El Hipogrifo Asustado (MM B: 105757)

[Sagitas E. Potter Blue]

Mes de mayo; tocaba hacer la matrícula de Ithilion en la guardería para entrar en la clase de los cinco años. Me sentía orgullosa y, a la vez, sentía algo de miedo. Mi niñito se hacía mayor... Lo llevaba de la mano y él saltaba sobre sus pies, feliz de ir a clase con su madre. Normalmente iba con Harpo, ya que yo entraba muy temprano en el Ministerio. Hoy, sin embargo, había pedido permiso para llegar más tarde (en realidad había dejado una nota a Bastian advirtiéndole que tenía un asunto familiar que tratar y que llegaría más tarde) y me personaba yo misma a la Guardería. Estaba segura que iba a ser una sorpresa para Reena y para Matt verme en aquel lugar, pues hacía tiempo que no lo frecuentaba.

 

Al llegar a la verja colorida, Ithilion me soltó la mano y entró, gritando, por la puerta de entrada. Yo llegué detrás de él, feliz de que mi niño se sintiera a gusto en aquel lugar. Había vivido muchas escenas con otras madres y sus hijos llorones que se agarraban a ellas para que no se marcharan. Por lo contrario, mi hijo parecía ser feliz en abandonarme e ir a recorrer el mundo mágico que se encerraba entre las paredes del centro educativo. Me pregunté si ya habría llegado Reena con Argi y si @ habría pensado en dejar a Eirian en ella. Aunque aún era pequeño, en octubre empezarían las clases oficiales y, para entonces, ya se le habría acabado el permiso maternal, con lo que tendría que dejar al niño en casa, con los elfos. Pero una o dos horas al día le vendrían bien, para adecuarse socialmente a otro ambiente. Se lo diría a Reena, que le informara, más como familiar que como dueña del negocio, para que no se le pasara la matrícula.

 

-- ¡Buenos días! Madre en apuros presente. ¿Hay alguien?

 

Sonreí mientras las otras madres, con los niños aferradas a sus piernas, me miraban con cara de rabia.

[Ela Karoline]

Era un día maravilloso y muy importante, Cye se había arreglado con esmero el cabello en una recogiéndolo en una trenza de medio lado, para evitar el cabello en la cara, se calzo zapatillas de taco medio y vistió con un hermoso conjunto de top y pantalón en tono gris perla lo cual la hacía ver más etérea debido a la palidez natural de su piel. Cuando por fin estuvo lista era el turno de Eirian quien lucía un mameluco en tonos blanco y verde agua, desde luego ya el cochecito estaba listo y provisto de biberón, sonajero, babero, pañal extra y manta.

 

--Muy bien caballero, estás listo para que conozcas un lugar muy hermoso en el que vas a pasar algún tiempo si te aceptan-- le dijo con cariño dándole un beso delicado en la frente y luego sosteniendo el par de manitas que agitaba frente al rostro de la Lockhart. Heyda como siempre la transporto hasta el callejón, desde donde camino empujando el vehículo infantil hasta la fachada de una guardería.

 

Ishaya y ella lo habían discutido incluso antes de que el nene naciera, iría a la guardería de Reena, donde estaría bien cuidado porque eran profesionales y porque era familia, pero ahora que estaba frente a ella, el pensar en separarse del infante le causaba susto similar al pánico, negó con la cabeza aspirando con fuerza, tenía que pensar además había otro niño en casa, al que quería inscribir, Ezra un hermoso hombrecito de tres añitos de edad, pero tenía un problema, no tenia documentación que le acreditara como hijo suyo, sin embargo con la Vladimir podría sincerarse, de ser necesario.

 

Se aferro a uno de los maderos de la verja de alegres colores, mientras sus orbes absorbían tanto como se podía, madres y niños poco dispuestos a lo que sea que les hacían durante las horas que permanecían allí. Suspiro pensando en dar la media vuelta hasta que escucho a una mujer que alentaba a su pequeño hijo diciéndole que el bebe en el coche no lloraba, ósea Eirian y que se quedaba tranquilito, la rubia levanto una ceja con gesto irónico pensando "espera a que note que no está en su ambiente y le dé el ataque a ver si piensa lo mismo" pero un poco por orgullo y vanidad siguió hacia el interior donde casi choca con la pelivioleta.

