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☀ 。.:* Castillo Lestrange *.:。☀ (MM B: 97133)


Sol Lestrange Black
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Samy Lestrange

 

La pelirroja sintió un nudo en la garganta cuando vio el estado en que su prima se encontraba. La rodeó con sus brazos y la arrulló como a una niña pequeña, intentando tranquilizarla. Estaba un poco molesta por el hecho de que Polyxena decidiera delegar la responsabilidad de echar al intruso en su madre en lugar de en ella, cuando Sam era la mejor apuesta para librarse de cualquier extraño y sin parpadear. Decidió callarse de todas maneras, le pareció poco adecuado reprochárselo ahora cuando se veía tan mal.

 

Nunca había visto a la Lupin llorar y mucho menos ponerse así de triste. No entendía muy bien la historia del padre de Urian que hasta donde ella sabía, era un muggle, pero no necesitaba entender mucho para cuidar de su amiga. Mago o no, si el tipo intentaba acercarse a Poly o llevarse al bodoque de malas maneras, le arrancaría la cabeza y se la daría de comer al calamar. Tal vez sí había sido una buena idea enviar a Sol abajo en lugar de a ella, la Lestrange mayor sabía ser diplomática y encantadora para conseguir lo que quería.

 

- El bodoque estará bien y tú también. No enloquecerás, lo prometo. Huiremos a otro continente si quieres, o mataremos a cualquiera que intente molestarte - susurró la bruja deseando que la Lupin recordara que no estaba sola y que nunca lo estaría.

 

- ¿No tienes idea de lo que estás haciendo, cierto?

 

Ambas voltearon a ver al egipcio que había guardado silencio durante la repentina crisis familiar. Khalid había vuelto a ponerse de pie y mantenía en sus ojos esa expresión de profundo dolor. Sam había notado que no había despegado la mirada del rostro de su madre mientras ella estaba en la biblioteca, pero ahora su atención se había concentrado en la Lupin.

 

Khalid de Egipto

 

- ¿Por qué sufrir de esa manera? ¿Por qué entregar tu amor y luego negarlo? Estás clavando una espada en tu pecho y ni siquiera eres capaz de verla - le dijo con un gruñido a la pequeña mujer que lloraba desesperadamente. - ¿De verdad piensas sacrificarlo por nada?

 

Khalid no podía entender cómo alguien podía obligarse a sentir lo que estaba sintiendo en ese momento. Podía ver y sentir cuánto destrozaba a la joven la decisión que estaba a punto de tomar pero aún así, no parecía tener la intención de echarse atrás.

 

Habría dado cualquier cosa por tener la posibilidad, por un minuto, de volver a tener aquello que esta gente descartaba tan sencillamente. Había vivido y respirado sólo por su Kritzia en el poco tiempo que la había tenido para él, y entregaría mil vidas y sus mil muertes sólo por volver a ver la mirada de sus bellos ojos de miel al fijarse en él.

 

Las imágenes tomaron forma en su cabeza con rapidez, ocupando sus sentidos. Pudo ver los ojos de su amada, el destello del reconocimiento en ellos, el amor convulsionado en su interior antes de convertirse en un miedo atroz. Su pulso se aceleró, cada descarga de su pecho llenando de agonía su ser mientras observaba cada latido de vida gotear muy lentamente del alma de su Kritzia, y a Seshat allí observándolo, disfrutando, arrancando el amor de su vida con crueldad divina.

 

- ¿Pensaste que podrías tenerla? No sucederá, ni ahora ni en mil siglos. Verás tu amor morir, te haré el favor de arrancarlo de ti.

 

La dulce y terrible voz de Seshat se coló en su mente mientras la imagen cambiaba imperceptiblemente a sus ojos, la piel de Kritzia, su cabello, sus facciones, mutando y adoptando una forma que lo llenó de horror. Era imposible y tan maravilloso, algo que no había esperado y que lo horrorizaba y alegraba a la vez...

 

Un golpe lo devolvió a su extraña nueva realidad, atrapó una fruta de un rojo brillante que había golpeado su cabeza y la miró con confusión.

 

- ¡Esa cosa está brillando! Yo que tú me alejaría - la voz de la joven pelirroja hizo que se diera cuenta del brillo dorado que había cubierto al libro que contenía su maldición.

