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☀ 。.:* Castillo Lestrange *.:。☀ (MM B: 97133)


Sol Lestrange Black
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Me gustaba el otoño, siempre había sido mi estación favorita, el viento meciendo las hojas de los árboles, los colores cálidos tiñendo los bosques, el cielo azul despejado, las extensas alfombras de hojas secas crujiendo bajo mis pies, en aquel paseo por los terrenos del castillo. Pero no estaba sola, jamás lo estaba, Malik se encargaba de cuidar cada uno de mis pasos y movimientos, caminando a mi lado con aquel porte tan magnifico que parecía irreal en un simple lobo, a quien engaño, mi mascota jamás a sido un simple lobo.

 

Desde su inesperado arribo a los terrenos, se había convertido en mi sombra, solo lograba estar lejos de él cuándo debía salir del castillo. Me protegía cada minuto del día, no era que me molestara su presencia, al contrario, para mí se había convertido en la mejor compañía, alargué mi mano para acariciar su suave pelaje, adoraba aquella sutil sensación cálida de su piel.

 

Detuve mis pasos y su cabeza giró, era tan grande que sus ojos quedaban prácticamente a la altura de los míos sin esfuerzo. Le sonreí y me vi reflejada en sus ojos azul profundo que hablaban en aquel peculiar silencio, podía pasarme largos minutos perdida en su mirada, sus ojos siempre me habían parecido humanos, podían expresar su enojo, su alegría.

 

--¿Todos los Huargos son como tú?—pregunté como si pudiera responderme, definitivamente lo único que le faltaba a mi adorada criatura era hablar.—Eres muy hermoso y muy inteligente…-- su enorme cuerpo se pegó más a mi buscando el contacto, siempre su cercanía parecía traerme paz, un suspiro escapó de mis labios mientras recargaba mi cabeza en su costado, no queriendo perder aquel cálido contacto.

 

Volví a emprender la marcha, nuestro destino estaba cerca, y él me acompaño en mi paso, el silencio se hizo nuevamente, una suave risa escapo de mis labios ¿Qué esperaba? Estaba acompañada de un lobo, por mucho que yo lo viera casi como un humano. Llegamos a nuestro destino frente al inmenso lago, era un apacible espejo, apenas perturbado en su quietud por la brisa del otoño, un tentáculo asomo a la superficie, a modo de saludo.

 

Sonreí, mis mascotas sin duda eran peculiares y podían sentir mi presencia. Tomamos asiento bajo la sombra de un apacible roble, en la crujiente alfombra de hojas secas, recargando mi espalda en él, Malik se dejó caer a mi lado recargando su cabeza sobre mis piernas, como si fuera un manso cachorro, acaricie su cabeza mientras sus ojos me escrutaban en silencio, como si pudiera leer mi mente.

 

--Cuando era niña este lugar siempre era un refugió, cuando me sentía sola, corría hasta aquí—relate al lobo que atento comenzó a escucharme—después cuando Fark llegó lo hacíamos juntos, nos escapábamos del castillo y veníamos hasta aquí para simplemente sentarnos o acostarnos a mirar el cielo…-- admití dejando que mi mente se llenara de aquellos gratos recuerdos. —Lo extraño tanto…-- le confesé sabiendo que no me juzgaría, ¿Cómo podría hacerlo? Mi mirada se nublo llenando mis ojos de lagrimas, había pasado tanto tiempo y seguía recordando cada detalle, el timbre de su voz, el color exacto de sus ojos, el suave mormullo de su respiración, la mueca de sus labios que se convertía en una sonrisa torcida.

 

Respiré profundamente, el aire parecía negarse a entrar en mis pulmones y sentí una fuerte opresión en el pecho, no pude contener un profundo sollozo, Malik levantó la cabeza mirándome fijamente, y casi pude leer angustia en aquellos ojos azules, le sonreí o eso intenté.

