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☀ 。.:* Castillo Lestrange *.:。☀ (MM B: 97133)


Sol Lestrange Black
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El silencio parecía doler en mis oídos, el lugar tenia una gran tensión y no era para menos, la mirada de mi elfina e hija clavadas en el sitio donde la materialización del fantasma de mi padre respondió mi pregunta, lo veían, no estaba loca, o al menos no en ese aspecto.

 

Malik traspaso el pequeño muro de gente para entrar y colocarse a mi lado en total pose de protección sin dejar de gruñir al "hombre" que parecía estar disfrutando del caos que haba causado, como si hubiera esperado aquel momento durante tanto tiempo que ahora se sentía complacido.

 

Baje la mano para acariciar el lomo de mi enorme mascota, era considerablemente grande, sentado alcanzaba prácticamente la altura de mi hombro. Bajo mi mano su cuerpo tembló sin dejar de mostrar sus colmillos al poco agradable visitante, que solo sonreía de manera irónica observando el panorama dentro de la biblioteca. Con un deje divertido y a la vez sorprendido por lo que miraba.

 

--Akra...--dijo Haydie visiblemente afectada por la presencia del fantasma de mi padre.

 

Sam seguía en silenció, muda ante aquella imagen, ella no había conocido a mi padre mas que en fotografías y definitivamente para ella no significaba un grato recuerdo ni mucho menos una persona a la que hubiera añorado conocer. En mi caso me sentía absolutamente descolocada, mi padre siempre había sido para mi un conflicto de sentimientos, lo había adorado durante gran parte de mi vida y así mismo lo odiaba por todo el daño que había causado, incluyendo a toda mi familia en sus decisiones escudadas en el inmenso amor que decía tener por mi. Al que yo mas que amor consideraba egoísmo y manipulación.

 

--¿Que haces aquí Alexandre?-- logré preguntar saliendo de mi asombro por unos segundos, conservando el contacto de mi mano en el lomo de Malik, algo que de manera extraña me hacia sentir mas segura.

 

La sonrisa de mi padre se congelo en sus labios al escucharme decir su nombre, obviamente no le había gustado, por lo que alce la ceja y dibuje una media sonrisa en mis finos labios con aire de triunfo, aunque algo me decía que aquella sensación no e duraría demasiado.

 

--Mi Sol...-- dijo con aire de suficiencia mientras su cuerpo parecía adquirir una extraña forma corpórea que hizo que un escalofrió me recorriera entera.--Es mi casa amor mio ¿Donde mas podría estar? --afirmó recuperando aquella sonrisa perfecta que parecía sacada de una portada de revista, su traje impecable, su cabello dorado, sus ojos de cielo, viéndolo ahí de pie, un nudo se formo en mi garganta, era tan parecido a Farkas, mas que en el físico, que sin duda era evidente, en su actitud, su porte, sus movimientos, y su mirada.

 

Dispuesta a responderle estaba cuando una nueva presencia y voz apareció en la puerta tras Sam, saludando evidentemente confundido por lo que ocurría. Un chico rubio, miraba la escena confundido, su rostro me era familiar, aunque en el momento y por la situación no podía recordar quien era, aunque si estaba dentro de la casa evidentemente era familia o no habría logrado ingresar, el hechizo de sangre protegía el castillo y evitaba la entrada de cualquier extraño.

 

@@Samy Lestrange @@Ares Summers

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Había alguien más en aquella habitación aparte de las dos brujas y el enorme lobo que una estaba acariciando en aquel momento, se trataba de un hombre aunque Ares no podía verlo aún desde su posición. El mago bajo la varita al entender que la situación no ameritaba aquello, pero se quedó estoico en su posición tratando de buscar las palabras con las que presentarse.

 

-Disculpen la entrada – su lengua comenzó a desanudarse – escuché los gritos y pensé que estaba sucediendo algo… malo – guardó su varita en el bolsillo del pantalón y dio unos pasos hacia la entrada de la biblioteca, por fin la figura del otro mago se le hizo visible, no lo conocía de nada.