 

Estaba a punto de acercarse, atraído por aquel fulgor cuando una conmoción más allá de las puertas llamó su atención. Sus pasos cambiaron de dirección y, antes de que pudiera decidirlo, sus pies lo guiaron a prisa por el camino que creyó que su Sol había tomado. Si lo que la visión le había mostrado era cierto, entonces ella y su familia no estaban a salvo. Encontraría la manera de protegerla, de salvar su alma esta vez.

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Aquel hombre se presentó, no tenía facha de ser una mala persona, al menos tenía buenos modales eso era un buen punto a su favor. Miraba de forma insistente a mis espaldas, esperando la aparición de Poly, lo cual mostraba interés de su parte.

 

- Un placer señor Black. – dije sonriendo e invitándolo a que volviera a tomar asiento, ocupando el sillón frente a él. – Me informó Asturion que quería hablar con mi sobrina. Desgraciadamente ella no se encuentra en casa. - dije mintiendo con mi mejor sonrisa.

 

El mago estaba a punto de debatir mi punto, pero la aparición de Khalid lo hizo callar su protesta, no era común ver a un hombre apenas cubierto con una túnica. Mi nerviosismo creció, no era nada bueno que más personas supieran de su presencia, menos aquel desconocido, que por los antecedentes no era precisamente digno de confianza.

 

- Sol tenemos que hablar…- dijo frenándose de golpe al ver ahí a aquel hombre. Su ceño se frunció mostrando visible molestia. Su mirada me inquieto.

 

- Señor Black, discúlpeme un segundo, pero esto es un asunto urgente…- dije tomando la mano del moreno y sacándolo del salón lo más pronto posible. - ¿Que crees que haces? - pregunté molesta metiéndolo en la cocina ante la mirada atenta de los elfos especialmente de Haydie quien miraba con interés al desconocido.

 

- Tengo que decirte algo importante…- dijo mirándome directamente a los ojos, haciéndome flaquear. Miré a mi alrededor, caí en cuenta de que había demasiados oídos curiosos.

 

- Déjenos solos…- ordené, al instante el pequeño ejército abandono la cocina sin chistar, a excepción de Haydie que parecía hacer caso omiso de mi indicación. - Tu también Haydie…- especifique, haciendo que me mirara con aire ofendido, cerrando la puerta tras de si, sabía que no iría muy lejos, pero no quería estarla viendo mientras hablaba con Khalid- ¿Qué pasa? ¿Está todo bien en la biblioteca? - pregunte preocupada por su ansiedad.

 

- Mi bella Sol… todo está bien, al menos por ahora…- indicó intentando calmarme, aunque muy lejos estaba de hacerlo.

 

- Estas asustándome…- el Egipcio tomó mi mano firmemente, con la otra rozo mi mejilla haciéndome estremecer, puso su dedo índice sobre mi sien y todo comenzó. Era como estar dentro de su cabeza, sus recuerdos comenzaron a pasar dentro de mi cerebro, pero más que sus recuerdos eran recuerdos compartidos.

 

 

A pesar de que la mujer que era la protagonista no era yo, podía sentir lo que ella y ver lo que ella, imágenes, sentimientos y todo aquello parecían ser descargados de alguna parte de mi cerebro donde se habían mantenido ocultos. No entendí lo que estaba pasando, que extraña magia tenía Khalid, de pronto aquella historia que nos había contado en la biblioteca se transformaba en mi propia historia, como si yo la hubiera vivido.

 

Apartó su mano suavemente y la imagen de la cocina se volvió nítida de nuevo, apenas podía respirar, me sentía sofocada, confundida.

 

- Eres tu...solo tu...- murmuró.

 

Todo pareció tomar sentido cuando sin necesidad de decir una sola palabra mas sus labios se fundieron con los míos en un cálido y ansioso beso que pareció poner cada idea en su lugar mientras correspondía de igual manera.

Editado por Sol Lestrange Black R

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Ashton Black

 

El joven vio como la mujer lo dejaba ahí, sin dar mayores explicaciones. Era raro que alguien de la familia de su novia se comportase de aquel modo o por lo menos a él se lo parecía, pues su chica actuaba siempre con una educación que a veces llegaba a ser exasperante. Sin embargo, lo más importante es que no creía lo que Sol le había dicho, estaba seguro de que Polyxena se encontraba ahí y descubriría el motivo por el cual no había acudido a recibirlo.

