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☀ 。.:* Castillo Lestrange *.:。☀ (MM B: 97133)


Sol Lestrange Black
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No había pensado en aquel "pequeño detalle" los hipogrifos eran conocidos por su poco sentido "social" y su agresividad, simplemente ahora confiaba en que siendo aun un cachorro se acostumbraría a nuestra presencia, ya que no tenía tampoco la intención de mantenerlo encerrado o amarrado eternamente, el tener un castillo con aquella extensión de terreno nos podía dar aquel lujo.

 

--Buena pregunta cariño, no había pensado en ello --admití después de dejar mis pensamientos para responder-- tengo un conocido experto en criaturas, probablemente el podría ayudarnos a saber mas de esta bella criaturita y sus cuidados - volví a acariciar sus plumas, eran tan suaves que parecían hechas de algodón, hasta donde recordaba las de un hipogrifo adulto eran ásperas y de gran dureza.

 

-- ¿Sera buena idea que duerma en mi cama?-- pregunté en broma, mi nivel de locura y amor por los animales aun no alcanzaba ese nivel, los ojos de Sam se abrieron sorprendidos, mientras Malek lanzaba un suave gruñido en señal de rechazo, probablemente pensando que en aquella habitación ya eramos bastantes. -- Es broma...- dije mirando la reacción de ambos antes de echarme a reír-- Creo que no es tan buena idea...-- afirmé divertida.

 

Me imaginé a Nadime y Josué cuando lo conocieran, estarían locos de la emoción, los extrañaba, probablemente era tiempo de que volvieran a casa, antes de que el 1° de Septiembre tuvieran que marcharse a Hogwarts. Sacudí la cabeza alejando aquel pensamiento, sin duda ellos no eran unos niños normales y el que se fueran solos era algo que me tenía preocupada.

 

--Podemos aprovechar que la bella mascota se ha quedado dormida para ir a dar un paseo y saludar a calamar, temo que un día desaparezca buscando algo de amor... --afirmé pensativa-- ¿Donde podremos conseguirle una pareja?

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Alessandra sonrio cuando aparecio una elfina, acomodo su gafete del Ministerio antes de presentarse a la criatura.

 

-Soy Alessandra Delacour, Jefa del Departamento de Criaturas- le aviso con vos suave -Se encuentra alguien que pueda recibirme?- le pregunto con amabilidad.

 

Mientras Alessandra esperaba a que buscara a algun miembro o matriarca saco su vuelapluma y un par de pergaminos, debia ver las criaturas y los elfos aunque para ese ultimo seria mejor elfo encargado del manejo del hogar.

 

Rebusco tambien en su bolso el papel que le daba permiso para llevarse a las criaturas maltratadas a la reserva donde serian cuidadadas y protegidas.

 

Alessandra esperaba que a sus compañeros estuvieran tambien trabajando, eran muchas familias que estaban abandonadas y le seguirian despues los negocios.

 

 

 

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Me puse de pie al ver que Samy sonreía ante mi ofrecimiento, siempre había tenido una notoria predilección por el lago del castillo, aquel lugar nos trae muy gratos recuerdos de muchas épocas desde que nos habíamos reencontrado, era raro pero en definitiva, mi vida había vuelto a llamarse asi el dia que volvi a verla. Suspire, aun dolían aquellos años de búsqueda y angustia, sin saber donde estaba, si estaba bien o si simplemente estaba viva, aquella angustia había prevalecido durante aquellos largos años lejos.

 

 

Pero aquello era cosa del pasado y aunque no muy a menudo pasamos tiempo juntas, cuando lo haciamos era verdaderamente grato y reconfortante, pese a mis otros hijos y que los amaba a todos por igual, ella era la luz de mis ojos y eso jamas nada ni nadie podría cambiarlo.Siempre seria mi pequeña pelirroja de fuego.

 

 

A lo lejos vi volver a Haydie, acompañada de una mujer que de momento no reconocí, hasta que estuvieron a unos pasos, claro, era Alessandra, recordaba haberla visto en la Mansión Rambaldi y tiempo después en el hotel acompañando a Ginny, sonrió al verle en mi casa, aun sin saber el motivo por el que ella se encontraba ahí.