 

-Mi nombre es Ares Summers, soy hijo de Ingrid Lestrange - no estaba muy seguro de cual era el lazo exacto de su madre con aquellas personas pero tampoco es que ella le hablara mucho de los Lestrange – de niño he estado aquí en tres ocasiones… no se si me recordarán – su abuela Aurora Lestrange fue la responsable de aquellas tres visitas, su madre después de graduarse en Hogwarts jamás volvió a poner un pie en aquel castillo.

 

-No se si es un buen momento… - alternó una rápida mirada a los presentes, el ambiente en aquel lugar no era para nada normal, se respiraba la tensión y Ares no podía sentirse mas fuera de lugar – puedo esperar fuera – sugirió incómodo.

 

 

@@Sol Lestrange Black

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  • 2 meses más tarde...

Mis ojos no podían apartarse de la visión frente a mi, me sentía nuevamente como una niña de 5 años admirando a su padre, aunque por supuesto mis sentimientos hacia el en el presente distaban demasiado de la niña que fui. Mi corazon latía deprisa, intentando descifrar aquel gesto en su rostro, una sonrisa se dibujaba en sus finos labios, y sus ojos de aquel azul tan real parecían chispear.

 

Apenas entonces pude ver aquel parecido con mi hermano del que todos habían hecho referencia alguna vez, los mismos ojos, la misma sonrisa, el mismo cabello, la misma altura, pero la esencia era totalmente diferente había algo en el que me hacia querer salir corriendo, sentimiento muy diferente al que había tenido al haber visto a Farkas en el lago hace tiempo. Sacudí la cabeza separando los recuerdos, jamas ensuciaría la memoria de Fark de esa manera.

 

--En realidad nunca me fui-- rompió nuevamente el silencio con aquella melódica voz que me erizo los cabellos.--Seguí cada uno de tus pasos Sol y los de el también...-- Admitió girando la cabeza hacia donde Malik se encontraba, el lobo volvió a gruñir, mientras mi padre levantaba la ceja al parecer divertido por su reacción, sin que yo entendiera a que demonios se refería con aquel ultimo comentario.

 

--Que poca vergüenza tienes-- dije negando suavemente viendo como alzaba la ceja desaprobando mis palabras.

 

--Sollatrix no le hables así a tu padre...-- dijo con aquel aire de suficiencia que parecía siempre tenerlo por encima de cualquier humilde mortal.

 

--Yo te hablo como me de la gana y tu Alexandre dejaste de ser mi padre al momento que intentaste echarme a perder la vida-- reclame señalándolo con un dedo acusador, sintiendo mi sangre hervir.

 

El hombre levanto las manos en señal de rendición, pero en ningún momento perdió aquella flamante sonrisa, parecía estar demasiado divertido con mi reacción, lo cual lejos de calmarme incrementaba mis ganas de querer matarlo, aunque para mi mala suerte ya estaba muerto. Respiré profundamente intentando recomponerme, teniendo poco éxito.

 

De alguna manera sabía que el jamas se había ido, se había encargado durante todos esos años de hacerme sentir su compañía, algunas veces metiéndose en mis pensamientos, algunas otras con su aroma, incluso su tacto en mi mano, pero nada se comparaba con ahora poder verlo, aquello era un golpe demasiado bajo ¿Por que justo ahora? ¿Que demonios pretendía? ¿Que quería demostrar? Sentí la pequeña mano de Sam deslizarse por mi brazo hasta tomar mi mano, conocía perfectamente lo que ella sentía en aquel momento, era prácticamente lo mismo que yo sentía, aquel desprecio por aquel hombre que nos había separado y nos había robado media vida.

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Era increíble... Definitivamente, los Lestrange eran una piedra en el zapato cuando querían serlo, y al parecer Alexander era el experto número uno en ese tipo de trabajos. Incluso en la muerte se las arreglaba para regresar y aguar un perfecto día no sólo con su ingrata voz sino también con su desagradable presencia.

 

Los pies de la joven parecieron clavarse al suelo de la biblioteca mientras esa puerta que había cerrado tras de sí tantos años atrás se negaba a permanecer cerrada y todas las emociones fuertemente reprimidas en la parte trasera de su mente parecían querer aflorar al mismo tiempo.

