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Tienda P.B. de Material Escolar (MM B: 96638)


Matt Blackner
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Jugaba con el pequeño Argentus, cuando sentí que el humor de Jesse cambiaba. De repente parecía muy enfadada, y no entendía bien porque. A lo mejor era por el trabajo.

 

Pero al ver a Sunar estalló, le grtó acerca del andador en el qu había estado metido Argentus hasta que yo lo saqué. El niño con los gritos dejó de reir, ero lo entretuve para que no llorase. Tenía mucho cariño del pequeño.

 

Sunar lo tomó, y la noté triste. La dejé subir y me quedé con Jesse.

 

- Se que te preocupas por Argentus. Todos lo hacemos. - subimos los dos, pero no vi a Sunar. - Sunar pasó su embarazo sola. Cuidamos de ella, y si te dio la verdad fue la primera embarazada que conocí. Argentus fue el primer bebé al que sentí como daba una patada, y en realidad, el primero que veía nunca.

 

Cogí una caja y la abrí, mirando su interior.

- Estuve con ella cuando el pequeño nació, pensaron que yo era su padre. Tendrías que haberla visto, era tremendamente feliz cuando lo vio. Y se esfuerza mucho con el niño.

 

la miré a los ojos.

- Todos nos preocupamos por el niño, pero piénsalo. Sunar lo hace con la mejor intención, pensando en el. Y ahora mismo cree que es la peor madre del mundo. Tal vez no debieras haberle gritado, no?

 

Y me levanté, cargando la caja. Fui hasta la trastienda para dejarla, y alli me encontre a Sunar con Argentus.

 

- Sun? - la solté y me acerqué a ella, cogiendo al pequeño, mientras mi sobrina apartaba la vista.

- Venga, te siento triste. Jesse solo quería ayudar, aunque tal vez fue demasiado impetuosa. Pro eres una madre genial, ya lo sabes.

 

Argentus se reía mirando a su madre, y me levanté con el.

- Este hombrecito y yo vamos a ordenar el local, a que si minisobri?

 

Y escuché un ruido al fondo. Nos acercamos, el niño y yo a mirar. En una jaula, unos microppufs se aitaban, nerviosos.

 

- Encontré los microppufs que mama buscaba. - dije, levantando la caja y dejándola en una mesa. Argentus, al verlos, quiso cogerlos.

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Jesse Potter Blue

 

Estaba molesta, era verdad, pero me preocupe al ver la cara que Sunar me ponía cuando le reñí. Sintiéndome realmente mal baje la mirada, apenada por lo que había dicho.

 

-No Sunar... no es tu culpa... debió decírtelo tú... ¿aquí hay pediatras?- comencé confundida, aun no sabía si en el mundo mágico había tantos médicos como con los muggles, uno para cada enfermedad.

 

Y la vi alejarse, tomando al pequeño Argi de los brazos de mi hermano, estaba triste, tal vez asustada por lo que le había dicho, quise impedirle que se fuera, pero por alguna extraña razón no pude.

 

Mi hermano me hablaba y me explicaba las cosas, sabía que tenía razón, tal vez había sido demasiado dura con ella, pero había visto a tantos pequeños con problemas de motilidad por culpa de esas cosas que... no quería que a mi sobrino le pasara lo mismo.

 

-No sabía eso hermano- conteste aun con la mirada clavada en el piso mientras avanzaba junto a él- para mi no es el primer bebe que veo y... bueno, pero no es lo mismo, los otros eran paciente- negué mientras respiraba profundo al cargar una caja de libros de pociones.

 

Me volteaba a ver y no pude mas que sostenerle la mirada, se le veía preocupado, tal vez molesto, no logre identificarlo del todo.

 

-No es la peor madre del mundo y si... creo que exagere un poco, pero es por que... me preocupe Matt, no has visto lo mismo que yo y... no tienes idea- imágenes de cuando daba mi servicio regresaron a mi mente una a una y eso me lastimaba horriblemente.

 

Lo seguí hasta la trastienda donde dejamos las cajas, Sunar estaba ahí, necesitaba pedirle disculpas, había sido dura con ella. Mi hermano se le acerco y le sonrió, él si era una excelente persona, a veces aun me cuestionaba si fue buena idea el haber regresado de donde Samira.

 

-Sunar... yo... lo siento, me fui un poquito de la raya, es que... si supieras todo lo que me ha tocado ver en toda mi carrera- trataba de justificarme, quería a mi sobrina, la amaba y no me gustaba verla así-si quieres... yo puedo ayudarte a... lo que necesites con Argi, por mi encantada lo haría y lo sabes

 

Volteaba a ver a mi hermano y el niño, los cuales estaban cerca de una jaula de micropuf. Sonreí de lado sabiendo de ante mano que yo nunca sería madre, no siendo lo que era.