 

 

--Alessandra, pero que sorpresa...-- dije acercándome para darle un cordial abrazo de bienvenida-- Como estas, como esta todo en la Mansión, hacia tanto que no te veía -- admití soltando el abrazo para poder mirarla de frente-- ¿A que se debe la visita querida? Bienvenida a mi reino-- dije bromeando-- Ella es mi hija Sam -- la presenté en primer lugar, mientras Malik se acercaba receloso como siempre que llegaba alguien que no conocía al castillo -- Quieto bonito que es de confianza-- dije al lobo que resoplo no muy convencido.--el es Malik y este adorable polluelo es mi nuevo bebe, Idris-- señale al bebe hipogrifo que dormía plácidamente sobre el suave césped.

 

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Mientras la elfina le pedia que la acompañara en busca de su ama , Alessandra saco su varita de Vid e invoco un patronus, una loba huargo tomo forma frente suyo.

 

-Tia Dennis estoy en la Lestrange, te estoy esperando- le dijo.

 

El labo cambio por una esfera de luz azulada y desaparecio en busca de su tia Dennis. Como directora del Saw necesitaba de ella para poder llevar a cabo la revision sin problema por si pensaban que era alguna farsa ademas de darle seguridad al traslado de las criaturas.

 

Caminaron en silencio por los jardines, se veia hermoso por supuesto y esperaba que los animales que poseian estuvieran tan bien cuidados como el jardin. A medida que Caminaron Alessandra diviso a lo lejos a Sol, madre de su abuela Ginny, con otra bruja, avanzaron hasta que llegaron a donde estaban ambas y Sol la recibio con un abrazo.

 

-Hola Sol, Disculpa que te moleste- le dijo apenada -andan todos perdidos, haber si nos haces una visita y me ayudas a enloquecer a alguien- rio.

 

-Hola, soy Alessandra que tal?- se presento a la muchacha pelirroja -vengo de parte del Departamento de Criaturas para hacer una revision de rutina y ver si estan los animales bien cuidados y registrados- les explico a ambas.

 

Un lobo se le acerco no muy amable, la Nigromante se mordio el labio para no sonreir ante su actitud, era normal cuando las criaturas protegian su hogar, crias o dueños.

 

-Oh! Que monada- dijo observando maravillada al pequeño hipogrifo -son tan adorables cuando nacen, espero que lo cuiden bien y le den insectos, son muy pequeños para comer hurones por el momento- les comento.

 

-Cuanto tiene?- les pregunto sin apartar la mirada de la criatura, hizo una pequeña reverencia al hipogrifo bebe para ver si la aceptaba.

 

 

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#16

Editado por Alessandra G. Delacour

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La pelirroja no pudo evitar abrir los ojos con expresión sorprendida y soltar una sonora carcajada por las locuras de su madre. En los últimos años, su amor por las criaturas mágicas se había incrementado notablemente y la asustaba un poco la idea de lo que podría encontrar amarrado en el jardín algún día. Mientras no pusiera a alguno de sus bebés en su cuarto...

 

- Algún día acabarás fundando una reserva ecológica en el castillo, si no lo haces antes en tu habitación... Pobre Malik, ¡no creo que le agrade la idea de compartir tu espacio personal con más bichos!

 

Guiñándole un ojo al enorme lobo, se atrevió a rascar suavemente detrás de sus orejas como hubiera hecho con cualquier perro, no muy segura de que no fuera a masticar su mano, ya que sólo lo había visto dejarse acariciar por Sol.

 

- Por favor, matisera, dime que no iremos a la caza de una novia para el viejo gruñón... - levantando la vista del lobo, contuvo a duras penas la risa esa vez, para evitar despertar a Idris o sobresaltar a Malik cuando estaba demasiado cerca de sus dientes. - Tus instintos de celestina se están saliendo de control.

 

Se puso de pie de un salto, contenta con la idea de dar un paseo y quizás hacer un picnic cerca del lago. El día estaba precioso y el lago era perfecto para disfrutar de esos pequeños placeres...

