mentita]

- Ama, ¿está segura?

 

Chuck formulaba aquella pregunta cada dos segundos. No le gustaba nada la idea de que su ama quisiera poner en una guardería al niño, pero tampoco podía reclamar tanto si no quería recibir un ejemplar castigo por su atrevimiento. Su ama ya le había amenazado con hacerlo, y él no se arriesgaría, demasiado. Sin embargo, eso no significaba que no trataría de hacer entrar a su ama en la, lo que él creía, razón.

 

Candela estaba hastiada de las constantes quejas de su elfo, se estaba arrepintiendo de haber consentido a que la acompañase, pero era lo menos que podía hacer debido a la enorme gratitud que sentía por él y Trivet, que eran quienes habían estado cuidando de su hijo durante tanto tiempo.

 

- Ama, Trivet -persistió el elfo y pronunció aquel nombre con un deje de amargura, pues no terminaba de caerle del todo bien.- y yo podemos continuar cuidando al pequeño amo. Aquí... -observó con asco la puerta frente a la que Candela se detuvo.- no parece lugar para el amo bebé -y se frotó las manos como si estuviese planeando la destrucción del local.

 

- Limítate a cumplir lo que se te ordena, Chuck, o tu temporada de paz habrá finalizado apenas salgamos de aquí -le espetó la bruja fulminándolo con la mirada.

 

Chuck se encogió y asintió ante las palabras de su ama, frunció sus labios y las aletas de su larga nariz se ensancharon. A pesar de guardar silencio, en sus ojos aún existía el reproche.

 

- Espera -lo detuvo Candela tomándolo de un hombro cuando el elfo se disponía a entrar.

 

La Triviani recorrió el lugar con la mirada, suspiró y, entonces, entraron juntos.

 

- ¿Hola? -llamó Candela y se quedó de pie en la entrada, a la espera de ser atendida. Chuck se ocultaba detrás de ella y sólo asomaba la cabeza con los ojos entornados.

[Sagitas E. Potter Blue]

-- ¡Oohh!

 

No me había dado cuenta de la herida hasta que Jesse me lo hizo ver. Bueno, quiero decir que sí la había visto y la había intentado refrescar bajo el grifo. Pero después fui a ver a los chicos y se me había olvidado por completo.

 

-- Sí, hija. No sé... cómo me lo hice.

 

Otra mentira; sabía perfectamente cómo había sucedido, pero no le iba a decir en voz alta todos mis miedos. Jesse iba a odiarme por todo lo que le escondía.

 

-- ¿Cómo que vino a buscarme?

 

Me entró el pánico de nuevo. ¿Y si la niebla le había atrapado? ¿Y si me pedía un hijo por otro? ¿Y si...? Creo que palidecí, pero no , no, me estaba obsesionando. No era más que niebla. Fue entonces cuando Matt apareció, con el semblante sombrío y con la varita en alto.

 

-- ¿Cómo que si somos de verdad? Pero... ¡hijo...!

 

No entendía nada pero estaba segura que Matt no nos iba a dejar en paz. Algo le había hecho dudar de nosotras.

 

--¿Por qué crees que no somos nosotras? ¿Ha... ha pasado algo?

 

Y volví a palidecer. ¿Sería cierto que la niebla había venido a llevarse a mis hijos? Pero negué de nuevo, con un rápido movimiento de cabeza.

 

-- Pues claro que somos nosotras, hijo. De carne y hueso y, ¡ay! con herida incluida.

 

Sentimos la puerta. Alguien entraba y saludaba. Liberó su mano de la de Jesse y les señaló a los dos.

 

-- La vida continúa. Ir con los niños, que los elfos cuiden de las mascota y que Fenrir... Dale un beso de mi parte; hoy se ha portado como un héroe.

 

Y fui a recibir a la visita. Cuando llegué a la entrada, sonreí a la visita. Era ... ¿La conocía? ¿Por qué estaba segura de que la había visto antes?

 

-- Hola, bienvenida a la Guardería El Hipogrifo Asustado. Soy Sagitas Potter Blue. ¿En qué puedo ayudarla? Si le parece bien, le acompaño a mi despacho para hablar cómodamente.

 

Y le señalé el habitácule de la derecha, donde estaba mi despacho de directora.

 

 

 

 

OFF.-

 

¿Cómo es posible que haya ignorado un posteo de Matt? Me he dado cuenta al releer. Lo siento, estos días he ido muy de bólido de un lado a otro; gracias por arreglarlo en rol, Matt, y mil disculpas.

[Mentita]

No tardó mucho en ser recibida por una mujer que sonrió. Candela intentó devolverle la sonrisa, aunque algo dudosa, hasta que formó una mueca bastante parecida pero poco convincente. Se sintió fatal por aquel pobre intento, pero no se le daba muy bien la socialización como al resto de su demente familia.

 

Chuck, por su parte, continuaba con una expresión hosca y ceñudo. Estaba claro que no le gustaba nada la idea de la bruja y miraba a la recién aparecida mujer como si fuese una peste. ¡Cuánto hubiera dado por poder darle una patada en ese mismo momento! Pero no, Candela debía mostrar una buena impresión en la primera entrevista.

 

- Hola, soy Candela Triviani -respondió a la vez que aceptaba su invitación y le dirigía una gélida mirada a su elfo.- Quédate aquí. Y no toques nada. -se apresuró a ordenarle a Chuck al verle una mirada vivaz y maliciosa.

 

Fue precedida por Sagitas, un nombre bastante extraño. A pesar de parecerle familiar, no lograba recordar con exactitud de dónde. Tampoco es que su memoria fuese de mucha ayuda, algo le había pasado que los recuerdos que tenía se mezclaban unos con otros y no parecía estar feliz con su cabeza.