 

--Daría mi vida entera por que el estuviera aquí, por escucharlo, por tocarlo y que me tocara… --continúe en mi monologo—Nunca le dije cuanto lo amaba, o al menos no le explique la forma en que lo hacía… y quiero creer que el siempre sintió lo mismo por mi…-- las lágrimas corrían ya por mis mejillas sin que intentara retenerlas. – Te hubiera gustado…-- dije acariciando la cabeza del lobo que seguía atento mis palabras como si de verdad comprendiera mi discurso. —Era un hombre hermoso, elegante, y muy arrogante…-- admití soltando una suave risa en medio de mi dolor.

 

--Era un Lestrange en toda la extensión del apellido, capaz de dar vida con una sola mirada y matarte con la misma cuando estaba enojado, era suave en su trato, pero de carácter fuerte y explosivo, peleábamos mucho, pero siempre creí que era por intentar contener ese sentimiento que nos rebasaba cuando estábamos juntos…-- analicé recordando las múltiples peleas. —Lo amaba tanto…aun lo amo…y ¿sabes algo? Nunca podré dejar de hacerlo…

 

@Farkas

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  • 7 meses más tarde...

Un enorme estruendo resonó en las sólidas paredes del castillo. Una puerta abierta con demasiada fuerza se estrelló contra la pared seguidamente, aunque los firmes cimientos del lugar ni siquiera se estremecieron por la conocida presencia que solía alterar su tranquilidad.

 

Deslizándose con sigilo, como si esperara encontrar a alguien allí, la silueta de una muchacha recorrió toda la habitación en penumbras hasta su último rincón, antes de acercarse a los ventanales y abrir las cortinas de par en par para dejar entrar la luz solar, con un suspiro enfadado.

 

Aunque hubiera recorrido todo el castillo hasta el cansancio, Samantha no lograba encontrar a su madre por ningún sitio. No estaba en la biblioteca, ni en el lago, en los jardines, la sala, ni siquiera en su sacrosanta habitación. Ni siquiera podía encontrar a Haydie, que normalmente era la guardiana del paradero de su madre.

 

¡Tampoco había logrado encontrar a su omnipresente compañero peludo! Lo que era raro, ya que una criatura tan enorme y llamativa debería ser sencilla de encontrar. ¿Dónde se habría metido? Se suponía que no iría a trabajar hoy... ¿Se encerraría en algún spa? ¿Con una elfina y un gigantesco lobo? La bruja sacudió la cabeza ante la idea, descartándola de inmediato.

 

Era muy extraño que Sol desapareciera del castillo. Al menos, sin avisar, ya que era una bruja más que previsible para su loca hija. Tendría que seguir buscándola hasta dar con su paradero o con el de alguno de sus fieles adláteres, antes de que el instinto de impulsividad venciera a la castaña y quizás acabara con uno o más hermanos extras. ¿Quizás se encontraba a escondidas con alguien? ¿Tal vez con su padre? Se suponía que ya no había nada entre ellos, pero siempre existía esa posibilidad... Necesitaba encontrar a Sol con suma urgencia.

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El regreso al castillo fue menos extraño de lo que había sido el día de compras en el Callejón Diagon, habitualmente no lograba deshacerme de la compañía de Haydie cuando salía de compras, pero ahora habíamos añadido una nueva presencia al paquete.

 

Malik, trotaba a mi lado, últimamente me era prácticamente imposible apartarme de él, muy pocas veces me daba un respiro. No era tampoco que me molestara su compañía, por el contrario me sentía bastante cómoda en su presencia, e incluso Haydie que en un principio le temía ahora se había vuelto muy consentidora con el lobo, casi tanto como conmigo misma.

 

Lo extraño del paseo había sido justamente la presencia de mi adorable mascota en las tiendas del callejón, su presencia llamaba infinitamente la atención, y me había costado bastantes miradas de desaprobación el haber andado aquella mañana en compañía de semejante e imponente animal. Si bien era inofensivo, la gente parecía tomarse con recelo el que un lobo huargo de casi metro y medio de altura caminara a mi lado como un manso cordero.

 

En un principio aquello me había conflictuado, pero después de un rato, me pareció hasta divertido ver como las personas cambiaban de acera ante la presencia de mi adorable cachorro, el cual no permitía que nadie se acercara a mi mas de lo necesario y si alguien tenia la osadía de ignorar su gélida mirada un simple gruñido era suficiente para mantener al margen a cualquier atrevido.