 

Con cuidado y temiendo que la mujer volviera, comenzó a abandonar la estancia para dirigir sus pasos al piso superior donde solían ubicarse las habitaciones. En medio del camino, su mirada se vio atraída por la pareja que se besaba y su gesto se llenó de desaprobación. Debía sacar a su familia cuanto antes de aquel lugar donde el decoro parecía estar ausente del todo.

 

Subió y comenzó a abrir puertas con sumo cuidado, procurando no hacer ruido para no llamar la atención de quienes pudiesen estar en el castillo. Más de una vez había querido lanzar imprecaciones frente a las cosas que veía, no podía entender cómo la cándida chica que él conocía podía encajar en un sitio tan perturbador. Debía sacarla a ella y al niño cuanto antes de ahí.

 

Polyxena Lupin

 

Sonrió a la pelirroja. Pedirle a la persona más loca que conocía que la ayudase a mantenerse cuerda podría parecer un poco extraño, pero ella sabía que su prima jamás la dejaría sola. Podía confiarle su vida sabiendo que Sam la cuidaría más que la suya propia.

 

-Lo peor es que si sé lo que estoy haciendo – dijo mientras observaba con cuidado el dije que colgaba de su cuello. Ella siempre amaría a Ashton, de eso no tenía ninguna duda pero tras lo pasado con su padre biológico, el eco de las palabras que éste había pronunciado antes de desaparecer sin dejar huella era más fuerte que nada y no encontraba fuerzas para luchar contra lo que ella consideraba su maldición personal.

 

- Creo que lo mejor sería ir con Urian. No sé si Sol sea capaz de detener a Ashton, existe además la posibilidad de que la haya embaucado con una sonrisa y de que mi romántica tía crea que estoy loca por dejar a un hombre así. Este silencio comienza a preocuparme – comentó mientras dejaba atrás la biblioteca junto a una pelirroja que seguramente no comprendía ni la mitad de sus balbuceos.

 

Cuando entró en la habitación sintió como su mundo se detenía. Frente a ella se encontraba Urian en brazos de su padre y el pequeño parecía totalmente complacido. Con su suerte, un sentimiento muy lejano del que la embargaba a ella, que parecía a punto de desmayarse y cuya piel se había tornado aún más pálida mientras se debatía entre el deseo de quitarle a su pequeño o el deseo de grabar esa imagen en su mente, junto a los dulces recuerdos que tenía de ese hombre.

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La pelirroja deseaba haber tenido a mano algo más contundente que una manzana para golpear al egipcio, sobre todo después de haber oído cómo le hablaba a la Lupin. Sí, él estaba sufriendo, pero eso no era motivo pata torturar a la joven más de lo que ella ya lo hacía por sí misma.

 

Rodeando los hombros de su prima, la bruja la siguió en busca de su sobrino para dejarla más tranquila. No le parecía que Urian debiera ver a su madre en ese estado pero ella no era quien para juzgarla. Sol tendría que lidiar sola con la visita indeseada y con Khalid unos momentos más, hasta que se aseguraran de que todo estuviera bien con el pequeño y estuviera segura de que Poly no iba a cometer alguna locura.

 

Los pasos de ambas brujas se detuvieron tras el breve paseo hasta la habitación donde Asturión debía cuidar al pequeño, pero lo que encontraron al abrir la puerta definitivamente no era lo que esperaban. Samy sostuvo a la pelinegra con más firmeza teniendo que ésta se desvaneciera al ver al que ella suponía el padre del niño sosteniendo a un felizmente ignorante Urian en sus brazos.

 

- Elena... - el mago pareció contenerse y se corrigió con una expresión agria en su rostro. - Polyxena. Ve por tus cosas y las de nuestro hijo. Nos vamos ahora mismo de este... lugar.

 

- ¿Elena? - La bruja arqueó un a ceja con gesto interrogante hacia su prima pero decidió que no era el momento para preguntas de ese tipo.