 

La bruja parpadeó en confusión al ver a su madre girarse hacia la entrada con una sonrisa de bienvenida en el rostro. El castillo no solía recibir muchas visitas, no muchas que se recibieran con una sonrisa, al menos. No tenía idea de quién era la mujer a la que Haydie escoltaba, pero supuso que Sol la conocía dado su cordial recibimiento.

 

- Encantada - le respondió con una breve sonrisa después de que se presentara y explicara el motivo de su visita. - Bueno, ya que Sol es quien se ocupa de la gestión del mini zoológico y de los asuntos ministeriales, ¿me disculpan si me ausento un momento? Creo que siento como si llevara estas prendas hace más o menos media vida...

 

Echándole un último vistazo al nuevo huésped emplumado y despidiéndose de las brujas con un asentimiento, regresó sobre sus pasos y se dirigió nuevamente hacia el castillo, llevaba varios días lejos de la casa y haber pasado la noche en el vagón de un tren no hacía mucho bien a su imagen.

 

Una perfecta anfitriona, sí señor... Una bruja de noble cuna y exquisita educación, sangre pura y orgulloso linaje...

 

Deteniendo sus pasos para mirar a su espalda antes de cruzar el umbral, la pelirroja frunció el ceño al oír una vieja voz que llevaba tiempo sin escuchar. Molesta e incansable, el timbre profundo y altanero de sus susurros era un completo incordio.

 

¿Qué salió mal contigo? Esas pintas... Esa pobre excusa de modales. Una completa falta de delicadeza y elegancia. Deshonrar de esa manera un antiguo apellido...

 

Sus labios se torcieron en una mueca molesta e inconscientemente su mano revoloteó por encima de su hombro, como si quisiera espantar algún molesto insecto de su oído, aunque no sirviera de mucho. Para ser una voz en su cabeza, ésta era bastante desagradable con ella.

 

- Mmm... ¿qué tenemos aquí? - Acercándose a los estantes de libros que se hallaban en la sala, la bruja paseó sus dedos con tranquilidad por los lomos de los que tenía a su alcance y tomó el que parecía más antiguo. - Tal vez deberíamos hacer una barbacoa junto al lago, y este me vendrá bien para encender el fuego.

 

Cargando el pesado tomo en sus manos, retomó el camino hacia su habitación, sabiendo que no volvería a oír a la molesta voz al menos por un rato. Al menos sabía como callarlo, aunque al parecer eso no sabía que ella jamás sería capaz de quemar un libro, al menos uno que no le hubiera hecho nada.

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El museo estaba funcionando mejor que nunca, no recordaba de cuánto tiempo atrás tenían tantos visitantes para asistir a cada una de las exposiciones que se estaban llevando a cabo en el lugar, de seguir así de seguro que pronto podría ampliar la exhibición del periodo jurásico como le había indicado a Alessandra el día que la visitó junto con sus sobrinos y ahijado. Y justamente pensando en aquella visita la sorprendió nuevamente el patronus de su sobrina indicando de un nuevo lugar al que debía asistir para ser el apoyo legal del trabajo que estaba llevando a cabo la bruja en los linderos de Ottery y con todas las familias mágicas.

 

Ya llevaban prácticamente una semana trabajando codo a codo, sin dudar su sobrina tenía energía de sobra para estar de un lado a otro ejerciendo su labor, era incansable, algo que la hizo sonreír pero todo se debía principalmente por su motivación lo que eran las criaturas para ella, las quería tanto que además de ser propietaria de muchas en la mansión Delacour eso hacía que realizara su trabajo con mucho detalle.

 

Después de despedirse del personal del museo usó la aparición para llegar fuera de los terrenos del castillo Lestrange, luego encaminadose a paso rápido para no hacer esperar más a su sobrina tocó a la puerta a la espera de ser atendida para acompañar a la rubia en su labor.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Alessandra miró a mi pequeño Idris y como era de esperarse se derritió, aquel pequeño animalito era verdaderamente adorable y ahora durmiendo plácidamente en aquella cama de césped parecía sacado de un tierno sueño. Sonreí feliz, realmente lo había deseado durante tanto tiempo que ahora me sentía tan feliz que no podía ocultarlo.