 

--Disculpe estaba distra... ¡Sagitas!--

 

@

[Sagitas E. Potter Blue]

-- Cagüenlá... -- no seguí la frase porque reconocí la voz de Cye y eso me alegró mucho el día.

 

La miré sorprendida porque acababa de pensar en ella. O tal vez no debiera. Entre sacerdotisas, era algo fácil que nos comunicáramos entre nosotras mentalmente, aunque no solía hacerlo más que con la familia allegada, Xell, Reena y, a veces, Cye. Así que, tal vez, sencillamente, me había acordado de ella en la guardería porque ella también tenía el pensamiento en venir.

 

-- ¡Ay, cuñadita! El bebito viene contigo. ¿Qué tal estás, Eirian? -- intenté coger la mano del pequeñín pero después recordé sus hechos en la mansión Vladimir y retiré un poco la mano. -- ¿Puedo? No quiero molestarle. Parece ser un niño de armas tomar, y eso que sólo tiene... ¿cuatro, cinco meses?

 

Qué cabeza la mía, que no sabía cuantos meses tenía el benjamín de la Tonks.

 

-- Yo espero a @@Reena Vladimir o a alguien que me atienda para rellenar la matrícula de Ithilion del año que viene. Aunque, como ex-Directora, sé donde están todos los formularios así que, si tardan, yo misma me puedo auto-servir.

 

Sonreí al chiquitito. Me encantaban los bebés aunque, gracias a los Dioses, sólo había tenido que cuidar uno, que me había salido tan revoltoso como cinco niños a la vez. Esperaba que Cye no pasara por lo mismo.

[Reena Vladimir]

Akira traspuso la cancela de la guardería corriendo y un par de niños le saludaron. Yo sonreía y devolvía el saludo en voz y con el nombre del niño ya que mi nube azul solo agitaba la mano quería llegar el primero a tocar la campana.

 

-Cielo, por el pasillo no se corre. Disculpen madres la tardanza, hasta que no atrapamos al escarabajo de la fuente de casa no paró la pataleta.

 

Disculparme con todos y con nadie en particular era algo que se aprendía con rapidez. Prácticamente ni le daba importancia a esa palabras ya, las tenía interiorizadas y salían sin mas.

 

-Los niños ya pueden pasar a sus aulas.

 

Con un agitar de varita las puertas se empezaron a abrir para que los niños mas mayores se desprendieran de sus madres besuconas, como si la clase fuese un salvavidas, y los niños pequeños empezasen a llorar como si no hubiera un mañana.

 

Akira estaba peleandose con Itilion por tirar de la cuerda de la campana y cuando empezaron a aturullarnos con el sonido, enmudeció y la cuerda desapareció de su alcance. Ambos me miraron ofendidos.

 

-A vuestra clase! Dad ejemplo y sed buenos, Mirad que vamos a asustar a esta mamá rubia, primeriza que nos quiere presentar a su bebé...

 

Incluso de espalda o con los ojos cerrados, podría decir, que reconocería a Cye. La conexión espiritual que nos unía era fuerte.

 

-Me da mucho gusto verte y perdón por marcharme de esa forma de tu casa la ultima vez... Vienes a presentarme a esta belleza o nos lo vas a dejar unas horas para que lo cuidemos?

 

Le guiñé un ojo a mi tía Sagitas, que estaba presente mientras intentaba que Akira no se subiera a las ruedas del carrito de Cye, quería ver al niño a como diera lugar y si no llega a ser que por el otro lado estuviera haciendo lo mismo su primo, el bebé de mi prima hubiera corrido mucho peligro de vuelco.