 

-Se formas increíbles de enseñarle a Argi a caminar sin esos aparatos raros, si quieres puedo mostrártelos- sugerí volteando a ver a Sunar con una gran sonrisa-son métodos muggles pero... funcionan muy bien.

 

Tenía que explicarle bien la razón del por que las andaderas no eran buenas para los niños, todos los problemas que estas les causaban, era mejor que lo supiera, así al menos sabría el por que me puse así.

 

-La razón por la que... me asusté cuando vi a Argentus en la andadera es por que... esas cosas hacen que las piernas de los bebes se arqueen, por que todo el peso lo cargan en la cadera, aun tienen los huesos frágiles y muy blanditos, es mejor dejarles gatear y que ellos mismo se sujeten de cosas cuando se sientan listos para andar.- explique lo mejor que pude, no podía usar mis términos raros con ella-si se les fuerza, cuando estén mas grandes necesitaran aparatos de soporte para enderezar sus piernitas y... eso les incomoda demasiado

 

Voltee a ver a Argentus y mi hermano, sonriendo enternecida por como ambos reían juntos.

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Decidí pasarme por los negocios de mi madre, a ver si ella necesitaba mi ayuda en algo… el hecho de haber estado dormida en mi habitación durante tres meses y que nadie lo reparara me había dejado fuera de combate durante un largo rato, tanto así que lo mejor era ponerme al día con mis pendientes y con mis familias.

 

Suspiré y sacudí la cabeza, podrían matarme y nadie se daría cuenta… así de despistada he sido con mi familia, recompuse mi expresión cuando divisé la Tienda P.B y empecé a caminar a paso enérgico a la remodelada tienda.

 

Las agujas de mis botas altas resonaban sobre el adoquín de la acera, y la falda plisada corta negra dejaba mucha piel a la vista pero para no tener un atuendo de una chica fácil mi blusa era sin escote y de manga larga.

 

Abrí la puerta que tenía el cartel de cerrado, pero se veía mucha actividad alrededor, toque el marco de la puerta y les dije a todos:

 

-Toc-Toc… hola a todos, ¿Necesitan un par de manos mas aquí? Es que acabo de venir del circo, los enanos me han sacado casi a patadas de allí y no quiero estar sola en la mansión – le sonreí a mi hermana que volvió la vista a verme y me reconoció.

Siempre seré tu hija... Reiven Grindewald te quiero // NiqQIUZ.gif

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Estaba de acuerdo con lo que Bipa le había dicho a Jesse. Harpo era un gruñón. Pero no me dio tiempo de decírselo porque ella se fue con Matt y yo empecé a subir hasta la cuarta planta con la caja de los libros en la mano por las escaleras mecánicas paralizadas. Ya llegaba al final del camino cuando la luz volvió de repente y las escaleras se accionaron.

 

-- ¡Mi madre! -- dije.

 

Con el impulso, la caja se me cayó de las manos y yo me caí de rodillas contra los escalones. Lancé una palabrota mientras intentaba levantarme antes de llegar arriba y que los ganchos me pillaran. Conseguí llegar a la planta y me senté.

 

-- ¿Por qué narices no uso la magia para llevar las cajas? -- me dije. Me había raspado las manos con la escalera y la rodilla derecha tenía un pequeño reguerillo de sangre.

 

Sentí gritos allá abajo. ¿Ahora qué pasaría? Dejé la caja caída allá en una esquina, al lado del mostrador, y me volví hacia la escalera de bajada. Antes me hizo un Episkey, capaz que me armaban un cirio allá abajo por la sangre. ¿Pero por qué gritaba Jesse de esa manera?

 

-- ¿Qué pasa? -- grité, mientras bajaba, ya estaba en la tercera planta. Si no me doliera la rodilla, bajaría corriendo.

 

Cuando llegué a la planta baja, observé a todos. A Sunar le pasaba algo y Jesse se disculpaba. Sonreí, profesional hasta el final, aunque no estuviera en el hospital.

 

--Bueno, bueno, no es para tanto. Sunar es novata. Pero entre todos la ayudamos. No sé si hay pediatría en San Mungo, pero en la Clínica sí, aunque me temo que Eledhwen se ha tomado unas vacaciones.

 

Y me acerqué a Sunar para abrazarla.

 

-- Tendremos que tener cuidado que Argentus no se meta nada en la boca.

 

Noté que Matt decía algo de los Micropuffs y cojeé hasta él.

 

-- ¡Qué lindooos, me encantan...! No, Argentus, los micropuffs no se chupan, ¿vale?

 

Y entonces sentí una voz que me encantaba sentir en aquellos momentos.