 

 

Samy se marchó hacia el interior del castillo, sonreí de lado, sabía perfectamente que mi pequeña lucecita no era afecta a las visitas y en la primera oportunidad escapo como era de esperarse. La vi partir, más tarde podríamos hacer algo juntas.

 

Escuché las indicaciones de Alessandra en cuanto a la alimentación de mi precioso animalito, asentí suavemente poniendo atención, mientras veía pasar nuevo a Haydie rumbo a las rejas que daban acceso a los terrenos del castillo.

 

Tardó poco en volver acompañada de una nueva visita, una joven rubia se acercó Alessandra sonriendo, probablemente venían juntas y a hacer su inspección. Miré a la joven bruja, me parecía conocida de algún lugar, aunque no ubicaba de donde, probablemente del ministerio o algún evento de aquellos que eran recurrentes.

 

 

 

@ @Dennis Delacour

@Alessandra G. Delacour

Editado por Sol Lestrange Black

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  • 2 semanas más tarde...

¡Por fin! El vapor que se concentraba en el cuarto de baño comenzó a escapar cuando la bruja abrió la puerta. Se envolvió en su bata sintiéndose por fin fresca y limpia como un bebé. Nada como un buen baño para cambiar su humor, definitivamente.

 

Se sentó frente al espejo mientras comenzaba a secar su cabello y luego a cepillarlo suavemente, perdida en sus pensamientos. Le parecía curioso que después de tanto tiempo manteniéndose lejos de cualquier cosa que tuviera que ver con el Ministerio de Magia, tuviera una inspección en su propio castillo. Pero bueno, Sol era quien se ocupaba de aquellos menesteres y ella sabría cómo tratar con ese asunto.

 

- ¿No la odias?

 

Sus manos se detuvieron por un momento al volver a oír la voz, aunque esta vez sonaba más curiosa que molesta. Con expresión pensativa, continuó con su labor, cepillando los largos cabellos rojizos con suavidad.

 

- Jamás la odiaría. ¿Por qué lo haría?

 

- Es una bruja excepcional y jamás estarás a su altura.

 

Y ahí estaba, de nuevo la nota de desprecio en sus palabras. Encantador.

 

- No la odiaría por no poder llenar sus zapatos. Eso es ridículo.

 

- Ella también tenía unos enormes zapatos que llenar.

 

Esta vez, le pareció detectar algo de nostalgia en su interlocutor, aunque no entendía aún qué hacía discutiendo aquello con algo que ni siquiera podía ver. Y una vez más, las palabras de su molesto acompañante la hicieron pensar que podría reconocer a su dueño.

 

- Creo que los ha llenado excepcionalmente. Da igual, es la ama y señora de este reino ahora. Y espero que, esté donde esté, Lestrange se retuerza de agonía al saber que ahora soy matriarca de su familia.

 

La sonrisa malvada de la pelirroja se acentuó cuando escuchó un gruñido molesto y una maldición en respuesta a su pulla.

 

- ¿No conoces la palabra intimidad? Vete - frunció el ceño al notar algo que le resultó molesto. - ¿Acaso rondas por aquí mientras me baño?

 

- No se puede ver mucho con tanto vapor - la respuesta fue acompañada de una carcajada que le puso los pelos de punta.

 

- ¡Eso es asqueroso! - La bruja lanzó el cepillo enfadada, aunque no tenía nada que golpear. Entre el vapor y las sombras del baño le pareció entrever el movimiento de un brillo plateado, aunque fue cosa de un segundo y no podía estar segura. - ¡Sólo deja que encuentre a un buen exorcista!

 

Tendría que buscar a su madre con urgencia y tener una seria charla con ella, y descubrir sobre todo si aquello también le sucedía o sólo ella tenía la "fortuna" de sufrir aquel tormento.