 

-Sabes que te adoro, pero la próxima vez debes quedarte en casa – Dije divertida palmeando su enorme cabeza, mientras de su pecho un suave gruñido de satisfacción escapaba. O comenzaba en realidad a volverme loca o empezaba a entender incluso los diferentes sonidos que mi lobo producía.

 

-Akra…- llamo mi atención la elfina que nos acompañaba cargando algunas de las bolsas de compras. Gire la cabeza y descubrí que señalaba la puerta del castillo abierta de par en par.

 

Malik fue el primero en apresurar el paso y entrar corriendo al castillo, era muy extraño que esa puerta estuviera abierta había solo un par de opciones del por que estaba así… una era muy buena y la otra muy mala. Corrí tras el lobo dejando las bolsas botadas por el jardín preocupada por lo que pudiéramos encontrar dentro.

 

El silencio se rompió cuando escuche aquella angelical voz de mi hija en el piso superior, respire aliviada al igual que Malik que dejo de mostrar los dientes al reconocer también la voz de mi pequeña pirómana.

-Es la niña Sam…-dijo Haydie, haciéndome reír, era adorable la manera en que siempre nos vería como si siguiéramos siendo sus niñas pequeñas.

 

-¿Buscas a alguien corazón? -Casi grite al pi4e de la escalera haciéndome notar mientras a toda carrera mi hija bajaba las escaleras para tirarse en mis brazos. – Aquí estamos princesa… ¿A que debo esta maravillosa sorpresa?

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La joven sonrió cuando escuchó voces en el piso inferior, por fin había presencia de seres vivos en las inmediaciones del castillo. Prácticamente corrió al reconocer la voz de Sol y bajó las escaleras en tromba para poder asaltarla como siempre hacía. La abrazó y besuqueó con una sonrisa antes de recordar su preocupación inicial, y separarla a la distancia de un brazo para poder inspeccionarla de arriba a abajo y por ambos lados.

 

- ¿Te encuentras bien? ¿Desde cuándo desaparecen tan campantes los tres sin dejar rastro de su paradero? ¡Me asustaron!

 

La pelirroja soltó su diatriba casi sin un respiro entre sus reproches, arqueando una ceja y cruzando los brazos para remarcar sus palabras. Si algo podía identificar a las Lestrange más que los lazos de adn, era la tendencia a causar una escena dramática ante la menor provocación.

 

- Al menos, puedo estar segura de que no has podido fabricar bebés que vengan a invadir esta familia. Ahora puedo contar con la presencia de tu guardián como método anticonceptivo - le sonrió al enorme huargo mientras acariciaba el curiosamente suave pelaje del enorme lomo.

 

No entendía cómo lograba Sol salir de la casa y caminar tranquila con semejante criatura, pero confiaba en que Sol podía adaptarse a cualquier situación. Después de todo, la bruja era una mujer acostumbrada a llamar la atención allá donde fuera y no le importaba atraer las miradas de la gente.

 

- ¿Me has comprado algo? - preguntó con una sonrisa expectante, recobrando su alegría acostumbrada cuando pudo confirmar al fin que todo en el castillo seguía como de costumbre, aunque con más pelos de lo normal.

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  • 4 semanas más tarde...

La llegada de mi princesa era algo que siempre me llenaba de alegría y me hacia sentir completa.Nunca habíamos sido muy apegadas las una a la otra, ambas eramos almas demasiado libres e independientes para ello, nos adorábamos sin duda alguna, y aun así podíamos pasar meses sin vernos o sin recibir una lechuza la una de la otra sabiendo que si no había noticias eran buenas noticias.

 

Nuestra familia jamas había sido "normal" distábamos mucho de serlo, teníamos una historia muy peculiar que pocos o casi nadie conocía a fondo y los que la habían llegado a conocer no entendían demasiado del asunto. Aquel enorme y solitario castillo albergaba historia poco ortodoxas, y demasiados secretos que solo ella y yo conocíamos.