 

-- ¿No te han dejado entrar en el Circo? No me extraña y me alegro. La última vez te llevaste algo que te había prohibido. Así que aún te debo una reprimenda, aunque sea con dos meses de retraso.

 

Pero sin importar mis palabras, me acerqué a darle un abrazo.

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Sunar

 

La joven madre poseía una mirada perdida mientras Sethy s encargaba de acomodar las demás cajas de varitas que subieron. Sabía que no debió actuar así, pero todavía se sentía apesadumbrada por el pequeño sermón de su tía. Recordó que nunca le preguntó como hacer para incentivar al niño a que caminara, eso le podría haber ahorrado la reprimenda.

Pobrecita, la hice enojar – pensó.

 

Momentos después su tío Blackner se acercó para consolarla y más tarde su tía Jesse también se acercó a ella, ya Matt sostenía al niño y miraban algo. La chica Potter Blue explicó el porqué de su comportamiento para que la Potter Black entendiera. Sunar la miraba y creía que quién mejor que ella para ayudarla entender ciertas maneras de evitar problemas físicos en los niños.

 

Mientras se le dibujaba una sonrisa en los labios, abrazó a su tía y le dio un beso. La quería mucho.

 

Esta bien, yo también debí preguntar antes de adquirir ese artefacto.. gracias – miró entonces a la bruja de cabellos violetas que también se aproximó al grupo agregando palabras de animo. No obstante, escuchó que le llamaban la atención al peliazul.

 

Bueno creo que le dio hambre – rio al ver al niño en brazos de Matt tomando un micropuff e intentando llevárselo a la boca.

 

Con toda la agitación no le había percatado de que alguien más se encontraba en la tienda.

 

Hola – saludó a la recien llegada.

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Escuchaba las palabras de Sunar, aun con la vista baja, no era mi intención herir sus sentimientos y esperaba y ella lo supiera.

 

-No te preocupes... yo te ayudo con todo eso- exclamé sonriendo a Sunar al tiempo que mi madre llegaba junto a nosotros.

 

Ella decía algo sobre que entre todos le ayudaríamos y esa idea me encantaba, ademas del hecho de que en la clínica había pediatría, aunque Eled no estuviera ahora.

 

-Pues... podríamos llevar a Argi a una evaluación- sugerí sonriendo al pequeño en brazos de mi hermano-en todo caso deberíamos llevarlo con un pediatra muggle... es decir... hay varias cosas que me gustaría que le evaluaran, como las inmunisaciones y eso pero... es decisión tuya Sunar

 

Me encogí de hombros mientras escuchaba como el niño comenzaba a llorar, de seguro por el hambre. Vi como Sunar le tomaba en brazos al tiempo que una voz demasiado familiar se escuchaba por el lugar.

 

-¡Hermani!- sonreí al verla llegar junto a nosotros, la abrace colgándome a su cuello-Esto... pues... si necesitamos un poco de ayuda

 

Voltee a ver a mi madre que después de escuchar lo que esta dijo me sorprendí que de Nella estuviera en una pieza.

 

-Por cierto ma... ¿por que tienes sangre seca en la rodilla?- pregunte con mirada critica sobre su rodilla lastimada.

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-- Pues porque a pesar de ser una acrobata que no me importa cruzar volando los cielos del Circo o cruzarlo sobre una finísima tela de araña, he perdido el equilibrio en la escalera mecánica.

 

Intenté quitarle importancia, al fin y al cabo no era nada. Me acerqué a Argentus y le quité el pobre micropuff.

 

-- Vamos a llevar a los micropuffs fuera del alcance del niño o capaz de que se nos atragante o que le hagan cosquillas en el estómago. ¡Eh, hijos! -- llamé a los tres que estaban juntos. -- Espabilar, que tenemos que limpiar todo para la apertura, así que venga, a moverse.

 

Tomé la caja, un poco coja aún, pero demasiado orgullosa como para hacerme un Episkey delante de ellos, por lo que me dirigía a las plantas superiores con la caja de animalitos. Estaban inquietos, en cuanto llegara a su planta, les metería en la casita que había comprado para ellos. Se iban a divertir mucho jugando entre ellos.

 

-- Oye, Jesse, cuando miraste lo de los plomos, ¿viste si había una lámpara azulada por algún sitio? La he perdido y no sé donde la puse y... ¡¡Ahhhh!!

 

Me había girado para hablar con ella pero seguí caminando, sin ver que había un objeto raro con ruedas delante de mí. Perdí el equilibrio y lancé lo que llevaba en las manos al suelo.

 

-- ¡Maldita sea! Ahora sí que me he hecho daño en el tobillo -- maldije en voz alta. Después me acordé que Argentus estaba delante y me puse roja. -- Perdón, no quería...