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Tras la corta visita ministerial y la emoción de recibir a la nueva mascota del castillo, me dispuse a volver al interior del castillo, el silencio reinaba, lo cual me dijo que mi pequeña lucecita no se encontraba cerca, una suave risa escapo de mis labios finos, definitivamente ella era la luz de mis ojos y no podía imaginar mi vida sin ella, con aquel agradable pensamiento me dirigí a la biblioteca, dispuesta a esperar que volviera, probablemente había pasado a su habitación a asearse después de su llegada apenas habíamos tenido tiempo entre las visitas y el hipogrifo.

 

Abrí la puerta de la biblioteca, sin preocuparme en volver a cerrarla tras de mí, aquel característico aroma a madera y libro antiguo lleno mis sentidos, aquel lugar siempre había sido como un refugio para mí, me sentía cómoda, rodeada de aquellos libros y recuerdos, aunque no todos fueran agradables del todo, era una parte importante de mi vida. Suspiré mientras con mi mano repasaba uno de los libreros acariciando con vehemencia los ejemplares que en él se resguardaban.

 

--¿Por qué estas triste Sollatrix? – preguntó aquella voz grave que reconocería entre un millón, no pude evitar dar un respingo, mientras mi corazón de aceleraba de golpe. Estaba acostumbrada a escucharla, pero no por ello dejaba de incomodarme.

 

--No estoy triste-- respondí de inmediato sin percatarme de lo absurdo que era hablar con una voz imaginaria-- Deja de molestarme…--dije rodando los ojos intentando recomponerme, y dejar de lado aquellos delirios que de vez en cuando mi mente creaba.

 

--Mi pequeña hermosa, ahora tu padre te molesta…-- volví a escuchar, aquel tono que pretendía ser dulce me erizaba los cabellos, resoplé y me llevé las manos a las sienes masajeándolas como si así pudiera detener aquella molesta visita.

 

--No eres real…-- sabía que aquello era una simple creación de mi mente, el reflejo de aquel lugar o quizás su recuerdo encerrado entre aquellas paredes.

 

--¿Estas segura princesa?—preguntó tan firme, que comencé a dudar de mis facultades mentales.

 

Un gruñido familiar me hizo abrir los ojos y lo que vi me hizo dar un paso hacia atrás totalmente descolocada chocando bruscamente con uno de los libreros, haciendo que uno de los objetos de cristal que lo decoraban cayera bruscamente haciendo un fuerte ruido. Malik estaba parado en la puerta en posición de ataque, mirando hacia uno de los costados de la habitación, donde la figura de un hombre no del todo corpórea, lo miraba alzando la ceja. Tarde apenas unos segundos en asociar la voz con el cuerpo y su portador, mientras mi lobo seguía gruñendo.

 

--Pero qué demonios…-- fue lo único que salió de mis labios a gritos, mientras detrás del lobo Haydie y Sam aparecían preocupadas por el estruendo de los cristales y mi propio grito. –Díganme que también lo ven…o llamen de inmediato a un medimago...-pregunté señalando hacia donde el fantasma de mi padre con aquel aire altivo y hermoso nos miraba con una flamante sonrisa marca Lestrange….

Editado por Sol Lestrange Black

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Hacia cerca de un año ya que Ares no regresaba a Inglaterra, y mucho menos al castillo Lestrange, tenía recuerdos de su infancia en aquel lugar y luego algunas visitas esporádicas en su adolescencia pero pese a ser el castillo de parte de su familia, no lo llamaría hogar.

 

Pero en aquel momento, mientras realizaba su formación profesional en Reino Unido, necesitaría regresar a sus raíces y asentarse por un período más largo en el castillo. ¿Cómo estarían sus primas? Sabía que las brujas se encargaban ahora del castillo, pero ¿tendrían algún problema en hospedarlo durante algún tiempo?

 

El castillo era grande cierto, además estaba el plus de ser familia y siempre tuvieron un vínculo ameno, no uno tan cercano pero durante las reuniones familiares pasaban un grato tiempo. Quizás se estaba preocupando sin sentido, desechó las tribulaciones con un gesto de los hombros y siguió su camino hacia la entrada del imponente castillo Lestrange.