 

- Deja ya de cuestionarme y ven a darme un abrazo pequeño demonio...- refunfuñe con poco éxito, en unos segundos el torbellino pelirrojo me había atrapado en un asfixiante abrazo que no pude mas que corresponder con la misma alegría.- Amor mio si conocieras las lechuzas y avisaras de tus visitas probablemente me encontrarías en casa para recibirte...- admití frunciendo el ceño - Aun que admito que adoro estas sorpresas...- respondiendo a su ultima pregunta tome una de las bolsas y la levante poniéndola frente a sus ojos verdes. -mamá siempre te trae algo de sus marotonicas compras...

 

Sonreimos, mi niña quizás jamas sería la damita que hubiera deseado, pero si algo adoraba de ella era su autenticidad y su manera despreocupada de ver la vida.

 

-Bienvenida a casa querida nieta...- un bufido poco cortes escapo de todos los presentes, incluyendo a Malik que por alguna extraña razón seguía odiando las apariciones poco oportunas del fantasma de la casa, que para mi mala suerte era mi padre.

 

-Alexandre por qué no vuelves a tu circulo del infierno y nos dejas en paz...-exclamé mientras Malik gruñía y mi hija miraba a aquel fantasma de aspecto corpóreo que no parecía querer irse nunca mas.

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  • 3 semanas más tarde...

Caminaba sin rumbo fijo como siempre desde que el caos ministerial se desato, venía del banco mágico intentando asimilar toda la basta y extensa información que tenía en mi haber, primero que nada quería encontrar algún lugar en el que detenerme para pensar un poco aunque sea todo el caos que estaba acometiendome y si bien mi amigo Hades me había dado soluciones, eso no significaba que me sintiera contenta aún, faltaban cosas por ver y cosas que necesitaba saber, la fortuna o el destino quisieron que llegara al castillo Lestrange otra vez, parpadee intentando entender porque estaba parada afuera y no hacía nada por entrar, así que indecisa me adentré al lugar esperando encontrar a mi mamá o en su defecto a alguien conocido a quien pedirle ayuda en tamaña empresa.

 

Encontré a mi mamá Sol, a Sammy y a ¿un fantasma? allí adentro, parpadee con mis ojos azules claros intentando entender de donde ese señor me sonaba familiar, sin contar que mi traje violeta claro lucía arrugado despues de estar todo el tiempo afuera y mis zapatos violeta estaban embarrados de tanto caminar, no tenía la apariencia que siempre solía tener y mi cabellera pelirroja debía de estar toda enmarañada después de tantas horas fuera de mi cálido hogar, un hogar al que no había vuelto desde hacía bastante tiempo por solucionar el problema que se nos venía encima.

 

- Hola familia, lamento la interrupción, ¿fuiste de compras ma? por cierto, soy Lunita Lestrange, mucho gusto señor ¿alexander?, hola Sammy tanto tiempo, por cierto no saben el lió que es la calle, realmente no se puede estar, estoy tentada a decirles que estamos en un problema importante, el banco mágico cerrara sus puertas y no se que pasará con nuestro dinero, así que necesitaré ayuda para entender que debo hacer y pues lo siento, ¿qué tal han estado? por cierto me alegro de volver a mi cálido hogar, no saben lo feo que esta todo afuera - Dije sonando más apesadumbrada, pesé a lo feliz que estaba de estar en casa, la situación del mundo mágico había minado mi temperamento alegre y despreocupado y en su lugar, estaba preocupada y con mi ceño fruncido intentando entender que hacer a continuación -

 

Sabía que mi mamá y Sammy entendería por el lió que estaba pasando, porque ambas eran conscientes que el ministerio había sido mi vida desde que era una simple aprendiz, ambas me habían visto pasando de un lugar al otro en las criaturas primero, pasando por misterios, hasta que al fin me halle en aurores, siendo jefa y luego directora, para después volver a ser empleada y todos esos cambios los había hecho con ambas al lado, pero aún así me sentía mal porque veía que todo mi esfuerzo quizás no sirviera de nada y la debacle mágica era inminente, así que necesitaba auxilio y ayuda para saber que hacer con mis galeones y por si fuera poco con mi trabajo de toda una vida.