 

Sólo había visto a Lestrange en viejas fotos y cuadros desde que había llegado al castillo, pero su imaginación había completado a la perfección todos los detalles que le habían faltado. El porte orgulloso, el timbre altanero de su voz, el aspecto estudiado de ligero desprecio que parecía respirar con cada aliento, aunque llevara décadas sin respirar.

 

Ese maldito desgraciado había sido el responsable de que la separaran de su madre cuando apenas era un bebé. De que hubiera crecido sin saber quien era, pasando su infancia alejada de su madre, de haberles robado años, no sólo a ellas, sino también a sus tíos. Se había dedicado por completo a aislar a Sol de las personas que la amaban y había arruinado todas y cada una de las vidas que había tocado, la había torturado con sus molestos comentarios los últimos años cada vez que pasaba el tiempo allí... ¡y la había espiado en la ducha!

 

Sentía tantos deseos de hacerle daño que el hecho de que fuera un fantasma incorpóreo la frustraba enormemente. Por desgracia y fortuna, tenía tanto de Lestrange en su alma como en sus venas.

 

Acercándose a su madre, tomó su mano con suavidad y le dio un apretón que pretendía ser tranquilizador, mientras el muchacho que había irrumpido en el castillo en medio del drama se presentaba,sin conocer el trasfondo de aquel reencuentro fantasmal.

 

- Gracias a Merlín y a todos los perros del infierno, esta ya no es tu casa, viejo. Gracias por el castillo, una preciosa herencia- La sonrisa altanera de la bruja podía superar a la de su abuelo con mucha facilidad.

 

- No tengo idea de quién es Ingrid - le susurró a su madre, aunque eso no era ninguna sorpresa. Llevaban años siendo sólo ellas dos en ese castillo, e incluso cuando era niña muchos de los Lestrange fueron desapareciendo, encarcelados, muertos, fugitivos o sólo alejándose de las redes de Alexander. - ¿Qué tal, Ares? Somos las matriarcas - remarcó la palabra con toda la intención, lanzándole una mirada de absoluto desprecio al fantasma. - de la familia, Sol y Sam - señalando respectivamente a cada una. El hecho de que Sol no tomara su papel de anfitriona al instante le decía lo mucho que la afectaba la presencia de su difunto padre.

 

- ¿Qué te parece, Haydie, si nos preparas un rico almuerzo? Servirá para darle la bienvenida al recién llegado, además de quitarnos el espanto... Tú, por supuesto, no eres bienvenido -- le dijo con una mueca al fantasma, mientras se dirigía hacia un sector de la biblioteca que no solía visitar, ya que era el que Sol utilizaba para guardar aquellas cosas que no quería que Sam destruyera.

 

El enorme huargo de su madre gruñó cuando pasó junto a él. La pelirroja extendió su mano y rascó tras sus orejas, lamentando el hecho de que Malik no pudiera destrozar a su abuelo con sus enormes dientes hasta dejar sólo trizas.

 

- Y puedes preparar un par de enormes y jugosos bistecs para Malik, ha sido un buen chico.

 

Tomando en sus manos una caja que sacó del estante, la abrió con cuidado para sacar lo que sabía que Sol había guardado allí. Los pocos retratos de Alexander que se habían salvado de las purgas de Sam... Tomó otra caja más grande y las dejó una junto a la otra, sacando uno a uno cada cuadro y observando la detestable sonrisa del mago con inquina.

 

- ¿Quieres llevar a Ares al comedor mientras Haydie prepara el almuerzo, mamy? alzando el cuadro más grande, lo levantó sobre su cabeza antes de lanzarlo contra el suelo y destrozar el vidrio en mil trozos. - O tal vez al jardín, podríamos hacer un picnic junto al bebé hipogrifo... Y deberías llevarte a Malik, no quisiera que sus patas se lastimen - su tono alegre de voz no varió una sola octava mientras continuaba con la terapéutica destrucción.