 

¿Y ahora esto? ¿Pero quién se creía este sujeto? Actuaba como si con sólo cheasquear sus dedos todos debieran obedecer sus sagrados mandatos... Muy mala actitud para tratar con cualquier Lestrange, sobre todo con Polyxena que, pese a parecer la más tranquila de ellas, podía tener un carácter de los mil demonios cuando se enfadaba.

 

- Mire... sea quien sea. - Comenzó la pelirroja utilizando su mejor gesto arrogante y su tono de "tú, escoria indeseable", una perfecta imitación del de su antigua madre adoptiva. - O suelta a mi sobrino en este momento y se aleja de él o será el próximo tentempié de mi mascota.

 

Urian se movió en brazos del desconocido y comenzó a hacer sonidos babosos hacia su tía, estirando sus pequeños bracitos al ver a su madre también allí. Samy le sonrió y le dedicó una de sus carantoñas antes de recordar que estaba amenazando a alguien sólo unos segundos antes. Hace mucho tiempo que no tenía que resultar amenazante... primero Khalid y ahora Ashton, tendría que practicar de nuevo sus antiguos talentos.

 

- Este "lugar" es su hogar y nadie moverá a Urian ni a su madre de aquí. Así que si eso es lo que pretendía, puede largarse de aquí como llegó, como un vulgar y corriente ladrón escaqueándose en cuartos ajenos - finalizó la bruja, arrugando su nariz como si aquello fuera el peor pecado que podía ocurrírsele.

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Aquel beso me hizo perder la noción del tiempo y el espacio, me sentía divagando entre el presente y el pasado como si aquello fuera cosa de todos los días, y sus brazos fueran mi lugar perfecto para descansar. No pensaba en nada más, sus labios, su sabor era algo tan conocido como mi mismo cuerpo. Todo parecía perfecto, hasta que un suave carraspeo rompió aquel mágico momento.

 

- Ejem…- volví a escuchar, muy a mi pesa me separé de Khalid, mientras buscaba de donde provenía aquel sonido. Obviamente era Haydie, su gesto agobiado me preocupo.- Disculpe señora, pero hay problemas…- murmuro acabando de traerme de vuelta.

 

- ¿Que pasa Haydie?- pregunté apartándome un poco de aquel hombre intentando ponerme en frio.

 

 

- El hombre ese, que vino a buscar a la señorita Poly, subió a las habitaciones, tomo al niño Urian.

 

- Demonios- vociferé, mientras sin mucha mas investigación me dirigí al piso superior varita en mano dispuesta a todo por detener aquel exceso de confianza de aquel mago. Khalid confundido pero igualmente enfadado me seguí pisándome los talones, al igual que Haydie.

 

Apenas llegué a la habitación, note el ambiente, la tensión podía cortarse con un cuchillo, mi mirada recorrió la habitación y sin pensarlo mucho me acerque al hombre extendiendo los brazos para que me diera al pequeño o se atendría a las consecuencias. Sabía perfectamente que si intentaba hacerme algo o a Urian aquello terminaría muy mal para él.

 

- Agradecemos mucho su visita señor Black pero termina en este momento…- indiqué con mi mejor sonrisa combinada con una mirada asesina, para no asustar al pequeño. – ¿Me permite?- dije más en tono de orden que de pregunta mientras aprovechando su sorpresa ante mi actitud desinhibida, tomaba al niño en brazos, acariciando sus suaves cabellos.

 

Caminé de nuevo hacia la puerta donde Poly y Sam continuaban, y entre al pequeño en los protectores brazos de su madre, que parecía estar al borde del desmayo por la preocupación.

 

- Señor Black no se donde haya usted crecido, pero supongo que en ningún lugar es bien visto que un perfecto extraño deambule libremente por una casa donde nadie le ha dado esa confianza. Así que le recomiendo que aproveche mis últimos dos minutos de cortesía y buenos modales para largarse de mi casa y por su bien espero nunca volver a verlo por aquí, ya que en este momento le queda prohibida la entrada.

 

Khalid dio un paso al frente intentando reforzar mis amenazas pero sostuve su mano deteniendo cualquier acción de su parte, no veía la necesidad de su intervención.