 

- Espero no molestar, siento llegar sin avisar pero caminaba sin rumbo y terminé acá, quiero decir que no planee venir solo entre porque necesitaba pensar un poco y pues estoy asustada, creo que el trabajo de toda mi vida se va a ir al tacho, quiero decir que una va a trabajar para ganar un sueldo y luego eso se liquida y se va de las manos, de acuerdo quizás exagero o tal vez es la situación en si, lo siento, es que no sabía a quien recurrir - Dije sonando menos alegre que de costumbre y más preocupada de lo que me atrevería a confesarles realmente -

 

mis ojos azules claros no tenían su chispa habitual, ni si quiera mi cabellera pelirroja estaba impecable como siempre, debía de parecer cualquier cosa después de horas afuera, sin contar que sabía que mi ropa olía a hollín, me pregunté si podrían ayudarme y me dije que algo se les ocurriría, porque veía como la vida que había construido con tanto esmero se me esfumaba de las manos, sin que pudiera hacer nada por evitarlo, algo que me preocupaba y me frustraba a partes iguales,por eso buscaba su consejo, porque supuse que algo se les ocurriría o quizás simplemente escuchándome y confortandome funcionaba y me quedaba mas tranquila y feliz de lo que en realidad estaba en estos momentos.

 

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  • 3 meses más tarde...

¡Realmente esto era deprimente!

 

La bruja se quitó los zapatos altos con una patada al cruzar el umbral y los lanzó a un lado, feliz de bajarse de esas cosas. Se quitó la capa, que siguió el mismo camino que los zapatos, y pensó en buscar algo que beber ya que estaba en casa por fin otra vez.

 

No entendía cómo, en una tan bonita y con tantos elfos atentos a cada detalle de la misma, podían llegar a estas fechas con tan poca algarabía navideña. Sólo el árbol ocupaba su típico lugar, tan magnificente y tan aburrido como de costumbre.

 

Claro que existían grandes posibilidades de que simplemente los mismos elfos como su madre esperaran a que la pelirroja hiciera su aparición acostumbrada antes de las navidades para dar vuelta el castillo y dejarlo esplendoroso y bello como de costumbre. Después de todo, cualquier adorno o cinta que no fuera colocada por ella misma corría el riesgo de ser desechada sin mirar atrás...

 

¡Por Merlín! Estaba ocurriendo... ¡Se estaba volviendo una persona predecible! ¿Estaría envejeciendo? No, nadie podía envejecer a su edad... ¿Madurando? Imposible. ¿Qué seguiría, saldría allí afuera y conseguiría un trabajo y una licencia de lo que fuera, como hacía todo el mundo?

 

Incluso ella podía predecir sus siguientes pasos, como en cada visita pre-navidad: descolgar y quemar cualquier cosa y luego cambiarlo todo. Y ver fotos navideñas. Y planear una cena a la que en general olvidaban asistir... ¡Maldición!

 

- Bien, aún podemos arreglar esto - se dijo para sí mientras se dirigía hacia el sofá y robaba algunos cojines para sentarse en la alfombra junto a la mesa del café.

 

- Sólo tengo que hacer algo completamente diferente este año, y ya - se dijo con calma mirando molesta hacia la chimenea, diciéndose que no se acercaría estas navidades a su vieja amiga. Necesitaba una opinión certera y un plan, así que su mejor opción era solicitar refuerzos...

 

Necesitaba a su madre...

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  • 1 año más tarde...

El caballero inglés era un Lestrange, mas nunca había hecho ninguna clase de esfuerzo por acercarse a su familia paterna. Ya llegará el día adecuado, se decía a sí mismo con calma, sabiendo que así sería porque era inevitable. El tiempo normalmente pasa más lento de lo que pretendemos, pero ese día había llegado. No era un simple sábado más, era uno que había marcado en el calendario con letras en rojo. Porque supondría un antes y un después en su vida. Volver a convivir en un ambiente familiar, volver a tener un lugar al que poder llamar hogar. En definitiva, volver a tener una familia tras descubrir que los últimos familiares que tenía por parte de su madre en el extranjero habían fallecido. 