 

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[Sagitas E. Potter Blue]

Un martilleo campanil sacudió fuertemente en la guardería. Moví la cabeza hacia los lados y rodé un poco los ojos. Este Ithilion... Sin embargo, cuando miré hacia el lugar donde tenía la campana me sorprendió ver una mancha azul que luchaba contra el pelirrojo de mi hijo por tocarla. Eso significaba que Reena estaba cerca. Sonreí y me limité a observar como los primos intentaban quitarse la cadenita para tocarla y como, de repente, desapareció. Estos niños... Aún no recordaban que, con la magia, podríamos privarles de sus juegos.

 

-- Hola, Reena -- saludé a mi sobrina aún antes de darme la vuelta. Nadie más podría haber puesto paz entre los niños de esa manera. -- ¿Ya has abierto la matrícula para el curso que viene?

 

Sabía que sí, o al menos siempre se hacían a partir de la segunda semana de mayo, así que seguro que sí. Ante su pregunta a Cye, me mordí los labios para evitar la risa. ¿Recordaría Reena las particularidades del pequeñín?

 

-- Sí, sí, atrévete a dejar al bebé mágico a los monitores. Cuanto antes sepan lo que hace, mejor.

 

Era un poco irrisorio burlarme de aquel problemilla. Aunque, en cuanto creciera y supiera controlarlo, éste desaparecería. Pero aún quedaba mucho para eso.

 

-- ¡Niños, niños! Dejar a vuestro primo. Vais a provocar que llore y... puff... os aconsejo que no lo hagáis. La última vez que lloró delante de mí, acabé electrocutada.

 

Era en serio, nunca olvidaría aquella sacudida dentro del ascensor de la tercera planta, en el Ministerio.

[Reena Vladimir]

Miré sorprendida a Sagitas y luego a Cye, no podía creer lo que escuchaba. Pero no sé de que me sorprendía ya que todavía si Akira se sorprendía, desaparecía y volvía a aparecer a cierta distancia o en lo que él consideraba zona segura.

 

-Vaya, pues habrá que tomar algunas precauciones entonces. A ver pasad al despacho y hablemos de esa matricula.

 

Les hice un gesto para que siguieran por el pasillo hacia el despacho mientras cogía en brazos a Akira, le enseñé a su primo y luego lo puse rumbo a su clase. Ya tendría tiempo de conocerle.

 

-Habéis desayunado? Os puedo ofrecer algo?

 

Les abrí la puerta y me senté tras la mesa, ofreciéndoles con la mano las cómodas sillas que tenía al otro lado para que se acomodasen a gusto.

[Ela Karoline]

La expresión en el rostro de su cuñada le demostraba que sentía gusto de verla, ahora coincidían mucho más que antes y eso era maravilloso, Cye quería que Eirian se rodeara de toda aquella buena vibra que había dentro de esa mujer, y de sus otros familiares. Sonrió al ver que la atención de la pelivioleta iba al pequeñito preguntando si podía, aunque no supo si se refería a tocarlo o cargarlo. --Tiene tres meses mujer, y supongo que sí, no ha levantado campo quiere decir que no te considera amenaza--

 

Cye estaba muy ansiosa, ese sitio tenía mucha importancia para ella. Eirian era su tesoro más valioso, y quería que estuviera bien, tanto de día como de noche, y claro que consideraba que no había mejor lugar que junto a ella, pero Ishaya tenía razón al advertirle que debían darle cierta independencia aun desde chico y las herramientas para relacionarse con normalidad y ella como buena madre que pretendía ser, estaba allí para investigar antes de tomar una decisión que por parte del padre estaba tomada, lo cual le hacía sospechar que el ya había hecho sus propias investigaciones porque también era muy cuidadoso, aunque menos nervioso.

 

--Yo, en realidad vengo a ver, a preguntar, esto… esto me pone nerviosa-- confeso abiertamente ante la mujer. --Separarlo de mi, estará con Reena si, pero también con otras personas y si le hacen daño, yo me muero-- el pensamiento era casi insoportable, aunque también estaba el hecho de que él pudiera hacer más daño que el que recibía, por eso es que debía acostumbrarse a todo entorno, así como Ithillion que corría feliz y luego otro niño le seguía, era Akira, el sol de la familia Vladimir.