 

- Haydie querida hazme el favor de acompañar al señor a la puerta…- indiqué señalando nuevamente la salida- Si tienes algún problema ten toda la confianza para actuar…-Haydie asintió haciendo una reverencia y con aquel brillo protector en los ojos – Y la próxima vez que creas que puedes venir y querer amedrentar a tres mujeres “solas e indefensas” acuérdate de quienes somos…

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Ashton Black

 

Aquel sitio estaba sacando lo peor de él, pero ver aparecer a su dulce pelinegra era lo mejor que le había pasado, por eso no había dudado en darle instrucciones para irse de ahí. Sin embargo, la forma en que la chica lo miraba y las palabras de la otra mujer habían logrado convencerlo de que las cosas no iban bien y que mantener a su familia unida sería más trabajo del que había pensado en un primer momento.

 

No había alcanzado a responder a los insultos de aquella mujer cuando Sol irrumpió en la habitación y sin mediar más que un par de palabras le quitó al niño para ponerlo en brazos de Polyxena, que parecía mortalmente asustada y frágil. Aquella imagen lo preocupó, la quería y ver cómo su presencia la afectaba lograba hacerlo sentir miserable. Él siempre había procurado hacerla feliz y tal parecía que él ya no podía hacer eso.

 

Sol resultaba extremadamente intimidante cuando quería y tal parecía que lo veía como a una amenaza, cosa que él no pretendía ser. Cuando divisó a su mujer y su hijo sólo pudo pensar en la forma de estar con ellos, porque cuando había perdido a Elena sintió que una parte de sí mismo desaparecía y ahora que podía tenerla nuevamente y, además, conocía de la existencia de Urian, no podía permitir que se fuesen otra vez de su vida.

 

-Señora, lamento haber irrumpido de ese modo en la casa pero espero que entienda que no fue mi deseo lastimar a nadie – dijo mirándola con sinceridad antes de dirigirse a la ojiazul. – Polyxena, quiero que sepas que para mí nada ha cambiado. No puedo entender qué está pasando contigo pero confío en que me busques para que hablemos cuando te sientas lista.

 

Polyxena Lupin

 

Sentía que en cualquier minuto caería desmayada producto de la conmoción de ver a su hijo en brazos de Ashton. Aquella era una imagen que durante meses había aparecido en su mente como un sueño que le daba esperanza pero, al mismo tiempo, la aterraba y era precisamente esta última la sensación que la invadía en esos momentos. Agradecía que Sam estuviese a su lado haciéndose cargo de todo porque ella temía no ser capaz de asimilar aquella situación.

 

 

Miró a Ashton con el dolor clavado en los ojos. Él exigía que se fuera con él, su novio nunca había sido autoritario y le provocaba daño ver lo que su actitud provocaba en el carácter del chico. Sabía que a largo plazo sería lo mejor y que debía mantener los recuerdos al mínimo si quería mantenerse firme y lograr la paz que se había propuesto.

 

Cuando él pronunció el nombre que usaba en el mundo muggle, sus ojos se nublaron producto de las lágrimas que buscaba evitar y agradeció que la pelirroja no hiciese más preguntas.

 

Tomó a su hijo entre sus brazos, intentando calmarse para que el pequeño no se asustara pero su hijo parecía más bien entretenido con la presencia de tantas personas. Ella, en cambio, sólo esperaba que él se fuese cuanto antes y que escuchara las palabras de Sol.

 

Al escuchar las últimas palabras del chico, las lágrimas la desbordaron. Temía que nunca podría dejar de amarlo y su actitud no la estaba ayudando.

 

- Todo ha cambiado, Ashton, pero creo que mereces entender por qué, es sólo que no es el momento. Algún día quizás, pero hoy no – pronunció con la voz quebrada mientras lo veía empezar a marchar junto a la elfina.

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Polyta Lupin

La mañana era bastante fría como lo habían sido las anteriores, sin embargo, ese día a diferencia de los demás no se encontraba de humor para exponerse a las inclemencias del invierno y prefería en cambio disfrutar el día con su hijo. Urian parecía crecer a cada minuto que pasaba y ahora que podía caminar se estaba volviendo ingobernable, era difícil mantener la atención del pequeño en el mismo juego por más de unos cuantos minutos, pero ella tenía que poder lidiar con eso. A fin de cuentas, después de todos los problemas a los que se había visto enfrentada para mantenerlo a su lado, debía tratar de ser la mejor madre posible.