¿Estaba nervioso? No. Tenía un leve cosquilleo en el estómago que podía confundirse con nervios, pero lo que estaba era ansioso porque sucediera el encuentro. Llegaría con la mejor de las actitudes y la mejor de las sonrisas, pero en el fondo iba para reclamar lo que era suyo. Lo que consideraba que era suyo. No de una forma hostil, sino con paciencia, con calma. Demostrando cariño, empatía. Ganando la confianza de todos para hacerse de forma sutil con las propiedades y las riquezas de los Lestrange. Con la esperanza de que cuando se diesen cuenta de sus planes fuese demasiado tarde para reaccionar. Y no, no entraba dentro de sus deseos provocar alguna clase de daño físico en sus futuros seres queridos.

No quería usar la fuerza, no quería usar la violencia. Tenía conocimientos y capacidades mágicas suficientes como para ser un enemigo a tomar en cuenta, pero mejor no. La familia es lo más importante. Y sí, resulta irónico que lo piense alguien que lleva demorando muchísimos años el aparecer en el Castillo Lestrange, pero siempre había llevado con orgullo dicho apellido. Siempre había hecho lo mejor, siempre había tratado de destacar para que sus antepasados pudiesen estar orgullosos de sus logros. El apellido que portaba tenía que ser admirado, temido, envidiado... debía estar relacionado con la gloria y con el poder. Sólo con pronunciarlo el resto deberían saber que estaban ante alguien al que tenían que respetar.

Volviendo a sus planes. Dentro de su imaginario cabía la posibilidad de que si jugaba bien sus cartas sus familiares aceptasen que debería ser el poseedor de todo. El que manejase el patrimonio. El que pusiera y dictara las normas, el que dijese lo que se podía y no se podía hacer. Y se podría seguir, pero el resumen es claro: Ser el patriarca supremo. ¿Demasiados aires de grandeza? Por supuesto. ¿Lo necesitaba? Para nada. Nunca su bóveda había estado más llena de galeones. Nunca su bóveda trastero se había encontrado más repleta de objetos y pociones. Nunca había tenido tantas criaturas, algunas de ellas casi imposibles de adquirir. Y sin embargo quería más. Ese era su Talón de Aquiles, la ambición. 

Con unos últimos pasos acabó de completar el recorrido que le separaba desde la entrada de la propiedad hasta la puerta del Castillo Lestrange. Llevaba un vestuario oscuro, elegante y formal. Mezclando un traje típicamente muggle de color negro con una túnica del mismo color puesta por encima, una que había comprado en el Callejón Diagon durante la Navidad. Llevaba El Mapa del Merodeador en el bolsillo izquierdo de la túnica. Un simple vistazo y podría saber quiénes se encontraban allí, pero prefería quedarse con la intriga por el momento. Llevaba la valiosa capa de invisibilidad en el bolsillo derecho, lista para ser usada en cualquier momento para esconderse y para hacer travesuras como si hubiese vuelto a su época estudiantil.

Golpeó un par de veces en la puerta con su puño. Esperando ser atendido. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro, expectante. ¡Sorpresa, familia!

 

 

@ Sol Lestrange Black   @ Samy Lestrange

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¿Quieres dejar de seguirme por todos lados?

La pelirroja miró molesta hacia la enorme bestia que llevaba un rato convertido en su sombra. Era muy curioso, ya que normalmente se encontraba pegado a las faldas de su madre, como su fiel compañero y protector. Y a veces le ponía los pelos de punta. Sólo Sol podría encontrar adorable a una enorme criatura como esa, y sólo ella podía intentar domesticar a una cosa tan salvaje. Pero parecían llevarse bien.

Si te ibas a poner tan latoso por quedarte en casa, ¿por qué mejor no la seguiste a hacer sus diligencias?

Tomando el plato de sándwiches que Haydie había preparado antes de correr a abrir la puerta, le tendió uno a su gruñón compañero, que miró la comida como si acabara de ofrecerle un pañal sucio. Ese perro estaba demasiado malcriado.

Puedes ir a cazar cualquier cosa si no te apetece compartir — encogiéndose de hombros, le dio un mordisco al sándwich rechazado y se encaminó hacia el sofá. — Ya se, ya se, no te gusta la gente ni la calle, pero te divertirías más amenazando a los hombres que saludan a Sol, y me estorbarías menos a mí.