 

Recuperando la varita de su bolsillo, hizo que los libros de aquella sección se movieran en una ordenada fila hacia los restos de los cuadros y los apiló allí. Las ediciones perfectamente cuidadas y atesoradas por siglos, sabía cuánto aprecio había tenido Lestrange por aquella colección... El fuego estalló con rapidez desde las amarillentas páginas, una imagen maravillosa que la hizo sonreír. No dejaba de darle una punzada de culpa el saber que estaba acabando con quizás miles de galeones y quizás con las únicas copias que existieran de esos libros. ¿Pero qué importaba? Pocas oportunidades tendría de hacer tan infeliz a un fantasma como aquella.

 

 

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Haydie iba y venía por el jardín del castillo, rodeada de aquel pequeño ejército de elfos con que el Castillo Lestrange contaba, si en alguien podía confiar para aquella tarea era justo en ella, conocía mis gustos y la manera en que me gustaba cada detalle cuando de fiestas se trataba.

 

 

Una carpa de gran tamaño decoraba el jardín, dispuesta para mis invitados especiales. Había mucho que celebrar, después de aquella ausencia la vuelta de la Marca era motivo de euforia para todos los que formábamos nuevamente parte de sus filas, era un especial orgullo hacer aquel evento de "bienvenida" para todos aquellos que nos sentíamos complacidos de haber vuelto a las viejas costumbres.

 

 

Era un verdadero honor que justo mi Castillo hubiera sido elegido para dicho evento, me sentía honrada y más ahora que precisamente mi nueva profesión me facilitaba el poder organizarlo todo con el menor esfuerzo. Mis pasos recorrían aquel lugar destinado para los invitados, todo debía ser perfecto. Mesas con largos manteles en color plata y verde, copas de cristal cortado, cubiertos de lata y una fina y elegante vajilla completaban la decoración, acompañada de pequeños faroles en los mismos colores que flotaban de manera elegante dando luz al lugar.

 

 

Pequeñas velas mágica decoraban el sendero que llevaba al lugar, el jardín trasero del castillo junto a la piscina había sido una buena decisión, la fría brisa del otoño no sería problema un simple hechizo climático (?) evitaría cualquier contratiempo. Sobre la cristalina agua algunos de los mismos faroles flotaban dándole un cálido ambiente.

 

 

--Está todo listo Akra-- dijo Haydie llamando mi atención un par de pasos tras de mí.

 

 

--Es perfecto querida, sabía que podía confiar en ti...-- dije agradecida, mientras mi fiel elfina inflaba el pecho hinchada de orgullo y satisfacción por mis palabras. --Ahora solo basta esperar la llegada de los invitados. --Afirmé frotándome las manos con nerviosismo-- Iré a cambiarme, si llega alguien antes de mi vuelta por favor escoltarles a las mesas y que los meseros estén listos para ofrecer las bebidas que ellos prefieran, la barra debe estar también lista...--indiqué acariciando su cabeza antes de disponerme a subir a mi habitación para alistarme.

Editado por Sol Lestrange Black

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El castillo Lestrange había sido el primero en salir escogido para la reunión mensual de La Marca Tenebrosa, la noche transcurriría con una gran oportunidad de alcohol gratis y discusiones bandistas. Junto a Anne habíamos notificado a Sol con anterioridad el honor que sería para nosotras que llevara la primera reunión en su castillo. Se trataría de una pequeña fiesta, sin embargo, llevaríamos una información jugosa a aquellos que asistieran.

 

Poco a poco el bando estaba tomando su forma, y aunque se escuchaba entre las paredes el descontento de algunos miembros, intentábamos mantener el entusiasmo. Lamentablemente, no se puede complacer a todo el mundo en esta vida. Pero hacíamos nuestro mejor esfuerzo porque el trabajo comenzara a dar frutos.

 

Retiré un cabello de la peluca que molestaba en mi rostro, y pasé mi mano por mi abdomen. Aún sentía la sensación del fierro atravesando mi cuerpo, y esperaba que los pequeños espasmos que solía sentir no se hicieran presente esta noche. La visita al infierno había dejado estragos en mi cuerpo, estragos para nada agradables al recuerdo. Entré al castillo para encontrarme con una pequeña elfina que amablemente me guió hasta el patio, donde una carpa se erguía en todo su esplendor. Mesas decoradas junto a un bar y algún par de meseros que se acercaron a ofrecerme un trago. Tomé una copa de vino blanco y tomé un pequeño sorbo para irme a sentar.