 

Señalé con la varita aquel taca-taca que aún seguía avanzando por inercia.

 

-- Tropecé con él y... ¡Por Merlín! Los Micropuffs están sueltos. ¡Hay que atraparlos antes de que encuentren un lugar oscurito y se reproduzcan!

 

Me lancé un Episkey, ahora no había tiempo de vergüenza.

 

-- Es más, les gusta esconderse en los calderos y jugar con las pociones. Y arriba tenemos algunas que no pueden ni tocarse por lo peligrosas que son -- iba diciendo mientras mi varita curaba mi tobillo roto.

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Vi qeu Jesse se acercaba a Sunar y las dejé hablar, mientras el pequeño argentus y yo nos entreteníamos con los microppuffs.

 

Dejé que el pequeño cogiera uno, reia y jugaba con ellos. Ren muy pequeños y parcán como bolas de pelo.

 

Jesse y Sunar hablaban y al parecer se habían arreglado, menos mal. No me gustaba que la familia estuviera mal, y menos ellas dos que se llevaban tan bien.

 

Y mamá llegó, confirmando lo que yo decía de Sunar, entre todos la ayudaríamos, claro, siempre lo hacíamos. Se acercó hasta mi y me volví al verla cojear, y justo aprovechó Argentus para intentar meterse uno de los bichos en la boca. Riendo, se lo quité, pero entonces comenzó a llorar, pues al parecer tenía hambre.

 

No tenía ni idea de como calmarlo y eso me ponía nervioso, asi que se lo pasé a su madre, que ella lo manejaba meor en esos casos.

 

Y reparé en una chica que acababa de entrar y hababa a jess y sagitas con familiaridad.

 

- Hola, soy Matt saludé a la chica.

 

Suspiré, me tocaría barrer y arreglar las puertas que chirriaran antes de la inauguración. Mamá volvió a coger otra caja a pesar de su tomara.

 

Tenía a escoba en la mano cuando escuché un grito y un gran estruendo. De un salto estaba alli, y me encontré una caja tirada, el andador moviéndose y a mamá en el suelo, con el tobillo roto, aunque ya lo estaba curando.

 

- Madre mia, que estropicio, estas bien? - le pregunté. - Fantástico, a la caza de los micropufs chicas, ya habeis oido a la jefa.

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-- Estoy bien, Matt, pero la verdad es que creo que el tobillo no ha quedado bien del todo, fíjate... O me lo he roto varias veces o ya no soy tan buena con los Episkeys, parece que el tendón ha dado de sí y no tengo bien fijado el pie.

 

Torcí el ceño, no era bueno tener un tobillo débil en el circo, sobre todo si hacía equilibrios en la cuerda floja de una acromántula.

 

-- Tendré que ir a un sanador a ver qué me aconseja. Pero ahora lo importante son esos micropuffs.

 

Miré de reojo el tacataca.

 

-- Matt, por favor, saca eso del suelo por si nos chocamos de nuevo. Ponlo boca abajo encima de alguna mesa o algo.

 

Me levanté con cuidado, no podía apoyarme aún en el pie por lo menos en diez minutos, eso me había aconsejado un Sanador de la clínica, que dejara que el hechizo curador fuera reafirmándose. Así no abusaría de él.

 

-- Bueno, no me duele ni nada, así que vamos a buscar esos micropuffs. No, Argentus, tú te quedas con mami, ya los buscamos nosotros, cariño.

 

Y bufé, no quería que se pusiera a llorar ahora.

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Sunar

 

Esta bien tía. Cuando tengas un tiempo libre, me avisas para ir contigo a una revisión. Aunque debo llevarlo a la clínica para su control. – expresó la joven madre a Jesse.

 

Mientras ellas hablaban Sethy regresaba con un biberón. La Potter Black le hizo señas que le diera la comida al niño, ya que su incursión a comer micropuff no era buena. Aunque su tía mencionó comentarios graciosos de que le pasaría al niño con uno dentro de él.

 

La ojimarrón volvió a darle un abrazo a su tía Jesse y miró a Mat que parecía complacido de verlas volver a la normalidad. En ese instante, Sagitas le hablaba a Jesse y se escuchó un estruendo. Todos miraron hacia la escalera y vieron a Sagitas tirada maldiciendo y otra cosa más en el suelo mientras una pelotitas de colores se movían rápidamente, como huyendo.

 

Argentus lloró al escuchar a la bruja de cabellos violetas gritar.

 

Sethy llévatelo un rato mientras ayudamos a mi tía – le ordenó la ojimarrón, – No te preocupes. Te ayudaremos – le comentó a la Potter Blue.

 

Sunar comenzó a revisar detrás de las cajas para atrapar a esos animalitos. Comenzó a mirar en los calderos que se encontraban en el suelo.

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