Por desgracia, se le había pegado la costumbre de su madre de hablar con el lobo como si de verdad entendiera lo que le decía. Al menos, Malik gruñía o movía su cabeza en los momentos adecuados, como si en verdad la escuchara. Y, más a su favor, no era un fantasma odioso y detestable que la odiaba.

¿Ama Sam? Hay alguien en la puerta. Dice que desea hablar con los descendientes de Lord Lestrange. ¿Quiere recibirlo?

Haydie había vuelto y parecía curiosa y sorprendida por las visitas. Las cosas en el castillo Lestrange habían cambiado tanto en los últimos años, que el sólo hecho de recibir visitas se había vuelto extraño. Por fortuna, no era algo que le molestara en particular.

Mmm no, creo que no. ¿Qué dices tú, Malik? Comida a domicilio, ¡es tu oportunidad! Ve y encárgate de la visita.

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Aparecí justo en mi habitación cargada de bolsas de mis últimas compras, empezaba a creer que era un poco adicta a la ropa. Pero para ser sincera no tenía nada mejor que hacer en los últimos días. 

Había vuelto hace un par de días de mi último viaje, últimamente me gustaba más estar en casa que fuera. Pero igual estar entre aquellas paredes a veces me asfixiaba un poco.

Dejé las bolsas y metí la mano en la más pequeña , saque aquella caja alargada, la abrí y el brillo en su interior me hizo sonreír.

Un brazalete de oro blanco y diamantes con mi nombre gravado en el me hizo sonreír.

Sol Lestrange

Aquel nombre era mi orgullo y mi desgracia, amaba ser una Lestrange, pero en gran medida también había Sido una maldición. Sacudí la cabeza intentando no pensar en ello y me coloque mi auto regalo antes de pararme frente al espejo. Mi imagen me reflejo con una media sonrisa. 

Una nueva imagen me hizo dar un bote, probablemente no me acostumbraría nunca a volver a verlo en sus esporádicas apariciones .

— Maldita sea Alexander , vas a matarme uno de estos días .— admití llevándome las manos al pecho intentando que mi corazón recobrara su ritmo normal.

— Soy tu padre deja de llamarme por mi nombre...—refunfuño el fantasma. Giré el cuerpo para enfrentarlo negando con la cabeza.

—Y tu ten la decencia de irrumpir en mi habitación cada que se te da la gana.

—Es mi castillo y puedo entrar en dónde quiera— discutió poniéndome cada vez más de mal humor.

—Estas mal, está dejo de ser tu casa desde que estás muerto, nadie te quiere aquí, ve hacia la luz o hacia el fuego del infierno que es muy probable que sea donde te están buscando.

—Yo solo quería avisarte que tengo una sorpresa para ti...no tienes que ponerte altanera y grosera.

—Si tienes algo que decir hazlo de una buena vez y déjame en paz...—grite saliéndome de mis casillas.

—Alguien espera por ti en la puerta cariño, será mejor que bajes...quizás te agrade lo que verás...— con un suave plop y una boluta de humo el fantasma de mi padre desapareció.

Rodé los ojos odiaba sus sorpresa, conocía bien sus alcances y nunca había sido conocido por ser portador de buenas noticias.

Sin pensarlo mucho me dirigí a la puerta, un tramo de escaleta y pude ver a Sam dirigirse la puerta junto con Malik. Esa imagen me hizo sonreír, ambos eran de las pocas cosas que podían cambiar mi mal humor en aquellos momentos.

—¿A dónde vas con tanta prisa muñeca? —pregunte a Sam que sonrió mirando hacia donde estaba reconociendo mi voz. Malik movió su cola feliz de verme con aquellos ojos color lila que me daban paz.

Llegué al final de la escalera justo al vestíbulo pisando los talones de Sam. Y frente a nosotras un hombre alto y de apariencia elegante estaba de espaldas a nosotras.

—Buenas tardes...—dije mostrando mis modales esperando que el también los tuviera y se presentara diciéndonos que buscaba aquí.

 

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