 

Visualicé un poco el lugar antes de sacar mi varita, descubrí mi marca y con la punta de Mor llamé a los escoltas, pronto tendríamos una misión y necesitaba informarles a todos de ella. Sentí el escozor recorrer mi marca, marca que relució en todo su esplendor al quitar la punta de la varita de ella. Pronto comenzarían a llegar y por mi parte me encontraba ansiosa.

 

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El negro cielo estrellado que cubría Ottery aquella noche particular sirvió como un camuflaje perfecto para la voluta de humo tenebroso que atravesaba a gran velocidad el firmamento. Zigzagueante y denotando una agilidad destacable, aquel espectro oscuro cruzó el tramo que lo separaba del suelo conformando un espectáculo atrapante. Al golpear de lleno con el césped que inundaba aquel jardín, el envolvente humo se disipó progresivamente hasta desaparecer por completo y dejar a la vista de todos a una bruja de renombre por muchos conocida: Lucrezia Di Médici.

 

Al aparecerse allí, consciente del despliegue visual que había ofrecido, caminó unos pasos hacia el interior de la carpa que habían emplazado en los jardines de la mansión Lestrange. El vociferador de aguda voz que había recibido para advertirle sobre la urgencia de presentarse en un evento de tal envergadura para la organización era ahora cenizas. Lucrezia poseía una gran pericia para ocultar toda prueba de su pertenencia a dicho bando. El hecho de aun no poseer la marca grabada en negra tinta en su antebrazo le dificultaba la comunicación instantánea con sus superiores, lo que perjudicaba su atendimiento inmediato a cuestiones que hacían a la Facción Escolta.

 

Di Médici se adentró en la iluminada carpa manteniendo su característico y personalísimo porte elegante. No podía negar que aquel lugar poseía una disposición de mesas, decoración y elementos funcionales exquisita, que delataba la vasta experiencia de quien organizó la velada. Sus azules ojos pasearon con buen ánimo por los distintos faroles que proporcionaban una tenue iluminación al lugar y por el sendero que la precedía, que previamente había ignorado al aprovechar lo que consideraba una poco precavida falta de hechizo anti-aparición. Con un gesto pedante de su mano indicó a uno de los meseros que se acercara a ella para proveerle de una copa de vino, pues su seca garganta pedía a gritos hidratarse y su mente hacía lo mismo por emborracharse.

 

- Buenos días. No es una sorpresa encontrarte aquí, por primera vez desde que nos conocemos. - exclamó con cierta picardía cuando su mirada se cruzó con un rostro conocido.

 

Zoella Triviani ¡Siempre Zoella Triviani! El devenir de sus primeros encuentros había sido hostil y los pasos iniciales de su relación habían sido peliagudos, pero poco a poco se había obligado a aceptarla como parte recurrente de su vida en adelante y hasta comenzaba a sentir un auténtico - y limitado - cariño por ella; no así por otros portadores de aquel apellido. Una vez la cristalina copa de vino llego a su mano se acercó por detrás a la calva mortífaga y colocó su brazo libre alrededor de la cintura de la chica, apretando suavemente con los dedos su piel. Se llevó el cáliz a la boca, bebió un pequeño sorbo para humedecer sus carnosos labios y cruzó nuevamente miradas con Zoella.

 

- Y bien… ¿Quién es la anfitriona de esta agradable velada? Tengo aceptar que tenía mis reparos al venir porque dudaba que alguien superara mis dotes para organizar un hecho así, pero todo parece estar en su lugar.

 

La blonda italiana por fin soltó la cintura de la Triviani y acomodó su lacia cabellera dorada, que caía por su espalda con total libertad. Dada la particularidad de la ocasión, en donde congeniaría solo con otros miembros de bando, había visto con buenos ojos prescindir de los elaborados tocados que solía llevar; en su lugar, había decorado su hermoso cabello con pequeñas margaritas dispersas en sus rubios mechones, que destacaban por su impoluto blanco. Lucrezia las había encantado para que no se dañaran o perdieran durante la noche. Se sentía una especie de diosa de la naturaleza, así que procuraría lucirse ante los compañeros próximos a llegar. Su aspecto lo completaba aquella noche uno de sus tantos vestidos de diseño renacentista amarillo, de un tono un tanto apagado que sin embargo relucía a la luz de las velas.