 

Pronto el sonido de una campaña se hizo escuchar y con ello los nervios de Cye se pusieron a tope, sus orbes fueron directo a Eirian quien ya había levantado un escudo alrededor suyo y hacia pucheros con miras a llorar. Sus primos estaban subidos en las ruedas de la carriola uno por cada lado llenos de curiosidad, mientras que Cye estaba aterrada con la bienvenida de Reena que preguntaba si solo lo había llevado para presentarlo o lo iba a dejar unas horas.

 

--Yo solo quería…-- sus palabras murieron ante el siguiente comentario de la Potter sobre que lo dejara y se puso colorada cuando dijo que había terminado electrocutada, pronto se vieron invitadas al despacho y Reena les preguntaba si ya habían desayunado. --Yo algo, pero si tienes un frasco de valeriana con gusto lo acepto en un poco de té -- dijo a poquitos pasos de la puerta a la que volteo a mirar sujetando la carriola como si quisiera huir.

[Matt Blackner]

Iba vestido con ropa cómoda, un pantalón corto de deporte y una camiseta de color azul claro, además de mis deportivas. Iba a echar una mano a la guardería, y por experiencia, al final lo mejor era llevar algo lo más práctico posible, poruqe alguno de los críos siempre acababa por mancharte de algo, y para ir detrás de ellos (o huir) lo mejor era no verte limitado...

 

Abrí la puerta de la guardería, acababa de escuchar la campana justo mientras me aparecía...y por la forma de sonar, estaba seguro que Ithilion estaba tras esos tirones.

 

En cuanto entré, me encontré con Sagitas, @@Reena Vladimir y @ que además, venía el, por ahora, más pequeño de la familia.

- Venga Cye, nadie le va a hacer nada al enano mientras esté yo aqui - le dije, pues parecía nerviosa, seguramente por la idea de dejar solo a su hijo.

 

Aunque tampoco me quería acercar demasiado. Cuando los niños lloraban me ponía bastante nervioso.

[Reena Vladimir]

Había llegado la hora de limpiar todo el local, a fondo, para que los niños lo tengan todo desinfectado y listo para cuando regresen en septiembre.

 

Acercarme hasta el local fue tedioso, ya que tuve que hacer un puzle de tareas para poder buscar el momento adecuado y tener tiempo para desarrollarlo adecuadamente.

 

Estaba segura de que tendría que pedirles ayuda a alguno de la familia para que no se me hiciera interminable la tarea, pero prefería esperar un poco y empezar por mi cuenta o al menos hacerme a la idea de todo lo que había que hacer para formular una estrategia. Lo importante para no agobiarse era eso y cumplir con lo marcado.

 

Suspiré al abrir la puerta y me quité la chaqueta, colgándola en las perchas infantiles de la entrada, me fui remangando e internándome por el pasillo, poco a poco llegué hasta donde debía empezar. Mi despacho.

[Matt Blackner]

Si tienes que ir al hipogrifo, nunca te pongas ropa demasiado formal. Es mejor llevar ropa qeu te permita el movimiento, qeu sea cómoda, y qeu sobre todo, no te importe nada si se engancha o acaba pringando de vete a saber que.

 

Asi que con un pantalón de deporte azul, una camiseta blanca y zapatillas de tela negras, decidí acercarme a la guardería. Eran vacaciones y los pequeños no venían, pero algún día había que hacer limpieza para empezar a acondicionarlo de cara al curso. Además, sabía qeu Reena planeaba hacerlo, y aunque no había pedido ayuda, lo mejor era echarle una mano.

 

Me aparecí a pocos metros de la puerta. Cuando entré, se oía ruido al fondo, Reena ya había llegado. Caminé hasta su despacho

- @@Reena Vladimir y pensabas quedarte toda esta fiesta solo para ti? - pregunté, riendo. - Vengo para echarte una mano. Entre los dos acabaremos antes la limpieza. - le dije. - Por donde empezamos?