 

Miró al pequeño que en ese momento dormía y se apresuró para vestirse con una larga túnica de invierno y atar su ya largo cabello en una trenza que lo mantenía ordenado. Estaba pensando en aplicar maquillaje cuando el niño reclamó su atención y, con un suspiro de resignación, lo sacó de la cuna lista para afrontar el día lo mejor posible.

 

Tras vestirlo comenzó a bajar las escalas con él en brazos y sonrió cuando él apunto una de las imágenes y comenzó a decir tía, al tiempo que señalaba a las brujas en el retrato. Apenas decía unas cuantas palabras pero esa y bicho, que era la forma en que llamaba a Asturion, era una de sus favoritas.

-Sí, mi amor, son tus tías, un par de locas ambas. Tal vez de milagro anden por aquí pero si no podemos divertirnos y te cuento historias sobre ese par- dijo la pelinegra pensando en que esa sería una buena forma de divertirlo. Su hijo amaba los cuentos y las historias de los Lestrange eran sin duda muchas y muy divertidas

Así siguió bajando la escalera mientras él no paraba de señalar algunos de los retratos. Estaba convencida de que en alguna caja debían haber fotos de todos los Lestrange o al menos de los que ella apreciaba, porque había cierta chica gato a la que ella preferiría no tener en el precioso tapiz

- Asturion, bonito, si puedes llevarme leche con chocolate y galletas para mí y el desayuno de Urian al comedor te lo agradecería- pidió amablemente mientras pensaba en los mejores sitios para buscar su tesoro.

Llegó al comedor y miró fijamente un viejo cofre. Era como un milagro de navidad ante sus ojos, estaba casi segura de que ahí habrían muchas de las más entrañables fotos y sonrió ante los recuerdos. Una vez que comiesen ya se encargaría ella de ilustrar a su niño de todo lo que un verdadero Lestrange era o podía ser.

 

-

 

Editado por Polyta Lupin

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  • 5 meses más tarde...

La bruja se revolvió entre sus sábanas y deseó con todas sus fuerzas tener un botón con el que apagar la luz que entraba por su ventana. Pese a la temporada fría, el sol no dejaba de ser una molestia para sus mañanas.

 

Renunciando a seguir durmiendo, la pelirroja decidió levantarse y comenzó su rutina mañanera sin dejar de gruñir internamente por dentro. Últimamente las mañanas no le sentaban demasiado bien y pese a ello no conseguía dormir a gusto hasta tarde aunque lo intentara.

 

Una vez acabó de bañarse y arreglarse, se dispuso a bajar las escaleras para encontrar algo de comida que la hiciera feliz. Esperaba que al menos hubiera alguien en la casa para no tener que sentarse en soledad con la única compañía de un montón de cuadros y elfos silenciosos.

 

Canturrreando mientras brindaba hacia el comedor, por poco acaba por estrellarse con Polyxena, que hacía malabares con su pequeño bebé mientras observaba un viejo baúl que le resultaba familiar.

 

- Vaya, parece que alguien te sacó de la cama temprano - le dijo a su prima antes de darle un abrazo y luego un beso en la naricita a Urian, que parecía lleno de energía a esas horas insalubres de la mañana.

 

- ¿O lo has sacado tú? - preguntó con una sonrisa, cogiendo al pequeño y levantándolo alto en sus brazos para hacerlo reír. - Madrugar debería ser ilegal, es perjudicial para la vida mágica... ¿Alguno de los dos ha visto a cierta bruja que suele andar por aquí? Se me ha perdido. Suele responder al nombre de Sol, es bonita y se dice por ahí que es mi madre...

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Me removí entre las sabanas de mi cama, no tenia muchas ganas de levantarme, saque una mano intentando que mi cuerpo se acostumbrara a estar fuera, gruñí al sentir el frío ambiente. Me debatí un momento entre la idea de quedarme el día entero metida en la cama o bajar y saciar mi hambre ya que mi estomago comenzaba a dar muestras de enfado.

 

- Vamos Sol puedes hacerlo...- me animé mientras pateaba las sabanas y me obligaba a ponerme en pie. Corrí hasta el cuarto de baño y sin pensarlo mas abrí la llave del agua caliente esperando a que el cuarto se llenara de vapor para poder deshacerme de la pijama.