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El cuero negro recubre su cuerpo juvenil al igual que su rostro afin con su edad y pensamiento. Para el peliverde, la invitación es una buena manera de sacudirse el ocio en que ahora llenan sus días antes más ocupados con tareas y deberes. No muestra más que alegría el surcar a gran velocidad el cielo, esta vez en su motocicleta mágica a la cual tiene mucho aprecio por hacerle disfrutar de la velocidad y las mil posibilidades de diversión que le brinda tan singular vehículo.

 

 

Sus ojos miel divisan el castillo, uno que solo ha visto en fotografías y que parecen imágenes de un sueño narrado por nada menos que Reacon, el padre adoptivo del joven mago. Al parecer, el mago pelinegro y la bella @@Sol Lestrange Black son conocidos de tiempo atrás, antes de que el ojimiel logrará ser rescatado y traído a la comunidad mágica por el mismo vampiro ojinegro.

 

 

El Ryvak suele tratar con cautela esa relación y no indagar más sobre lo que llegan a decir uno del otro (halagos...afortunadamente) así que en cuanto se lo comunicaron, el peliverde no vacilo en acudir al impresionante castillo, aunque él suele considerar que el castillo de Reacon es más acogedor que cualquier otro. (Después de todo, al menos por unos meses, fue el "techo" donde sintió que él le importaba a alguien).

 

Sus labios se arquean en una sonrisa y prosigue más allá del castillo, sin muchas ganas de dejar de hacer peligrosas acrobacias, aunque no por mucho, pues tiene que saludar a la joven bruja y brindarle sus respetos y el agradecimiento por la invitación.

 

El mago supone que todos los Black se conocen sin excepción (Su padre adoptivo Reacon, en algún tiempo prolongado, fue de la familia Black pero el Ryvak desconoce el motivo por el que el vampiro se alejo de todo contacto, algo extraño y secreto que hasta el día de hoy no ha dejado en claro).

 

Desciende haciendo alarde de su destreza al manejar la motocicleta mágica en negro y verde, luce tan bien como si fuese nueva, recién comprada pero se debe al cuidado que el mago le proporciona y el mantenimiento que le otorgan en la vulcanizadora mágica de Thomas en Diagón, mago que se esmera en su servicio y por el cual el ojimiel recomienda ampliamente cuando se presenta la ocasión.

 

El mago se quita el casco y pasa su mano por su cabello para acomodarlo, deja el accesorio colgando sobre el manubrio de su vehículo, echa su capa negra para atrás y enfila sus pasos hacia el sitio de reunión en el exterior del castillo, no ha pensado sobre la velada en toda la semana, pues el peliverde se concentra en el presente por ahora.

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Terminé de arreglarme y me mire en el espejo, sonreí ante el perfecto resultado, conocía bien mis tributos y jamás dudaba en explotarlos cuando de quedar bien se trataba, aquella noche debía lucir perfecta, y dejando de lado la falsa modestia había logrado mi cometido. Para aquella noche especial había elegido algo sencillo, pero no por ello menos elegante un jumpsuit, que resaltaba mi larga y espigada figura, enmarcando perfectamente mi diminuta cintura, negro con violeta halter que dejaba mis hombros al descubierto, mi cabello caía como una oscura cascada de lado. Mi maquillaje resaltaba mis ojos grandes y expresivos.

 

 

Salí del castillo y Haydie me interceptó inmediatamente dándome el aviso de que algunas personas habían llegado ya, sonreí complacida y tras agradecer el informe camine con paso firme haciendo repiquetear mis tacones en el piso de mármol del vestíbulo.

 

 

Un joven mago esperaba a las afueras de la carpa, parecía nervioso, por lo que me acerqué a el, sin perder la sonrisa intentando darle tranquilidad. –Buenas noches, bienvenido al Castillo Lestrange, mi nombre es Sol Lestrange y será la anfitriona esta noche, por favor acompáñame dentro.