 

En las últimas horas había recibido invitaciones y recordatorios de distinto tipo, y ella no sabía quiénes eran los que le escribían. Y si lo sabía, no entendía por qué la confianza si sólo se conocían de nombre. Muy raro...

 

- Disculpe si la he molestado -rompió su silencio cuando se abrió una puerta que mostraba el interior del despacho de la bruja.- Alguien me habló de este lugar, y quería consultar por los servicios que ofrecen. Tengo un niño de siete meses, es bastante mono... -se sonrió.

[Sagitas E. Potter Blue]

La mujer parecía agradable, no tanto así su elfo, que no disimulaba para nada su acritud, como si estuviera enfadado o a disgusto. Esa escena me hizo algo de gracia. Me recordaba a Harpo, un elfo gruñón pero muy amante de la familia. Sonreí y me gustó que la mujer me acompañara sin más hacia el despacho. Ya dentro le ofrecí asiento y me coloqué tras el mostrador. Le iba a ofrecer también silla al elfo, pero seguro que encima se enfadaba conmigo, así que fingí que no veía sus carotas y me centré en ella.

 

-- Srta. Triviani. Su apellido me es familiar. Los Triviani son una familia influyente en el pueblo. Así que un niño de siete meses...

 

Abrí uno de los cajones, donde guardaba los dípticos informativos del negocio.

 

-- Tome, aquí podrá ver todos los servicios que ofrece esta Guardería. Como verá, tenemos tres lineas educativas según la edad física del infante. Usted, Srta. Triviani, ha dicho que tiene 7 meses, con lo que lo incluiríamos en ésta -- le señalé el apartado concreto en el panfleto: -- La Sala de los Micropuffs. Los educadores estás especialmente dedicados a los niños hasta un año de edad, que son los que dedican una atención continuada

 

Esperé un momento a que ojeara lo que le había enseñado, antes de proseguir.

 

-- Es la etapa inicial en la que inician el desapego directo con los progenitores y ello suele generar el primer conocimiento espacio temporal de lo que le rodea. Es un momento importante, aprenden rápido y hay que potenciar sus cualidades cognitivas.

 

Me eché hacia atrás en la silla, con una amplia sonrisa en mis labios. Me encantaba el trabajo y no podía dejarlo de plasmar en mis palabras.

 

-- Tenemos servicio propio de cocina y tenemos nuestros propios animales de compañía que ayudan a los niños a conocer el entorno. En este caso concreto, tenemos a un tierno Aibatt, de color azul intenso, llamativo, que atrae la atención de los niños de manera que agudiza su capacidad visual y acelera el proceso del gateo y de andar. Le aseguro que los niños disfrutan con su presencia. Es un ave muy dócil.

 

Esperé que pensara en lo bien que podría estar el niño en la Guardería.

 

--Y, por supuesto, en esta etapa el cuidado es personalizado, aún no comparte espacio para dormir con los otros niños, ni juguetes ni material. Es propiedad suya para que aún se sienta seguro. Se les permite traer alguna figura desde casa y se les enseña a respetar los juguetes de los otros al igual que a él le respetarán el suyo.

 

Y ahora sí guardé silencio, esperando que ella me expresara sus dudas.

[Mentita]

Candela escuchaba atentamente sin dejar de revisar el panfleto que le proporcionaba Sagitas y, con el ceño fruncido en señal de concentración, se dedicó a analizar cada una de sus palabras. Al parecer le gustaba la idea del ave azul, sobre todo porque era un color que a Byron le encantaba, además del verde.

 

- Ama -susurró el elfo cuando oyó hablar de "animales de compañía.- Ama, Chuck puede venir aquí a cuidar al joven amo -urgió suplicante.

 

La Triviani se inclinó hacia su sirviente con un aire cansino.

 

- Silencio, Chuck, o mis amenazas dejarán de ser simples amenazas -siseó muy quedo, de modo que sólo el elfo pudiese escucharla.

 

Y, cuando se quiso dar cuenta, la Potter Blue había terminado de exponer el trabajo y esperaba muy atenta a la gitana. Ésta sonrió a modo de disculpa y retomó el hilo de sus pensamientos, quería educar a su hijo, pero no podía hacerlo ayuda, mientras más ayuda recibiese, mejor.

 

- No creo que tenga mucho trabajo en cuanto al desapego, es bastante independiente para la corta edad que tiene. Creo que se debe más a la curiosidad por las cosas nuevas, lo desconocido. Le encanta conocer gente, le gustan mucho los animales. Aunque, eso sí, es bastante travieso. -advirtió con una mezcla de diversión y preocupación.

 

Se imaginó a su hijo desapareciendo de las manos de los cuidadores.

 

- Es muy precoz, creo, para su edad. Ha mostrado signos de magia demasiado pronto y eso me preocupa un poco. Sé que quizás deba buscar una ayuda más especializada, pero no sé... me gusta este lugar. Creo que estar compartiendo con más niños le hará bien. A que se controle un poco. Yo lo controlo todo lo que puedo, pero no lo puedo limitar tanto y, a falta de niños en casa... no estoy segura de cuánto bien le haga estar aislado de otros de su edad. No se si me explico.

 

Obviamente, eran divertidas las ocurrencias del niño, pero tenía que convivir con otros como él para que no se sienta ni cohibido, ni superior. Esa sería una actitud que adquiriría cuando creciera, de momento tenía que aprender a comportarse.

Editado 9 de Noviembre del 2011 por Candela Triviani