 

Era un día cálido de verano, incluso cálido para los estándares británicos de aquella estación por lo cual el mago solo llevaba una cómodos pantalones deportivos, zapatillas y una camiseta de manga corta verde y detrás de él un pesada mochila azul y negra de viaje que venía peligrosamente cargada a pesar de el encantamiento de extensión indetectable que el mago le realizó antes de partir.

 

Subió los enormes escalones de piedra oscura que llevaban directamente a la espectacular puerta de entrada de aquel castillo de ensueño, un cosquilleo nostálgico recorrió el cuerpo del castaño mientras este estiraba la mano para presionar el timbre de la entrada y dejaba que el ensordecedor sonido del mismo repiqueteara por todo el edificio.

 

El ojiazul aguardó a que alguien respondiera pero los segundos se hicieron minutos y nadie se acercaba a atender. ¿No habría nadie? Presionó el timbre de nuevo y obtuvo la misma respuesta… silencio. Era imposible que ni siquiera un elfo estuviera presente, los castillos no quedaban nunca completamente abandonados.

 

¿Estarían fuera? Quizás en los jardines traseros se aventuró a conjeturar Ares mientras salía de la entrada y se encaminaba hacia el fondo del castillo. Mientras recorría el camino hacia los jardines de atrás, recuerdos de tardes de verano en aquel lugar mientras era niño acudieron a su memoria y una tibia sonrisa se dibujó en el rostro del mago.

 

Las paredes de piedra se alzaban altas e imponentes a la derecha del mago mientras los prolijos jardines se extendían hasta donde alcanzaba la vista a su izquierda, la diestra del mago iba recorriendo casi en un gesto de caricia la antigua y basta piedra que se sentía calida al tacto por beberse el calor de aquella estación.

 

El primer enorme ventanal apareció a unos metros delante de él, tras un hermoso seto de flores pequeñas y doradas. Ares se detuvo y trató de escudriñar hacia dentro, del otro lado solo pudo ver un enorme pasillo de piedra decorado con suntuosidad. Estaba apunto de seguir su camino cuando sintió los gritos y el sonido de algo de vidrio al romperse.

 

Definitivamente algo que estaba pasando en aquel lugar, no estaba en la naturaleza de Ares quedarse fuera de un problema y menos cuando su familia se podría encontrar envuelta en el mismo. Miró a la desesperada el enorme ventanal mientras deslizaba su diestra hacia el bolsillo derecho se su pantalón donde guardaba su varita pero pronto desechó aquella idea.

 

Era un castillo mágico, estaba casi seguro de que usando un simple encantamiento no lograría forzar aquella entrada y no tenía mucho tiempo para buscar el hechizo correcto para hacerlo si es que había uno, siempre estaba la posibilidad que de solo algunos miembros con cierta licencia mágica pudieran abrir con total libertadas las entradas al hogar.

 

A veces la solución era la más simple y la más inesperada, se agachó sobre el césped y tomó un hermoso canto rodado que se encontraba junto al seto floral colocado allí por meros motivos decorativos, pero además de lindo tenía sus buenas dimensiones. Se alejo unos pasos del ventanal y lo arrojó con todas sus fuerzas, el vidrió estalló con estruendo y una lluvia de fragmentos cortantes de diferentes tamaños cayó sobre el seto y el césped.

 

Ares se desprendió de la mochila y con agilidad se coló por el ventanal destrozado, sus zapatillas pisaron un fino manto de fragmentos vidriosos que cubría el piso de piedra y se quebraron al sentir el peso del mago. Los sonidos de lo que estaba sucediendo sonaban mucho más fuerte y claros dentro del castillo, el castaño sustrajo su varita y empuñándola corrió tras ellos.

 

Recorrió un buen trecho del pasillo, subió dos escaleras y recorrió tres pasillos que se curvaban antes de llegar el epicentro de toda aquella cacofonía. Era en la biblioteca, dentro se encontraba su prima Sol y un enorme lobo que gruñía hacia algo que por el marco de la puerta Ares no podía ver.

 

-¿Hola? – preguntó confuso no seguro de cual sería su siguiente paso.

 

 

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