 

 

El chico practicante mudo asintió sin apenas presentarse, le guiñe un ojo para que se relajara antes de junto con el dirigirme hacia donde un par de brujas conversaba. Observé a las recién llegadas, una de ellas era Zoella mi compañera del concilio a quien le había tomado especial cariño, por lo que me dirigí a ella en primer lugar.

 

 

--Zoe querida…--dije dándole un afectuoso abrazo y un beso en cada mejilla como dicta el protocolo. – Bienvenida al Castillo Lestrange, me alegra mucho verte…-- admití emocionada, para después dirigirme a la bruja a su lado. – Buenas noches…-- dije sonriendo amablemente, la recordaba de aquella oportunidad en la isla con el problema de los Baby´s, pero aquello había quedado atrás, no podía dejarme llevar por una primera mala impresión ¿O sí?

 

 

--Creo que ya nos conocemos…--dije haciendo una suave reverencia a la bruja demostrando mis perfectos modales. –Bienvenida al Castillo—dije con mi impecable sonrisa—El caballero es…-- iba a presentarlo y fue entonces cuando note que seguía en silencio y no conocía su nombre…--¿Cómo te llamas?—Le pregunté divertida por la situación.

Editado por Sol Lestrange Black

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Algo intranquilo miraba la carpa y las lámparas que decoran y dan luz al sitio de reunión, me recordaban otras celebraciones donde también se hacían levitar las lámparas, algo de un toque tanto de buen gusto como útil, solo entonces pensé en que estaba por meterme, si mi indumentaria de tipo "roquero" por la chamarra de cuero corta, los pantalones a juego y traer las botas de piel de dragón negra y guantes del mismo material, portando una playera de cuello en v oscura que no se ve ser de manga corta con la chamarra puesta y cerrada hasta la altura del pecho, eso sin faltar mi capa negra que no dejo de portar debido al bolsillo interno que me es muy útil para llevar lo que puedo llegar a necesitar.

 

 

Afortunadamente no necesite esperar mucho, una joven bruja con un atuendo que te deja con la sorpresa en los sentidos me hablo entonces, la buena impresión que me dio por su elegante belleza, me quitó las palabras de mi boca, fue en ese momento que escuche su nombre y estaba yo frente a la joven que esperaba para saludar y agradecer la invitación...solo atine a asentir afirmativamente cuando me pidió la acompañará. La seguí, mientras pensaba porque Reacon entre los halagos que pronunciaba refiriéndose a ella, nunca uso la palabra hermosa o algo semejante...tal vez...porque el vampiro admiraba algunas otras cualidades de la Black...

 

Fue afortunado encontrarme con ella, de ese modo no tuve dificultad para llegar a donde se comenzaban a congregar otras invitadas, una de ellas un poco más conocida que la otra rubia pero era también invitado y me alegra de ser bienvenido. Nos acercamos a las damas y se dieron los saludos entonces, @@Sol Lestrange Black dirigió su ademán de su fina mano hacia mi para pronunciar mi identidad, que precisamente no había participado a la joven por la impresión de su porte de princesa o de "ángel" que me dejo sin habla.

 

Una leve sonrisa apareció en los labios de ella, quizás porque caminamos hasta el lugar sin intercambiar palabra alguna, no iba por ningún otro propósito, más el de participar de la velada como un futuro miembro del grupo, en el cual sea dicho de paso, aún me sentía un tanto "fuera de lugar". Tal vez la escena era un tanto inusual, la joven me llamo caballero y sin querer, ese adjetivo hizo que mi mente fuese a otros momentos pasados, uno de esos momentos, fue en donde una ojiazul de cabello negro, aceptó que fuese "su caballero protector" solo porque a mis ojos es una joven digna que fue amable conmigo y me halagaba con su amistad. La otra joven bruja, me "robo" el corazón y me nombre a mi mismo "su caballero" porque para mi, ella es mi "amada princesa guerrera".

 

Reaccione a los pocos segundos de que me solicitara mi nombre, hice una reverencia y dije con sencillez : --Ryvak...es un placer saludarlas hermosas damas.

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