 

Momentos después salí de la ducha encontrando que el clima de mi habitación había cambiado, Haydie había encendido al chimenea haciendo que la habitación fuera mucho mas confortable. Le agradecí con una enorme sonrisa.

 

- Gracias querida, pensé que me congelaría- admití mientras comenzaba a vestirme con la ropa que ella había elegido para mi.

 

- Haydie jamas lo permitiría- sus grandes orejas se removieron mientras negaba de manera rotunda con la cabeza. Haciéndome reír sutilmente.

 

Terminé de vestirme en poco tiempo, mientras Haydie me ponía al tanto de como había comenzado el día dentro del castillo. Entre lo que había hecho Amin en el jardín y Asturion en la cocina, sonreí divertida, aquella era una mañana completamente normal.

 

- ¿Hay alguien en casa?- pregunté mientras recogía mis rizados cabellos en una coleta alta y terminaba de ponerme aquel sueter de cuello de tortuga color rojo fuego.

 

- El ama Sam y Poly, junto con el joven Uriel están ya abajo - me informó formalmente.

 

No tuvo que decirme mas, siempre era grato pasar tiempo en familia, termine mi arreglo y me encamine a las escaleras, las cuales baje a paso apresurado sin apenas darme cuenta. Al llegar al ultimo peldaño la voz de Sam llegó a mis oídos, por lo cual camine hacia mi hija, sobrina y el bebe que reía con aquella dulzura que le caracterizaba.

 

- Buenos días¿Alguien invoco a esta bruja?- pregunté abrazando al par de brujas y pequeño caballero.

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Devolvió el saludo a su prima mientras la miraba con curiosidad. El solo hecho de que pensara que ella madrugaría por voluntad propia era risible. Como una buena Lestrange, las horas tempranas no eran las suyas. Quizás lo madrugador del niño venía de los Black, un motivo más para renegar en contra de ellos.

 

 

- Él me saca de la cama, he tenido que empezar a levantarme media hora antes si quiero lograr ducharme y vestirme como un ser humano normal. Este pequeño mago no tolera que lo atiendan los elfos, ha sido un esfuerzo lograr que deje de gritar bicho cuando ve a Asturion- señalo la chica mientras pensaba en la cara de tristeza que ponía su elfo al inicio y la resignación con que ahora asumía el particular apodo que su hijo le había dado

 

 

 

- Primera lección, mi pequeño y revoltoso hijo, aquí nadie está seguro de quienes son sus padres, pero por las dudas siempre los halagamos -señaló sonriendo mientras pensaba en lo cierto de aquella idea. El mismo Urien quizás nunca sabría a quien llamar papá o aquella palabra le sería del todo ajena.

 

- No he visto a Sol más que en fotos y eso porque Urien no para de gritar tías cada vez que las ve en una imagen. Por eso, había pensado contarle algunas inocentes historias familiares- comentó la ojiazul al tiempo que veía jugar a la pelirroja con el niño. Era sorprendente ver a la siempre alocada Sam jugando de ese modo y lo más increíble es que despertaba en ella una profunda añoranza y ternura

Editado por Polyta Lupin

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- ¿Historias familiares? Pobre Urian, ¿crees que esté listo para dar semejante paso? No somos una familia normal ni por asomo... Si escucha nuestras historias, quizás acabe decidiendo que es mejor vivir en una taberna que ser parte de la familia. - Haciéndole cosquillas al niño, la bruja resopló pensando en la cantidad de anécdotas que poseían. Tal vez fuera buena idea irse a vivir a una taberna... o tal vez no.

 

Lo cierto era que la cantidad de historias que habían logrado coleccionar a lo largo de sus cortas vidas podía estremecer a cualquiera. Aterradoras, dolorosas, cachondas, felices, dramosas, divertidas, extrañas, perturbadoras... Había sin duda un enorme montón de donde elegir.

 

- ¡Mami! - Sonrió y abrazó a su madre cuando ésta llegó al comedor, completando así el plantel para el desayuno familiar. - Planeábamos desayunar y luego enseñarle a Urian lo loca que está nuestra familia. ¿Quieres unirte? - le dijo apropiándose de los planes de su prima sin pedir permiso, como era su costumbre.

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